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REVISTA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Reseñas
Serge Gruzinski, ¿Para qué sirve la historia? Madrid:
Alianza Editorial, 2018, 1ra ed.; 245 p.
Luis Paliza Sánchez
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Una mejor traducción del título, probablemente hubiera sido: ¿Qué historia debemos enseñar hoy?,
publicado allá en el 2015: L’histoire, pour quoi faire?, es una valiosa reexión sobre nuestra disciplina
que el eminente historiador francés nos lega, y que propone dirigir nuestra actividad a espacios más
amplios. Reconocido por sus investigaciones sobre el descubrimiento, conquista y mestizaje en
América, Gruzinski nos recuerda que hoy en día el historiador no se forma en bibliotecas ni en archivos;
sino que su campo se extiende también a la cotidianidad y a las formas de vida que, muchas veces,
pasan desapercibidas y que exponen gradualmente el tránsito de la historia. No es casualidad, entonces,
que el libro inicie con la descripción de una fotografía de Kader Attia: unos jóvenes argelinos jugando
futbol y usando un arco romano como portería. El recuento de episodios que sugiere ese arco, desde
su construcción en la Roma imperial, pasando por la violenta colonización, hasta lograr su completa
independencia, pretende responder a las distintas interrogantes que el autor esboza entre sus páginas.
Sin embargo, la historia no debería ajustarse a un único relato, tampoco a la visión que pareciera aún
sigue siendo vigente: la occidental, ¿cómo deberíamos, entonces, comprender la historia en el presente?
No es propiamente un tratado de historia, lo que Gruzinski nos presenta es un trabajo de egohistoria,
donde atendemos a observaciones de campo, análisis y crítica de arte e investigaciones sobre el
mestizaje, que tiene como resultado un debate contemporáneo de nuestra disciplina. Las experiencias
en su trayectoria como historiador sostienen el hilo conductor de sus reexiones: una fotografía, el
comercio de películas ilegales, una obra de teatro en un colegio secundario y una revisión de imágenes
de América, comparten la tesis del libro y de su propuesta. Cada capítulo conserva un diálogo con
el presente, sugiriendo otra vía para comprender al pasado y cuestionando el convencionalismo de
la historia occidental. Hace mucho que esa forma tradicional de relatar la historia no corresponde a
nuestro presente. Son varios los rostros que hoy nos tocar presenciar y que aquel discurso ha olvidado
reconocer. Gruzinski nos orienta apostar por una historia global.
En un siglo de imágenes, qué tan importante es, pues, la cción histórica. El historiador francés pergeña
algunas series, vídeos y novelas como una herramienta de representación del pasado, y que repercuten
con más interés en las personas, en comparación con los tantos documentales televisados que no
sugieren ninguna reexión histórica. En efecto, estas posibilidades que nos entrega la cción de hoy,
suponen una apuesta diferente y más ecaz, en oposición, a los mismos relatos de una historia lineal
y politizada, un claro ejemplo es la manía de las conmemoraciones que suelen distorsionar el pasado.
El caso contrario es el planteamiento que se hizo en China, y cómo consiguió la idealización de su
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Universidad de Extremadura (Campus Cáceres).
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Bachiller en Historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Recibido: 10/04/2019 Aprobado: 12/04/2019. En línea: 17/06/2019
Citar como: Paliza, L. (2019). Serge Gruzinski, ¿Para qué sirve la historia? Madrid: Alianza Editorial, 2018, 1ra ed.; 245
p. Rev Arch Gen Nac. 34(1), 157-58. doi: https://doi.org/10.37840/ragn.v34i1.87
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Luis Paliza SánchezRev Arch Gen Nac. 2020; 34(1): 157-58
pasado, gracias a la cción, en especial a las novelas y películas del siglo pasado. Al parecer, nos dice
el investigador, son los cineastas y los productores quienes mejor saben exponer el pasado, y no los
historiadores.
Un capítulo aparte tiene las películas del cineasta ruso Alexander Sokúrov. Para Gruzinski, el director
de Fausto devela las alternancias del pasado: No se trata de alcanzar un grado superior de autenticidad,
sino de producir un pasado y una vía para acceder a él. La lmografía de Sokúrov es un acicate para
el historiador, pues comprende una crítica a los hechos que hoy todos conocemos, es una transgresión
al relato y al pasado mismo. ¿Cuánto puede complementar el cine en el bagaje del historiador? El
antagonismo pueril entre la imagen y la escritura ha sido, muchas veces, injusto y hasta perjudicial
para el historiador. Es claro que el cine también permite que los espectadores se cuestionen y formulen
las posibilidades de un pasado que les es lejano y ajeno. Hoy por hoy está demás decir que el soporte
virtual es la base de la mundialización. Y es a ella a quien se debe dirigir el historiador.
No está demás mencionar que esta aproximación debe ir acompañada de una crítica a la enseñanza de
la historia, es decir, a la visión eurocentrista y occidental, punto clave para cavilar nuestro relato. Una
relectura del pasado pone en evidencia a una Europa creadora de imágenes y, desde allí, el origen de
un sentido común: el hombre europeo como la medida de todas las cosas. Fue con el modelo español
de descubrimiento y conquista que la historia ha sido dirigida y cortada por una espada del Viejo
Mundo. Por otra parte, Gruzinski nos recuerda que también existió una construcción de la historia,
desde la visión de China y México, y que resulta interesante comprobar que la Europa moderna ha
dependido, también, de América y Asia. Gracias a las investigaciones de estos últimos años, se han ido
disolviendo los paradigmas occidentales y tradicionales, demostrando así que tanto la mundialización
y la modernidad no es exclusiva de Europa.
La mundialización lograda por España es también otra directriz que aborda Gruzinski, en su interés por
elucidar su propuesta de una historia global, permitiendo que reconozcamos el mestizaje histórico. El
autor coloca el siglo XVI como el inicio del mestizaje mundial, pues, tanto europeos como asiáticos,
africanos y americanos asisten a relacionarse y mezclarse, logrando la primera mundialización. Y es en
el mestizaje donde se encuentra la base de la historia global. La historia contada a partir de las relaciones,
los intercambios, las diferencias e inuencias, todo esto ha permitido que exista una coyuntura global.
Hoy somos consecuencias de esa mélange, y nuestro presente igual, entonces, ¿para qué únicamente
limitarnos a entender la historia desde los testigos europeos?, reescribirla sería un primer paso, no solo
para comprenderla, sino también para enseñarla y difundirla, utilizando las posibilidades y herramientas
que existen hoy en día: Una instalación temporal o la relectura de una clásico son acicates para la
mente del historiador que valen más que kilómetros de literatura gris. El gran aporte de Gruzinski es
la invitación a converger la historia con las imágenes, que tanta falta le hace hoy al historiador admirar.
Correspondencia
Luis Paliza Sánchez
leps_9014@hotmail.com