Revista del Archivo General de la Nación
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los caciques, tras la expulsión de los regulares ignacianos, se determinó
al comprobar la Real Junta de Aplicaciones, en 1770, “qe. havia caido el
Colegio de su enseñanza y arreglo sucesivamente mientras lo dirigieron los
expatriados”
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, de lo que se inere que la administración posjesuita no iba a
limitar sus esfuerzos a favor del buen gobierno del colegio.
Sin embargo la realidad fue otra. El excesivo celo burócrata del contador
de la Caja de Censos –a la que el rector del Colegio, alcanzaba con profuso
detalle el gasto realizado en la manutención de los caciques– hizo manifestar
al religioso en más de una ocasión que el presupuesto otorgado era mínimo
en relación a lo que él invertía, incluso a costa de su propio peculio
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en la
enseñanza y alimentación
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de los caciques. Bordanave llegó al extremo de
renunciar a parte de su salario a cambio de que se emplee un criado para
portero
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. Pese a estas iniciativas el estado del plantel se hizo calamitoso
llegando a comprometer, incluso, la salud de los alumnos
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.
Más pruebas de la economía decitaria del colegio. Los caciques
José Casamusa y Juan Nepomuceno ingresaron a estudiar en 1792 y
1793, respectivamente. Los gastos realizados para que cuenten con lo
indispensable (colchón, frazada, almohada, sábanas, vestidos, camisas,
calzados, etc.) sobrepasaban con exceso lo presupuestado para cada uno
de ellos, alarmando al siempre exiguo fondo de la Caja de Censos, lo que
unido al reiterado reclamo de Bordanave por pretenderse “llevar las cuentas
hasta el ultimo grado de perfección”
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sin acatar el canónigo el reglamento
contable, no hizo más que encender las suspicacias del protector José Pareja
y Cortés, quien le interpuso un juicio de cuentas del cual fue absuelto en
1794 por Nicolás Vélez de Guevara y Suescun, juez mayor de la Caja de
19 AGN-P. Real Audiencia, JCGCIL, Leg. 56, Doc. 14, . 9.
20 AGN-P. Real Audiencia, JCGCIL, Leg. 56, Doc. 14, f. 15 vta.
21 Gracias al detalle de los gastos realizados, podemos conocer que los caciques recibían por las
mañanas chocolate, mazamorra, leche, chanfaina, fruta, queso y pan. Al mediodía el menú constaba
de dos guisos de carne, sopa y medio pan francés. Por las tardes se les daba fruta y pan y por las
noches un locro de carne. Ver: AGN-P. Real Audiencia, JCGCIL, Leg. 56, Doc. 14, . 9 vta. – 10.
22 AGN-P. Real Audiencia, JCGCIL, Leg. 59, Doc. 13, . 21 vta. – 22.
23 Monique ALAPERRINE-BOUYER, ob. cit., p. 253.
24 AGN-P. Real Audiencia, JCGCIL, Leg. 50, Doc. 2, . 4 vta, 8 vta. y 22.