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Italianos en Lima y los Barrios Altos
Siglos XVIII-XIX-XX
Alejandro Reyes Flores
1
Sumilla
Se busca mostrar la presencia de los inmigrantes italianos entre los siglos
XVIII al XX, remontando su presencia hasta la invasión española. Para ello
es necesario comprender sus orígenes así como las razones por las que se
van asentando en determinadas zonas como Lima y Barrios Altos, y cómo
van haciendo uso de diversas estrategias, mercantiles, para ir insertándose
e integndose a la sociedad.
Palabras clave: Italianos / Lima / Barrios Altos / Integración.
Abstract
e main purpose is to demonstrate the Italian presence in Lima bet-
ween XVIII century and XX century; noticing that its presence can be pla-
ce since the Spanish conquest. In order to have a full understanding of
this immigration process it is necessary to go back to their origins as well
as their reasons to settle down in particular places like Lima and Barrios
Altos and the mechanisms they used to assimilate and integrate themselves
into a new culture.
Keywords: Italians / Lima / Barrios Altos / Assimilation process.
1 Doctor en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Profesor principal de la
Facultad de Ciencias Sociales. Ha desempeñado los cargos de director de la Escuela de Historia,
director del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, jefe del Archivo Histórico “Domingo
Angulo, jefe de la Biblioteca Central de San Marcos y decano de la Facultad de Ciencias Sociales.
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Una de las primeras referencias de los italianos en el Perú es la que nos
ofrece Porras: “No se sabe cómo, a base de qué tretas o sobornos, aparece
Nicolao del Benino en el Cuzco al lado del pacicador La Gasca, bajo las
banderas de la lealtad, para ver ejecutar en Xaquixaguana al último retoño
de los Pizarros, […]” (R. Porras: 23). Y debe haber más italianos en los
albores de la invasión española que se confunden en los bandos pizarristas
y almagristas, pero aún se encuentran en los archivos para ser rescatados
del anonimato. Lo que sí se sabe es que siempre fue el norte de Italia, la
Liguria, el puerto de Génova, la cantera principal de donde salieron cientos
y miles de italianos a “hacer la América” ¿Quiénes son estos italianos? ¿De
qué pueblos de la Liguria provienen? ¿Por qué se quedan en el Perú, en
Lima y los Barrios Altos? Interrogantes a las que daremos respuesta, en la
medida que la documentación lo permita, contribuyendo de esta manera
con las publicaciones de Giovanni Bonglio, Manuel Zanutelli, Bruno
Bellone, Gabriella Chiaramonte, Estuardo Núñez, Federico Croci y otros.
He aquí un cuadro referencial que toma como centro Lima y se proyecta a
nivel nacional, hecho en base a hallazgos documentales:
ITALIANOS EN LIMA
Poco visibles 1760-1810
Algo visibles 1825-1840
Visibles 1840-1880
Muy visibles 1890-1910
Fuente: Cuadro elaborado por el autor en base a
documentos de archivos.
No sabemos cuáles fueron las motivaciones y la ruta de los primeros
italianos que llegaron a Lima y al Perú. Lo positivo es que en el siglo XVIII
se ha encontrado, documentalmente, a italianos en el Perú. En 1775, en
las profundidades de los Andes, en Huancavelica, residen cuatro personas,
que si bien no declaran ser italianos, por el gentilicio de sus apellidos deben
serlo: José Francesqui, Domingo Jacomini y Juan y José Candioti, vinculados
a la producción del mercurio y por tanto, miembros de la poderosa elite
regional Huancavelica-Ayacucho (A. Reyes Flores 2004a: 64-65). Algunos
175
años después, en 1790, muy lejos de Huancavelica, en el centro minero
de Huantajaya, Tarapacá, están los hermanos omas y Marcos Mayo,
italianos, dueños de una tienda, que al ser denunciados por vender naipes
e intervenirse su negocio, se encontró: “garbanzos, coca, cáñamo, dos
paylas grandes, jabón de Chile, camisas llanas de lienzo […].” Similar a los
italianos de Huancavelica, no sabemos desde cuándo, los hermanos Mayo
están en Huantajaya, ¿cómo llegaron a este lugar inhóspito y poco propicio
para la vida? ¿Los hermanos Mayo estuvieron primero en Santiago o en
Lima? No podemos precisarlo documentalmente, pero en Lima ya estaban
establecidos algunos italianos y, tenemos la impresión de que vinieron por
iniciativa personal después de haber estado, posiblemente, en Argentina o
Chile.
En el censo de 1813 del centro de Lima y parte de los Barrios Altos,
de 20,000 censados, estos son los extranjeros que se han contabilizado: 41
italianos, 6 portugueses, 3 ingleses, 1 alemán y 1 griego. Entre el 60% y 70%
de los italianos, declaran ser de Génova, y la mayoría comerciantes, como
se verica en la muestra siguiente:
Nombre Fecha Nac. Arribo Edad Ocupación
Edad
(1813)
Antonio Barbier Roma 1773 1805 32 Comerciante 40
Ángel Carmelino Génova 1769 1795 26 Fondero 44
Pascual Cola Milán 1761 1793 32 Herrero 52
Juan Festa Milán 1765 1775 12 Dependiente 36
José Gambini Italia 1765 1793 28 Comerciante 48
Gaspar Grifoni Génova 1763 1810 47 Capellán 50
Juan Masaferro Génova 1753 1773 20 Chocolatero 60
Felipe Plaza Génova 1758 1793 35 Comerciante 55
Bartolomé Poleo Génova 1753 1777 24 Viudo 60
José Rodu Génova 1756 1805 49 Comerciante 57
Fuente: AAL LPO63 Censo de la Parroquia de la Catedral. F/N: Fecha de nacimiento.
Cuadro elaborado por el autor.
Italiano en Lima y los Barrios Altos. Siglos XVIII-XIX-XX
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El censo de 1813 nos revela que una mayoría de italianos contrae
matrimonio con damas limeñas: Antonio Barbier con María Noriega, Ángel
Carmelino con María Malarín, José Nabón con Manuela Miranda, Pedro
Nocheto con Antonia Caballero, Félix Balega con Francisca Iribar(ren),
Cayetano Bacarrera con Paula Aguirre, Juan Monasí con Gregoria Morán,
Antonio Benzano y Dañino con la piurana Andrea Vallejo.
Una minoría de italianos llega a Lima con sus esposas, como don José
Rudolfo con la panameña Josefa Olasagarri y don Esteban Culfo con la
chilena María Mayo. En el otro extremo, se encuentran italianos de primera
generación que se mantienen solteros: Juan Poliano, Bernardo Patrón,
Juan Perfumo, Felipe Plaza, Lorenzo Costi, Andrés Greno, Juan Basallo,
Juan Fecchiani o Hipólito Lombardi que con 56 años fue registrado como
extranjero.
Esta primera generación de inmigrantes italianos vivió años difíciles
con una economía peruana colapsada por las guerras en Europa y en
América, lo que hizo que alguno de ellos, terminara en extrema pobreza.
Aunque hubo italianos que lograron una expectante situación económica,
como don Félix Balega (Valega), José Gambini que contrajo matrimonio
con Rosa Manrique de Lara, o Ángel Carmelino que compró una casa-
fonda de dos plantas en 20,000 pesos en la calle de Pescadería (costado de
Palacio de Gobierno). En una Lima (1770-1825), donde aproximadamente
uno de cada mil era italiano, ya hay algunos que se avecindan en los Barrios
Altos, como don Antonio Sacio, don Tomás Mascaro y muchos más con el
discurrir de los siglos XIX y XX.
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Entre 1825 y 1840, en medio de guerras internas e internacionales y
crisis económica, llega la segunda generación de italianos a Lima y a
algunos pueblos de la costa y sierra del Perú. Por el espíritu aventurero y
audaz de los italianos, no se puede descartar que alguno de ellos se haya
trasladado a la selva, aunque la mayoría residió en Lima donde de 800
personas, uno era italiano. En esta segunda etapa, se desconoce la fecha del
arribo de los italianos a Lima; por ejemplo, Pedro Denegri, Gaspar Palmeri
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y Pedro Dinegro que se casaron con las hijas del comerciante italiano Félix
Balega quien en 1838, como almacenero, había superado en ingresos a sus
paisanos Antonio Malabrida y Jorge Moreto. Félix Balega es el italiano que
no obstante la crisis económica, consiguió “hacer la América, pues tuvo
una casa-almacén en la calle Judíos y al momento de testar en 1844, dejó
190,089 pesos. Pero para la mayoría de inmigrantes italianos, el primer
escalón de su quehacer laboral en Lima, fue la modesta chingana o pulpería.
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El patrón de acumulación de capitales para la primera, segunda y
aún tercera generación de italianos en el Perú, fue el sector mercantil
que se ubicó preferentemente en el centro de Lima para ir migrando a
otros espacios como los Barrios Altos. Es posible que algunos italianos
de la segunda generación (1825-1840) llegaran a Lima llamados por sus
paisanos, pero creemos que la mayoría lo hizo sin previo contacto. En los
años de 1825-1835, hay pulperías y chinganas de italianos en Monserrate,
Abajo el Puente y los Barrios Altos en número poco signicativo, porque
la mayoría de estos negocios siguió en poder de los nacionales. Con
la tercera generación (1840-1880), la presencia italiana en Lima se hizo
mucho más visible. Así, en 1845, ya están los hermanos Juan y Lázaro
Solari en el “borde” de los Barrios Altos, con una tienda en la calle Estudios
(cuadra 4º Ucayali), en la calle Plateros de San Agustín (cuadra 1º Ica); en
otra tienda, Eugenio Albertini y Pablo Chiappe, y en 1847 en la esquina
de Rastro de San Francisco (2º Ancash), Andrés Capelo con una tienda-
pulpería. Teniendo como núcleo de sus negocios el centro de Lima, los
inmigrantes italianos inician su desborde a los barrios periféricos. En 1846
el ya citado Lázaro Solari, que no habla bien el castellano, no sabe rmar
y por tanto es analfabeto, se independizó de su hermano Juan y arren
una casa pulpería frente al santuario de Cocharcas. El barrio de Cocharcas
colindaba con las murallas, el contrato fue por 18 años y ¿por qué se fue tan
lejos Lázaro Solari? Tiene que haber sido porque el barrio de Cocharcas se
comunicaba por su portada, con las chacras y huertas aledañas habitadas
por esclavos y gente libre que necesitaban proveerse de mercaderías. Más
aún, era la entrada natural de personas y mercaderías del valle de Lurín.
Asimismo, hay evidencias documentales que nos permiten reexionar que
buen número de la tercera generación de italianos se dirigen a los Barrios
Italiano en Lima y los Barrios Altos. Siglos XVIII-XIX-XX
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Altos al encontrar el centro saturado de comerciantes. En 1852 don Pedro
Ansieta arrendó a los italianos Antonio Roben y Juan Podestá, una casa
pulpería en la esquina de la calle Peña Horadada (cuadra 9º de Junín) por
9 años y a un pago mensual de 18 pesos. La mancomunidad de Roben
y Podestá podría indicarnos que recién se iniciaban en el negocio, eran
solteros y por tanto, pudieron vivir en la casa-pulpería, que bien podría
haber estado ubicada donde se edicaría décadas después, el famoso callejón
del Buque. Dos años después, un experimentado bodeguero italiano, don
José Juliani, arrendó una casa tienda en la calle de Santa Clara: “la última
subiendo por el puente a la izquierda, por 9 años y 34 pesos al mes. El
precio de los alquileres en los Barrios Altos a mediados del siglo XIX está
en alza, no sólo por el incremento del costo de vida, sino también porque
las propiedades están en buen estado de conservación por la inversión
de sus propietarios. En 1855 un antiguo inmigrante italiano, don Tomás
Mascaro a quien veremos más adelante como huertero, subarrendó una
casa-chingana nueva, de dos piezas y un cuarto en la calle del Prado en 10
pesos mensuales. Al promediar el siglo XIX, los italianos desbordaban los
Barrios Altos con sus modestas pulperías, trabajando y ahorrando, pues
aún muchos de ellos eran precarios arrendatarios.
En la medida que transcurre el siglo XIX, el inmigrante italiano va
copando el giro comercial de la chingana o pulpería en los sectores periféricos
de Lima: “[…] la pulpería es una especialidad de italianos, quienes con
frecuencia, apenas llegados al Perú, se vuelcan hacia esta actividad, que
requiere de un capital inicial bastante modesto y escaso conocimiento
especíco.” (G. Chiaramonte: 21). El hecho urbano-social que se observa
en los Barrios Altos, es la mezcla del italiano con el vecindario mediando su
pulpería, chingana u otro negocio, sumándose a la matriz andina, española
y negra. Esto es lo medular, porque el italiano pulpero de la esquina
visible físicamente, “bonachón, “buena gente, se integra al barrio no sólo
vendiendo sus mercaderías, sino también colaborando económicamente
con las estas religiosas de los solares y callejones, “irteando” con alguna
negra, zamba o india del barrio, y producto de estos amoríos es que en los
Barrios Altos encontramos a zambos y zambas “sacalaguas. A partir de
su arraigo en los Barrios Altos, de manera lenta, un sector minoritario de
italianos va accediendo a la propiedad inmobiliaria: Miguel Campodónico
es dueño de una pulpería en la calle Capón (1860); Manuel Sanguinetti y
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Juan Romano cada uno de una tienda en la calle Granados; Canevaro, Figari,
Rainusso, Valle, Denegri, Sacio, Solari y muchos más ya han accedido a la
propiedad. A nes de la década del 60 hay una minoría de italianos dueños
de pulperías, chinganas, casas y algunos callejones, frente a una mayoría de
sus paisanos que siguen de arrendatarios.
ITALIANOS: BARRIOS ALTOS
Nombre Negocio Calle Año
Juan Tassara Chingana Del Prado 1858
Juan Pianelo Chingana Zamudio 1859
José Juliani Bodega Santa Clara 1860
José Pagano Chingana Naranjos 1860
José Lannata Pulpería Capón 1860
Vicente Conti Chingana El Prado 1860
Rossi y Masnato Cantina Barbones 1860
Juan Copello Botica Descalzas 1860
Cuminiche y Lannata Pulpería Santa Clara 1860
Lorenzo y Bartolomé Delpino Pulpería San Isidro 1860
Juan Aseretto Chingana El Prado 1862
José y Luís Arata Tienda Trinitarias 1865
Ángel Delvechio Tienda Santa Catalina 1865
Miguel Beizo Pulpería Paruro 1865
Juan Lavagee Tienda El Prado 1866
Juan Matellini Chingana Santa Clara 1868
Domingo Podestá Tienda Tigre 1868
Fuente: AGN. Notarios. AAL. Monasterios. Cuadro elaborado por el autor.
Italiano en Lima y los Barrios Altos. Siglos XVIII-XIX-XX
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El hecho de que la mayoría de italianos se ubique entre los actuales
jirones Ancash, Junín y Miró Quesada, conrma que estas vías de tránsito
que comunicaban a las portadas de Maravillas y Barbones, mantuvieron
su vitalidad económica en la segunda mitad del siglo XIX. Otro hecho
relacionado con espacio y propiedad, es que aún buen número de ncas
siguen siendo de propiedad de nacionales, con quienes los italianos realizan
contrato de arrendamiento: José Juliani con el militar Manuel Grillo, José
Pagano con Juan Garazatua, los hermanos Arata con Juan Vásquez Solís.
Sin embargo, ya van apareciendo italianos dueños de ncas. En 1850 Miguel
Campodónico vendió su pulpería ubicada en la “Plaza Nueva frente a la
Calle Capón” a José Lanatta; Santiago y Bautista Ciolina traspasaron su
cantina a Juan Rossi y Federico Masnato; el caso de don Pedro Dinegro
que arrendó sus tres “tiendas pulperías” a Lorenzo y Bartolomé Delpino
y aún tenía otras ncas más. Francisco Valle arrendó su chingana de la:
Calle derecha del Prado, junto a la puerta del callejón conocido de Jaime.
a Juan Aseretto. Entre los notarios de Lima, se registra, cada vez más, la
presencia de italianos en los Barrios Altos, arrendando, comprando,
vendiendo, otorgando poderes y testamentos: Pablo Bonino, Santiago
Castañino, Francisco Parodi, Francisco Machiavelo, Luís Vallebella,
Federico Merenghi, Luís Josué Rainusso, Pedro Marcone, Juan Novella y
muchos otros más (A. Reyes Flores: 1985b y 1991).
No obstante los cambios en el acceso a la propiedad de un sector de italianos,
su patrón ocupacional de pulperos, chinganeros o bodegueros, permanece
hasta nalizar el siglo XIX, consolidando su microeconomía y ampliando su
red comercializadora con tiendas en otras calles de los Barrios Altos.
Esto nos permite armar que en las décadas previas a la guerra del
Pacíco, resultó lucrativo invertir en estos pequeños negocios. Es el caso
entre otros, de don Domingo Podestá, dueño de una chingana en la calle
Tigre y que sin embargo, arrendó en 1878, dos tiendas más en las Carrozas
con el compromiso de no “poner chingana ni pulpería. En el último tercio
del siglo XIX, se va tejiendo una tupida red de italianos que teniendo
como centro las chinganas y pulperías, se confunden o transitan a bodegas
y tiendas: Erasmo Rao en la calle la Moneda; Juan Malatesta en la calle
Albaquitas; José Marsano en la calle las Cruces, Agustín Colloto en la
calle Maravillas; Francisco Mazzoti que traspasó una chingana a don Juan
Bechia y muchos otros más.
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ITALIANOS CHINGANA CALLE MARAVILLAS
(1874)
Pesos y reales
Productos Unidad Valor
25 galones de vino del país 4 rr. 11.5 ps.
1 botija de pisco puro 30 ps.
24 galones anisado del país 6,1/2 rr. 19.4 ps
½ arroba aceituna de Camaná 1.4 ps
12 libras de azúcar 1 rr. 1.4 ps
Fuente: AGN. Causas Civiles (RPJ). Legajo 260.
La trayectoria de los italianos en la segunda mitad del siglo XIX nos
revela una mayor diversicación en la economía de Lima y los Barrios Altos,
aunque sigue prevaleciendo su presencia como pulperos y chinganeros. En
1880, de 503 pulperías en Lima, 193 fueron de italianos, y en 1891 de 800
pulperías, los italianos tuvieron 700 (G. Chiaramonte: 21). Resulta claro
que la venta de mercaderías de consumo cotidiano a los sectores populares
estuvo en poder de los italianos en el último tercio del siglo XIX. La
pulpería, con sus equivalentes de chingana, bodega o tienda italiana, no
sólo fue un punto de compra-venta de mercaderías, sino también lugar semi
público donde acudían los vecinos a pasar momentos de esparcimiento,
acompañados de bebidas espirituosas y comidas que van ingresando a la
dieta barrioaltina.
El italiano pulpero, chinganero o bodeguero era el personaje central
que ofrecía los vinos, los macerados de pisco, las pastas (deos), el
minestrone que comenzaba a invadir los gustos de los limeños. El italiano
de la esquina sobrevivió en los barrios populares hasta mediados del siglo
XX, sus ancestros aparecen en el siguiente cuadro.
Italiano en Lima y los Barrios Altos. Siglos XVIII-XIX-XX
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ITALIANOS BARRIOS ALTOS
Nombre Negocio Calle Año
Bartolomé Machiavelo Pulpería Rufas 1880
Luís Montegrifo Pulpería Zamudio 1880
Luís Lanatta Tienda Toval-La Pólvora 1880
Juan Tiscornia Tambo-chingana El Prado 1880
Cayetano Cogorno Pulpería Cocharcas 1881
Bartolomé Gracco Café Presa 1895
Liborio Brambilla Café Presa 1895
Luís Chiazzo Café-licorería Vitervo 1895
Alberto Valle Hotel Amazonas 1895
Pascual Chiarella Tienda Cocharcas 1895
Fuente: AGN. Notarios. Cuadro elaborado por el autor.
Como se ha revelado, hay italianos que son propietarios de más de
una pulpería, chingana, tienda o bodega con las cuales realizan una serie
de transacciones económicas: las arriendan, hacen contratos al partir (a
medias), las venden y compran otras de mayor valor; por ello: “Es interesante
seguir la trayectoria del pulpero, ya que es el punto de partida de muchas
fortunas, a veces verdaderamente notables” (G. Chiaramonte: 22).
Uno de estos anónimos pulperos italianos que hizo dinero y comp
propiedades en Lima, fue don Juan Romano, natural del puerto de San
Mauricio (Génova).
No sabemos cuándo llegó a Lima pero en 1846, cuando el Perú aún no
salía de la crisis económica, ya compraba en 5,200 pesos a don José de la
Riva Agüero una casa en la esquina: “que da la vuelta a la calle de la Pileta
de Santa Catalina” (7º de Paruro). Don Juan Romano se casó con doña
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María Piaggio jando su residencia denitiva en los Barrios Altos, en su
pulpería de la calle Colegio Real Nº 101 (cuadra 6º Ancash) acumulando
con los años, un respetable patrimonio inmobiliario.
Propiedades de don Juan Romano (1883)
Propiedad Calle-Ubicación
Casa-pulpería Colegio Real Nº 101
Finca Cinco Esquinas Nº 501
Finca Entre Granados y San Cristóbal
Rancho Barranco “destruido por la guerra.
Casa En el centro del pueblo de Chancay
Fuente: AGN. Notario Manuel Iparraguirre, protocolo 301, año 1882-84, fs.310.
Cuadro elaborado por el autor.
Si bien don Juan Romano como pulpero en los Barrios Altos no hizo una
gran fortuna, logró acceder a varias propiedades, tres en los Barrios Altos,
una en Barranco con las huellas frescas de la presencia chilena y otra en
Chancay. Otro caso similar fue el pulpero don Lázaro Figari, que en 1847,
joven, apenas sabía el castellano y analfabeto, arrendó una pulpería en el
barrio de Cocharcas; en 1853 es propietario de dos casas en la calle Pampa
de Lara y Cocharcas (Schutz-Moller, 215). Si la información es veraz, en
cinco años don Lázaro Solari consiguió ser dueño de dos propiedades,
demostrando la rápida acumulación de ganancias con la pulpería.
En 1878 en el ocaso de su vida, volvemos a encontrar al pulpero Solari,
arrendando a don José Álvarez, una casita a la derecha del Hospital Dos
de Mayo y cuatro tiendas en “la ranchería de Cocharcas. Se nos pierde
don Lázaro Solari, porque es muy difícil reconstruir la historia de los
sectores populares, pues se encuentran al margen de la historia ocial,
y sólo aparecen cuando acceden a la propiedad o participan en hechos
que cuestionan el sistema imperante. Por ello, para ser visibles, fue clave
para las personas, acceder a la propiedad, y en ese sentido, las leyes de
desamortización y desvinculación, aplicando el principio de que: “toda
propiedad es enajenable en la forma que determinan las leyes, permitió el
Italiano en Lima y los Barrios Altos. Siglos XVIII-XIX-XX
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acceso de un mayor número de propietarios, porque: “Puede decirse con
verdad que la riqueza territorial es el primer objeto de la ambición humana,
y todo el que trabaja concentra sus miras en la adquisición de una nca,
para disfrutar tranquilo de su producto.” (F. García Calderón: t. I.:116).
Con el auge económico desde mediados del siglo XIX, la transferencia de
la propiedad en su modalidad de compra-venta o arrendamiento crece. En
esta coyuntura, un sector de italianos arrienda o compra propiedades en
los Barrios Altos. En 1863, el pulpero don Enrique Ginocchio arrendó a
doña Manuela Vallejo y Castrillón, una nca con un solar de 27 cuartos
en la calle Rastro de la Huaquilla (cuadra 1º Cangallo), obligándose a:
“labrar treinta cuartos más. Como no existe una política del Estado en la
construcción de viviendas para los sectores populares, es el capital privado
que la asume. No obstante que la calle Rastro de la Huaquilla era poco
transitada, don Enrique Ginochio, sin dejar su pulpería, invirtió dinero
en nuevos cuartos del solar, porque sabía que rendían buenas ganancias.
El proceso de transferencia de la propiedad siguió con más fuerza en las
décadas siguientes.
La guerra con Chile con su secuela de crisis económica, aceleró el
arrendamiento y la transferencia de la propiedad inmueble urbana y rural
en Lima (A. Reyes F. 1984). Familias emergentes que conservaron algunos
capitales se beneciaron con esta coyuntura. En 1881 con las tropas chilenas
en Lima, el pulpero italiano don Agustín Desalvi, arrendó en la calle los
Naranjos Nº 407, el callejón San José de 24 cuartos con su corralito, tres
tiendas y una chingana. Otro italiano, con mayor capacidad económica,
don Lázaro Debernardi, en 1882 arrendó en la calle del Acequión (Jr.
Huari) un solar en ruinas con cuatro cuartos; invirtió dinero y en 1889 lo
había convertido en: “nueve tiendas y un callejoncito con siete cuartos.
Esta es la forma en que un sector de italianos, con mejor visión
empresarial, accede a la propiedad como arrendatarios primero, para
devenir en propietarios después.
En 1895 los italianos Luis Lertora y Manuel Rezzo compraron en 2,500
soles a doña Juana Córdova: un tambo, un callejón con 14 cuartos en
la calle Maravillas y un corralón con 4 puertas a la calle, una puerta al
callejón del Acequión y tres puertas a la calle Maravillas. La señora Juana
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Córdova vivía en la calle Santa Ana y el italiano Manuel Rezzo en la calle
Maravillas, ambos vecinos de los Barrios Altos. Por estos años otro italiano,
don Francisco Ghisolfo, vecino de los Barrios Altos, casado con doña
Francisca Villa, declaró en su testamento ser dueño de varias casas en las
calles: Botones (cuadra 2º Coata), Huaquilla (cuadra 10º Miró Quesada),
Granados (cuadra 8º Cusco), Santa Clara (cuadra 9º Junín) y un callejón en
Santa Sofía. Sin embargo, la mayoría de italianos en el último tercio del siglo
XIX estuvo al margen de la propiedad, y aunque en la muestra siguiente,
alguno de ellos podría ser propietario, lo que los une es su vecindad en los
Barrios Altos.
Barrios Altos: Vecinos Italianos
Nombres Calle Año
Luis Ceruti Toval 272 1885
C. Matellini Cusco con Mascarón 1886
Antonio Crovetto Albaquitas Nº 43-45 y 47 1886
Eduardo Massone Barbones 1890
Bartolomé Grocco Penitencia 135 1895
Liborio Brambilla Rufas 59 1895
Salvador Picasso Llanos 140 1895
Rafael Crovetto Prado 35 1895
Pascual Chiarella Cocharcas 1895
Alberto Valle Santa Rosa 1895
Santos Castagnola Universidad 76 altos 1895
Juan Sanguinetti Pampa de Lara 399 1895
Manuel Rezzo Maravillas 1895
Francisco Solimano Albaquitas 21 1898
Santiago Orezzoli Pajuelo 1898
Antonio Miyone Zamudio 134 1898
Francisco Ghisolfo Toval 249 1898
Fuente: AGN. Notarios. Municipalidad de Lima. Obras Públicas.
Cuadro elaborado por el autor.
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Desde luego que los inmigrantes italianos desarrollaron otras actividades
en Lima, la chocolatería fue una de ellas. Al promediar el siglo XIX están
como chocolateros Juan Figari, Antonio Vignolo, Chirardelli, Lepiani entre
otros. En los Barrios Altos en 1865, don Juan Devoto tenía una chocolatería
en la esquina de la calle de la Buenamuerte con Rufas y van germinando
emblemáticas familias dedicadas a la industria de la chocolatería: Debernardi
en la calle Huamalíes (1869), “Ravettino fundó una pequeña fábrica de
chocolates.
La empresa formaba esquina con las calles El Tigre (primera cuadra del
jirón Ayacucho) y Milagro (cuarta cuadra del jirón Ancash)”. (Zanutelli,
1991, 45). Los Debernardi en el siglo XX establecieron la fábrica de
chocolates y galletas “Royal” en la calle que llevó su nombre, mientras que
Ravettino pasó al distrito de Breña, y Donofrio a la calle Tipuani, cercado de
Lima. El rubro de la industria de la panicación también concitó el interés
de algunos italianos en el siglo XIX. En 1879 don Agustín Puppo dueño
de una panadería en la calle Tigre, la vendió en 2,500 soles a don Antonio
de la Flor, para pagar una deuda a la señora Petronila Denegri viuda de
Luis Camogli. Asimismo, por estos años el italiano don Manuel Mazzi era
dueño de una panadería en la calle Lechugal (Lévano-Tejada. 2006). Lo
que hay que destacar en este tramo de la explicación es el apoyo al interior
de la comunidad italiana y la diversidad de trabajos que realizan. En 1879
el monasterio de Santa Catalina pagó unas deudas a varios italianos: señor
Morelli por cera; Rocco Pratolongo por maderas y a Santiago Frassinetti,
Jerónimo Sanguinetti, Enrique Roggiero y Manuel Rocavero, por cañas.
Nada escapa a la versatilidad laboral de los italianos; incluso encontramos
en 1890 a don Juan Rianella y don Francisco Ruiloba con su “negocio de
préstamos sobre prendas” en la calle Capón Nº 190.
A nes del siglo XIX, un buen número de inmigrantes italianos se habían
enraizado en los Barrios Altos, tejiendo una tupida red de actividades
económicas. En 1895 en el traspaso de una tienda café y venta de licores
en la “esquina de Viterbo que va al puente Balta, los cuatro italianos
que intervienen en el negocio, viven en los Barrios Altos: Luís Chiazzo
en la calle Santa Rosa de las Monjas, Vicente Fábrega en la plazuela de
la Inquisición, Luís Castagnola en Puente Balta y Santos Castagnola en la
calle de la Universidad. Vamos a referirnos a este último.
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Fueron tres los Castagnola que llegaron al Perú con la tercera generación
de inmigrantes italianos: Pedro, Santos y Luís. Don Santos Castagnola nació
en 1846 (Génova) y a los 22 años, en 1868, ya estaba en Lima subarrendando
una tienda en la calle de la Recoleta. Don Santos Castagnola se dedicó al
comercio, contrajo matrimonio con doña Matilde Cevallos, vivió en la
calle Universidad y sin dejar sus actividades comerciales, incursionó en
una parte sensible de la economía urbana, la propiedad inmueble en los
Barrios Altos. En 1902 don Santos Castagnola sigue viviendo en la calle
Universidad, es suscriptor del diario el Comercio y en 1905 se desempeñó
como síndico del monasterio del Prado, falleciendo en Lima en 1921
dejando para sus descendientes las siguientes propiedades en los Barrios
Altos.
Santos Castagnola :
Propiedades Barrios Altos
(1920)
Calle Propiedad
Maynas Del 250 al 400
San Isidro 32 tiendas
San Isidro Un callejón con 38 cuartos.
San Isidro 15 tiendas.
San Isidro Un callejón con 21 cuartos.
Fuente: AGN. Expedientes Sucesorios Nº 1276, 13 de abril de 1921.
Cuadro elaborado por el autor
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El paisaje ruralizado de Lima en el siglo XIX hasta promediar el siglo
XX fue más visible en los Barrios Altos con sus casas-huertas, el río
Huatica y chacras aledañas; motivando que algunos italianos arrienden
estas propiedades para cultivar productos de panllevar y árboles frutales.
El origen campesino de buen número de italianos explica su identicación
con la vida rural desde la primera generación. En 1820, don Tomás
Mascaro arrendó en 400 pesos al año la “chacrita” Matasango (Surco)
a don José María Sancho Dávila marqués de Casa Dávila. Aferrado a la
tierra, Mascaro se nos pierde en los vericuetos de las propiedades limeñas,
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Revista del Archivo General de la Nación
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para reaparecer en 1850 adquiriendo en 600 pesos a doña María Morasani,
una casa huerta en la calle Botones: “mano derecha como quien va para la
muralla…, comprada en remate público en 1795 por don Simón Morasani,
¿italiano?, podría ser, ya que en 1800 el párroco de Santa Ana admitía
que había en el pueblo del Cercado: “bastante feligresía de Españoles y
otras castas. Esta mezcla étnica-cultural en el pueblo del Cercado de los
Barrios Altos, es la que va formando el perl social en este espacio de Lima,
inyectando vitalidad y creatividad al vecindario. El ya citado don Lázaro
Solari, sin dejar su pulpería de la calle Cocharcas, arrendó en 1861 a doña
Andrea Mendoza viuda de Sancho Dávila, la huerta “las Cuevas y se obligó
a construir algunas tiendas.
Huerta “Las Cuevas” Cocharcas. Inventario (1863)
Pesos-
Palillos 5
Naranjos uno bueno, ocho malos con rebrotes 9
Chirimoyos regulares 34
Chirimoyos inferiores 38
Chirimoyos más inferiores 37
Pacaes de varios tamaños 4
Manzanas de varios tamaños 8
Moros, tres regulares y tres inferiores 13
Achotillos de varios tamaños 8
Granados de varios tamaños 8
Limos muertos y limones 4
Paltos regulares 1
Higueras la mayor parte degolladas 11
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Huerta “Las Cuevas” Cocharcas. Inventario (1863)
Pesos- (continuación)
Parras ruines y tiradas por el suelo 45
Sauces de todos tamaños 51
Ciruelos de fraile regulares 3
Melocotones de todos tamaños 6
Olivos de diferentes tamaños y maltratados 5
TOTAL 290
Fuente: AGN. Notario Lucas de Lama, protocolo 343, Lima, mayo 16 de 1863.
La aceleración en la transferencia de la propiedad inmobiliaria tiene su
trasfondo en el derribamiento de las murallas y la expansión urbana de Lima,
revalorizando el suelo en un mercado inmobiliario confuso. Por alguna
razón, en 1861 don Juan Aseretto y don Antonio Solimano abandonaron
sus huertas y pasaron a arrendar una casa pulpería en la calle Mercedarias
junto al “callejón del fondo. Mientras que algunos italianos salen del campo
y se van a la ciudad, otros ingresan, como don Juan Machiavelo y don José
Crovetto que en 1865, arrendaron una casa huerta de la calle San Salvador
a don Felipe Pardo y Petronila Lavalle. A esta altura del análisis podemos
armar que la mayoría de italianos huerteros no hicieron fortuna, son los
casos de Mascaro, Machiavelo, Solimano, Asseretto, Novella y Tasso, entre
otros; aunque hubo una minoría de italianos que con una mayor inversión,
arrendaron o compraron chacras y haciendas, logrando “hacer la América.
Veamos algunos casos.
En 1834 llegó al Perú con sus propios barcos, el italiano don José
Canevaro (Zoagli 1803). Venía a hacer negocios en Lima y aquí contrajo
matrimonio con doña Francisca Valega Iribarren, procreó nueve hijos, (G.
Bonglio: 75) jando su residencia en la calle Melchormalo Nº 61 (cuadra 3º
Huallaga). Don José Canevaro se vinculó a las altas esferas nancieras como
consignatario guanero y, después de haber hecho una apreciable fortuna,
retornó a Italia con cuatro de sus hijos, quedando en Lima, Bernardo, César,
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Felipe, Rafael, Francisco y Octavio, quienes formaron con L.A. Leuthold en
1871, “Canevaro y Compañía” que devino en la “Cía. Canevaro e hijos, con
la estrategia de invertir en el dinámico sector agrícola de la caña de azúcar y
algodón. En 1875 don Pío Jorge Echenique reconoció una deuda de 82,296
soles a la “Cía. Canevaro e hijos, hipotecando su hacienda Monterrico con
sus enseres y chinos trabajadores.
En 1878 con la crisis económica al máximo, la “Cía. Canevaro e hijos
arrendó los fundos Pampa Libre, Gallinazos y San Pedro Alcántara (valle
de Chillón) a don Cipriano García por 6,000 soles al año, teniendo la
prioridad para comprarlos en 64,000 soles. Lenta y silenciosamente en
el umbral de la guerra con Chile, van pasando las haciendas cercanas a
Lima, a poder de un sector emergente de inmigrantes italianos y sus
descendientes. También sucedía algo similar con la propiedad urbana; en
1880 la “Cía. Canevaro e Hijos” compró en 3,500 L.E. al Banco del Perú,
una casa en la calle Melchor Malo, N° 148-158 (cuadra 3º Huallaga), que
había sido del marqués de Montemira. Concluida la guerra con Chile, el
refugio para los inversionistas peruanos entre los que estaban los Canevaro,
fue la propiedad rural y urbana, por ello, en febrero de 1884 los hermanos
Rafael, Felipe y Octavio, convirtieron su compañía comercial, en agrícola.
Años en que don Rafael Canevaro Valega era catalogado como un: “rico
comerciante de esta ciudad” y vivía en la calle Trinitarias Nº 153. El general
César Canevaro era dueño de la hacienda Cautivilla, propiedad que en la
colonia, había sido del conde de San Juan de Lurigancho. Otros italianos
también llegaron a ser hacendados.
En la medida que nalizaba el siglo XIX, otros italianos arrendaban o
compraban chacras o haciendas aledañas a Lima. En 1882, los italianos
Santiago Orezzoli, Cotardo di Jone y Vicente Risso, rmaron un contrato
por 60,000 soles para explotar las chacras Chacarilla del Estanque, Teves
y Valverde, y en ese año, la hacienda Monterrico Grande pasó a ser
propiedad del italiano Tomás Valle y el alemán Christian Schrestmüller.
La modernización de Lima se hizo más visible a principios del siglo XX,
acelerando la transferencia de la propiedad rural y urbana. Y aunque
escapa al espacio de la investigación, me permito destacar a los italianos
o sus descendientes dueños de chacras en Barranco, y lo hacemos porque
algunos de ellos se iniciaron en los Barrios Altos.
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Italianos Barranco: Industria Vitivinícola.
(1911)
Santiago Solari Ángel Valle
Ángel Senorelli Andrés Zunini
Bartolo Senorelli Antonio Sturla
B. Brescia Francisco Chieza
Viuda de Cuneo N. Marzano
Ambrosio Pidelli Antonio Giotto
Juan Rocca
Fuente: Periódico BALNEARIOS, 10 de setiembre de 1911, p. 5.
En la campiña de Barranco a inicios del siglo XX, de 32 productores de
vinos, el 50% fueron italianos o sus descendientes, que unidos por lazos de
parentesco ampliaron su presencia a otros valles como Surco, Miraores,
Lurín, Cieneguilla, Monterrico, etcétera. Don Domingo Cuneo Garibaldi
(Génova) fue esposo de doña Carolina Capurro, y una de sus hijas, María, se
casó con don Juan Rocca, viñatero barranquino. La familia Capurro estuvo
vinculada a la producción y venta de vinos y piscos en los Barrios Altos.
Una hija, doña Catalina Capurro fue esposa de don Nicolás Rovegno. Pero
como se ha escrito, también hubo desde la primera generación matrimonios
de italianos con damas peruanas, como se aprecia a manera de muestra, en
el cuadro siguiente.
  -
(-)
Ángel Carmelino Manuela Malarín
Pedro Nocheto Antonia Caballero
Cayetano Bacarrera Paula Aguirre
Juan Monasín Gregoria Morán
José Nabón Manuela Miranda
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Muestra Matrimonios Ítalo-Peruanos (1790-1910)
(continuación)
Antonio Barbier María Noriega
lix Balega Francisca Iribarren
Antonio Sacio Juana Moreno
Juan Rodulfo Manuela López
Esteban Cadorna Josefa Ramos
Fuente: AAL-AGN. Varios expedientes.
Cuadro elaborado por el autor.
En forma paralela a los italianos que iban haciendo la América en Lima
y los Barrios Altos, desde mediados del siglo XIX aparecen en Lima, unos
hombres de tez “amarilla, ojos rasgados, cabello largo, esmirriados; eran
los inmigrantes asiáticos que llegaron contratados al Perú a trabajar en
haciendas, extracción de guano, construcción de ferrocarriles y servicio
doméstico, aportando con el otro componente humano de la “mezcla” en
los Barrios Altos.
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AGN. Archivo General de la Nación.
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