111
de 61 y que trabajaban más de 250 personas en ellas
24
. Por otra parte, en el
censo de 1773 se identican tres tipos de negocios (cuadro 2): cigarrerías,
limpionerías y cigarrerías y limpionerías.
La información recolectada en 1773 indica que el 95% de los entrevistados
son dueños de los establecimientos y sólo tres sus administradores (5%).
Este año, los encuestadores encontraron que un 5% de los cigarreros
utilizaba la tienda también como vivienda, como el caso de don Antonio
Rivera, de la Esquina del Quemado, o la cigarrería de María del Carmen
Madariaga, de la calle de los Judíos
25
. Por otro lado, entre los espacios
usados para las cigarrerías y limpionerías, encontramos denominaciones
como casa (6%), tienda (52%), casa-tienda (5%), esquina (2%), cajón (5%),
cuando se hace referencia a las dimensiones del espacio donde se mantenía
el taller o se expendían los productos del tabaco (cuadro 3).
En el censo de 1780, sólo se indica una categoría de negocio: “tienda
cigarrería”, con lo cual se entiende que esta denominación se hizo general
para todos los espacios dedicados a esta labor, y los encuestados declararon
ser propietarios. Respecto al espacio donde se ejercía este ocio, se
mantienen los cinco tipos de 1773. Sin embargo, en la toma de información
no hay mucha claridad de si –en el caso de las “casas”– se hace referencia
a toda una vivienda o predio o si es una denominación que marca una
diferencia respecto a tienda o taller
26
(cuadro 3).
En cuanto a los dueños de estos negocios, en la relación de 1773 tenemos
que un 11% son mujeres (siete casos), y siete años después sólo un 3% (dos
casos). Por otra parte, por lo volátil del negocio y la precariedad de algunas
de las tiendas, los cigarreros también ejercían otros ocios. En el censo de
1773, sólo un 5% (3 cigarreros de 61) indican ejercer otros ocios: platero,
cerero, carpintero. Para el de 1780, la cifra se reduce sólo el 3% (2 de 59): un
24 AGI. Lima 1229. Lima, 1747.
25 Ibíd.
26 Martha Fernández explica que era una costumbre en la época virreinal que los comerciantes y
empleados de las tiendas o sitios donde se fabricaban productos de consumo habitaran en las sedes
del comercio mismo. Cuando el lugar servía de vivienda para el dueño o el encargado del negocio,
era en la planta alta, como en cualquier casa habitación de la época, donde se encontraban los
aposentos (salón principal, habitaciones, cocina, etc.). FERNÁNDEZ, Martha (2005), “De puertas
adentro: la casa habitación”. En: Antonio Rubial García (coord.): Historia de la vida cotidiana en
México, t. II, La ciudad barroca. México: Colmex / FCE, pp. 72-74.
Artesanos del humo. El gremio de cigarreros y limpioneros de Lima en el siglo XVIII