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El Oriente del Perú, la investigación geogca en
el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Joan Morales Cama

La segunda mitad del siglo XIX, antes de la guerra del Pacíco, fue una
época de apogeo para el país, caracterizada por una prosperidad material y
de alta producción, así como fue el escenario para promover la investigación
histórica y geográca, dando cabida a personajes hoy reconocidos por su
invaluable aporte a la sociedad. Es en este contexto donde se enmarca el
accionar de Arturo Wertheman, nombrado primer ingeniero del Cuerpo
de Ingenieros del Estado, para después ser parte de diversas expediciones
y experiencias en la zona oriente del Perú, contribuyendo de manera
excepcional a los conocimientos que hoy se tienen de dicha región.
Palabras clave: Oriente del Perú / Geografía / Siglo XIX / Arturo
Wertheman.
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e second half of the nineteenth century, before the Pacic War, was a
height point for the country characterized by economic prosperity; allowing
authorities of that time to promote historical and geographical research. In
this context, the actions of Arthur Wertheman were taken. He was nominee
as a First Engineer of the State Department of Engineers; taking part in
several expeditions to the eastern region of Peru. Wertherman made an
exceptional an invaluable contribution to our society and the knowledge
nowadays we have about this region.
Keywords: East of Peru / Geography / XIX century / Arturo Wertheman.
Revista del Archivo General de la Nación
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La segunda mitad del siglo XIX en el Perú, hasta antes de la guerra del
guano y del salitre o guerra del Pacíco (1879-1883), fue una etapa de
relativa estabilidad política, económica y social, marcada por las acciones
de los gobiernos de Ramón Castilla, Juan Antonio Pezet, Mariano Ignacio
Prado, José Balta y Manuel Pardo. A pesar de algunas convulsiones internas
y conictos externos, como la rebelión del general Manuel Ignacio de
Vivanco en Arequipa (1856-1858), la de los hermanos Tomás, Silvestre,
Marceliano y Marcelino Gutiérrez en Lima (1872), o la de Nicolás de
Piérola en Moquegua (1874); y la guerra contra España (1864-1866), el
país experimentaría en aquellos años de fugaz prosperidad material, una
transformación sin precedentes en los diferentes ámbitos de la sociedad,
desde el agrícola e industrial hasta el de la salud pública. La necesidad
de producir más y mejor debido a la mayor demanda interna y externa,
adelantó la educación primaria, media y universitaria o superior; promovió
la innovación y dio continuidad a la investigación en todos los campos,
incluidos el histórico y el geográco. Entonces, no fue casual la llegada
del geógrafo y naturalista milanés Antonio Raimondi en 1850, ni la de los
ingenieros polacos Ernesto Malinowski en 1852 y Eduardo de Habich en
1869. Tampoco hubo azar en la contratación del ingeniero italiano Luis
Sada di Carlo para la organización de un Instituto de Agricultura entre
1862-1869; o en la de los franceses Jean-Baptiste Henri Martinet en 1871
para mejorar el Jardín Botánico, y Paul Pradier-Fodéré en 1874 para la
creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas; y menos,
en la enorme labor educativa desplegada por el español Sebastián Lorente,
desde 1843, en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, en el Convictorio
de San Carlos, en el Colegio de la Independencia y en la Universidad de
San Marcos
1
1 Carlos Contreras y Marcos Cueto, Historia del Perú contemporáneo, Lima: IEP, 2004, pp. 111-
159. Sobre la historiografía peruana de aquellos años y la trascendencia de los discursos de Sebastián
Lorente, Mariano Felipe Paz Soldán, Manuel Atanasio Fuentes, Manuel de Odriozola, Manuel de
Mendiburu, y otros, en la formación de la identidad nacional, ver Francisco Quiroz Chueca, De
la patria a la nación. Historiografía peruana desde Garcilaso hasta la era del guano, Lima: Fondo
Editorial de la Asamblea Nacional de Rectores, 2012, pp. 233-361. En las provincias, la instrucción
pública también fue reformada; véase por ejemplo el “Reglamento para el Colegio Nacional de San
Juan de Trujillo” y el “Reglamento Orgánico para el Colegio de La Libertad de Moquegua, ambos en
El Peruano. Publicación Ocial, Lima, 21 de enero y 4 al 15 de febrero de 1860. Antes, en 1851, Lo-
rente había fundado el colegio Santa Isabel de Huancayo, ver Archivo General de la Nación (AGN),
José Cubillas, 173, fols. 176-177.
17
En ese período, un sector de la clase dirigente política, tomó conciencia
de que el desarrollo nacional dependía, en buena parte, del progreso del
conocimiento. Por eso desde el gobierno, se apoyaron también las iniciativas
personales de perfeccionamiento y los proyectos de profesionales peruanos
interesados en la actualización o modernización de las instituciones públicas.
De esta manera, en 1853, Mariano Felipe Paz Soldán fue enviado a los
Estados Unidos a estudiar las construcciones y condiciones penitenciarias.
Otros viajaron a especializarse a Europa: los médicos higienistas Francisco
Rosas, José Casimiro Ulloa y Rafael Benavides, y el patólogo José Lino
Alarco, aprovechados discípulos del doctor Cayetano Heredia, fundador
y primer decano de la Facultad de Medicina de San Fernando, constituida
en 1856, según las reformas liberales implementadas en la Universidad de
San Marcos en base al Reglamento de Instrucción Pública promulgado en
1855
2
. Los estudios superiores de Matemáticas, Física, Química e Historia
Natural también fueron reformados, sobre todo con las reglamentaciones
de 1868 y 1876, durante las gestiones de Pedro Alejandrino del Solar y
Ladislao Folkierski al frente de la Facultad de Ciencias
3
.
Asimismo, la necesidad de acreditar los títulos de los ciudadanos que se
habían recibido como ingenieros o arquitectos en el exterior, y la de formar
aquí un equipo estatal capaz de prestar esos servicios a nivel nacional,
fue atendida con especial interés desde el 23 de mayo de 1857, cuando se
decretó la formación de una comisión de notables encargada de elaborar el
proyecto para la regulación de ambas profesiones:
“Debiendo arreglarse de un modo conveniente el Cuerpo de Ingenieros y
Arquitectos del Estado, para la dirección y ejecución de los trabajos que hay
que emprender en toda la República, en observancia de las leyes de 23 de
marzo último, sobre vías de comunicación y nombramiento de las comisiones
de ingenieros que con este n deben marchar a los departamentos a formar
2 Juan B. Lastres, Historia de la medicina peruana. Volumen III: la medicina en la República, Lima:
UNMSM, 1951, pp. 201-273. Ver también Marcos Garas Dávila, La formación de la universidad
moderna en el Perú. San Marcos 1850-1919, Lima: ANR, 2010, pp. 55-65.
3 Colaboraron con los decanos Del Solar y Folkierski algunos destacados catedráticos como
el doctor Miguel Colunga, el naturalista José Sebastián Barranca y el ingeniero José Francisco
Maticorena (hijo de Andrés Maticorena, inspector del resguardo del puerto de Paita, y tío abuelo
del historiador Miguel Maticorena Estrada), integrantes de la Sociedad Amantes de la Ciencia, al
lado del matemático Federico Villarreal. J. F. Maticorena publicó un Curso de geometría descriptiva
(Lima, 1876 y 1877) y levantó los planos del “Proyecto Aduana para Paita” (Lima, 19 de noviembre
de 1883), ver AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2-25-1715, y Planoteca Nº 46.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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los planos y ministrar al Gobierno los informes correspondientes, en cuanto
a la posibilidad y costo de las obras que deban realizarse: se nombra una
comisión compuesta del Dr. D. José Gálvez, Dr. D. Mariano Felipe Paz
Soldán, Dr. D. Pedro M. Cabello, D. Ernesto Malinowski, D. Alejandro
Prentice y D. Maximiliano Mimey, para que formulen y presenten un
proyecto de reglamento para la organización de dicho cuerpo”.
4
Diversas circunstancias de la política nacional e internacional,
relacionadas con el conicto de 1858-1859 con el Ecuador y el bloqueo del
puerto de Guayaquil por la escuadra peruana
5
, dilataron la presentación del
proyecto por algún tiempo, y recién, el 3 de marzo de 1860, fue aprobado
el primer reglamento que organizaba las actividades y la formación de
quienes integrarían el “Servicio de Ingenieros y Arquitectos del Estado.
Los ingenieros fueron agrupados en tres secciones, según las funciones
y requerimientos más urgentes: Vías de Comunicación e Irrigaciones
(asignados a su conservación, ejecución y proyección, y a la exploración de
caminos y ríos), Geografía (encargados de hacer observaciones y recopilar
la información necesaria para el levantamiento de los mapas topográcos
y general del Perú) y Minas (responsables de la información geológica y
mineralógica, y de la inspección de los yacimientos en explotación). La
construcción y conservación de monumentos y edicaciones públicas fue
encomendada al Cuerpo de Arquitectos
6
. Este reglamento estuvo vigente
hasta la aprobación de uno nuevo, el 21 de octubre de1872, orientado
a mejorar el funcionamiento y determinar los objetivos generales y
especícos del Cuerpo de Ingenieros y Arquitectos del Estado. Para
ello, se estableció una Junta Central (“Para la centralización de todos los
trabajos de interés general, que se emprendan en la República, habrá en
la Capital una Junta Central compuesta de cinco ingenieros de 1ª clase,
bajo la dependencia del Ministro del ramo”), y los cargos de ingenieros de
división (“Para atender a las necesidades permanentes del servicio fuera de
la Capital, habrá el número necesario de ingenieros, encargado cada uno
4 Juan Oviedo, Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas en el Perú desde el año 1821 hasta
31 de diciembre de 1859, Lima: Felipe Bailly, 1861-1872, tomo VI, pp. 288-289. Antes se habían
organizado la Comisión Central de Ingenieros Civiles (1852) y el Instituto de Ingenieros Civiles
(1853); este último examinó y aprobó a Juan San Martín, arquitecto formado en la Academia de San
Fernando (Madrid).
5 Félix Denegri Luna, Julio J. Elías Murguía y Armando Nieto Vélez, Historia Marítima del Perú.
La República - 1826 a 1851. Conicto Peruano-Ecuatoriano, 1858-1859, Lima: Instituto de Estudios
Histórico-Marítimos del Perú, 1981, tomo VI, volumen 2, pp. 465-678.
6 El Peruano. Publicación Ocial, Lima, 7 de marzo de 1860.
19
de un distrito compuesto de uno o varios departamentos, con el nombre de
Ingenieros de División”) e ingenieros jefes de comisión (“Para atender a las
necesidades transitorias y a las comisiones que requieren conocimientos
especiales, habrá el número de Ingenieros Jefes de Comisión, que requieran
las circunstancias”); además, las secciones consideradas en el reglamento
de 1860 fueron redenidas y se agregó una sección de Obras Hidráulicas y
otra de Edicios Públicos y de Arquitectura
7
. La primera Junta Central del
Cuerpo de Ingenieros estuvo integrada por Eduardo de Habich, Alfredo
Weiler, Eulogio Delgado y Felipe Arancivia. Estos son los antecedentes de
la Escuela de Ingenieros creada en 1876
8
, junto con los demás institutos
especiales de instrucción superior incluidos en el artículo 343° del
Reglamento General de Instrucción Pública promulgado por el presidente
Manuel Pardo:
“Habrá cuatro escuelas de aplicación a las cuales tendn ingreso los
bachilleres y licenciados de la Facultad de Ciencias: La Escuela de Ingenieros
Civiles y de Minas; La Escuela Superior de Agricultura; La Escuela Naval; y
La Escuela Especial de Artillería y Estado Mayor. Las dos primeras estan
bajo la dependencia del Ministerio de Instrucción, y las dos últimas del de
Guerra y Marina. Reglamentos especiales determinarán la organización de
las dos primeras y de la última
9
.
De esta forma se establecieron las bases y se generaron las condiciones
indispensables para vericar, ampliar y sistematizar el conocimiento de
la geografía peruana. Hasta entonces, a pesar de los notables y múltiples
avances realizados a lo largo del siglo XVIII, y durante las primeras décadas
del XIX, con las observaciones cientícas e investigaciones de intelectuales
religiosos, militares y civiles (americanos y europeos, como el padre Louis
Feuillée, Amédée-François Frézier, Pedro Peralta Barnuevo, Manuel José
Hurtado, los jesuitas Pablo Maroni y Francisco Xavier Veigl, Charles-Marie
de La Condamine, Louis Godin, Antonio de Ulloa, Jorge Juan, Cosme
7 Miguel Antonio de la Lama, La constitución del Perú. Leyes y resoluciones dictadas por los con-
gresos de 1868, 1870, 1872, 1873. Leyes orgánicas y reglamentos generales, Lima: Imprenta del Es-
tado, 1873, pp. 257-270.
8 José Ignacio López Soria, Historia de la UNI. Volumen I: los años fundacionales (1876-1909),
Lima: Universidad Nacional de Ingeniería, 2012, pp. XIX-XXVI.
9 Juan Antonio Ribeyro, Anales Universitarios del Perú, Lima: Imprenta del Estado, 1876, tomo
IX, p. 134.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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Bueno, José Eusebio Llano Zapata, el obispo Baltasar Jaime Martínez
Compañón, Francisco Requena, fray Manuel Sobreviela, José Ignacio
de Lequanda, Hipólito Unanue, Alejandro Malaspina, Tadeo Haenke,
Alexander von Humboldt, Andrés Baleato y Clemente Althaus), gran parte
del territorio nacional se encontraba aún imperfectamente representado,
poco estudiado, e incluso, permanecía inexplorado, y por lo tanto, aislado, es
decir, al margen de la presencia del Estado y de las necesidades e inuencia
de los principales centros urbanos. El aprovechamiento de los recursos
naturales y humanos había sido mínimo o nulo en las zonas más inhóspitas
del país, particularmente en la extensa región oriental, la menos conocida
y la más incomunicada, penetrada sólo por algunos conquistadores, que,
motivados por ideales económicos otrora buscaban míticas poblaciones
o ciudades perdidas en la jungla (el “Dorado, el “Paititi, el “Enin”), o
por los misioneros jesuitas y franciscanos, cuyo n espiritual se sostenía
y justicaba también en razones materiales: eran promovidos por la
Corona porque eventualmente ampliarían o fortalecerían el sistema de
recaudación scal.
10
El benecio de incorporar de manera efectiva esa útil
región, primero a la patria y después a la nación, fue siempre sostenido por
Aristio, el miembro más representativo de la Sociedad de Amantes del
País de Lima:
“La América, en medio de las calamidades de que ha sido el teatro,
ha sentido repetidas veces el benigno inuxo del espíritu evangélico.
A la voz consolatoria de sus apóstoles se han congregado los
salvajes y formado pueblos doctrinados y laboriosos. El agrado y la
mansedumbre, el ejemplo, el repetido sacricio de la propia vida sin
más interés que el de beneciarlos, han sido armas mucho más ecaces
para atraer sus corazones, que la espada y el fusil. Una relación de
todas las misiones de los Andes del Perú acreditaría completamente esta
verdad, y originaría mil reexiones sensatas. Pero nos contraemos por
ahora a la historia de las de Cajamarquilla, célebres por comprender
en ella el descubrimiento y pérdida de las de Manoa, y riberas del
famoso Ucayali. El empeño de nuestra Corte en que se restauren;
las peregrinaciones que acaba de concluir por el Huallaga el padre
predicador apostólico fray Manuel de Sobreviela, guardián de Ocopa;
10 Ricardo Álvarez Lobo, Tsla: estudio etno-histórico del Urubamba y alto Ucayali, Salamanca:
Editorial San Esteban, 1984, pp. 89-92.
21
las que de su orden ha practicado igualmente por el Ucayali el padre
fray Narciso Girbal y Barceló con este n precioso, son los motivos de
preferirlas. Pensamos dar a luz las dos enunciadas peregrinaciones,
por lo mucho que interesa a la Religión y al Estado el conocimiento de
aquellos países; y es necesario les preceda para su esclarecimiento la
historia de las enunciadas misiones.
11
El mismo doctor Hipólito Unanue, actuando ya como presidente del
Consejo de Gobierno y a la vez como ministro de Hacienda, en misiva de 20
de julio de 1825 dirigida al general Simón Bolívar, le recordaba que la mejor
vía de comunicación en la selva era la uvial, facilitada en lo inmediato
con la factible introducción de modernas embarcaciones propulsadas por
máquinas: “Con los barcos de vapor y los ríos, el Apurímac, Urubamba y
Paucartambo, que son navegables al romper la montaña, puede V.E. hacer
marítima la ciudad del Cuzco, y que se verique lo que decía Haenke, que
los verdaderos caminos de exportación del Alto Perú, eran los ríos que,
uniéndose al Marañón, entran en el mar del Norte.
12
Sin embargo, después
de la independencia la presencia e intervención del Estado en la Amazonía
continuó siendo poco signicativa, e incluso, casi llegó a desaparecer
cuando el propio Simón Bolívar, el 1 de noviembre de 1824, decretó el cierre
del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Ocopa, y la adjudicación
de sus rentas y local a la enseñanza pública, “por ser un establecimiento
puramente español, respecto de que solo debían residir en él religiosos que,
con el título de misioneros, venían de España.
13
El clamor de la población
y la necesidad de proteger las fronteras nacionales obligaron al gobierno a
restaurar la Comunidad de Ocopa en 1836.
14
Pero todavía pasarían varios
años antes que los proyectos de Haenke y Unanue, de alguna manera, se
hicieran realidad a partir de 1851, con la Convención sobre Comercio y
Navegación Fluvial, y accesoriamente de límites, celebrada entre el Perú
y el Imperio del Brasil y rmada por los plenipotenciarios Bartolomé
Herrera y Duarte da Ponte Ribeiro; el subsecuente ingreso hasta Nauta
11 Hipólito Unanue, “Historia de las misiones de Caxamarquilla: origen y pérdida de las de Manoa,
Mercurio Peruano (Lima, 30 de junio de 1791), número 51, p. 138.
12 Jorge Arias-Schreiber Pezet, Los ideólogos. Hipólito Unanue, Lima: Comisión Nacional del Ses-
quicentenario de la Independencia del Perú, 1974, tomo I, volumen 7, p. 584-586.
13 Juan Oviedo, Ob. cit., tomo X, pp. 6-7
14 José Amich, Historia de las misiones del convento de Santa Rosa de Ocopa, Lima: Editorial Milla
Batres, 1975, pp. 259-265.
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de un vapor de la Compañía Brasilera de Navegación del Amazonas; los
amplios alcances de la ley rubricada el 15 de abril de 1853 por el presidente
José Runo Echenique para promover la navegación uvial, el intercambio
comercial y la colonización en toda la región;
15
la construcción y corta
vida de los vapores peruanos “Huallaga” y “Tirado” perdidos en 1856;
16
la
exploración del río Madre de Dios promovida por la Sociedad Industrial
del Paucartambo y dirigida por el artista e inventor Manuel Ugalde en 1852;
y las expediciones realizadas, entre 1853 y 1861, por el coronel Faustino
Maldonado con el n de establecer comunicación entre el Cuzco y el
Amazonas navegando por los ríos Huallaga, Ucayali, Urubamba, Madre
de Dios, Beni y Madera o Madeira, donde perdió la vida al naufragar en la
cachoeira de Caldeirão do Inferno.
17
En 1855, uno de los fundadores del civilismo peruano, el exiliado
uruguayo Juan Espinosa en su diccionario —“republicano democrático,
moral, político y losóco, publicado en Lima bajo el mecenazgo del
progresista Domingo Elías (fundador del Colegio Guadalupe en 1840,
durante el segundo mandato del mariscal Agustín Gamarra)— al explicar
los alcances de la libre navegación, casi como lo hace la moderna doctrina
del derecho internacional público,
18
concluía que de ninguna manera se
debía limitar a océanos, mares y golfos abiertos, pues si un río caudaloso o
navegable atravesaba varios estados, esta condición les otorgaba el mismo
derecho de abrir puertos uviales para todos los navegantes:
“Ya defendiendo la libre navegación del Amazonas; no a favor de los
norteamericanos, sino de todas las nacionalidades del mundo, hemos
supuesto un buque construido en las aguas altas de un río, y que en sus
mismas aguas se dejen ir los habitantes de una provincia interior hasta
salir al mar, como saldría el tronco de un árbol arrebatado por la corriente:
¿habría derecho para impedirles la salida al mar? No; ni menos para
15 Santos Granero, Fernando y Federica Barclay, La frontera domesticada: historia económica y
social de Loreto, 1850-2000, Lima: PUCP, 2002, pp. 29-36.
16 Antes, en 1832 Sebastián Martin, presidente de la Junta Departamental de Junín, y en 1841 Antonio Marceli-
no Pereira Ribeiro, ciudadano brasileño, también proyectaron la navegación de vapores por el Amazonas y sus
auentes; ver Carlos Larrabure y Correa, Colección de leyes, decretos, resoluciones y otros documentos ociales
referentes al departamento de Loreto, Lima: Imp. de La Opinión Nacional, 1905, tomo II, pp. 3-24.
17 Jorge Basadre, Historia de la república del Perú, Lima: Empresa Editora El Comercio S.A., 2005,
tomo 6, pp. 88-89.
18 Max Sorensen (editor), Manual de derecho internacional público, México: FCE, 2010, pp. 325-329.
23
impedirles volver a su provincia por donde habían salido, como sale cada
vecino de su casa y vuelve a entrar por la calle que le es común con todos
los demás vecinos; siendo hasta ridículo imaginar que a un vecino, por
más pudiente o soberbio que otro, se le antojase obstruir la calle para que
nadie pasase por el frente de su casa: teniendo a lo sumo el solo derecho de
cerrar su puerta y no dejar entrar a su casa a ningún transeúnte. Este es
el solo derecho de los Estados condóminos con otros en la corriente de un
río; cuando más podrán negar sus riberas o señalar los únicos puntos de
recalada para los buques que navegan las aguas comunes a muchos, pero
no que cada uno salga en las aguas que pasan por el frente de cada pueblo,
y vuelva a él por el mismo camino por donde sal”.
19
El interés económico, comercial y cientíco de las grandes potencias
por la riqueza natural de la cuenca del Amazonas, se verá materializado
desde temprano con sucesivas entradas: la del marino inglés Henry Lister
Maw por Chachapoyas en 1828; la del botánico alemán Eduard Friedrich
Poeppig por Huánuco en 1829; la de los ociales navales británicos
William Smyth y Frederick Lowe, también por Huánuco, en 1834; las
del naturalista suizo Johann Jakob von Tschudi a la selva central entre
1839 y 1842; los cortos pero pintorescos viajes del comerciante germano
Heinrich Witt, empleado y después socio de la Casa Gibbs, de Cerro de
Pasco a Huánuco en 1827, y de Cajamarca a Celendín y Balsas, cruzando
sorprendido el río Marañón, en 1842 (“Realmente durante mi niñez nunca
soñé que contemplaa el más largo de los ríos del mundo, el Marañón.
El paisaje alrededor era realmente sublime. Aquel que no lo ha visto, en
realidad no puede formarse una verdadera idea de la maravillosa masa de
montañas que se levantan a cada lado, cadenas sobre cadenas, de manera
que parecen llegar al mismo cielo”)
20
, la visita y estudios del Gran Pará
por el entomólogo norteamericano William Henry Edwards en 1846; la
exploración a la región ecuatorial hecha por el naturalista italiano Gaetano
Osculati entre 1847-1848; y los viajes por el Amazonas y el río Negro del
naturalista inglés Alfred Russel Wallace (codescubridor, junto con Charles
Darwin, de la teoría de la evolución de las especies por selección natural)
19 Juan Espinosa, Diccionario para el pueblo (edición de Carmen Mc Evoy), Lima: PUCP, IRA,
University of e South-Sewanee, 2001, pp. 554-555.
20 Heinrich Witt, Diario 1824-1890: un testimonio personal sobre el Perú del siglo XIX, Lima:
Banco Mercantil, 1992, tomo I, pp. 401.
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Revista del Archivo General de la Nación
24
entre 1848 y 1852. Más aún, los años de 1843 y 1846 marcarán un hito en
la historia de las exploraciones cientícas de la Amazonía peruana. La ruta
más compleja (Cuzco-Urubamba-Ucayali-Amazonas) será completada en
dos oportunidades. La primera vez por el cuzqueño José Manuel Valdez y
Palacios, quien huyendo de la persecución política se internó en la jungla
por los valles de Santa Ana y misión de Cocabambilla hasta alcanzar el
Brasil; producto de tan singular periplo publicó en la ciudad de Río de
Janeiro, entre 1844-1846, su Viagem da cidade do Cuzco, a de Belém no
Grão Pará pelos rios Vilcamayu, Ucayaly, e Amazonas.
21
Luego la siguió
Francis de Castelnau, en comisión ocial del gobierno francés, a la cual se
integraron en el Perú el capitán de fragata Francisco Carrasco y el aventurero
naturalista Laurent Saint-Cricq (Paul Marcoy), para acompañarla hasta
Sarayacu. Las observaciones de Castelnau, las de su botánico Hugh
Algernon Weddell, y las de otros integrantes de esa comitiva, se publicaron
en París, entre 1850-1859, en la monumental Expédition dans les parties
centrales de lAmérique du Sud, de Rio de Janeiro à Lima, et de Lima au
Pará, exécutée par ordre du gouvernement français pendant les années 1843
à 1847. Por su parte Marcoy publicó a partir de 1848 diversos artículos y
libros sobre los Andes y la región amazónica, y en 1869, también en París,
la versión en dos volúmenes de su obra más conocida Voyage a travers
LAmérique du Sud, de l’Océan Pacique a l’Océan Atlantique.
22
Las exploraciones y literatura de Valdez, Castelnau y Marcoy, con
itinerarios, descripciones detalladas, estampas y planos, abrieron las puertas
de la gran “región de los bosques” a la sociedad peruana, al establecer
el canon a seguir en ese tipo de investigación, por los funcionarios y
empleados, nacionales o extranjeros altamente calicados, patrocinados y
contratados por el Estado. Aunque en el exterior el interés por la Amazonía
no cesaría, y las principales misiones cientícas (arqueológicas, etnográcas
y de reconocimiento comercial y empresarial) que después visitaron el
Perú también la incluyeron en sus derroteros, memorias y comunicaciones:
los ociales William Lewis Herndon y Lardner Gibbon en Exploration of
21 José Manuel Valdez y Palacios, Viaje del Cuzco a Belén en el Gran Pará (por los ríos Vilcamayo,
Ucayali y Amazonas). Estudio preliminar por Estuardo Núñez, Lima: BNP, 1971, pp. IX-XIV.
22 Pascal Riviale, Los viajeros franceses en busca del Perú antiguo (1821-1914), Lima: IFEA, PUCP,
2000, pp. 114-123; Jean-Pierre Chaumeil, “Un viajero sin prisa a mediados del siglo XIX: Laurent
Saint-Cricq (Paul Marcoy)”, en Paul Marcoy, Viaje a través de América del Sur. Del océano Pacíco
al océano Atlántico, Lima: IFEA, PUCP, BCRP, CAAAP, 2001, tomo I, pp. 15-45.
25
the valley of the Amazon, made under direction of the Navy Department
(Washington D.C., 1854); el explorador Clements R. Markham en Cuzco
and Lima (Londres, 1856) y en Travels in Peru and India (Londres, 1862); el
artista George Catlin en Life of the indians (Londres, 1861) y en Last rambles
amongs the indians of the Rocky Mountains and the Andes (Londres, 1868);
el conde Alexis de Gabriac en Promenade à travers lAmérique du Sud:
Nouvelle-Grenade, Équateur, Pérou, Brésil (París, 1868); los naturalistas
Joseph Beal Steere en la “Correspondencia de su viaje alrededor del mundo
(1870-1875), y James Orton en e Andes and the Amazon, or Across the
Continent of South America (Nueva York, 1870 y 1876); Émile Carrey en
Le Pérou, tableau descriptif, historique et analytique des êtres et des choses
de ce pays (París, 1875); Charles Wiener en Pérou et Bolivie (París, 1880);
el doctor Jules Crevaux en Fleuves de lAmérique du Sud, 1877-1879 (París,
1883); los naturalistas Pierre Vidal-Senèze y Jean Noetzli en “Voyage dans
les républiques de l’Equateur et du Pérou, 1876-1877” (París, 1885); Marcel
Monnier en Des Andes au Para: Équateur, Pérou, Amazone (París, 1890);
Olivier Ordinaire en Du Pacique à lAtlantique par les Andes péruviennes
et lAmazone. Une exploration des montagnes du Yamachaga et du Río
Palcazu, les sauvages du Pérou (París, 1892); y el médico François Viault
en Ultramar: sensations dAmérique, Antilles, Vénézuela, Panama, Pérou,
Cordillères, Équateur (París, 1895).
Con las vías de acceso mejor denidas, la región en general y algunos
pueblos en particular, paulatinamente fueron tomando mayor importancia.
Iquitos que para 1790 y 1814, en “número de almas” (población), era menor
a Omaguas, Barranca, Pebas y Urarinas, establecidos también en las riberas
del Marañón o Amazonas,
23
pasó a convertirse en la principal ciudad y
puerto uvial del Perú, y la extensa y antigua Gobernación y Comandancia
General de Maynas, en el departamento de mayor proyección. Desde 1822
se tenía la visión, o al menos la intención, de reconocer el territorio de
Maynas y Quijos como un departamento de la nueva división política, y
así fue considerado para la elección de diputados propietarios y suplentes
al Primer Congreso Constituyente, según el reglamento rmado por el
23 Manuel Sobreviela, Diario de visita de fray Manuel Sobreviela a las misiones de los ríos Huallaga
y Marañón, Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores, 2010, volumen II, pp. 86-87; Mateo y Maria-
no Felipe Paz Soldán, Geografía del Perú, París: Librería de Fermín Didot Hermanos, Hijos y Ca.,
1862, tomo I, pp. 551-552.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
26
supremo delegado José Bernardo de Tagle y Portocarrero (marqués de Torre
Tagle) y el ministro Bernardo Monteagudo.
24
Pero una década después, el 21
de noviembre de 1832, dicho espacio geográco era incluido, junto con el
de las provincias de Chachapoyas y Pataz, en un nuevo departamento, con
aduana (en el pueblo de Laguna) y astillero (en la conuencia del Ucayali
con el Marañón), el de Amazonas: “Que la erección de un departamento
compuesto de las tres provincias del de La Libertad, situadas en la otra
banda del Marañón, tendrá una grande inuencia en los adelantamientos
de la navegación, y del comercio y en la civilización de las tribus salvajes.
25
Estas disposiciones fueron de limitada aplicación; incluso, en 1835 se
intentó reincorporar las provincias de Amazonas al departamento de La
Libertad, y en 1836 retornó a éste la de Pataz. En realidad el estatus político
y la mejor administración de ese extenso territorio comenzó a precisarse
cuando, el 6 de diciembre de 1849, se ordenó a los prefectos informar sobre
la división de sus departamentos en provincias y distritos, anunciándose a
la vez el levantamiento del mapa general de la república; y se denió con la
creación del Gobierno Político y Militar de Loreto, sin dependencia de la
Prefectura de Amazonas, el 10 de marzo de 1853:
“En vir tud de la autorización del Consejo de Estado, se erige en las
fronteras de Loreto provisionalmente y con cargo de dar cuenta al
Congreso, un gobierno político y militar independiente de la prefectura de
Amazonas, comprendiéndose en él las orillas del Amazonas y Marañón
desde los límites del Brasil, todos los territorios y misiones comprendidas
al Sur y al Norte de dichos ríos conforme al principio de uti possidetis
adoptado en las Repúblicas Americanas y al que en este caso sirve además
de regla la Real Cédula de 15 de julio de 1802; y los ríos que desaguan
en el Marañón, especialmente el Huallaga, Santiago, Morona, Pastaza,
Putumayo, Yapurá, Ucayali, Napo, Yavary y otros y sus riberas conforme
en todo y en cuanto están comprehendidos en dicha Real Cédula; háganse
las correspondientes subdivisiones que serán mandadas por gobernadores
sujetos al de Loreto”.
26
24 Evaristo San Cristóval, Páginas internacionales. Antecedentes diplomáticos del Tratado Salo-
món-Lozano, Lima: Librería e Imprenta Gil S.A., 1932, pp. 7-9.
25 Carlos Larrabure y Correa, Ob. cit., tomo I, pp. 14-18; Juan Oviedo, Ob. cit., tomo IV, p. 185.
26 Juan Oviedo, Ob. cit., tomo IV, pp. 214-215.
27
La ley del 4 de julio de 1857 declaró a la ciudad de Moyobamba como
capital de la Provincia Litoral de Loreto, y el 7 de enero de 1861 el presidente
Ramón Castilla decretó la creación del Departamento Marítimo Militar de
Loreto considerando “Que la creación de un astillero en las inmediaciones
de la conuencia del Ucayali con el Marañón, mandada por ley de 21 de
noviembre de 1832, y la formación de la grada de construcción, Escuela
Náutica, Factorías y otros establecimientos navales para el servicio de los
puertos del Amazonas y sus conuencias, así como la exploración cientíca
de los ríos y demás que conduzcan al fomento y engrandecimiento de esa
región, demandan el servicio de jefes y ociales del cuerpo general de la
Armada con residencia ja.
27
La importancia política de la región fue
conrmada el 7 de febrero de 1866 y el 21 de septiembre de 1868, cuando
los presidentes Mariano Ignacio Prado y José Balta raticaron la elevación
de la provincia de Loreto a la categoría de departamento, y designaron a la
ciudad de Iquitos como capital del Bajo Amazonas.
A lo mencionado, se debe agregar que entre 1861-1876 se construyeron
y prestaron servicios a la Comandancia General del Departamento Fluvial
de Loreto, los vapores “Morona, “Pastaza, “Napo, “Putumayo, “Tambo” y
Mayro, haciendo viajes regulares entre Iquitos, Yurimaguas y Tabatinga, y
explorando los auentes del Amazonas;
28
y fueron nombrados y realizaron
una labor relevante, como comandantes generales de esa parte del territorio
nacional, los capitanes de fragata y navío Federico Alzamora Pequeño
(1864-1872), Enrique Carreño Gasso (1872-1876) y Enrique Espinar
Rueda (1876-1878).
29
La decidida política estatal dirigida a estimular la estructuración,
reconocimiento y ocupación efectiva del espacio geográco oriental,
a través de expediciones a la “Montaña” y la navegación de los ríos,
coincidió con los intereses de algunas élites provincianas empeñadas en
27 Justino M. Tarazona, Demarcación política del Perú. Recopilación de leyes y decretos (1821-
1946), Lima: Ministerio de Hacienda y Comercio, 1946, pp. 1257-1258; Toribio Flores, Compilación
de leyes expedidas desde el año de 1821, en lo relativo al servicio de las capitanías de los puertos
y de las matrículas, o sea, guía del comerciante y del barquero, en cuanto a las leyes de la marina
mercante, Callao: Imprenta de M. Gómez y J. Aparicio, 1862, pp. 181-182.
28 Ministerio de Guerra y Marina, Memoria del Ramo de Marina, Lima: Imprenta Económica,
1876, pp. 14-15.
29 Melitón Carvajal Pareja, Historia Marítima del Perú. La República - 1870 a 1876, Lima: Instituto
de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 1995, tomo IX, volumen 3, pp. 776-778.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
28
incentivar la colonización y producción de sus regiones. Este deseo de
engrandecimiento regional fue canalizado por funcionarios, comisionados,
empresarios y líderes, locales y foráneos, como Mariano Eduardo de Rivero
en Junín, Fermín del Castillo y Juan Noel en Chanchamayo (Fuerte de San
Ramón), Manuel de la Guarda y José Miguel Medina en el Cuzco, Isidro
Frisancho en el valle del Apurímac, Juan Gastelú (visitó Choquequirao en
1864) y Luis Carranza en Ayacucho, José María Aza en Tarma, Vicente
Nájar y José Miguel Ríos en Tarapoto y Moyobamba, y Jacinto Terry en
Pallasca. Aunque se tradujo mejor en los estudios del río Yavarí efectuados
por Manuel Rouaud y Paz Soldán (1866) y Guillermo Black (1874), como
miembros de las primeras comisiones de límites con el Brasil; en el viaje de
reconocimiento, desde Nauta hasta Sarayacu y Cashiboya, en una pequeña
embarcación dirigida por el teniente de artillería de marina Luis Sandi
en 1864; en la inauguración de las travesías a vapor por los ríos Ucayali y
Morona gracias al capitán Mariano Adrián Vargas en junio de 1866 y julio de
1867; en la comisión corográca al río Morona dirigida por Víctor Proaño
a inicios de 1867
30
; y en el viaje exploratorio de los ríos Ucayali, Pachitea,
Palcazu y Mayro realizado, entre noviembre de 1866 y enero de 1867, por
el ciudadano Benito Arana, prefecto de Loreto, al frente de los ociales de
marina Eduardo Raygada, Ruperto Gutiérrez, Daniel Gutiérrez y Federico
Delgado, en los vapores “Morona, “Napo” y “Putumayo”:
31
siendo el
primero en remontar venciendo todas las dicultades consiguientes a tan
arriesgada empresa, en embarcaciones de vapor de grandes dimensiones,
los ríos anteriores al Ucayali, hasta llegar a una corta distancia del Pozuzo
comunicando así el centro de la República con el mar Atlántico.
32
Años más tarde en un volumen titulado De Lima al Amazonas vía
Mayro (Lima, 1896), Benito Arana reunió y publicó la correspondencia
y apreciaciones de diversas personalidades (Melitón Carvajal, Eduardo
Raygada, Ruperto Gutiérrez, Antonio Moa, Samuel Palacios y Mendiburu,
José Sánchez Lagomarsino, José Manuel Pereyra, Augusto Durand, fray
30 Los informes de estas exploraciones se encuentran reunidos en Carlos Larrabure y Correa, Ob.
cit., tomo II, pp. 252-266, 326-386; tomo III, pp. 135-160.
31 Eduardo Raygada, El departamento uvial de Loreto, Lima: Imprenta de Torres Aguirre, 1897,
pp. 13-27.
32 Archivo General del Congreso de la República (AGC), Cámara de Diputados, caja 9, expediente
584, 9 . También compilado en Pablo Macera, Parlamento y sociedad en el Perú: bases documen-
tales, siglo XIX, Lima: Congreso del Perú, 1998, tomo III, pp. 45-50.
29
Gabriel Sala, fray Bernardino Gonzáles, fray Tomás Hernández y Federico
Villarreal) sobre la ruta más rápida y segura para comunicar la capital de la
república con “la oreciente región de nuestros ríos navegables del oriente.
Mención aparte merece la signicativa labor cientíca de Mariano Felipe
Paz Soldán y Antonio Raimondi, y la de la Comisión Hidrográca del
Amazonas, presidida desde 1867 por el ex ocial naval confederado John
Randolph Tucker, e integrada, entre otros, por el ingeniero suizo Arturo
Wertheman.
33
Aquí debemos agregar que la comisión del almirante Tucker, fuera del
aporte netamente geográco, tiene el mérito de haber producido uno de
los primeros registros fotográcos ociales de la selva peruana,
34
junto
con los de las comisiones exploradoras dirigidas por el ingeniero sueco-
norteamericano John W. Nystrom en 1868, a la provincia de la Convención
(para examinar las posibilidades ferroviarias de las orillas del río Vilcanota,
desde Urubamba hasta Santa Ana, pasando por Aguas Calientes, Huadquiña
y prácticamente por Machu Picchu)
35
; y en 1869 al Chanchamayo (con el
frustrado viaje en botes calafateados con caucho por el río Perené desde
Nijandares)
36
; y con las vistas tomadas en las inmediaciones de Cosñipata
(Kosñipata) y del río Carbón en 1873, durante la entrada del coronel
Baltasar La Torre, prefecto del Cuzco, a los valles de Paucartambo para
intentar cumplir el “sueño” de la comunicación uvial de su región con el
Amazonas a través del Pilcopata y del Amarumayo, y “porque realmente en
esa expedición hay más gloria que en un campo de batalla”:
Como lo más importante en esta empresa es la navegación del Madre de
Dios, me dirijo a este punto por la derecha, prescindiendo por completo del
33 Núria Sala i Vila, “Cusco y su proyección en el oriente amazónico (1800-1929)”, en Pilar García
Jordán (editora), Fronteras, colonización y mano de obra indígena en la Amazonía andina (siglos
XIX-XX), Lima: PUCP, Universitat de Barcelona, 1998, pp. 401-535.
34 Juan Carlos La Serna Salcedo “Los tempranos usos ociales de la imagen del bosque. Explo-
ración, fotografía y Estado en la montaña peruana (1868-1907)”, en Cuadernos de Investigación
Universitaria, Universidad San Antonio Abad del Cusco, diciembre 2012, número 1, pp. 131-154.
35 Juan Guillermo Nystrom, Informe al Supremo Gobierno del Perú sobre una expedición al inte-
rior de la república, Lima: Imp. y Lit. de E. Prugue, 1868. Entre otros incluye un “Mapa de una parte
importante del departamento del Cuzco (1868)”.
36 Algunas fotografías de esta expedición, trabajadas “a lo Villroy Richardson, se vendían a cuatro
reales en el establecimiento de la calle de Plateros de San Pedro Nº 20, ver Juan Guillermo Nystrom,
Informe al Supremo Gobierno sobre la expedición de Chanchamayo, Lima: Imp. y Lit. de E. Prugue,
1869.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
30
Piñipiñi. Allí construiré una balsa y una buena canoa para largar al capitán
José María Chávez de esta gendarmería (antiguo explorador). Para el n
que me propongo, pido de ocio se impartan las órdenes convenientes al
Jefe del apostadero de Iquitos. Completada la exploración con el arribo de
un vaporcito y establecida la navegación, se habrá coronado la empresa y
el Perú tendrá un nuevo e importantísimo departamento uvial”.
37
En resumen, la segunda mitad del siglo XIX ve consolidar un proyecto
de nacionalización de la Amazonía de larga data. Ese deseo de civilizar,
controlar y hacer más productiva nuestra inhóspita naturaleza se remonta
y tiene raíces evidentes en el tardío siglo XVIII, en la propuesta de la Sociedad
de Amantes del País y su Mercurio Peruano.
38
La guerra de Chile contra
el Perú y Bolivia por el guano, el salitre, la tierra y el mar, fue solamente un
triste paréntesis en un proceso que se prolongó con el incremento de las
actividades económicas en toda la región: la comercialización de gomas por
Julio César Arana desde 1881, primero de las proximidades de Yurimaguas,
y a partir de 1899, de la zona comprendida entre el Putumayo y el Caquetá
(visitada en 1910 por sir Roger Casement, cónsul general británico en Río
de Janeiro, para denunciar las atrocidades cometidas contra la población
nativa); las exploraciones de los hacendados José Benigno Samanez
Ocampo entre 1883-1884 (Exploración de los ríos peruanos Apurímac, Eni,
Tambo, Ucayali y Urubamba. Lima, 1885) y Carlos Fry entre 1886-1888 (La
gran región de los bosques o ríos navegables: Urubamba, Ucayali, Amazonas,
Pachitea y Palcazu. Lima, 1889); la introducción de colonos a los valles del
Chanchamayo, Pichis, Palcazu y Perené por la empresa británica Peruvian
Corporation (1891), y a las regiones auríferas de Sandia y Carabaya por
las empresas norteamericanas Chunchusmayo Gold Placer (1891) e Inca
Mininig Company (1896); la navegación y descubrimiento del cauchero
ancashino Carlos Fermín Fitzcarrald López de un istmo entre las cuencas
de los ríos Urubamba y Manu, tributario del Madre de Dios (1893), por
37 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2-23-1545. También ver la ubicación exacta del sitio de Machu
Picchu en el “Mapa de los valles de Paucartambo, Lares, Ocobamba y la quebrada de Vilcanota
(Cuzco, 1874) en Herman Göhring, Informe al Supremo Gobierno del Perú sobre la expedición a
los valles de Paucartambo en 1873 al mando del coronel don Baltazar La Torre, Lima: Imprenta del
Estado, 1877.
38 Sobre el inujo de las ideas de la Ilustración en el pensamiento y la política civilista, ver Carmen
Mc Evoy, La huella republicana en el Perú. Manuel Pardo. Escritos fundamentales, Lima: Fondo
Editorial del Congreso del Perú, 2004, pp. 15-67.
31
donde arrastró en partes al vapor “Contamana” (1894); las expediciones
a las regiones del Alto Ucayali por el ingeniero Enrique E. Silgado en
1896 (entre 1889 y 1890, en compañía del ingeniero Joaquín Capelo,
había recorrido y trazado un plano general de las quebradas y caminos
de Chanchamayo y Vitoc), y al río Yuruá por el capitán Enrique Espinar
en 1897 (pasando hacia el Tamaya por el varadero del Cayanya); y más,
con la fundación de la Sociedad Geográca de Lima (1888) y la posterior
organización de la Junta de Vías Fluviales (1901)
39
. Las exploraciones,
estudios geográcos y levantamientos cartográcos del oriente realizados a
inicios del siglo XX por Pedro Portillo, Ernesto de La Combe, Georg M. von
Hassel, Óscar Mavila, Pedro Buenaño, Carlos Hoempler, Germán Stiglich y
Camilo Vallejos tuvieron un claro objetivo, a la vez geopolítico, cultural e
industrial: ampliar el conocimiento de las rutas terrestres y uviales hacia
y entre la selva central y la selva sur.
40
En el ramo de las comunicaciones, las medidas adoptadas por el capitán
de navío Camilo Nicanor Carrillo Martínez, director general de Correos
y Telégrafos (1895-1899), para mejorar el servicio de las estafetas a nivel
nacional y evitar la pérdida o confusión de la correspondencia, son otra
muestra de la utilidad y aplicación práctica de los estudios geográcos
continuos.
La información actualizada y sistematizada expuesta en la Guía
alfabética de los pueblos del Perú (Lima, 1895), con el n de regularizar un
intercambio epistolar que parecía ser eciente sólo con los grandes recursos
de las campañas electorales (propinas, agentes políticos, coordinadores y
activistas), tomó como base la relación de ciudades y pueblos anotados en
una conocida obra de Mariano Felipe Paz Soldán: “Para llenar este objeto, he
hecho uso del Diccionario Geográco de Paz Soldán, que en mis ratos de ocio
había corregido y ensanchado para obsequiarlo a la Sociedad Geográca
de Lima.
41
39 Núria Sala i Vila, Selva y Andes: Ayacucho (1780-1929), historia de una región en la encrucijada,
Madrid: CSIC, 2001, pp. 63-69. Carlos Larrabure y Correa, Ob. cit., tomo III, pp. 357-385, 407-418.
40 Núria Sala i Vila, “La proyección de la legislación amazónica en la selva sur del Perú (1898-
1930)”, en Pilar García Jordán y Núria Sala i Vila (coordinadoras), La nacionalización de la Amazo-
nía, Barcelona: Universitat de Barcelona, 1998, pp. 77-98.
41 Camilo N. Carrillo, Guía alfabética de los pueblos del Perú. Con expresión del distrito, provincia
o departamento a que pertenece y dirección que se debe dar a la correspondencia que a ellos se
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
32
   
Arturo Wertheman y Mansbendel, hijo de Juan Rodolfo Wertheman y
Ana María Mansbendel, en su segundo y último testamento otorgado el 29
de noviembre de 1917 en Lima, en el estudio del notario público Octavio
de Oyague ubicado en la calle de San Pedro (hoy tercera cuadra del jirón
Ucayali), declaró ser de nacionalidad suiza y haber nacido, el 6 de julio de
1842, en la ciudad francesa de Mühlhausen o Mulhouse (Alsacia)
42
. Entre
1862 y 1864 el joven Wertheman colaboró, con el diplomático y empresario
Ferdinand-Marie, vizconde de Lesseps, como jefe de la sección Ismailia en
el ambicioso proyecto que transformó la economía y el poder en el mundo
mediterráneo, al unir el mar Mediterráneo con el mar Rojo y el océano
Índico a través del Canal de Suez
43
. Luego se estableció en California cuando
la minería hidráulica se convirtió en el principal medio para la extracción
de oro. Allí otro empresario, el ferrocarrilero Henry Meiggs, lo contactó
y convocó para incluirlo en sus proyectos de infraestructura en América
del Sur. Los planes de Wertheman dieron un signicativo giro cuando en
1866 llegó al puerto del Callao y aceptó la invitación de las autoridades
peruanas para integrarse al Cuerpo de Ingenieros del Estado como primer
ingeniero
44
.
En 1867 Arturo Wertheman viajó a Iquitos con el almirante John
Randolph Tucker y participó con entusiasmo en las exploraciones de la
Comisión Hidrográca del Amazonas pero sólo hasta nes de 1869, pues
al realizar la hazaña de subir con el vapor “Napo” por el peligroso pongo
de Manseriche, en compañía del teniente Manuel Melitón Carvajal y
dirija, acompañada de la guía de domicilio con orden alfabético, de Lima, Callao, Chorrillos, Mira-
ores y Barranco, Lima: Imprenta del Estado, 1895, p. III. Sobre el uso del correo como herramienta
política, ver Carmen Mc Evoy, Homo Politicus: Manuel Pardo, la política peruana y sus dilemas,
1871-1878, Lima: ONPE, IRA, IEP, 2007, pp. 154-155, 167-169.
42 AGN, Expedientes Sucesorios, 1285, año 1921, . 2-6. Acerca del lugar de nacimiento de Wer-
theman existen discrepancias. Algunos señalan a Basilea como su ciudad natal, mientras otros dicen
que era alemán. Ver Jorge Basadre, Ob. cit., tomo 8, p. 67., Estuardo Núñez Hague, Viajeros de tierra
adentro (viajeros norteamericanos en el Perú, 1860-1900: Tucker, Agassiz, Peabody, Squier, Orton,
Bandelier), Gainesville: Universidad de Florida, 1960, p. 17.
43 Fernand Braudel, El Mediterráneo. El espacio y la historia, México: FCE, 2009, pp. 141-145.
44 David P. Werlich, John R. Tucker, almirante del Amazonas, Lima: Instituto de Estudios Históri-
co-Marítimos del Perú, 2010, p. 180; Carlos Milla Batres (editor), Enciclopedia biográca e histórica
del Perú: siglos XIX-XX, Lima: Editorial Milla Batres, 1994, tomo X, pp. 220-221.
33
del prefecto de Loreto coronel Lino Olaria, fue nombrado ingeniero del
departamento de Amazonas a pedido de los funcionarios y comerciantes
chachapoyanos. Como tal, durante 1870-1871, recorrió los caminos entre
Moyobamba, Chachapoyas y Bagua, exploró el valle del Utcubamba y navegó
en balsas hasta la desembocadura del Chiriaco o Imaza (Chunchunga) en
el Marañón, y por éste se dirigió al pueblo de Borja, e igualmente explo
el río Paranapura
45
. Completada esta etapa de exploraciones geográcas, se
dedicó a ordenar los apuntes de sus viajes mientras preparaba presupuestos,
atendía comisiones de servicio como la del ingeniero Jacobo van den Bosch,
46
y desarrollaba los distintos proyectos de ingeniería civil nanciados por el
Estado en esa jurisdicción, como la construcción de un nuevo local para el
Colegio Nacional de San Juan y la instalación del servicio de agua potable en
la capital departamental, o el diseño y planos de un puente de alambre para
Balsas y de un edicio para la Escuela Normal de Cajamarca
47
. En 1873, la
Junta Central del Cuerpo de Ingenieros manifestaba su conformidad con la
austeridad e intensa labor demostrada por Arturo Wertheman en el servicio
de obras públicas y en los estudios de Amazonas y Loreto
48
. Ese mismo año
viajó a la capital de la república para ordenar, compilar, gracar y presentar
parte de la cuantiosa información geográca por él reunida: “Hallándose
el señor Wertheman en el año 1873 en Lima, se ocupó de trazar los mapas
de los ríos Amazonas, Marañón, Ucayali y Huallaga, los que presentó al
Supremo Gobierno, acompañados de unos apuntes sobre los dichos ríos, y
unos cuadros adonde se hallan registradas las posiciones geográcas de los
lugares que hasta entonces había determinado
49
. Al regresar a Amazonas
visitó distintas localidades del valle de Huayabamba y de las hoyas de los
ríos Utcubamba y Olleros.
45 Antonio Raimondi, El Perú, Lima: Imprenta del Estado, 1879, tomo III, pp. 409-425. También
ver Carlos Larrabure y Correa, Ob. cit., tomo III, pp. 12-14 (“Exploración de los ríos Nieva y Alto
Marañón por el ingeniero Arturo Wertheman”); y Henry Rochelle, “Geographical Positions in the
Valley of the Amazon, en Proceedings of the Royal Geographical Society, Londres, 1872, volumen
XVI, pp. 271-274.
46 AGN, Hacienda, O.L. 514-872: “Declaración de los gastos de viaje de Trujillo hasta Cajamarca
hecho por el ingeniero Jacobo van den Bosch en comisión de servicio en los meses de mayo y junio,
1873”.
47 AGN, Colección de cartas a Manuel Pardo, D2-48-3243. Ver Anexo Documental I.
48 AGN, Hacienda, O.L. 514-873: “Presupuesto de los gastos para el servicio de obras públicas y
estudios en los departamentos de Amazonas y Loreto.
49 Antonio Raimondi, Ob. cit., tomo III, pp. 476-477.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
34
En septiembre de 1874 se encontraba otra vez en Lima. Por entonces,
mientras permanecía entre la vecindad residía en la séptima cuadra del
jirón Ica, y ocasionalmente aprovechaba también algunos momentos
para arreglar asuntos de índole personal. Antes de salir hacia Tarma y
Chanchamayo, en cumplimiento de la comisión respaldada por el sabio
Antonio Raimondi, para estudiar el curso de los ríos Perené y Tambo, por
ser una “empresa atrevida pero de fecundos resultados tantos para la ciencia
geográca como por los intereses del país
50
, rmó un poder a favor de su
progenitor autorizándolo a reclamar en Europa la parte de la herencia que
le correspondía por el deceso de una tía materna:
“yo Arturo Wertheman conero poder y autorización bastante cual
por derecho se requiere al señor don Juan Rodolfo Wertheman, vecino
de la ciudad de París, para que representando mi persona, acciones y
derechos, gestione, arregle y trance judicial y extra judicialmente todas
las cuestiones, causas y negocios que pudieran suscitarse con motivo de la
herencia que me corresponde de los bienes de mi nada tía la señora doña
Louise Mansbendel, con todas las facultades ordinarias y extraordinarias
que las leyes exijan
51
.
Paralelamente, Henry Meiggs, asesorado por el ingeniero Ernesto
Malinowski, había rmado en Lima el contrato (23 de diciembre de 1869)
y puesto la primera piedra (1 de enero de 1870) para la construcción del
Ferrocarril Central Trasandino destinado a interconectar el centro del
país
52
. Los avances de esta colosal obra y una posible proyección hacia el
valle del río Chanchamayo en la Amazonía, avivaron el interés de Arturo
Wertheman en estudiar las condiciones de navegabilidad de los ríos Perené
y Tambo: “El éxito de la línea férrea de la Oroya, cuya importancia consiste en
ser prolongada hasta algún auente navegable, hacía mi proyecto aceptable
al Gobierno, y habiendo encontrado un amigo que concordaba conmigo
en aquellas ideas, el sargento mayor de ejército D. Alejandro Rivera, nos
50 Pompilio Inglesi, Spartaco Inglesi y Ricardo La Torre, Antonio Raimondi, mirada íntima del
Perú. Epistolario 1849-1890, Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, Banco Central de Reser-
va del Perú, 2005, tomo II, p. 508.
51 AGN, José de Selaya, 754, fols. 534vta.-535.
52 Danuta Bartkowiak, Ernesto Malinowski constructor del ferrocarril Trasandino, 1818-1899,
Lima: Fondo Editorial del Banco Central de Reserva del Perú, 1998, pp. 161-185.
35
unimos con el n de organizar esta comisión de común acuerdo
53
. Como
se sabe, en 1868 la Comisión Hidrográca del Amazonas había subido por
el Ucayali sólo hasta la boca del Tambo, y en la siguiente exploración de ese
río, en 1870, el almirante John R. Tucker confundió el Ene con el Puyeni y
no alcanzó el Perené. Estas circunstancias eran conocidas por el ingeniero
Wertheman y más o menos así informó en privado al presidente Manuel
Pardo en diciembre de 1873: “Porque no temo asegurar que el señor Tucker
debe haberse equivocado en su segunda exploración y que no ha encontrado
el lecho del río Tambo, sino que ha seguido algún auente suyo.
54
Averiguar la real conguración del sistema uvial de este río amazónico se
había convertido en un reto pendiente e impostergable. La estabilidad y el
porvenir de los inmigrantes franceses, italianos, suizos, alemanes y belgas
instalados en la región del Chanchamayo con la protección de la Sociedad
de Inmigración Europea, creada a nes de 1872, dependía de la existencia
de una segura y económica vía de comunicación con el Amazonas.
55
En noviembre de 1874, después de pasar meses realizando preparativos
y ultimando detalles, y cuando prácticamente todo se encontraba listo para
dar inicio a la exploración de los ríos Perené y Tambo, llegaron a La Merced
noticias de la rebelión de Nicolás de Piérola en contra del régimen civilista
y sobre su repercusión a nivel nacional: en Cajamarca se produjo una
insurrección liderada por el coronel Miguel Iglesias. Para no retroceder
en la empresa y perder lo invertido, los expedicionarios temerariamente
acordaron adelantar el punto de embarque a La Merced, y el 26 de noviembre
de 1874, después de bajar unas pocas millas por el Chanchamayo, la
aventura acabó con el naufragio de dos de sus tres balsas
56
. La desgracia
no desalentaría a Wertheman. En 1875 llevó a los arqueólogos alemanes
Wilhelm Reiss y Alphonse Stübel desde Cajamarca hasta Kuélap, después
se internó en la provincia de Bongará, visitó otras localidades en las hoyas
del Utcubamba y del Olleros, y a nes de año se encontraba organizando la
53 Arturo Wertheman, Informe de la exploración de los ríos Perené y Tambo presentado al señor
Ministro de Gobierno, Policía y Obras Públicas, Lima: Imprenta del Estado, 1877, p. 1.
54 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243. Ver Anexo Documental II.
55 Isabelle Lausent-Herrera, “Frentes pioneros chinos y desarrollo regional en la selva central del
Perú”, en Pilar García Jordán y Núria Sala i Vila (coordinadoras), La nacionalización de la Amazo-
nía, Barcelona: Universitat de Barcelona, 1998, pp. 127-154. También Antonio Raimondi, Ob. cit.,
tomo III, pp. 512-513.
56 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243. Ver Anexo Documental IV.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
36
nueva exploración de los ríos Perené y Tambo decretada por el gobierno.
El 4 de noviembre de 1876, en cuatro grandes balsas y acompañado por el
capitán Manuel Tirado, Toribio Cruz y el naturalista Enrique Whitly, part
de las inmediaciones de la conuencia del Chanchamayo con el Paucartambo.
Tras una épica travesía el 12 de noviembre los expedicionarios llegaron a la
conuencia del Tambo con el Urubamba, y el 29 del mismo mes alcanzaron
la desembocadura del Ucayali en el Marañón donde los esperaba el vapor
“Putumayo” para llevarlos a Iquitos. Arturo Wertheman había triunfado:
por n se habían conquistado los ríos navegables tributarios del Ucayali
más próximos a Tarma.
57
La información de ambas exploraciones, la fallida de 1874 y la denitiva
de 1876, acompañada de un “Mapa de los ríos Perené y Tambo, fue
entregada por Arturo Wertheman al presidente de la Junta Central de
Ingenieros el 10 de julio de 1877. La narración de los acontecimientos, las
condiciones de navegabilidad, el curso de los ríos y la determinación de
posiciones geográcas sorprendió tanto a las autoridades que de inmediato
ordenaron su impresión y difusión. A mediados de octubre de 1877 el
propio ministro Juan Buendía y Noriega comunicaba a la Cancillería que el
tiraje del Informe de la exploración de los ríos Perené y Tambo presentado
al señor Ministro de Gobierno, Policía y Obras Públicas se encontraba
casi agotado: “La edición del informe del ingeniero Wertheman, sobre los
ríos Perené y Tambo está ya para agotarse, y por esto no me es posible
remitir a V.S. más que sesenta ejemplares que, agregados a los cuarenta
mandados anteriormente creo que serán bastantes para ser distribuidos
entre los miembros del Cuerpo Consular de la República en el extranjero.
58
El compromiso de Wertheman con la política estatal de presencia en el
Amazonas lo llevó a expresar, en mayo de 1877, una tenaz oposición al
contrato “desventajoso” celebrado entre el gobierno y la Compañía de
Navegación Fluvial Peruana (representada por los comerciantes Marcial A.
Piñón, Manuel del Águila, Antonio Nájar y el francés Charles Mourraille o
Carlos Mouraille), a expensas del interés público y de los bienes e ingresos
57 Antonio Raimondi, Ob. cit., tomo III, pp. 527-529, 539-557.
58 Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores, Correspondencia, Ministerio de Go-
bierno, caja 247, carpeta 11, año 1877. Este mismo año Wertheman fue incluido en la comisión
formada para la instalación de un observatorio astronómico, ver José Ignacio López Soria, Eduardo
J. de Habich, Lima: UNI, 2009, pp. 69-81.
37
del Estado: altas subvenciones mensuales, venta de vapores nacionales
y arrendamiento de la Factoría y Arsenal Naval de Iquitos.
59
Las últimas
referencias sobre su labor profesional en los departamentos de Loreto y
Amazonas están relacionadas con la exploración de las montañas de los
Chayavitas y de los ríos Cachiyacu, Paranapura y Cahuapanas en 1878
60
, y
con ensayes de yacimientos de oro y otras sustancias inorgánicas existentes
en las provincias de Luya y Chachapoyas: “En Balzas también dicen hay
minas de oro pero esas no las he visto. El doctor Raimondi conoce Santo
Tomás. Las minas consisten de vetas de quartzo aurífero muy abundante.
Las más pobres que he ensayado han dado 30 soles por tonelada y he
encontrado hasta 2,500 soles por tonelada. En las minas que he trabajado
en California los gastos de extracción y benecio llegaban a 12 soles por
tonelada en circunstancias idénticas
61
.
El mencionado Antonio Raimondi, en su calogo razonado de los
minerales del Perú (Minéraux du Pérou) publicado en Lima y París en 1878,
dedicó una alúmina u óxido de aluminio (werthemanita) a su “inteligente
amigo el ingeniero A. Wertheman” quien la descubrió en las afueras de
Santa Lucía:
“Haciendo abstracción de las combinaciones de la alúmina con el sílice,
esto es de los silicatos de esta base, los minerales de alúmina son muy
pocos, y en el Perú son representados tan solo por cuatro especies, que son
el Alumógeno (sulfato de alúmina); la Halotriquita (sulfato de alúmina
y protóxido de erro); la Turquesa (fosfato de alúmina y de cobre), y la
Werthemanita, que es una especie de sulfato básico de alúmina distinto de
la Websterita y que dediqué al valeroso ingeniero Arturo Wertheman, que
encontró este mineral en las inmediaciones de Chachapoyas
62
.
El 19 octubre de 1879 el presidente Mariano Ignacio Prado, desde el
cuartel general del Ejército del Sur en Arica, escribía una carta para Antonio
59 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243. Ver Anexo Documental VII. El instrumento com-
pleto en Carlos Larrabure y Correa, Ob. cit., tomo II, pp. 90-98 (“Disponiendo se eleve a escritura
pública el contrato sobre navegación del Amazonas celebrado con la Compañía Peruana de Navega-
ción. Lima, marzo 22 de 1877”).
60 Jorge Basadre, Ob. cit., tomo 8, p. 69.
61 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243. Ver Anexo Documental VII.
62 Antonio Raimondi, Minerales del Perú o catálogo razonado de una colección que representa los principales
tipos minerales de la República, con muestras de huano y restos de aves que lo han producido, Lima: Imprenta
del Estado, 1878, pp. 219-221.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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38
Raimondi agradeciendo la edición del “Mapa del teatro de la guerra de las
repúblicas aliadas Perú y Bolivia con Chile, y garantizando la ayuda del
gobierno para la continuación de las exploraciones de los ríos orientales por
Arturo Wertheman
63
. Sin embargo, la grave crisis económica, consecuencia
del conicto y la ocupación, alejó al ingeniero suizo de las actividades
del sector estatal, del departamento de Amazonas y temporalmente
del país: entre 1882 y 1883 estuvo en México estudiando de manera
práctica la metalurgia de la plata, y al retornar al Perú dirigió casi todo
su conocimiento y experiencia a los negocios privados. Regresó después
de la rma del Tratado de Ancón y encontró un escenario desolador: el
país mutilado, los pueblos de Chorrillos, Barranco y Miraores reducidos
a escombros, y el saqueo y la destrucción del patrimonio cultural en la
capital había afectado seriamente a bibliotecas, archivos y en general a la
documentación de casi todas las instituciones públicas
64
. El descomunal
pillaje de la memoria histórica se había iniciado en febrero de 1881 y fue
comunicado al presidente Nicolás de Piérola por el tradicionalista Ricardo
Palma, testigo excepcional de los acontecimientos:
SAQUEO DE LIMA.- Desde el 24 de febrero ha principiado en alta escala
el de las ocinas y establecimientos públicos. Hasta esa fecha solo nos
habían despojado de las maquinarias de moneda, pólvora, maestranza y
factorías. Hace diez días que el saqueo se ha hecho extensivo a los museos
Raimondi y Anatómico de la Escuela de Medicina, instrumentos de la
Escuela de Minas, Biblioteca de la Universidad y Biblioteca Pública, sin
que esos caballeros que diz que van a ser gobierno hayan dado el menor
paso para contener tamaño vandalaje. Los muebles de las ocinas de
Palacio desaparecen y los archivos de Relaciones Exteriores y Hacienda
se encajonan para ser trasportados a Chile. Últimamente han encontrado
algunos de los documentos del vaporcito ‘Charrúa’. Llámame la atención
63 Carmen Mc Evoy y Luis Felipe Villacorta, “Del proyecto civilista a la república ocupada: Antonio
Raimondi y la recuperación y preservación del patrimonio material y cultural del Perú”, en Carmen
Mc Evoy, En pos de la República: ensayos de historia política e intelectual, Lima: Centro de Estudios
Bicentenario, Municipalidad Metropolitana de Lima, Asociación Educacional Antonio Raimondi,
2013, pp. 269-283.
64 Pedro Guibovich Pérez, “La usurpación de la memoria: el patrimonio documental y bibliográ-
co durante la ocupación chilena de Lima, 1881-1883”, en Jahrbuchfür Geschichte Lateinamerikas
(Anuario de Historia de América Latina), 2009, volumen 46, pp. 83-107. Ver también Clements R.
Markham, e war between Peru and Chile, 1879-1882, Londres: Sampson Low, Marston, Searle
&Rivington, 1882, pp. 257-261.
39
que gran parte de la correspondencia particular de usted haya caído en
poder de los chilenos. Supongo que por otros conductos reciba sobre este
punto detalles especiales que yo omito
65
.
La desgracia alcanzó a la mayor parte de los informes y mapas manuscritos
de la Comisión Hidrográca del Amazonas del almirante John R. Tucker,
e igual suerte tocó a las representaciones grácas y estudios geográcos
inéditos del oriente peruano elaborados por Arturo Wertheman. Ambas
colecciones fueron sustraídas y se perdieron a raíz de la ocupación y
expoliación de la capital por la soldadesca intrusa, ocasionando a la sociedad
un profundo e incalculable daño material y moral. En 1905 el ingeniero
Wertheman todavía lamentaba las consecuencias de aquella depredación
de bienes culturales, al no poder entregar a la Sociedad Geográca de Lima,
una relación acabada de las posiciones geográcas calculadas en los sitios
que había explorado minuciosamente hasta antes del inicio de la guerra: “La
lista es muy incompleta porque del naufragio del vapor Valdivia en 1884
fueron pocos los apuntes de mis viajes que volvieron a mis manos y los 72
mapas (planos de ríos, etc.) resumen de mis exploraciones, desaparecieron
de las ocinas del Gobierno durante la ocupación chilena
66
. De esta primera
cartografía total de la Amazonía peruana preparada por Wertheman sólo
se salvaron del latrocinio los “Apuntes a los que se acompañan los mapas
de los ríos Amazonas, Marañón, Ucayali y Huallaga
67
redactados en abril
de 1873 y referidos por Antonio Raimondi en 1879, y lo poco que publicó
antes, durante y después del conicto bélico: el informe y mapa de los
ríos Perené y Tambo de 1877 ya mencionados, y los mapas topográcos
“Departamento Fluvial von Perú”
68
y “Karteeines eils des peruanischen
Departamento de Amazonas
69
aparecidos en 1880 y 1889 en la revista de
la Sociedad Geográca de Berlín.
65 Ricardo Palma, Cartas a Piérola sobre la ocupación chilena de Lima, Lima: Editorial Milla Ba-
tres, 1979, pp. 24-29. Sobre el saqueo y restauración de la Biblioteca Nacional del Perú ver Teodoro
Hampe Martínez, “Nuevo asedio al ‘Bibliotecario Mendigo’: Ricardo Palma en la Biblioteca Nacio-
nal”, en Bibliographica Americana, diciembre de 2012, número 8, pp. 330-344.
66 Arturo Wertheman, “Coordenadas geográcas de algunos puntos de la región oriental del Perú”,
en Boletín de la Sociedad Geográca de Lima, 1905, tomo XVII, pp. 139-148. También ver David P.
Werlich, Ob. cit., pp. 322-323.
67 Archivo Histórico de Límites (AHL), LEJ10-009.
68 Arturo Wertheman, “Aufnahme der Flüsse Paranapuraund Cahuapanasim Departamento de
Amazonas der Republik Perú, en Zeitschri der Gesellschafür Erdkundezu Berlin, 1880, volumen
15, pp. 210-220.
69 A. von Danckelman, “Bemerkungenzu A. Werthemans KarteeinesTeiles des peruanischen Departa-
mento de Amazonas, en Zeitschri der Gesellschafür Erdkundezu Berlin, 1889, volumen 24, pp. 81-82.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
40
A lo dicho debemos agregar que en 1892 los editores del Boletín de
la Sociedad Geográca de Lima, publicaron también una comunicación
de Arturo Wertheman sobre sus estudios, destruidos junto con todo su
archivo, del complejo arqueológico de Kuélap situado en la orilla oeste del
río Utcubamba:
“Durante mi permanencia en Chachapoyas he visitado Cuelap una docena
de veces, y de estas, al menos dos con sabios. La una con el Dr. Steers de
Ann-Arbor, Estados Unidos, y la otra vez con los doctores Stübel y Reiss.
Con los últimos hemos hecho algunas excavaciones. También levantamos
un plano, y practicado observaciones astronómicas para determinar la
posición geográca y hemos tomado rumbos a puntos conocidos. Mis
apuntes sobre Cuelap se perdieron con el resto de mi archivo en el Valdivia,
así es que solo puedo decir lo que ha quedado fresco en mi memoria y dar
algunos datos que he encontrado en una hoja suelta extraviada en un
libro que se sal. Después de tantos años la memoria no me permiti
sino dar una descripción aproximada
70
.
Aunque siempre se mantuvo vinculado con el Estado a través de la
Escuela de Ingenieros, de la Sociedad Geográca de Lima, de la Sociedad
de Ingenieros del Perú y de la Sociedad Nacional de Minería, desde
mediados de la década de 1880 y durante la de 1890, encontraremos el
nombre de Arturo Wertheman, sobre todo, asociado a los de empresarios
como Ernesto Henke, Herman Denks y Carlos Gildemeister. Se estableció
en la provincia ancashina de Pallasca para dedicarse a la extracción y
procesamiento de cobre, plomo y plata en la minera “San Juan Limitada,
empresa con sede en Tarica (entre Yanac y Sihuas), ocina en el puerto
de Samanco (entre Chimbote y Casma) y representantes en la capital. Allí
introdujo los principales avances tecnológicos e industriales de la época
para mejorar la producción y las condiciones laborales de los trabajadores:
modernos hornos de fundición alimentados con antracita,
71
máquinas
70 Arturo Wertheman, “Ruinas de la fortaleza de Cuelap, en Boletín de la Sociedad Geográca de
Lima, 1892, tomo II, pp. 147-153. Sobre Wertheman y las primeras investigaciones arqueológicas en
Kuélap ver Inge R. Schjellerup, Incas y españoles en la conquista de los Chachapoya, Lima: PUCP,
IFEA, 2005, pp. 191-193.
71 Fermín Málaga Santolalla, “El carbón en el Perú”, en Anales del Congreso Nacional de la Indus-
tria Minera, Lima: Imp. Torres Aguirre, 1921, pp. 55-332. También ver El Perú Ilustrado (Lima, 23
de marzo de 1889), número 98, pp. 1110-1111.
41
de calcular, teléfonos, luz, relojes eléctricos, ferrocarriles para trasladar
los metales hasta los ingenios, lanchas a vapor para las grandes represas e
inmensos almacenes y depósitos para los mineros
72
. En 1894 formaba parte
de otra empresa minera en Yauli, y en 1897 se encontraba en uno de los
extremos más orientales del Callejón de los Conchucos, en la provincia de
Pomabamba, examinando los abundantes mantos de carbón de piedra de
la hacienda Andaymayo y la galena antimonial argentífera de Pasacancha.
Los mejores ingresos en la industria privada le permitieron, por esos
mismos años, invertir doce mil soles en acciones del recién fundado Banco
del Perú y Londres (1897) y adquirir “un solar situado a media cuadra
de la estación del ferrocarril del pueblo de Barranco, jurisdicción del
departamento de Lima.
73
El denominado “Ferrocarril Inglés” bajaba hacia
Chorrillos por la calle Olavide (actual avenida Francisco Bolognesi) y su
edicio se encontraba cruzando las calles barranquinas de Santa Rosa y
Manuel Segura
74
.
Fue un verdadero innovador y pragmático. Como superintendente
del Establecimiento Minero y Fundición de Tarica, convocó al brillante
ingeniero de minas Augusto Umlau, y promovió la utilización de camiones
a motor en la industria pesada.
75
Antes había viajado con el mismo cargo
a la Exposición Universal de París de 1900, de donde regresó con el primer
automóvil que circuló por los caminos del Perú, un “Gardner-Serpollet
de cuatro plazas y cinco caballos de fuerza a vapor, ensamblado en Ancash
en 1901 por el mismo Arturo Wertheman, según se informaba en la
prensa limeña
76
y en la sección de “Noticias del automóvil” de uno de los
principales semanarios de arte, ciencia y manufacturas de Nueva York:
72 Pablo Macera, Ob. cit., 2000, tomo VI, pp. 262-273 (“Pueblo de Cabana solicita se le declare
capital de la provincia de Pallasca, Ancash, 1890”).
73 Archivo notarial del doctor Félix Villavicencio Martel, notario público de la provincia de Poma-
bamba (Ancash), Libro de escrituras del notario Néstor Roca, 1897, . 23-24vta.: “Testamento de
Arturo Wertheman.
74 AGN, Planoteca, n° 57B y n° 59: “Plano del Barranco” (1900) y “Plano de la ciudad del Barranco
y suburbios mandado levantar por el H. Concejo de San José de Surco siendo alcalde el señor Pedro
Hérouard” (1904). Wertheman también llegó a tener acciones en la Empresa del Muelle y Ferrocarril
de Tambo de Mora a Chicha Alta, ver AGN, Expedientes Sucesorios, 1285, año 1921, . 15 y 26.
75 José Ignacio López Soria, Ob. cit., 2012, pp. 168-169; César Zaldívar Sobrado, Historia de la
Ortopedia y de la Traumatología en el Perú, Lima: UNMSM, BCRP, SPOT, 2002, p. 479.
76 Héctor López Martínez, El siglo XX en el Perú a través de El Comercio, Lima: Empresa Editora
El Comercio, 1991, tomo I, pp. 219-220.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
42
“We have received a communication from a subscriber in Peru,
A. Wertheman, relative to his automobile. Mr. Wertheman is the
superintendent of the Tarica Mining and Smelting establishment, which is
located 11,466 feet above the sea, and the mines are 14,714 feet above sea
level. A rather good cart road connects Tarica with the mines. Last year
Mr. Wertheman visited the Paris Exposition and had a steam automobile
of 5 horse power built by Serpollet. e machine had to be brought into
Tarica in pieces on the backs of donkeys. e roads were very dicult,
and only 60 pounds could be loaded on the back of any one animal. e
machine was nally put together and does perfect service, running three
times a week between the mines and Tarica, a distance of 13 miles. Part
of the road has a 10 and 12 per cent grade. At rst there was some trouble
experienced with the burners because of the elevation of the mine, at
which the water boils at 85 deg. C., as the atmospheric pressure is a third
less than it is at the level of the sea. It is interesting to know that this is the
only automobile in Peru, and the only one in the world that travels at such
a height”
77
.
En 1904, ya sexagenario, se estableció de manera permanente en la
capital como ingeniero consultor. Como los de otros hombres célebres de
los siglos XIX y XX, los restos mortales del ingeniero Arturo Wertheman
reposan en los Barrios Altos en el cementerio Presbítero Matías Maestro de
la Benecencia Pública de Lima, pabellón “San Juan de la Cruz” nicho “D
56”. Dejó de existir en el año del centenario de la independencia del Perú, en
sus propias palabras: “país que he adoptado por el mío
78
. Sus exploraciones
e innovaciones y obra cientíca contribuyeron en la formación de nuestra
identidad nacional. Arturo Wertheman residió la última etapa de su vida
al sur de la ciudad, en el distrito de Miraores, en una casona ubicada
entre el entonces apacible Malecón Balta y la calle Bellavista, donde la
familia construyó también un pequeño pero elegante cine de madera: el
emblemático Excélsior (hoy Teatro Británico)
79
. Allí falleció el 24 de marzo
de 1921, a los setenta y ocho años de edad, según la información consignada
en el registro municipal de defunciones:
77 Scientic American, New York: Munn& Co., volumen LXXXV, 1901, número 19 (9 de noviem-
bre), p. 295.
78 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243. Ver Anexo Documental II.
79 Ricardo Bedoya, 100 años de cine en el Perú: una historia crítica, Lima: Universidad de Lima,
1992, p. 31.
43
“Partida N° 35. Hoy a las cinco de la tarde del día veinte y cinco de marzo
de mil novecientos veinte y uno se presentó ante esta Alcaldía del Concejo
Distrital de Miraores don Eduardo Wertheman de veinte y nueve años de
edad, natural de Tarica, soltero, empleado y manifestó que había fallecido
de hemorragia cerebral en calle Bajada Balta número veinte a las diez de
la noche del día de ayer el varón Arturo Wertheman de setenta y [ocho]
os, natural de Suiza, casado, ingeniero. Presentó como testigos a don
Óscar Solari, natural de Lima, de veinte y uno años, soltero, empleado;
y a don Carlos Solari, natural de Lima, de veinte y tres años, soltero,
estudiante. En fe de lo cual rmaron conmigo el declarante y los testigos.
El Alcalde N. Salazar. El declarante Eduardo Wertheman. Testigo Óscar
Solari. Testigo C. S. Solari”
80
.
80 Municipalidad de Miraores, Archivo de la Ocina de Registros Civiles, Libro 4, folio 189. Los
deudos y la Sociedad de Ingenieros del Perú anunciaron el deceso y sepelio, y publicaron un último
retrato del septuagenario ingeniero; ver El Comercio (Lima, 26 al 28 de marzo de 1921).
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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Anexo 
Cartas del ingeniero Arturo Wertheman al presidente
Manuel Pardo, 1873-1877
81
I
Excelentísimo señor presidente de la República don Manuel Pardo
Chachapoyas, septiembre 12 de 1873
Muy respetado señor:
A mi salida de esa capital hice a V.E. la oferta de comunicarle de una manera
privada todo lo que hubiera de importancia en relación a obras públicas de
este departamento. Desde mi regreso en esta ciudad no me ha sido posible
dar cumplimiento a mi compromiso en virtud de encontrarse completamente
paralizadas las obras públicas por orden expresa del Ministerio del ramo.
Como desgraciadamente va pasado largo tiempo de que dicha orden es
en vigor y no hay esperanza, ni aun de seguir lo que está principiado, con grave
detrimento de algunas obras, me tomo la libertad de reclamar la atención de
V.E. hacia dos trabajos importantísimos de esta ciudad, que están ya iniciados
y que deben ser llevados a buen término por el peligro de su deterioro, si son
desatendidos.
Estas obras son: el Colegio Nacional que está bien adelantado y la // provisión
de agua potable para el vecindario de que casi completamente carece.
El local en que actualmente funciona el Colegio Nacional es inadecuado para su
objeto por muchas razones que sería largo enumerarlas aquí y que están al alcance
de cualquiera; conviene pues, para el aprovechamiento y moralidad de la juventud
que se educa en el colegio, un local apropiado como el que está en fábrica.
Respecto del agua, la que actualmente sirve es muy insalubre y escasa y hay
ocasiones en que la ciudad carece completamente de ella: es la obra en mi concepto
que merece ser atendida de preferencia desde que el agua es el primer elemento
para la vida.
81 AGN, Cartas de Manuel Pardo, D2 48-3243.
45
Confío en que la ilustrada administración de V.E. hará que desaparezca a la
brevedad posible los inconvenientes que haya para la prosecución de las obras
públicas de este departamento, y que ordene a lo menos la conclusión de estas dos
que llevo indicadas.
Hace más de un mes que remití a la Junta Central de Ingenieros, el plano del
puente de alambre para Balsas, y para el entrante correo marcharán los planos de
la Escuela Normal de Cajamarca.
El orden público permanece por acá inalterable, y por mi parte felicito a U. //
por los triunfos del Gobierno sobre los facciosos y deseándole prosperidad me
suscribo su atento y sincero servidor.
A. Wertheman
[rúbrica]
[Respuesta: No sé cuál es el origen de la suspensión de obras públicas. Doy
orden de que C. y A. se continúen. Veré con gusto los planos para el puente
de Balzas y E. N. de Cajamarca.]
II
Excelentísimo señor don Manuel Pardo
Lima
Muy distinguido señor y amigo
Recibí su apreciada con fecha octubre 16 y según su orden se han seguido
las obras indicadas. Actualmente tenemos trecientos cincuenta hombres
ocupados en abrir las zanjas para el canal que debe traer el agua potable
a esta capital. Llegó a esta de tránsito para Lima el señor don Alejandro
Rivera que sin duda S.E. conoce por sus publicaciones sobre la Provincia
Litoral de Loreto y por haber sido comisario en Iquitos desde muchos
años. Pues este señor siempre ha sido uno de los más entusiastas para el
gran proyecto de unir el Atlántico con el Pacíco por la navegación del río
Tambo: yo mismo desde muchos años tenía el proyecto de explorar el río
Tambo y hacer trabajos geográcos en aquel río, porque hasta la fecha no
tenemos sino datos muy contradictorios sobre aquella región, pero hasta
esta fecha no había encontrado quién me acompañe en tan arriesgada
empresa. Hice en el año 1868 un viaje con el señor R. Tucker al río Ucayali
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
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y entramos la boca del río Tambo, del cual regresamos sin haber hecho
ningún esfuerzo para explorar dicho río. Es verdad que éramos todos más
o menos enfermos y que se nos había acabado los víveres.
Pues el proyecto que tenemos el señor Rivera y yo, es de embarcarnos
en el río Chanchamayo y bajar el río Tambo hasta su conuencia con el
Urubamba, levantar un mapa correcto del río Tambo con sus sondajes
respectivos y determinar denitivamente // hasta dónde se debe navegar el
río Tambo para poner después la navegación del Amazonas en comunicación
con el ferrocarril de la Oroya. La exploración es la misma que hice en el año
1871 en el Alto Marañón con los fondos de una suscripción en Chachapoyas
a lo cual añadí un pequeño peculio mío, y cuyos resultados ya conoce S.E.
Los peligros que sufriremos en la exploración del río Tambo son los mismos
que los que encontramos en la bajada del Marañón y las precauciones para
evitarlos son también las mismas. Creo pues que con la resolución irrevocable
que tenemos de hacer esa exploración las dicultades no serán tan grandes.
Tanto dinero ya gasta el Gobierno en exploraciones sin resultado
ninguno; nosotros no deseamos otra recompensa que la gloria de haber
hecho algo para el engrandecimiento del país en caso que salgamos
victoriosos de esa empresa.
La navegación del río Tambo no es una cción sino el resultado de un
cálculo racional, y por las razones que siguen:
1° Por ser un hecho probado que los misioneros de Ocopa han bajado
por el río de Chanchamayo a las misiones del Ucayali. El señor Rivera ha
leído varios manuscritos inéditos en la biblioteca del Convento de Ocopa
escritos por los padres que han viajado en los ríos Chanchamayo, Perené y
Ucayali, en los cuales aparece el río Tambo como un gran río.
2° Porque la Comisión Hidrográca del Chanchamayo al presentar su
informe desde la conuencia del Chanchamayo con el Paucartambo dijo
terminantemente que la navegación del Tambo era un hecho, y que la Comisión
Hidrográca del Amazonas podría llegar hasta aquel punto sin obstáculo
ninguno.
47
3° Porque el vapor Napo en su primer viaje no tuvo la fuerza // suciente
para vencer la corriente del río Tambo, por cuyo motivo el señor Tucker
mandó construir el vapor Tambo, el cual se ha encontrado menos a propósito
que el anterior. En esta segunda exploración resultó que no había agua en el
río Tambo ni para una canoa según el informe del señor Tucker, cuando en
el mismo tiempo la Comisión del Chanchamayo decía a la República entera,
que la navegación del río Tambo era un hecho consumado, por el gran
caudal de agua, anchura y fondo del río en la conuencia del Chanchamayo
con el Paucartambo, que forman el río Perené, el cual con el Ene forma el
río Tambo.
4° Porque no temo asegurar que el señor Tucker debe haberse equivocado
en su segunda exploración y que no ha encontrado el lecho del río Tambo,
sino que ha seguido algún auente suyo.
5° Porque si el inmenso caudal de aguas que traen los ríos Tulumayo y
Urumayo que forman el Chanchamayo, así como el del Paucartambo que
forma el Perené y el del Ene que forman el Tambo, no viene a formar el
Ucayali uniéndose al Urubamba; ¿a dónde y por dónde entran esas aguas al
Amazonas? No por el Pichis ni el Pachitea, pues el volumen de agua que este
río trae al Ucayali, es relativamente insignicante, por lo que se comprende
sin esfuerzo que el señor Tucker se ha equivocado en sus cálculos.
De todos modos, el conocimiento perfecto que la bajada del Chanchamayo
puede proporcionarnos, es tan importante para la Geografía, así como para
no estar como hasta hoy ciego sin conocer nuestro territorio, que nuestro
propósito no puede menos que despertar en el ánimo de V.E. el mayor
interés desde que el señor Rivera y yo no ansiamos ninguna recompensa,
porque estamos estimulados, él por realizar una empresa de que casi es
el único autor, y yo por mi amor a la ciencia y al país que he adoptado por
el mío.
Conociendo los tropiezos que siempre hay en comisiones numerosas,
suplico a V.E. que no se agregue a nadie, pues somos sucientes, el señor
// Rivera para mandar los diez hombres armados que debemos llevar y
hacer las apuntaciones, y yo para los trabajos de mi profesión. A nes del
mes de febrero tendré las obras de este departamento bastante adelantadas
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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para poder ausentarme cinco o seis meses dejando encargado de ellas al
sobrestante, y hacerme cargo de ellas tan luego que regrese. Debemos estar
listos para embarcarnos en el fuerte de San Ramón el 30 de mayo de 1874;
y como necesitamos peones del pueblo de Chasuta (Huallaga) que son muy
diestros para navegar en los ríos, será preciso que V.E. expida las órdenes
para que se contrate ocho buenos bogas pagándoles ocho pesos mensuales
hasta el día que regresen a su pueblo. Tengo la conanza en que en esta era
de progreso, no será despreciado nuestro patriótico proyecto, que si se lleva
a buen término ayudará a llenar su periodo de gloria.
Sírvase V.E. recibir las expresiones de mi más absoluto respeto y mandar
a su servidor.
A. Wertheman
[rúbrica]
Chachapoyas, diciembre 6 de 1873.
[Respuesta: Sr. J. Cáceres para que dé las órdenes sobre los bogas. Leído
con el mayor interés su carta; su proyecto no puede ser más ventajoso
para el país y el único modo de resolver denitivamente el problema de la
navegación del Chanchamayo; que he hablado con Herrera y le he citado
para acordar con él lo que deba hacerse; que espera que venga para febrero
y que ha decretado orden de que se contraten los bogas.]
III
Chachapoyas, febrero 10 de 1874
Excelentísimo señor presidente don Manuel Pardo
Lima
Sor
Recibí su apreciada carta con fecha 8 de enero en la cual leí con gusto
que V.E. había acogido nuestro proyecto de exploración del río Tambo,
apreciando su importancia merecida. El señor Rivera ha llegado a esta,
y hemos acordado que será imposible llevar a los chasutinos a Lima por
tierra y eso por varias razones maduramente disentidas.
49
El indio aunque se le trate con las mayores consideraciones es desconado
y puede huir por tierra en los momentos menos pensados, y con tal que
huya uno todos le seguirán, echando así a perder la exploración. Llevarlos
con escolta además de ser inecaz, movería todavía más la desconanza. En
todo el tránsito de la capital a esta, no faltan individuos de ideas mezquinas
(como varios lo han manifestado al señor Rivera) que si tenga buen
resultado nuestra expedición, creen que se perjudicará el comercio de esta
parte de la República, y hay toda probabilidad que nos pondrán obstáculos.
Es pues indispensable que se embarquen los bogas en Yurimaguas en los
vapores que siguen por mar hasta el Callao; de este modo no tendrán ni
ocasión de huir, ni podrán ser inquietados. El señor don Manuel Hurtado y
toda la gente sensata que hemos consultado a este respecto son de la misma
opinión.
Estoy arreglando las obras públicas de esta ciudad, para dejarlos
encargado hasta mi regreso a los señores Van den Bosch y Vaccaro que
quedarán al corriente, para no necesitar de mi dirección. //
El 28 de marzo saldré de esta para Iquitos, a donde llegaré con el señor
Rivera y los chasutinos el 12 de mayo. En Iquitos haré todos los arreglos
necesarios de acuerdo con el señor Comandante General para que ordene
alistar conforme a mis indicaciones el vaporcito Napo, el cual estará
expedito para ir a esperar la Comisión en el puerto de Soregui frente al sitio
de Santa Rosa del Ucayali, a tres millas de la conuencia del río Urubamba
con el Tambo, aguas abajo.
Espero de V.E. la orden para el Comandante General, mande alistar el
buquecito referido, y que haga lo posible a favor de la exploración para
que al último momento no se presenten tropiezos. Como mi presencia
en Iquitos es indispensable para ver yo mismo el estado del vaporcito y
escoger los útiles que debe llevar, me he resuelto hacer este viaje e irme a
Lima por mar, para evitar las penurias y peligros sin objeto, que presenta el
viaje por tierra en esta estación, y no dudo que V.E. aprobará esta medida.
Estaremos pues en Lima el 28 de junio y en Tarma el 15 de julio;
estableceré astronómicamente la posición geográca de Tarma, del fuerte
San Ramón y otros lugares. En segundo, haré construir las balsas en la
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
Revista del Archivo General de la Nación
50
conuencia del Tulumayo y Urumayo, del mismo sistema que las que hice
para bajar las cascadas del Marañón, con solo la diferencia que las arreglaré
para tener protección contra las echas de los indios. Pienso embarcarme
en el río de Chanchamayo el 1° de agosto, si lo permiten las aguas que
estarán muy bajas en aquella época.
Después de nuestra llegada a Lima se mandará la orden a Iquitos para
que salga el vaporcito y esperarnos en el sitio indicado, teniendo a bordo
las raciones, carbón, cables, armamento de que habré indicado al señor
Comandante General. A nuestra llegada a Santa Rosa nos embarcaremos
en el vapor Napo, y surcaremos el río, guiándonos con los apuntes que
tendré de la bajada. //
En caso que el vaporcito por el poco andar que tiene no pueda vencer
la corriente tan fuerte que puede ocurrir en algunos pasos y que esto
sucede solamente en distancias muy cortas, nos ayudaremos con cables. La
exploración de surcada debe hacerse algo antes de la creciente, para que si
acaso sufrimos una varada esa no sea de mucha duración.
Después de haber determinado el último punto hasta donde convenga
la navegación del río Perené, haremos el mismo trabajo en el río Ene y sus
tributarios para saber cuál es el punto más fácil a unir con la línea de la
Oroya.
Habrá necesidad que V.E. mande dar la orden para que se alisten en
el fuerte de San Ramón 42 palos de balsas, de seis metros de largo y 25 a
30 centímetros de diámetro, y los más derechos que se puedan conseguir;
creo esa medida necesaria para que estén bien secos hasta nuestra llegada.
Los gastos que ocasionará el contratar los bogas, así como el pasaje de
ellos y de nosotros, llegará a la suma de más o menos 3,600 soles. El señor
Rivera esperando poder llevarlos por tierra no trae sino 2,000 soles; nos
faltará pues para llevar a cabo nuestro proyecto el dinero indispensable.
Suplico a V.E. que, para que no suframos demoras, ordene la remisión de
otros dos mil soles al señor Rivera, lo cual se puede hacer por conducto
del señor don Nicolás Hurtado, don Manuel del Águila en Moyobamba,
que puede girar por esa cantidad al señor don Carlos Mouraille en Iquitos,
51
donde recibiremos el dinero el 12 de mayo, y entonces podremos seguir la
marcha en el vapor el 17 de mayo. Como no podremos embarcarnos ya en
el Chanchamayo el 1° de abril como lo esperaba, habrá que hacerlo el 1° de
agosto; por eso hemos acordado con el señor Rivera que no se contratará
los bogas antes del 15 de abril. En el caso que no se pueda conseguir
en Chasuta el número de bogas que necesitamos, los tomaremos de las
tripulaciones de los vapores del apostadero de Iquitos, donde se hallan
siempre muchos chasutinos // empleados como marineros, y podremos
hacer esto sin perjudicar al servicio, habiendo en el puerto de Iquitos
siempre varios vapores en reparación o inactivos.
Precisa también que V.E. haga decretar la organización de la Comisión
Exploradora del río Tambo, que será compuesta del señor Rivera, yo, 12
bogas y 10 rieros, que serán los únicos que bajarán con nosotros aquel
río. Las órdenes deben salir de Lima a lo más tardar el 2° jueves del mes de
marzo para que no suframos la demora de un mes en Iquitos.
Todos los riesgos que vamos a sufrir en esta empresa de tan importante
resultado, son nada en comparación del entusiasmo y decisión que tenemos
para llevarla a cabo.
Con sentimiento de la mayor adhesión, soy de V.E. verdadero amigo y
sincero servidor.
A. Wertheman
[rúbrica]
[Respuesta: Al Sr. P. de Zela para que dé las órdenes convenientes a Iquitos;
y que cumplan en Iquitos los deseos de Wertheman. Copia de la carta y
enviarla a Santa María y que aliste los objetos indicados en esta. Decretar la
organización de la comisión exploradora del Tambo y mandar los s/. 1000.
Dos copias O.P. y Com.]
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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IV
Excelentísimo señor don Manuel Pardo
Presidente de la República
Lima
Excelentísimo señor presidente
Un placer innito tengo en poder felicitar a V.E. por el buen éxito que ha
tenido su importante campaña, que así asegura la paz del país.
Las felices noticias que acabamos de recibir me hacen menos sentir el
fracaso completo que ha sufrido nuestra comisión al Perené, y me permiten
esperar que con este pequeño contratiempo no quedará aniquilada esta
interesante empresa. La causa de nuestra desgracia ha sido motivada
en mayor parte por el retiro que se hizo de las fuerzas en La Merced, lo
que nos obligó embarcarnos allí mismo. Espero pues que sin pérdida de
tiempo volveremos organizar otra expedición que se hará con más acierto
y experiencia, embarcándonos en la conuencia del Paucartambo con el
Chanchamayo.
Mi compañero el señor Rivera participa // de estos mismos sentimientos
y ambos quedamos como siempre de V.E muy adictos servidores y amigos.
A. Wertheman
[rúbrica]
Tarma, diciembre 13 de 1874.
V
Chachapoyas, abril 15 de 1876
Excelentísimo señor presidente don Manuel Pardo
Lima
Excelentísimo señor:
Desde mi salida de Lima dejé de escribir a V.E. por la razón que no
se ha ofrecido motivo de importancia para hacerlo. Escribí varias veces
53
al señor Malinowski para que hable con V.E. y que nombre a don Ramón
Herrera para acompañarnos en la Comisión al Chanchamayo, tanto por
ser muy práctico para los trabajos en la Montaña como por ser de nuestra
conanza. Ya que el señor Herrera ha aceptado otra comisión, suplico
a V.S. que ordene que el capitán don Juan Manuel Tirado, que también
conocemos desde diez años, se agregue a la Comisión del Chanchamayo.
El señor Tirado, cuyos servicios no son indispensables en esta
gendarmería, ha hecho muchas exploraciones en la Montaña y no dudo
V.E. ha tenido conocimiento de las interesantes colecciones que exhibió
en el año 67 en Lima. Además ha probado inteligencia, mucha actividad
y energía en los diversos lances que tuvo en la Montaña. Como no aspira
sino a prestar servicios a su país na- // tal se separará gustosamente de esta
gendarmería sin otra recompensa que su sueldo actual.
El señor Rivera llegó ayer con la gente de Chasuta y estaremos antes del
10 de mayo en Lima.
Importa pues que los preparativos en Lima se hagan hasta el n de mayo,
para estar en los primeros días de junio en el Chanchamayo.
Vuelvo pues a suplicar a V.E. que ordene se despache inmediatamente
la orden al señor Tirado para que se una a la Comisión del Chanchamayo,
orden que él está decidido cumplir en el acto.
Tengo esperanzas bien fundadas en el buen éxito de la Comisión por
la gente tan buena que ha traído Rivera y tengo toda conanza que V.E.
seguirá en proteger esa importante empresa como se ha dignado hacerlo
hasta ahora.
Me suscribo de V.E. adicto servidor y amigo.
A. Wertheman
[rúbrica]
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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54
VI
Lima, julio 2 de 1876
Excelentísimo señor presidente de la República don Manuel Pardo
Excelentísimo señor:
A pesar de las disposiciones de V.E. para que la Caja Fiscal nos abonara
el importe del presupuesto necesario para la exploración del Perené, hasta
hoy nos encontramos paralizados en esta capital.
La demora que sufre la expedición es perjudicial para su buen éxito,
porque calculando con la demora que sufriremos en el Chanchamayo para
la apertura del camino y la construcción de las balsas, se está pasando el
tiempo propicio para el viaje. //
Ese perjuicio lo es también para el Supremo Gobierno y para nosotros;
para el primero porque sostiene en inacción a los bogas y otros miembros
de la Comisión, y que los bogas van perdiendo el entusiasmo porque se
encuentran en estado de exasperación por falta de recursos y por el anhelo
de regresar a sus hogares. He sabido también que la tropa que debe proteger
nuestro embarque y abrir el camino al Paucartambo está descontenta por
encontrarse ociosa por falta de dirección.
Agréguese a esto que estoy insoluto de mis haberes desde nueve meses
y por consiguiente lleno de compromisos, y sin más crédito para auxi- //
liar a esos pobres hombres que han abandonado sus familias para servir en
esta Comisión.
Lo mismo puedo decir del señor Rivera que se halla en la misma
situación penible.
Por todas las razones expuestas suplico a V.E. se digne dictar órdenes
terminantes para que salga la expedición lo más pronto y permitirnos así
la muy grata satisfacción de romper la clausura de las aguas del Perené
durante el mando de V.E.
55
Aprovecho Excelentísimo Señor esta ocasión para reiterar a V.E. las
seguridades del mayor respeto de su atento servidor.
A. Wertheman
[rúbrica]
VII
Chachapoyas, mayo 28 de 1877
Señor don Manuel Pardo
Lima
Distinguido señor y amigo
Llegó a esta el señor Nájar que me dice que U. no ha recibido mi carta de
Yurimaguas ni los datos que le mandé de Paucartambo.
No me extraña que el señor Prado no haya recibido mi carta porque
sé que su Secretario abre las cartas de él antes que las vea, y le hablaba
detalladamente sobre el progreso del Departamento Fluvial.
El actual Gobierno ha hecho una contrata de navegación para el
Amazonas sin haber estudiado las conveniencias de esta medida y como
lo entiendo ha sido sorprendido. Los buques nacionales del apostadero de
Iquitos fueron puestos a disposición del comercio uvial en una época en la
cual el tráco era muy reducido y para desarrollar el comercio y la industria.
El Gobierno sostenía la navegación con un décit que nunca ha pasado de
20,000 soles anuales y eso no tanto por ser insuciente el movimiento sino
más bien por la mala organización; pero aun así en los últimos años el décit
ha sido mucho menor. En la actualidad el Gobierno no tiene necesidad
[de] hacer este sacricio puesto que los buques extranjeros llegan todos los
meses del Pará a Yurimaguas. //
Esa navegación lejo[s] de gravar a la Nación hace circular dinero,
puesto que exportan productos peruanos y que pagan en plata la leña que
consumen los buques.
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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Los benecios que tienen esas dos compañías deben ser regulares cuando
se toma en cuenta que una de ellas ha mandado construir un remolque con
seis lanchones exclusivamente para la navegación del Amazonas peruano.
Ahora, la Compañía Mouraille y Marcial Piñón piden al Gobierno una
subvención de 2,000 soles mensual, compra los buques nacionales y lo que
les conviene de la Factoría y del Arsenal y además pone bases desventajosas
para el Estado.
El Departamento siempre necesitará de empleados scales, comandantes
del apostadero y de frontera, capitanes de puerto, fuerza armada, etc., de
modo que en realidad los gastos no serán reducidos y el comercio queda
monopolizado por una sola compañía.
En el caso que se lleva a cabo esa contrata, que en mi concepto es
desventajosa al país, será preciso establecer la aduana en San Antonio
sino la compañía podrá monopolizar el comercio hasta Cajamarca porque
según un decreto las mercaderías que nos vienen por el Amazonas son
libres de derechos. //
Más conveniente me hubiese parecido sostener al Departamento
Fluvial con un contingente de cinco a seis mil soles mensuales, dejando la
navegación libre y tener los buques listos para en caso necesario desempeñar
las comisiones o auxiliar al comercio.
Estamos formando actas a favor de don Enrique Meiggs para que ese
se encargue de la construcción del puente en Balzas cuya necesidad se
hace más imperiosa cada día. Puede hacerle como negocio con sus propios
fondos o recabar del Gobierno las cantidades votadas para ese objeto.
Espero pues que esta obra llamará a este Departamento obreros y entonces
quizá llamará la atención las minas de oro de Santo Tomás.
En Balzas también dicen hay minas de oro pero esas no las he visto. El
doctor Raimondi conoce Santo Tomás. Las minas consisten de vetas de
quartzo aurífero muy abundante. Las más pobres que he ensayado han
dado 30 soles por tonelada y he encontrado hasta 2,500 soles por tonelada.
57
En las minas que he trabajado en California los gastos de extracción y
benecio llegaban a 12 soles por tonelada en circunstancias idénticas.
El desarrollo de estas minas pudiere dar vida a este Departamento tan
olvidado.
En el caso que se quiera mandar a una per- // sona para inspeccionar
aquellas minas tendrá que hacerse de un modo disfrazado porque el día
que se quiere tomar posesión de una veta salen a la luz cincuenta dueños
y en realidad ninguno cumple con la ley. Debe irse con ingeniero bajo el
nombre de botánico y llevar azogue para regalar a los cholos como lo hizo
el señor Raimondi.
El capitán Tirado ésta completamente restablecido y se honra saludar a
U.
Saldremos de aquí el primer[o] de junio pues queda completamente
terminado el trabajo que me encargaron las autoridades del lugar. Mi
demora ha sido tan larga aquí puesto que las lluvias tan fuertes de este año
han impedido impulsar más la obra.
Dispense U. que le moleste con mis cartas pero he creído cumplir con
un deber a la amistad que U. siempre me ha manifestado.
Reciba U. la expresión de mi sincera adhesión y considéreme como a su
servidor y amigo.
A. Wertheman
[rúbrica]
El Oriente del Perú, la investigación geográca en el siglo XIX y el ingeniero Arturo Wertheman
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58
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