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Nuevo Siglo-Nueva Visión en Paleografía y Diplomática
Branka María Tanodi
1
Resumen
La reexión que podemos hacer hoy de la Paleografía, necesariamente es
diferente a la que se concebía en tiempos pasados, teniendo como función
especíca el estudio de la escritura en misma, logrando una conguración
propia y perfectamente denida, convertida hoy en la más amplia “Historia de
las prácticas de lo escrito”.
Asimismo, la nueva corriente de la Diplomática, se centra en los aspectos
sociales del documento, su relación con las personas que intervienen en el
mismo y con las clases sociales que representan, quienes verdaderamente son
las que condicionan su naturaleza.
Palabras clave: paleografía, diplomática, historia, historia de las prácticas
de lo escrito, documento, escritura.
Abstract
The reection that we can do today of the Paleography, necessarily is
different from which was conceived in last times, having as specic function
the study of the writing in itself, obtaining an own conguration and perfectly
dened, turned today the amplest “History of the practices of the writing”.
Also, for the new current of the Diplomatic, it is centered in the social
aspects of the document, his relation with the people who take part in and
with the social classes which they represent, which are the one who truely
condition their nature.
Key words: paleography, diplomatic, history, history of the practices of
the writing, document, scripture.
1
Doctora en Historia y Técnica en Archivos Históricos. Directora del Programa de Investigación: La
Cultura Escrita: Paleografía, Diplomática y Archivos, en Centro de Estudios Avanzados–Universidad
Nacional de Córdoba (Argentina).
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Revista del Archivo General de la Nación
La reexión que podemos hacer de la Paleografía y la Diplomática, en
el siglo XXI, necesariamente es diferente a la que se concebía en tiempos
pasados. El punto de vista estaba inuenciado por el trabajo profesional del
paleógrafo y diplomatista, de la misma manera que el del historiador, a partir
de una situación heredada en la que una serie de ciencias utilizaban, si bien
desde análisis diferentes, el mismo elemento material en su trabajo: “los
documentos o diplomas”.
- El lector/intérprete de letras-escrituras, el paleógrafo.
- El especialista en formularios y estructuras de diplomas, el diplomatista.
- El estudioso que, utilizando el trabajo de los dos anteriores y su propia
experiencia, “interpretaba” los diplomas, el historiador.
2
Todos trabajaban en el mismo ambiente, el archivo, y en muchas ocasiones
realizaban a lo largo de su vida una o varias de estas funciones.
El primer planteamiento cientíco de la Paleografía,
3
que nace a nales
del siglo XVII de la mano de la Diplomática, lo encontramos en la obra de
Jean Mabillon, “De re diplomatica libri VI.
4
El término, sin embargo, aparece
por primera vez en 1708, formando parte del título de la obra de Bernardo
de Montfaucon, Paleographia graeca.
5
Lo cierto es que, desde la obra de
Mabillon, ya se venían realizando estudios sobre determinadas escrituras
como auxiliares y complementarias de la diplomática, dado que, mediante
ellas, también se pretendía contribuir al discernimiento de la autenticidad o
falsedad de los documentos.
La Paleografía vinculada a la Diplomática, en carácter de disciplina
auxiliar, cumpliendo su función de herramienta que facilitaba la lectura de
textos escritos en épocas antiguas, auxiliaba con eso también a la historia. No
obstante, a lo largo de todo el siglo XIX, fue separándose paulatinamente de
la diplomática y del mismo modo de la historia.
2
AGUINAGALDE, F. Borja de, “Erudición y organización de archivos privados en la monarquía
absoluta: de la función común a la conguración de una profesión especíca Erudición y Discurso
Histórico: las instituciones europeas. (s. XVIII -XIX), ed. a cargo de Francisco Gimeno Blay,
Universitat de València. 1993, p. 142.
3
FLORIANO CUMBREÑO, Antonio, la dene como “la doctrina de las antiguas escrituras, cuyo
n es el estudio de su evolución histórica, establecida sobre bases críticas y dando al mismo tiempo
reglas para su acertada interpretación”, en Curso general de Paleografía y Paleografía y Diplomática
Españolas, Oviedo, 1946, p. 17.
4
MABILLON, Jean, “De re diplomatica libri VI París, 1681, en sus capítulos VIII, X y XI, especialmente
en este último.
5
El nombre completo de la obra del benedictino francés Bernardo Montfaucon fue “Plaeographia
graeca, sive de ortu et progressu litterarum et de variis omnium saeculorum scriptionis graece
generibus, París, 1708.
337
Los óptimos logros de los paleógrafos alemanes en los últimos años del
siglo XIX y en las primeras décadas del XX, habían puesto de maniesto las
posibilidades de la Paleografía en constituirse en ciencia independiente. A su
vez, los paleógrafos italianos lo cimentaron en la llamada “Nueva Escuela
Italiana de Paleografía”.
Así, desde comienzos del siglo XX, además de su carácter de auxiliar
de otras ciencias, comenzará a tener como función especíca el estudio de
la escritura en sí misma, como manifestación de la actividad del hombre en
distintos lugares y momentos de la historia, logrando una conguración propia
y perfectamente denida.
Esta renovación fue iniciada con el alemán Ludwig Traube, desde la
Universidad de Munich y el italiano Luigi Schiaparelli, desde la Escuela de
Paleografía de Florencia.
6
La obra de Traube sobre la producción manuscrita
del monasterio irlandés de Peronne en Francia, abrirá nuevos horizontes a la
Paleografía, al tratar de explicar el fenómeno gráco como un aspecto de la
historia de la cultura.
7
La consolidación cientíca de la disciplina en Italia acontece en el
momento en el que coinciden algunos de los más renombrados paleógrafos,
Luigi Schiaparelli, Giorgio Cencetti, Giulio Battelli. La teoría paleográca
de estos autores denió con mayor amplitud el campo y objetivos de estudio,
aunque el concepto de paleografía, todavía quedó relacionado más con una
historia lineal y estática de la escritura, que con la formulación social de la
misma.
La “Nueva Escuela Francesa”
8
integrada por paleógrafos franco-belgas
produjo un gran impacto porque sus teorías conceptuales y metodológicas
resultaron novedosas. Sus innovaciones se concentraron, sobre todo al
principio, en el análisis de las escrituras practicadas en tiempo del imperio
romano. Esta renovación dio, entre otros frutos, la obra Paleographie Romaine,
9
Nuevo Siglo - Nueva visión en Paleografía y Diplomática
6
FERNÁNDEZ FLÓREZ, José Antonio. “Paleografía y Fuentes Documentales de la Edad Madia
Burgalesa: estado de la cuestión”, en I Jornadas Burgalesas de Historia. Introducción a la Historia de
Burgos en la Edad Media, Burgos, 1990, p. 126.
7
CASTILLO GÓMEZ, Antonio. En “De la Paleografía a la Historia de las prácticas del escribir”, p.
123-124, cita a Perrona Scottorum ein Beitrag zur Ueberlieferungsgeschichte und zur Palaographie
des Mittalaltters. Munich, 1900, Cfr. Giulio Battelli, Lezioni di Paleograa, Ciudad del Vaticano, 3°ed.
1986.
8
MASEI, F. « La Paéographie Gréco-Latine, ses taches métthodes «, en Scriptorium, X, 1956, pp. 281-
302.
9
MALLON, Jean. Paleograpie Romaine, C.S.I.C., Madrid, 1952.
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Revista del Archivo General de la Nación
en la que se pone de maniesto que en paleografía se habían superado muchas
de las barreras ancestrales, congurándose como una ciencia autónoma, con
un método de análisis propio, ampliando su campo de estudio, que ya no
quedaba limitada a los textos escritos sobre materiales “blandos”
10
, sino que
también serían tenidos en cuenta los soportes “duros” o epigrácos.
El principal órgano de difusión periódica de la misma, la revista
Scriptorium,
11
fue propugnando este nuevo aspecto de la Paleografía, como
ciencia independiente y autónoma. Las aportaciones de los italianos se dieron
en la revista Scrittura e civiltá, con trabajos de Bartoli, Petrucci, Pratesi,
Cavallo y otros, cuyo primer número se publicó en 1977.
Entre los españoles, Luis Nuñez Contreras en 1974 proponía considerar
la Paleografía como la ciencia que, utilizando como fuentes los monumentos
grácos en su integridad, estudia la evolución de la escritura, de la que se ha
valido el hombre a través de su historia para jar la lengua articulada, que es,
por naturaleza, fugaz. Años más tarde, añade que, en la historia de la escritura,
no puede ser olvidada la prioridad pasado-presente / presente–pasado porque
lo histórico constituye un pasado excepcional que de alguna manera sobrevive
y tiene como objeto último la comprensión del presente.
12
Otro autor, Agustín Millares Carlo, interpreta que Paleografía es, por un lado
ciencia autónoma y, por otro, auxiliar principal en el examen de la escritura.
13
Y
añade que su campo de acción se ha visto ensanchado y su técnica y procedimientos
han venido a constituir un “capítulo nuevo en la historia de la cultura” y a situarse
como base sólida en los problemas de transmisión de los textos.
14
A su vez, José Antonio Fernández Florez, sostiene que del análisis de la
escritura en sí misma, en cuanto a sus formas alfabéticas, también pueden
extraerse datos y precisiones en orden a un mejor conocimiento del ambiente
sociocultural en el que se desenvolvía la persona que escribe, porque la
escritura, independientemente de lo que a través de ella se trasmita, es una
huella de la actividad del hombre.
15
10
La paleografía se centraba en: papiro, pergamino y papel.
11
El primer número de la revista Scriptorium salió en 1946/47.
12
NUÑEZ CONTRERAS, Luis. “Sobre el actual concepto de Paleografía”, Miscelánea… Marín Oceto,
tomo II, Granada, 1974, p. 838.
13
MILLARES CARLO, Agustín. Tratado de Paleografía Española, 3° edición, con la colaboración de
J.M.Ruiz Asencio, tomo I, Madrid, 1983, p. 6.
14
MILLARES CARLO, A., MANTECÓN, José Ignacio. Álbum de Paleografía Hispanoamericana de los
siglos XVI y XVII, I Introducción y transcripciones, El Albir, Barcelona, 1975. p.7.
15
FERNÁNDEZ FLÓREZ, José Antonio. “Paleografía y fuentes documentales de la edad Media
Burgalesa: estado de la cuestión”, en I Jornadas Burgalesas de Historia. Introducción a la historia de
Burgos en la Edad Media. Burgos, 1990, p. 138.
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Podría decirse que en las últimas décadas se ha venido precisando cada
vez más el nuevo concepto de paleografía con un gran número de autores
españoles, entre otros, Francisco Gimeno Blay, Manuel Romero Tallago,
Angel Canellas, José Trench Odena, Angel Riesco Terreros que sintieron la
necesidad de jar por escrito su forma de entender la disciplina, de lo que ha
derivado un gran enriquecimiento de la misma.
Volviendo a la Nueva Escuela Francesa, esta buscó la consolidación de
la Paleografía como una ciencia autónoma, integrada por tres vertientes:
Paleografía de Lectura, Paleografía de Análisis y una Historia de la escritura.
Si bien la Paleografía como mero instrumento de lectura hoy día está
superada, si solo se considera como la única dimensión de la disciplina, no
debe ser despreciada sin olvidar que, si bien todo paleógrafo ha de ser buen
lector, no todo buen lector, y solo por ello, es un paleógrafo.
16
La Paleografía de Análisis intenta determinar cuándo, dónde y cómo se
han dado las diferentes escrituras, permitiendo la reconstrucción de todo el
proceso gráco y su explicación hasta nuestros días. Para ello se ha servido
de un método de trabajo que se asienta, fundamentalmente, sobre los siete
elementos de análisis jados por Mallon y más tarde redenidos y ampliados,
en especial por la escuela italiana.
La tercera vertiente, Paleografía como Historia de la escritura, es la que
le da entidad de ciencia independiente y autónoma, con objetivos y método
propios, ocupándose de la escritura y su lugar en la historia y como tal inserta
dentro de la Historia de la Cultura.
17
De esta manera, más que hablar de Paleografía –con las limitaciones
etimológicas que entraña el término y las apreciaciones eruditas que despierta–
había que decir “Historia social de la escritura”,
18
convertida hoy en la más
amplia y global “Historia social de la cultura escrita” o, si se preere, en una
“Historia de las prácticas de lo escrito”. Es esta una denominación más ajustada
a los objetivos marcados en esta nueva etapa y desde luego más conforme con
las pretensiones históricas y cientícas que se han puesto como meta.
19
Nuevo Siglo - Nueva visión en Paleografía y Diplomática
16
Ibídem, p 128.
17
Ibídem, p. 130.
18
BARTOLI LANGELI, Atilio. “Intervento di apertura”, en Alfabetismo e cultura scritta nella storia
della societá italiana, Universitá degli Studi, Perugia, 1978, p.20.
19
CASTILLO GÓMEZ, Antonio. De la paleografía a la H…, p. 127-128.
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Revista del Archivo General de la Nación
En este aspecto, es especialmente importante el trabajo de Armando
Petrucci, de la nueva escuela italiana, quien parte de la paleografía que estudia
la historia de la escritura en todas sus fases. Arranca para su análisis del
postulado que indica que además del objeto de investigación característico,
toda área disciplinaria es denida por el método, que en nuestro caso es el
relevamiento y análisis formal y comparativo de las características grácas y
materiales de cada uno de los testimonios escritos tomados en consideración,
y por el orden de los problemas que se propone afrontar. Petrucci plantea
hacerse las siguientes preguntas:
Qué, es decir, en qué consiste el texto escrito, qué hace falta transferir al
código gráco habitual para nosotros, mediante la doble operación de lectura
y transcripción. Cuándo fue escrito el testimonio que estamos estudiando.
Dónde, en qué lugar se llevó a cabo la obra. Cómo, con qué técnicas, con qué
instrumentos, sobre qué materiales, según qué modelos fue escrito el texto.
Quién lo realizó, a qué medio sociocultural pertenecía el ejecutor y cuál era
en su tiempo y ambiente la difusión social de la escritura. Y nalmente, para
qué fue escrito el texto. Cuál era la nalidad especíca de ese testimonio en
particular y, además, cuál podía ser en su época y en su lugar de producción la
nalidad ideológica y social de escribir.
20
De la respuesta a estas preguntas nace una nueva propuesta teórica y
metodológica articulada en el ambiente de los estudios sobre lo que pasó a
llamarse “Alfabetismo y cultura escrita”.
Dice Castillo Gómez que el reto de la nueva paleografía es desentrañar
la función y la difusión social de las prácticas escritas y para ello hubo que
“crear” nuevas fuentes de investigación. Dicho de otro modo, rescatar del
olvido materiales marginados por la historiografía positivista y a los que no
se les había reconocido el estatus de fuentes históricas, como consecuencia
de la tradicional miticación de las materias escriptorias más solemnes,
vinculadas a la clases dirigentes de la sociedad, casi las mismas que venían
dedicándose a esas labores. Crece entonces el interés por las escrituras usuales
y los testimonios escritos – más difíciles de encontrar por su mismo carácter
perecedero – de las clases subalternas y los grupos urbanos.
21
El historiador de las escrituras y de las lenguas, Giorgio R. Cardona,
asegura que “la escritura puede ser todo lo que nosotros logremos leer en
20
PETRUCCI, Armando. La ciencia de la escritura, Primera lección de Paleografía, Fondo de Cultura
Económico, 2ª ed., Buenos Aires 2003, p.8.
21
CASTILLO GOMEZ, Antonio. De la paleografía a la H… p.128.
341
ella”; ante todo, lo que concierne a los hombres que la han usado y su mundo.
Si bien, nunca hubo en el pasado y no existe hoy, una sociedad caracterizada
por el uso masivo de la escritura o sea practicada por todos los individuos que
forman parte de la misma.
22
Hoy, por lo tanto, la Paleografía deja de ser sólo el estudio de los tipos
de escritura y pasa a denirse en virtud de la consideración del hecho escrito
como un producto socio–cultural cuyo estudio e interpretación provee un
conocimiento más rico del pasado y del presente.
23
La validez de su método
se hace especialmente apreciable en las investigaciones sobre la historia del
alfabetismo y de la alfabetización, al aportar al análisis de los procesos de
alfabetización y al signicado de las prácticas escritas.
24
Por ser la escritura “una de las formas menos igualitarias”,
25
dice Cardona,
su circulación muestra del modo más evidente los condicionamientos, los
desniveles, las contradicciones entre los que saben o no escribir. Podríamos
entrar aquí, si nos basamos en las fuentes apropiadas, a distinguir diferentes
“categorías de alfabetizados”
26
de acuerdo con las capacidades de escritura
personales y especícas.
Petrucci distingue seis categorías de alfabetizados:
- Los “cultos”, aquellos que la dominan sin dicultad, saben escribir
textos en una o más lenguas distintas a la lengua materna.
- Los alfabetizados profesionales, manejan algunas técnicas grácas y
poseen capacidad de escritura más que de lectura.
- Los alfabetizados instrumentales, poseen competencias de lectura y
escritura de nivel medio alto, con lectura constante y selectiva.
- Los semianalfabetos funcionales, escriben solo por necesidad y son
escribientes lentos.
- Los semianalfabetos grácos, escriben con dicultad textos cortos y en
general no comprenden lo que leen.
- Los auténticos “analfabetos”, no son capaces de leer ni escribir, su
cultura es esencialmente oral y visual.
27
Nuevo Siglo - Nueva visión en Paleografía y Diplomática
22
CARDONA, Georgia R. “La cultura dello scriba”, en P. Rossi (comp.) La memoria del sapere. Forme
di conservazione e strutture organizzative dell’antichità a oggi, Laterza,Roma-Bari, 1998, pp 3-28
23
CASTILLO GÓMEZ, Antonio. De la paleografía a la H…, p 130.
24
Su contribución debe incidir en el aspecto cualitativo y no cuantitativo o estadístico, el cual reduce la
historia a la oposición entre quienes sabían rmar y los incapaces de hacerlo.
25
CARDONA, Georgia R. op. cit.
26
PETRUCCI, Armando. La ciencia de la escritura…, p. 27.
27
Ibídem, p. 28-30.
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Revista del Archivo General de la Nación
Las nuevas perspectivas de análisis -volcadas al aspecto cualitativo-
plantean nuevos temas de investigación a través de los cuales se trata de
conocer las funciones atribuidas política y socialmente a los productos escritos,
el prestigio social de los escribientes, el poder del escrito, los contextos del
aprendizaje, familia–escuela, la signicación social de los maestros, el status
social de los alfabetizados, la necesidad social de aprender a escribir; o las
prácticas concretas del escrito, tanto en sus usos activos –escritura- como
pasivos –lectura-.
28
Pasemos ahora a considerar las nuevas posiciones en relación con la
Diplomática. Desde nales del siglo XIX se ha tratado de retocar más o menos
a fondo el concepto tradicional de Diplomática y el objeto de la misma, que
no estaría ya constituido solo por los documentos medievales, como lo habían
establecido los primeros tratadistas, sino por cualquier documento, tanto el
antiguo como el más moderno; porque aun desde el punto de vista historiográco,
el documento actual para el historiador del mañana se habrá convertido de algún
modo en antiguo. En cuanto a su calidad y contenido, tampoco cabe excluir
ninguno, ni siquiera los puramente administrativos y los documentos lato
sensu. De esta manera son tenidos en cuenta también proyectos de leyes, cartas,
informes, cuentas y tantos otros. A tal punto que Bautier llega a proponer la tesis
de que el objeto material y formal de la Diplomática es algo muy simple y se
identica con cuanto hay conservado en los archivos.
Asimismo, el diplomatista ha de aspirar, a través de los elementos visibles
y presentes del documento, a averiguar y conocer la génesis y las fases por las
que la pieza documental fue pasando desde que se ideó y proyectó en la mente
de alguien hasta que llegó a su estado y momento actuales, además de realizar
la crítica externa e interna del documento.
Analizar si es auténtico o falso constituye la crítica externa del documento. Es
un procedimiento fundamental, que exige dos observaciones complementarias.
La primera es que también un documento falso es un documento histórico y
puede constituir un valioso testimonio de la época en que fue producido y el
período durante el cual se lo consideró auténtico y se lo utilizó. La segunda es
que un documento, especialmente un texto, pudo sufrir en el curso del tiempo
manipulaciones aparentemente cientícas que hicieron olvidar el original.
La crítica interna debe interpretar el signicado del documento, evaluar la
competencia y sinceridad de su autor, medir su exactitud, y confrontarlo con
otros testimonios.
29
28
CASTILLO GOMEZ, Antonio. De la paleografía a la H…, p. 130-131.
29
LE GOFF, Jacques. El orden de la memoria, El tiempo como imaginario, Paidós, 1991. Barcelona, p. 108.
343
Últimamente, para una nueva corriente diplomática el principal objeto de
la misma se centra en los aspectos sociales del documento y en torno a ellos
gira. El diplomatista, habrá de considerar antes que nada la función social del
documento, es decir, su relación con las personas que intervienen en el mismo
y con las clases sociales que representan, las cuales son las que verdaderamente
condicionan su naturaleza.
Desde esta perspectiva, los estudios diplomáticos estarán marcados por
el análisis de los instrumentos legales que señalan el origen, denominación,
formulario y nalidad de cada uno de los tipos documentales; aparato
reglamentario que ha ido sufriendo modicaciones o fue raticado por
disposiciones posteriores sancionadas muchas veces a instancias de la práctica
cancilleresca o administrativa.
En esta nueva metodología
30
debemos establecer dos puntos fundamentales
de partida que condicionarán todas las vertientes del estudio: el estado social y
el proceso comunicativo del documento.
El primero es el status social de “quién escribe” y del “a quién se
escribe”. El dictamen de una carta se concebía en la Edad Media como una
digna y articiosa acumulación de palabras con el peso de frases hechas o
sentencias, sin que faltara ni sobrara nada al mensaje, y mirando siempre a la
jerarquía y representación social de los comunicantes. Todas sus formas eran
esencialmente previsibles. La creación personal quedaba “estrangulada” por
las estrictas fórmulas de inicio y cláusulas de cierre, por la preceptiva retórica
y por los tópicos del poder.
31
Hay que considerar al documento escrito, dice Romero Tallago, dentro
de la atmósfera comunicativa en toda su integridad y en cada momento
de la Historia, dentro de la cambiante “asimetría” de las tres formas de
comunicación: “oír, ver, escribir”;
32
asimetrías con proporciones más o menos
desarrolladas según las épocas que estudiemos, desde la Edad Media hasta la
Contemporánea.
Nuevo Siglo - Nueva visión en Paleografía y Diplomática
30
“Un método es un camino a recorrer una y otra vez sobre cada uno de los documentos; un camino que
se ofrece de un modo estable, asequible, como el que maravillosamente ofreció Jean Mabillon, que
todavía es fundamento de la nueva perspectiva del documento. Hay que evitar “andar a tientas” con
una mera “investigación empírica”, como decía Foucault en su Arqueología del saber”, cit. ROMERO
TALLAFIGO, Manuel. “Nueva Diplomática, nueva metodología para la Historia del Documento”,
Signo.2004 Revista de la Cultura Escrita, 14, Universidad de Alcalá, p. 152.
31
Ibídem, p. 139.
32
BOUZA, 1992, p. 23.
344
Revista del Archivo General de la Nación
Todo documento, como cosa material, trasmite escritura, texto, mensajes
orales y también comunicación “icónico-visual” que siempre la Diplomática
tradicional incluyó en los llamados “caracteres externos”. Los documentos
emitidos por el Poder se revisten normalmente de caracteres externos de
especial solemnidad de formato, tintas, escritura, sellos. Se elaboraron con
especial cuidado por técnicos especializados y trasmitían intencionadamente
mensajes meramente visuales. Son documentos para ver, además de
documentos para leer.
33
Para una interpretación integral de los documentos hay que leerlos en voz
alta, como en su momento fueron dictados por el autor y, luego, fueron oídos
por los destinatarios, y hay que observarlos en su materialidad gurativa, tal
como fueron exhibidos en contextos comunitarios o privados, dirigidos a uno
o muchos oyentes y al mismo tiempo videntes.
34
El aspecto visual del documento de Cancillería no puede ser separado de la
losofía de la época. Siempre fue necesaria, sobre todo cuando el Poder necesitó
marcar las diferencias. Por eso existen documentos “pintados” en los archivos.
35
Los signos también están cargados de mensajes, aunque estos sean
meramente visuales. Por ejemplo, los módulos de la escritura
36
o los enmarques
coloreados de determinadas escrituras, la ubicación de elementos textuales
como las suscripciones; los tonos de color, la dimensión y la calidad del
soporte, los márgenes, los pliegues, entran dentro de las formas o caracteres
externos que conguran la identidad de un documento.
Hay otros aspectos muy signicativos en el proceso de producción del
escrito, resultantes del escenario de su ejecución, las actitudes mentales y
físicas de los ejecutantes, así como las situaciones, los ambientes, los tiempos
de trabajo, los instrumentos utilizados, la preparación cultural, el rol social de
cada uno de los que intervienen en el proceso de escritura y así sucesivamente;
son ellos, en realidad, los que eligen y dominan, en su actividad concreta, sus
modalidades, aunque en muchos casos su identidad permanezca ignorada.
De hecho podríamos seguir avanzando en el tema, distinguiendo, por
ejemplo, variedad de operaciones, usos y resultados grácos para comprender
de modo crítico e interpretar históricamente los testimonios de la actividad
33
SÁENZ, Carlos. Documentos para ver, documentos para leer. En “Anuario de Estudios Medievales” 29
(1999), p. 899-900.
34
ROMERO TALLAFIGO, Manuel, “Nueva Diplomática…”, p. 154.
35
SAENZ, Carlos. Ob.cit., p. 899-900
36
Por ejemplo, las letras alargadas de Bulas ponticias o la rueda de los Privilegios Rodados.
345
de escritura de la humanidad que llegaron hasta nosotros. Pero no es esta la
nalidad de este trabajo, sino la de alertar sobre los nuevos enfoques que hoy
presenta la Paleografía y la Diplomática; porque desde hace algunas décadas,
como dice Petrucci, “la partida por la supervivencia de la cultura escrita se
juega en el terreno de los lugares, los modos, las técnicas de transmisión y
conservación textual.”
37
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Nuevo Siglo - Nueva visión en Paleografía y Diplomática