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Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa
en Lima a inicios del siglo XIX
Celia Miriam Soto Molina
1
Resumen
El presente artículo es una aproximación al estudio de casos de la un tipo
de conducta social de la población masculina en Lima Virreinal Se pretende
repensar, a partir de un proceso criminal, cuánto se ha podido desarrollar
sobre el tema de lo “afeminado” entendido como una particularidad y qué
nuevos planteamientos se pueden hacer al respecto, d de esta manera enfocar
la necesidad de nuevas investigaciones para el caso peruano, todo ello
relacionado a los estereotipos de género presentes en el espacio cotidiano.
Palabras clave: afeminado, criminalidad, Real Audiencia de Lima,
sociedad, cárcel.
Abstract
This article is an approach to case studies of the male population in Lima
Colonial. It aims to rethink, from criminal prosecution, much has been
developing on the subject of the “effeminate” understood as a special and
what new approaches can do about it, so focus the need for further research to
the case Peru, all relating to gender stereotypes present in the everyday space.
Key words: effeminate, crime, Real Audiencia de Lima, society, prison.
1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cursó estudios de Historia en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, y Arquitectura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente
se desempeña como responsable de la Sala de Investigaciones Guillermo Lohmann Villena de la
Dirección de Archivo Colonial del Archivo General de la Nación de Perú.
214
Revista del Archivo General de la Nación
Introducción
Entre nes del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, en la capital del
Virreinato, en el período inmediatamente posterior a la implantación de las
Reformas Borbónicas, se vivía un clima tal como señala Lohmann: “de ínfulas
cortesanas, vida regalada y una población heterogénea, donde aora la cizaña
de la delincuencia, la inmoralidad y los vicios”
2
. En este ambiente había
apariciones frecuentes en la clase popular de ciertos hombres dedicados a una
vida “disímil”, “con actividades ajenas a su sexo” o tendencias alternativas
3
,
una denición actual lo dene como al tipo de hombres con actividades poco
generosas de su hombría son llamados “afeminados”, de aspecto mujeril,
maricones, entre otros
4
. La homosexualidad data de tiempos antiguos. Al
respecto Stavig reere: “Existe muy poca evidencia de prácticas homosexuales
en las sociedades precolombinas o posconquista de la cordillera de los Andes.
Ello era diferente sin embargo en otras partes del extenso territorio del
antiguo Perú”
5
. Es claro que la falta de fuentes primarias nos dejan un vacío
de información, pero que está latente en todas las épocas.
1. Estudio de casos
En períodos posteriores a la llegada de los españoles, al parecer las prácticas
fueron condenadas y castigadas, pero en privado hubo cierta tolerancia.
6
Un
2
GUNTHER DOERING, Juan y LOHMANN VILLENA, Guillermo. Lima. Colección Ciudades de
Iberoamérica. Madrid: Editorial MAPFRE, 1992, p. 149.
3
Es interesante el trabajo de Giraldo, porque hace un recuento bibliográco muy extenso de casos
ajenos a Latinoamérica sobre la sexualidad y lo “intermedio”, en la introducción de su estudio hace una
reexión historiográca del caso peruano: “Este vacío se debe a que los investigadores que escudriñan
entre los documentos históricos, entre ellos Macera, se han dedicado principalmente al estudio de
las circunstancias económicas y políticas de las colonias españolas; en segundo lugar a las sociales;
por último, y de manera casi imperceptible, a las realidades sexuales, que han quedado relegadas
a estudios sobre la mujer y a denuncias sobre su posición marginal con respecto a una sociedad
falocéntrica; argumento histórico utilizado por los movimientos feministas de hoy para justicar su
lucha. Pero, ¿qué se ha dicho, qué se ha estudiado de aquellos cuyas costumbres sexuales no sólo los
ubican al margen, sino que los dejan fuera de él? ¿Qué tanto se ha escrito sobre las realidades sexuales
alternas del periodo colonial?” GIRALDO, Daniel, Sexualidades intermedias en la prensa colonial
hispanoamericana. Tres estudios de caso. En Periodismo antiguo en Hispanoamérica: Relecturas,
Tinkuy Boletín de Investigación y Debate, N° 14, (Montreal), 2010, p. 119.
4
Sobre el caso, el termino maricón según la Real Academia de la Lengua, en su primera acepción
se reere al hombre afeminado, marica (hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo, hombre
homosexual). Ya en su segunda acepción reere al invertido, sodomita (el que practica el coito anal).
REAL ACADEMIA DE LA LENGUA. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Editorial Espasa-
Calpe, 19° Edición, 1970, p. 847
5
STAVIG, Ward. Amor y Violencia Sexual: Valores indígenas en la Sociedad Colonial, Lima: IEP,
1996, p. 31.
6
Ibídem, p. 37. “Igualmente parece ser que las actitudes españolas, e inclusive las mismas leyes, fueron
relajándose en los siglos posteriores a la expulsión de los moros de España… Los sentimientos de la
España del siglo XVI en contra de la sodomía expresaron el desprecio sentido por una práctica sexual
que fuera asociada con los moros”. Ésta posición se aclara y coincide en muchos autores al indicar que
en tiempos posteriores la misma práctica no fue sujeta a castigo por la Inquisición.
215
caso particular para 1636 es el referido a la acusación de cometer el “pecado
nefando” contra un menor de edad
7
, lamentablemente el expediente está
incompleto.
Siglos más tarde la postura es diferente tal como se puede apreciar en la
década de 1780 a 1800. Se han encontrado casos llevados ante la Audiencia de
Lima. Nos referiremos a estos hombres de “ciertas debilidades o afeminados”.
A partir de la revisión de casos se puede constatar las apreciaciones tanto de
las autoridades como de la población común hacia este tipo de conductas.
Visto el expediente seguido por el scal de su majestad sobre el cumplimiento
del Real Acuerdo referido a la prohibición del pedido de limosnas excepto a
los religiosos de la orden de San Francisco de Asís. Con fecha 14 de agosto de
1788, se hizo necesario dar cumplimiento de tal orden, hallándose a diferentes
personas en calles pidiendo limosnas, tal como se sigue:
(…) observo que el Domingo 10 al corriente se había puesto una en
la Plazuela de los Desamparados, y viendo estaba puesta contra lo
mandado por el Real Acuerdo y ser los asistentes a ella unos sanbos
maricones que vajo el nombre de la Virgen de Consolacion recogían
la limosna con el pretexto de libertad de alguno otro de ellos; procuro
impedirla y estando dando orden a los Maricones para que se quitasen,
y recogiesen sus limosnas.
8
Es posible que aquellos hombres no tengan un ocio conocido o se
dediquen de forma eventual a alguna labor; su misma condición hacía que
se excluyeran del resto, por eso era normal verlos en las calles sin actividad
conocida. Luego de acaecidos los actos de estos hombres, se procedió a dar
cumplimiento de la Ley:
(…) se presenció el Licenciado Pedro Ruiz, capitán de los Desamparados,
defendiendo con el mayor exfuerso el que se quitase la Mesa, diciendo
que el había permitido ponerla allí, por tener otra en la puerta de la Iglecia
y conociendo que dicho ecleciastico estaba sumamente empeñado en el
particular, y que de querer uzar las facultades que el Auto de V.A. me
conere podían originarse algunas funestas consequencias me separe
de dicho sitio, en el que según supe después se mantuvo la Mesa hasta
7
Archivo General de la Nación del Perú (AGN), Real Audiencia de Lima, Causas Criminales, Legajo 1,
Documento 1, Año 1636. “Expediente de los autos seguidos por el Promotor Fiscal Francisco de Castro
contra Fernando de Cárdenas Zapata por las amenazas de muerte y palabras injuriosas proferidas
contra el Alcalde de Arequipa, Antonio de Aguilar y San Pedro y el escribano Juan Ortiz de Uriarte por
haber iniciado causa contra el pulpero Lorenzo Miguel y el niño de once años José Retamozo, primo
del encausado al haberlos sorprendido desnudos cometiendo el “pecado nefando””.
8
AGN (Perú), Series Fácticas, Varios Sótano – Real Audiencia, Legajo 4. Documento 183, Año 1788,
ff. 15.
Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa en Lima a inicios del siglo XIX
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las nueve y media de la noche, con música, y concurso de Maricones,
y Mugeres.
9
Las diversiones en las plazas y calles eran una constante en Lima de estos
años, la población no frenaba su concurrencia a las mismas. Más aún ciertas
actividades fueron regladas, por ello no había el celo de ir a prisión:
(…) El Portero de esta Real Audiencia acompañado de Escribano de
diligencia don Luis Tenorio, procederá á poner en la Real Cársel de
Corte á los Zambos Maricones que espresa, auxiliándose de los de este
tribunal, y dando quenta de haverlo ejecutado.
10
Cabe indicar que el Real Acuerdo indicaba que si otras personas pedían
limosnas serían apresados por veinticuatro horas.E “maricones” de casta
zamba fueron llevados por no estar autorizados a realizar tales actividades, su
detención no obedece a su condición, este caso es similar a los autos seguidos
por Juan de Ordaz, matriculado en el Real Protomedicato, contra Luis Igarza,
alias el maricón, sobre cantidad de pesos por el importe de alhajas empeñadas,
en el año 1789
11
. El proceso llevado por la vía civil no escudriña ni pone
en evidencia la tal condición de “maricón” como pudiéramos pensar pues
esta condición haría justicar su proceder; en las líneas del proceso solo se
asevera el alias, y el proceso siguió su curso normal. Se puede ver un afán de
denigrar al sujeto e incluir en los encabezados de los procesos criminales para
denominarlo con ese alias, una cuestión que se verá en los procesos siguientes,
copiado por los escribanos y autoridades.
Es preciso indicar, que la terminología variará dada las actitudes del
hombre, se podrá decir “afeminado” porque actúa como una mujer, es decir,
por considerarse como débil en su carácter y no el propio de un hombre como
el de sexo fuerte, o por tener facciones físicas femeninas, o ya sea por vestirse
con atuendos de mujer. Ya en el Mercurio Peruano del 27 de noviembre de
1791, existe una publicación titulada “Carta sobre los maricones”. En ella se
presenta el asombro del autor a prácticas que se están viendo a diario en las
calles limeñas, y que para incredulidad del mismo es llevado a presenciar a
“maricones” puestos en trajes de mujer provocando el asombro y la jocosidad
de la observancia que hace:
Entre los raros y agradables objetos que aquí se presentan á cada
paso, me ha hecho la mayor impresión una especie de hombres, que
parece les pesa la dignidad de su sexo; pues de un modo vergonzoso
9
Ibídem, f. 15v
10
Ibídem
11
AGN. Cabildo de Lima, Justicia Ordinaria, Causas Civiles, Caja 120, Documento 2064, Año 1789.
217
y ridículo procuran desmentir á la naturaleza. ¿Qué dirían nuestros
conciudadanos, si viesen un ente de esta clase que intenta imitar en
todo á las mujeres? El ayre del cuerpo, el garbo, los pasos, las acciones,
hasta los menores movimientos, todo respira en ellos una afeminación
ridícula y extravagante. Su empeño en contrahacer los accidentes
mujeriles, es excesivo. No sé, si te movería más la indignación, ó la risa
el ver uno de estos
12
.
La actitud del autor es moralista, una cuestión comprensible por ser una
publicación que despertaba no solo el rechazo sino el asombro frente a un
quehacer del varón dentro de los estándares considerados “normales”. La
calicación y los adjetivos pueden ser exagerados, pero la cuestión es mostrar
tanto la realidad a través de estos casos llevados en Audiencia y Cabildo,
como la actitud de la prensa. El relato continúa con gracia para un lector de
nuestra época:
(…) La lana que en lugar de cabello, les concede la naturaleza,
reducida hasta la mitad en menudísimas trensas, la reúnen en un
lazo, de modo que en la extremidad forma una encrespada poma:
algunos pequeños risos articialmente dispuestos les cuelgan á los dos
lados de la frente, sin faltarles los parches, ó medias babas en las cienes.
El descote, las manguitas altas que dexan todo el brazo descubierto:
la chaquetilla, el fomento que abulta del modo posible la ropa por
detrás; todas estas y mil otras menudencias les sirven ya que en público
no pueden renunciar del todo al vestido viril, para modicarlo o de tal
suerte que al ménos perspicaz ve un hombre adornado con la ropa de
ambos sexos.
13
Había bastante esmero y preocupación en los hombres descritos de lucir
muy afeminados en la ropa, maquillaje y otros atavíos., Es preciso volverse
a preguntar ¿Cuáles serían sus ocios? ¿Cuánto invertirían en disfrazarse?
¿Habría una competencia en quién se vestía mejor que otro?, el esmero iba
más allá en el comportamiento:
(…)Asi se presentan en tan extravagante trage; la mano en la
cintura, embozados en la capa con ayre mujeril, la cabeza erguida, y
á manera de un mojinete en continuo movimiento, ya reclinada sobre
el un hombro, y ya sobre el otro: miden los pasos á compas; hacen
mil ridículos contoneos con el cuerpo: dirigen ácia todas partes sus
miradas con un desmayo afectado, y con tales ademanes que pueden
12
Mercurio Peruano, Tomo III, Edición Facsimilar, Lima: Biblioteca Nacional del Perú, p. 230-232.
13
Ibídem.
Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa en Lima a inicios del siglo XIX
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excitar la risa al mas consumado meláncolico: hablan como un tiple,
y remilgándose: se nombran, y se tratan como si fuéran unas ninfas,
siendo así, que sus costumbres por ventura son mas bien de sátiros; y…
pero mi pluma no acostumbrada á semejantes retratos, por mas que la
esfuerce, sin duda dexaría el quadro imperfecto: la célebre aventura que
he presenciado en estos días hará que la copia se aproxime al original.
14
Se deduce a partir de esta publicación que es posible el afán del hombre por
lucir lo más afeminado posible o la actitud de ridiculizar el comportamiento
femenino en ese tipo de reuniones. Ya la pluma se encarga de escandalizar
aquel suceso del sarao donde hombres estaban disfrazados con el traje de
tapadas llamándose con nombres de la alta nobleza, también mencionado por
Macera, siendo un suceso muy sonado
15
: “ve allí la Oydora, ála Condecitade…
á la Marquesita de…. á Doña Fulanita de … etc. de suerte que iban nombrando
quantos Títulos y Señoras principales había en la Ciudad”.
Después de haber leído cómo la opinión pública se enteraba de estos casos
del común, otro caso posterior a esos años, se reere a los autos seguidos por
Manuel Fernández, vecino de Lima, contra Francisco Morel, alias el maricón,
sobre estupro y rapto de su hija nombrada Josefa.
16
Es interesante leer partes
del proceso, ya que hay una acusación de estupro de una mujer cometida por
un hombre a quien dicen llamarlo por ese alias, sabiendo que la condición de
este puede ser su compatibilidad con los de su mismo sexo. La acusación, con
fecha 02 de noviembre de 1796
17
, fue contradictoria. Cabe indicar que hay
un doble discurso en la querella interpuesta porque podría ser una acusación
de una promesa de matrimonio fallida, por tanto, se difama al sujeto por no
cumplir con los esponsales y con eso tildarlo como un ser débil de poca hombría
para enfrentar su compromiso. Tales acusaciones se refuerzan mediante las
declaraciones de cinco testigos en las que todos rearman la sustracción de
la menor Josefa Fernández de su hogar siendo aún doncella. Respecto a la
condición del acusado, la testigo Juana Benavente, parda libre, declara:
14
Ibídem.
15
Ibídem.
16
AGN (Perú), Cabildo de Lima, Justicia Ordinaria, Causas Criminales, Caja 202, Documento 301, Año
1796.
17
Ibídem. La acusación fue: “Don Manuel Fernandes vecino de esta ciudad en la mejor forma de derecho
paresco ante V.S. y me Querello civil y criminalmente contra un moso maricon nombrado Francisco
Morel, y exponiendo el hecho que motiva mi querella digo: Que la noche del dia veinte, y nueve del
próximo mes pasado de octubre, como a horas de las ocho y media de ellas, el expresado Francisco
Morel, se saco furtivamente a una hija mia nombrada Doña Josefa que mantenía con recogimiento, y
virtud a exfuersos de mi educación y Paternal cuidado con que siempre la he tratado. El expecioso,
y ceduciendo pretexto el matrimonio, fue el que sin duda deslumbro a la citada mi hija para dejarse
persuadir de los engaños, y articios de Morel. Esto se documenta con los mismos hechos de haber
solicitado el delincuente en la Curia Lizencia para dicho matrimonio, que no habiendo tenido efecto
mantiene oculta a mi hija sin saberse su paradero
.
219
(…) el ser dicho Morel maricon de profecion, y exercitarse en actos
femeninos, se hallaba con mas desconsuelo, temerosa de que ese
devil de Morel, trajese en su hija peores resultas. Que el trato torpe
que tiene Morel con los hombres lo ha oydo decir notoriamente, y con
especialidada un cavo del Fijo nombrado José Barrio, a quien solicito
para el nefando el propio Morel, proponiéndose por deleite para esa fea
operación el alicitibo de su gentilesa, y buena disposición que le parecio
encontrar en su persona, cuyo hecho huviera tenido lugar, si el mismo
Barrios no se huviera resistido.
18
Cuando se reere a maricón de profesión, nos recuerda los que se referían
a los vagos de profesión, era una manera de indicar que era un vicio muy
impregnado entre la población. La testigo naliza sus acusaciones diciendo:
(…) Que la declarante ha visto siempre a Morel acompañado de
soldados jóvenes y ha crecido tanto por el motivo expresado quenta por
su mala conducta notoriamente divulgada en el lugar se haiga asociada
con aquellos individuos a ese feo trato (...)
19
En tanto el testigo Francisco Sanches, corredor de la Casa de Gallos,
agrega que Morel usa traje como pollera pero también agrega que tiene
“olores” de mujer. En tanto el testigo Josef Tramarria, asentador de Cofradías,
asevera haberlo visto hace tres años atrás en Lurín vestido a medio cuerpo
con los mismos trajes vociferando palabras obscenas siendo apresado por el
Subdelegado de ese lugar. Las razones por la que estaba era la de entablar un
trato ilícito con otro joven, mas declara que la familia tiene conocimiento y
era consciente de tal condición. Termina la declaración el testigo Francisco
Gutierres, practicante de Cirugía, manifestando que su traje y su hablar son
obscenos propicio al de una prostituta.
Con fecha 02 de enero de 1797, el acusado se presentó en la Real Cárcel
donde declaró ser natural de Lima de casta español, ocio bordador y de edad
de 21 años aproximadamente, por ser menor de edad se tuvo que nombrar
como curador a Lorenzo Berrocal. Luego de ello Francisco Morel respondió
las preguntas basadas en las declaraciones de los testigos, confesó haber
sacado a la menor Josefa porque previamente había ya tramitado su licencia
en el Juzgado Eclesiástico para contraer matrimonio, que lo había hecho
porque en muchas ocasiones se habían quedado a solas con la menor en casa
de sus padres de ella y: “le solía decir algunas bufonadas”
20
, que por esa razón
la sacó porque al día siguiente habría de tramitar con el notario Justo Taboada
las licencias, lo cual no tuvo efecto por la negativa injusticada de los padres.
Respecto a las acusaciones que lo sindican de maricón este maniesta:
18
Ibídem, ff. 2-2v
19
Ibídem.
20
Ibídem, ff. 39v.
Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa en Lima a inicios del siglo XIX
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Preguntado como niega la verdad, quando es publico y notorio en esta
ciudad que tiene el vicio de sodomía. Diga que ay en el particular: Dixo
que el motivo de ese concepto es, el salir Chamberí, y estar siempre
limpio y asiado por cuio motivo le culpan semejante delito y responde.
21
Cabe indicar que aquí no se pretende ampliar la acusación de estupro, pero
es interesante recalcar las razones que arguyen para no llevarse a cabo dicho
matrimonio, que son importantes para el presente estudio, la declaración del
acusado puede no ser la verdad de los hechos, pero la información recogida
en los testigos es aseverativa porque nos perla la presencia de una defensa
moral tal como se escribe en ejemplares del Mercurio Peruano anteriores a
este, que podrían suponer una defensa justicada. Las acusaciones de los
padres de la menor en sí se referían a la negativa de tener a Francisco como
hijo político y por eso en todo el proceso harán no sólo acusaciones a él sino
también a la familia de éste, incluso deslegitimizando su limpieza de sangre.
La sentencia del caso libra de culpabilidad en la acción criminal de estupro
realizada por Francisco Morel, y se indica que las acusaciones de sodomía son
calumnias difamatorias.
2. Francisco Pro: “afeminado”
Hacia el año 1803, tenemos un auto criminal donde la acusación es directa
y se juzga a Francisco Pro
22
, ciudadano de casta chinoa pasear su “vergüenza
pública” luego de haber sido encontrado con ropas diferentes a su sexo. El caso
es interesante porque es el único para la época donde se sentenció a alguien por
tal motivo, ya que fue encontrado “infraganti” vestido en traje de mujer
23
.
21
Ibídem, ff. 40. Aún responde a otras preguntas en las que se denosta la acusación: “Preguntado como
niega ser Maricon quando de estos Autos consta, se fue al pueblo de Lurin, a hora dos o tres años
vestido de mujer medio cuerpo arriba usando de palabras ocsenas propias de mugeres prostitutas
y corrompidas tanto que el subdelegado de ese Partido lo puso preso, y pensando escarmentarlo
bergonsosamente Dixo que no fue en traxe de mujer el que se puso medio cuerpo arriba, sino una
chupa y chaqueta de Lama con vueltas de pellejo blanco y que es cierto intento el Subdelegado
prenderlo, por los motivos que se incluyen en la pregunta mas examinados por él, el ser falsos desistio
de su intento, y que se mantuvo cinco dias en dicho pueblo y responde”.
22
Daniel Morán en su trabajo menciona el caso de Francisco Pro, cuando se reere a temas diversos:
“Como apreciamos, la condena y el castigo fue doble, la represión fue elevada a la sanción pública.
Pues, las autoridades coloniales no permitían esas desviaciones ni comportamientos que iban en contra
de la sana moral y del dogma cristiano”. MORÁN RAMOS, Luis Daniel. Sociedad Colonial y Vida
Cotidiana a través del Investigador (del Perú), 1813-1814. Lima: Colección de la Historia de la prensa
peruana 1, 2007 p. 59.
23
Lohmann escribe al respecto de la evolución de la tapada, para darnos cuenta cómo era la vestimenta de
las mujeres: “Los viajeros extranjeros consignan escandalizados que los trajes de las limeñas no eran
“tan honestos” como los de sus congéneres europeas. Como no se acostumbraban al uso de cotillas
(corsés), ceñían el busto con un tejido de costosas cintas denominado “águilas”. Las medias por lo
general eran blancas, y las capelladas del calzado tenían unos oricios, llamados “tajadas”, por donde
asomaban los dos dedos principales del pie. No se usaban tacones en los zapatos. Para salir a la calle
221
Era el día dos de agosto del año 1803, y mientras transcurría un día de
diversiones populares en los paseos y calles de Lima, los soldados de la
Comisión de Capa apresan a Francisco Pro en la Alameda de los Descalzos
24
,
el día de la Porciúncula, por haberse ataviado con ropa de mujer. Tal y como
se indica en el proceso, esto podría haber pasado desapercibido si es que no
fuera porque lidiará con una mujer y llamase la atención de los soldados que
inmediatamente acudieron a averiguar sobre el embrollo que sucedía.
Como todo proceso, inicia con una sumaria. Para el caso de Francisco Pro
se presentaron cinco testigos
25
de la parte acusatoria, todos eran integrantes
de la Comisión de Capa, entre sargentos y soldados. Por la información
proporcionada de los testigos Lucas Rivera y José Gallardo, sargento y
soldado respectivamente, armaron haberlo encontrado paseando a las
cuatro y media de la tarde por el Puente del Molino ubicada a la entrada de
la Alameda, y siendo reconocido que era un hombre vestido de mujer –con
saya y manto –ropas viejas y traposas, fue apresado y llevado al Cuartel de
los Desamparados, pero otro testigo Pedro Palomares, soldado, hace una
declaración más acusatoria al nal, dice:
Que yendo el declarante de patrulla con su sargento Lucas Rivera el
día martes dos del corriente como à las quatro y media de la tarde por
el Puente del río del Molino a la Alameda diviso entre el murmullo de
gente y calesas que pasaban a un maricon disfrasado de muger con trage
de manto y sayaconociendo que era de esta clase por haverse destapado
el manto lo qual le aviso inmediatamente a su referido sargento y
adelantandose á reconocerlo bien el soldado Gallardo encontraron
todos el hecho de verdad que había denunciado el declarante mediante
lo qual se le amarro y condujo preso al Quartel de los Desamparados
en donde ó con los movimientos que traia la ropa para desatarlo ó por
algún ademan que hizo al tiempo de sentarse se le advirtió que tambien
tenia pollera blanca de gasa.
26
se encapillaban tres modelos de faldas: para las visitas de etiqueta, paseos y otros actos formales, la
saya redonda o de montar; para la iglesia, la de cola larga, que portaba una criada, y la tercera, llamada
“ándate sola”, era un vestido cotidiano, más corto, que permitía acechar la pierna hasta la pantorrilla
(…)”. GUNTHER DOERING, Juan y LOHMANN VILLENA, Guillermo. Lima. Colección Ciudades
de Iberoamérica. Madrid: Editorial MAPFRE, 1992, p. 149.
24
AGN (Perú), Real Audiencia de Lima, Causas Criminales, Legajo 98, Documento 1192, Año 1803.
25
Al respecto Andazabal nos ilustra cómo es un proceso criminal: Ambas partes (denunciante/acusado)
presentaban las declaraciones de los testigos, quienes debían responder un rol de preguntas establecido
por las autoridades pertinentes encargados de los procesos. A partir de la lectura de ellas se establecía
el grado de culpabilidad o inocencia de los reos. El scal vista la causa podía solicitar las penas
correspondientes de acuerdo a las establecidas en las Leyes de Indias. Asimismo, la defensa podía
apelar las sentencias dadas por las cortes jurisdiccionales o por la Real Audiencia cuando los casos se
trasladaban a Lima que, era la sede principal. ANDAZABAL CAYLLAHUA, Rosaura.Criminalística
peruana en el siglo XVIII. Lima: Seminario de Historia Rural Andina, 2007, p. 13.
26
AGN (Perú), Real Audiencia de Lima, Causas Criminales, Legajo 98, Documento 1192, Año 1803, ff.
4-4v.
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Hasta aquí se ha podido apreciar que la acusación es más explícita de los
casos antes mencionados, porque no solo hay una presunción de condición
sino de evidencia, ya detenido Francisco Pro, natural de la Concepción de
(Perú) Reino de Chile, de casta chino libre, con ocio de sastre y 21 años de
edad, reere que sólo uso el traje de mujer para nes de diversión pero a su
vez arma que se vio obligado a ponerse eso por carecer de capa y sombrero,
traje usado por los hombres, por ello decidió coger la ropa de su hermana
María Pro sin el permiso de ella. En sí, el acusado no niega llevar ese traje
dada las evidencias del caso, su motivación fue la diversión sana y propia de
la gente que pasea por la ciudad. Cuando estaba por el puente fue reconocido
por su hermana quien lo reprendió con bofetadas llamando esto la atención de
los soldados. En su declaración instructiva, se dan más detalles de la ropa que
llevaba puesta.
27
A la luz de las declaraciones es preciso preguntarse ¿acaso el acusado no
tendría otra capa y sombrero? ¿Podría haber obviado divertirse? ¿Por qué la
reacción tan indignada de su hermana? Al parecer sí estaba disfrazado, porque
esta indumentaria cubría su ropa varonil por debajo. La reacción de su hermana
podría ser represiva o tal vez de conocimiento de que al salir públicamente
estaba cometiendo una falta. Al respecto, otras declaraciones instructivas:
Preguntado si el declarante no es conocido por maricon y que motivos ha
prestado para semejante nombre y fama dixo: que por tener el declarante
la avilidad de cocinar, coser, labar que son exercicios de mujeres al
mismo tiempo, por ser de facciones menudas y débil (representar) le
habia aplicado el nombre de maricon no por que haya dado algunos
otros motivos pues no acostumbra en acciones movimiento ni otras
afectaciones mujeriles separarse del genero de mi naturaleza, como
executan los que realmente son maricones y responde.
28
Al respecto, cuando se le dice tener habilidades propias a la de una mujer,
asevera verdad puesto que ante los ojos de otros hombres esto signicaría
debilidad asociado en este tiempo a la mujer. Es de suponerse que las tareas
27
Ibídem, 5v-6, Pro declaro: “Preguntado que otras virtudes feminilestenia el declarante aquella tarde
en que fue aprehendido dixo: que despues de la saya y manto que ha expuesto tenía vestido un saco de
sandalete encontrado que vulgarmente llaman (viso), cotillo de raso amarillo, camisa y zapatos todo
viejo y desechado de su hermana Maria Pro y responde. Preguntado sino tenía tambien pollera blanca
de gasa dixo que no, pues con el mismo vestuario que ha especicado lo aprehendieron
los soldados
de capa y en la propia forma fue trasladado a esta Real Carcel de Corte en donde su Alcaide Isidoro
Olivera y otros que le auxiliaron impecsionaron la clase de ropa que traía como que lo recogieron
del declarante dejándolo en su propio trage varonil que tenia interior que es el que todavía viste de
CalzonPantalon y responde. Preguntado quantas otras veces ha vestido igual trage mujeril y en este
aqui funciones publicas ha concurrido dixo: que jamas ha usado otro traje que el suyo natural de
hombre; y que siendo esta ves primera la que por haver experimentado el robo de su capa y sombrero
hizo sin advertencia malicia ni temor de otras resultas tuvo la desgracia de haver sido sorprendido y
responde”.
28
Ibídem, ff 6-6v
223
domésticas estaban asociadas al sexo débil, y por ende repreguntarse: ¿ya
había una lucha de géneros? Si hombres y mujeres trabajan en diferentes
ocios o dedicados a la venta en las calles, ¿acaso la gente común no podía
dividirse el trabajo doméstico?. Francisco vivía con su hermana y al ella
trabajar, y él esporádicamente en el ocio de sastre, es normal que ayudase
con los quehaceres domésticos. A toda costa se le quería hacer declarar el por
qué de tal condición mediante esta declaración:
(…)Preguntado que amistades tiene de maricones dixo: que no tiene
amistades ni comunicaciones con maricones pero ni con ninguna otra
gente sospechosa. Que siempre ha vivido al lado de su hermana Maria
Pro exercitandose en coser unas veces en las sastrerías como es su
ocio y otras en su casa ropas de mujeres o las que se le proporcionan
para subvenir en parte de mi alimentación y subsistencia y responde.
29
Habiendo pasado el proceso de la declaración de ambas partes y siendo
Francisco un menor de edad se le debió nombrar un curador Como todo
proceso, venía la confesión posterior
30
que servía para armar las declaraciones
de la parte instructiva o añadir algo más Allí arma sobre su detención por
la Comisión de Capa originada por la riña con su hermana que sí lo había
reconocido, produciendo el descubrimiento de su rostro. Su defensa aduce
“la ignorancia” de ser este un delito pues no le hizo reexionar sino más
bien imitar tal y como lo hacen algunas mujeres con el afán de divertirse
usando trajes de hombres. Este curioso dato también lo puedo encontrar en
un auto criminal seguido por Luisa San Martín contra Josefa Pastrana por
el adulterio practicado con su esposo, Pedro Morales, seguido de injurias y
agresiones
31
;en su defensa Pastrana indica: “No contenta Luisa con los golpes
que me dio, handa proriendo de que me ha de quitar la vida, y para ello sale
de noche vestida de Hombre solicitándome cargada de navaja para lograr su
deprabado intento”
32
. Es probable que las mujeres adoptaran esas costumbres
de disfrazarse “para hacer algún ilícito negado a su sexo”. Lo que a la luz de
los hechos se encontró entre los atuendos que llevaba y declaró reconocerlos
fue: “una saya de hamelote negra vieja y muy rota
33
, un manto de seda negro
29
Ibídem.
30
Luego de las declaraciones de los testigos, se tomaba la confesión del acusado y de ser varios los
acusados se establecía careos entre los implicados, a n de establecer las penas correspondientes a cada
uno de ellos. ANDAZABAL CAYLLAHUA, Rosaura. Criminalística peruana en el siglo XVIII. Lima:
Seminario de Historia Rural Andina, 2007, p. 13.
31
AGN (Perú), Real Audiencia de Lima, Causas Criminales, Legajo 77, Documento 936 , Año 1793.
32
Ibídem, ff. 7-7v.
33
Basadre hace una descripción del atuendo: “La saya, en la actualidad conocida como las faldas o
polleras que llegan al tobillo, era de seda y tenía un acabado sumamente sugerente y provocativo.
Este, en muchos casos era usada ceñida al cuerpo dejando ver insinuantemente al caminar la forma del
cuerpo de la que lo tenía puesto. Esta indumentaria podía ser hallada en distintos colores: azul, castaño,
verde, amarillo o negro”. BASADRE GROHMANN. La Historia de la República del Perú Tomo V,
Lima: Editorial el Comercio, 2005,p. 57.
Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa en Lima a inicios del siglo XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
viejo y compuesto de varios pedazos
34
, un viso de sandalete rosado, una pollera
de gasa blanca con una bordadurita al pie de seda con ilado de plata puerca
y muy usada, una camisa de coquixo tambien viejísima, un par de medias
de seda con listas y ores de varios colores muy viejas y casi invisibles y un
par de zapatos de cordobán de lustré tambien viejísimos”, al que reconoció
armativamente. En sí, era no solo un simple disfraz de saya y manto sino
todo el ajuar completo del que se viste una mujer para la época. Por ser su
ocio el de un sastre sirvió para tener reparo en ataviarse completamente, ya
que conoce a la perfección la ropa femenina aún más por vivir con su hermana,
o sí era verdad el ser un hombre afeminado. Estando preso fue sentenciado
a ser sacado a vergüenza pública en el mismo traje mencionado, sin antes
cortarse el cabello. Curiosamente podría esto no causarle mucha aicción al
reo, más bien continuar la jocosidad de las motivaciones iniciales, pero el
proceso no terminó con ese escarmiento sino aún más se tenía que comprobar
la acusación de llamarse maricón, a lo cual los testigos agregaron haberlo visto
antes con muchos de “su clase”, lo cuales “abundan” en la ciudad. Ya la prensa
ha dado fe de que junto con los “vagos de profesión”, eran un grupo del que
se mantenía al margen de la moral. Las razones que aumentan la gravedad del
delito son sus ademanes de mujer delicados e impropios a los del varón. Salvo
la cuestión contraria a realizar ocios propios de las mujeres, aún era muy
temprano para pensar en una homogenización de las actividades del hogar
entre el varón y la mujer, por eso la acusación era más incisiva y la presunción
de haberlo visto con otros de su “condición”.
El curador José Francia a cargo de Francisco creyó ser suciente castigo
para su defendido la vergüenza pública, y hace una sagaz defensa para que
pueda ser liberado. Adujo que fue algo pueril salir a un lugar de concurrencia
de muchas personas, pero eran notorios sus nes de diversión, puesto que
pudo haberse visto descubierto ante la Comisión de Capa que se encarga de
resguardar la ciudad, por ende, la sentencia fue casi absolutoria y no hubo más
acusaciones hacia él. Con fecha 29 de noviembre esta fue la sentencia que
recayó sobre Francisco:
Hallamos atento a los autos meritos de la Causa a lo que de ellos
resulta, y teniendo consideración al castigo de Verguenza Publica que
ha sufrido Francisco Pro lo debemos destinar y destinamos por dos
meses de trabajo en la Obras Publicas de esta ciudad; Y mandamos que
concluido este termino se ponga en livertada perciviendosele que en lo
34
Ibídem, “El manto que acompañaba a la saya también era confeccionado de seda, este servía para
cubrir para que las limeñas cubrieran sus cabezas y caras. Al nal este solamente dejaba al descubierto
un ojo de la mujer y en algunos casos dejaba al descubierto los brazos. Finalmente, para completar la
elegancia de la mujer limeña se acompañaba este traje con un calzado de raso bordado que llamaba
mucho la atención porque solo duraban una semana aproximadamente”.
225
subsesivo se abstenga de husar trajes no correspondientes a su secso
como se le ha notado en este Proceso, pues en caso de reincidencia se le
escarmentara con todo rigor (…).
35
Este caso fue público y sirvió de escarmiento para otros posibles sucesos
que podrían imitar los hombres, cabe apreciar que los casos pertenecen a la
clase popular, y así lo demuestran los documentos encontrados. Pero ¿qué
pasaba entre la clase alta limeña? Macera señala
36
que a ello agregaría que
hay no solo una permisibilidad sino una convivencia, porque si bien todos
sindican a los hombres afeminados o “maricones”, estos no son perseguidos
ni son enjuiciados; el Tribunal de la Inquisición no tuvo competencia hacia
ellos, incluso las autoridades sabían del comportamiento pero no ejecutaron
acciones severas como el suceso mencionado en el Mercurio, donde sólo hay
una detención de hombres vestidos de mujer, referido también por Macera:
Por las noches, dice otro informe, se juntaban en bailes y saraos, adoptando
como apodo el nombre de las principales familias de Lima. Una idea del
arraigo de estas costumbres, la da el hecho de que a principios del siglo XIX
estuviera ya organizada la prostitución sodomítica: en la antigua calle del
Sauce, panadería del Cascajal, había una casa de tolerancia dedicada a los
homosexuales. Salían en grupos hacia la hora de la retreta por los portales y
calles inmediatas a la plaza, manteniéndose, dice el Investigador, 1814, “de
abominable e infame comercio con los de su clase.”
37
35
AGN (Perú) Real Audiencia de Lima, Sentencias, Legajo 3. Documento 148, ff. 1
36
“No faltaron entonces, aunque sin la gravedad contemporánea, las prácticas homosexuales al parecer
restringidas a las clases menos favorecidas. Contra la opinión común, no fue este un vicio de la nobleza
ni de las clases superiores. Según los testigos contemporáneos los nobles limeños eran débiles y
regalados, pero nunca los acusan de homosexualidad. Donde surgió esta desviación extendiéndose sin
control posible, fue entre los negros esclavos y los libertos que vivían en los barrios más populosos de
Lima. Creeríamos que el prejuicio les atribuye injustamente este comportamiento, sino fuera porque
está parcialmente raticado por otros testimonios. Tales anomalías no tienen, por supuesto, ninguna
relación con la supuesta y falsa “sensualidad” que el racismo atribuye a los negros (…) Medina ha
publicado un edicto de Barroeta castigando con excomunión mayor a los muchachos que en los bailes
populares se dedicaban a la sodomía. Casi todos eran zambos o negros jóvenes: “…mozuelos… que
llaman maricas por ser tan afeminados en sus hablas, aires de andar y aún parte del traje, pues
los zapatos los traen como los de las mujeres, se ponen vendas en los pies y en las bocas gruesas
limpiones de tabaco, de quienes vehementemente se sospecha, y aún se ha asegurado, que son nefandos
sodomíticos; y que en los festejos de las casas, tocan, cantan y baylan como las más desalmadas
prostitutas”. MACERA, Pablo. “Trabajos de Historia”. Lima: Instituto Nacional de Cultura. 1977.
pp. 348-349
37
Ibid, p. 349
Entre “afeminado” y divertido: una conducta licenciosa en Lima a inicios del siglo XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
Conclusión
Si bien la historiografía peruana no ha realizado un estudio para el período
virreinal, ha surgido el interés cuando se ha tratado de estudiar su evolución
dentro de la sexualidad o de los tipos de crimen. Por ejemplo en la legislación
del Imperio Incaico, Andazabal nos explica a través de una cita de Garcilazo
respecto a la sodomía e inversión sexual, “cuando los naturales de la costa
sur fueron sometidos por Auqui Titu, al señorio de Cápac Yupanqui, se
les descubrió este delito”
38
, su castigo o pena fue: “Morían en la hoguera,
por arrastramiento o en la hora, además de quemarse sus bienes (casas y
sementeras)”
39
. Otro caso latinoamericano es el trabajo de Jaime Cobian. En su
libro “Los jotos”, él reere un titular de un periódico de la época “1810-1821:
Afeminados participan en la lucha Insurgente en Mexico”
40
. Este reciente
libro incide en que hay un vacío en la historia mexicana, puesto que por el
año de 1780 se llamaban a estos hombres como “maricones” para referirse a
un “hombre afeminado y cobarde”, tal y como hemos podido comprobar en
el presente trabajo. Para el caso peruano aún hay una brecha; la literatura, la
prensa y otros medios pueden inspirar en las búsquedas de nuevos estudios y
fuentes para situar la posición no solo social y económica, sino enmarcarlos
dentro de la evolución familiar y legislativa; ya que a la sociedad estamental
y los primeros años de la Independencia se abrirán nuevos espacios con
diferentes legislaciones.
A modo nal, evoco la acuarela de Pancho Fierro, de Ño Juan José
Cabezudo alias “El Maricón” (1821) en ella se presenta a un personaje con
ademán afeminado que se dedicaba a la preparación de alimentos. Tal vez
una representación de un ocio destinado a las mujeres, o vemos que poco a
poco se va asimilando esta condición entre los limeños. Por tanto es necesario
aproximarnos para tener una idea cabal de la causalidad, el delito y la pena,
que van de la mano con la convivencia, el desarrollo y la apertura social.
38
ANDAZABAL CAYLLAHUA, Rosaura. Criminalística peruana en el siglo XVIII. Lima: Seminario
de Historia Rural Andina, 2007, p. 21.
39
Ibídem.
40
Lucía Castillo comenta y cita sobre el libro “Los Jotos” de Jaime Cobian Zamora, en Diario “La
Jornada de Jalisco”, 22 de febrero del 2014.
227
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