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Tres Huertas de Abajo el Puente:
“La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”
Siglos XVII-XIX
Juan José Brito Ramos
1
Resumen
El presente artículo estudia el devenir de tres huertas limeñas ubicadas
en el barrio de San Lázaro o Abajo el Puente entre los siglos XVII y XIX,
y con la característica de haber pertenecido a una sola familia a lo largo de
estos siglos. Utilizando principalmente inventarios y tasaciones, así como
testamentos de la familia propietaria, se trata de reconstruir la historia de estas
pequeñas unidades agrícolas de producción que abundaron en la ciudad de
Lima y sus alrededores. También se busca esclarecer la trayectoria vital de sus
propietarios a través del tiempo.
Palabras clave: huerta, hacienda, chacra, molino, esclavitud, linaje.
Abstract
This paper examines the evolution of three orchards of Lima, located
in the district of San Lazaro or Down Bridge, between the seventeenth and
nineteenth centuries; and with the main characteristic of having belonged to
one family over the centuries.
Using mainly inventories, appraisals and wills of the owning family, the
purpose of this research is to reconstruct the history of these small agricultural
production units, which abounded in the city of Lima and its surroundings. It
also seeks to clarify the trajectory of their owners over time.
Keywords: orchard, ranch, farm, mill, lineage, slavery.
1
Historiador peruano. Estudió Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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Introducción
Las unidades agrícolas de producción que existían en Lima colonial y
sus contornos eran las haciendas y las chacras, principalmente. Pero existían
también otras unidades más pequeñas que eran las huertas. Para el Diccionario
de Autoridades (1726-1739) la huerta es “El sitio o lugar donde se plantan
hortalizas o legumbres, y tal vez árboles frutales. Son grandes, y suelen estar
cercadas de zarzas y cambrones”.
Para el caso de Lima, la documentación que hemos revisado, especialmente
en los protocolos notariales, nos revela que las huertas producían principalmente
frutas, tanto “de la tierra” como “de Castilla”.
A pesar de la abundancia de huertas en la ciudad de Lima y sus alrededores
durante el período colonial, prácticamente no hay estudios detallados sobre
las mismas. Un trabajo pionero es el de Ileana Vegas de Cáceres (Vegas 2002:
1337-1353). La autora revisa los inventarios de dos huertas ubicadas dentro
de la ciudad, más propiamente casas-huerta, realizados en la primera mitad
del siglo XVIII e incluidos en los testamentos de sus propietarios. Encuentra
mayoritariamente árboles frutales en ambas, tanto europeos como nativos.
Sin embargo, lamenta que las fuentes documentales no informen sobre la
posible comercialización del excedente de la producción de frutas, los gastos
de manutención del propietario y su familia, los costos de los esclavos, o los
pagos por alcabala, por ejemplo, para conocer si las huertas eran rentables.
En cuanto a los propietarios, los reconoce como de elite, uno miembro de una
orden militar y el otro perteneciente al ejército. Se pregunta, además, Ileana
Vegas si las moyas prehispánicas podrían ser el antecedente de las huertas
limeñas; con los elementos disponibles no puede armarlo contundentemente.
Diversos cronistas españoles coinciden en reconocer la fertilidad del valle
de Lima a la llegada de los conquistadores, valle lleno del verdor de auténticos
bosques de árboles frutales y de innumerables chacras perfectamente cultivadas
y regadas por acequias que atravesaban todo el territorio limeño desde el río
Rímac hasta el borde del mar y, por el lado opuesto, desde el río hasta las
faldas de los cerros que rodean la ciudad, nombrados por los españoles San
Cristóbal, Observatorio y San Jerónimo entre los principales. Añadían que los
valles del Rímac y Chillón estaban habitados por una importante población
nativa organizada por el Estado Inca en tres hunus de diez mil tributarios cada
uno (Espinoza 2014: 148).
Al respecto dice Cieza de León:
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Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
El valle de Lima es el mayor y más ancho de todos los que se han
escrito de Túmbez a él. Y así como era grande, fue muy poblado. En
este tiempo hay pocos indios de los naturales, porque como se pobló la
ciudad en su tierra, y les ocuparon sus campos y riegos, unos se fueron
a unos valles, y otros a otros. (Cieza 2005 [1553]: 194).
Y en cuanto a las obras hidráulicas que encontraron los españoles, el padre
Bernabé Cobo nos da su testimonio:
Por benecio de estas acequias que cruzan y fertilizan la campiña está a
todos tiempos verde, amena y deleitosa ofreciendo a la vista una fresca
y orida primavera… (Cobo 1956, II: 301).
Por su parte, Antonio Vázquez de Espinosa escribe:
[…] la qual [Lima] esta fundada en el valle en tierra llana, fértil, amena
de alegre vista y regalada por las muchas acequias que sacan del Rio,
por la parte de arriba, que fertilizan todo el valle; de estas acequias
sacan otras menores, que por cada quadra entran dos, que limpian toda
la ciudad, y riegan sus chacras, guertas, y jardines, que los ay en todas
las mas de las casas […] con cantidad de frutas regaladas de la tierra, y
de España. (Vázquez de Espinosa 1948: 399).
Son estas huertas limeñas, y en particular tres de ellas que existieron en el
barrio de Abajo el Puente, las que motivan este artículo.
1. El barrio de Abajo el Puente y sus huertas
El barrio de San Lázaro, Nueva Triana o Abajo el Puente
2
–tres nombres con
los que se le ha conocido a lo largo de la historia– es uno de los más antiguos
de Lima; solo le anteceden el centro histórico de la capital y tal vez Santiago
del Cercado que data de 1571, aunque vale la pena mencionar que la iglesia y
posterior parroquia de San Lázaro fue edicada en 1563 constituyéndose en
el núcleo del barrio bajopontino. Hoy es el distrito del Rímac, cuya creación
política como tal data del 2 de febrero de 1920.
Todas estas referencias tienen que ver con la fundación española. El pasado
prehispánico de la ciudad se remonta a varios miles de años. Una de sus
expresiones arquitectónicas fue el templo en “U” de La Florida, perteneciente
al período formativo. En otras palabras, esta zona de Lima tuvo ocupación
humana desde siempre. Al momento de la invasión española, existía el
2
En los documentos leemos Abajo del Puente, pero el habla popular lo transformó en Abajo el Puente.
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curacazgo incaico de Amancaes (Rostworowski 1978). Valdemar Espinoza,
por su parte, nos habla de la existencia del pueblo de Pacán “al pie y junto al
cerro de San Cristóbal […] El pueblo y ayllu de Pacán se localizaba en el valle
de Amancaes, con su respectivo cacique…” (Espinoza 2014: 12).
Las diversas culturas prehispánicas que vivieron en estas tierras a la
margen derecha del río Rímac, se encargaron de realizar importantes obras
de ingeniería hidráulica, como la gran acequia de Piedra Liza y sus ramales
secundarios que irrigaban las numerosas chacras y huertas que existían en el
valle de ese mismo nombre y Amancaes (Brito 2014). La vida en esta zona
estaba garantizada por los productos de la tierra y, además, por la caza de
camarones que efectuaba una parte de la población nativa dedicada a esta
actividad que vivía en las orillas del río.
La invasión y conquista española trastocó denitivamente el destino de los
habitantes del valle (o los valles) de Piedra Liza y Amancaes. Concluido el
reparto de solares en lo que sería el centro histórico de Lima, los conquistadores
procedieron a apoderarse de las tierras que estaban al otro lado del río Rímac.
La población nativa fue desalojada y reducida en el pueblo de la Magdalena
de Chacalea (Espinoza 2014: 12). Posteriormente, en la década del 90 del
siglo XVI, los indígenas camaroneros fueron también desalojados a la fuerza
de sus casas en las inmediaciones del río Rímac y trasladados a la reducción
de Santiago del Cercado.
Expulsados sus antiguos pobladores, los españoles repartieron solares en
los alrededores de la iglesia y hospital de San Lázaro e hicieron composición
de tierras. Para ello aprovecharon las obras hidráulicas prehispánicas que
encontraron y que les garantizaba distribución de agua para chacras y huertas
que ahora pertenecían a los europeos.
No está demás señalar la importancia estratégica de esta parte de Lima.
Por aquí avanzaba el camino incaico de la costa que se dirigía hacia el norte.
Y para atravesar el río Rímac los españoles encontraron un puente colgante
incaico, el mismo que continuó en uso algunos años y al que se sumaron
algunos puentes de madera que improvisaron los conquistadores. Para 1557, ya
existía un puente de ladrillo y cal que fue destruido en 1607 por una creciente
del río Rímac; esto dio lugar a la construcción del puente de piedra que hasta
hoy existe, inaugurado en 1610 durante el gobierno del virrey marqués de
Montesclaros y obra del arquitecto Juan del Corral (Harth-Terré 1960: 99-170).
En este viejo barrio de San Lázaro, además, concentraban temporalmente a los
esclavos africanos que llegaban al Callao luego de terrible travesía.
Repartida la tierra, chacras, huertas y molinos, aprovecharán las aguas de
la acequia de Piedra Liza y sus canales secundarios, utilizarán la mano de obra
103
esclava para el trabajo agrícola y se ordenarán de acuerdo a las disposiciones
del régimen colonial. Para resolver las disputas en torno a la distribución del
agua existía el Juez de Aguas, quien visitaba anualmente el valle de Piedra
Liza y Amancaes vericando que el agua se distribuyese según ordenanza,
que las bocatomas de las acequias estuviesen en buenas condiciones y que no
existiesen “bocas ladronas” para obtener agua de manera ilegal. Por su parte,
chacareros y huerteros debían elegir anualmente a su diputado del valle para que
representase sus intereses y se encargase del cobro de las prorratas destinadas al
mantenimiento de las acequias y al pago del guardián de aguas del valle.
La institución del Juzgado Privativo de Aguas es la que nos proporciona
el material documental que nos permite reconstruir el número de las unidades
agrícolas en el valle de Piedra Liza y Amancaes. Así, la cuenta de cargo y
data del diputado del valle presentada al Juez de Aguas en 1785 nos revela
que existían ocho chacras, cuarenta huertas y cinco molinos. Cifra importante
para un valle que no ha merecido la atención de la historiografía limeña. Y las
cuarenta huertas están clasicadas entre grandes, medianas y pequeñas. Entre
las grandes podemos mencionar las siguientes: Ibarrola, Guizado, Tobilla,
Valdivieso, de los licenciados López, Carlos Cortés, Antonio Alegre, Marzano,
Borrayo, La Hoyada. “El Altillo” y “Palomares” estaban ubicadas entre las
huertas grandes, mientras que “La Ramos” entre las huertas medianas.
3
2. Financiamiento de las huertas. La carga censal
La actividad agrícola requería de inversión monetaria. Los propietarios
de fundos siempre estaban atentos para conseguir dinero disponible para
imponerlo en calidad de censo sobre sus propiedades.
El censo era el derecho que tenía una persona (el censualista) a percibir una
pensión, rédito o renta anual por haber colocado una cantidad de dinero en un
bien raíz, y esta cantidad podía representar la totalidad o parte del valor de la
propiedad. Los censos podían ser consignativos, reservativos o entéuticos
(Lazo-Ortegal 1997: 184-187).
Pero además de los censos existían las capellanías, buenas memorias y
aniversarios de misas. La capellanía era una institución religiosa por la cual el
beneciario o poseedor adquiría la obligación de celebrar o mandar celebrar
un determinado número de misas en honor del alma del fundador. A cambio
de esto, el beneciario o capellán tenía derecho a recibir un pago o pensión.
Para sostener esta capellanía, el fundador imponía un censo sobre algún bien
raíz (Palza 2002: 149-158).
3
Archivo General de la Nación del Perú (AGN). Cabildo, Juzgado Privativo de Aguas, Legajo 212,
Cuaderno 71, año 1785.
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Las capellanías podían ser colativas si estaban sujetas a la autoridad
eclesiástica; o laicas, en las que solo participaba el fundador sin intervención
de la Iglesia.
Los censos y capellanías constituyeron una carga bastante pesada para las
propiedades rurales en Lima. Y tenía que ver con el espíritu rentista de la
clase terrateniente. El dinero conseguido a través de la imposición de censos y
capellanías sobre sus propiedades, no siempre era invertido en mejorar estas,
sino que era gastado en lujo y boato para rearmar su posición social. Como
consecuencia, las deudas aumentaban poniendo en peligro las propiedades
ante la amenaza de remate.
Las tres huertas de Abajo el Puente que estudiamos también tuvieron
imposiciones en forma de censos, capellanías, buenas memorias y aniversarios
de misas a lo largo de su prolongada historia. Documentalmente comprobamos
también redenciones de censos para ir liberando estas propiedades de las
cargas impositivas. Todo indica que la carga censal pudo ser sobrellevada a lo
largo de los siglos XVII, XVIII y XIX, pues la familia propietaria no se vio
obligada a vender o a ver rematadas sus huertas por causa de censos impagos.
3. La familia propietaria de tres huertas de Abajo el Puente
Antonio de Tejeda y Vera
Antonio de Tejeda y Vera, limeño, era hijo de Bernardino de Tejeda,
sevillano, “Fundidor Mayor de la Artillería de Su Magestad y de sus Reales
Armadas en el Callao y la Mar del Sur”, además de arquitecto y fundidor de
campanas (Pérez Cánepa 1946: 20 y Harth-Terré 1960: 115), ancado en Lima
desde 1580, y de Úrsula de Vera Loranza. Casó Antonio en primeras nupcias
con Juana de Llerena y de la Cueva y al morir esta contrajo matrimonio con
María Velaostegui Fernández de Córdoba, con quien tuvo como hija a Antonia
de Tejeda y Fernández de Córdoba, nacida en Lima en 1642.
En 1658 Antonio de Tejeda y Vera dictó testamento ante el escribano
Francisco Muñoz, falleciendo el 29 de marzo de 1660 en su casa junto al
convento de los Descalzos (la casa-huerta conocida después como “La Ramos”).
El escribano Muñoz dio fe de su muerte.
4
Fue enterrado en el convento de San
Agustín, en la tumba familiar que construyó su padre Bernardino de Tejeda
(Pérez Cánepa 1946: 17-33).
4
AGN. Francisco Muñoz, Protocolo 1187, año 1658, ff. 385 al 387.
105
Antonia de Tejeda y Fernández de Córdoba, única heredera de Antonio de
Tejeda, casó con el navarro Juan de Izca en 1671, con quien tuvo como hija a
Antonia de Izca y Fernández de Córdoba.
Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
Antonia de Izca y Fernández de Córdoba contrajo matrimonio en 1695 con
Juan de Palomares, limeño, hijo del sargento Bernabé Pinto de Palomares y
de Margarita Ortiz Lavado. Juan de Palomares era dos veces viudo, primero
de María de Soria y Troncoso y luego de Catalina de Peralta, no teniendo
hijos en ninguno de estos dos matrimonios. Con Antonia de Izca y Fernández
de Córdoba procrearon a: Nicolás, Luis, Francisco y Juan José Palomares y
Córdova.
Juan de Palomares falleció el 7 de noviembre de 1719 y fue enterrado
dos días después en la Recolección de los Descalzos, es decir, junto a la
huerta que su esposa había llevado al matrimonio. Otorgó poder para testar a
esta, Antonia de Izca, el 26 de setiembre de 1718. En el testamento se señala
que era propietario de una hacienda en el valle de Lurigancho (la hacienda
“Palomares” a la que hacemos alusión en la nota 50 de este texto).
5
En 1727,
Antonia de Izca, con ocasión de solicitar un dinero para imponerlo a censo
sobre sus propiedades, señalaba que era propietaria de
[…] tres casas huertas con sus tierras, que estan junto a la
Recoleccion de los Descalzos y en el camino como quien va para los
Amancaessercados por los serros y camino del Urigancho olivar y
tierras de Medrano que son todos sus linderos, cuia propiedad es mia
y la ube y herede de mis lexitimas paterna y materna las qualesestan
apreciadas en mas de setenta mil pessos, que es la grande y la que
llaman del Altillo y la otra que nombran de Ramos se arrienda en
quinientos pesos que le corresponde al valor de diez mil pessos.
6
Antonia de Izca y Fernández de Córdoba dictó su testamento el 29
de diciembre de 1754 ante el escribano Martín Pérez Dávalos. En dicho
documento manifestó estar “en sana salud, y levantada en mi entero y buen
juicio, memoria y entendimiento natural”.
7
Pidió ser enterrada con el hábito de
San Francisco, en la Recolección franciscana de los Descalzos. Al momento
de testar solo vivían tres hijos suyos: Nicolás, Luis (presbítero) y Juan José
de Palomares y Córdova, a quienes instituyó como herederos. Debió fallecer
5
AGN. Francisco Estacio Meléndez, Protocolo 321, año 1719, ff. 1231 al 1234.
6
AGN. Alejo Meléndez de Arce, Protocolo 696, año 1727, ff. 283 al 289.
7
AGN. Martín Pérez Dávalos, Protocolo 843, año 1754, ff. 271, 271v y 272.
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entre 1755 y 1758 luego de una prolongada existencia. Viuda relativamente
joven, la documentación encontrada nos permite apreciar su capacidad para
dirigir y administrar los negocios familiares y las propiedades heredadas de
sus antepasados.
Los hermanos Palomares y Córdova
De los tres hijos de Antonia de Izca, el mayor, Nicolás de Palomares y
Córdova falleció en julio de 1755. Su testamento lo dictó el 29 de junio de
dicho año ante el escribano Martín Pérez Dávalos. Casó dos veces, primero
con Elvira de Vega y Torres (difunta) y, luego, con Isabel Farfán; de ninguno
de sus matrimonios quedaban hijos. Era propietario de la huerta “El Altillo”,
la misma que le vendió su madre en 1752 en 18 mil pesos. Además, vivía
y era administrador en la huerta “La Ramos”. Dejaba, asimismo, dos casas
en la calle del Pozo (actual cuarta cuadra del jirón Paita, en el Rímac); en
una de ellas fundó una capellanía colativa de 4 mil pesos de principal. Por
albaceas y tenedores de sus bienes nombró a su madre, Antonia de Izca, a su
esposa Isabel Farfán y a Francisco Antonio de la Lastra. Nombró por heredera
universal a su madre y, en la parte que el derecho le permitía, a su esposa. Pidió
ser enterrado con el hábito de San Francisco y en la iglesia de la Recolección
de los Descalzos.
8
Fallecidos Nicolás de Palomares y Córdova y Antonia de Izca Fernández
de Córdoba, quedaron como herederos universales de sus bienes el presbítero
Luis de Palomares y su hermano Juan José de Palomares y Córdova. Luis de
Palomares dictó su testamento el 1 de noviembre de 1758 ante el escribano
Antonio José de Ascarrunz, y falleció al día siguiente. Nombró como heredero
universal de sus bienes a su hermano Juan José de Palomares y Córdova,
9
casado con Clara Vega de los Ríos. Juan José de Palomares y Córdova fue
elegido, en 1759, alcalde de Lima de segundo voto.
El conde de San Donás, Juan Antonio de Palomares y Vega
A los pocos días, el 21 de noviembre de 1758, Juan José de Palomares y
Córdova decidió ceder a su hijo, Juan Antonio de Palomares y Vega, las tres
huertas objeto de este estudio, más una casa y solar en la calle del Pozo (cuarta
cuadra del jirón Paita). Como parte del trato, Juan Antonio de Palomares
debía entregar 25 pesos mensuales a su hermana Sor María Gertrudis del
Patrocinio Palomares y Vega, monja de velo negro en el monasterio de
Mercedarias, hasta el día en que esta falleciera.
10
Para entonces Juan Antonio
de Palomares y Vega poseía el título (originario de Flandes) de conde de San
8
AGN. Martín Pérez Dávalos, ibid., ff. 70 al 72.
9
AGN. Antonio José de Ascarrunz, Protocolo 72, año 1758, f. 626.
107
ás, heredado de su abuela materna María Pérez de los Ríos y del Corral;
además, se había casado hacía poco con Rosa Salazar y Robles, integrante
de la familia terrateniente de los Salazar y Muñatones y sobrina del primer
conde de Monteblanco.
El matrimonio Palomares-Salazar tuvo dos hijas: María Josefa y María Rosa
de Palomares y Salazar. Como era la costumbre entre las clases dominantes en
un régimen señorial, buscaron establecer alianzas matrimoniales ventajosas.
La primera en casarse fue María Rosa de Palomares y Salazar quien lo
hizo en 1780 con Tadeo de Encalada y Mirones, hijo de Manuel Lorenzo de
Encalada y de Manuela Mirones y Obregón. Con ocasión de este matrimonio,
el conde de San ás dio una dote a su hija María Rosa, consistente en la huerta
“Palomares”, esclavos y joyas, que alcanzó la suma de 63,793 pesos. Tadeo
de Encalada rmó la carta dotal respectiva el 13 de junio de 1780 y otora
su amante esposa 8 mil pesos en arras propternuptias.
11
En 1783 fue el turno de María Josefa de Palomares y Salazar, quien
contrajo matrimonio con el destacado comerciante navarro y jefe de milicias,
Juan Félix de Berindoaga Irazoqui. El conde de San ás dotó a su hija con
dinero en efectivo, joyas de oro, diamantes, perlas, plata labrada y esclavos,
que alcanzó la suma de 47,744 pesos 3 reales. Juan Félix de Berindoaga otorgó
carta dotal el 28 de enero de 1783, entregando a su prometida 10 mil pesos
en arras propternuptias.
12
Posteriormente, los recién casados solicitaron como
parte de la dote la huerta “El Altillo”, tasada en 22,500 pesos, descontando
esta cantidad del dinero en efectivo a recibir.
Juan Antonio de Palomares y Vega, conde de San Donás, luego de los
matrimonios de sus hijas, quedó con la propiedad de la huerta “La Ramos”,
además de dos casas en el centro de Lima. Al mismo tiempo, era arrendatario
de la hacienda “Huando”, en Chancay, propiedad del conde de Polentinos.
El 1 de diciembre de 1787, el conde de San Donás otorgó poder para testar
a su esposa Rosa de Salazar y Robles, en primer lugar, y a su cuñado Andrés
de Salazar y Robles en segundo lugar.
13
Para entonces se encontraba enfermo
en cama, falleciendo en dicho mes. Declaró como herederas universales a sus
dos hijas legítimas, María Josefa y María Rosa de Palomares y Salazar.
El 11 de octubre de 1788 la condesa viuda de San Donás, Rosa de Salazar
y Robles contrajo segundas nupcias con Juan Pedro Saldías y Aldecoa,
10
AGN. Orencio de Ascarrunz, Protocolo 80, año 1758, ff. 524v al 526v.
11
AGN. Felipe José Járava, Protocolo 561, año 1780, ff. 116 al 122v.
12
AGN. Felipe José Járava, Protocolo 562, año 1783, ff. 268 al 271.
13
AGN. Pedro Lumbreras, Protocolo 583, año 1787, ff. 674v al 676v.
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matrimonio que ocasionará disgusto en las hijas de la condesa y traerá
consecuencias serias en lo referente a las propiedades de la familia Palomares-
Salazar.
Rosa de Salazar y Robles falleció el 8 de diciembre de 1795, siendo
enterrada al día siguiente en la Iglesia de San Agustín. Antes, otorgó poder
para testar a su segundo esposo, Juan Pedro Saldías, ante el escribano Antonio
Calero, quien asimismo dio fe de la muerte de la condesa. El testamento
respectivo fue dictado el 13 de enero de 1796. Entre otras disposiciones,
fueron declaradas únicas y universales herederas sus hijas María Josefa y
María Rosa de Palomares y Salazar.
14
Las hermanas Palomares Salazar
Entre 1796 y 1802 se desarrolla un complicado litigio entre las hermanas
Palomares Salazar y Juan Pedro Saldías, por la propiedad de las huertas “El
Altillo” y “La Ramos”. La más insistente fue María Josefa, pero nalmente
esta rmó una transacción que otorgó a Saldías la propiedad de “El Altillo”,
mientras María Josefa de Palomares –ya convertida en condesa de San Donás–
quedó como propietaria de “La Ramos”.
15
El matrimonio Berindoaga-Palomares tuvo dos hijos: Juan y Rosa de
Berindoaga Palomares. Rosa casó en 1804 con Antonio Izquierdo Martínez,
administrador de la Real Aduana; falleció en 1819, demente y luego de haber
enviudado, sin dejar sucesión. En cuanto al mayor, Juan de Berindoaga, se
graduó de abogado y pronto se vio involucrado en los acontecimientos que
derivaron en la Independencia, período en el que tuvo activa participación así
como trágico n.
La condesa de San Donás, María Josefa de Palomares y Salazar dictó
testamento el 22 de setiembre de 1810 ante el escribano Antonio Luque. Entre
sus bienes, dejaba una casa en la calle de la Aduana (quinta cuadra del jirón
Miró Quesada), tasada en 18,355 pesos, herencia de su padre, tres haciendas
en el camino de Valles (Casma y Huarmey): Sechín, Barbacay y Mojeque
o Calaveras; otra hacienda en el valle de Zaña, llamada San Lorenzo, alias
Palomino. Dispuso que el título de conde de San Donás pasase a su hijo
mayor, Juan de Berindoaga y Palomares.
16
La huerta “La Ramos” la había
cedido primero a su hija Rosa, como parte de su dote, en 1804, pero luego la
cedió a su hijo mayor en 1808 como anticipo de su legítima.
17
14
AGN. José de Aizcorbe, Protocolo 34, año 1796, ff. 6 al 8v.
15
AGN. Antonio Luque, Protocolo 381, año 1802, ff. 520 al 525.
16
AGN. Antonio Luque, Protocolo 383, año 1810, ff. 867 al 873v.
17
AGN. Ignacio Ayllón Salazar, Protocolo 10, año 1808, ff. 608 al 611v.
109
Por su parte, el matrimonio Tadeo Encalada-María Rosa de Palomares tuvo
tres hijos: Lorenzo, quien siguió la carrera sacerdotal; Rosa, quien ingresó de
monja de velo negro en el monasterio de la Concepción; y Manuela Encalada
y Palomares, quien casó dos veces: primero con Pedro Santiago Concha,
marqués de Casa Concha; y luego con el capitán Pedro Perochena, sin dejar
descendencia.
María Rosa de Palomares y Salazar manejó directamente sus negocios,
especialmente la huerta “Palomares” que recibió como parte de su dote,
contando para ello con el poder respectivo otorgado por su esposo Tadeo
Encalada. Un manejo dispendioso de sus bienes, sumado a la crisis originada
por la guerra de independencia y los convulsos primeros años de la república,
seguramente incidieron en el deterioro de sus propiedades. Estando gravemente
enferma, dictó su testamento el 6 de noviembre de 1834 ante el escribano
Manuel Suárez; ya para entonces había enviudado de Tadeo Encalada. Declaró
como herederos universales a sus tres hijos: el padre Lorenzo, la monja Rosa
y Manuela Encalada Palomares. Como albaceas y tenedores de sus bienes
nombró a su hija Manuela Encalada y a su ahijado Antonio Carrasco, a quien
también dejó un legado del quinto de sus bienes. La huerta “Palomares” la tenía
arrendada al francés Santiago Labarthe.
18
Luego de la muerte de María Rosa,
en 1840 se efectuó la división y partición de sus bienes, siendo el encargado
de efectuar el laudo su sobrino Manuel de Vidaurre y Encalada, quien señaló
estar: “… para transar cortar y dividir los miserables restos que han quedado
por bienes de Rosa Palomares y Salazar…”
19
Juan de Berindoaga y Palomares
Este personaje es un típico representante de la vacilante nobleza limeña
frente al problema de la independencia. Nacido en esta capital en 1784, se
graduó como bachiller en leyes en 1804 y como abogado en 1808 por la
Universidad de San Marcos. Participó en reuniones conspirativas contra el
régimen colonial y, cuando arribaron al Perú San Martín y la expedición
libertadora, Berindoaga pasó a ocupar cargos destacados en el gobierno
independiente. Inclusive, la naciente República del Perú le reconoció el título
de conde de San Donás, barón de Urpin, señor de San Donás y de la Verdaya
en 1822. Luego, entre 1823 y 1824 ocupó los ministerios de Gobierno y
Relaciones Exteriores, de Guerra y Hacienda. Con Bolívar en el Perú y en
un momento crítico para la causa de la independencia, al ser ocupada Lima
por el ejército español, Berindoaga y el marqués de Torre Tagle se negaron a
dejar la capital y seguir al ejército libertador que se encontraba en el norte;
posteriormente, se dirigieron al Callao y se pusieron a órdenes del general
18
AGN. Manuel Suárez, Protocolo 884, año 1834, ff. 304 al 307.
19
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 325, año1840, f. 182.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
español Rodil. En octubre de 1825, en pleno sitio del Callao por el ejército
libertador, y luego de la muerte de Torre Tagle, Berindoaga pretendió fugar
en un buque con rumbo al sur, sin embargo, fue capturado por una lancha
patriota. Sometido a juicio por traición, fue ejecutado el 15 de abril de 1826 en
la Plaza de Armas de Lima. Dos días antes, dictó sus últimas disposiciones. De
su matrimonio con Andrea Pizarro y Pizarro dejó dos hijas legítimas: Dolores
e Isabel Berindoaga Pizarro, menores de edad entonces. Señaló que tenía
dos hijos naturales: María Josefa y Juan Bartolomé Berindoaga Orbegoso, a
quienes dejó un legado en dinero. Como sus bienes estaban secuestrados por
el Estado, declaró por suyos los que el Estado peruano declarara libres. Señaló
por sus herederas universales a sus hijas Dolores e Isabel, a quienes puso bajo
la tutela y curaduría de su esposa Andrea Pizarro y de sus tías Josefa Salazar
e Isabel Cavero y Salazar.
20
Luego de la muerte de Berindoaga, nació una
hija póstuma legítima de este, a quien bautizaron como Mercedes Berindoaga
Pizarro.
Andrea Pizarro, viuda de Berindoaga, logró recuperar para su familia las
principales propiedades de su esposo, en especial la casa de la calle de la
Aduana, las tres haciendas de la provincia del Santa y la huerta “La Ramos”.
Los hermanos Encalada Palomares
Como ya señalamos, los hijos del matrimonio Encalada-Palomares fueron
tres: Lorenzo, sacerdote de la congregación de San Felipe Neri; Rosa, monja
de velo negro en el monasterio de la Concepción, y Manuela, casada en dos
oportunidades. Al efectuarse la división y partición de bienes de María Rosa
de Palomares y Salazar, los tres hermanos compartieron la propiedad de la
huerta “Palomares” junto con Antonio Carrasco, ahijado de María Rosa, quien
resultó favorecido por esta. Luego encargaron a Carrasco la administración de
la citada huerta. A continuación, el padre Lorenzo Encalada vendió su parte al
doctor Carrasco; Manuela Encalada, en su testamento, dejó el capital que tenía
en la huerta “Palomares” para los hijos del citado doctor Antonio Carrasco.
21
Por su parte, la monja Rosa Encalada Palomares recibió una pensión hasta que
murió. Como no hubo descendencia de los hermanos Encalada Palomares, la
propiedad de la huerta “Palomares” pasó a manos del doctor Antonio Carrasco.
Las hermanas Berindoaga Pizarro
A la muerte de Andrea Pizarro viuda de Berindoaga, en 1842, sus hijas
María de los Dolores, Isabel y Mercedes Berindoaga Pizarro le sucedieron ,
en el manejo de la herencia familiar. Muy unidas las tres, siempre María de
20
AGN. Julián de Cubillas, Protocolo 205, año 1826, ff. 341 al 343.
21
AGN. Felipe Orellana, Protocolo 477, año 1847, ff. 501 al 503.
111
los Dolores, la mayor, estuvo al frente de los negocios por encargo de sus
hermanas. Recién en 1857 procedieron a la división y partición de bienes. Se
repartieron, entonces, tres casas ubicadas en el centro de Lima, las haciendas
“Mojeque” (Casma) y “Barbacay” (Huarmey) y la huerta “La Ramos”. Cada
hermana recibió un equivalente a 22,076 pesos. Isabel Berindoaga recibió la
antigua casa familiar de la calle de la Aduana (quinta cuadra del jirón Miró
Quesada) y la huerta “La Ramos”.
22
María de los Dolores casó con el comerciante vasco Santiago Egozcue
pero enviudó muy rápido. Isabel permaneció soltera toda su vida. Mercedes
casó con el comerciante Alejandro Silva, pero luego se separó y continuó
dirigiendo sus negocios por sí misma, siguiendo una tradición en esta familia.
Ninguna de las tres hermanas tuvo hijos.
Con dicultades lograron mantener el control de sus propiedades mientras
avanzaba el proceso histórico republicano en nuestro país. La crisis económica
que precedió a la guerra con Chile golpeó también a estas mujeres y las deudas
no tardaron en aparecer.
El 4 de febrero de 1880, ya en plena guerra, María de los Dolores falleció.
Para entonces ya había vendido su casa de la calle Pando (cuadra séptima del
jirón Carabaya) a su hermana Mercedes. En su testamento cerrado, fechado en
1879, señaló que solo dejaba un documento de 12 mil soles, parte del precio
en que vendió su casa. Declaró como su heredera a su hermana Isabel.
23
El 20 de setiembre de 1882, con la ciudad de Lima ocupada por el ejército
chileno, Isabel falleció en la casa de la calle Pando. En su testamento cerrado,
fechado en agosto de 1882, manifestó como sus propiedades la casa de la calle
de la Aduana y la huerta “La Ramos”. Debía más de 5 mil pesos al italiano
Lorenzo Olivari, arrendatario de “La Ramos”. Nombró por su heredera
universal a su hermana Mercedes Berindoaga.
24
Sin duda, la crisis de la guerra con Chile, así como la de posguerra, afectó
seriamente a Mercedes. Endeudada en varias oportunidades, hipotecando sus
propiedades, terminó perdiendo la casa de la calle Pando al ser rematada por
un banco. En 1885 Mercedes Berindoaga vendió la huerta “La Ramos” al
doctor Manuel María Gálvez en 10 mil soles de plata, propiedad que había
pertenecido a su linaje desde 1615.
25
22
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 336, año 1857, ff. 1466v al 1473.
23
AGN. Manuel Iparraguirre, Protocolo 319, año 1880, protocolizaciones.
24
AGN. Carlos Sotomayor, Protocolo 779, año 1882, protocolizaciones.
25
AGN. Manuel A. La Torre, Protocolo 370, año 1885, ff. 140 y 140v.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
112
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Finalmente, el 27 de mayo de 1901, a los 74 años de edad, falleció
Mercedes Berindoaga Pizarro. Con su muerte terminaba esta importante rama
perteneciente a la estirpe de Antonio de Tejeda y Vera.
En este recorrido por nueve generaciones, iniciado a nes del siglo XVI y
concluido a inicios del siglo XX, hemos podido apreciar cómo un linaje que se
inicia con el sevillano Bernardino de Tejeda, funcionario del régimen colonial,
fundidor y arquitecto, continúa con su hijo Antonio de Tejeda y Vera quien
busca en la adquisición de tierras –las tres huertas de Abajo el Puente que
estudiamos en este artículo– mejorar su estatus social y adquirir estabilidad
económica. Sus descendientes mantendrán este legado, lo incrementarán
con propiedades urbanas, pero además –a través de enlaces matrimoniales–
adquirirán un título nobiliario (el condado de San Donás), se vincularán a
otros, uno de sus integrantes será alcalde de Lima colonial y otro llegará a
ocupar puestos destacados en la naciente república, aunque traicionará la
causa independentista.
Sin embargo, en las últimas generaciones, la división de bienes entre los
herederos, cuando no el despilfarro que se denuncia en algún documento,
llevan a que esta familia pierda la propiedad de estas huertas de Abajo el
Puente, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX.
El Gráco 1 nos permitirá apreciar mejor el árbol genealógico de esta
familia a través de nueve generaciones.
113
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
GRÁFICO Nº 1
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4. Huerta “La Ramos”
A mediados de junio de 1615, la ciudad de Lima se encontraba
conmocionada: el corsario holandés Joris van Spilbergen, al mando de cinco
naves de guerra, surcaba el Pacíco sur desde Chile con rumbo al Callao. El
virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, decidió enviar en
su búsqueda a una armada etada con rapidez, al mando de la cual puso a su
sobrino Rodrigo de Mendoza.
En medio de estos afanes, el viernes 19 de junio de 1615, Juana de Llerena
y de la Cueva otorgaba poder a su esposo, Antonio de Tejeda ante el escribano
Cristóbal de Aguilar Mendieta, para que compre a Alonso de Ascona una
chacra y casa de pan sembrar junto al convento de los Descalzos. En efecto,
el mismo día Antonio de Tejeda adquiere “una casachacara e guerta de pan
sembrar quesdell dicho mi parte en que ay treinta fanegas de tierra poco mas
o menos”. Su propietario, Alonso de Ascona y Espinosa, representado por
Rodrigo Solano, labrador y arrendatario de la misma chacra, se la vende en 10
mil pesos de 9 reales.
El pago se realiza de la siguiente manera: Antonio de Tejeda paga de
contado 5,889 pesos de a 9 reales en 7 barras de plata ensayada y marcada. Los
4,111 pesos restantes quedan impuestos a censo sobre la citada chacra: 1,500
pesos de principal pertenecen a Baltazar de Lorca y los réditos se pagaban a
razón de 14 mil el millar; y los 2,611 pesos restantes pertenecen al maestro
Álvaro Bernardo de Quiroz, a los cuales Tejeda debe otorgar escritura. Este
debía pagar a Álvaro Bernardo de Quiroz cada año 130 pesos y 4 reales de a
9, a razón de 20 mil el millar, es decir, réditos de 5% anuales.
Según la escritura de compra-venta, la casa huerta lindaba por la parte de
arriba con el camino que va a Lurigancho, por la parte de abajo con el camino
que va a los Amancaes y huerta de los herederos de María de Valera. Y por un
lado con los cerros que la abrazan; y por otra parte con casa y huerta de los
herederos de un fulano Valera [sic]. Estaba junto al convento de los Descalzos
y Alonso de Ascona la había adquirido en 1612 en remate de los bienes que
dejó a su muerte Pedro de Quiroz.
26
Esto marcará el inicio de la propiedad de
la huerta (llamada posteriormente “La Ramos”), a cargo de los Tejeda, Izca,
Palomares y Berindoaga, todos ellos integrantes del mismo árbol genealógico.
Un siglo después, el 4 de setiembre de 1718, la nieta de Antonio de Tejeda,
Antonia de Izca y Córdoba con autorización de su esposo Juan de Palomares,
rmaba escritura de arrendamiento de la huerta llamada del Rincón detrás de
los Descalzos a María de Espinosa viuda de Ramos. La merced conductiva
26
AGN. Cristóbal de Aguilar Mendieta, Protocolo 54, año 1615, ff. 885 al 892v.
115
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
era de doscientos pesos anuales y la duración era por toda la vida de María
de Espinosa.
Previamente a la rma de esta escritura, se desarrolló un breve litigio
judicial que pasamos a explicar. El capitán Juan de Izca, padre de Antonia,
había dado en arrendamiento esta huerta a Alonso Ramos [Alonso Vélez
Ramos], esposo de María de Espinosa, quien la trabajó por veinte años. Al
fallecer en 1717 Alonso Ramos, Antonia de Izca, como heredera de su difunto
padre Juan de Izca, solicitó a la viuda de Ramos María de Espinosa que
otorgase una escritura de arrendamiento o de lo contrario desalojase la huerta.
María de Espinosa se negó a otorgar dicha escritura, por lo que Antonia Izca
procedió a arrendar la huerta a Eugenio del Castillo y Francisco Benites y
solicitó a la justicia el lanzamiento de María de Espinosa. Esta última contestó
la demanda solicitando dejar sin efecto el arrendamiento a Del Castillo y
Benites, señalando que su difunto esposo y ella habían trabajado duramente en
la huerta y sembrado nuevos árboles frutales sin que se le pagase el importe de
las mejoras efectuadas. Los jueces le dieron la razón a Espinosa y ordenaron
dejar sin efecto el nuevo arrendamiento hecho por Izca a Del Castillo y Benites.
Estando así las cosas, Antonia de Izca y Córdoba y María de Espinosa
viuda de Ramos convinieron en dejar atrás la litis judicial y rmaron el
contrato de arrendamiento que reseñamos líneas arriba.
27
Años después, en 1735, Antonia de Izca y María de Espinosa volvieron a
litigar. Esta vez era por “una suerte de tierras”, junto a la huerta del Rincón, que
Izca había arrendado en forma verbal a Espinosa a razón de cien pesos anuales.
En dicho año Espinosa se negó a seguir pagando los cien pesos, alegando que
estas tierras estaban incluidas en el contrato de arrendamiento de la huerta
rmado en 1718, cosa negada por Izca. Esta vez los jueces dieron la razón
a Izca y señalaron que Espinosa tenía la obligación de pagar los cien pesos.
Aunque María de Espinosa apeló esta decisión, nalmente el 29 de agosto de
1736 rmó un convenio por el cual reconocía el pago de los cien pesos por la
“suerte de tierras”, diferenciado de los doscientos pesos anuales que pagaba
por la huerta, eso sí, poniendo a salvo su derecho a no ser desalojada de esta
“suerte de tierras” mientras viviese.
28
Sin embargo, un litigio más envolvería a estas damas. En 1739 María de
Espinosa se negaba a pagar los trescientos pesos anuales de arrendamiento
por la huerta más la “suerte de tierras”. Planteada una nueva acción judicial
por Antonia de Izca, nalmente llegan a un convenio que rman el 10 de abril
de 1739: María de Espinosa consigue rebajar el arriendo a doscientos treinta
pesos anuales, asegurándose el arrendamiento de por vida en la huerta “La
27
AGN. Cipriano Carlos de Valladares, Protocolo 1165, año 1718, ff. 1798 al 1799v.
28
AGN. Bartolomé de Vega, Protocolo 1178, año 1736, ff. 387, 387v, 388, 411, 411v.
116
Revista del Archivo General de la Nación
Ramos”.
29
Todo indica que esta María de Espinosa viuda de Ramos era muy
hábil en la negociación.
La arrendataria vitalicia de “La Ramos” debió fallecer al empezar los
años cuarenta del siglo XVIII. A mediados de esa década ya había un nuevo
arrendatario en la citada huerta.
A nes de 1745, Blas Gallegos Sota, síndico del convento y recolección
de Nuestra Señora de los Angeles, los Descalzos, denunciaba ante el juez
de aguas de Lima, Joaquín de los Santos Agüero, que el arrendatario de la
huerta “La Ramos” había abierto una nueva acequia desprendiéndola de
la acequia principal que iba a Amancaes y que pasaba junto a la cerca del
convento; y para conseguir llevar el agua hasta la parte alta de su huerta,
este arrendatario, el pardo José de Castro, bloqueaba totalmente la acequia
principal para darle impulso al agua de la acequia secundaria que ingresaba
a “La Ramos”. Esta acción, decía el síndico, originaba un grave peligro de
desborde e inundación del convento de los Descalzos, como ya había sucedido
con el local del noviciado. Solicitaba el síndico que se clausurase la toma para
esta acequia secundaria y se ubicase al propietario de “La Ramos” para que
exhibiese el título o derecho al riego de su huerta. Señalaba el síndico Joaquín
de los Santos en su escrito, que los propietarios de la huerta “La Ramos”,
conocida también entonces por el “Rincón de la Ramos”, eran Antonia de
Izca y Córdoba y su hijo Nicolás de Palomares y Córdova. En realidad, este
último era administrador de la citada huerta.
Efectivamente, Nicolás de Palomares aparece en el expediente pidiendo
una vista de ojos (inspección ocular) y señalando que la acequia que iba a su
huerta existía desde muy antiguo, cuando por más de cuarenta años poseyó la
huerta Antonia de Espinoza, alias la Ramos [sic]. Efectuada la vista de ojos el
22 de enero de 1746, se comprobó que Palomares había ensanchado la caja de
la acequia y colocado una madera en el centro de ella para derivar el agua a su
huerta, con lo cual eliminaba el peligro de desborde e inundación del convento
de los Descalzos. Esto, más el compromiso de Palomares de resarcir cualquier
daño producido al convento, satiszo a los frailes franciscanos descalzos y se
rmó el acuerdo nal.
30
Nicolás de Palomares falleció en 1755; luego falleció Antonia de Izca y
Córdoba, dejando la huerta “La Ramos” a sus hijos Luis (presbítero) y Juan
de Palomares y Córdova.
El 21 de noviembre de 1758, Juan de Palomares y Córdova cedía a su hijo
Juan de Palomares y Vega, conde de San Donás, la huerta “La Ramos”, situada
29
AGN. Andrés de Quintanilla, Protocolo 898, año 1739, ff. 89 al 91v.
30
AGN. Cabildo, Juzgado de Aguas, Legajo 221, Cuaderno 17, 1745-46.
117
en la Alameda de los Descalzos. Asimismo le cedía una huerta situada en
el camino de Amancaes [“Palomares”] y una chacarita contigua llamada “El
Altillo”, junto con una casa y solar ubicada en la calle del Pozo (actual cuarta
cuadra del jirón Paita, en el Rímac). En el documento de cesión
31
, señalaba
que estas propiedades las heredó de sus padres y las compartía con su hermano
el presbítero Luis Palomares y Córdova, quien falleció el 2 de noviembre del
citado año; antes de morir, este nombró a Juan Palomares y Córdova como su
heredero universal.
El conde de San Donás, Juan de Palomares y Vega, recibió estas
propiedades con la condición de entregar a su hermana Sor Rosa María
Gertrudis del Patrocinio Palomares, religiosa de velo negro en el monasterio
de Mercedarias, una pensión vitalicia de 25 pesos mensuales. Debemos señalar
que Juan Antonio de Palomares y Vega se había casado el 20 de junio de 1758
con Rosa Salazar y Robles en la Iglesia de San Lázaro, de manera que estas
propiedades constituían un auténtico regalo de matrimonio.
Años después, el 1 de diciembre de 1787, el conde de San Donás Juan
Antonio de Palomares y Vega otorgó poder para testar a su esposa Rosa de
Salazar y Robles,
32
falleciendo en dicho mes. Al año siguiente la condesa
viuda casó por segunda vez con Juan Pedro Saldías, y este matrimonio tendrá
serias consecuencias para las huertas que tratamos aquí.
El 28 de enero de 1796 ( Rosa de Salazar había fallecido en el mes de
diciembre de 1795), Juan Pedro Saldías fue desalojado por las hermanas
Palomares Salazar de las huertas “La Ramos” y “El Altillo”, siendo reintegrado
a las mismas por orden de los jueces recién el 8 de noviembre de 1797.
Recordemos que Saldías era el albacea de los bienes de Rosa de Salazar y
Robles.
En 1796, en medio del juicio que llevaban adelante las hermanas María
Josefa y María Rosa Palomares y Salazar con Juan Pedro Saldías por la
propiedad de las huertas de “La Ramos” y “El Altillo”, se procedió a efectuar
un inventario con tasación de los árboles frutales y no frutales de “La Ramos”.
33
Las cifras se muestran en el siguiente cuadro.
31
AGN. Orencio de Ascarrunz, Protocolo 80, año 1758, ff. 524v al 526v.
32
AGN. Pedro Lumbreras, Protocolo 583, año 1787, ff. 674v al 676v.
33
AGN. Real Audiencia de Lima, Causas Civiles, Legajo 350, 3182, año 1796.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
CUADRO 1
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Huerta “La Ramos”
AÑO 1796
Cantidad Tipo de árbol Precio unitario Precio total
85 Limos grandes 5 pesos 425 pesos
113 Limos pequeños infructíferos 6 reales 84 pesos 6 reales
145 Naranjos pequeños 4 reales 72 pesos 4 reales
8 Naranjos grandes rebajados 2 pesos 4 reales 20 pesos
8 Naranjos dulces regulares 5 pesos 40 pesos
2 Naranjos agrios 6 reales 1 peso 4 reales
13 Limones agrios 2 pesos 4 reales 32 pesos 4 reales
1 Limón sutil 1 peso 1 peso
25 Chirimoyos grandes 7 pesos 175 pesos
187 Chirimoyos medianos de varios tamaños 4 pesos 748 pesos
210 Chirimoyos pequeños nuevos 3 reales 78 pesos 6 reales
2 Toronjos 2 pesos 4 pesos
40 Higueras madres 8 pesos 320 pesos
40 Higueras sombrías 4 pesos 160 pesos
28 Perales 10 pesos 280 pesos
81 Peros de Chile grandes 6 pesos 486 pesos
81 Peros de Chile medianos 3 pesos 243 pesos
48 Peros de Chile pequeños 6 reales 36 pesos
26 Manzanos 3 pesos 78 pesos
24 Melocotones 5 pesos 120 pesos
14 Melocotones chiquitos 2 pesos 28 pesos
2 Albaricoques 4 pesos 8 pesos
100 Membrillos grandes 5 reales 62 pesos
22 Varas presas de membrillos 1 real 2 pesos 6 reales
11 Lúcumos 12 pesos 132 pesos
8 Palillos 2 pesos 4 reales 20 pesos
2 Tutumos 2 pesos 4 pesos
10 Granados 1 peso 4 reales 15 pesos
10 Ciruelos 3 pesos 30 pesos
2 Paltos 4 pesos 8 pesos
29 Guayabos 2 pesos 4 reales 72 pesos 4 reales
1 Guanábano 2 pesos 2 pesos
46 Pozas de plátanos guineos 4 reales 23 pesos
37 Sauces 4 reales 18 pesos 4 reales
29 Morales en brote 6 reales 21 pesos 6 reales
2 Palmos 1 peso 2 pesos
1 Jazmín 1 peso 1 peso
5 Suches 2 reales 1 peso 2 reales
381 Parras madres 8 pesos 3048 pesos
279 Parras medianas 4 pesos 1116 pesos
22 Parras de Italia 8 pesos 176 pesos
119
1900 Parras como de cuatro años en una tabla
separada
3 pesos 4 reales 6650 pesos
570 Sarmientos de resiembro 4 reales 286 pesos
34
TOTAL 15,133 pesos
6 reales
En 1798 las huertas “La Ramos”y “El Altillo”, fueron arrendadas a Pedro
Angulo por María Josefa Palomares Salazar, María Rosa Palomares Salazar,
hijas de Rosa de Salazar y Robles, condesa viuda de San ás, y por Juan Pedro
Saldías, segundo esposo y viudo de esta última. Para entonces la propiedad y
dominio de “El Altillo” y “La Ramos” continuaba en litigio entre las hermanas
Palomares Salazar y Juan Pedro Saldías, pero por fallo de la Real Audiencia de
Lima los benecios de ambas huertas debían dividirse entre los tres litigantes
en partes iguales; el arrendamiento fue por dos años forzosos y tres voluntarios
a razón de dos mil pesos anuales, mil divididos en mesadas y los otros mil en
el tiempo de cosecha, es decir los meses de enero, febrero y marzo.
El 3 de marzo de 1802 la huerta “La Ramos”, valorizada en 26.075 pesos,
pasó a ser propiedad de María Josefa Palomares y Salazar, hija mayor legítima
de Juan de Palomares y Vega y heredera del título de San Donás. Ella, nacida
en Lima en 1763, se casó el 29 de enero de 1783 en la Parroquia de Santa
Ana con el comerciante y militar español Juan Félix de Berindoaga Irazoqui,
comandante del Regimiento de Dragones de Carabayllo y teniente coronel
graduado de los Reales Ejércitos. Luego de la muerte de su madre, la condesa
viuda de San Donás, Rosa Salazar y Robles (8 de diciembre de 1795), su
padrastro y segundo esposo de la condesa, Juan Pedro de Saldías, haciendo
uso del poder que le dejó su esposa antes de morir, redactó el testamento
a nombre de la condesa; en él se reconocían como herederas universales a
María Josefa y María Rosa Palomares y Salazar, hijas legítimas de la condesa
en su primer matrimonio con Juan de Palomares y Vega. Sin embargo, a
partir de 1796 María Josefa Palomares y Salazar y su hermana María Rosa
se enfrascaron en un juicio contra Juan Pedro de Saldías por la disputa de los
bienes, especialmente las huertas “El Altillo” y “La Ramos”. En noviembre de
1798 María Rosa Palomares desiste del juicio y llega a un acuerdo con Juan
Pedro de Saldías. Finalmente, el 3 de marzo de 1802, María Josefa Palomares,
condesa de San Donás, y su esposo Juan Félix de Berindoaga decidieron
ponerse de acuerdo con Juan Pedro de Saldías y rmaron una transacción
por la cual la huerta “La Ramos” pasaba a ser propiedad denitiva de María
Josefa Palomares y Salazar, mientras que la huerta “El Altillo” quedaba como
propiedad de Juan Pedro de Saldías, así como 27 esclavos.
El 27 de abril de 1803, María Josefa Palomares y Salazar, sexta condesa
de San Donás, ya como propietaria absoluta de la huerta “La Ramos”, decide
34
Error en la cifra de la tasación: son 285 pesos.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
120
Revista del Archivo General de la Nación
arrendarla a Lorenzo Gómez por cinco años, los dos primeros forzosos y
los tres restantes voluntarios. El monto de la merced conductiva era de 650
pesos al año y el arrendatario se hacía cargo de los pagos de diezmo, primicia,
alcabala, guardia de aguas y limpieza de acequias.
Al respecto, el arrendatario Lorenzo Gómez era un conocido del valle
de Amancaes, pues en 1807 declara que llevaba seis años trabajando como
Guardia de Aguas del citado valle.
35
Con motivo de este arrendamiento, el 13
de abril de 1803 se hizo un inventario de los árboles y otras plantas de “La
Ramos”. Dicho inventario lo recogemos en el siguiente cuadro.
36
CUADRO 2
Inventario de árboles y otras plantas de la Huerta “La Ramos”
AÑO 1803
Cantidad Tipo de Árbol
1908 Parras de la Pampa, nuevas de 8 a 9 años
507 Id. antiguas
178 Limos nuevos
83 Id. antiguos
152 Peros de Chile
19 Manzanos
57 Peros de Chile pequeños
158 Chirimoyos nuevos
10 Lúcumos
4 Granados
76 Higueras
100 Membrillos
17 Naranjos dulces
26 Guayabos
1 Ciruelo agrio
1 Guanábano
33 Sauces
26 Melocotones
1 Albaricoque
2 Suches
29 Perales, uno medio seco
8 Ciruelos de dos huesos
2 Palmos
55 Naranjitos para injertar en la Pampa
7 Naranjos agrios grandes
8 Palillos
2 Tutumos
159 Chirimoyos grandes
7 Limones agrios grandes
1 Pacae
35
AGN. Cabildo, Juzgado de Aguas, Legajo 217, Cuaderno 274, año 1807.
36
AGN. Antonio Luque, Protocolo 381, año 1803, ff. 824v al 830v.
121
El 18 de junio de 1808, Rosa de Berindoaga y Palomares, en acuerdo con
su madre María Josefa Palomares y Salazar, decide renunciar a la propiedad
de la huerta “La Ramos” que le había sido adjudicada como dote cuando
se casó con Antonio Izquierdo Martínez en 1804. En el mismo acto, María
Josefa Palomares y Salazar le cede la huerta “La Ramos” a su hijo mayor,
Juan de Berindoaga y Palomares. El valor de la huerta era de 15.430 pesos,
descontados 2 mil pesos que la gravaban por el censo de una capellanía.
37
La condesa María Josefa Palomares y Salazar dictó testamento el 22 de
noviembre de 1810,
38
dejando como heredero del título de San Donás y de
buena parte de las propiedades a su hijo Juan Berindoaga y Palomares.
El séptimo Conde de San Donás, Juan Berindoaga y Palomares, antes de ser
ejecutado, dictó sus últimas disposiciones el 13 de abril de 1826, reconociendo
como herederas universales a sus hijas legítimas Dolores e Isabel Berindoaga
Pizarro, señalando que recibirían los bienes que el Estado peruano declarara
libres. La viuda de Berindoaga, Andrea Pizarro y Pizarro, logró recuperar las
propiedades que pertenecían a su esposo y las mantuvo en su poder hasta su
fallecimiento en 1842.
La huerta “La Ramos” reconocía dos capellanías de dos mil pesos cada
una, la primera fundada por Antonio Tejeda en 1638, y la segunda fundada por
Sor Mariana [Ana] de la Cruz Aguilar, religiosa de velo negro del monasterio
de Santa Clara. El capital de esta segunda capellanía lo solicitó para imponerlo
al 3% anual en su huerta Rosa de Salazar y Robles, condesa viuda de San
Donás, en el año 1793.
39
El 28 de junio de 1853, María de los Dolores Berindoaga viuda de Egozcue,
como albacea de sus padres y en representación de sus hermanas, arrendaba
la huerta “La Ramos” a José Meléndez por nueve años (cinco obligatorios
y cuatro voluntarios). El monto del arrendamiento era 360 pesos anuales,
pagados en mensualidades, con un año adelantado como anza.
40
El 9 de noviembre de 1857, las hermanas María de los Dolores, Isabel y
Mercedes Berindoaga Pizarro (esta última hija póstuma de Juan Berindoaga
y Palomares) procedieron a efectuar la división y partición de bienes que
heredaron de sus padres. A Isabel Berindoaga Pizarro le tocó la huerta “La
Ramos”.
41
En sucesivos testamentos que dicta en 1865, 1867 y 1868 la huerta
“La Ramos” gura entre sus propiedades. Sin embargo, el 3 de diciembre
37
AGN. Ignacio Ayllón Salazar, Protocolo 10, ff. 608 al 611v.
38
AGN. Antonio Luque, Protocolo 383, año 1810, ff. 867 al 873v.
39
AGN. Manuel de Udías, Protocolo 1807, año 1793, ff. 681 al 703.
40
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 332, año 1853, ff. 1052 al 1056.
41
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 336, año 1857, ff. 1466v al 1473.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
122
Revista del Archivo General de la Nación
de 1869, Isabel Berindoaga le vende a su hermana María de los Dolores
Berindoaga la huerta “La Ramos” en 13,537 pesos y 2 reales.
42
El 3 de febrero de 1870, María de los Dolores Berindoaga arrienda la
huerta “La Ramos” al italiano Luis Costa, por el plazo de diez años a razón de
1.200 pesos anuales a pagar en mesadas de cien pesos.
43
Con motivo de este arrendamiento se procedió a efectuar inventario y
tasación de los árboles de la citada huerta, el que mostramos en el siguiente
cuadro.
CUADRO 3
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Huerta “La Ramos”
AÑO 1870
Cantidad Tipo de planta Precio unitario Precio total
16 Parrones 12 pesos 192 pesos
165 Parras de primera clase 8 pesos 1.320 pesos
332 Parras de segunda clase 5 pesos 1.660 pesos
280 Parras de tercera clase 3 pesos 840 pesos
288 Parras de cuarta clase 1 peso 288 pesos
1 Acequia de membrillo para injertar 4 pesos 4 pesos
14 Chirimoyos en distintos lugares, buenos 12 pesos 168 pesos
942 Peros de primera clase 8 pesos 7.536 pesos
788 Peros de segunda clase 6 pesos 4.728 pesos
557 Peros de tercera clase 4 pesos 2.228 pesos
9 Lúcumos en buen estado 12 pesos 108 pesos
658 Melocotones de primera clase 8 pesos 5.264 pesos
442 Melocotones de segunda clase 5 pesos 2.210 pesos
325 Melocotones de tercera clase 3 pesos 975 pesos
107 Melocotones en una almaciguera, grandes y pequeños 4 reales 53 pesos
4 reales
28 Peras de rabo de primera clase 16 pesos 448 pesos
102 Peras de rabo de segunda clase 10 pesos 1.020 pesos
50 Peras de rabo de tercera clase 6 pesos 300 pesos
130 Membrillos 1 peso 130 pesos
23
Huayabos [sic]
4 pesos 92 pesos
43 Higueras 4 pesos 172 pesos
13 Higueras pequeñas 1 peso 13 pesos
16 Granados 4 pesos 64 pesos
1 Palmo 8 pesos 8 pesos
1 Pacae 4 pesos 4 pesos
2 Suches 2 pesos 4 pesos
4 Cucardas 1 peso 4 pesos
42
AGN. Miguel Antonio de la Lama, Protocolo 358, año 1869, ff. 818 al 820v.
43
AGN Antonio de la Lama, Protocolo 359, año 1870, ff. 66 al 67v.
123
1 Jazmín 1 peso 1 peso
2 Paltos pequeños 5 pesos 10 pesos
66 Pozas de plátano de la isla 12 reales 99 pesos
33 Pozas de plátano morado 2 pesos 66 pesos
16 Pozas de plátano palillo 2 pesos 32 pesos
5 Pozas de plátano guineo 12 reales 7 pesos 4
reales
3 Pozas de plátano enano 12 reales 4 pesos 4
reales
58 Peros en previsión, en almácigo 2 pesos 116 pesos
7 Pera chirimoya francesa 4 pesos 28 pesos
9 Albaricoques 8 pesos 72 pesos
1 Tutumo 3 pesos 3 pesos
1 Guindo o capulí 3 pesos 3 pesos
104 Sauces 1 peso 104 pesos
2 Álamos 1 peso 2 pesos
1396 Peros y manzanos en almácigo 1 peso 1396 pesos
56 Peros que quedarán en la acequia cuando se saque la
almaciguera, de tercera clase
4 pesos 224 pesos
48 Melocotones de tercera clase 3 pesos 144 pesos
39 Perales de rabo 6 pesos 234 pesos
1 Ciprés 3 pesos 3 pesos
TOTAL 32,400 pesos
4 reales
Posteriormente, el 10 de noviembre de 1873, Isabel y María de los Dolores
Berindoaga rescinden la venta efectuada en 1869.
Para 1877 el italiano Luis Costa continuaba como arrendatario de “La
Ramos”. Así lo indica un Margesí de Haciendas, Chacras, Huertas, Jardines,
Curtiembres y Fábricas, elaborado por la Municipalidad de Lima.
44
Sin
embargo, para 1880 Luis Costa ya había fallecido.
El 6 de setiembre de 1880 Isabel Berindoaga arrienda “La Ramos” al
huertero italiano Lorenzo Olivari (cuñado del nado Luis Costa), por diez
años, que empezaron el 1 de agosto de 1880. El arrendamiento importaba 150
soles de plata mensuales “con la mayor puntualidad el día primero, puesto que
están destinados para los alimentos de la dueña”.
45
El 23 de agosto de 1882, durante la ocupación chilena de Lima, Isabel
Berindoaga otorga testamento cerrado ante el escribano Carlos Sotomayor. En
dicho testamento, nombra como heredera universal de sus bienes (la casa de
la antigua calle de la Aduana y la huerta “La Ramos”) a su hermana Mercedes.
Isabel Berindoaga falleció el 20 de setiembre de 1882.
44
AGN. Cabildo, Juzgado de Aguas, 3.3.22.35, año 1877.
45
AGN. Manuel Iparraguirre, Protocolo 300, año 1880, ff. 482v, 483, 483v.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
124
Revista del Archivo General de la Nación
Luego del fallecimiento de Isabel Berindoaga, su heredera y hermana
Mercedes solicita tres préstamos del italiano Juan Schenone, a saber: el 29 de
setiembre de 1883 treinta mil soles en billetes scales por dos años, cotizados
a tres peniques cada sol billete, con un interés de 1½ por ciento mensual; como
garantía hipoteca la casa de la calle de la Aduana y la huerta “La Ramos”. El
19 de diciembre de 1883 el préstamo es de mil soles de plata sellada por dos
años, con interés de 1½ por ciento mensual, es decir 15 soles de plata al mes;
para el efecto realiza una segunda hipoteca de la casa de la calle de la Aduana
y de la huerta “La Ramos”. Posteriormente, el 10 de setiembre de 1884 el
nuevo préstamo es por quince mil soles en billetes, cotizados a tres peniques
por sol, efectuando una tercera hipoteca de los mismos bienes.
El 22 de agosto de 1885, Mercedes Berindoaga efectúa una transacción
con los hermanos Bartolomé y Lorenzo Olivari, con quienes tenía varios
juicios. Como resultado de esta transacción queda cancelado el contrato de
arrendamiento de “La Ramos” que tenía desde 1880 Lorenzo Olivari, quien
devuelve la huerta el mismo día.
46
Siete días después, el 29 de agosto de 1885, Mercedes Berindoaga vende
la huerta “La Ramos” al doctor Manuel María Gálvez Egúsquiza en diez mil
soles de plata. De esta manera dicha huerta deja de pertenecer al linaje de los
Tejeda, Izca y Fernández de Córdoba, Palomares y Berindoaga, después de
270 años de su adquisición por Antonio de Tejeda y Vera.
El 21 de diciembre de 1885 la huerta “La Ramos” cambia de dueño dos
veces en el mismo día. Primero, el doctor Manuel María Gálvez la vende a
Pedro I. Montani, en diez mil soles de plata.
47
Inmediatamente después, Montani
vende “La Ramos” al italiano Juan Schenone en trece mil soles de plata.
48
Hasta el año 1901, Juan Schenone aparece como propietario de la huerta
“La Ramos”. En dicho año, una sentencia judicial de tercera instancia
declaraba la prescripción de la capellanía fundada por Sor Ana de la Cruz en
el siglo XVIII, en el juicio seguido por Federico Dinegro con Juan Schenone
por pago de réditos.
5. ¿Dónde quedaba la huerta “La Ramos”?
En el documento de venta de la huerta “La Ramos” de 1869, se señala
que se encontraba ubicada al nal de la Alameda de los Descalzos, entre el
beaterio del Patrocinio y el convento de los Descalzos, al pie del cerro de las
46
AGN. Manuel A. La Torre, Protocolo 370, año 1885, ff. 137v al 139.
47
AGN. Manuel A. La Torre, Protocolo 370, año 1885, ff. 189v, 190.
48
AGN. Manuel A. La Torre, Protocolo 370, año 1885, ff. 190 al 191v.
125
Ramas (o de las Ramos como originalmente debió llamarse). Su extensión era
de 3 fanegadas y 5 almudes de terrenos de sembríos
49
y 576 varas cuadradas
en el área de la casa. Al respecto, Juan Bromley, nos dice:
Cabe apuntar que en el aludido Cerro de las Ramos, hoy llamado
Cerrito de las Ramas, había una pequeña huerta de unas señoras de
apellido Ramos, huerta que en 1741 era de propiedad del Conde de
San Donás, año en que se mandó hacer un callejón que saliese de la
huerta a la alameda.(Bromley 2005: 55).
Juan Bromley no cita fuente documental que certique su armación de
que la huerta era de “unas señoras de apellido Ramos”. Nuestra investigación
está demostrando que a nes del siglo XVII la tomó en arrendamiento Alonso
Ramos y fue sucedido por su viuda María de Espinosa. Entre ambos fueron
arrendatarios de la huerta por más de cuarenta años y seguramente recibió el
nombre de “La Ramos” en alusión a Alonso Ramos y su esposa.
En una parte de lo que fue la huerta “La Ramos” se encuentra el Club de
Tiro “Internacional Revólver”, al costado del convento de los Descalzos y
en las faldas del cerro (o cerrito) de las Ramas. Un documento del Consejo
Superior de Aguas, de la Dirección de Aguas e Irrigación del Ministerio de
Fomento correspondiente al año 1933, nos informa:
El Club “Internacional Revólver” ocupa parte del área de la antigua
huerta “Ramos” abastecida por la acequia de “Amancaes” que se
deriva del cauce comunal de Piedra Liza, por donde le corresponde
un riego de agua, recibiendo esta dotación en conjunto el día Sábado
de cada semana.”
50
Este Club había construido una piscina para sus socios de quinientos
metros cúbicos de capacidad, y solicitaba a la autoridad correspondiente se
le concediese una dotación adicional de agua para llenar la citada piscina.
El perito encargado de examinar el caso planteó que el Club “Internacional
Revólver” trasladase a su costo la toma de la antigua huerta “Potao”, que para
1933 ya había dejado de existir y se estaba urbanizando. De esa manera no
perjudicaría a otros usuarios del valle de Piedra Liza.
A continuación, veamos un cuadro con los propietarios de “La Ramos”
entre los siglos XVI-XIX.
49
Una fanegada = 288 varas de largo por 144 varas de ancho, es decir, 41,472 varas cuadradas = 29,730
metros cuadrados. En Lima una fanegada tenía 36 almudes.
50
AGN. Ministerio de Fomento, Dirección de Aguas e Irrigación, Consejo Superior de Aguas. Expediente
Nº 108: Relativo a la solicitud del Club Revólver sobre dotación de agua de riego, 9 de enero de 1933,
fol. 2.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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CUADRO 4
Huerta “La Ramos” - Propietarios (Siglos XVI-XIX)
Año Nombre del Propietario
1597 Pedro de Quiroz - Mariana de Peralta
1612 Alonso de Ascona
1615 Antonio de Tejeda y Vera
1660 Antonia de Tejeda y Fernández de Córdoba - Juan de Izca
1716 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba - Juan Palomares Vega
1719 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
[1756] Juan José Palomares y Córdova - Luis Palomares y Córdova
1758 Juan José Palomares y Córdova
1758 Juan Antonio Palomares y Vega
1788 Rosa Salazar y Robles viuda de Palomares
1796 María Josefa y María Rosa Palomares Salazar; Juan Pedro Saldías (segundo
esposo de Rosa Salazar y Robles), propiedad en litigio
1802 María Josefa Palomares y Salazar - Juan Félix Berindoaga
1804 Rosa María Berindoaga y Palomares - Antonio Izquierdo
1808 Juan Berindoaga y Palomares
1826 Andrea Pizarro y Pizarro viuda de Berindoaga
1842 María de los Dolores, Isabel y Mercedes Berindoaga Pizarro
1857 Isabel Berindoaga Pizarro
1869 María de los Dolores Berindoaga Pizarro
1873 Isabel Berindoaga Pizarro
1882 Mercedes Berindoaga Pizarro
1885 Manuel María Gálvez Egúsquiza
1885 Pedro I. Montani
1885 Juan Schenone
CUADRO 5
Censos que gravaban la Huerta “La Ramos”
Tipo de Censo Fundador (a) Fecha de
imposición
Monto Réditos Fecha de redención
Censo
Álvaro Bernardo
de Quirós
2,611 pesos de
a 9 reales
5% anual 28-III-1722
Capellanía Antonio de Tejeda ¿1638? 2,000 pesos 2% anual
Aniversario de
misas
Diego de Armella
y Alarcón
9-X-1723 2,000 pesos 5% anual
Buena Memoria Sor Ana de la Cruz
Aguilar
5-X-1793 2,000 pesos 3% anual Por sentencia judicial
de 29-X-1900 y
12-VI-1901 se
declaró prescrita esta
capellanía.
127
6. Huerta “Palomares”
51
Con ocasión de un pleito por el reparto del agua en el valle de Amancaes,
Juan Antonio de Palomares y Vega, conde de San Donás, solicitó testimonio de
la escritura de venta de la huerta “Palomares”, señalando que la misma había
sido vendida por Catalina de León Pinelo –hermana de los famosos Antonio y
Diego de León Pinelo– a Antonio de Tejeda y Vera el 3 de julio de 1635 ante el
escribano Bartolomé Civico.
52
Lamentablemente, hasta el momento no hemos
podido localizar dicha escritura.
En 1743, un siglo después, Antonia de Izca Fernández de Córdoba
buscó subrogar algunos censos que gravaban sus huertas de Abajo el Puente.
Solicitó entonces realizar un inventario y tasación de la huerta grande del
Pedregal (después conocida como “Palomares”). Las cifras las recogemos en
el siguiente cuadro:
CUADRO 6
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Huerta “Palomares”
AÑO 1743
Cantidad Tipo de planta Precio unitario Precio total
318 Olivos corrientes 12 pesos 3,720 pesos
1,478 Pozas de plátanos 2 pesos 2,956 pesos
37 Perales 30 pesos 1,110 pesos
180 Perales 40 pesos 7,200 pesos
315 Limones corrientes 12 pesos 3,780 pesos
21 Limitos nuevos de más de dos años 5 pesos 105 pesos
34 Naranjos de Portugal 20 pesos 680 pesos
14 Limones dulces 10 pesos 140 pesos
10 Limones agrios 10 pesos 100 pesos
14 Palillos 12 pesos 168 pesos
8 Paltos grandes 10 pesos 80 pesos
280 Chirimoyos 12 pesos 3,360 pesos
12 Chirimoyos pequeños 2 pesos 24 pesos
393 Melocotones 6 pesos 2,358 pesos
11 Pacaes grandes 8 pesos 88 pesos
182 Manzanos 8 pesos 1,456 pesos
3 Manzanos pequeños 2 pesos 6 pesos
17 Granados 2 pesos 34 pesos
3 Granados pequeños 1 peso 3 pesos
98 Higueras 8 pesos 784 pesos
10 Higueras pequeñas 3 pesos 30 pesos
229 Membrillos 1 peso 229 pesos
14 Membrillos pequeños 12 reales 21 pesos
51
Hay que distinguir esta huerta “Palomares” de la hacienda o chacra “Palomares”, ubicada en el valle
de Lurigancho (hoy distrito de San Juan de Lurigancho). Esta última fue adquirida por Bernabé Pinto
de Palomares en el siglo XVII y continuó en manos de su familia hasta que su nieto Nicolás de
Palomares y Córdova la vendió al Marqués de Soto Florido, Pablo Ruiz Cano, en 1743. Con el nombre
de hacienda “Palomares”, “San Antonio de Padua” o “Vista Alegre” continuó existiendo hasta el siglo
XX.
52
Cabildo, CA-AD3 9.158, año 1782, 1 folio.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
12 Albaricoques 12 pesos 144 pesos
7 Albaricoques pequeños 10 pesos 4 reales
53
10 Peros de Chile 6 pesos 60 pesos
2 Morales grandes 30 pesos 60 pesos
18 Guayabos 6 pesos 108 pesos
8 Achotillos grandes 6 pesos 48 pesos
19 Naranjos agrios de injertar 3 pesos 57 pesos
11 Sidros y toronjas 4 pesos 44 pesos
7 Ciruelos dulces 6 pesos 42 pesos
4 Nogales de Chile 6 pesos 24 pesos
2 Totumos 8 pesos 16 pesos
8 Nogales 4 pesos 32 pesos
16 Nogales pequeños 1 peso 16 pesos
2 Naranjos agrios 3 pesos 6 pesos
339 Parras de todas calidades 6 pesos 2,034 pesos
45 Parras pequeñas 2 pesos 90 pesos
39 Parras de Italia 8 pesos 312 pesos
40 Parras pequeñas 2 pesos 80 pesos
29 Parras de Italia del año pasado 1 peso 29 pesos
4 Lúcumos 40 pesos 160 pesos
3 Lúcumos pequeños 4 pesos 12 pesos
56 Parras de este año 1 peso 56 pesos
130 Melocotones pequeños 1 peso 130 pesos
1 Fanega de semilla de alfalfa de más de cuarta 30 pesos
TOTAL
32,032 pesos
4 reales
A esta tasación se sumaron ocho mil pesos correspondientes al valor de 4
fanegadas de tierras, dando un total de 40.032 pesos y 4 reales.
El último de los hijos del matrimonio Palomares-Izca, el general Juan
José de Palomares y Córdova, terminó heredando esta huerta a la muerte de
sus padres y de sus hermanos mayores. Casado en 1727 con Clara Vega de
los Ríos, hija de la cuarta condesa de San Donás – María Pérez de los Ríos
y Corral–, cedió la huerta “Palomares” y otras propiedades a su hijo Juan
Antonio de Palomares y Vega, quinto conde de San Donás, casado en 1758
con Rosa de Salazar y Robles.
El 13 de mayo de 1780, la segunda hija del conde de San Donás, María
Rosa Palomares y Salazar contrajo matrimonio con Tadeo de León Encalada
y Mirones. El conde de San Donás le otorgó en dote a su hija la huerta
“Palomares” y el 13 de junio de 1780 Tadeo Encalada rmó la carta dotal
respectiva.
La casa-huerta “Palomares” se tasó en 12,649 pesos 1 real, mientras los
árboles frutales y los no frutales fueron tasados en 39,629 pesos, y el terreno
de la huerta propiamente dicho (4 fanegadas y 12 almudes) en 6,500 pesos. En
total, casa, terreno de sembrío y árboles: 58,778 pesos 1 real.
53
Por deducción. El documento está dañado en esta parte.
129
A continuación, veamos un cuadro con el inventario y tasación de los
árboles frutales y no frutales de la huerta “Palomares” correspondiente a 1780.
CUADRO 7
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Huerta “Palomares”
AÑO 1780
Cantidad Tipo de planta Precio unitario Precio total
486 Limos grandes 18 pesos 8748 pesos
183 Limos medianos 6 pesos 1098 pesos
166 Perales grandes 13 pesos 2158 pesos
268 Perales empezando a dar fruto 7 pesos 1876 pesos
1886 Pozas de plátanos de la tierra 2 pesos 3772 pesos
340 Pozas de plátanos de Guinea 12 reales 510 pesos
340 Parras de Italia 11 pesos 3740 pesos
600 Parras blancas 9 pesos 5400 pesos
300 Parras negras mollares y moscateles 7 pesos 2100 pesos
36 Lúcumos de fruto 20 pesos 720 pesos
1 Lúcumo muy grande nombrado el Amarillo 400 pesos 400 pesos
1 Lúcumo grande nombrado el Guacho 400 pesos 400 pesos
1 Lúcumo grande nombrado el Cambraisillo 300 pesos 300 pesos
1 Lúcumo grande nombrado el del Platanar 300 pesos 300 pesos
2 Lúcumos grandes 200 pesos 400 pesos
26 Lúcumos medianos 6 pesos 156 pesos
52 Limones agrios y dulces 11 pesos 572 pesos
190 Melocotones aurimelos y priscos 10 pesos 1900 pesos
27 Albaricoques 10 pesos 270 pesos
90 Chirimoyos grandes de fruto 15 pesos 1350 pesos
50 Granados 8 pesos 400 pesos
4 Nogales de Chile 10 pesos 40 pesos
28 Nogales criollos 7 pesos 196 pesos
4 Paltos grandes 16 pesos 64 pesos
78 Manzanos 6 pesos 468 pesos
41 Peros 6 pesos 246 pesos
56 Peros medianos 2 pesos 112 pesos
2 Paltos pequeños 10 pesos 20 pesos
100 Higueras 8 pesos 800 pesos
53 Naranjos grandes de Portugal 12 pesos 636 pesos
13 Limones sutiles 6 pesos 78 pesos
20 Pacaes grandes 10 pesos 200 pesos
4 Pies de Palillos grandes 8 pesos 32 pesos
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
130
Revista del Archivo General de la Nación
3 Pies de Ciruelos dulces 4 pesos 12 pesos
2 Pies de Guanábanos 8 pesos 16 pesos
72 Pies de Membrillos grandes 1 peso 72 pesos
9 Guayabos grandes 6 pesos 54 pesos
3 Pies de Morales 3 pesos 9 pesos
2 Pies de Ciruelos agrios 2 pesos 4 pesos
TOTAL 39,629 pesos
Algo que nos llama la atención es el excesivo precio de unos lúcumos, que
hasta tenían nombre (“el Amarillo”, “El Guacho”, “el Cambraisillo”, “el del
Platanar”), valorados entre 200 y 400 pesos. Tienen además los calicativos
de “muy grande” y “grande”. ¿Serían tan productivos estos lúcumos que
fueron tasados con tan alto valor? Debemos aclarar, eso sí, que esta tasación
fue realizada por peritos acreditados por ambas partes: el padre de la novia, el
conde de San Donás Juan Antonio de Palomares; y el novio, Tadeo Encalada.
Como en toda la costa peruana, la agricultura en las huertas limeñas
se basaba principalmente en la explotación de la mano de obra esclava. A
continuación, veremos el inventario y tasación de esclavos de la huerta
“Palomares” en 1780.
CUADRO 8
Inventario y Tasación de esclavos. Huerta “Palomares”
AÑO 1780
Nombre del esclavo Precio
Esclavos de servicio
Josefa Palomares, zamba, con su hija Josefa Antonia, de un año 600 pesos
Concepción Palomares, negra 500 pesos
Paula, mulata, con su hermana Ascensión 600 pesos
Agustina Palomares, negra, de 10 años 300 pesos
Negros de huerta
Pedro Palomares 500 pesos
Miguel Palomares 300 pesos
Francisco Palomares 500 pesos
Simón Palomares 500 pesos
José Palomares 500 pesos
Francisco, capitán caravalí 530 pesos
José, capitán caravalí 530 pesos
Concepción (mujer), caravalí 500 pesos
Teresa y su hijo José Santos 600 pesos
Mariana, caravalí 500 pesos
Total de capital en esclavos 6,960 pesos
131
A nes de 1794, María Rosa Palomares entabló un juicio a su madre, la
condesa viuda Rosa Salazar y Robles, señalando que la huerta “Palomares” no
recibía agua y sus numerosos árboles estaban muriendo. Según manifestaba
en su demanda, recibían su dotación de agua las huertas del “Altillo” y “La
Ramos” –propiedades de su madre–, mientras “Palomares”, en el mejor de
los casos, recibía 12 horas de agua a la semana, insuciente para esta huerta.
Años después, al dictar su testamento en 1834, María Rosa Palomares y
Salazar declaraba entre sus bienes la huerta “Palomares”, la misma que se
encontraba arrendada al ciudadano francés Santiago Labarthe.
54
Sin embargo,
anota que solo tenía allí un esclavo de su propiedad –el mismo que había
huido–, de los diecisiete que la casa-huerta poseía en 1780.
Sesenta años después de la tasación, el 21 de diciembre de 1840, el doctor
Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada procedía a redactar un laudo para la
partición de bienes que dejó a su muerte María Rosa Palomares y Salazar.
Eran partícipes de esta división de bienes los hijos del matrimonio Encalada-
Palomares: el padre Lorenzo Encalada, del Oratorio de San Felipe Neri, la
monja de velo negro del Monasterio de la Concepción, Sor Rosa Encalada y
Manuela Encalada (viuda en primeras nupcias de Pedro de Santiago Concha
Salazar, tercer marqués de Casa Concha; y en segundas nupcias del capitán José
Perochena), además del doctor Antonio Carrasco (ahijado de Rosa Palomares)
quien se convertía en copropietario de la huerta “Palomares”. A la monja Sor
Rosa Encalada Palomares, por haber profesado, ya no le correspondía heredar,
pero atendiendo a sus necesidades se decidió adjudicarle un capital de 1.500
pesos colocados en la huerta “Palomares” al 6% de rédito anual, con el objeto
de que percibiese una pensión vitalicia anual de 90 pesos.
El 14 de setiembre de 1841, los tres hermanos Encalada Palomares
encargaban la administración de la huerta “Palomares” al doctor Antonio
Carrasco.
55
En el documento respectivo se señalan los capitales que concurren
en la huerta, los mismos que detallamos en el cuadro adjunto.
CUADRO 9
Huerta “Palomares”. Capitales de Propietarios
AÑO 1841
Nombre Capital Rédito
Sor Rosa Encalada Palomares 1,500 pesos 6% anual
Padre Lorenzo Encalada Palomares 3,861 pesos 6½ reales 2% anual
Manuela Encalada Palomares 1,848 pesos 3 reales 2% anual
Doctor Antonio Carrasco 6,152 pesos 2% anual
54
AGN. Manuel Suárez, Protocolo 884, 6 de noviembre de 1834, ff. 304 al 307.
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Cabe señalar que el capital del doctor Antonio Carrasco correspondía,
por una parte, al legado de 2,152 pesos que le hizo María Rosa Palomares y
Salazar en su testamento; y, por otra parte, a cuatro mil pesos del principal de
una capellanía fundada por Francisco Blanco.
El 6 de noviembre de 1841, el padre Lorenzo Encalada y su hermana
Manuela Encalada Palomares acuerdan una transacción que pone n a
la litis que mantenían por rendición de cuentas, durante el tiempo en que
Lorenzo Encalada fue albacea de los bienes de su padre Tadeo Encalada y
Mirones. Mediante el acuerdo, Manuela Encalada releva a su hermano de toda
responsabilidad en la administración de los bienes paternos; mientras el padre
Lorenzo Encalada, en retribución, cede a su hermana 1.861 pesos 6½ reales
que se le adjudicaron como parte de su legítima y que se hallaban situados en
la huerta “Palomares”.
56
El 6 de febrero de 1845, el padre Lorenzo Encalada le vende al doctor
Antonio Carrasco, por entonces vocal de la Corte Superior de Justicia de
Lima, el capital restante de dos mil pesos que poseía en la huerta “Palomares”
como herencia de su madre, María Rosa Palomares.
57
El 10 de abril de 1847, Manuela Encalada Palomares otorga poder para testar
a los doctores Antonio Carrasco y Juan Hernández (presbítero domiciliario
del Arzobispado de Lima y Maestro de Ceremonias de la Catedral), por la
mucha conanza que les tenía. Señala que no tenía herederos forzosos pues,
habiendo enviudado dos veces, su único hijo José Perochena Encalada había
fallecido de 25 o 26 años. Entonces deja una casa en la calle Mascarón (quinta
cuadra del jirón Cusco) para Manuela Carrasco, hija del doctor Antonio
Carrasco; otra casa en la calle Puerta falsa de la Comedia (cuarta cuadra del
jirón Cailloma) la deja para Carmen Hernández (tal vez hermana del doctor
Juan Hernández); en una tercera casa en la calle Mercaderes (cuarta cuadra
del jirón de la Unión) ordena que se paguen 2.400 pesos que se debían de
censos y el remanente sea destinado a la salvación de su alma, la de su hijo
José Perochena y la de su madre María Rosa Palomares y Salazar. En la huerta
“Palomares” poseía 3,700 pesos gravados a su favor, este dinero lo deja para
ser distribuido entre los demás hijos del doctor Antonio Carrasco: Antonio,
Félix y Carmen Carrasco.
58
Al día siguiente, 11 de abril de 1847, fallece Manuela Encalada Palomares.
Días después, los doctores Antonio Carrasco y Juan Hernández procedieron a
55
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 325, 14 de setiembre de 1841, ff. 300v al 302.
56
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 325, 6 de noviembre de 1841, ff. 339v, 340.
57
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 328, año 1845, ff. 37v, 38.
58
AGN. Felipe Orellana, Protocolo 477, 10 de abril de 1847, ff. 501 al 503.
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dictar el testamento según el poder que les dejó la difunta. A partir de este año,
1847, la huerta “Palomares” dejó de pertenecer a la familia Palomares y sus
descendientes, 212 años después de su adquisición por su antepasado Antonio
de Tejeda y Vera.
El 3 de junio de 1862, el doctor Antonio Carrasco, ya como propietario de
la huerta “Palomares”, la arrienda a José Benza, huertero italiano, por diez
años forzosos y a razón de 160 pesos mensuales. Benza le hace un adelanto
a Carrasco de 2.400 pesos, comprometiéndose a dar 600 pesos más, hasta
llegar a tres mil pesos, de los cuales mil pesos quedaban como anza hasta el
término del contrato y los otros dos mil iban a ser descontados de los arriendos
a razón de 30 pesos mensuales.
59
El 7 de marzo de 1870, Antonio Buenaventura Carrasco y sus hermanos
José Félix, Carmen y Manuela Carrasco Ormaza, herederos del doctor
Antonio Carrasco, venden la huerta “Palomares” al coronel Juan Mariano de
Goyeneche y Barreda, por el monto de 47 mil pesos, de los cuales 25 mil pesos
quedaban reconocidos a censo en la misma huerta y 22 mil pesos se entregaban
en efectivo. En el mismo documento señalan los hermanos Carrasco Ormaza
que la monja Sor Rosa Encalada Palomares ya había fallecido, por lo cual se
había extinguido la pensión vitalicia impuesta a su favor.
60
El 27 de junio de 1878, el doctor Francisco García Calderón, como
apoderado de los hermanos José Manuel, Juan Mariano, José Sebastián,
Carmen y María Josefa de Goyeneche y Gamio, herederos del difunto coronel
Juan Mariano de Goyeneche y Barreda (fallecido el 16 de noviembre de
1870), vende la huerta “Palomares” al doctor Ezequiel Rey de Castro, en 32
mil soles, en la forma siguiente: 10 mil soles de la fecha en dos meses; 11 mil
soles al vencimiento de un año; 11 mil soles al vencimiento del segundo año.
El interés de esta venta al crédito era de 7% anual.
La huerta reconocía los censos siguientes: 8 mil pesos a favor de la
testamentaría de Velásquez; 8 mil pesos a favor del intestado de Mena y Villalta;
2 mil pesos a favor de Astorquiza; 2 mil pesos al monasterio de Santa Rosa; mil
pesos al Oratorio de San Felipe Neri; y 4 mil pesos a favor de Pedro Blanco.
61
Posteriormente, el 4 de febrero de 1880, ya en plena guerra con Chile, se
rescinde la escritura de venta de la huerta “Palomares” por no convenir a los
intereses de Ezequiel Rey de Castro ni de los hermanos Goyeneche y Gamio.
62
59
AGN. Lucas de la Lama, Protocolo 343, año 1862, ff. 1943v al 1946.
60
AGN. Miguel Antonio de la Lama, Protocolo 359, año 1870, ff. 143 a 145v.
61
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1032, año 1878, ff. 382v a 384.
62
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1035, año 1880, ff. 72, 72v, 73.
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A nes de 1883, en París, los hermanos Juan Mariano, Carmen, María
Josefa, José Sebastián y José Manuel Goyeneche y Gamio, procedieron a la
división y partición de bienes que habían dejado sus padres, fallecidos entre
1868 y 1870. El 5 de marzo de 1884 en Lima, se procedió a la protocolización
de esta división de bienes.
63
Como resultado de la misma, la huerta “Palomares”
fue asignada a María Josefa Goyeneche y Gamio. En el documento de división
y partición, se describe así:
“22ª Casa Huerta llamada de Palomares, situada en términos de
Lima, lindante con el camino de Amancaes, con los montes del
mismo nombre y con la Huerta de los Descalzos. Esta Huerta está
destinada al cultivo de árboles frutales, ores y hortalizas.”
Luego de la guerra con Chile, el 24 de noviembre de 1885, la huerta
“Palomares” es arrendada por siete años al agricultor italiano Canuto
Gambiriazo. Los tres primeros años debía pagar cien soles de plata mensuales,
pero en pagos semestrales. Los cuatro últimos años la merced conductiva
debía subir a 125 soles. Una de la condiciones de contrato obligaba al
arrendatario a tener, dentro de los primeros cuatro años, “seis mil árboles
frutales, entendiendo que han de ser de frutas nas y no ordinarias…”.
64
Menos de tres años después, Gambiriazo solicita transferir la escritura de
arrendamiento de “Palomares” a Juan Campodónico, también italiano. El 30
de junio de 1888 se realiza esta transferencia y en la escritura se señala que el
plazo de siete años de la escritura original queda nulo. Ahora el arrendamiento
será por ocho años, a contarse desde el 1 de mayo de 1888. La merced
conductiva será de ochenta soles de plata mensuales por los primeros cinco
años; los últimos tres años el arrendatario debía pagar cien soles de plata al
mes. Las demás cláusulas de la escritura de 1885 quedaban vigentes.
65
Otro traspaso del arrendamiento de la huerta “Palomares” se produjo el
11 de abril de 1892. Juan Campodónico señala que faltando cuatro años
para terminar el contrato ya no conviene a sus intereses continuar con el
arrendamiento; decide traspasar el mismo a Antonio [Santiago] Sessarego,
otro agricultor italiano. Este se compromete a cumplir el contrato en todas sus
partes.
66
En 1896, al vencerse el plazo de arrendamiento, Manuel Moscoso Melgar,
como representante de María Josefa de Goyeneche y ante el pedido del
italiano Sessarego de continuar por cinco años más a cargo de “Palomares”,
63
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1040, año 1884, f. 189.
64
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1042, año 1885, ff. 980, 980v.
65
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1046, año 1888, ff. 690v, 691.
66
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1056, año 1892, ff. 1451v, 1452, 1452v.
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decide rmar escritura de arrendamiento que corría entre el 1 de mayo de 1896
y el 1 de mayo de 1901. Algunas de las condiciones del nuevo contrato fueron:
- Sessarego pagaría una mensualidad de setenta soles de plata. Si
dejaba de pagar dos meses consecutivos, se rescindía el contrato y el
propietario entraba en posesión de su huerta.
- La huerta tenía en 1896 la cantidad de 5,539 plantas de uvas de
distintas clases; 503 pies entre plátanos, saucos y otros árboles; 5,386
árboles de frutas nas y algunos arbustos y plantas de ores en el
pequeño jardín de la entrada.
- El arrendatario se obligaba a plantar en lugar de 450 pies de plátanos,
árboles de frutas nas así como a reemplazar 267 pies de nísperos del
Japón y completar hasta dos mil árboles de frutas nas en los claros
que existían en la huerta.
- El arrendatario tenía el compromiso de sembrar los dos mil árboles
nuevos en el plazo de tres años, quedando rescindido el contrato
si se viese que el segundo año no había la proporción necesaria de
almácigos para completar el sembrío indicado.
- El arrendatario debía levantar las tapias caídas y componer las paredes
de la casa que lo necesitasen, en el curso del primer año. También
debía pagar los predios y prorratas de agua, limpia del río y otros
gastos de esta naturaleza.
Como Santiago Sessarego era analfabeto, rmó por él la escritura Juan
Campodónico.
67
Un año después, sin embargo, Santiago Sessarego falleció, así como
también nó Manuel Moscoso Melgar, apoderado de los Goyeneche. La
viuda del agricultor italiano, Blanca de Sessarego, junto con su hijo Luis
Sessarego, solicitaron al nuevo apoderado de María Josefa Goyeneche, Luis
Rey, continuar a cargo de la huerta “Palomares” como sucesores de Santiago
Sessarego. Para ello aceptaron todas las condiciones de la escritura de
mayo de 1896. El 13 de julio de 1897 se rmó escritura de raticación de
arrendamiento, concediéndose a la viuda de Sessarego y su hijo el derecho de
concluir el arrendamiento pendiente. Como tanto la viuda como su hijo eran
analfabetos, rmó la escritura Antonio Merello.
68
El 26 de enero de 1901, el doctor Francisco García Calderón, como
apoderado de Josefa M. de Goyeneche, procede a arrendar la huerta
“Palomares” a Blanca de Sessarego, por el término de cinco años forzosos y
con una merced conductiva de cien soles mensuales.
69
67
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1065, año 1896, ff. 1396 al 1398.
68
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1068, año 1897, ff. 888 al 889v.
69
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo, año 1901, f. 108v.
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7. Ubicación de la huerta “Palomares
La huerta “Palomares”, según la descripción que de ella dan los tasadores,
limitaba por la derecha con la Recolección de los Descalzos y con la huerta
“La Ramos”, por la izquierda con el camino de Amancaes, y por el respaldo
con la falda de los cerros que van para Amancaes. Ya avanzado el siglo XX
pagó tributo al desarrollo urbano; en la actualidad, sobre el terreno de la
antigua huerta se erige la Urbanización Palomares, en el distrito del Rímac.
CUADRO 10
Huerta “Palomares” - Propietarios (Siglos XVII-XIX)
Año Nombre del Propietario
1635 Antonio de Tejeda y Vera
1660 Antonia de Tejeda y Fernández de Córdoba - Juan de Izca
1716 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
[1756] Juan José Palomares y Córdova - Luis Palomares y Córdova
1758 Juan José Palomares y Córdova
1758 Juan Antonio Palomares y Vega
1780 María Rosa Palomares y Salazar - Tadeo de Encalada y Mirones
1840 Lorenzo, Manuela y Rosa Encalada Palomares; Antonio Carrasco
1847 Doctor Antonio Carrasco; sus hijos Antonio, Félix y Carmen Carrasco Ormaza
1870 Antonio, José Félix, Carmen y Manuela Carrasco Ormaza
1870 Coronel Juan Mariano de Goyeneche y Barreda
1870 Goyeneche y Gamio Hermanos
1878 Ezequiel Rey de Castro
1880 Goyeneche y Gamio Hermanos
1884 María Josefa de Goyeneche y Gamio
137
CUADRO 11
Censos que gravaban la Huerta “Palomares”
Tipo de Censo Fundador (a) Fecha de
imposición
Monto Réditos Fecha de
redención
Capellanía Catalina de León
Pinelo
16...... 8,000 pesos
Censo
redimible
Concurso de
bienes dejados por
Justo y Vicente
Alarcón Manrique
7-V-1796 3,900 pesos 4% anual
Capellanía
colativa
Álvaro
MartínGatica
2,000 pesos 3% anual
Censo
redimible
Pedro Blanco
70
15-III-1827 4,000 pesos 3% anual
23-VI-1892
71
8. Huerta “El Altillo”
No tenemos todavía información documental sobre la fecha en que esta
huerta fue adquirida por Antonio de Tejeda.
El 23 de diciembre de 1726, Antonia Izca y Fernández de Córdoba impone
un censo de 2.500 pesos, correspondientes al aniversario de misas que fundó
Joseph Copero de Parga, sobre su huerta “El Altillo”. En esta ocasión, Antonia
declara:
[...] tengo por mia propia una chacarilla a la entrada del camino de los
Amancaes que se compone de diez fanegadas de tierras de sembrar
con su casa huerta arboles frutales y olibar que tiene quatrocientos
ochenta y quatro pies que es la misma que ube y herede de Don
Antonio de Texeda mi abuelo la cual esta tasada en veinte y quatro
mil pesos. Linda por la parte de arriva con el Camino Real que ba a
el pueblo de Lurigancho y por la de abajo con Huertas que fueron de
Don Baltazar de Medrano...
70
En su testamento del 6 de noviembre de 1834, María Rosa Palomares declaró haber recibido de
Pedro Blanco la cantidad de cuatro mil pesos para fundar una capellanía, lo que no se hizo por las
enfermedades de María Rosa. Sin embargo, la imposición de este capital continuó sobre la huerta
“Palomares”.
71
En esta fecha, Manuel Moscoso Melgar, como apoderado de María Josefa de Goyeneche, propietaria
de “Palomares”, llegó a un acuerdo con Carmen Carrasco de Basombrío y su hermana Manuela
Carrasco (dos de los cuatro hermanos que vendieron “Palomares” en 1870 a Juan Mariano de
Goyeneche) para redimir este censo. Se comprobó que la capellanía de Pedro Blanco nunca había sido
fundada y quien había aparecido como poseedora de la misma, Antonia Carrasco ya había fallecido.
Al ser inubicables los hermanos Antonio Buenaventura y José Félix Carrasco; Carmen y Manuela
Carrasco, como poseedoras de la mitad del capital de cuatro mil pesos, transaron en recibir por todo
pago 400 soles. (AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1057, ff. 1643 al 1645v).
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Señalaba, además, que sobre su huerta solo estaban impuestos dos censos:
uno de dos mil pesos de principal pertenecientes al aniversario de misas
fundado por Joseph Copero de Parga (y cuyos restantes dos mil quinientos
pesos estaba solicitando para imponerlos), y el otro de mil quinientos pesos de
principal a favor de la Cofradía de los pardos de Nuestra Señora del Rosario.
72
La huerta era mayoritariamente un olivar: en 1726 tenía 484 olivos.
El 30 de octubre de 1727, Antonia de Izca y Fernández de Córdoba,
viuda de Juan de Palomares y Vega, declaraba que era propietaria de tres
casas huertas con sus respectivas tierras, ubicadas junto al Convento de los
Descalzos y en el camino a Amancaes. Señalaba que las dos más grandes,
“El Altillo” y otra ubicada en el Pedregal [más tarde “Palomares”] estaban
avaluadas en más de 70 mil pesos. Mientras que la más pequeña llamada “La
Ramos” estaba arrendada a razón de quinientos pesos anuales y su valor era
de 10 mil pesos. A la huerta “El Altillo” la gravaban 6 mil pesos de censos,
mientras que a la más grande del Pedregal la gravaban 22 mil pesos de censos.
Al día siguiente, 31 de octubre de 1727, Antonia de Izca y Fernández
de Córdoba procedió a vender la huerta “El Altillo” a su hijo Juan José de
Palomares y Córdova en 19 mil pesos, distribuidos de la siguiente forma: 3 mil
pesos al contado; 15 mil pesos que quedaban impuestos a censo redimible al
5% anual, a favor de la otorgante; y mil pesos para que se den perpetuamente
6 onzas anuales de aceite al Hospital de San Andrés, tal como había sido la
voluntad del abuelo de Antonia, Antonio de Tejeda y Vera en el siglo XVII.
73
En 1738, Juan José de Palomares y Córdova y su esposa Clara de Vega,
quien era patrona de una capellanía fundada por Luis García de Castilla,
reciben los 800 pesos de principal de esta capellanía, redimidos por Juana
Narvaes (quien los había impuesto sobre su casa) y deciden imponerlos a su
vez en su huerta “El Altillo”, señalando que esta se encontraba en muy buena
situación y que recibían mil pesos anuales de arrendamiento. La autoridad
encargada de administrar los censos solicitó entonces que se hiciera una
tasación de la citada huerta. Efectuada el 26 de junio de 1738, la tasación
de las nueve fanegadas y dos almudes de tierra arrojó la cantidad de 15,441
pesos y 2 reales. En cuanto a la tasación de los árboles frutales, las cifras las
recogemos en el siguiente cuadro.
74
72
AGN. Juan Núñez de Porras, Protocolo 809, año 1726, ff. 1044 al 1052v.
73
AGN. Alejo Meléndez de Arce, Protocolo 696, año 1727, ff. 290 al 293.
74
AGN. Andrés de Quintanilla, Protocolo 897, año 1738, ff. 1047 al 1058v.
139
CUADRO 12
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Huerta “El Altillo”
AÑO 1738
Cantidad Tipo de planta Precio unitario Precio total
373 Pies de olivos bien tratados 10 pesos 3,730 pesos
212 Higueras grandes 9 pesos 1,908 pesos
100 Higueras pequeñas 2 pesos 200 pesos
95 Pies de aurimelos
6 pesos [sic]
75
665 pesos
89
Melocotones
76
6 pesos
474 pesos [sic]
29 Chirimoyos grandes 20 pesos 580 pesos
20 Perales grandes 25 pesos 500 pesos
5 Palillos grandes 20 pesos 100 pesos
3 Pies de limos dulces grandes 10 pesos
208 pesos [sic]
2 Naranjos grandes de Portugal 20 pesos 40 pesos
1 Limón agrio 16 pesos 16 pesos
5 Limos pequeños 5 pesos 25 pesos
10 Manzanos 5 pesos 50 pesos
2 Albaricoques 12 pesos 24 pesos
3 Pies de membrillos
6 pesos [sic]
6 pesos
3 Paltos 20 pesos 60 pesos
9 Guayabos 8 pesos 72 pesos
7 Árboles de ciruelas agrias y de 2 huesos 4 pesos 28 pesos
3
Achotillos
77
5 pesos por pie 65 pesos
7 Parras grandes 12 reales por pie
49 pesos [sic]
120 Parras 12 reales
194 pesos 4 reales [sic]
3 Granados 5 pesos por pie 15 pesos
TOTAL 9,009 pesos 4 reales
En total, sumados los precios de la tierra y de los árboles frutales, la
huerta “El Altillo” fue tasada en 24.450 pesos y 6 reales. Debemos señalar,
no obstante, que esta tasación nos parece un tanto descuidada en cuanto a las
sumas parciales.
Notamos que para 1738 el principal cultivo de “El Altillo” era el olivo
(el 41,4% del valor total), tal como lo venía siendo desde el siglo XVII.
Sin embargo, el 31 de diciembre de 1739, Antonia de Izca y Fernández de
Córdoba y su hijo Juan José de Palomares y Córdova daban “por ninguna,
rota, cancelada y distratada la escritura” de venta de “El Altillo”.
78
En 1743, Antonia Izca Fernández de Córdoba quiso subrogar algunos
censos que gravaban sus huertas. Para el efecto procedió a solicitar una
tasación de la chacarita “El Altillo”, la misma que se efectuó el 23 de setiembre
de 1743.
79
Las cifras las recogemos en el siguiente cuadro.
75
Debe decir 7 pesos cada pie de aurimelo para que dé la cantidad de 665 pesos.
76
Debe decir 79 melocotones para que dé la cantidad de 474 pesos.
77
Debe decir 13 achotillos para que dé la cantidad de 65 pesos.
78
Ibídem. Anotación al margen.
79
AGN. Francisco Estacio Meléndez, Protocolo 366, año 1743, ff. 1039v al 1056v.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
CUADRO 13
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales. Chacarita “El Altillo”
AÑO 1743
Cantidad Tipo de planta Precio unitario Precio total
356 Olivos 12 pesos 4,272 pesos
200 Higueras 8 pesos 1,600 pesos
142 Higueras 4 pesos 568 pesos
100 Melocotones 6 pesos 600 pesos
36 Melocotones 4 pesos 144 pesos
50 Chirimoyos 10 pesos 500 pesos
22 Limos 12 pesos 264 pesos
4 Ciruelos 4 pesos 16 pesos
92 Parras 3 pesos 276 pesos
4 Palillos 12 pesos 48 pesos
4 Guayabos 8 pesos 32 pesos
2 Pacaes 6 pesos 12 pesos
2 Albaricoques 12 pesos 24 pesos
1 Albaricoque 6 pesos 6 pesos
5 Ciruelos agrios 4 pesos 20 pesos
2 Achotillos 3 pesos 6 pesos
5 Granados 2 pesos 10 pesos
2 Naranjos de Portugal 20 pesos 40 pesos
2 Naranjos agrios 3 pesos 6 pesos
18 Perales 35 pesos 630 pesos
2 Paltos 10 pesos 20 pesos
2 Nogales 4 pesos 8 pesos
TOTAL 9,102 pesos
El 6 de junio de 1752, Antonia de Izca y Fernández de Córdoba procedió
a vender “una chacarita en el paraje que comúnmente llaman el Altillo que
se compone de nueve fanegadas y diez almudes de tierra […] la que heredé
de mis Padres y Abuelos como consta de los títulos que tengo en mi poder”.
El comprador era su hijo mayor Nicolás Palomares y Córdova y el precio de
venta pactado fue 18 mil pesos, los mismos que quedaban impuestos a censo
redimible sobre dichas tierras a razón de 3% al año. Dos mil pesos eran a
favor de la capellanía de Álvaro Martín Gatica y los 16 mil restantes a favor
de Antonia de Izca y Fernández de Córdoba y sus herederos y sucesores.
80
Fallecidos Nicolás Palomares y Córdova (1755) y Antonia de Izca y
Fernández de Córdoba, la huerta “El Altillo” pasó a ser propiedad compartida
de los hermanos Luis y Juan Palomares y Córdova. Al fallecer Luis (presbítero)
el 2 de noviembre de 1758, su único heredero pasó a ser su hermano Juan
Palomares y Córdova. Este, a los pocos días, el 21 de noviembre de 1758,
cedió la propiedad de “El Altillo” a su hijo Juan Palomares y Vega, conde
80
AGN. Manuel de Echeverz, Protocolo 221, año 1752, ff. 383v al 388.
141
de San Donás. La huerta “El Altillo” se ubicaba en el camino de Amancaes,
contigua a la huerta “Palomares”.
En 1783, al casarse la hija mayor del conde de San Donás, María Josefa
Palomares y Salazar con Juan Félix de Berindoaga Irazoqui, comerciante y
militar español de origen navarro, se le adjudicó una dote de 47,744 pesos.
Luego del matrimonio, Juan Félix de Berindoaga partió en un viaje comercial
hacia China, volviendo luego de dos años (1785). La pareja Berindoaga-
Palomares solicitó entonces que, como parte de los 30 mil pesos que debían
recibir en efectivo por la dote, se les otorgase la huerta “El Altillo”, valorizada
en 22,500 pesos, para administrarla por seis o siete años, al término de los cuales
decidirían si se quedaban a perpetuidad con la citada huerta o la devolvían y
cobraban el dinero en efectivo de la dote. Al parecer, la producción de “El
Altillo” no satiszo las expectativas del matrimonio Berindoaga-Palomares,
pues el 31 de marzo de 1789 procedieron a devolverla a Rosa de Salazar y
Robles mediante escritura pública. Esta última, en mancomún con Juan Pedro
Saldías (aunque sin mencionar que ya era su segundo esposo), se comprometió
a entregar el dinero en efectivo de la dote que, descontado el precio de algunos
esclavos que se habían vendido, ascendió a 19,910 pesos, en el plazo de un
año, hipotecándoles en garantía las huertas “El Altillo” y “La Ramos” junto
con los esclavos de ambas y los aperos e instrumentos de labranza.
81
Sin
embargo, este dinero no fue pagado dentro del plazo y recién en octubre de
1793, María Josefa Palomares aceptó una transacción con su madre Rosa de
Salazar y Robles, por la cual recibió en parte de pago una casa en la esquina de
la calle de la Aduana (actual quinta cuadra del jirón Miró Quesada).
82
El 8 de enero de 1796 se procedió a efectuar una tasación de “El Altillo”, a
cargo de los peritos Gerardo Moreyra Zúñiga y Diego Gonzales. Se examinó
toda la fábrica, cercos y tierras de la citada huerta, así como sus plantas.
La tasación de fábrica, cercos y tierras arrojó 24.540 pesos, divididos de la
siguiente manera:
La fábrica: 6,628 pesos.
La cerca: 2,172 pesos.
Sumados estos dos factores: 8,790 pesos.
83
Tierras: Diez fanegadas y media de tierras “hondas y de buen migajón” a
1,500 pesos por fanegada: 15,750 pesos.
84
81
AGN. Francisco Luque, Protocolo 651, año 1789, ff. 153 al 156.
82
AGN. Pedro Lumbreras, Protocolo 586, 7 de octubre de 1793, ff. 569 al 584.
83
La suma correcta debe ser 8,800 pesos, pero 8,790 es lo que aparece en el documento respectivo.
84
AGN. Ignacio Ayllón Salazar, Protocolo 29, año 1817, ff. 1652 al 1661v.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
142
Revista del Archivo General de la Nación
En 1798 la huerta “El Altillo”, junto con la huerta “La Ramos”, fue
arrendada a Pedro Angulo por María Josefa Palomares Salazar, María Rosa
Palomares Salazar, hijas de Rosa de Salazar y Robles, condesa viuda de San
Donás, y por Juan Pedro Saldías, segundo esposo de esta última. Para entonces
la propiedad y dominio de “El Altillo” y “La Ramos” se encontraban en litigio
entre las hermanas Palomares Salazar y Juan Pedro Saldías; el arrendamiento
fue por dos años forzosos y tres voluntarios a razón de dos mil pesos anuales,
mil divididos en mesadas y los otros mil en el tiempo de cosecha, es decir los
meses de enero, febrero y marzo.
85
Con ocasión de este arrendamiento, se procedió a efectuar un inventario de
la casa huerta “El Altillo”. Del mismo extraemos las cifras correspondientes a
árboles frutales y no frutales.
CUADRO 14
Inventario de plantas frutales y no frutales de la Huerta “El Altillo”
AÑO 1798
Cantidad Tipo de planta
5657 Parras madres y medianas, blancas y negras, de diverso tamaño
549 Parras de Italia, de mayor a menor
261 Parras pequeñas, blancas y negras
131 Chirimoyos medianos
20 Chirimoyos pequeños
2707 Pozas de plátano largo
1407 Pozas de plátano guineo
48 Naranjos agrios
45 Naranjos dulces
421 Peralitos
135 Peros de Chile
24 Manzanos
3 Higueras grandes
78 Higueras muy pequeñas
532 Limos de todos los tamaños
168 Limones reales
127 Melocotones
14 Albaricoques
7 Lúcumos
4 Guayabos
2 Palillos
7 Cidros
1 Nogal
5 Morales
1 Aromo
1 Cerezo
162 Sauces nuevos de mayor a menor
85
AGN. Lucas de Bonilla, Protocolo 146, 28 de abril de 1798, ff. 65v al 69.
143
Por supuesto, el trabajo en esta huerta también estaba a cargo de los
esclavos. A continuación presentamos el inventario de esclavos para 1798.
CUADRO 15
Inventario de Esclavos - Huerta “El Altillo”
AÑO 1798
Nombre del esclavo
Hombres Mujeres Muchachos
José Antonio María Francisca Patricio
Juan del Carmen Simona Manuel, como de 4 años
Tomás Juana Josefa
Francisquillo Petronila Atanasia
Manuel Congo Bartola Ventura
Nicolás Tomasa Manuel, como de 4 a 5 meses
Juanillo
Mujeres Muchachos
José Manuel María Francisca Patricio
Antonio Simona Manuel, como de 4 años
Mateo Caravalí Juana Josefa
José Rudecindo Petronila Atanasia
Jacinto Bartola Ventura
Tomasa Manuel, como de 4 a 5 meses
El 23 de noviembre de 1798 María Rosa Palomares Salazar rmó una
transacción con Juan Pedro Saldías por la cual la primera desistía del juicio
sobre la división y partición de bienes que dejó Rosa de Salazar y Robles.
A cambio, Juan Pedro Saldías se comprometía a entregar a María Rosa
Palomares Salazar la cantidad de 18 mil pesos de contado.
En 1802, por acuerdo entre María Josefa Palomares Salazar y Juan Pedro
Saldías, la huerta “El Altillo” pasó a ser propiedad de Juan Pedro Saldías,
segundo esposo de la condesa viuda de San Donás, Rosa de Salazar y
Robles. De esta manera la huerta “El Altillo” dejaba de pertenecer a la familia
Palomares.
Saldías casó en segundas nupcias con Tomasa Salvi Químper. El 14 de
setiembre de 1825, esta arrienda “El Altillo” a Juan José Sánchez de Quiñones
por 5 años forzosos y 4 voluntarios, señalando que su esposo había perdido
la razón. Para dicha fecha, la citada huerta se encontraba en “suma ruina” (tal
vez por los efectos de la guerra de independencia), por lo que el primer año no
se pagaba arrendamiento, el segundo año debía pagarse 460 pesos y a partir
del tercer año 1,200 pesos anuales.
86
El arrendatario debía sembrar en la huerta
2,000 pozas de plátanos por las cuales recibiría de la propietaria la cantidad
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
86
AGN. Juan Cosío, Protocolo 156, año 1825, ff. 36 al 37.
144
Revista del Archivo General de la Nación
de 2,000 pesos al término del arrendamiento. La propietaria, por su parte,
entregaba al arrendatario cuatro criados para el servicio de la huerta (David,
Antonio, Manuel y Josefa).
El inventario de árboles frutales que se hace con motivo de este
arrendamiento arroja las siguientes cifras:
CUADRO 16
Inventario de plantas frutales de la Huerta “El Altillo”
AÑO 1825
Cantidad Tipo de planta
3134 Parras
1003 Pies de Peros
1227 Pies de Manzanos
157 Pies de Perales
9 Pies de Albaricoques
33 Pies de Melocotones
265 Pies de Limos
32 Pies de Limones agrios y dulces
94 Pies de Naranjos, los más degollados
124 Pies de Chirimoyos, los más de ellos degollados
48 Pies de Paltos
494 Pies de Membrillos
64 Pies de Achotillos
2 Pies de Lúcumos
El 16 de setiembre de 1826, Juan José Quiñones le subarrienda la huerta
“El Altillo” a Juan Begg; al mismo tiempo le arrienda 11 esclavos.
87
El 10 de
agosto de 1861, Tomasa Salvi, viuda de Juan Pedro Saldías, de sesenta años
de edad, y su hijo el coronel de caballería José SaldíasSalvi, deciden vender
las acciones y partes que poseían en la huerta del Altillo al doctor José Jacinto
Corpancho, médico domiciliado en la calle San Andrés, en los Barrios Altos.
Al morir, en situación de demencia, Juan Pedro Saldías dejó cinco
herederos: Manuel, Tomás, José, Ramona y María Saldías Salvi. Manuel
y Tomás murieron relativamente jóvenes y sin sucesores, dejando como
heredera de sus respectivas acciones en “El Altillo” a su madre Tomasa Salvi.
87
AGN. Juan Cosío, Protocolo 156, año 1826, ff. 166v, 167.
145
Por ello, en 1861, al producirse la venta antes señalada, Tomasa Salvi
viuda de Saldías poseía dos acciones en “El Altillo”, mientras su hijo José
poseía una. Dichas acciones fueron valorizadas en tres mil pesos cada una.
Por lo tanto, el doctor Corpancho pagó nueve mil pesos por las tres acciones,
quedando pendientes la venta de las acciones de Ramona y María Saldías
Salvi.
88
El bajo precio se explica porque el comprador se hacía responsable de
los gravámenes y deudas de la huerta.
El 25 de noviembre de 1862, el doctor José Jacinto Corpancho declara que
compró las tres acciones de la huerta “El Altillo” por encargo y con dinero de
Juana Villavicencio. Por tanto le traspasa formalmente la propiedad de estas
acciones.
El 25 de julio de 1864, María Saldías Salvi, esposa del coronel Toribio
Zavala, junto con sus sobrinos Enrique, Pedro y Toribio Zavala Saldías,
herederos de Ramona SaldíasSalvi, decide vender sus acciones en la huerta
“El Altillo” al doctor José Jacinto Corpancho, quien actuaba a nombre de
Juana Villavicencio. El precio pactado fue de doce mil pesos “para dividirse
por estirpe”. El precio de venta era moderado porque el comprador debía
reconocer todos los gravámenes y cancelar cuentas y créditos existentes. Cabe
señalar que el coronel Toribio Zavala era viudo de Ramona Saldías Salvi;
luego se casó con su cuñada María SaldíasSalvi, a quien da licencia para
efectuar la venta de sus acciones en “El Altillo”.
89
El 15 de febrero de 1868, Juana Villavicencio vende la huerta “El Altillo”
al doctor Ignacio Abadía, abogado domiciliado en la calle Azaña, en la suma
de treinta mil pesos. En la escritura de venta se señala que la huerta reconocía
gravámenes por seis mil pesos de censos.
90
El 12 de mayo de 1874 el doctor Ignacio Abadía realiza una venta con
pacto de retroventa al doctor José Manuel La Puente de la huerta “El Altillo”
y de tres casas más de su propiedad. La suma total por todas las propiedades
fue de sesenta mil soles; al cabo de tres años Ignacio Abadía debía devolver
los sesenta mil soles para recuperar sus propiedades, de lo contrario las perdía.
Meses más tarde, el 23 de octubre de 1874 se rescindió la escritura anterior,
por lo que Ignacio Abadía recuperó el control de su huerta.
88
AGN. José Cubillas, Protocolo 178, año 1861, ff. 497v al 500v.
89
AGN. José de Selaya, Protocolo 730, año 1864, ff. 1765v al 1768v.
90
AGN. Felipe Orellana, Protocolo 506, año 1868, ff. 1308 al 1310v.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
146
Revista del Archivo General de la Nación
El 2 de abril de 1879, ya en vísperas de que Chile nos declare la guerra,
el doctor Ignacio Abadía procede a arrendar la huerta “El Altillo” a Mariano
de Osma, por diez años forzosos y por la merced conductiva de cien soles
mensuales, pagaderos en semestres.
91
Por alguna razón –tal vez la guerra–, el arrendatario de Osma desiste del
arrendamiento de “El Altillo”, por lo que el doctor Ignacio Abadía decide,
el 2 de abril de 1880, arrendar dicha huerta a Carlos A. Miranda, siempre
por diez años forzosos, a razón de 1,200 soles billetes anuales pagaderos en
mensualidades de cien soles. El arrendatario, además de preservar todos los
árboles frutales de la huerta, estaba prohibido de elaborar en el fundo ladrillos,
adobes y cal.
92
El 14 de enero de 1891, José Manuel de Goyeneche y Gamio, segundo
conde de Guaqui, adquiere en remate la huerta “El Altillo” en el concurso
público de los bienes que quedaron por muerte del doctor Abadía, quien
falleció sin dejar herederos. Con este objeto se presentó una tasación de
la huerta fechada en 1889 y que arrojó la cifra de 50,637.15 soles. Al nal
Goyeneche la adquirió en 38,926 soles.
El área total de “El Altillo” según esta tasación era de 10 fanegadas y 2
almudes. La tierra fue tasada de la siguiente manera:
Ocho fanegadas de tierra a 800 soles por fanegada: 6,400 soles.
Dos fanegadas y dos almudes de terreno inferior a 500 soles por fanegada
(más dos almudes): 1,032 soles.
Además se tasó un horno de quemar ladrillos: 500 soles.
Los cercos de la huerta se valorizaron en 5,300 soles.
La fábrica de la casa, que se encontraba en mal estado, fue tasada en 6,700
soles. Lo anterior arrojó la suma de 19,932 soles.
A esto se le sumó el valor de la arboleda y plantas, que fue tasado en
30,705.15 soles, dando como valor total de “El Altillo” la suma de 50,637.15
soles.
93
Las cifras del inventario y tasación de las plantas las presentamos en
el siguiente cuadro.
91
AGN. Mariano Eugenio Terrazas, Protocolo 952, año 1879, ff. 644v, 645.
92
AGN. Ramón Gutiérrez Paredes, Protocolo 263, año 1880, ff. 15v al 18.
93
AGN. Manuel Orellana, Protocolo 550, año 1891, ff. 19 al 39v.
147
CUADRO 17
Inventario y Tasación de plantas frutales y no frutales de la Huerta “El Altillo”
AÑO 1889
Cantidad Tipo de planta
Precio total
(en soles)
685 Peros de primera clase
1620 Peros de segunda clase
409 Peros de tercera clase
711 Manzanos de primera clase Peros y manzanos 8,233.00
349 Peras de purísima de primera clase
78 Perillas de primera clase
54 Perillas de segunda clase
103 Perillas de tercera clase Perales 1,918.00
657 Perales de a libra de primera clase
629 Perales de a libra de segunda clase
503 Perales de a libra de tercera clase Peras 5,038.00
4 Melocotones de primera clase
9 Melocotones de segunda clase
357 Melocotones de tercera clase
257 Melocotones muertos de tercera clase Melocotones 1,120.00
52 Damascos de primera clase
4 Damascos de segunda clase
1 Damasco de tercera clase
629 Membrillos de primera clase
24 Membrillos de segunda clase
630 Almácigos de membrillo Membrillos 633.80
330 Almácigos de peros injertados
280 Peras de a libra injertadas Almácigos 92.50
9 Lúcumos de primera clase
28 Lúcumos de segunda clase
57 Lúcumos de tercera clase Lúcumos 186.00
13 Paltos de primera clase
24 Paltos de segunda clase
6 Paltos de tercera clase
16 Paltos de cuarta clase Paltos 143.80
17 Chirimoyos de primera clase
60 Chirimoyos de segunda clase
49 Chirimoyos de tercera clase Chirimoyos 254.00
33 Higueras de primera clase
9 Higueras de segunda clase
8 Higueras de tercera clase Higueras 76.60
31 Pacaes de primera clase
2 Pacaes de segunda clase
13 Pacaes de tercera clase Pacaes 98.50
8 Guayabos de primera clase
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
148
Revista del Archivo General de la Nación
6 Guayabos de segunda clase
4 Guayabos de tercera clase Guayabos 31.20
8 Nísperos del Japón de primera clase
59 Nísperos del Japón de tercera clase Nísperos del Japón 21.90
2 Nísperos del país de cuarta clase Nísperos del país 2.00
8 Morales de segunda clase 16.00
5 Naranjos de cuarta clase 2.25
1 Palillo de cuarta clase 0.20
3 Nogales de cuarta clase 6.00
2 Olivos de cuarta clase 0.60
90 Sauces de tercera clase 18.00
4 Papayos de tercera clase 4.00
2 Cerezos de segunda clase 6.00
1 Ciruelo de segunda clase
1 Bolito de tercera clase
1 Palmo
1 Mancha caña de Guayaquil
1 Jazmín grande Ciruelo, bolito, etc. 14.20
3 Laureles de tercera clase 0.60
80 Pozas de plátano de toda clase 86.00
225 Plantas de caña dulce 225.00
6 Matas de cáñamo 2.40
1 Mata de cáñamo de segunda clase 2.00
38 Parrones
892 Parras de primera clase
98 Mollares de primera clase
1594 Sambas de segunda clase
445 Sambas de tercera clase
703 Italia de primera clase
112 Italia de segunda clase Parrones y parras 12,472.00
6 Matas de rosa 0.60
Valor total 30,705.15
Podemos apreciar que el cultivo principal, por cantidad de plantas y precio
(el 40,6% del valor total), seguía siendo la uva. Por contraste, solo dos olivos
(¡y de cuarta clase!) quedaban como recuerdo de lo que alguna vez fue un
olivar en el siglo XVII.
El 1 de abril de 1891, Manuel Moscoso Melgar, en representación de
los hermanos Goyeneche, arrendó “El Altillo” a Aquiles y Eugenio Brocq,
ciudadanos franceses agricultores, por diez años forzosos. Los primeros cinco
años debían pagar 960 soles de plata al año en mensualidades de ochenta
soles. Los cinco años posteriores pagarían 1,200 soles de plata al año en
mensualidades de cien soles.
149
Como parte del contrato, los hermanos Brocq se comprometían a tener
3,100 árboles frutales y 500 parras, “todo de fruta na”, en la forma siguiente:
A. 400 abridores de primera clase. B. 300 melocotones nos. C. Mil peros de
la mejor calidad. D. 200 perales de libra. E. 500 manzanos de la mejor calidad.
F. 200 higueras nas. G. 500 membrillos. H. 500 parras de Italia negras. Estas
plantaciones debían hacerse anualmente en los terrenos claros que no tenían
árboles.
Después de los primeros cuatro años los arrendatarios debían seguir
plantando árboles y parras de la mejor calidad hasta dejar la huerta
completamente cubierta, reservando solo dos suertes o potreros en blanco para
otros sembríos, pues “…el arrendamiento que se hace es para que en los diez
años quede formada una huerta frutera de la mejor calidad”.
94
El 24 de enero de 1899, el doctor Francisco García Calderón, como
apoderado de los señores Goyeneche, arrienda “El Altillo” a Aquiles y
Eugenio Brocq, por diez años, que se contaban a partir del 1 de abril de 1901.
Esto en razón de la existencia del contrato de 1891, rmado entre Moscoso
Melgar y los hermanos Brocq, el mismo que continuaba en vigencia hasta su
culminación.
El nuevo contrato establecía que los primeros cinco años (1901-1906) los
arrendatarios pagarían una merced conductiva de 140 soles mensuales. Los
siguientes cinco años (1906-1911) pagarían 150 soles mensuales.
La huerta fue entregada en 1891 a los arrendatarios Brocq con 20,182
plantas, según inventario que practicó Manuel B. Escobar, además de un
número de plantas que no fue considerado en el inventario y que puso el señor
Moscoso. A esto había que sumar las plantas sembradas por los arrendatarios,
lo que hacía –entre antiguas y nuevas– un total de 31,425 plantas, según el
inventario hecho por el ingeniero F. A. Castañón.
Según el contrato de 1891, los arrendatarios se comprometieron a sembrar
3,100 árboles frutales y 500 parras, todo de fruta na. Para 1899, según el
informe del ingeniero Castañón, faltaba sembrar 630 plantas. Los arrendatarios
se comprometieron a sembrar estas plantas en lo que restaba del contrato de
1891.
Los arrendatarios se comprometían, además, a seguir plantando árboles y
parras en los tres primeros años del nuevo contrato (es decir, a partir de 1901),
hasta dejar la huerta totalmente cubierta de árboles frutales, reservando solo
94
AGN. Felipe S. Vivanco, Protocolo 1054, año 1891, ff. 381v al 385.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
150
Revista del Archivo General de la Nación
dos suertes o potreros en blanco para otros sembríos. El incumplimiento en
esta parte era causal de rescisión del contrato.
A los arrendatarios correspondía pagar la contribución predial, las cuotas
de agua, las composturas de cercos, tomas y acequias, así como mantener
conservada la casa habitación.
Ya en el siglo XX, la huerta “El Altillo” desapareció para dar paso a la
Urbanización Ciudad y Campo, en el distrito del Rímac. Las laderas de
los cerros que la rodeaban fueron ocupadas por las primeras invasiones de
terrenos que hubo en Lima.
CUADRO 18
Huerta “El Altillo” - Propietarios (Siglos XVII-XIX)
Año Nombre del Propietario
16[¿?] Antonio de Tejeda y Vera
1660 Antonia Tejeda y Fernández de Córdoba - Juan de Izca
1716 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
1727 Juan José Palomares y Córdova
1739 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
1752 Nicolás Palomares y Córdova
1755 Antonia de Izca y Fernández de Córdoba
[1756] Luis y Juan José Palomares y Córdova
1758 Juan Antonio Palomares y Vega, conde de San Donás
1785 María Josefa Palomares Salazar - Juan Félix de Berindoaga
1789 Rosa Salazar y Robles viuda de Palomares
1796 María Josefa y María Rosa Palomares Salazar; Juan Pedro Saldías (segundo esposo de
Rosa Salazar y Robles), propiedad en litigio
1802 Juan Pedro Saldías
1825 Tomasa Salvi de Saldías; Manuel, Tomás, José, Ramona y María Saldías Salvi
1861 Juana Villavicencio; María Saldías Salvi; herederos de Ramona SaldíasSalvi
1864 Juana Villavicencio
1868 Ignacio Abadía
1874 José Manuel La Puente
1874 Ignacio Abadía
1891 José Manuel de Goyeneche y Gamio, II conde de Guaqui
1896 Goyeneche y Gamio Hermanos
151
CUADRO 19
Censos que gravaban la Huerta “El Altillo”
Tipo de Censo Fundador (a) Fecha de
imposición
Monto Réditos Fecha de
redención
Aniversario de
misas
Joseph Copero de
Parga
28-III-1722 2,000 pesos 5% anual
Censo redimible Cofradía de
Pardos de Nuestra
Señora del
Rosario
1,500 pesos
Aniversario de
misas
Diego de Armella
y Alarcón
9-X-1723 4,000 pesos 5% anual 22-XI-1727
Aniversario de
misas
Joseph Copero de
Parga
23-XII-1726 2,500 pesos
Buena memoria Bartolomé de
Azaña
30-X-1727 14,807 pesos 3
reales
5% anual 25-X-1743
Aniversario de
misas
Luis García de
Castilla
María Hurtado
7-VII-1738 800 pesos 4% anual
Capellanía Álvaro Martín
Gatica
2,000 pesos 6-VI-1752
Censo redimible Antonia de Izca
y Fernández de
Córdoba
6-VI-1752 18,000 pesos 3% anual
Mutuo Congregación de
Nuestra Señora
de la O
9-XII-1805 2,000 pesos 3% anual
Censo redimible 400 pesos: Real
Fisco
2,000 pesos:
Marco Pastor de
Velasco
600 pesos:
Bernardino de
Olave
Administrador:
Tribunal de la
Santa Inquisición
25-X-1817 3,000 pesos 4% anual En 1826,
Juan Begg,
arrendatario de
“El Altillo”,
solicita al
gobierno
peruano se le
den en pago,
por deuda
que le tiene
el Estado, los
principales
y réditos,
vencidos en
los censos que
cargaban “El
Altillo” de los
extinguidos
Caja de Censos,
Patronatos de
Olave y Pastor.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
152
Revista del Archivo General de la Nación
Conclusiones
Este es un primer acercamiento a las huertas que existieron en el barrio
de San Lázaro o Abajo el Puente, buscando resaltar la propiedad y cómo
esta evoluciona entre los siglos XVII y XIX. Particularmente, en el caso de
las tres huertas estudiadas, la propiedad se concentra en una sola familia,
perteneciente a la elite limeña, que llega a poseer un título nobiliario y
mediante alianzas matrimoniales se vincula con otros. El cambio de régimen,
de colonia a república, si bien no signica la pérdida de sus propiedades,
los afectará como clase. Sus últimos descendientes terminarán endeudándose,
hipotecando sus propiedades, para nalmente venderlas.
Los inventarios de estas tres huertas, correspondientes a los siglos XVIII
y XIX, nos permite determinar que su producción era principalmente de
frutas. Sin embargo, debemos anotar que los documentos revisados nos
revelan que durante el siglo XVII y hasta mediados del siglo XVIII, el cultivo
mayoritario de estas huertas era el olivo; la producción de aceite no les era
ajena. No sabemos qué sucedió para que se abandonase el olivo y se orientase
hacia la producción de vid (dicho sea de paso, ambos cultivos buscaron ser
prohibidos por la corona española para evitar la competencia a los productores
peninsulares). Lo cierto es que desde mediados del siglo XVIII y hasta
nes del XIX, el cultivo mayoritario fue la vid. Por supuesto, había además
variedad de árboles frutales, “de la tierra” y “de España”. No se encuentra en
los inventarios hortalizas ni legumbres, solo en un caso semillas de alfalfa.
Si bien las huertas, como unidades agrícolas de producción, eran pequeñas
en comparación con haciendas y chacras, dos de las huertas estudiadas
clasicaban como “grandes” en los documentos de la época, mientras la tercera
estaba clasicada como “mediana”. Esto se reeja en la cantidad de plantas
frutales que contenían (varios miles), lo que las diferencia de las pequeñas
huertas que acompañaban a las casas de la ciudad de Lima. Lamentablemente,
los documentos revisados no dan cuenta de la comercialización de lo producido
por las huertas. Y a pesar de haber mucha uva, no hay elementos que nos
indiquen que producían vino o pisco.
La producción de estas huertas recaía en la fuerza de trabajo de los esclavos
africanos y sus descendientes. Solo en un documento encontramos inventario
y tasación de los esclavos de la huerta “Palomares”. Por el momento, no
podemos conocer con más detalle los costos de manutención de los esclavos
en relación con la productividad de las huertas.
Cuando se abolió la esclavitud en el Perú, a nes de 1854, el problema de
la falta de brazos para la agricultura trató de ser resuelto con la contratación
de miles de culíes chinos. Hallamos breve referencia documental que nos
153
indica que trabajadores chinos también fueron empleados en estas huertas
bajopontinas.
Los propietarios de estas huertas utilizaron dos mecanismos para
manejarlas a través del tiempo: con administradores o con arrendatarios.
En el primer caso, el manejo era más directo, pues el administrador debía
rendir cuentas al propietario. En el segundo caso, las huertas eran arrendadas
por varios años (por lo general hasta diez), a cambio de un pago semestral y
otras condiciones relacionadas con las plantas que debían existir en ellas. A
partir de la segunda mitad del siglo XIX notamos que los arrendatarios son de
nacionalidad italiana, lo cual es una tendencia en aquellos años; los italianos
se hacen cargo de buena parte de las huertas limeñas.
A pesar de las cargas censales, las huertas debieron redituar ganancias para
sus propietarios. No se explica de otra manera la permanencia de una familia
por más de doscientos años en la propiedad de las tres huertas de este artículo.
Finalmente, el tema de las huertas limeñas está por desarrollarse. Si en
el pasado hubo gran preocupación por estudiar las haciendas –lo cual estaba
plenamente justicado–, aspiramos a generar interés en la investigación de
estas pequeñas unidades de producción, tan características de la ciudad de
Lima. Para hablar del barrio de Abajo el Puente, objeto de nuestro interés, son
cuarenta las huertas que esperan ser estudiadas.
Tres Huertas de Abajo el Puente: “La Ramos”, “Palomares” y “El Altillo”. Siglos XVII-XIX
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Revista del Archivo General de la Nación
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