13
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación
del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
Joan Manuel Morales Cama
1
Resumen
El descubrimiento y conquista del Perú fue una empresa de hombres
osados y en muchos casos aventureros que, arriesgando todo, se lanzaron a lo
desconocido en busca de riquezas, privilegios y poder, elementos inaccesibles
para ellos en España. Uno de aquellos hombres fue el conquistador Nicolás
de Ribera el Viejo quien desde el inicio estuvo al lado de Francisco Pizarro
y de Diego de Almagro, y que supo mantenerse rme en los momentos más
críticos o decisivos de los primeros viajes y expediciones, como aconteció,
por ejemplo, en la isla del Gallo. Por ello después sería elegido primer alcalde
de la ciudad donde estableció su residencia denitiva: Lima. Contribuyó así,
junto con los demás conquistadores, a fusionar dos culturas diametralmente
opuestas: la hispana y la andina. En la etapa nal de su vida fundó un hospital
en el valle de Ica para los indios de su encomienda, a quienes además legó una
parte de sus bienes.
Palabras clave: descubrimiento, conquista, Perú, Lima, Ica, Nicolás de
Ribera el Viejo, indios, encomiendas.
Abstract
The discovery and conquest of Peru was a company of daring and often
adventurous men, who risking everything taking the way to the unknown in
search of wealth, privilege and power, impossible to get in Spain. One of those
men was the conqueror Nicolás de Ribera el Viejo, who stood near Francisco
Pizarro and Diego de Almagro since the beginning of the process. He learned
to stand rm in the most critical and decisive moments of the rst trips and
expeditions, such as El Gallo island. For this reason he would be elected as
the rst major of the city where he permanently settled down: Lima. In this
1
Joan Manuel Morales Cama es Licenciado en Historia por la la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Actualmente trabaja en el Archivo Histórico de Límites del Ministerio de Relaciones
Exteriores.
14
Revista del Archivo General de la Nación
2
BUSTO, José Antonio del. Historia general del Perú. Tomo IV. La conquista, Lima: Editorial Brasa,
1994, p. 19-34.
3
Archivo General de Indias (AGI), Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros,
Perú, 1553, fols. 1vta.-2. Esta información de servicios se encuentra publicada por Domingo Angulo,
“Provança hecha ante los señores Presidente y Oydores de la Real Audiencia y Chancillería que por
mandado de su Magestad reside en la cibdad de los Reyes de los reynos del Perú, a pedimento de
Niculás de Ribera, el Viejo, vezino de la dicha cibdad, de lo que en ellos y en el reyno de Tierra
Firme ha servido, conforme a la hordenança. Va escrito en setenta y una ojas. Pasó ante mi Pedro de
Avendaño”, Revista del Archivo Nacional del Perú, tomo X, entrega II, Lima, 1937, p. 141-180.
way he contributed with other conquerors, to merge two diametrically opposing
cultures, Hispanic and Andean; and in the nal stage of his life he founded a
hospital for Indians of his “encomienda” in Ica Valley. He also bequeathed a
portion of his property to the indians.
Keywords: discovery, conquest, Peru, Lima, Ica, Nicolás de Ribera el Viejo,
indians, encomiendas.
Desde su llegada al reino de Tierra Firme a principios de la década de 1520,
el andaluz Nicolás de Ribera y Laredo, conocido años después como Ribera el
Viejo, quedó para siempre asociado a los orígenes de la denominada sociedad
hispano-peruana. Entre 1522 y 1523 fue testigo de la organización de las
expediciones a la “Mar del Sur” encargadas por Pedro Arias Dávila (Pedrarias),
gobernador de Castilla del Oro, Pascual de Andagoya, Hernando de Zaera y
Juan de Basurto; y se inquietó con las primeras noticias y pruebas concretas
de la existencia del señorío del Birú, gobernado por el cacique Beruquete o
Peruquete, más abajo del golfo de San Miguel.
2
Su carácter, intereses e intuición
rápidamente lo llevaron a incorporarse al círculo más cercano de Francisco
Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque, este último también de
Andalucía. Así participó directamente en la mayoría de las acciones de la
empresa descubridora y conquistadora del Perú:
“Podrá aver treinta años, poco más o menos, que fue en el año que pasó
de quinientos veinte e dos, que llegué a Tierra Firme, a donde vine de
los reinos de España, y en la çibdad de Panamá, de Tierra Firme, hallé a
los capitanes don Françisco Piçarro, y don Diego de Almagro y al padre
Luque, que todos tres avían hecho compañía para venir a descubrir estos
reinos del Perú, donde me junté con ellos e ayudé en adereçar todo lo
neçesario para el dicho descubrimiento, e un navío que se hizo, que no
avía otro en esta Mar del Sur, para hazer el dicho descubrimiento; en lo
qual y en otras cosas que en el dicho reino de Tierra Firme se ofreçieron,
serví a Vuestra Alteza a mi propia costa e con mis armas e caballo,
adereçado como honbre de honra, en que padeçí mucho trabajo”
3
.
15
El 14 de noviembre de 1524, a bordo del navío Santiago, zarpó del puerto
de Panamá como tesorero del primer viaje descubridor del capitán Francisco
Pizarro. Estuvo en Taboga, en el archipiélago de las Perlas (Terarequí) y en los
puertos de Piñas, del Hambre y Quemado, y fue herido y casi pierde la vida
junto a Pizarro cuando se enfrentaron al cacique de las Piedras poco antes del
tornaviaje. Desde Chochama (Chuchama, Cuchama, Chinchama o Chicama),
como encargado de custodiar, controlar y dar cuenta de los caudales obtenidos
por la expedición, fue enviado de regreso, en compañía de Juan de la Torre
4
, con
una pequeña cantidad de “oro no” en joyas y piezas labradas despojadas a los
naturales:
Deste lugar se determinó por Françisco Piçarro y sus compañeros que
bolviese el navío a Panamá a lo que se a dicho, y que fuese en él Niculás
de Ribera, tesorero, con el oro que avían avido a dar quenta al gobernador
cómo tenían buena notiçia de adelante. Y fue hecho así, quedando todo
el bastimento que avía en la nao para que comiesen y pasavan de los
trabajos dichos por ser tierra enferma, llena de montañas, tan continua en
llover y tronar como se a dicho; frío no haze ninguno, mas la tierra es de
gran umedad.
Ribera con los que yban en la nave navegaron hasta llegar a las yslas de
las Perlas, donde supieron cómo Almagro avía ydo en busca dellos en una
nao; y porque los cristianos que quedaron en Chicama se alegrasen con
saber tal nueva, despacharon una canoa con el aviso al capitán. Llegado
a Panamá el navío, Niculás de Ribera y los que yvan en él dieron quenta
a Pedrarias de lo que hasta allí les avía çusedido desde que entraron en
la tierra del caçique Peruquete. En Panamá estavan con deseo de saber
cómo les avía ydo en el descubrimiento a Piçarro y sus compañeros
y espantáronse quando oyan de lo que avían pasado en los manglares
donde andavan.
5
En Panamá se reunió también con el maestrescuela Hernando de Luque y este
solicitó al gobernador Pedrarias les permitiera continuar con las expediciones a
Levante. A pesar del elevado costo material y de vidas (europeas y americanas)
detrás de la búsqueda de riquezas e indios supuestamente caníbales para
esclavizar, la exploración inicial logró reconocer, por pericia del piloto Hernán
Pérez Peñate, la geografía de los prácticamente desconocidos territorios del
4
BUSTO, José Antonio del. Los trece de la fama, Lima: Librería Studium, 1989, p. 129-137.
5
CANTÚ, Francesca (ed.). Pedro de Cieza de León/Crónica del Perú. Tercera parte, Lima: PUCP,
1989, p. 23-24.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
16
Revista del Archivo General de la Nación
sureste
6
, y obtener en “la costa que se dize de Perú” varias muestras de oro de
distintas leyes, cuyos quintos serían sucesivamente pagados por el tesorero y los
propios Luque y Almagro, o por los apoderados Lorenzo Hernández de Soria
y Gonzalo Farfán. El 9 de mayo de 1525, Nicolás de Ribera se presentó en la
Tesorería de Tierra Firme ante Alonso de la Puente, y en el libro de cuentas
donde aparecen los ingresos reales por “cabalgadas” en aquella jurisdicción (el
mismo en el que Andagoya y Juan García Montenegro manifestaran, a mediados
de 1523, una partida de 1,003 pesos en oro “que dixeron lo abía avido el dicho
viaje del Perú”)
7
, declaró 396 pesos a nombre de Pizarro y sus hombres:
En la dicha casa real a nueve días del dicho año de mil e quinientos e veinte
e cinco años en presencia de los dichos ociales e de Martín Estete veedor
e de Lorenco de Galarça teniente de escribano mayor de minas manifestó
Nicolás de Ribera en nombre del capitán Francisco Piçarro e de la gente
que con él está trescientos e noventa e seis pesos e un tomín de oro labrado
de los yndios los quales dichos pesos de oro ovieron el capitán e gente en
el viaje que hizieron el capitán e gente en la Mar del Sur, al Levante, por la
costa que se dize de Perú los quales dichos pesos de oro fueron de las leyes
siguientes de veinte quilates diez e seys pesos e çinco tomines de diez y
nueve quilates doscientos e noventa e quatro pesso de diez e siete quilates
sesenta e un pesos e siete tomines de diez e seis quilates seis pesos de
honze quilates diez e siete pesos çinco tomines así son por todos los dichos
trescientos e noventa e seys pesos un tomín que reducidos a maravedís
montaron ciento e quarenta e çinco mill e dosçientos e dos maravedís de
que sacados para los derechos del fundidor mill e quatrocientos e çinquenta
y dos maravedís es el quinto que a sus altezas pertenesció veinte e ocho mil
e setecientos e cincuenta maravedís los quales resçibí yo el dicho tesorero
Alonso de la Puente e dellos me hize cargo.
8
Después de pasar algunos meses reparando los navíos Santiago y San
Cristóbal, alistando hombres, traídos incluso desde Nombre de Dios, y
reuniendo provisiones y vituallas necesarias para la nueva expedición, Ribera y
6
Los apuntes de los pilotos Pérez Peñate y Bartolomé Ruiz, y en general los informes sobre el
descubrimiento y conquista, sirvieron para la elaboración de las primeras representaciones cartográcas
de las costas del Perú, como las incluidas en las crónicas de Gonzalo Fernández de Oviedo y Francisco
López de Gómara, o las trazadas por Diego Ribero (1529) y Diego Méndez (1584); ver PORRAS
BARRENECHEA, Raúl. Fuentes históricas peruanas, Lima: Juan Mejía Baca y P.L. Villanueva, 1954,
p. 377-390.
7
MATICORENA ESTRADA, Miguel. “El vasco Pascual de Andagoya inventor del nombre del Perú”,
Cielo Abierto, volumen II, número 5, Lima, 1979, p. 38-42.
8
GÓNGORA, Mario. Los grupos de conquistadores en Tierra Firme (1509-1530). Fisonomía histórico-
social de un tipo de conquista, Santiago: Universidad de Chile, Centro de Historia Colonial, 1962, p.
122-124.
17
el capitán Almagro, conducidos por el experimentado piloto Bartolomé Ruiz de
Estrada, salieron de Panamá, en diciembre de 1525, para reunirse con Pizarro en
su repartimiento de Chochama
9
. Desde allí, hacia mayo de 1526
10
, efectuando
sólo breves escalas en el puerto Quemado, en la isla de las Palmas y en las
desembocaduras de algunos ríos, viajaron todos directamente hasta el río San
Juan, en cuyas orillas incursionaron en un pueblo de indios donde “tomaron
cantidad de quinze mill castellanos poco más o menos de oro baxo y hallaron
bastimento y prendiéronse algunos cativos, con que dieron vuelta a las naves
muy alegres y contentos en ver que començavan a dar en tierra rica en oro y con
mantenimiento.”
11
Pero como este no era el lugar anhelado, Pizarro lo envío a
Panamá, con Almagro y el oro, por más hombres y caballos, mientras el piloto
Ruiz se encargaba de reconocer la costa más allá de la bahía de San Mateo
hasta el cabo Pasado y la bahía de Caráquez. Ya debajo de la línea equinoccial
(ecuatorial), después de Coaque, Ruiz capturó una gran balsa de navegantes
tumbesinos que conrmaron la existencia del gran reino del Birú o del Perú
12
:
“Mostraron lana hilada y por hilar que era de las ovejas, las quales señalavan del
arte que son y dezían que avía tantas que cobrían los canpos. Nonbravan muchas
vezes a Guaynacapa y al Cuzco donde avía mucho oro y plata. Destas cosas y
de otras dezían tantas que los cristianos que yvan en el navío lo tenían por bulra
porque sienpre mienten en muchas cosas destas que quentan los yndios; más
éstos en todo dezían verdad.”
13
Entrado el año de 1527, regresó con Almagro y los refuerzos (incluido el
artillero griego Pedro de Candia) al río San Juan donde se reunieron con Pizarro,
Ruiz y los demás sobrevivientes. Conocidas las prometedoras noticias del sur
se embarcaron todos en esa dirección, visitaron la isla del Gallo, exploraron
el río Santiago, la bahía de San Mateo y el río Esmeraldas, y se detuvieron en
el pueblo de Tacámez (Atacámez) donde encontraron recursos pero también
resistencia de los nativos: “Los naturales de la tierra sabían muy bien lo que
pasava y como por la mar yvan los navíos e por la tierra venían andando
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
9
BUSTO, José Antonio del. Pizarro, Lima: Ediciones COPÉ, 2000, Tomo I, p. 165-224.
10
Poco antes, el 10 de marzo, los socios (Pizarro, Almagro y Luque) suscribieron, ya sin intromisión
de Pedrarias, el aún dudoso contrato de compañía para conquistar los “reynos llamados del Pirú”;
ver MATICORENA ESTRADA, Miguel. “El Contrato de Panamá, 1526, para el descubrimiento del
Perú”, Caravelle. Cahiers du monde hispaniquer et luso-brésilien, volumen 7, número 1, Toulouse:
Université Toulouse, 1966, p. 55-84.
11
Pedro de Cieza de León (1989), p. 31.
12
MARTÍN RUBIO, María del Carmen. Francisco Pizarro. El hombre desconocido, Oviedo: Ediciones
Nobel, 2014, pp. 122-123. Las características y posibilidades de las grandes balsas prehispánicas,
utilizadas sobre todo para el tráco entre Manabí y Sechura, son descritas en BUSTO, José Antonio
del. Túpac Yupanqui, descubridor de Oceanía, Lima: Editorial Brasa, 2000, pp. 29-55. También ver
Thor Heyerdahl, La expedición de la “Kon-Tiki”, Lima: BNP, 1996, p. 55-96.
13
Pedro de Cieza de León. 1989, pp. 32-33.
18
Revista del Archivo General de la Nación
honbres blancos, barbudos y que trayan los cavallos que corrían como viento,
preguntávanse unos a otros qué pretendían o qué buscavan, por qué causa les
robaban el oro que hallavan y les cativavan sus mugeres y a ellos hazían lo
mismo; cobráronles gran desamor y entre muchos hizieron liga de los matar”
14
.
En este sitio Nicolás de Ribera y Bartolomé Ruiz salvaron la expedición al
evitar una riña, con espadas y rodelas, entre los capitanes Pizarro y Almagro
por desacuerdos sobre un retorno anticipado a Panamá.
15
Son los momentos
decisivos, pues los expedicionarios retrocedieron hasta la bahía de San Mateo y
de allí a la isla del Gallo de donde Almagro nuevamente será enviado a Panamá
para reunir más refuerzos y provisiones, que luego el gobernador Pedro de los
Ríos le prohibirá embarcar. En agosto partirá el veedor Juan Carvallo con la
misma misión, pero poco después llegará a la isla el capitán Juan Tafur con
autoridad y mandamiento para volver a Panamá con todos aquellos que no
deseaban continuar en la empresa descubridora. Muy pocos se quedaron con
Pizarro, y la lista de los famosos trece pudo haberla encabezado Ribera: “el
primero a buen juicio que por sus grandes obligaciones pasaría la raya sería
Nicolás de Ribera, natural de Olivera [sic] en Andaluçía que siendo thesorero
de la Haçienda Real se mostró siempre el ministro de ambas majestades, y el
que saçonava los coraçones en las discordias que hubo entre soldados y con su
cabeça, que para todo tuvo prudençia y sagaçidad; y así como un nuevo çid se
puso a lado de Francisco Piçarro.”
16
La valiosa declaración oral voluntaria de Nicolás de Ribera sobre su aventura
perulera fue oída y utilizada por cronistas como Pedro de Cieza de León y
Agustín de Zárate, quienes lo conocieron y trataron personalmente. Cieza
lo reere como fuente histórica fundamental para su Crónica del Perú; por
ejemplo en el segundo folio de la tercera parte dice: “Ynformóme Niculás de
Rivera, vezino de la çibdad de los Reyes, ques de los de aquel tiempo y uno de
los treze que descubrieron el Perú.”
17
Por otro lado el contador Zárate, mientras
permaneció en Lima vivió, con su sobrino Juan Polo de Ondegardo, en una de
las casas de Ribera, siempre atento a sus condencias y relatos sabiendo que era
uno de los principales testigos del descubrimiento y conquista
18
. Pero quizá el
testimonio más original al respecto sea la versión escrita de los acontecimientos
14
Ibídem, p. 39.
15
Busto, José Antonio del. 1989,p. 102-103.
16
OLIVA, Giovanni Anello. Historia del reino y provincias del Perú (edición de Carlos M. Gálvez Peña),
Lima: PUCP, 1998, p. 110-111.
17
Pedro de Cieza de León (1989), p. 8.
18
PORRAS BARRENECHEA, Raúl. Los cronistas del Perú (1528-1650), Lima: BCP, 1986, p. 20, 215,
695 y 771. También HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro. “El Licdo. Polo Ondegardo (ca. 1520-1575).
Biografía de un jurista castellano en los Andes coloniales”, en Gonzalo Lamana Ferrario (editor),
Pensamiento colonial crítico. Texto y actos de Polo Ondegardo, Lima: IFEA, CBC, 2012, p. 89-135.
19
rememorados, con mínimas imprecisiones, por el propio Ribera en su detallada
información de servicios de 1553:
Vista la mala dispusiçión que avía en la tierra comarcana del río San Juan
ynviaron los dichos capitanes a descubrir con el uno de los navíos, y el
dicho don Diego de Almagro vino a Panamá a llevar gente e caballos e
yo vine en su conpañía para le ayudar con todo, e juntamos çinquenta
honbres e con ellos e con seys caballos nos volvimos a socorrer al dicho
capitán don Françisco Piçarro a donde tornamos a juntar los dos navíos
e fuimos a seguir nuestro descubrimiento hasta llegar a la baya de San
Mateo donde desembarcamos los caballos, e yo fuy con mis armas
e caballo en conpañía de los dichos capitanes y la demás gente por la
costa adelante a donde hallamos muchas poblaciones e dende a dos días
vino sobre nosotros mucha cantidad de gente por mar e por tierra que
nos convino retraer a la baya de San Mateos e de ay a la isla del Gallo
donde quedamos con el dicho capitán don Françisco Piçarro, y el dicho
don Diego de Almagro se fue a Panamá con los navíos y estuvimos seys
meses padeciendo mucho trabajo e hanbre e hezimos un barco con que
yvamos a tierra rme a buscar de comer hasta tanto que Pedro de los Ríos
gobernador de Panamá ynvío por nosotros e yo me quede con el dicho
don Françisco Piçarro con otros nueve honbres e teniendo conosçido el
servicio que a Vuestra Alteza se hazía en el descubrimiento destos reynos
persuadí a muchos que quedasen con el dicho don Françisco Piçarro hasta
que nos viniese gente y continuásemos el dicho descubrimiento.
19
Regresando a Tierra Firme con los navíos y los desertores de la expedición,
el comisionado Juan Tafur trasladó a Pizarro, sus trece compañeros (Cristóbal
de Peralta, Pedro de Candia, Domingo de Soraluce, Francisco de Cuellar,
Alonso de Molina, Pedro Halcón, García de Jarén, Antón de Carrión, Alonso
Briceño, Martín de Paz, Juan de la Torre, Gonzalo Martín de Trujillo y Nicolás
de Ribera), un mulato y las indias e indios cautivos, a la isla de la Gorgona.
20
Ribera se encargó de solicitar a Tafur la entrega de los “indios lenguas”
(intérpretes) tumbesinos. En la Gorgona permanecieron varios meses hasta el
retorno del piloto Bartolomé Ruiz con provisiones enviadas por Almagro desde
Panamá. Hacia noviembre de 1527 la mayoría de ellos se embarcaron rumbo
al sur para continuar con el descubrimiento del Perú y, después de veinte días
de navegación, estaban frente a Tumbes y cerca de la Puná en la isla sagrada
de Santa Clara; allí hallaron “muchas pieças de oro e plata pequeñas, a manera
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
19
Archivo General de Indias (AGI), Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú
(1553), fols. 3-3vta.
20
BUSTO, José Antonio del. 1989, p. 11-15.
20
Revista del Archivo General de la Nación
de gura de manos e tetas de muger e cabeças e un cántaro de plata” en una
“huaca” de “un ydolo de piedra” donde los comarcanos realizaban la “ofrenda
de la capacocha”
21
.
Dejando atrás la isla de Santa Clara, se cruzaron en el mar con cinco enormes
balsas de guerreros lugareños quienes condujeron el navío hasta las playas
de Tumbes, donde fueron visitados y agasajados por los “caçiques” e indios
principales, entre los que se encontraba un “orejón” del inca “Guaynacapa”.
Alonso de Molina, acompañado por el mulato, fue enviado a tierra a visitar
el lugar, sus “edeçios” y “fortaleza”, y vio “vasos de plata y oro” y “muchas
indias muy hermosas y galanas”; después se envió al litoral a Pedro de Candia,
pero solo para conrmar la anterior información. Animados continuaron con
la exploración, pasando por cabo Blanco, Paita, Tangarará, una isla de “lobos
marineros” (isla Foca), punta Aguja, Collique (Chiclayo) y Chimo (Trujillo),
llegaron hasta la desembocadura del río Santa a mediados de 1528. De regreso
a Panamá, anclaron en el puerto de Santa Cruz (Sechura) para recoger a Alonso
de Molina y, ante la insistente invitación de una “caçica” capullana para que
la visiten, Pizarro decidió asistir acompañado por el piloto Bartolomé Ruiz,
aunque primero envío una delegación dirigida por Ribera: “E mandó que
saltasen en tierra quatro españoles, que fueron Niculás de Ribera, ques el que de
todos es vivo en el año que voy escribiendo lo que leys, y Françisco de Cuellar,
Halcón y el mismo Alonso de Molina, que avía quedado primero entre ellos.”
22
La estrategia del capitán Francisco Pizarro de ser amigables, observar y evitar
cualquier exceso contra los habitantes de aquella parte del Perú fue ecaz; por
donde regresaban eran tratados con simpatía e iban tomando posesión simbólica
de las tierras “en nonbre del Enperador”; y en un puerto anterior a cabo Blanco
recibieron a dos muchachos, don Martín y Felipillo, para que “aprendiesen la
lengua y supiesen hablar para quando volviesen.”
23
Pizarro, Ruiz y los de la fama arribaron a Panamá a nes de julio de
1528, no regresó con ellos Gonzalo Martín de Trujillo pues había enfermado
y falleció en la isla de la Gorgona. De inmediato los tres socios iniciaron los
preparativos para la última expedición, la denitiva, la de la conquista del
Perú. Pizarro partiría a España, junto a García de Jarén y Pedro de Candia, para
solicitar el título de gobernador y otras mercedes, mientras Almagro y Luque
21
Pedro de Cieza de León (1989), pp. 47-53. Sobre los rituales o ceremonias de la capacocha en los
Andes y costa central, ver ROSTWOROWSKI, María. Ensayos de historia andina II: Pampas de
Nasca, género, hechicería. Obras completas VI, Lima: IEP, 2005, p. 76-91.
22
Pedro de Cieza de León (1989), pp. 54-67.
23
Ídem, p. 70. Sobre el rol de los primeros intérpretes en la conquista, particularmente el de Felipillo, ver
Lydia Fossa, Narrativas problemáticas: los inkas bajo la pluma española, Lima: PUCP, IEP, 2006, pp.
239-257.
21
alistaban navíos, hombres y provisiones sucientes. El 3 de agosto Jarén, que
antes había acompañado al capitán Gil González Dávila, se presentó ante el
alcalde ordinario Juan de Castañeda, con Antón de Carrión, Juan de la Torre y
Domingo de Soraluce como testigos en la probanza de sus servicios “en este
viaje e descubrimiento del Levante que los nobles señores capitanes Francisco
Piçarro e Diego de Almagro, en nombre de sus majestades han hecho, para la
presentar antes sus majestades.”
24
El 18 del mismo mes Cristóbal de Peralta
hacía lo propio y pedía, por él y en nombre de Nicolás de Ribera y otros ocho
de sus compañeros, tomar los testimonios del piloto Bartolomé Ruiz y de otros
hombres de mar. Por último, una semana más tarde, Candia presentaba a los
declarantes de sus méritos y servicios ante Francisco González; Ribera era
uno de ellos y al ser interrogado sobre la incorporación del artillero griego a
la expedición, casi como si fuera uno de los primeros cronistas, manifestaba lo
siguiente:
A la tercera pregunta dixo que lo que della sabe es que después que el
dicho Diego de Almagro salió deste puerto en socorro del dicho capitán
Francisco Piçarro e la gente que con él estava e avían quedado en el río
de Sant Juan, e este testigo fue con él e con el dicho Pedro de Candia
que llevava cargo del artillería e llevavan algunos mantenimientos e
refresco para la gente, e quedos que ovieron reposado siguieron el dicho
descubrimiento en sus navíos e canoas por la tierra adelante fasta que
fueron a parar a Tacámez tierra muy trabajosa de navegar, adonde muchas
vezes saltavan en tierra para buscar de comer e aver lengua de la tierra e
hallavan que avía muchas çienagas e manglares por la costa adelante e a
muchas partes della que llegavan en busca de mahíz estavan en barbacoas
muy altas de más de diez estados en alto e por debaxo çienagas e subían
por ello allí e los yndios que avía a veces se ponían en defendello e
muchas vezes se hallava allí el dicho Pedro de Candia por que llevava a
su cargo el artillería e hazía la pólvora que hera neçesaria para los tiros
e los adobava e ponía toda la deligençia que qualquier buen artillero o
persona de recabdo podía poner e otra vezes yendo en canoas passava
mucho trabajo e que en todo el dicho Pedro de Candia trabajava bien e
con buena voluntad.
25
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
24
AGI, Patronato, 150, N.3, R.2, Méritos y servicios: García de Jarén y otros, Panamá, 1528 (“Información
hecha a pedimento de algunos vecinos de la provincia de Tierra Firme sobre sus servicios hechos en
el descubrimiento de la costa de Levante, y otras cosas. Son los trece que se hallaron con Pizarro en
el descubrimiento del Perú, y se quedaron en la isla Gorgona quando todos los demás volvieron a
Panamá”) fols. 59-62vta. Estos documentos fueron estudiados y parcialmente editados por Raúl Porras
Barrenechea (1986), pp. 691-697.
25
AGI, Patronato, 150, N.3, R.2, Méritos y servicios: García de Jarén y otros, Panamá, 1528, fols. 64-89.
22
Revista del Archivo General de la Nación
El gobernador Pedro de los Ríos se comprometió con los socios de la Compañía
de Levante a brindar las facilidades y el apoyo necesario para la conquista de
las nuevas tierras, pero solo si primero recibía las respectivas órdenes de la
Corona. A nes de 1528, Pizarro, después de cruzar el istmo panameño y el Mar
Caribe en compañía del licenciado Diego del Corral, zarpaba de Santo Domingo
rumbo a España por la real autorización y para garantizar sus intereses, los de
sus socios y los de sus más eles compañeros ante el Consejo de Indias. La
Capitulación de Toledo fue rmada el 26 de julio de 1529 por la reina Isabel
de Portugal. Francisco Pizarro era el más beneciado, pues recibió los títulos
de gobernador, capitán general, adelantado y alguacil mayor de las “tierras
e provincias del Pirú” (Nueva Castilla); Hernando de Luque fue nombrado
protector universal de indios mientras era propuesto en Roma como obispo de
Tumbes; Diego de Almagro solo recibiría el título de hidalgo y la tenencia de
la fortaleza de Tumbes; Bartolomé Ruiz fue hecho piloto mayor de la Mar del
Sur; Pedro de Candia, algunos días antes, era designado capitán de Artillería y
regidor de Tumbes. Los de la isla del Gallo fueron hechos hidalgos, y los que
ya gozaban de esa distinción, como Nicolás de Ribera, serían reconocidos como
caballeros de la espuela dorada.
26
Mientras Pizarro llegaba a Sevilla y desde
allí pasaba a Toledo, en tierra centroamericana, por encargo de Almagro, los
andaluces Nicolás de Ribera y Bartolomé Ruiz viajaban en uno de los navíos a
la gobernación de Nicaragua, conquistada por el capitán Francisco Hernández
de Córdoba (ejecutado en 1526), para entrevistarse con Pedrarias Dávila en la
ciudad de León, y solicitar hombres experimentados, marineros y embarcaciones.
Solo consiguieron un navío adicional, pero en privado comprometieron la ayuda
de los capitanes Hernando de Soto y Hernán Ponce de León:
Estavan en Nicaragua honbres prençipales, entre ellos Hernando de
Soto, Hernán Ponçe e conpaña. Tenían aparejo para hazer navíos.
Ynformáronse de Ribera de lo que hera el Perú y la çibdad de Túnbez;
vieron las ovejas y algunas mantas; pensaron de hazer navíos o acabar
dos que estavan haziendo, y haziendo conpañía con Pedrarias yr a poblar
la tierra. Más avía cautela entre ellos porque los conpañeros pretendían yr
con el mando por hazer, quando allá se viesen, su hecho. Pedrarias quería
darles aconpañado que allá por él tuviese juridiçión; no se conformavan.
El piloto Bartolomé Ruyz y Ribera hablaron con Hernán Ponçe pláticas
secretas para que fuese alguno de ellos a Panamá [a] aguardar que viniese
de España con la gobernación Piçarro, con quien haría su conçierto a
provecho y onra suya. Hernán Ponçe dio la palabra quél o alguno de
26
Bernard Lavallé, Francisco Pizarro: biografía de una conquista, Lima: IFEA, IEP, EFP, IRA, 2005,
pp. 70-75. Raúl Porras Barrenechea, Cedulario del Perú. Siglos XVI, XVII y XVIII. Tomo I (1529-
1534), Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores, 1944, pp. 14-58.
23
sus conpañeros lo haría y con esto el piloto Bartolomé Ruyz e Rivera
se despidieron del governador para se bolber a Tierra Firme, estando
con sospecha que Pedrarias les quería tomar el navío para con él y otros
enbiar a poblar en el Perú.
27
En el puerto de Nombre de Dios se recibieron las primeras nuevas sobre
la Capitulación de Toledo y desde allí se difundieron por toda la Tierra Firme
hasta Panamá, donde Almagro y el piloto Ruiz al recibirlas expresaron su
desacuerdo y protestaron ante Luque contra Pizarro por no cumplir con lo
“prometido y jurado”: solicitar para ellos los respectivos títulos de adelantado y
alguacil mayor. En dichas circunstancias, Nicolás de Ribera, que se encontraba
realizando coordinaciones en las costas del Mar Caribe, aparece otra vez en
escena para calmar los ímpetus de Almagro y evitar la confrontación entre los
socios conquistadores:
Yendo por su mando al Nonbre de Dios Niculás de Ribera a lo hazer,
Almagro estaba tan sentido como se a dicho; no vastava ninguna buena
razón que sobre ello le hablavan a que se amançase. El eleto don Hernando
de Luque le escribió algunas cartas, amonestándole se viniese a Panamá,
pues todo quanto Piçarro avía negoçiado era para todos, pues con él tenía
conpañía; sin esto le escrivió por le contentar que supiese que lo que
dezían del adelantamiento que traya Piçarro, que era burla. Con estas
cartas y con lo que le dixo Niculás de Ribera, que bolvió del Nonbre de
Dios por donde él estaba, perdió parte de su paçión y escrivió al eleto que
recojese la jente y la proveyese en el entretanto quél yva a Panamá, donde
sin se pasar muchos días llegó, hablando bien a los que avían venido;
y porque su conpañero hallase hecha alguna hazienda quando llegase,
enbió carpinteros a cortar madera al río que llaman de Lagartos, para
adovar las naos que estavan muy gastadas de los viajes pasados.
28
A comienzos de 1530, Pizarro y después su hermano Hernando zarparon
de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) e hicieron una breve escala en la isla de la
Gomera (Canarias) antes de enrumbar hacia La Española. Además de la tropa
(aproximadamente 125 hombres, muchos de Extremadura), lo acompañaban
también sus otros hermanos Juan Pizarro, Gonzalo Pizarro y Francisco Martín
de Alcántara. El tesorero Alonso Riquelme, el veedor García de Salcedo y el
contador Antonio Navarro, ociales de la Real Hacienda, viajarían más tarde.
Diego de Almagro y el ahora gobernador Francisco Pizarro se saludaron en
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
27
Pedro de Cieza de León (1989), p. 76-77.
28
Ibídem, p. 80.
24
Revista del Archivo General de la Nación
Nombre de Dios, pero solo solucionaron sus diferencias a través de un “nuevo
conçierto” realizado en Panamá por mediación del clérigo Hernando de Luque
y del inuyente licenciado Gaspar de Espinosa -vinculado a los banqueros de
Sevilla-, uno de los más prósperos comerciantes de Tierra Firme y también
nancista de las primeras expediciones de descubrimiento y conquista del Perú.
29
Arreglados de momento los problemas, el mismo Pizarro se encargó de etar los
dos navíos en los que había llegado Hernán Ponce de León con un cargamento
de indios esclavos de Nicaragua en uno de ellos, y en otro que también tenía listo
partió para Tumbes a principios de 1531 con sus parientes, el piloto Bartolomé
Ruiz, tres frailes dominicos, la gente entrenada (alrededor de 180, entre soldados
y jinetes), los caballos e incluso algunos perros.
30
El tercer navío, al mando
del capitán Cristóbal de Mena, demoraría en salir debido a una inspección de
último momento ordenada por el gobernador Antonio de la Gama.
31
Nicolás de
Ribera esta vez no partió con ellos porque Almagro nuevamente lo enviaría a
Nombre de Dios para reunir refuerzos y adquirir algunas piezas de artillería que
transportó abriendo una ruta a Panamá por el río Chagres:
De Panamá fue el dicho don Francisco Piçarro a pedir la gobernación
deste reyno e después de buelto con ella se embarcó en Panamá e yo fui
al Nombre de Dios por mandado del dicho Diego de Almagro a hazer
gente de donde truxe mucho socorro así de marineros para los navíos
como de soldados, y para traer xarcia y anclas y pertrechos para los
navíos espeçialmente para un navío grande que hezimos, y descubrí el
río de Chagre donde en unas canoas truxe las anclas, cables y artillería e
otros aparejos que fueron menester para poder navegar, de cuya causa ha
resultado traer oy en día todas las mercaderías que a este reyno vienen
por el dicho río de que se ha seguido mucho bien al reyno de Tierra Firme
y a este reyno.
32
Pizarro no logró navegar directamente hasta su destino “por el viento
contrario sur que con mayor fuerça que otras veçes avía en esta ocassión y
assí determinaron dessembarcar como lo hiçieron en un puerto çien leguas de
Tumbez”
33
, sin embargo en pocos días habían avanzado hasta la bahía de San
Mateo. Desembarcó en el río Esmeraldas y siguió por tierra con todo el ejército,
29
VARÓN GABAI, Rafael. La ilusión del poder: apogeo y decadencia de los Pizarro en la conquista del
Perú, Lima: IEP, IFEA, 1997, pp.44-54. MARTÍN RUBIO, María del Carmen. 2014, p. 109. Pedro de
Cieza de León (1989), p. 84-86.
30
BUSTO, José Antonio del. 2000, p. 259-269. KERMENIC, Jan M. (ed.). Agustín de Zárate/Historia
del descubrimiento y conquista del Perú, Lima: Lib. e Imp. D. Miranda, 1944, p. 24-51.
31
PORRAS BARRENECHEA, Raúl.1986, p. 86.
32
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú (1553), fols. 3vta.-4.
33
OLIVA, Giovanni A. 1998, p. 120.
25
pasaron por Atacámez, Cancebí y Quiximíes (Cojimíes), y saquearon el pueblo
de Coaque donde “hallaron gran despojo” que enviaron a Tierra Firme para
apurar los refuerzos: “Enbió con los dos navíos que fueron a Panamá la mayor
parte del oro que se tomó en Quaque en pieças ricas e vistosas; lo demás mandó
que fuese llevado a Nicaragua en el otro navío que fuese a cargo de un Bartolomé
de Aguilar, avisando Piçarro en cartas a sus amigos, que con brevedad se diesen
prieça a venir porque tenían gran notiçia de la tierra de adelante y de que la
mandava un señor sólo y muy poderoso.”
34
Eran más de 20.000 pesos en joyas,
“parte de aquel oro fue habido de rescates y parte de buena guerra”; pero en
esta comarca Pizarro también perdió a muchos soldados infectados con “una
enfermedad extraña y abominable, y fue que les nacían por la cabeza, por el
rostro y por todo el cuerpo, unas como verrugas.”
35
Cuando salían de Coaque
llegó un navío con los ociales reales Riquelme, Salcedo y Navarro junto a los
jinetes Jerónimo de Aliaga, Gonzalo Farfán de los Godos y otros soldados. La
hueste siguió cruzando la actual región de Manabí por el cabo Pasao (Pasado),
la bahía de Caráquez y la provincia de Puerto Viejo, donde la alcanzó el capitán
Sebastián de Belalcázar con Juan Mogrovejo de Quiñones, Juan de Porras y
varios hombres más; juntos continuaron hacia la punta de Santa Elena, el “paso
de Guainacava” y la isla de la Puná; aquí sometieron al “cacique principal”
Tumalá o Tumbalá, se aliaron con Chilimasa, señor de los tumbesinos, y se les
unió el capitán Hernando de Soto con más gente de Nicaragua.
36
En abril de 1532, tras acabar con la resistencia del gobernador incaico y
de la indignada población por “como los christianos se aprovechavan de las
mugeres, y se tomavan quanta plata y oro topavan”
37
; la hueste conquistadora
se encontraba reconociendo los restos de lo que fuera la gran ciudad y fortaleza
de Tumbes, arrasadas por el enfrentamiento entre los hermanos Huáscar y
Atahualpa, herederos de Huaina Cápac, y por la epidemia de viruela dejada
por los españoles durante su segundo viaje. El poderoso inca, hijo de Túpac
Yupanqui y nieto de Pachacutec, también había sucumbido ante la “gran
pestilençia de viruelas tan contajiosa que murieron más de dozientas mil ánimas
en todas las comarcas, porque fue general”
38
. Diversos elementos o factores
facilitarían la pronta conquista del imperio del Tahuantinsuyo: la centralización
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
34
Pedro de Cieza de León (1989), p. 90.
35
PONS MUZZO, Gustavo (ed.). Inca Garcilaso de la Vega/Historia general del Perú, Lima: Editorial
Universo, 1977, tomo I, p. 58-59.
36
Pedro Pizarro. Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú, Lima: FCE, 2013, pp.
35-42. RADICATI, Carlos (ed.). Jerónimo Benzoni/La historia del mundo nuevo, Lima: UNMSM,
1967, p. 5 y 57.
37
PEASE, Franklin (edición facsimilar). Francisco López de Gómara/Historia general de las Indias,
Lima: Comisión Nacional del Descubrimiento de América-Encuentro de dos Mundos, 1993, cap. CXII.
38
CANTÚ, Francesca (ed.). Pedro de Cieza de León/Crónica del Perú. Segunda parte, Lima: PUCP,
1985, p. 199-201.
26
Revista del Archivo General de la Nación
política, sin margen para una reacción inmediata (libre albedrío) de las masas
populares
39
; los marcados regionalismos, con “señores” listos para levantarse
contra la dominación incaica
40
; la enormidad territorial totalmente comunicada
por un complejo sistema vial o Qhapaq-Ñan, símbolo del Estado inca
41
; y
el enfrentamiento del norte contra el sur, de Quito contra el Cuzco, o guerra
de panacas por la sucesión en el poder.
42
A nes del siglo XVI un sacerdote
humanista de la Compañía de Jesús ya había explicado parte de esto con toda
certeza: “Fue también providencia del Señor, que cuando fueron los primeros
españoles, hallaron ayuda en los mismos indios, por haber parcialidades y
grandes divisiones. En el Pirú, está claro que la división entre los hermanos
Atahualpa y Guascar, recién muerto el gran rey Guaynacapa, su padre, ésa dio
la entrada al Marqués D. Francisco Pizarro, y a los españoles, queriéndolos por
amigos cada uno de ellos, y estando ocupados en hacerse guerra el uno al otro.”
43
Siguiendo con la marcha, los conquistadores avanzaron hasta la quebrada
de La Solana, luego se dirigieron a Poechos, en el valle del Chira, donde fueron
recibidos como “amigos” por Maizavilca, hatun curaca de los tallanes
44
; y a
mediados de agosto de 1532, a pocas leguas del puerto de Paita, Pizarro fundaba
la ciudad de San Miguel de Tangarará: “El Gobernador envió a Hernando
Pizarro a Tumbes para que trajese toda la gente que allí había quedado, y
después que volvió por ella pobló la ciudad de San Miguel en un pueblo de
indios llamado Tangarará, en la ribera del río Chira, cerca de la Mar, porque
los navíos que viniesen de Panamá hallasen puerto seguro, porque ya algunos
habían venido. Y repartió el oro y plata que allí hubieron, dejando en la ciudad
solos los vecinos, el Gobernador se partió con toda la otra gente a la provincia
de Caxamalca, porque supo que estaba allí Atabalipa.”
45
La hueste salió de San
Miguel el 24 de septiembre de 1532 y avanzó por el valle de Piura hasta Pabur
y Serrán.
46
En esos días Hernando de Soto, por medio de un indio principal o
“apo”, conrmó las noticias sobre Atahualpa mientras exploraba la región y
sojuzgaba poblaciones andinas siguiendo el curso del río Piura hasta adentrase
39
LAFAYE, Jacques. Los conquistadores. Figuras y escrituras, México: FCE, 1999, p. 28-33.
40
ROSTWOROWSKI, María. Historia del Tahuantinsuyu, Lima: IEP, 1988, p. 383-291. ESPINOSA
SORIANO, Waldemar. La destrucción del imperio de los incas, Lima: Amaru Editores, 1990, p. 13-32.
41
HYSLOP, John. Qhapaqñan. El sistema vial inkaiko, Lima: Ediciones Copé, 2014, p. 25-62.
42
MATICORENA ESTRADA, Miguel. “La caída del Imperio incaico. Un dato de Atahualpa”, Revista
Histórica, tomo XLI, Lima: Academia Nacional de la Historia, 2005, p. 413-419.
43
ACOSTA, Joseph de. Historia natural y moral de las Indias, México: FCE, 2006, p. 418.
44
PEASE, Franklin (ed.) Pedro de Cieza de León/Crónica del Perú. Primera parte, Lima: PUCP, 1984,
p. 185-187. También Pedro Pizarro (2013), p. 43-44.
45
ZÁRATE, Agustín de. 1944 p. 55.
46
URTEAGA, Horacio (ed.). Francisco de Jerez/Verdadera relación de la conquista del Perú, Colección
de libros y documentos referentes a la historia del Perú. Tomo V, Lima: Imprenta y Librería Sanmarti,
1917, p. 26-29.
27
en la “provincia de Caxas” (Huancabamba); allí además quedó perplejo y “se
espantó”
47
al ver un tramo amplio de la red de vías incaicas: “Pasa por aquellos
dos pueblos un camino ancho, hecho a mano, que atraviesa toda aquella tierra,
y viene desde el Cuzco hasta Quito, que hay más de trescientas leguas; va llano
y por la sierra bien labrado, es tan ancho que seis de a caballo, pueden ir por él
a la par sin llegar uno a otro; van por el camino caños de agua traídos de otra
parte, de donde los caminantes beben. A cada jornada hay una casa a manera de
venta, donde se aposentan los que van y vienen.”
48
Reunidos otra vez, mientras
avanzaban Pizarro recibía y enviaba mensajeros de “su hermano Atabalipa”,
así supieron que el inca había pasado de Huamachuco a “Caxamalca” donde
los esperaría. Utilizando los caminos incaicos los invasores pasaron por
Motux (Motupe), Cinto (Lambayeque) y Collique (Chiclayo); por el valle de
Çana (Zaña) iniciaron el ascenso, y el 15 de noviembre de 1532 ingresaban
a una solitaria Cajamarca el total de jinetes (62) e infantería (106).
49
Al día
siguiente, por la tarde, Atahualpa decidió visitarlos pero sin llevar a su capitán
“Lumenavi” (Rumiñaui). Así, después de oír los términos de un incomprensible
“requerimiento” pronunciado por fray Vicente de Valverde y mal traducido al
runasimi por Felipillo, el inca fue capturado y su séquito, incluido el curaca de
Chincha, aniquilado:
Pues volviendo a don Francisco Pizarro y a su hermano, que salieron, como
está dicho, con la gente de a pie, el Marqués fue a dar con las andas de
Ataualpa, y el hermano, con el señor de Chincha, al cual mataron allí en
las andas, y lo mismo fuera de de Ataualpa si no se hallara el Marqués
allí, porque no podían derribarle de las andas, que aunque mataban los
indios que las tenían, se metían luego otros de refresco a sustentarlas. De
esta manera estuvieron un gran rato forcejando y matando indios, y de
cansados, un español tiró una cuchillada para matarle, y el Marqués don
Francisco Pizarro se la reparó, y del reparo le hirió en la mano el español,
queriendo dar al Ataualpa, a cuya causa el Marqués dio voces diciendo:
¡Nadie hiera al indio, so pena de la vida! Entendiendo esto aguijaron siete
u ocho españoles y asieron del un bordo de las andas, y haciendo fuerza las
trastornaron a un lado, y así fue preso el Ataualpa, y el Marqués le llevó a
su aposento, y allí le puso guardas que le guardaban de día y de noche.
50
Esa misma tarde y en la mañana siguiente “el despojo que ovo fue grande”,
los “viracochas” practicaron las temibles “cabalgadas” en el campo y tiendas
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
47
CIEZA DE LEÓN, Pedro (1989), p. 112.
48
JEREZ, Francisco de (1917), pp. 31-32.
49
Ibídem, pp. 34-45.
50
PIZARRO, Pedro. 2013, p. 49-54.
28
Revista del Archivo General de la Nación
de los vencidos, se tomó un botín de hasta 80.000 pesos en joyas y vasijas de
oro y plata
51
, y se capturaron y repartieron muchas mujeres: “Oviéronse cativas
muchas señoras prençipales de linaje real e de caçiques del reyno, algunas
muy hermosas e vistosas, con cavellos largos, vestidas a su modo, que es uso
galano.”
52
Viéndose prisionero y complicada su liberación, Atahualpa ordenó la
muerte sigilosa de su hermano y rival Huáscar, antes preso en el río Apurímac
por los guerreros quiteños Calcuchimac y Quisquis
53
. También ofreció a Pizarro,
“por su rescate”, reunirle un fabuloso tesoro; a cambio de su vida y libertad
cubriría “una gran sala”
54
con objetos de oro y plata traídos desde los templos
del sol del Cuzco (Coricancha), Pachacamac, Quito y Vilcas (Vilcashuamán):
Como para pasar a estas partes los españoles aya sido tanta parte del oro y
la plata, poco es menester para conoçer nuestra codiçia y ansia tan grande
que por el dinero tenemos. Y estando Atabalipa preso, no halló mejor
medio para verse libre que prometer de los grandes tesoros quél tenía y
en la guerra del Cuzco sus capitanes avían tomado. Dixo a Piçarro que
daría por su rescate dies mil tejuelos de oro e tanta plata en vasijas que se
vastase a henchir una casa larga que allí estaba y que en ella metería, sin
los tejuelos, cantidad de oro en pieças e joyas, con tanto que lo dexasen en
livertad sin le hazer más molestía ni enojo. Tuvieron tan gran promeça por
desatino, pareçíales ynposible poderlo cumplir. Mas tornava a reticarse
en ello, armando que si le guardase la postura, cumpliría la promesa sin
cautela ni fraude.
55
Como se sabe algunos conquistadores, escoltados por orejones, fueron
enviados en enero de 1533 a Pachacamac (Hernando Pizarro, Lucas Martínez
Vegazo, el veedor Miguel Estete, entre otros) y en febrero al Cuzco (Pedro Martín
de Moguer, Juan de Zárate y Martín Bueno)
56
para vericar el traslado de las
piezas (“tinajas, braseros, atambores, carneros y guras de hombres y mujeres”)
57
de oro y plata a Cajamarca; eran los primeros “cristianos” en adentrarse hasta el
corazón del Tahuantinsuyo. Después de varios meses de recolección, el tesoro
del rescate estaba casi completo; Atahualpa había cumplido con la palabra
51
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 136. Titu Cusi Yupanqui, Instrucción al licenciado Lope García de
Castro (1570), Lima: PUCP, 1992, p. 5. JEREZ, Francisco de (1917), p. 61-62.
52
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 136.
53
Ibídem, pp. 114-115. Las disputas por la sucesión real no fueron raras en el Tahuantinsuyo, antes
Pachacutec había eliminado a su hermano Urco, heredero elegido por el inca Viracocha; ver MURRA,
John V. El mundo andino. Población, medio ambiente y economía, Lima: IEP, PUCP, 2004, p. 404-406.
54
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, pp. 88-89.
55
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 144-147.
56
BUSTO, José Antonio del. 1994, p. 102-108.
57
ZÁRATE, Agustín de. 1944, p. 66.
29
empeñada. Habían pasado más de dos años desde el inicio del tercer viaje para
el descubrimiento y conquista del Perú.
Durante ese tiempo, Nicolás de Ribera y Diego de Almagro realizaron
múltiples actividades en Tierra Firme: acopiaron provisiones, construyeron “una
nave grande con dos gavias”, dieron mantenimiento a las dos embarcaciones
etadas por Hernán Ponce de León a Pizarro, y reclutaron un considerable
número de voluntarios. Con todo, guiados una vez más por el piloto Bartolomé
Ruiz, salieron de Panamá siguiendo la misma ruta de sus compañeros: bahía
de San Mateo (aquí se les unieron “tres carabelas” del capitán Francisco de
Godoy y sus hombres que venían de Nicaragua), Cancebí, Quiximíes, Pasao,
Caráquez, Puerto Viejo, Tumbes y San Miguel de Tangarará
58
; “y de allí
venimos conquistando y pacicando toda la tierra, y nos dimos priesa hasta que
llegamos a Caxamalca donde por nuestra llegada se aseguró la tierra, por venir
como veníamos çiento e çinquenta honbres, los ochenta de a caballo”
59
. Ribera
el Viejo y Almagro arribaron a Cajamarca el 14 de abril de 1533, no estuvieron
presentes en la espectacular captura del inca, pero llegaron a tratarlo en persona
y se beneciaron al menos con una parte del millonario rescate:
Almagro visitó [a] Atabalipa, hablándole muy bien, ofreçiéndosele por
buen amigo, de quel preso reçibió con[f]orte. Y quentan grandes cosas los
españoles deste Atabalipa, porque sabía ya jugar axedrés y entendía algo
de nuestra lengua. Preguntava preguntas admirables; dezía dichos agudos
y algunos donosos. Deseava, con todo esto, ver cojido el tesoro, porque
cuando allegó Almagro se començava a traer y avría en Caxamalca dies
o doze cargas de oro. No se tardaron muchos días quando llegó el oro e
plata del Cuzco que trayan los tres cristianos, los quales contaban cosas
grandes de aquella çiudad, loavan sus ediçios e la mucha riqueza que en
ella avía. Espantávase Piçarro e los suyos quando venían aquellas pieças
tan maçorrales e grandes; poníase en el lugar diputado con guarda de
españoles porque no se hurtase ni usurpase nada dello. Atabalipa tenía
sienpre cuydado de enbiar prençipales e mandones que traxesen el oro
e plata de los lugares e partes quél mandava y entrava los más días en
Caxamalca.”
60
En realidad no se conoce cuántas habitaciones o cuál fue el volumen exacto
ocupado por el oro y plata que llegó a Cajamarca como parte de la promesa de
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
58
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 141-143. JEREZ, Francisco de. 1917, p. 72-76.
59
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú (1553), fol. 4vta.
60
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 153.
30
Revista del Archivo General de la Nación
Atahualpa, pues al iniciarse la fundición, el 13 de mayo de 1533, todavía se
seguían recibiendo por cientos las cargas con innumerables piezas metálicas.
61
“El oro que se ha dicho que venía del Cuzco entró en este pueblo de Caxamalca a
13 días de junio del año sobredicho, y vinieron doscientas cargas de oro y veinte
y siete de plata; en el oro al parecer había más de ciento y treinta quintales;
y después de haber venido esto vinieron otras sesenta cargas de oro bajo; la
mayor parte de todo esto eran planchas a manera de tablas de cajas y a cuatro
palmos de largo”.
62
Tampoco se sabe cuánto se extrajo subrepticiamente: “Oy
decir que se hurtó mucha cantidad de oro e que los que más metieron la mano
en ello fue[ron] los capitanes.”
63
Y menos cuál fue el verdadero valor de los
metales, ensayados siempre rebajando su ley o confundiendo con plata el oro
blanco: “y esto con haberse ensayado el oro muy depriesa, y con solamente la
puntas, porque no había aguafuerte para anar el ensaye; de cuya causa siempre
se ensayaba el oro dos o tres quintales menos de la ley, que después paresció
tener por el verdadero ensaye, en que se acrecentó la hacienda más de cien
cuentos de maravedís. Y cuanto a la plata, hubo mucha cantidad; tanto, que a su
majestad le perteneció de su real quinto treinta mil marcos de plata, blanca, tan
na y cendrada, que mucha parte della se halló después ser oro de tres o cuatro
quilates”.
64
Alguien calcularía después el rescate en 4.605.670 ducados de once
reales.
65
Lo único cierto es que según el detallado reporte ocial, redactado en
junio de 1533 por el conocido escribano y cronista Pedro Sancho, lo fundido y
repartido superó el millón de pesos de oro: 1.326.539.
66
Entre los quintos del Rey y los conquistadores presentes en la captura se
distribuyó la mayor parte del rescate. Pero se habló de un repartición general
porque a todos tocó algo, incluso a los refuerzos llevados por Almagro (20,000
pesos) y a quienes se mantuvieron a la expectativa en Tangarará (15,000 pesos):
“De cierta cantidad de oro que el Gobernador apartó antes del repartimiento, dio
a los vecinos que quedaron en el pueblo de San Miguel y a toda la gente que
vino con el capitán Diego de Almagro y todos los mercaderes y marineros que
vinieron después de la guerra hecha; por manera que a todos los que en aquella
61
PRESCOTT, Guillermo. Historia de la conquista del Perú, Lima: Editorial Universo, 1972, tomo II, p.
105-126.
62
JEREZ, Francisco de. 1917, p. 104.
63
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 156.
64
ZÁRATE, Agustín de. 1944, p. 66.
65
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, pp. 112-113.
66
JEREZ, Francisco de. 1917, p. 108. Pedro Sancho, “Relación para su Majestad de lo sucedido en
la conquista y pacicación de estas provincias de la Nueva Castilla y de la calidad de la Tierra,
después que el capitán Hernando Pizarro se partió y llevó a su Majestad la relación de la victoria de
Caxamalca y de la prisión del cacique Atabalipa”, en URTEAGA, Horacio (editor), Colección de libros
y documentos referentes a la historia del Perú. Tomo V, Lima: Imprenta y Librería Sanmarti, 1917, p.
215-224.
31
tierra se hallaron alcanzó parte, y por esta causa se puede llamar fundición
general, pues a todos fue general.”
67
Varios años más tarde, en 1556, Nicolás
de Ribera declararía que llevó “parte del oro y plata de Caxamalca”
68
; no dijo
cuánto, pero como había sido uno de los llegados con Almagro seguramente
debió de recibir una parte reducida: mil pesos según la probanza hecha por su
viuda Elvira Dávalos en 1564.
69
En todo caso, para cubrir las necesidades más
inmediatas y poder permanecer al lado de Pizarro y Almagro, el mismo día del
reparto (18 de junio de 1533) Ribera el Viejo tomó prestados mil y sesenta pesos
de Juan Muñoz y Juan de Beranga, hombres de a pie en la captura del inca. En
la rma de este contrato actuaron como sus testigos los escribanos Pedro Sancho
(también de la infantería) y Nicolás de Azpeitía (jinete).
70
La conquista del Perú debía continuar. Concluida la repartición del tesoro,
la muerte del último soberano del Tahuantinsuyo era inevitable. El cautiverio se
prolongaría algunas semanas más, pero la suma de temores, la incertidumbre y
los intereses opuestos entre los distintos bandos apuraron el magnicidio decidido
por el gobernador Francisco Pizarro. La tarde del 26 de julio de 1533, en el
centro de una plaza de Cajamarca cercada por la tropa y la caballería española,
entre la que seguro se encontraba un expectante Nicolás de Ribera el Viejo, era
estrangulado el inca Atahualpa. Este crimen y sus antecedentes, serían también
duramente censurados por el autor de la Brevísima relación de la destruición de
las Indias (1552):
Pocos días después, viniendo el rey universal y emperador de aquellos
reynos, que se llamó Atabaliba, con mucha gente desnuda y con sus
armas de burla, no sabiendo cómo cortavan las espadas y herían las
lanças y cómo corrían los cavallos, e quien eran los españoles (que si los
demonios tuvieren oro, los acometerán para se lo robar), llegó al lugar
donde ellos estavan, diciendo: ‘¿Dónde están esos españoles? Salgan acá,
que no me mudaré de aquí hasta que me satisfagan de mis vasallos que
me han muerto, y pueblos que me han despoblado, e riquezas que me
han robado’. Salieron a él, matáronle innitas gentes, prendiéronle su
persona, que venía en unas andas y después de preso tractan con él que se
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
67
JEREZ, Francisco de, 1917, p. 106.
68
Archivo General de la Nación del Perú (AGN), Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, ff. 339. Ver
Anexo 2.
69
Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Manuscritos, Z261: “Provança de la muger e hijos de Niculás de
Ribera el Viejo, difunto, hecha ante el muy magníco señor liçençiado don Alvaro Ponçe de León”, fol.
4.
70
AGN, Protocolo Ambulante, 1533-1537, fol. 29. La biografías de Muñoz, Beranga, Sancho y
Azpeitía en LOCKHART, James. Los de Cajamarca. Un estudio social y biográco de los primeros
conquistadores del Perú, Lima: Editorial Milla Batres, 1987, tomo II, pp. 61-62, 74-80, 89-90, 218-
219.
32
Revista del Archivo General de la Nación
rescatase: promete dar quatro millones de castellanos y da quinze, y ellos
prométenle de soltalle; pero al n, no guardándole la fe ni verdad (como
nunca en las Yndias con los yndios por los españoles se ha guardado),
levántanle que por su mandado se juntava gente, y él responde que en
toda la tierra no se movía una hoja de un árbol sin su voluntad: que si
gente se juntase creyesen que él la mandava juntar, y que preso estava
que lo matasen. No obstante todo esto, lo condenaron a quemar bivo,
aunque después rogaron algunos al capitán que lo ahogasen, y ahogado lo
quemaron. Sabido por él, dixo: ‘¿Por qué me quemáys que os he hecho?
¿No me prometistes de soltar dándoos el oro? ¿No os di más de lo que
os prometí? Pues que así lo queréys, envíame a vuestro rey de España’,
e otras muchas cosas que dixo para gran confusión y detestación de la
gran injusticia de los españoles; y en n lo quemaron. Considérese aquí
la justicia e título desta guerra; la prisión deste señor e la sentencia y
execución de su muerte, y la consciencia con que tienen aquellos tiranos
tan grandes thesoros como en aquellos reynos a aquel rey tan grande e a
otros innitos señores e particulares robaron.
71
La captura del inca Atahualpa en Cajamarca, su fabuloso rescate y terrible
muerte fueron decisivos para el establecimiento progresivo de los conquistadores
españoles en los territorios de la civilización andina a través de la fundación
de villas y ciudades donde antes se habían levantado centros ceremoniales
y administrativos incaicos, o cerca de ellos: Jauja (1534), Cuzco (1534),
Riobamba (1534), Quito (1534), Lima (1535), Trujillo (1535), Guayaquil
(1535), Chachapoyas (1536), Chincha (1537), La Plata (1538), Huamanga
(1539), Huánuco (1539), Moyobamba (1540), Arequipa (1540), Loja (1546),
La Paz (1548), Jaén de Bracamoros (1549), Cañete (1556), Chancay (1562)
e Ica (1563). Algunos poblados fueron provisionales, como los fundados por
Nicolás de Ribera el Viejo en 1534 en los valles de Lurín (Pachacamac) y Pisco
(Sangallán) buscando el lugar más apropiado para el traslado de Jauja a la
costa.
72
Con la fundación de ciudades Pizarro aseguraba real y legalmente la
posesión de su gobernación. En poco tiempo esas urbes se convirtieron en los
principales focos de inuencia y dominación, en ellas vecinos y autoridades
trasplantaron la cultura hispana, reprodujeron instituciones y costumbres que
lentamente se fusionaron con las de los nativos peruanos:
73
71
HANKE, Lewis (et.al.) Bartolomé de las Casas/Tratados, México: FCE, 1997, tomo I, p.162-165.
72
BUSTO, José Antonio del. Fundadores de ciudades en el Perú (siglo XVI), Lima: Petroperú, 1995, pp.
215-226. CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1984.
73
LAVALLÉ, Bernard. 2005, pp. 160-161.
33
De cómo por la riqueza envió el emperador gobernadores y oidores,
presidentes y obispos, y sacerdotes y frailes, y españoles y señoras, todo
era decir Perú y más Perú; de los ciento y sesenta españoles y un negro
congo, aumentó mucha gente de españoles, y mercaderes, y rescatadores,
y mercachies, y muchos morenos. Ahora multiplica mucho más que
indios mestizos, hijos de sacerdotes, oro y plata en el Perú. Ves aquí cómo
le echa a perder al emperador con la soberbia, cómo pudo sentenciar un
caballero a su rey, y si no le matara, toda la riqueza fuera del emperador
y se descubriera toda las minas.
74
En agosto de 1533, después de elegir como nuevo inca a Túpac Huallpa
(Toparpa), de autorizar el retorno a España de varias decenas de acaudalados
hombres, y de enviar refuerzos con el capitán Belalcázar a Tangarará, Pizarro,
Almagro, Ribera el Viejo y el resto de conquistadores salieron de Cajamarca con
dirección al Cuzco. Avanzaron “por el real camino de los Yngas” pasando por
Huamachuco, el callejón de Huaylas, Cajatambo, Bombón y Tarma, llegaron al
valle del Hatun Mayo (Mantaro), se aliaron con los huancas y se establecieron
en Jauja: “Piçarro, como vio que tenía algunos amigos y que el valle de Xauxa
hera grande y demás de ser tan poblado estava en el comedio de aquellas
comarcas, determinó con acuerdo de los que con él estavan, de hazer en él una
nueva poblaçión de españoles y así se fundó aquí una çibdad ques la misma
de los Reyes, que fue causa que en la Primera Parte no traté desta fundaçión
porque no permaneció.”
75
Desde allí Pizarro envió a Nicolás de Ribera el Viejo
a la costa, con algunos hombres, como capitán y teniente “para que tomase la
posesión de su gobernaçión en nombre de Vuestra Alteza, e me dio poder para
poblar un pueblo, y ansí lo hize en Pachacama”
76
; cumpliendo esas órdenes
reconoció y tomó posesión de la tierra desde Acari hasta Huarmey, e hizo
alianzas con los curacas de Chincha e Ica; además se encargó de recibir las
mercaderías enviadas por vía maritíma a Rodrigo de Chaves, jinete en la captura
de Atahualpa, desde “los reynos de Castilla del Oro, como de las provinçias
de Nicaragua.”
77
Mientras tanto Pizarro luego de “recoger todo el oro y plata
que se pudiese haber y hacerlo partes”, de otorgar “grandes repartimiento” de
indios, de “alzar por inga a Mango Inga” (Manco Inca) y de enviar españoles
al Collao
78
, presuroso regresaba del Cuzco a formalizar la fundación de Jauja
y bajar a Pachacamac a reunirse con Ribera el Viejo, pues siguiendo esa ruta
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
74
PEASE, Franklin (ed.) Felipe Guaman Poma de Ayala/Nueva corónica y buen gobierno, Lima: FCE,
75
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 175-179, 197.
76
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú, 1553, fol. 4vta.
77
Library of Congress (LOC), Harkness Collection, Peruvian Manuscripts. Hay copia de este documento
en BNP, Manuscritos, A645. Una biografía de Chaves en James Lockhart (1987), tomo II, pp. 16-17.
78
PIZARRO, Pedro. 2013, p. 103-106.
34
Revista del Archivo General de la Nación
Almagro había salido de Vilcas para dirigirse por “el camino real de los llanos”
a San Miguel de Tangarará: porque ya tenía noticias de la llegada del legendario
Pedro de Alvarado (conquistador de Cuba, México y Guatemala y compañero
de Hernán Cortés) a la bahía de Caráquez con cerca de quinientos hombres
atraídos por los “grandes tesoros” del Perú, y al mando de “la más luzida armada
que se ha hecho en las Yndias.”
79
Desde Manta (Puerto Viejo), Alvarado envió al piloto Juan Fernández a tomar
posesión de la costa al sur de Chincha, y él marchó hacia la conquista del reino de
Quito, pero tuvo que desistir de sus pretensiones cuando Almagro y Belalcázar
le salieron al encuentro en Riobamba. Allí, el 26 de agosto de 1534, rmó un
acuerdo cediendo a los socios Pizarro y Almagro (Luque ya era fallecido) el
“derecho” que tenía “para descubrir e conquistar e sujetar todas e qualesquier
yslas e costas en esta Mar del Sur”, y enseguida les vendió la totalidad de su
armada (“un galeón llamado San Christóval, e una nao llamada Santa Clara, e
otra nao llamada La Buenaventura, e otra nao llamada La Conçebçión, e otros
dos navíos llamados San Pedro e Santiago”) en 100,000 pesos.
80
Negocio que se
niquitó “cerca de Pachacama” en el “pueblo y puerto de Lima”, el 1 de enero de
1535, con Pizarro, quien había regresado de hacer los arreglos necesarios para el
traslado de la ciudad de Jauja a uno de los valles costeños antes recorridos por
Nicolás de Ribera el Viejo
81
:
Desde el dicho pueblo de Chincha me mandó el dicho governador que
fuese con treinta honbres a poblar un pueblo en Sangallán el qual fundé e
me dexo en el por su teniente donde estuve tres o quatro meses hasta tanto
que el dicho capitán Diego de Almagro vino de la çibdad de Quito que
se avía ido a veer con el adelantado don Pedro de Alvarado, los quales se
juntaron con el dicho governador don Françisco Piçarro en Pachacama, e
por mandado del dicho governador fui por la gente con que avía poblado
el dicho pueblo con la qual e con la demás gente que tenía pobló esta
çibdad de los Reyes donde yo quedé por su teniente y el dicho governador
se fue a poblar a la çiudad de Truxillo.
82
Francisco Pizarro fundó la Ciudad de los Reyes el 18 de enero de 1535 en
el extenso valle del río Rímac, sobre las fértiles tierras de Taulichusco (curaca
79
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 203-206, 234-236.
80
LOC, Harkness Collection, Peruvian Manuscripts. Hay copia de ambos documentos en BNP,
Manuscritos, A645.
81
AGN, Protocolo Ambulante, 1533-1537, fols. 488, 490. Juan Bromley, La fundación de la Ciudad de
los Reyes, Lima: Concejo Provincial de Lima, pp. 57-67.
82
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú, 1553, fol. 5.
35
de Lima) y “con uno de los mejores puertos de la costa” (el Callao)
83
; lugar
elegido por Ruy Díaz, Juan Tello de Sotomayor y Alonso Martín de Don Benito,
comisionados para tal efecto el día de la esta de Epifanía (6 de enero):
Luego que el Gobernador despachó a don Pedro de Alvarado, envió
al Cozco a su compañero don Diego de Almagro, con la mayor parte
de los caballos que fueron con don Pedro de Alavarado, para que se
entretuviese con el Manco Inca y con sus dos hermanos, Juan Pizarro y
Gonzalo Pizarro. Encomendóles el servicio del Inca y el buen tratamiento
de los indios, porque no se ensañasen, ni el Inca perdiese el ación que
les tenía, pues se había venido a los españoles de su grado. El Gobernador
se quedó en el valle de Pachacámac, con deseo de poblar una ciudad en la
costa, por gozar del trato y comercio de la mar; para lo cual, habiéndolo
consultado con los suyos, envió hombres experimentados en la mar, que
fuesen a una mano y otra de la costa, descubrir algún buen puerto, que era
lo más importante para su pretensión. Supo dellos que cuatro leguas de
Pachacámac, al norte, había un muy buen puerto, en derecho del valle de
Rímac. Fue allá, y, habiendo visto el puerto y el valle y sus buenas partes,
determinó pasar allí el pueblo que había comenzado a poblar en el valle
de Sausa, treinta leguas de Rímac, la tierra adentro. Fundóse la ciudad
día de los Reyes, año de mil y quinientos treinta y [cinco…] Y por ser así
tomó por blasón y divisa las tres coronas de aquellos Santos Reyes, y la
estrella resplandeciente que se les apareció…
84
Acompañado por el escribano Domingo de la Presa, los ociales reales
y varios testigos, Pizarro realizó la ceremonia de fundación pronunciando el
nombre de la ciudad, paseando por el asiento del “caçique de Lima”, trazando
las calles y manzanas, colocando la primera piedra de la iglesia y repartiendo
los solares entre los pobladores. Pocos días después, el 22 de enero, elegía al
primer ayuntamiento o cabildo de la nueva urbe: “dixo que nombraba e nombró
para alcaldes de la dicha çibdad de los Reyes a Niculás de Ribera e a Juan
Tello, e para regidores a Alonso Riquelme e a García de Salzedo ociales de su
Magestad en estos reynos, e a Rodrigo de Maçuelas e a Christoval de Peralta
e a Alonso Palomino e a Diego de Agüero e a Niculás de Ribera el Moço e a
Diego Gavilán”. Las autoridades recién elegidas iniciaron las gestiones para el
“bien común de la ciudad”, aprobando una ordenanza que prohibía a todos los
vecinos y moradores cortar indiscriminadamente los árboles de la comarca para
la construcción de viviendas so pena de multa o suplicio:
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
83
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 257-261.
84
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, pp. 163-166.
36
Revista del Archivo General de la Nación
En este día [30 de enero] los dichos señores dixeron que porque como
esta çibdad se funda agora nuevamente e para fazer sus casas algunas
personas cortan los árboles de fruta para sus casas o los mandan cortar
a sus negros e yndios e yanaconas lo qual es en perjuizio de la çibdad e
de los yndios comarcanos a ella, por tanto que porque lo susodicho de
aquí adelante no se haga hordenaron e mandaron que ninguna persona,
vezino ny morador, estante ny avitante en esta dicha çibdad pueda cortar
ny corte ningund árbol que sea de fruta ny lo mande cortar en todo este
valle, ny tanpoco corte otro árbol verde ninguno que los yndios tengan
cabe sus buhíos so pena que por cada vez paguen veinte e çinco pesos
de oro e sy de una vez cortaren más de un árbol que por cada un árbol
paguen los dichos veinte e çinco pesos e que sy yndio o negro lo cortaren
syn mandárselo su dueño que le den çinquenta açotes atado a un árbol.
85
Ribera el Viejo después se encargaría de visitar la provincia de Huaura
para “saber los caçiques que en ella avia”, mientras Pizarro, preocupado en la
distribución de los mejores repartimientos de indios o encomiendas, formalizaba
la fundación de la ciudad de Trujillo. Pero la aparente calma pronto se alteraría
con la llegada de las primeras noticias sobre las reales provisiones traídas de
España por Hernando Pizarro, que ampliaban en setenta leguas hacia el sur la
gobernación de Nueva Castilla y nombraban a Diego de Almagro adelantado y
gobernador de Nueva Toledo; y también con la cercana visita del descubridor
de las islas Galápagos (archipiélago de Colón)
86
: el dominico fray Tomás de
Berlanga, obispo de Panamá, comisionado por la Corona para vericar el
cumplimiento de sus disposiciones en el Perú.
87
Ribera viajó al Cuzco y después
de la rma, el 12 de junio de 1535, de un ilusorio pacto de paz y hermandad entre
ambos gobernadores
88
, regresó con Pizarro a Lima prácticamente para organizar
la tenaz defensa de 1536: “Desde a pocos días que llegamos a esta çibdad se
alçaron todos los naturales deste reyno, los quales nos pusieron en mucho peligro
e trabajo porque çercaron esta çibdad más de çinquenta mil indios en lo qual
serví con mis armas e caballo y en todo lo demás que dicho tengo a mi propia
costa, e para mejor servir merqué otro caballo que me costó mil e quinientos
pesos e yo con todos los demás trabajamos de suerte que se desçercó esta çibdad
donde los naturales hirieron muchos españoles.”
89
El cerco de Lima fue dirigido
85
Libros de cabildos de Lima. Libro primero, años 1534-1539 (edición de Bertram T. Lee), Lima:
Concejo Provincial de Lima, 1935, pp. 13-17. También ver Bernabé Cobo, Historia de la fundación de
Lima (edición de Manuel González de la Rosa), Lima: Imprenta Liberal, 1882, pp. 7-31.
86
BUSTO, José Antonio del. 1994, p. 154-156.
87
LAVALLÉ, Bernard. 2005, p. 153-157, 170-171. Los descargos de Pizarro a los reparos de Berlanga
en LOHMANN VILLENA, Guillermo. Francisco Pizarro. Testimonios: documentos ociales, cartas
y escritos varios, Madrid: CSIC, 1986, p. 205-210.
88
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1989, p. 276-279.
89
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú, 1553, fol. 5-5vta.
37
por Quizo Yupanqui al principio de la gran rebelión y resistencia del Cuzco,
liderada por Manco Inca desde Calca, Yucay, Tambo (Ollantaytambo), Vitcos y
Vilcabamba
90
: “Desque mi padre estubo en Callca algunos días, en tanto que se
juntava alguna jente de la que avían enbiado a llamar, despachó desde allí por la
posta a Quiso Yupangui, questava en Lima, para que estubiese avisado del día
y la ora en que él aca avía de dar sobre los españoles, que juntamente él diese y
fuese toda una, el Quiso Yupangui en Lima y el dicho mi padre en el Cuzco.”
91
Quizo Yupanqui cayó derrotado por Pizarro con ayuda de la gente del
curacazgo de Contarhuacho
92
, madre de la concubina Quispe Sisa o Inés
Huaylas Yupanqui; al respecto esta ñusta llegó a declarar que tuvo parte en “la
pacicación de estas tierras por tener de mi mano algunos caciques e principales
que me obedecen por ser hija de Guanacava e hermana de Atabalipa, señores
principales que fueron de estas provincias”
93
. Terminado el cerco de Lima,
Nicolás de Ribera el Viejo partió con refuerzos para la defensa del Cuzco, pero
en el valle de Guarco (Cañete) fue avisado sobre la muerte de Juan Pizarro
en la fortaleza de Sacsayhuamán, el repliegue de las fuerzas de Manco Inca,
y la prisión de Hernando y Gonzalo Pizarro por Almagro, quien en abril de
1537 había tomado la “imperial ciudad” luego de su decepcionante expedición
al “reino de Chili” escoltado por Paullo Inca, y en el tramo inicial también por
el sumo sacerdote Villac Umu (Villa Oma).
94
Ribera continuará el viaje con
algunos jinetes, y desde la provincia de los Soras sin compañía, para tratar de
interceder por la liberación de los prisioneros, incluidos también los capitanes
Alonso de Alvarado (sobrino de Pedro de Alvarado) y Garcilaso de la Vega,
capturados en Abancay por la traición de Pedro de Lerma; pero esta vez no
conseguirá ningún resultado:
Atrás hemos contado cómo el governador don Françisco Piçarro, desde
el Guarco, envió a Niculás de Ribera a la çiudad del Cuzco con cartas
para el adelantado don Diego de Almagro, e a dezirle de su parte soltase
a Hernando Piçarro e a los demás que tenía presos, e que sin devate ni
guerra se conformase, e entendiese en mirar las provisiones e mirar los
términos de las governaciones; el qual, dándose mucha priesa a andar,
llegó al Cuzco, donde fue reçivido vien dél, e como vido la carta, supo
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
90
REGALADO DE HURTADO, Liliana. El inca Titu Cusi Yupanqui y su tiempo, Lima: PUCP, 1997, p.
32-39.
91
Titu Cusi Yupanqui (1992), pp. 40-42.
92
ROSTWOROWSKI, María. Doña Francisca Pizarro: una ilustre mestiza, 1534-1598, Lima: IEP,
2003, p. 17-29.
93
ANG, Pedro de Castañeda, 18, 1537, fol. 20.
94
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, pp. 171-182, 212-215. BUSTO, José Antonio del. Historia
cronológica del Perú, Lima: Ediciones Copé, 2006, p.89.
38
Revista del Archivo General de la Nación
de con la mucha gente que el Governador venía. Luego mandó llamar a
los capitanes e honbres más prençipales, sus amigos, e comunicó sobre
aquel negoçio e venida de Ribera. Todos le respondieron que no se ase
de las palabras del Governador ni de sus cartas, e así dixo a Ribera que
dixese al Governador que él tenía preso a Hernando Piçarro por delitos
que cometió, e que no determinava por entonces de soltarle; e dándole
una carta para el mesmo Governador, le mandó que se bolbiese. Lo
que dezía en la carta hera que, conoçido que sienpre él e sus hermanos
cautelosamente tratavan con él, no se ava de sus palabras, pues saviendo
lo que Hernando Piçarro dixo dél en España en pago de las buenas
obras que avía reçivido dél, le convenía ya no tener con ellos amistad
verdadera, si no fuese desocupándole la parte que de su governación le
tenía ocupada. Ribera le suplicó diese liçencia para poder ver a Hernando
Piçarro. El Adelantado fue dello contento, más como Hernando Piçarro
supiese que Niculás de Ribera tenía mucha amistad con el Adelantado, no
quiso ser largo en razones con él; e como se quisiese yr, siguió su camino,
y el Adelantado se bolbió a la ciudad.
95
Por una muerte repentina en el Cuzco tampoco se concretaron las gestiones
del licenciado Gaspar de Espinosa, por entonces albacea del maestrescuela
Hernando de Luque
96
, quien había llegado al Perú entre los que desde Tierra
Firme respondieron al pedido de auxilio para enfrentar la rebelión de Manco
Inca; y por temor a una emboscada se frustró en el valle de Mala la entrevista
entre Almagro y Pizarro pactada en el arbitraje del provincial mercedario fray
Francisco de Bobadilla
97
, cuya sentencia (15 de noviembre de 1537) “sobre la
partiçión e demarcaçión de los límites de sus governaciones, e para las otras
cosas tocantes a la paz de estos reynos e concordia de los dichos governadores”,
no sería aceptada por el procurador almagrista.
98
Aunque el tiempo y las
mediaciones, promovidas también por el capitán Diego de Alvarado, servirían
para la fuga de Gonzalo y la libertad de Hernando Pizarro; las diferencias entre
ambos gobernadores ya eran irreconciliables. El control sobre el Cuzco, “la
manzana de la discordia”
99
, en realidad sirvió de pretexto para avivar profundos
odios y rencores, contenidos entre los españoles desde los inicios de la
conquista. La posesión de las mejores encomiendas (con más tributarios y mayor
95
CIEZA DE LEÓN, Pedro. Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen I. Guerra de Las Salinas (edición
de Pedro Guibovich Pérez), Lima: PUCP, 1991, p. 79-80.
96
LOC, Harkness Collection, Peruvian Manuscripts. Como tal albacea, en 1534, Espinosa había otorgado
en Panamá un poder a su hijo Juan, para que ajustara en Lima las cuentas de la antigua compañía
celebrada entre Luque, Pizarro y Almagro. Hay copia de este documento en BNP, Manuscritos, A645.
97
ZÁRATE (1944) pp. 95-98. Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, pp. 225-232.
98
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1991, pp. 196-202.
99
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo I, p. 176.
39
producción), y los intereses personales y de bandos (almagristas o “chilenos”
contra pizarristas o “pachacanos”) por el poder, la fama, el honor y la riqueza,
pronto darían lugar a uno de los periodos más convulsionados y sangrientos en
la historia peruana, el de las guerras civiles: “porque este ynterese pecunial es
lo que muebe a los desta tierra a acostarse a los vandos que ha avido en ella.”
100
Frente a estas circunstancias, Nicolás de Ribera el Viejo, prudente, tratará de
mantenerse alejado o al margen de esa clase de peleas, dedicándose más a los
asuntos particulares con ayuda de Juan de la Torre (su compañero de la isla del
Gallo), del capitán Nicolás de Heredia, del doctor Hernando de Sepúlveda, de
Pedro de Avendaño, de Pedro de Moriana, del capitán Isidro de Robles, y de “los
de Cajamarca”, Diego Gavilán, Juan de Barbarán y Juan de Salinas
101
; así como
a realizar probanzas y solicitar mercedes al Emperador por ser “descubridor e
conquistador e poblador” del Perú
102
, a través del capitán Juan de Espinosa, uno
de los que habían llegado con Pedro Anzúres de Camporredondo (Peranzures)
cuando este retornó de España en 1537 trayendo los reales despachos destinados
a apaciguar la disputa limítrofe entre los gobernadores.
103
También continuó
participando en la administración pública cuando lo necesitaba el gobierno de
la Ciudad de los Reyes: “donde estuve sin me hallar en consejo ni en obras de
ningún arte, ni en ninguna de las prisiones que entre el dicho marqués y sus
hermanos ubo con el dicho adelantado e su hijo, ni en las batallas que se dieron,
antes fui siempre terçero entre ellos en amistades sin entender en otra cosa.”
104
Aunque en Lima no dejaba de ser requerido por los Pizarro-el 29 de octubre
de 1537 vendió “un negro que se dize Diego” a Gonzalo Pizarro
105
- por entonces
su mayor atención debe de haber estado dirigida a la construcción de una buena
vivienda en el solar que recibió “junto a la plaza” como fundador y vecino de la
ciudad, así como a su matrimonio con Elvira Dávalos en 1539. Además, debía
viajar regularmente al puerto de Sangallán (Pisco) con el maestre Pedro Díaz en
el navío San José, propio de Juan de Vallejo, vecino de Panamá
106
, para visitar
su encomienda de Ica; valle repartido desde 1534 por el marqués Francisco
Pizarro siguiendo el sistema dual (Hanan y Hurin) de organización social y
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
100
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1991, p. 16-23.
101
AGN, Pedro de Salinas, 152, 1538-1540, fols. 28, 39vta-40, 399vta.-400, 513vta.-514, 553-554,
574vta., Pedro de Castañeda, 18, 1538, fols. 534vta.-535.
102
AGN, Pedro de Salinas, 152, 1538-1540, fols. 231vta.-232.
103
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1991, pp. 221-226.
104
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú, 1553, fol. 6.
105
LOC, Harkness Collection, Peruvian Manuscripts. Hay copia en BNP, Manuscritos, A645.
106
BNP, Manuscritos, A394, Registro del escribano Gonzalo Pérez, 1541, fols. 195vta.-196. AGN, Pedro
de Salinas, 152, 1538-1540, fols. 46, 111; Pedro de Salinas, 153, 1542-1543, fol. 704vta.-705; Real
Audiencia, Causas Civiles, 1560, Leg. 5, Exp. 29.
40
Revista del Archivo General de la Nación
política utilizado en tiempos prehispánicos: el conquistador Juan de Barrios y
el mercader Felipe Boscán, factor del mariscal Diego Caballero, tomaron a los
tributarios de Anan Ica; y Nicolás de Ribera el Viejo recibió en depósito a los
más numerosos de Lurin Ica, gobernados por los curacas Anicama y Aquixe
107
.
Así evitó involucrarse en la batalla de Las Salinas o Cachipampa (6 de abril de
1538), y en la posterior ejecución del adelantado Diego de Almagro en el Cuzco
por órdenes de Hernando Pizarro. Tampoco asistió a la “Guerra de Chupas”
(16 de septiembre de 1542) donde el licenciado Cristóbal Vaca de Castro
derrotó al joven mestizo Diego de Almagro el Mozo, y lo mandó decapitar,
también en el Cuzco, por rebelión y por las muertes del gobernador Francisco
Pizarro, de su medio hermano Francisco Martín de Alcántara y del secretario
Antonio Picado, entre el 26 y 29 de junio de 1541, mientras Gonzalo Pizarro,
Antonio de Ribera y Francisco de Orellana avanzaban hacia el río Amazonas
en la “conquista del Dorado”
108
, y Pedro de Valdivia trataba de conquistar a
los “araucanos bárbaros”
109
. En las acciones de esa segunda batalla (Chupas)
algunos lo han confundido con Nicolás de Ribera el Mozo
110
, pero los registros
de los escribanos Johan Franco y Pedro de Salinas demuestran que Nicolás
de Ribera el Viejo permanecía en Lima prosiguiendo, “en nombre e en voz de
los herederos del reverendo padre [Hernando de] Luque que Dios haya”, una
causa contra los bienes del mencionado Antonio Picado, cuando todas las tropas
reales, incluyendo al homónimo, habían salido ya hacia Huamanga siguiendo a
Vaca de Castro.
111
Las “Leyes Nuevas”, promulgadas en Barcelona el 20 de noviembre de
1542, que estipulaban la creación del Virreinato del Perú y el establecimiento
de una Real Audiencia en la ciudad de Lima, en general fueron mal recibidas
por los encomenderos indianos acostumbrados, desde los momentos iniciales
de la conquista, a la sobre explotación de los vencidos, sometiéndolos en la
práctica a la servidumbre por medio de la excesiva tributación y del obligatorio
e impago servicio personal: “el que principalmente insistió en esta información
fue un religioso de la orden de Santo Domingo, llamado fray Bartolomé de las
107
ROSTWOROWSKI, María. Ensayos de historia andina I: Élites, etnias, recursos. Obras completas
V, Lima: IEP, 2005, p. 47-60. Boscán llegó al Perú hacia 1536, ver LOCKHART, James. El mundo
hispanoperuano, 1532-1560, México: FCE, 1982, p.113.
108
CIEZA DE LEÓN, Pedro. Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen II. Guerra de Chupas (edición de
Gabriela Benavides de Rivero), Lima: PUCP, 1994, pp. 64-87, 307-309.
109
DE ERCILLA, Alonso. La Araucana (edición de Concha de Salamanca), Madrid: Aguilar, 1966, p.
50.
110
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo II, p. 320. RIVA-AGÜERO, José de la. El primer alcalde de
Lima: Nicolás de Ribera el Viejo y su posteridad, en Estudios de genealogía peruana. Obras Completas
VIII, Lima: PUCP, 1983, p. 176.
111
AGN, Pedro de Salinas, 153, 1542-1543, fols. 310-311vta., 389vta., 817-818vta.
41
Casas, a quien su majestad proveyó del obispado de Chiapa.”
112
La llegada del
estricto virrey Blasco Núñez Vela “trayendo como traía diversos capítulos de
las ordenanças para executallas en toda parte que se hallase”, y de los primeros
oidores (Diego Vázquez de Cepeda, Pedro Ortiz de Zárate, Pablo Lisón de
Tejada y Juan Álvarez) en 1544, unicó a los encomenderos peruanos en la
defensa de sus privilegios y derechos; hasta el obispo Jerónimo de Loayza
opinaba que “sería cosa provechosa y de buena cristiandad suspender las leyes
y avisar a Su Magestad del alvoroto y escándalo que avía causado el sonido
dellas”
113
. Y Nicolás de Ribera el Viejo no sería la excepción: a comienzos de ese
año había sido elegido nuevamente alcalde ordinario de Lima, y eso lo obligó
a tomar públicamente una posición a favor de la ciudad y de sus vecinos. Con
él a la cabeza, el primer virrey peruano, que desoyendo los consejos de los
oidores había avanzado por tierra desde Tumbes -en compañía de su hermano
Francisco Velázquez Vela Núñez y de su cuñado el capitán Diego Álvarez de
Cueto, proclamando una residencia en contra del ex gobernador Vaca de Castro,
tasando tributos, destituyendo autoridades y quitando encomiendas
114
-, sería
recibido sin expectativa y con entusiasmo ngido por el Cabildo limeño:
Los del cavildo de la çibdad, como con la venida del Visorrey no se
holgasen, ni les diese ningún contento lo que traía, no avían entendido
en adereçar el reçibimiento que se le debía al cargo tan preminente que
por mandado del Rey traía, y como Estopiñán llegó y les dixo el Visorrey
no venir con voluntad de esecutar las leyes hasta que el Audiencia fuese
asentada, truxeron del templo el palio con que dél es sacado el Santísimo
Sacramento, cuerpo de nuestro Dios, quando va a visitar algún enfermo, y
se juntaron los alcaldes Niculás de Ribera y Alonso Palomino y el capitán
Diego de Agüero, y Francisco de Anpuero, y el veedor Garçia de Sauçedo
y el fator Yllán Suárez de Caravajal, y Niculás de Ribera el Moço y Juan
de León regidores, y el procurador Rodrigo Niño. El tesorero, con su
gota, no salió. Toda la çibdad estava triste, llorosa, con saber quán en
breve las leyes avían de ser esecutadas. Los regidores estaban vestidos de
ropas roçagantes y tenían en un palio puesto el paño que dezimos, que era
de carmesí, porque como les pesava de su venida ningún reçebimineto le
tenían hordenado, si no eran los tres requerimientos que no le presentaron
por consejo de Diego de Agüero. Los regidores y alcaldes llevavan las
varas del palio; acompañados de mucha jente allegaron hasta el río,
mostrando en lo público todo regoçijo con su venida.
115
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
112
Agustín de Zárate (1944), pp. 145-148. José Antonio del Busto (1994), pp. 359-361.
113
CIEZA DE LEÓN, Pedro. Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen III. Guerra de Quito (edición de
Laura Gutiérrez Arbulú), Lima: PUCP, 1994, tomo I, pp. 3, 55-58.
114
ZÁRATE, Agustín de. 1944, pp. 148-151.
115
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1994a, Tomo I, p. 59-60.
42
Revista del Archivo General de la Nación
Informado de las novedades administrativas, y empujado por sus amigos y
seguidores, Gonzalo Pizarro -Hernando ya se encontraba detenido en España-
pasó de Charcas al Collao, y de allí al Cuzco, donde reunió a sus colaboradores
Alonso de Toro, Francisco de Villacastín, Tomás Vázquez, Gaspar Rodríguez
de Camporredondo, Juan Vélez de Guevara, Pedro de Portocarrero, Pedro
Cermeño, Antonio Altamirano, Diego Gumiel, Hernando Bachicao, Francisco
de Almendras, Diego Centeno y Pedro de Hinojosa (algunos pronto serían
tránsfugas pizarristas)
116
; se hizo elegir procurador general contra las “Leyes
Nuevas”, capitán general para enfrentar a Manco Inca, y justicia mayor;
mandó llamar a Pedro de Puelles y al cruel veterano Francisco de Carvajal (el
“Demonio de los Andes”); formó un ejército de hombres que esperaban cambiar
de estatus con una guerra, y acaudillándolos avanzó amenazante hacia Lima.
Mientras tanto Núñez Vela había hecho detener a Vaca de Castro, convocaba
gente armada en auxilio de la legítima autoridad, anunciaba castigar al caudillo
“y a los traydores que con él se avían juntado”, y hasta mandó fundir la primera
campana de la Catedral para fabricar arcabuces con el metal
117
. Sin embargo,
el mismo virrey aceleraría su caída cuando con sus criados, en un arranque de
ira, asesinó al factor Illán Suárez de Carbajal, el 13 de septiembre de 1544,
acusándolo de traidor; para luego ordenar el traslado de la Audiencia a la ciudad
de Trujillo.
118
Esto último terminó enfrentándolo abiertamente con los oidores.
No quedaba otra opción, el virrey debía ser detenido y enviado a España a
responder por sus actos ante el Rey. Pocos días después de la muerte del factor,
el 18 de septiembre, en medio de un gran tumulto en la plaza mayor, los letrados
de la Audiencia ordenaron a Ribera el Viejo la detención de Núñez de Vela:
E como esto suzediese desta manera, los oydores se açercaron a las gradas
de la iglesia mayor, desde donde dizen que dieron un mandamiento a
Niculás de Ribera el Viejo, alcalde, para que fuese y traxese delante de su
presençia al Visorrey,[…] El alcalde Nicolás de Ribera, armado e con una
lanza en la mano entró en casa del Visorrey y el capitán Martín de Robles,
sin mandarle, más de averle noticado la provisión, paresçiéndole que era
vien abreviar el negoçio y que el Visorrey fuese preso, entró de rendón
con su gente y encontrando con Vela Núñez le llamavan de traidor y que
su hermano hera muerto [e que prestó lo sería él; lo qual oído por Vela
Núñez, viendo que todos] seguían a los oidores e temiendo la muerte,
116
RIVA-AGÜERO, José de la. Estudios de historia peruana: la conquista y el virreinato. Obras
completas VI. Lima: PUCP, 1968, p. 129-130.
117
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1994a, Tomo I, pp. 120-127. Una composición literaria sobre el principio y
n de esta campana en PALMA, Ricardo. Tradiciones peruanas, Barcelona: Ediciones Océano, 1982,
Tomo III, p.229-230.
118
Agustín de Zárate (1944), pp. 151-177.
43
saltando por unas paredes a toda prisa se fue al monasterio de Santo
Domingo. El capitán Robles no paró hasta entrar adonde el Visorrey
estava, mandando prender a los que allí hallavan.
119
Aunque obedecía lo dispuesto por una provisión forzada y las órdenes verbales
de los oidores Tejada, Álvarez y Vázquez de Cepeda, el efímero presidente de
la Audiencia, aquella fue la acción más radical o comprometedora de Nicolás
de Ribera el Viejo en contra de la real autoridad representada en la gura del
virrey depuesto. Después de esto los pizarristas lo considerarán un buen aliado
para su causa, promoverán su nombramiento como procurador de la ciudad en el
siguiente año, y planicarán su tercera elección como alcalde ordinario de Lima
para 1546, a la vez de la irregular reelección inmediata de Antonio de Ribera, el
tutor de los hijos de Francisco Pizarro. Este otro Ribera había llegado al Perú en
1537 con el licenciado Juan de Vadillo y con Lorenzo Estopiñán de Figueroa,
después de explorar el valle del Cauca hasta Cali, ingresando por Urabá.
120
La
necesidad de elegir o mantener en la cúspide de la administración pública a los
más “acionados servidores”, dispuestos a reconocer la autoridad de Gonzalo
Pizarro, nombrado gobernador por la Audiencia el 21 de noviembre de 1544,
la explicaba el maese de campo Francisco de Carvajal al mismo Pizarro en una
extensa carta redactada en Lima, después de reunir refuerzos y suministros para
ir contra Diego Centeno a Charcas (“gente y caballos, armas y otras cosas para
esta empresa necesarias”) el 25 de octubre de 1545:
El veedor García de Saucedo y Ribera el Viejo, con su procuración de
la cibdad, éstos son tan servidores de vuestra señoría que no hay más
que demandar, y, por tanto, habiendo yo platicado alguna vez con
estos señores del cabildo en la elección que para el año que viene se
debe hacer, he enderezado o procurado enderezar que don Antonio de
Ribera y Ribera el Viejo sean los alcaldes, pareciéndome que conviene
al servicio de vuestra señoría, porque de esta misma manera mañana lo
rodeó el marqués de gloriosa memoria, que en gloria sea, para que yo
fuese alcalde en el Cuzco el año de cuarenta, y después el año de cuarenta
y uno, no embargante las leyes del reino, que hablan en contra de esto,
porque algún rato para lo que conviene bien pueden descansar las leyes.
Y pues en España no se pueden traer mulas de sillas ni vestir brocados y
otras cosas, y aquellas premáticas no se guardan acá, también se puede
derogar por algún rato la ley del reino que digo. […]
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
119
Pedro de Cieza de León (1994a), tomo I, pp. 186-187.
120
María del Carmen Gómez Pérez, Pedro de Heredia y Cartagena de Indias, Sevilla: CSIC, 1985, p. 210.
También ver Pedro de Cieza de León (1991) pp. 349-352.
44
Revista del Archivo General de la Nación
En lo de la elección de los alcaldes de esta cibdad para el año que viene,
que arriba dixe a vuestra señoría, me ha parecido después que se estén
así como se están hasta que Dios traiga a vuestra señoría, y ansí lo
he comunicado, y creo que se hará, y por Dios que es bien acordado,
porque como vuestra señoría esté presente al hacer de la elección, haráse
canónicamente y con gracia de todos, según el amor tiene a vuestra
señoría y deseo de servirle.
121
Pero cuando Gonzalo Pizarro, después de una larga persecución, derrotó
en Iñaquito a Blasco Núñez Vela (18 de enero de 1546), y este fue ultimado
en el mismo campo de batalla por un esclavo del licenciado Benito Suárez de
Carbajal (hermano del factor muerto por el virrey), las ambiciones e intereses
poco a poco se fueron trasformando en temores e incertidumbres; y aunque
muchos gonzalistas moderados y radicales todavía no lo confesaban, en el fondo
solo esperaban el momento más seguro para pronunciarse y ponerse otra vez
“al servicio del Rey”; mientras tanto trataban de evadir a toda costa las más
comprometedoras campañas bélicas, como después lo declararía, con no poca
astucia, el mismo Nicolás de Ribera el Viejo: “En todo el tiempo que Gonçalo
Piçarro tubo tiraniçados estos reynos, nunca me hallé contra el servicio de
Vuestra Alteza con el dicho Gonçalo Piçarro ni con ningund capitán suyo en
batalla ni en recuentro contra el servicio de Vuestra Alteza, ni en la de Quito,
ni en la de Guarina, ni en otra alguna que contra el real estandarte se diese.”
122
La oculta disposición de los encomenderos a abandonar el respaldo a la causa
rebelde la comprobaría Pedro Hernández Paniagua de Loayza (primo del obispo
Jerónimo de Loayza) en enero de 1547, cumpliendo la arriesgada comisión de
entrevistarse con Gonzalo Pizarro y entregarle una carta del Rey por pedido del
licenciado Pedro de la Gasca:
En Lima era tanto el miedo que los hombres tenían, que ninguno había
que solo me osase hablar; no oí a hombre lego palabra por do yo pudiese
certicar que deseaba servir al rey. Ribera, el Viejo, que era mi huésped,
preguntándome qué respondía Gonzalo Pizarro o por qué dexaba de
obedecer, e diciéndole yo que decían que no se aba de nadie, me dixo:
‘No se fía él porque quiere ser gobernador’. Entendí desto que le parescía
mal dexar de obedecer. Martín de Robles me convidó un día e me mostró
la provisión por donde había sido en prender al virrey, y puesto que ni ella
me parescian buena ni bastante, teníala tan guardada, que me paresció
121
PÉREZ DE TUDELA BUESO, Juan. Documentos relativos a don Pedro de la Gasca y a Gonzalo
Pizarro, Madrid: Real Academia de la Historia, 1964, tomo I, pp. 468-475.
122
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú (1553), fol. 6.
45
que tenía memoria aquel hombre que había rey, y que le había de haber
en la tierra algún día, e que deseaba poderle satisfacer. E si yo supiera
entonces lo que supe después en el puerto de Payta, de Villagómez, que
como a servidor del rey se había declarado con él Martín de Robles,
hablárale yo en Lima.
123
El escenario cambió completamente con la llegada del sacerdote Pedro de
la Gasca a Tierra Firme el 27 de julio de 1546, facultado con amplios poderes a
actuar casi sin limitaciones como nuevo presidente de la Audiencia de Lima.
124
En Panamá rápidamente pondría de su lado al procurador Lorenzo de Aldana
y a la armada gonzalista controlada por Pedro de Hinojosa, para después viajar
hacia el sur y ser bien recibido en Tumbes. Por donde el pacicador del Perú
avanzaba, en base a perdones y mercedes, las ciudades y valles se sometían
sin la menor resistencia a la real autoridad: Trujillo, Santa, Jauja, Huamanga,
Andahuaylas y Abancay le proporcionaron todo lo necesario para la guerra, e
incluso desde las urbes más alejadas a su ruta acudían a él vecinos con armas y
cabalgaduras. Y ni siquiera la victoria de Gonzalo Pizarro sobre las fuerzas del
capitán Diego Centeno a orillas del lago Titicaca en Huarina (20 de octubre de
1547), evitó el desastre de la masiva deserción de rebeldes durante la batalla
de Jaquijaguana (9 de abril de 1548) y las inmediatas ejecuciones del “tirano”
y de Francisco de Carvajal, el el maestre de campo, en las pampas de Anta
al noreste del Cuzco. Antes, cuando Lima abandonaba ya cualquier forma
de respaldo a la rebelión gonzalista, y sus autoridades y vecinos “sacaron el
estandarte de la ciudad en pública plaza, y, recogiendo la gente que pudieron,
alzaron la ciudad por Su Majestad”
125
, Nicolás de Ribera el Viejo comprendió
que su futuro dependía también de participar en el desenlace nal de los
acontecimientos. Por eso, después de rmar un poder para Diego Hurtado, de
aclarar el estado de una compañía de potros y yeguas saqueada por Pizarro, así
como unas cuentas pendientes con los herederos del padre Hernando de Luque
y de Alonso de Collantes, y de formalizar la contratación del clérigo Jerónimo
Domínguez como doctrinero de indios de los repartimientos de Ica
126
; partió
para asistir en persona a La Gasca:
Sabido en este reyno como venía a él vuestro presidente licenciado Pedro
Gasca en vuestro real nonbre e que avía llegado Lorenço de Aldana al
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
123
PÉREZ DE TUDELA BUESO, Juan. 1964, Tomo II, p. 322.
124
HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro. Don Pedro de la Gasca (1493-1567). Su obra política en España y
América, Lima: PUCP, 1989, p. 91-98. También MENDIBURU, Manuel de. Diccionario histórico-
biográco del Perú, Lima: [Imprenta de Francisco Solis], 1880, tomo I, pp. 27-64.
125
Inca Garcilaso de la Vega (1977), tomo II, p. 522.
126
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1546-1548, fols. 317vta.-318., 496-496vta., 498. Ver también el Anexo 1:
Codicilo de Nicolás de Ribera el Viejo (Lima, 31 de octubre de 1547).
46
Revista del Archivo General de la Nación
puerto de esta çibdad por capitán de Vuestra Alteza en su nonbre, me fui
luego a meter debajo del estandarte real e conpre dos caballos e armas e
gaste mucha cantidad de pesos de oro para ir a servir a Vuestra Alteza,
e fui en busca de vuestro presidente hasta que le alcançe en el valle de
Xauxa, e fui en su aconpañamiento con mis armas e caballos, sirviendo
en todo lo que me fue mandado e dando de comer a muchos soldados e
armas e caballos, hasta me hallar en el castigo y allanamiento del dicho
Gonçalo Piçarro y sus secazes.
127
Gracias a esta asistencia directa al licenciado Pedro de la Gasca y al nuevo
oidor Andrés de Cianca, en las acciones denitivas contra el rebelde Gonzalo
Pizarro, Nicolás de Ribera el Viejo fue incluido en la “instrucción de los vecinos
peruleros” que en los momentos más críticos fueron leales al Rey.
128
Esto le
sirvió para mantener la posesión de su encomienda, así como los títulos y
mercedes obtenidos a lo largo de la conquista, pero también para proteger a sus
allegados gonzalistas, como Lucas Martínez Vegazo
129
, y para ser nuevamente
elegido alcalde de Lima en 1549. Su experiencia en el Cabildo inuirá más
adelante sobre los miembros de la Real Audiencia compuesta por “los señores
dotor Bravo de Saravia y el liçençiado Hernando de Santillán y el liçençiado
Diego Gutiérrez Altamirano y el liçençiado Mercado de Peñalosa, oidores de
esta abdieçia e chançellería de su Magestad que reside en esta çibdad, como
gobernadores de estos reynos”, quienes recomendarán su elección como alcalde
por cuarta y última vez en 1554 para organizar a la ciudad frente a la rebelión
de “Francisco Hernández Girón y sus aliados” iniciada en el Cuzco, donde
Gil Ramírez Dávalos era corregidor. Poco después, en 1556, él y su consorte
colaboraron activamente (Elvira Dávalos hasta cedió “una cama de damasco
carmesí, con su cobija e mangas de seda e pelo carmesí” que le tenía terminada el
sedero Gaspar de Córdova) en el recibimiento de Andrés Hurtado de Mendoza,
marqués de Cañete, tercer virrey del Perú
130
; y en octubre de ese mismo año
una provisión de este nuevo gobernante lo nombraba regidor perpetuo de Lima:
“en este Cabildo paresçió Niculás de Ribera el Viejo, vezino desta çibdad, e
presentó una provisión del muy heçelente señor Marqués de Cañete, visorrey
destos reynos y provinçias del Pirú, rmada del nombre de su heçelençia y de
Pedro de Avendaño su secretario.”
131
127
AGI, Patronato, 98A, N.3, R.1, Méritos: Nicolás de Ribera, y otros, Perú (1553), fol. 6vta.
128
HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro. 1989, p. 308-310.
129
TRELLES ARÉSTEGUI, Efraín. Lucas Martínez Vegazo: funcionamiento de una encomienda peruana
inicial, Lima: PUCP, 1991, p. 187-188 y nota.
130
BNP, Manuscritos, A538, Registro del escribano Fernán Gómez, 1556, fols. 59-59vta. AGN, Fernán
Gómez, 58, 1554-1558, fols. 404vta.-405.
131
Libros de cabildos de Lima. Libro quinto, años 1553-1557 (edición de Bertram T. Lee), Lima: Concejo
Provincial de Lima, 1935, pp. 112-114, 536-538. AGN, Sebastián Vázquez, 160, 1551-1554, fol.
1191vta. José de la Riva Agüero (1983), pp. 175, 186.
47
Durante los largos y convulsionados años de las guerras civiles, Nicolás
de Ribera el Viejo fue tomando conciencia sobre el incierto futuro de las
encomiendas, inestables y fugaces por depender de las preferencias particulares
del gobernador o adelantado de turno, y además menguadas considerablemente
por las prolongadas campañas militares. Por ejemplo, las fundaciones de las
estratégicas ciudades de La Plata y Arequipa las dispuso Francisco Pizarro
con perjuicio de muchos vecinos del Cuzco “quitando lo mejor que tenían los
conquistadores y dándolo a los amigos de Picado y a hombres recién venidos de
España que se hallaron en la batalla de las Salinas de su parte”
132
; previamente,
para esta batalla, habían sido llevados a la fuerza, por los pizarristas, incontables
tributarios iqueños: “E con él comunicado lo que avía de hazer, Hernando
Piçarro e todos los capitanes se partieron del valle de Yca, no llevando poca
cantidad de indios atados, e quedando aquellos valles gastados, e muchos de los
naturales muertos y robados de las extorsiones que reçivieron de los españoles,
que fueron más de lo que yo podré decir.”
133
Asimismo, durante las prolongadas
campañas del norte (Piura-Quito) contra Blasco Núñez Vela, y del sur (Cuzco-
Charcas) contra el capitán Diego Centeno, anteriores al choque de Añaquito,
grande fue “la calamidad en que el aigido reyno del Perú en aquellos tienpos
estava, pues en todas partes avía guerra. Los desventurados indios reçibían
grandes vexaciones de los nefarios soldados, pues los atavan llevando en ellos
sus cargas como si fueran bestias; tomávanles sus mugeres; servíanse de sus
hijos, sus ganados e haziendas; el que más les podía robar, aquel se tenía por
más valiente.”
134
Estas fueron algunas de las razones por las que Nicolás de Ribera el Viejo
empezó a destinar parte de sus ingresos a otras actividades económicas. Adquirió
diversas ncas (solares y tierras) en Lima, para arrendarlas después de hacerles
ciertas mejoras, asegurándose de esa manera una renta complementaria a la de
su encomienda del valle de Ica. En 1543 compró en almoneda de la herencia
dejada por el doctor Hernando de Sepúlveda, dos solares próximos a los de los
frailes de Santo Domingo y al de “Maçuelas” (debe ser el del regidor Rodrigo de
Mazuelas), y “una chácara en término de esta dicha çibdad”, colindante con las
tierras del tesorero Alonso Riquelme y con las de María de Valverde (hermana
y heredera universal del obispo fray Vicente de Valverde)
135
. En 1546 se asoció
con el contador Juan de Cáceres para comprar a Pedro Martín de Cecilia, unas
casas que poseía al lado de las de su hermano Alonso Martín de Don Benito,
y una chacra contigua a las heredades de Diego de Agüero y del licenciado
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
132
PIZARRO, Pedro. 2013, pp. 178-179.
133
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1991, p. 269.
134
CIEZA DE LEÓN, Pedro. 1994a, Tomo II, pp. 418-420.
135
AGN, Pedro de Salinas, 153, 1543, fols. 582-583, 736-737.
48
Revista del Archivo General de la Nación
Rodrigo Niño
136
; a inicios de 1547 ambos compradores vendieron la nca
rústica al regidor Francisco de Ampuero, marido de Inés Huaylas Yupanqui
137
,
y a mediados de ese mismo año Ribera el Viejo era el único propietario de
las casas de Martín de Cecilia, aunque al poco tiempo las vendería a Diego
de Saavedra.
138
En 1553 compró, a los esposos Diego Hernández e Isabel de
Céspedes, una “chácara” que había sido del “liçençiado Mexía, relator de la Real
Audiençia.”
139
No sabemos exactamente cómo ni cuándo Nicolás de Ribera el
Viejo adquirió unos solares en la “calle que va de la plaça al monasterio de La
Merced”, pero allí llegó a tener también varias casas y tiendas entregadas todas
en arrendamiento. Se sabe además que en esta actividad era ayudado por sus
mayordomos Lucas de Iturriza y Pedro de Montoya, y por el mercader Martín
Yáñez
140
; que obtenía por cada inmueble o conjunto de inmuebles (tiendas o
casas) entre 110 y 1,100 pesos al año; y que sus arrendatarios, salvo Andrés
Núñez Daza (1547)
141
“criado” de Gonzalo Pizarro, o Felipa Pinta (1549)
mujer del mercader Juan Corso y amiga de Francisca Suárez “la Valenciana”
142
,
eran en la mayoría de los casos profesionales, artesanos y comerciantes: el
calcetero Joos del Meere (1546); el sastre Alonso de Prado (1547); el cirujano
Francisco Briceño (1552); el pregonero Juan de Rojas (1552); los boticarios
Pedro de Plasencia (1553 y 1555) y Francisco de Lobera (1557); los zapateros
Juan Pizarro (1545), Francisco Gómez (1545), Diego de Hermosilla (1546),
Antonio Vázquez (1552), Juan Ramos (1554 y 1556) y Alonso de Madrid
(1554 y 1555); el cerero Alonso de San Martín (1554); los silleros Bartolomé
de la Banda (1553 y 1555) y Juan de Figueroa (1562); el tasador Antonio del
Campo (1555); el contero Gabriel de Paz (1555), el guarnicionero Alonso de
Salazar (1556); el platero Juan Gaytán de Espinosa (1557); el herrador Miguel
Sánchez (1560); el carpintero Juan Martín Enamorado (1562); y los mercaderes
Bartolomé Carvallo (1548), Pero Ruiz (1548); Pedro de Miralla (1552), Juan de
Fuentes (1552), Antón Yáñez (1552), Pedro López de Sojo (1553), Jerónimo
de Otálora (1554), Pedro de Olazábal (1554), Martín Múñoz (1554), Pedro de
Castro (1555), Gonzalo de Fuensalida (1555), Bartolomé Rodríguez (1555),
Juan Rodríguez (1556), Diego de Santander (1556), Diego de Salazar (1556
y 1557), Luis Montes (1556), Luis García (1556); Diego Pérez (1557), Juan
Báez (1557), Cristóbal de Molina (1557), Alonso de Arroyo (1557), Diego de
136
BNP, Manuscritos, A32, Registro del escribano Diego Gutiérrez, fols. 47-48vta.
137
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1547, fols. 70-70vta.
138
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1547, fols. 246-247vta.
139
BNP, Manuscritos, A526, Registro del escribano Bartolomé de Quiñones, 1553, fols. 745-745vta.
140
AGN, Bartolomé Gascón, 126, 1557, fols. 2004-2004vta., Bartolomé de Quiñones, 138A, 1555-1556,
fols 330vta-331.
141
PÉREZ DE TUDELA BUESO, Juan. 1964, tomo I, pp. 443-444. AGN, Pedro de Salinas, 154, 1546-
1548, fols. 251-251vta.
142
BNP, Manuscritos, A35, Registro del escribano Diego Gutiérrez, 1549, fols. 299vta.-300vta.
49
Andrada (1557), Cristóbal Jiménez (1557); Juan Pérez de las Quentas (1557),
Martín Yáñez el Mozo (1557), Lucas de Arroyo (1558), Domingo de Salvatierra
(1558) y Álvaro de las Casas (1560).
143
Relacionado con tantos individuos dedicados al comercio, incluso con
algunos de los más grandes mercaderes de Lima como Alonso Pérez de
Valenzuela, “señor del galeón San Gerónimo” y representante del mariscal
Diego Caballero
144
, era lógico que Nicolás de Ribera el Viejo también se dedicara
a la actividad mercantil. Se hizo dueño de la mitad del navío La Concepción, y
en sociedad con el capitán y maestre Pedro Díaz, propietario de la otra mitad,
adquirían mercaderías al por mayor en Tierra Firme, invirtiendo al principio
en un solo viaje hasta 10.000 pesos. Ambos socios complementaban esas
inversiones con una compañía de yeguas y ovejas criadas en las afueras de la
ciudad, y se encargaban de la administración de los bienes del contramaestre
Pedro Caballero.
145
Sin embargo, las guerras civiles también le ocasionaron
pérdidas en este tipo de negocios: el 6 de octubre de 1547 autorizaba a Antonio
de Melgar “que por mí e en mi nombre pueda pedir e demandar e recabdar e
reçibir e aver e cobrar así en juicio como fuera del de todas qualesquier persona
e personas que con derecho deva e de sus bienes, todos los pesos de plata que
me deven por contratos o en otra manera, e resçibir e aver e cobrar e sacar
de poder de qualesquier persona todos e qualesquier cavallos, yeguas, potros,
potrancas, mulas e otras bestias que en esta çibdad Gonçalo Piçarro e sus
secaçes tomaron por fuerça e contra mi voluntad para dar a soldados e personas
que ellos quiseron e por bien tovieron.”
146
De todas formas las ganancias de las
inversiones en el comercio a gran escala siempre debieron de ser buenas, pues
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
143
AGN, Diego Gutiérrez, 63, 1545, fols. 69vta-70, 80vta-81; Pedro de Salinas, 154, 1546-1548, fols.
1-2vta., 244vta., 565.1-565.1vta., 578vta.-579, 654-654vta., Sebastián Vázquez, 160, 1551-1554, fols.
842vta., 1059; Ambrosio de Moscoso, 117, 1550-1554, fols. 193-194, 258vta.-259, 289-289vta., 325-
325vta., 329-329vta., 533-533vta., Ambrosio de Moscoso, 118, 1554-1566, fols. 9, 12, 15, 25, 28vta.,
36vta., 351, 643vta., Bartolomé de Quiñones, 138A, 1555-1556, fols. 33vta., 360vta., 361-361vta.,
430vta., Luis de Villarreal, 162, 1555-1557, fol. 175; Fernán Gómez, 58, 1555-1558, fols. 399vta.-
404vta., 511vta.-512vta., Lorenzo Martel, 109, 1555-1558, fols. 101vta., 264, 433vta.-434vta., 436-
436vta., 437vta., 439vta., 453-454, 568vta.-569, 850; Esteban Pérez, 126, 1557, fols. 2077-2077vta.,
Diego Álvarez, 8, 1560, fols45-45vta., 165; Alonso Hernández, 82, 1562, fols. 54vta.-55. BNP,
Manuscritos, A31, Registro del escribano Diego Gutiérrez, 1545, fols. 307vta.-308; A34, Registro
del escribano Diego Gutiérrez, 1548, fols. 655vta.-656; A35, Registro del escribano Diego Gutiérrez,
1549, fols. 394-394vta., A400, Registro del escribano Juan Fernández de Herrera, 1557, fols. 977-
977vta., A403, Registro del escribano Bartolomé de Quiñones, 1552, fols. 215vta-216; A405, Registro
del escribano Bartolomé de Quiñones, 1552, fol. 516; A524, Registro del escribano Bartolomé de
Quiñones, 1553, fols. 701-702vta., A530, Registro del escribano Bartolomé de Quiñones, 1555, fols.
1-1vta., 15vta-17vta.
144
AGN, Ambrosio de Moscoso, 117, 1550-1554, fols. 644-644vta. BNP, A430, Registro del escribano
Juan Cristóbal de Frías, 1550, fols. 81-81vta., A515, Registro del escribano Luis de Villarreal, 1556,
fols. 52vta.-53. James Lockhart (1982), pp. 117-119.
145
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1546-1548, fols. 517-519.
146
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1546-1548, fol. 439.
50
Revista del Archivo General de la Nación
Ribera el Viejo se dedicó a esa actividad prácticamente hasta sus últimos años
de vida. Entre septiembre de 1560 y enero de 1561 niquitaba cuentas con el
mercader Martín Yáñez, y casi de inmediato constituían una nueva compañía
“para tratar en mercaderías por tienpo y espaçio de tres años” en Panamá, hasta
por 30,000 pesos, con autorización para reinvertirlos allí mismo si los precios y
la demanda eran favorables: “es condición que si a mí el dicho Martín Yáñez me
paresçiere después de hecho el primer enpleo del puesto prinçipal de esta dicha
conpañía en el dicho reyno de Tierra Firme tornarlo a vender y beneçiar en él,
por menudo o por junto, lo pueda haçer una o más vezes, teniendo tienda o sin
ella, como me paresçiere, de contado o ado durante el tiempo de esta dicha
compañía.”
147
Adicionalmente Nicolás de Ribera el Viejo realizaba préstamos de dinero
en efectivo, de pequeños o medianos montos a modo de “buenas obras”
desinteresadas
148
, pero de grandes sumas si se trataba de congraciarse o de
asegurar inuencias sobre los más altos funcionarios virreinales. Así, en
noviembre de 1551, entregó 2,659 pesos al recién llegado Gil Ramírez Dávalos,
mayordomo mayor de palacio y capitán de la guardia de don Antonio de
Mendoza, segundo virrey del Perú; la compenetración con estos personajes fue
tan perfecta que después de fallecido el virrey, ellos (Ramírez Dávalos y Ribera
el Viejo) fueron los representantes del heredero Francisco de Mendoza.
149
Más
adelante, en tiempos del virrey Marqués de Cañete, Ramírez Dávalos, ejercería
el cargo de gobernador y justicia mayor de Quito, y en 1563 Ribera el Viejo,
poco antes de morir, lo nombró como uno de sus albaceas.
150
A principios de
1561, su yerno Lorenzo Estopiñán de Figueroa (marido de Ana de Ribera), otro
de los encargados de cumplir su última voluntad, también le debía una fuerte
cantidad: 3,351 pesos.
151
Los cobros, pleitos y otros asuntos legales se los veía,
entre 1552 y 1553, Juan de Arrandolaza y Marcos Pérez, procuradores de la Real
Audiencia
152
; el cuidado de las chacras algún criado, como Bartolomé Pacheco
desde 1553, seguro haciendo uso del “servicio personal” de los indios iqueños
asentados en Lima
153
; y las cuestiones domésticas su mujer Elvira Dávalos
147
AGN, Juan de Padilla, 123, 1560-1561, fols. 664-668vta., 942-954vta.
148
AGN, Juan Martínez, 114, 1549-1553, fols. 37-38; Ambrosio de Moscoso, 118, 1554-1566, fol. 42vta.
149
AGN, Sebastián Vázquez, 160, 1551-1554, fols. 47vta.-48, 906vta., 907, 909vta., 911.
150
BNP, Manuscritos, A511, Registro del escribano Francisco de Carvajal, 1557, fols. 12-12vta. AGN,
Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, fols. 334-337. Ver Anexo 3.
151
BNP, Manuscritos, A337, Registro del escribano Esteban Pérez, 1561, fols. 77-77vta. AGN, Estebán
Pérez, 127, 1560-1564, fols. 626-628.
152
AGN, Sebastián Vázquez, 160, 1551-1554, fols. 328-328vta., Diego Gutiérrez, 64, 1553-1556, fols.
167vta.-168.
153
AGN, Ambrosio de Moscoso, 117, 1550-1554, fols. 555-555vta. LOC, Harkness Collection, Peruvian
Manuscripts, [Mandamiento del licenciado Lope García de Castro a Diego de Porras Sagredo sobre
“lo proçedido de çiertas rancherías e solares que los yndios de Yca tenían en esta çiudad”, 1569]. Hay
copia de este último documento en BNP, Manuscritos, A649.
51
asistida por varios esclavos, uno comprado al célebre capitán Juan Ladrillero
en 1553
154
. Además fue apoderado o albacea de otros encomenderos, vecinos y
comerciantes establecidos en las primeras ciudades, o de sus familiares: Gonzalo
Farfán de los Godos, vecino de San Miguel de Piura (1538); Francisco Cota,
mercader de Lima (1538); Juan de Vallejo, vecino de Panamá (1539 y 1544);
Juan Alonso de Badajoz, vecino de Lima (1543); Ana de Benavides, viuda del
doctor Hernando de Sepúlveda, vecina de Santo Domingo (1543-1544); María
de Solier, viuda de Isidro de Robles, vecina de Lima (1546); Lorenzo de Aldana,
vecino de La Plata (1552 y 1556); Juana de Herrera Sotomayor, mujer de
Rodrigo de Orellana, vecina de La Plata (1557), Leonor de Valenzuela, vecina
de Lima (1562).
155
En el ámbito rural, Nicolás de Ribera el Viejo diversicó los tributos de
su encomienda iqueña con la introducción de nuevas especies vegetales y
animales, como el trigo y el ganado bovino, ovejuno, porcino, asnal y caballar,
de mucha demanda en el mercado limeño; en 1546 todo esto era administrado
por el mayordomo Antonio Gómez: “para que en este dicho tiempo yo vos sirva
en estar y residir en los pueblos de Yca de vuestro repartimiento o donde vos me
mandardes y mirar por los yndios de los dichos pueblos e los amparar e defender
e hazer criar el ganado que en ellos tuvieredes e mandar hazer las sementeras y
recoger los tributos que los dichos yndios son y fueren obligados a dar y hazer.”
156
El trigo pudo haberlo introducido poco después de la conquista a sugerencia de
quien había traído ese grano al Perú, su vecina María de Escobar.
157
Lo cierto
es que entre 1554 y 1562 la producción de este grano en su encomienda era ya
considerable, la cosecha superaba las 600 fanegas, diezmaba una buena parte,
y el resto era trasladado, en las carretas construidas desde 1550 en el mismo
valle de Ica por el carpintero Juan Jiménez, hasta el puerto de Sangallán (Pisco)
para embarcarlo junto con los demás productos en algún navío etado, como
el Santa Catalina del maestre Manuel Gómez, con destino al Callao.
158
Solo en
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
154
AGN, Fernán Gómez, 58, 1554-1558, fols. 404-405; Ambrosio de Moscoso, 117, 1550-1554, fols.
527-527vta., Ambrosio de Moscoso, 118, 1554-1566, fol. 43vta., Sebastián Vázquez, 160, 1551-1554,
fol. 657vta., Bartolomé de Quiñones, 138A, 1555-1556, fols. 210-210vta. BNP, Manuscritos, A36,
Registro del escribano Sebastián Vázquez, 1550, fols. 121vta.-122, 229-229vta.
155
BNP, Manuscritos, A29, Registro del escribano Diego Gutiérrez, 1544, fols. 14vta-15; A396, Registro
del escribano Diego Gutiérrez, fols. 76-79; A32, Registro del escribano Diego Gutiérrez, 1546, fols.
249vta.-251. AGN, Pedro de Castañeda, 18, 1537-1538, fols. 621-621vta., Pedro de Salinas, 152,
1538-1540, fols. 28, 46; Pedro de Salinas, 153, 1542-1543, fols. 765vta., Bartolomé Gascón, 42, 1552,
fols. 87vta.-88vta., Bartolomé Gascón, 125, 1557, fol. 596; Juan de Padilla, 122, 1557-1558, fols. 189-
192vta., Alonso Hernández, 82, 1562, fols. 67vta.-68.
156
BNP, Manuscritos, A32, Registro del escribano Diego Gutiérrez, 1546, fols. 131-132vta.
157
Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los incas (edición de César Pacheco Vélez), Lima:
BCP, 1985, p. 407.
158
Lilly Library, Manuscript Collections, Latin American MSS, Peru, [Diego Gutiérrez, 1550]. Hay copia
de este documento en BNP, Manuscritos, 2000022761. AGN, Ambrosio de Moscoso, 118, 1554-1566,
fol. 22; Esteban Pérez, 127, 1560-1564, fols.619vta.-620vta.
52
Revista del Archivo General de la Nación
tributos la encomienda producía ocialmente (tasa) 4.000 pesos al año, aunque
más adelante con la revalorización de la tierra y el desarrollo de una economía
no encomendera auspiciada por el propio gobierno virreinal, los herederos
protestarían por la disminución en la recaudación desde la fundación de Ica
(1563): “porque los indios han estado y están en alguna necesidad y faltos de
tierras por averse poblado en el dicho repartimiento un pueblo de españoles a
quien se repartieron las tierras que en él avía.”
159
Los indígenas tributarios eran instruidos en la doctrina cristiana y recibían
los sacramentos en una iglesia que Ribera el Viejo construyó junto con el
encomendero de Hanan Ica. Entre 1547 y 1550, con Pedro Infante (tutor de
Juan de Barrios), pagaba 300 pesos al año al clérigo Jerónimo Domínguez
para celebrar dos misas a la semana e “industriar e doctrinar los dichos indios
del dicho repartimiento en las cosas de nuestra santa fe católica.”
160
En las
proximidades de esta iglesia usufructuaba una extensa huerta sembrada de
“membrillos e granados e higueras e parras e de otras frutas de Castilla”, puestas
al cuidado del agricultor Sebastián Lorenzo en 1556; y también un concurrido y
bien abastecido tambo y pascana que, entre 1558 y 1560, explotaba en sociedad
con Gaspar de Vanegas: “Es condiçión que yo el dicho Gasvar de Banegas sea
obligado e por la presente me obligo de estar y residir todo el dicho tiempo de
los dichos dos años, en que así hazemos y asentamos esta dicha conpañía, en
la dicha venta para el pro y utilidad de esta dicha conpañía, theniendo como
tengo de thener e me obligo de thener la dicha venta proveída de sustentaçión y
comida que tengo de conprar de los dichos doscientos pesos, para dar e vender a
los pasajeros que por el dicho tanbo pasaren e vinieren a posar.”
161
En mayo de 1556 Nicolás de Ribera el Viejo bordeaba los setenta años de
edad, era ya un anciano y se encontraba en el último tramo de su vida. En ese
momento, seguramente después de meditar durante algún tiempo sobre los
ideales lascasianos y quizá hasta erasmistas relativos a la piedad cristiana y a la
protección de la población indígena, muy difundidos en la época del emperador
Carlos V y del papa Paulo III, y trasmitidos por personajes como el cronista
Pedro de Cieza de León o los dominicos fray Tomás de San Martín, promotor de
la fundación de la Real Universidad de San Marcos, y fray Jerónimo de Loayza,
primer arzobispo y fundador del hospital de naturales de Santa Ana, y por otros
159
BNP, Manuscritos, Z261: “Provança de la muger e hijos de Niculás de Ribera el Viejo difunto, hecha
ante el muy magníco señor liçençiado don Alvaro Ponçe de León”, fols. 4-4vta. LAZO GARCÍA,
Carlos. Economía colonial y régimen monetario. Perú: siglos XVI-XIX, Lima: BCRP, 1992, tomo I, p.
115-127.
160
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1546-1548, fol. 498; Simón de Alzate, 9, 1550, fols. 392vta.-393vta.
161
AGN, Esteban Pérez, 125, 1556, fols. 1237-1239vta., Lorenzo Martel, 109, 1555-1558, fols. 856-857.
53
frailes apostólicos o sus allegados, en los que es posible encontrar las huellas
imborrables y profundas de Bartolomé de las Casas y hasta de Erasmo
162
; su
ánimo y estado de conciencia lo llevaron a realizar públicamente, ante escribano
y con varios testigos de por medio, una autocrítica severa sobre su conducta como
soldado y encomendero en el Perú. Reconoció que durante mucho tiempo se
había aprovechado de los despojos de la conquista, incluido el de “Caxamalca”,
y más todavía de los tributos y servicios personales exigidos a los indios de
su encomienda iqueña: creyendo que actuaba correctamente, en “justa guerra”
contra los “ineles”, para alejarlos de la “gentilidad” e incorporarlos a “nuestra
santa fe cathólica”, confesó haber cometido “algunos ecsesos ansí en maltratar
a los dichos yndios como en haverles tomado algunas cosas yndibidamente,
o por aber cobrado o resevido dellos algunos tributos demasiados y fuera de
lo que onesta y buenamente sin mucho travajo ni fatiga de sus personas me
podían y devían tributar, o por haver yo dexado de cumplir con ellos lo que
en recompensa de los dichos tributos, aprovechamientos y servisios era y soy
obligado, o por no les haver dado tan vastante y cumplida dotrina como devía”.
Por todas esas atrocidades, como “el cristiano”, para descargo de la conciencia,
salvación del alma, y “para satisfasión y enmienda de lo susodicho y por vía de
la dicha restitusión”, decidió fundar frente al tambo de su encomienda, bajo la
advocación del santo de su nombre (san Nicolás), un hospital para la atención
de los indios originarios y forasteros de Ica, dotándolo perpetuamente con los
réditos de dos pares de casas de las que poseía en Lima, cercanas al convento de
Santo Domingo.
163
Detrás de esta lantrópica decisión de Nicolás de Ribera el Viejo, se
distingue con toda claridad el cambio, evolución o trasformación de la mente
providencialista de un individuo por inuencia sucesiva de los dos extremos
doctrinales de la conquista. Primero por el “requerimiento” o exigencia de
sometimiento basada en “los justos títulos”, que rechazado justicaba el uso
de la violencia contra los “ineles” e “idolatras” a conquistar; argucia legal
redactada por Martín Fernández de Enciso y Juan López de Palacios Rubio, y
defendida por el doctor Juan Ginés de Sepúlveda, autor de la Apologia pro libro
de justis belli causis (Roma, 1550). Y después, o mejor sería decir al nal, por
la “restitución” u obligación moral de devolver a los indios todo lo “robado y
salteado y tiranizado”, reclamada a los conquistadores y encomenderos, y a sus
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
162
BATAILLON, Marcel. Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, México:
FCE, 2007, pp. 807-831. Sobre la relación particular entre San Martín y Las Casas, ver TORRES DE
MENDOZA, Luis (editor). Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista
y organización de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, Madrid: Ministerio de
Ultramar, 1867, tomo VII, pp. 348-370.
163
AGN, Pedro de Espino, 303, 1743, fols. 338-346. Ver Anexo 2.
54
Revista del Archivo General de la Nación
defensores, por el dominico fray Bartolomé de las Casas y sus seguidores
164
: “Y
no se pueden salvar si en cuanto les fuere posible no los restituyen, y satisfacen
por ellos, y lloran todos los días de su infelice vida, tan grandes y nunca otros
tales ni tantos vistos ni oídos pecados. Y añido más: que el egregio doctor y otra
cualquier persona que los quiere justicar o escusar pecan mortalísimamente,
y es a la misma restitución obligado, como estorbador de la salvación de
algunos tiranos que harían penitencia, y de la satisfacción que recebirían los que
restan vivos o sus herederos, de los tiranizados, si él con su nueva e perniciosa
doctrina no los estorbase.”
165
En la primera mitad del siglo XVII, un cronista del
convento de San Agustín, al escribir sobre la relación entre los “despojos” de la
conquista y el establecimiento de los primeros españoles en el Perú (entre ellos
Juan de la Torre y Diego de Agüero), de alguna manera explicaba también la
disputa ideológica por la que había transitado el pensamiento del primer alcalde
de Lima:
Cometieron estos despeños la mayor parte de los primeros soldados, sin
que algunos pocos algo temerosos de Dios, les pudiesen estorvar, ni los
recelos del agravio i de la inpiedad los pudiese reprimir, i quales fuesen
estos pocos, apuntándolo está el cielo con el dedo, pues vemos oy cinco o
seys casas de los decendientes de aquellos de Cajamarca, que en tercera,
o quarta vida tienen renta, i conservan estimación, porque todas las demás
ven sus nietos en ospitales i sus herederos en últimas desdichas. Las que
más an lucido en este reyno, es la de Nicolás de Ribera el Viejo, que
admirándome yo, de que aya conservado tanto lustre con tantas ramas
nobles i lustrosas, que proceden de aquel tronco, vide en cédulas reales,
que no se alló en el suceso de Cajamarca, porque avía ido desde Tumbes
a Panamá por mandado de don Francisco Pizarro a conducir gente, i a
traer armas i munición, i con estar ausente le guardaron su parte, quando
dividieron el despojo, i al tienpo de morir izo escrúpulo, i con la licencia
de su mujer, i de sus ijos, por vía de restitución fundó el ospital de indios
de Yca, de quien oy es patrón don Nicolás de Ribera su nieto, i dejó casas
en Lima, para que la renta fuese de los ospitales de Lima y del Cuzco.
166
El 4 de enero de 1563, “estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad y
en mi buen seso y entendimiento”, después de haber “consultado con teólogos
164
GERBI, Antonello. La naturaleza de las Indias Nuevas. De Cristóbal Colón a Gonzalo Fernández
de Oviedo, México: FCE, 1992, pp. 101-103. ZAVALA, Silvio, Por la senda hispana de la libertad,
México: FCE, 1993, pp. 17-37. Jacques Lafaye (1999), pp. 34-54.
165
CASAS, Bartolomé de las. 1997, Tomo I, p. 438-439.
166
CALANCHA, Antonio de la. Crónica moralizada (edición de Ignacio Prado Pastor), Lima: UNMSM,
1974, tomo I, p. 256-257.
55
y letrados de letras y conçiençia”, entre los que seguramente se encontraba
su amigo y próximo albacea el dominico lascasiano fray Domingo de Santo
Tomás, obispo electo de Charcas y autor de la Grammática o arte de la lengua
general de los indios de los Reynos del Perú y del Lexicón o vocabulario
de la lengua general del Perú (Valladolid, 1560), quien en el “prólogo del
auctor al pío lector” de esta última obra, al referirse a los progresos en la
tarea de adoctrinamiento había denunciado duramente que “antes, la principal
predicación que se les hazía era entender cada uno en su propio interesse, con
muy gran daño de la conservación y conversión de los indios, y infamia del
nombre famosísimo de Iesu Christo nuestro señor, y del nombre christiano,
tanto que muchos de los indios hasta agora tienen creydo, que christiano quiere
decir, robador, matador, cruel, etc.”; Nicolás de Ribera el Viejo rmó un último
codicilo donde, por las mismas razones morales aducidas en la fundación de
1556 (que durante el descubrimiento y conquista “por ser los indios ineles me
pareçió que con buena conçiençia nos podríamos aprovechar de los despojos
y cosas que en ellos oviese”), adjudicó 14.000 pesos de sus bienes a favor de
los indígenas peruanos: 6.000 en tres pares de casas destinadas a incrementar
los ingresos de los hospitales de naturales de Lima, el Cuzco e Ica; y los 8.000
restantes para benecio exclusivo de la comunidad de indios de su encomienda
iqueña.
167
A nes de febrero las autoridades comenzaban a dar cumplimiento a
lo dispuesto en esta última voluntad de Ribera el Viejo “difunto que Dios aya”.
El mayordomo del hospital de naturales de Santa Ana, Francisco de la Cruz,
solicitó la posesión de los inmuebles al capitán y alcalde ordinario Cristóbal
Muñoz Dávila, quien presto ordenó realizarla al teniente de alguacil mayor Luis
de Ribera. El acto tuvo lugar el 11 de marzo en la “calle de la Merced”, las
casas involucradas colindaban con las de los herederos de Martín Pizarro, y por
entonces eran habitadas por Rodrigo de las Casas, por el bachiller Francisco
Guerra de Céspedes y por Andrés Requejo, respectivamente; asistió y certicó
todo el escribano Francisco de la Vega.
168
Sin embargo, parece que la mayoría
de los miembros de su numerosa familia (esposa, nueve hijos legítimos y una
hija natural)
169
nunca estuvieron totalmente de acuerdo con la restitución de los
bienes injustamente tomados a los naturales, pues al año siguiente, en enero
de 1564, el procurador Juan de Arrandolaza solicitaba a la Real Audiencia de
Lima, a nombre de los herederos (Elvira Dávalos y sus descendientes: “doña
Ana de Ribera, e Alonso de Ribera, e Salvador, e Juan, e Josepe, e doña Leonor,
e doña María, e doña Beatriz, e doña Ysabel”) y con alguna distorsión de la
realidad por sugerencia de ellos, la ampliación de la información de servicios
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
167
AGN, Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, fols. 334-337. Ver Anexo 3.
168
AGN, Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, fols. 332-333.
169
RIVA-AGÜERO, José de la. 1983, pp. 195-249.
56
Revista del Archivo General de la Nación
del desaparecido patriarca, “para que Su Magestad sea servido hazer merçed a
mis partes en que en este reyno se puedan sustentar conforme a la calidad de sus
personas” porque:
Al tiempo quel dicho Nicolás de Ribera hordenó su testamento debaxo del
qual murió, solo por aver sido conquistador y descubridor de estos reynos, e
sin ser a cargo a los naturales dél cosa alguna, ni aver llevado de las partes de
Caxamalca más que mil pesos, y aviendo tenido en sus yndios sienpre doctrina
neçesaria y llevádoles menos tributos de los que por la tasa se le mandaban
pagar, mandó distribuir entro los dichos yndios y en su descargo cantidad de
quarenta mil pesos de oro, que para poderlos hazer en dinero ha sido neçesario
vender más de çinquenta mil pesos de haziendas…
170
En resumen, la vida, acciones y conciencia de Nicolás de Ribera el Viejo nos
demuestra que la mentalidad de un conquistador-encomendero podía ir mucho
más allá de cualquier estereotipo. Las relaciones con sus contemporáneos
fueron tan variadas y complejas, y la necesidad de adaptarse para subsistir con
privilegios tan grande, que hacen posible percibir la inuencia de cada estrato de la
sociedad sobre él y viceversa. Fue soldado, descubridor, funcionario, empresario
y encomendero o señor del nuevo orden empezado a forjar inmediatamente
después de la captura del inca Atahualpa y de la caída del Tahuantinsuyo, el
orden del mundo hispano-peruano. Su biografía es, con las de Francisco Pizarro
y Diego de Almagro, la historia del descubrimiento y conquista del Perú, una
época de acontecimientos irrepetibles, de hazañas y destrucción, de mestizaje y
segregación, de vida y muerte a cada paso, pero cuyo conocimiento será siempre
objeto de especial interés porque, nos guste o no, es la raíz de nuestro origen e
identidad, la clave para entender un poco lo que fuimos, somos y seremos.
170
BNP, Manuscritos, Z261: “Provança de la muger e hijos de Niculás de Ribera el Viejo difunto, hecha
ante el muy magníco señor liçençiado don Alvaro Ponçe de León”, fols. 1-4vta.
57
Anexo 1
Codicilo de Nicolás de Ribera el Viejo
Lima, 31 de octubre de 1547
171
/fol. 496/ En el nombre de Dios amén [tachado: esta carta]. Sepan quantos
esta carta de cobdiçillo vieren como yo Niculás de Ribera vecino desta çibdad
de los Reyes de la Nueva Castilla, otorgo e conosco e digo que por quanto yo
tengo fecho testamento e postrimera voluntad ante Pedro de las Casas escribano
de Su Majestad en [el] valle de Yca en veinte e dos días del mes de março deste
presente año de mil e quinientos e quarenta e siete años, e porque al presente
quiero faser e otorgar mi cobdiçillo, acreçentando o menguando e fasiendo e
ordenando algunas cosas que convienen al descargo de mi ánima e conçiençia
por vía de cobdiçillo, por ende otorgo e conosco que lo fago e ordeno en la
manera e forma siguiente.
Primeramente digo que por quanto a la cláusula de las yeguas [tachado: de]
que son de conpañía entre mí e Pedro Días que son diez e seis cabeças, destas
llevó Gonçalo Piçarro diez, e otra se llevó un estançiero que se dize Juan Catalán
e otra que son onze, e otra mataron de un arcabuzasso que son doze, e otra se
ahogó, e quedan de todas quatro potrancas de cabeças chicas que no ay más
[tachado: más] de todas, declaro esta cláusula para claraçia de la dicha conpañía.
Yten declaro que yo traté çierto pleito en nombre de los herederos del padre
Luque contra Juan de Valdeviesso, en nombre del licenciado Espinosa vecino de
Panamá, e por el proçesso paresçerá lo que devo a los herederos del padre Luque
que serán fasta ochoçientos pesos poco más o menos, e el dicho proçesso passó
ante Pedro de Salinas escribano del Cabildo desta çibdad, mando que se vean las
dichas cuentas e lo que por ellas paresçiere que yo devo se pague de mis bienes
que creo que será la cantidad susodicha poco más o menos .
Yten declaro que soy albaçea de Collantes, difunto, vecino que fue desta
çibdad e en su nombre he cobrado algunos pessos de oro de los quales le
deveré fasta dozientos pesos poco más o menos e la rasón dello esta ante Pedro
de Salinas ante quien passó, mando que se paguen descontando dello lo que
paresçiere por los libros de Su Majestad lo que yo pagué de derechos de çierta
plata del dicho difunto que se vendió en almoneda por cantidad e se remató en
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
171
AGN, Pedro de Salinas, 154, 1547, fols. 496-496vta.
58
Revista del Archivo General de la Nación
fulano de Castañeda vecino de Panamá difunto, e al tiempo que se remató fue
condiçión que porque estava por cantidad de bienes del dicho difunto se pagase
el quinto e yo como su albaçea la pagué como paresçerá por los libros de Su
Majestad a que me reero que será el año de treinta e quatro o treinta e çinco.
/fol. 496 vta./
Yten declaro que como tal albaçea yo envíe a España en cumplimiento del
dicho su testamento como tal albaçea quarenta mil maravedís en que se casase
una huérfana, los quales envíe con Christóval de Sotelo registrados a España
ante Fernand Pinto escribano e el registro dello está en poder de Pedro de
Salinas, lo qual declaro para claraçia dello.
Yten declaro que en la conpañía que tengo con el dicho Pedro Días que pasó
ante el dicho escribano mando que la dicha scriptura e las demás que entre él e
mí pasaron valan e sean rmes a que me remito.
Yten declaro que Lucas de Yturriça se hizo depositario de tresientos e tantos
pesos de los bienes de un difunto que se dize Francisco Días segund se contiene
en el depósito que sobre ello pasó ante Pedro de Salinas escribano, declaro
quel dicho depósito no embargante que lo zo el dicho Lucas de Yturriça soy
depositario dellos e que los tengo de pagar, mando que cada que los pidan al
dicho Lucas de Yturriça se paguen de mis bienes a la persona que los oviere de
aver.
E en todo lo al [sic] en el dicho mi testamento contenido mando que quede
en su fuerça e vigor en fe de lo qual otorgué la presente carta de cobdiçillo
ante el escribano público e testigos de yuso scriptos que fue fecha e otorgada
en la dicha çibdad de los Reyes a treinta e un días del mes de otubre año del
naçimiento de nuestro salvador Jesu Christo de mil e quinientos e quarenta e
siete años, testigos que fueron presentes Joan Franco e Jerónimo de Sarria e
Martín Manrique e Pedro Descobar e Lucas de Yturriça estantes en esta dicha
çibdad de los Reyes, e el dicho Niculás de Ribera lo rmó de su nombre en este
registro al qual yo el escribano público yuso scripto doy fe que conosco.
Cobdiçillo de Niculás de Ribera.
Pedro de Salinas, escribano público. Niculás de Ribera.
59
Anexo 2
Fundación del Hospital de San Nicolás de Ica por
Nicolás de Ribera el Viejo
Lima, 13 de mayo de 1556
172
/fol. 338/ [Al margen: Petizión]
Fray Joseph de Isasi Ponse de León religioso, saserdote y procurador general
de corte de la orden y ospitalidad de señor San Juan de Dios, por lo que toca
al convento y ospitalidad del señor San Nicolás Ovispo de la çiudad de Yca,
digo que el dicho convento es interesado en la escritura que presento en debida
forma por ser el prinsipal instrumento de la fundasión de aquel ospital, y porque
se an hecho por mi parte varias y estraordinarias diligensias en orden a que
paresca su registro original el qual no a paresido ni parese, y se a substraído
del osio de Pedro Pérez Landero donde pasó y escrivano ante quien se autuo,
y para resguardo de dicho ospital conviene a su derecho que dicho traslado se
enprotocole conforme a la ley en registros de el presente escribano público,
y que dél se me den los traslados que pidiere autorisados en pública forma y
manera que hagan fe interponiendo Vuestra Merced su autoridad y decreto
judisial conforme a derecho atento a lo qual: A Vuestra Merced pido y suplico
aya por presentado el dicho instrumento que es otorgado en esta çiudad en trese
días del mes de maio de mil y quinientos y çinquenta y seis años ante Alonso de
Valensia escrivano público de quien está signado y rmado sirviéndose de haser
en todo justisia y costas y juro im verbo saçerdotis en ánima de mi parte que esta
relasión es sierta y verdadera. Fray Joseph de Isasi Ponse de León
/fol. 338vta./ [Al margen: Presentación]
En la çiudad de los Reyes en veinte y seis días del mes de junio de mil
y setesientos años ante el señor capitán don Pedro de Castilla Altamirano,
alcalde ordinario de esta dicha ciudad por Su Magestad, se leió esta petisión que
presento el contenido en ella. Y vista por Su Mersed dijo que havía y hubo por
presentado el dicho ynstrumento y atento a las causas que reere esta parte, el
presente escrivano ponga en sus registros protocolos la escritura que se presenta
conforme a la ley i della se den los traslados que se pidieren autorisados en
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
172
AGN, Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, fols. 338-346. Es un traslado hecho en enero de 1571 e
insertado en los registro de este escribano del siglo XVIII.
60
Revista del Archivo General de la Nación
pública forma y manera que hagan fe en los quales y en dicho original Su
Mersed dijo que ynterponía e ynterpuso su autoridad y decreto judisial conforme
a derecho y así lo proveió con pareser del doctor don Joseph Gonsales Terrones
asesor. Don Pedro de Castilla Altamirano. Ante mi Juan de Casas y Morales
escribano público.
Y en conformidad de lo mandado por el decreto de suso yo Juan de Casas y
Morales escrivano del Rey nuestro señor, público del número de esta ciudad de
los Reyes del Perú, puse en mis registros de escrituras públicas la escritura que
se presenta con esta petissión y doy fe es la del thenor siguiente. Juan de Casas
y Morales escrivano público.
[Al margen: Prosigue la escriptura de fundasión]
Yn Dei nomine amen. Sepan quantos esta carta y escriptura pública de
fundasión y datasión de ospital vieren como yo Nicolás de Rivera el Viejo vesino
de esta çiudad de los Reyes provinsias del Perú, digo que por quanto yo vine con
el marqués don Fransisco Pissarro y con los demás españoles que vinieron al
prinsipio a descubrir, conquistar y poblar este /fol. 339/ reino del Perú y ponerle
debaxo de la obediensia y servisio de Su Magestad y de su Real Corona de
España, y ayudé con mi persona, armas y cavallo como los demás a conquistar
y poblar este dicho reino y llevé parte del oro y plata de Caxamalca y otros
despojos que se ubieron sobre dicha conquista y reseví y tomé del dicho marquez
los yndios que en nombre de Su Magestad me encomendó y e tenido y tengo en
el valle de Yca, término de esta dicha çiudad, de los quales e resevido, cobrado
y llevado los tributos y servisios personales y otros aprovechamientos que me an
hecho y dado conforme a la tasa después que se hiso y antes sin ella, y no
envargante que en lo susodicho entendí con buena fe, creyendo ser permitidas
por dicha conquista, y que justa y latamente se podía haser guerra a los naturales
de este reino por ser ineles ansí para que dexasen la gentilidad en que vivían y
se les predicase el sagrado evanxelio de nuestro re- /fol. 339vta./ dentor Christo
y fuesen enseñados en nuestra santa fe cathólica, como por haver Su Magestad
dado facultad y lisensia al dicho marquez para haser la dicha conquista y
predicasión del dicho evanxelio según a Su Magestad le fue cometido y
encomendado por nuestro muy santo padre el Summo Pontíse de la Santa
Yglesia de Roma, y creiendo así mismo que por las dichas causas podía justa y
lísitamente haver parte de los dichos despojos y llevar los dichos tributos y los
demás aprovechamientos y todo lo demás que e avido y llevado y aprovechadome
hasí de los dichos yndios de Yca que e tenido y tengo encomendados como de
otros qualesquier yndios de este reino, con la qual dicha buena fe lo e llevado y
suso y entendido en la dicha poblasión y conquista y en todo lo demás que de
61
suso se contiene, pero porque a causa de no haber enteramente guardado la
orden y lo demás que para /fol. 340/ justicasión de la dicha conquista era
nesesario por haver cometido algunos ecsesos ansí en maltratar a los dichos
yndios como en haverles tomado algunas cosas yndibidamente, o por aber
cobrado o resevido dellos algunos tributos demasiados y fuera de lo que onesta
y buenamente sin mucho travajo ni fatiga de sus personas me podían y devían
tributar, o por haver yo dexado de cumplir con ellos lo que en recompensa de los
dichos tributos, aprovechamientos y servisios era y soy obligado, o por no les
haver dado tan vastante y cumplida dotrina como devía, o por otras causas y
cosas hechas sobre la dicha poblasión y conquista podía y pudo haber incurrido
en algún cargo o cargos de consiensia y sería posible que este obligado a restituir
y pagar a los dichos yndios el tal daño o parte dél o porque deseo y tengo
voluntad de /fol. 340vta./ salir del dicho cargo y satisfaser a todos y qualesquier
yndios a quien por las dichas causas o por alguna dellas este obligado por
tiempo, para satisfasión y enmienda de lo susodicho y por vía de la dicha
restitusión y de cargo o como más convenga a la seguridad y saneamiento de mi
ánima y consiensia y mejor pueda haver y haya lugar de derecho, otorgo y
conosco que hago y fundo un ospital en el dicho valle de Yca en unas casas que
tengo empesadas a edicar y labrar serca del tambo prinsipal del dicho valle
enfrente del dicho tambo, las quales dichas casas señalo para que perpetuamente
para siempre jamás estén y queden dedicadas por tal ospital que sea y se nombre
de la advocación de señor San Nicolás para que en él se acojan y rescivan y
curen los dichos yndios o indias pobres, mendicantes y enfermos del dicho valle
en él, y que aya veinte y sinco camas de un jergón de paja y una fresada en las
que /fol. 341/ se alberguen y se curen los yndios varones o mugeres pobres y
enfermos de qualesquier enfermedades y personas desamparadas que no tengan
quien los alimente ni cure ni quien haga por ellos, y que en las dichas camas los
tengan y curen hasta tanto que mueran o sanen y estén para se poder aiudar y
travajar, y en todo el tiempo que estuvieren en las dichas camas se les dé todo lo
nesesario de mantenimiento y dietas, y mediante se les diga missa las pasquas y
estas solemnes, y después de curados los tales pobres se dé a cada uno dellos
un vestido de ropa de la tierra, al varón su manta y camiseta y a la muger su
anaco y lliquilla, y que así mismo se acojan y resivan al dicho ospital los yndios
de otras partes que yendo su camino asertaren a pasar por el dicho valle y se dé
a cada /fol. 341vta./ uno dellos de comer dos días en el dicho ospital, y para la
paga del clérigo o clérigos que dixeren las dichas missas, y para la sustentasión
de la dicha cassa y ospital y pobres dél, y para la paga de las dichas medisinas y
médico si lo ubiere y de los servidores que en el dicho ospital sirvieren y curaren
los dichos pobres, y para la sustentasión y renovasión del dicho ospital y de las
dichas camas y ropa dellas y de los dichos pobres y para ayuda a enterrar los que
dellos en el dicho ospital fallesieren, y para dar a cada uno de los que en él se
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
62
Revista del Archivo General de la Nación
curaren el dicho vestido y a cada uno de los yndios caminantes la dicha comida
y sustentasión de dos días señalo y doi al dicho ospital para dote y patrimonio
suio dos pares de casas que son en esta ciudad en la calle que va de la plassa a la
puente de /fol. 342/ esta ciudad, que lindan las unas con las de Fransisco de
Vargas y por la otra parte casas del ospital de los naturales de esta dicha çiudad
y las otras casas lindan por una parte con casas de Christóval de Carinisua [sic]
y por delante la calle Real y con tienda de Sereseda. Los quales dichos dos pares
de casas y lo que de oy en adelante sean perpetuamente para siempre jamás del
dicho ospital y las tenga por vienes dotales suios sin que se puedan trocar, vender
ni enagenar y que la renta de las dichas casas se gaste y convierta en los
susodichos. Y ansí cumplido lo susodicho en cada un año y curados y sustentados
y proveídos en la forma susodicha de vestidos y comida a los dichos pobres,
alguna cosa sobrare quiero y es mi voluntad que la tal demasía que sobrare en
cada un año se compre de ropa y vestidos desta tierra /fol. 342vta./ y las piesas
de vestidos que de la dicha sobra se compraren se distribuian y repartan en los
yndios varones y mugeres más pobres y nesesitados que ubiere en el dicho valle
en el dicho repartimiento que así e tenido y tengo encomendado, lo qual se gaste
y distribuia al pareser y disposisión del patrón o patronos que fueren del dicho
ospital, a los quales y a cada uno dellos encargo las consiensias para que lo
hagan justa y derechamente como convenga al servicio de Dios, bien y piedad y
limosna de los dichos pobres y a la seguridad y mejor descargo y saneamiento
de mi ánima y consiensia, y me nombro por patrón del dicho ospital, después de
mis días a Alonso de Rivera mi hijo maior, y después de sus días a un hijo maior,
y si el dicho mi hi- /fol. 343/ jo muriere sin hijos nombro y señalo para después
de sus días por tal a mi hijo segundo por tal patrón, y después de sus días a su
hijo maior, en tal manera que dicho patronasgo subseda en mis desendientes
varones por línea derecha, y lo aya el varón más sercano derechamente
desendiente por la dicha línea, y faltando la línea de los varones subseda en mi
hija maior, y en las demás mugeres que desendieren de mi por línea derecha de
suerte que se preera siempre la muger que fuere maior sercana de el tronco a
falta de varones como se tiene de preferir el valor [sic] más sercano en caso que
lo aia; ruego y encargo al Arsobispo y a otro qualquier prelado, provisor o vicario
general /fol. 343vta./ que es o fuere para siempre jamás de la Santa Yglesia de
esta çiudad de los Reyes que tenga cargo y cuidado de tomar en cada un año
quenta al patrón o mayordomo del dicho ospital o a otra qualquier persona que
entendiere en el servicio dél, y así mismo se tome quenta de los dichos propios
y renta del dicho ospital y de los gastos que de la dicha renta se hisieren para que
atienda y sepa si se gasta y comvierte en servisio del dicho ospital en curar y
sustentar los pobres del y en todo lo demás que de suso va declarado y para que
si algún año se dexare de convertir y gastar la dicha renta o parte della en lo
susodicho haga que se convierta y gaste allo [sic], y por el cuidado /fol. 344/ que
63
a de tener en tomar las dichas quentas y en haser cumplir lo susodicho quiero y
es mi voluntad que halla y lleve para sí el dicho prelado dies pesos de oro a la
dicha renta en cada un año.
Y porque la dicha fundasión y dotasión del dicho ospital lo hago por descargo
y para la dicha seguridad y saneamiento de la dicha mi ánima y consiensia,
quiero y es mi voluntad que mi muger y hijos lo aprueben y tengan por buena y
no la contradigan la dicha mi muger a título de su mitad de ganansias y vienes
multiplicados ni en otra manera, ni los dichos mis hijos a título de su lexitima
ni en otra manera, por quanto los dichos vienes como dicho es yo los adjudico
para la dicha obra pía para el descargo de mi áni- /fol. 344vta./ ma y consiensia,
y porque entiendo que lo que valen o pueden valer los dichos vienes antes más
que menos lo devo en justisia y consiensia a los dichos yndios, y para maior
validasión y rmesa juro por Dios nuestro señor, y por Santa María su madre,
y por las palabras de los santos quatro evanxelios do quier que más largamente
son escritos que es verdad que les devo la dicha quantia y se la quiero satisfaser
y pagar de mis bienes por la orden y forma susodicha y con la dicha obra pía, y
para el cumplimiento de lo que dicho es obligo mi persona y bienes muebles y
raíses abidos y por haver y doy poder cumplido a qualesquier jueses y justisias
de Su Magestad /fol. 345/ de qualesquier reino y juridisión que sean al fuero y
juridision de las quales y de cada una de ellas me someto con la dicha mi persona
y vienes, renunsiando como renunsio mi propio fuero y juridisión, domisilio y
vezindad y la lei sid convenerit de juriditione o num judicum para que las dichas
justisias o qualquiera dellas me compelan y apremien a lo así cumplir y pagar
y haver por rme como si fuese y como si lo que dicho es fuese ansí dado por
sentensia dinitiva de jues competente, y fuese por mi consentida y no apelada
y pasada en cosa jusgada, serca de lo qual renunsio todas y qualesquier leyes,
fueros y derechos y ordenamientos, cartas sé- /fol. 345vta./ dulas de mersed
que en mi favor y contra lo que dicho es sean o ser puedan para que menor
valor, y espesialmente recivo la lei y regla del derecho en que disque jeneral
renunsiasión de leyes fecho nom bala en testimonio de lo qual otorgué esta carta
ante el escrivano público y testigos yuso escritos, doy fe que conosco al dicho
otorgante, que fue fecha y otorgada en la dicha çiudad de los Reyes a trese días
del mes de de mayo de mil y quinientos y sinquenta y seis años, testigos que
fueron presentes a lo que dicho es Alonso de Ovando y Lorenso Estupinsini
[sic] y el padre Lorenso Domingues vesinos y estantes en la dicha /fol. 346/
çiudad, Nicolás de Rivera y yo Alonso de Valensia escrivano de Su Magestad
y público del número de esta çiudad de los Reyes presente fui en uno con los
dichos testigos al otorgamiento de esta carta y lo se escrivir e se mi signo en
testimonio de verdad. Alonso de Valensia escrivano público.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
64
Revista del Archivo General de la Nación
Fecho y sacado, corregido y consertado fue este traslado con el original de
donde se sacó en la çiudad de los Reyes a dies y seis días del mes de henero de
mil y quinientos y setenta y uno, testigos que fueron presentes a lo ver sacar,
corregir y consertar con el original Juan de Quintero, Francisco López de Medina
y Pedro de Valensia estantes en esta çiudad. E yo Alonso de Valensia escrivano
de Su Magestad y público del número de esta çiudad de los Reyes, presente fui
en uno con los dichos testigos al sacar, corregir y consertar este dicho traslado
con el original y lo se escribir y se aquí este mi signo en testimonio de verdad.
Alonso de Valensia escribano público.
Según que lo susodicho consta y parese por la dicha escritura que está y queda
en mis rejistros a que me remito y para que de ello conste del dicho pedimiento
y mandato por la petición y auto que va por cavesa de este testimonio, doy
el presente en los Reyes a veinte de agosto de mil y setecientos años siendo
testigos a le ver sacar, corregir y consertar don Luis de la Parra, Ignacio Macinas
y Juan de Herrera.
E ze mi signo en testimonio de verdad, Juan de Casas y Morales, escribano
público.
Anexo 3
Codicilo de Nicolás de Ribera el Viejo
Lima, 4 de enero de 1563
173
/fol. 334/ Yo Alonso de Valençia escribano de Su Magestad público del
número desta çibdad de los Reyes doy fe que en esta dicha çibdad quatro días
del mes de henero que pasó deste año de la fecha desta fe, en mi presençia y de
los testigos yuso scriptos Niculás de Ribera defunto que Dios aya zo y otorgó
su cobdeçillo debaxo del qual murió, y entre las cláusulas dél está una cláusula
su thenor de la qual con la cabeça y pie del dicho cobdeçillo es esto que se sigue.
En el nombre de Dios amén. Sepan quantos esta carta vieren como yo
Niculás de Ribera el Viejo vezino desta çibdad de los Reyes destos reynos del
Perú, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad y en mi buen seso y
173
AGN, Pedro de Espino Alvarado, 303, 1743, fols. 334-337. Es un traslado hecho en junio de 1563 e
insertado en los registro de este escribano del siglo XVIII.
65
entendimiento y cumplida y buena memoria, tal qual plugo a mi señor Jesu
Christo de me le querer dar y themiéndome de la muerte que es cosa natural de
la qual persona del mundo no puede escapar, deseando la salvaçión de mi ánima
y descargo de mi conçiençia como todo el christiano lo debe hazer, otorgo e
conozco e digo que por quanto yo tengo hecho y otorgado mi testamento antel
presente escribano en veinte y siete días del mes de otubre de mil y quinientos
y çinquenta y ocho años, y porque después que lo hordené han subçedido cosas
por donde conviene a mi conçiençia quitar dél algunas cláusulas y añadir otras
de nuevo, que conviene al descargo de mi conçiençia y poniéndolo en efeto
otorgo e conozco que hago y hordeno este mi cobdeçillo en la forma y manera
siguiente.
Yten digo que por quanto yo soi de los primeros descubridores y pobladores
desta tierra y vine a ella en conpañía del marqués don Francisco Piçarro, y atento
que venían a ella /fol. 334vta./ [Al margen: Se paguen en 3 pares de casas] por
horden de Su Magestad al descubrimiento de la tierra y por esto e por ser los
yndios yneles me pareçió que con buena conçiençia nos podríamos aprovechar
de los despojos y cosas que en ellos oviese y no ostante que no me hallé en
Caxamalca ni en la prisión y muerte de Atabalipa, pero de los aprovechamientos
generales de la tierra he avido y aprovechadome en contía de seis mil pesos de
oro en plata ensayada e marcada mando que estos seis mil pesos se paguen y
den en tres pares de casas que yo tengo a las espaldas de los herederos de Martín
Piçarro que nuevamente tengo edicado que por todas partes tienen por linderos
posesiones del dicho Martín Piçarro y por delante y por el lado las calles del Rey,
las quales valen bien validos siete mil pesos de oro en plata ensayada e marcada,
los quales dichos seis mil pesos coneso que los debo bien debidos a los yndios
deste reyno en general de cosas que les e llevado y me he aprovechado dellos.
[Al margen: Los de su encomienda]
Yten declaro que demás de lo que hasta oy he pagado y dado y soltado a
los indios de Hica de mi encomienda, he hecho y averiguado quenta con mi
conçiençia y consultado con teólogos y letrados de letras y conçiençia que dello
tienen esperiençia, coneso que les debo y soy a cargo ocho mil pesos de oro en
plata ensayada e marcada, mando que se les paguen de mis bienes en la forma
y manera siguiente.
/fol. 335/ [Al margen: La renta que rentaren los 3 hospitales]
Los mil pesos dellos en los mil pesos que sobran de los dichos tres pares
de casas que ansí sitúo y señalo para que se paguen los seis mil pesos que ansí
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
66
Revista del Archivo General de la Nación
devo en general a los yndios deste reyno a cunplimiento de los dichos siete mil
pesos que al presente valen, y toda la renta que rentaren de oy en adelante es mi
voluntad que se haga tres partes y la una de ellas la aya el ospital de los naturales
desta çibdad, y la otra terçia parte la aya el ospital de los naturales de la çibdad
del Cuzco, y la otra terçia parte lo aya el ospital que tengo fundado en el valle
de Hica que ha nonbre San Niculás. La qual dicha renta que ansí rentaren las
dichas tres pares de casas este sienpre yndivisa e por parte y della se reparen las
dichas casas de los ediçios y mejoramientos que tuvieren nesçesidad de oy en
adelante, y pagados los ediçios y mejoramientos ayan la renta que sobrare los
dichos tres hospitales, sucedo corra tal que les cupiere para sienpre jamás no
obstante que los dichos yndios de Hica tengan en las dichas casas los dichos
mil pesos de oro porque no obstante que se les pagan allí para el descargo de
mi conçiençia, no conviene que gozen más de la dicha terçia parte de lo que
rentaren las dichas casas ni cobren ni puedan cobrar los dichos mil pesos sino
que sienpre los tengan allí y estén situados en la dicha renta; y los siete mil pesos
restantes que ansí les quedo deviendo mando que los quatro mil pesos dellos
se les paguen dentro de quatro años /fol. 335vta./ en cada un año mil pesos, y
como se fueren pagando se conpre con ellos tanta renta como se pudiere conprar
en posesiones o en çensos o en aquello que más seguro esté la dicha renta a
paresçer de mis albazeas o de qualquier dellos, y la dicha renta que se conprare
con los dichos quatro mil pesos se destribuya en la comunidad de los yndios de
mi encomienda del dicho valle de Hica y sea patrón desta memoria y de la renta
que rentaren las dichas tres pares de casas que mando se destribuyan en los tres
ospitales susodichos el patrón que tengo nonbrado en la doctaçión y fundaçión
del dicho ospital de Hica por la horden y forma que en la dicha scriptura se
declara y con los grabámenes y condiçiones y estatutos que en la dicha scriptura
se contiene, sin que el dicho nonbramiento de patronadgo se ynove ni quite cosa
alguna, y los tres mil pesos restantes a cumplimiento de los dichos ocho mil
pesos mando que de mis bienes se les paguen dentro de tres años después de mi
fallesçimiento los quales se les den y paguen en ganados y otras cosas que a la
dicha doña Elvira Dávalos mi muger le paresçiere que lo valgan e monten, los
quales dichos ganados y cosas que ansí se les dieren en pago de los dichos tres
mil pesos se destribuyan en la comunidad de los yndios del dicho valle de Hica
de mi encomienda a paresçer de los dichos mis albazeas o qualquier dellos; los
quales dichos catorze mil pesos susodichos y declarados que ansí debo a los
yndios deste reyno en general /fol. 336/ que son seis mil pesos y los ocho mil
pesos que debo a los dichos yndios del valle de Hica de mi encomienda que por la
forma susodicha mando pagar de mis bienes, coneso y declaro que se los debo
bien debidos de muchas cosas que les soi a cargo y me he aprovechado dellos,
que suman y montan otra mayor cantidad y lo que aquí no va declarado se lo he
pagado por quanto yo lo he avido y aprovechado dello en general e particular
67
como esta dicho y declarado que de la prueba y averiguación dello relievo a los
dichos naturales y qualquier dellos, y si Dios nuestro señor fuere servido de me
dar salud de la enfermedad que al presente tengo prometo y me obligo de se lo
dar e pagar a ellos o a quien por ellos de derecho tuviere abçión a me los pedir
por la forma y horden y a los plazos y de la manera que esta dicho y declarado, y
para lo ansí pagar y cunplir obligo mi persona e bienes muebles e raizes avidos e
por aver y encargo y mando a mis herederos y albazeas y a qualquier dellos que
sin embargo de pleito ni dilaçión alguna paguen los dichos catorze mil pesos de
mis bienes, siendo Dios servido de me llevar desta enfermedad, por la forma y
horden y a los plazos y con las condiçiones que esta dicho y declarado y ruego e
pido por merced a las justicias de Su Magestad que por todo rigor de derecho o
vía executiva me conpelan a mí y a los dichos mis herederos y albazeas a cunplir
y pagar lo susodicho segund y de la forma que esta dicho y declarado bien ansí
como si lo que dicho es fuese sentencia dinitiva de juez conpetente por
consentida e pasada en cosa juzgada, en razón de lo qual renuncio qualesquier
leyes, fueros e derechos y hordenamientos que en mi favor o de los dichos mis
herederos sean e ser puedan, y especialmente la ley e regla del derecho /fol.
336vta./ en que dize que general renunciación fecha de leyes no vala, e para
mayor rmeza e validaçión juro por Dios e por Santa María e por la señal de la
cruz que fago con los dedos de mis manos que estos dichos catorze mil pesos
les debo a los dichos yndios segund esta dicho y declarado y que no lo he hecho
ni hago por defraudar a mis herederos sino porque ansí conviene al descargo de
mi conçiençia por deber como los debo a los dichos naturales líquidamente de
cosas que les soy y he sido a cargo y me he aprovechado dellos con las quales
a sido causa y aparejo para alcançar los bienes que al presente tengo y poseo y
se an convertido en pro y utilidad de los dichos mis bienes y si por caso Dios
nuestro señor fuere servido de me dar salud de la enfermedad que al presente
tengo prometo so cargo del dicho juramento de no ir ni venir contra lo susodicho
ni contra parte dello agora ni en ningúnd tiempo antes prometo de lo cunplir
y pagar por la forma y horden y a los plazos y de la manera que esta dicha y
declarada como debda liquida que debo y soi obligado a pagar.
Yten por quanto en el dicho mi testamento dexo nonbrados por mis albazeas
a Niculás de Ribera el moço y a Gerónimo de Silva, vezino desta çibdad, por la
presente revoco, caso e anulo el dicho nonbramiento y en lugar de los susodichos
nonbro al muy reverendo padre fray Domingo de Santo Tomás de la horden de
los predicadores electo obispo de los Charcas, y a Gil Ramírez Dávalos y a doña
Elvira Dávalos mi mujer y Lorenço Estopiñan de Figueroa, a quien nonbro en
el dicho mi testamento, a los quales todos quatro juntamente y a cada uno dellos
por si yn solidund les doy poder cunplido tal qual de derecho se requiere para
que entren en mis bienes y tomen tanta parte quanta fuere menester y los vendan
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
68
Revista del Archivo General de la Nación
e rematen /fol. 337/ en pública almoneda o fuera della, y de su valor cunplan e
paguen este mi cobdeçillo juntamente con mi testamento como en él y en este
mi cobdeçillo se contiene y qual ellos y qualquier dellos hizieren por mi ánima
tal depare Dios nuestro señor quien lo haga por las suyas quando deste mundo
vayan e más menester ayan.
E con estas cláusulas y declaraciones susodichas contenidas en este mi
cobdeçillo retico y apruebo el dicho mi testamento en todo lo demás que en él
esta hordenado e mandado e si es necesario lo torno a otorgar de nuevo para que
juntamente se cunpla y execute con este mi cobdeçillo porque ansí conviene al
descargo de mi conçiençia y con ella es acabada mi nal e postrimera voluntad,
en testimonio de lo qual otorgué la presente carta ante el escribano público
e testigos yuso scriptos en el registro del qual lo rmé de mi nonbre e yo el
presente escribano público doy fe que conozco al dicho otorgante, que es fecha
la carta en la dicha çibdad de los Reyes quatro días del mes de henero de mil y
quinientos y sesenta y tres años, siendo presentes por testigos Gines de Torres
e Martín Yáñez y Diego de Niebla y Juan Camacho y Sebastián de Castañeda
e Juan de Iturrieta residentes en esta çibdad. Niculás de Ribera. Alonso de
Valençia escribano público.
Segúnd lo susodicho por el dicho cobdeçillo paresçe a que en todo me reero
y de pedimento de Francisco de la Cruz en nonbre y como mayordomo del
ospital de los naturales de esta çibdad di esta fe que es fecha en los Reyes a
veinte y uno de junio de mil y quinientos y sesenta e tres años y la ze escribir
e ze aquí este mi signo a testimonio de verdad.
Alonso de Valençia
Escribano Público
69
Ilustraciones
Poder rmado por Nicolás de Ribera el Viejo a favor de Antonio de Melgar, para que
pueda cobrar todo el ganado tomado por “Gonçalo Piçarro e sus secaçes”. Lima, 6
de octubre de 1547. (Archivo General de la Nación)
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
70
Revista del Archivo General de la Nación
Detalle de la Carta Universal (1529) de Diego Ribero con uno de los primeros trazos
de la costa peruana hasta Chincha.
(Copia de Johann Georg Kohl)
71
Referencias
ACOSTA, Joseph de
2006 Historia natural y moral de las Indias (edición de Edmundo O’Gorman).
México: Fondo de Cultura Económica.
ANELLO OLIVA, Giovanni
1998 Historia del reino y provincias del Perú (edición de Carlos M. Gálvez
Peña). Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú.
BATAILLON, Marcel
2007 Erasmo y España. Estudio sobre la historia espiritual del siglo XVI.
México: Fondo de Cultura Económica.
BENZONI, Jerónimo
1967 La historia del mundo nuevo (edición de Carlos Radicati). Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
BROMLEY, Juan
1935 La fundación de la Ciudad de los Reyes. Lima: Concejo Provincial de
Lima.
BUSTO DUTHURBURU, José Antonio del
1989 Los trece de la fama. Lima: Librería Studium.
1994 Historia general del Perú. Tomo IV. La conquista. Lima: Editorial Brasa.
1995 Fundadores de ciudades en el Perú (siglo XVI). Lima: Petroperú.
2000-2001 Pizarro. Lima: Ediciones Copé. 2 tomos.
2000a Túpac Yupanqui, descubridor de Oceanía. Lima: Editorial Brasa.
2006 Historia cronológica del Perú. Lima: Ediciones Copé.
CALANCHA, Antonio de la
1974-1982 Crónica moralizada (edición de Ignacio Prado Pastor). Lima: Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. 6 tomos.
CARANDE, Ramón.
1977 Carlos V y sus banqueros. Barcelona: Editorial Crítica. 2 tomos.
CASAS, Bartolomé de las
1997 Tratados (edición de Lewis Hanke et al.). México: Fondo de Cultura
Económica. 2 tomos.
CASAS GRIEVE, Mercedes de las (editora)
2003 Relación de las cosas acaescidas en las alteraciones del Perú después que
Blasco Núñez Vela entró en él. Lima: Ponticia Universidad Católica del
Perú.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
72
Revista del Archivo General de la Nación
CIEZA DE LEÓN, Pedro de
1984 Crónica del Perú. Primera parte (edición de Franklin Pease). Lima:
Ponticia Universidad Católica del Perú.
1985 Crónica del Perú. Segunda parte (edición de Francesca Cantù). Lima:
Ponticia Universidad Católica del Perú.
1989 Crónica del Perú. Tercera parte (edición de Francesca Cantù). Lima:
Ponticia Universidad Católica del Perú.
1991 Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen I. Guerra de Las Salinas (edición
de Pedro Guibovich Pérez). Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú.
1994 Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen II. Guerra de Chupas (edición de
Gabriela Benavides de Rivero). Lima: Ponticia Universidad Católica del
Perú.
1994a Crónica del Perú. Cuarta parte. Volumen III. Guerra de Quito (edición de
Laura Gutiérrez Arbulú). Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú. 2
tomos.
COBO, Bernabé
1882 Historia de la fundación de Lima (edición de Manuel González de la Rosa).
Lima: Imprenta Liberal.
CUSI YUPANQUI, Titu
1992 Instrucción al licenciado Lope García de Castro (1570). Lima: Ponticia
Universidad Católica del Perú.
CUSHNER, Nicholas P.
1980 Lords of the Land: Sugar, Wine, and Jesuit Estates of Coastal Peru, 1600-
1767. Nueva York: State University of New York.
ERCILLA, Alonso de
1966 La Araucana (edición de Concha de Salamanca). Madrid: Aguilar.
ESPINOSA SORIANO, Waldemar
1990 La destrucción del imperio de los incas. Lima: Amaru Editores.
FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo
1851-1855 Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar
Océano. Madrid: Real Academia de la Historia. 4 tomos.
FOSSA, Lydia
2006 Narrativas problemáticas: los inkas bajo la pluma española. Lima:
Ponticia Universidad Católica del Perú, Instituto de Estudios Peruanos.
GARCILASO DE LA VEGA, Inca
1977 Historia general del Perú (edición de Gustavo Pons Muzzo). Lima:
Editorial Universo. 3 tomos.
1985 Comentarios reales de los incas (edición de César Pacheco Vélez). Lima:
Banco de Crédito del Perú.
73
GERBI, Antonello
1992 La naturaleza de las Indias Nuevas. De Cristóbal Colón a Gonzalo
Fernández de Oviedo. México: Fondo de Cultura Económica.
GÓMEZ PÉREZ, María del Carmen
1985 Pedro de Heredia y Cartagena de Indias. Sevilla: Escuela de Estudios
Hispano-Americanos de Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones
Cientícas.
GÓNGORA, Mario
1962 Los grupos de conquistadores en Tierra Firme (1509-1530). Fisonomía
histórico-social de un tipo de conquista. Santiago: Universidad de Chile,
Centro de Historia Colonial.
HAMPE MARTÍNEZ, Teodoro
1989 Don Pedro de la Gasca (1493-1567). Su obra política en España y América.
Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú.
2012 “El Licdo. Polo Ondegardo (ca. 1520-1575). Biografía de un jurista
castellano en los Andes coloniales”. En Gonzalo Lamana Ferrario (editor),
Pensamiento colonial crítico. Texto y actos de Polo Ondegardo. Lima:
Instituto Francés de Estudios Adinos, Centro Bartolomé de las Casas, 2012.
HEMMING, John
1993 The Conquest of the Incas. Londres: Pan Books.
HEYERDAHL, Thor
1996 La expedición de la “Kon-Tiki”, Lima: Biblioteca Nacional del Perú.
Hyslop, John
2014 Qhapaqñan. El sistema vial inkaiko. Lima: Ediciones Copé.
JEREZ, Francisco de.
1917 “Verdadera relación de la conquista del Perú”. En Horacio H. Urteaga
(editor). Colección de libros y documentos referentes a la historia del Perú.
Tomo V. Lima: Imprenta y Librería Sanmarti, 1917.
JOUVE MARTÍN, José Ramón
2014 The black doctors of colonial Lima: science, race, and writing in colonial
and early Republican Peru. Quebec: McGill-Queen’s University Press.
LAFAYE, Jacques
1999 Los conquistadores. Figuras y escrituras. México: Fondo de Cultura
Económica.
LAVALLÉ, Bernard
2005 Francisco Pizarro: biografía de una conquista. Lima: Instituto Francés de
Estudios Andinos, Instituto de Estudios Peruanos, Embajada de Francia en
el Perú, Instituto Riva-Agüero.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
74
Revista del Archivo General de la Nación
LAZO GARCÍA, Carlos
1992 Economía colonial y régimen monetario. Perú: siglos XVI-XIX. Lima:
Banco Central de Reserva del Perú. 3 tomos.
LEONARD, Irving A
1996 Los libros del conquistador. México: Fondo de Cultura Económica.
LOCKHART, James
1982 El mundo hispanoperuano, 1532-1560. México: Fondo de Cultura
Económica.
1987 Los de Cajamarca. Un estudio social y biográco de los primeros
conquistadores del Perú. Lima: Editorial Milla Batres. 2 tomos.
LOHMANN VILLENA, Guillermo
1947 Los americanos en las órdenes nobiliarias. Madrid: Consejo Superior de
Investigaciones Cientícas. 2 tomos.
1971 “Notas sobre la estela de la inuencia lascasiana en el Perú. El licenciado
Falcón y las corrientes criticistas”. Anuario de Historia del Derecho
Español, tomo XLI. Madrid: Instituto Nacional de Estudios Jurídicos.
1983 Los regidores perpetuos del Cabildo de Lima (1535-1821). Sevilla:
Diputación Provincial de Sevilla.
1986 Francisco Pizarro. Testimonios: documentos ociales, cartas y escritos
varios. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cientícas, Centro de
Estudios Históricos, Departamento de Historia de América “Fernández de
Oviedo”.
1994 “Los corsos: una hornada monopolista en el Perú en el siglo XVI”. Anuario
de Estudios Americanos, tomo LI. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-
Americanos.
LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco
1993 Historia general de las Indias (edición facsimilar de Franklin Pease). Lima:
Comisión Nacional del Descubrimiento de América-Encuentro de dos
Mundos.
LÓPEZ MARTÍNEZ, Héctor
1970 Diego Centeno y la rebelión de los encomenderos. Lima: P.L. Villanueva.
MARTÍN RUBIO, María del Carmen
2014 Francisco Pizarro. El hombre desconocido, Oviedo: Ediciones Nobel.
MASUDA, Shozo
1987 “El pensamiento de Cieza de León”. Cuadernos de Historia, número 7.
Santiago: Universidad de Chile.
MATICORENA ESTRADA, Miguel
1955 “Cieza de León en Sevilla y su muerte en 1554. Documentos”. Anuario
de Estudios Americanos, tomo XII. Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-
Americanos.
75
1966 “El Contrato de Panamá, 1526, para el descubrimiento del Perú”. Caravelle.
Cahiers du monde hispaniquer et luso-brésilien, volumen 7, número 1.
Toulouse: Université Toulouse.
1979 El vasco Pascual de Andagoya inventor del nombre del Perú”. Cielo
Abierto, volumen II, número 5. Lima.
2000 San Marcos de Lima, universidad decana de América. Una argumentación
histórica-jurídica. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
2005 “La caída del Imperio incaico. Un dato de Atahualpa”. Revista Histórica,
tomo XLI. Lima: Academia Nacional de la Historia.
MENA GARCÍA, María del Carmen
1984 La sociedad de Panamá en el siglo XVI. Sevilla: Diputación Provincial de
Sevilla.
MENDIBURU, Manuel de
1874-1890 Diccionario histórico-biográco del Perú. Lima: [Imprenta de Francisco
Solis]. 8 tomos.
MURRA, John Víctor
2004 El mundo andino. Población, medio ambiente y economía. Lima: Instituto
de Estudios Peruanos, Ponticia Universidad Católica del Perú.
OLMEDO JIMÉNEZ, Manuel
1990 Jerónimo de Loaysa O.P., pacicador de españoles y protector de naturales.
Granada: Universidad de Granada.
OVIEDO, José Miguel
1986 La edad del oro. Barcelona: Tusquets Editores.
PALMA, Ricardo
1982 Tradiciones peruanas. Barcelona: Ediciones Océano. 4 tomos.
PEASE, Franklin
2010 Las crónicas y los Andes. Lima: Fondo de Cultura Económica.
PÉREZ DE TUDELA BUESO, Juan
1964 Documentos relativos a don Pedro de la Gasca y a Gonzalo Pizarro.
Madrid: Real Academia de la Historia, 1964. 2 tomos.
PIZARRO, Pedro
2013 Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú. Lima:
Fondo de Cultura Económica.
POMA DE AYALA, Felipe Guaman
2008 Nueva corónica y buen gobierno (edición de Franklin Pease). Lima: Fondo
de Cultura Económica. 3 tomos.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563
76
Revista del Archivo General de la Nación
PORRAS BARRENECHEA, Raúl
1944-1948 Cedulario del Perú. Siglos XVI, XVII y XVIII. Lima: Ministerio de
Relaciones Exteriores. 2 tomos.
1954 Fuentes históricas peruanas, Lima: Juan Mejía Baca y P.L. Villanueva.
1976 Pizarro. Lima: Editorial Pizarro.
1986 Los cronistas del Perú (1528-1650). Lima: Banco de Crédito del Perú.
PRESCOTT, Guillermo
1972 Historia de la conquista del Perú. Lima: Editorial Universo. 3 tomos.
PUENTE BRUNKE, José de la
1992 Encomienda y encomenderos en el Perú. Estudio social y político de una
institución colonial. Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla.
REGALADO DE HURTADO, Liliana
1997 El inca Titu Cusi Yupanqui y su tiempo. Lima: Ponticia Universidad
Católica del Perú.
RIVA AGÜERO. José de la
1963 Estudios de historia peruana: la conquista y el virreinato. Obras completas
VI. Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú.
1983 El primer alcalde de Lima: Nicolás de Ribera el Viejo y su posteridad. En
Estudios de genealogía peruana. Obras Completas VIII. Lima: Ponticia
Universidad Católica del Perú.
ROSENBLAT, Ángel
2002 El español de América. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
ROSTWOROWSKI, María
1988 Historia del Tahuantinsuyu. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
2001 Pachacutec. Obras completas I. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
2003 Doña Francisca Pizarro: una ilustre mestiza, 1534-1598. Lima: Instituto
de Estudios Peruanos.
2005 Ensayos de historia andina I: Élites, etnias, recursos. Obras completas V.
Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
2005a Ensayos de historia andina II: Pampas de Nasca, género, hechicería.
Obras completas VI. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
SANCHO, Pedro
1917 “Relación para su Majestad de lo sucedido en la conquista y pacicación de
estas provincias de la Nueva Castilla y de la calidad de la Tierra, después
que el capitán Hernando Pizarro se partió y llevó a su Majestad la relación
de la victoria de Caxamalca y de la prisión del cacique Atabalipa”. En
Horacio H. Urteaga (editor), Colección de libros y documentos referentes a
la historia del Perú. Tomo V. Lima: Imprenta y Librería Sanmarti.
77
SANTO TOMÁS, Domingo de
1951 Grammática o arte de la lengua general de los indios de los Reynos del
Perú (edición facsimilar de Raúl Porras Barrenechea). Lima: Universidad
Nacional Mayor de San Marcos.
1951a Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perú (edición facsimilar
de Raúl Porras Barrenechea). Lima: Universidad Nacional Mayor de San
Marcos.
TORRES DE MENDOZA, Luis (editor)
1867 Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y
organización de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía.
Tomo VII. Madrid: Ministerio de Ultramar.
TRELLES ARÉSTEGUI, Efraín
1991 Lucas Martínez Vegazo: funcionamiento de una encomienda peruana
inicial. Lima: Ponticia Universidad Católica del Perú.
VARÓN GABAI, Rafel
1997 La ilusión del poder: apogeo y decadencia de los Pizarro en la conquista del
Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Instituto Francés de Estudios
Andinos.
ZÁRATE, Agustín de
1944 Historia del descubrimiento y conquista del Perú (edición de Jan M.
Kermenic). Lima: Lib. e Imp. D. Miranda.
ZAVALA, Silvio
1978 El servicio personal de los indios en el Perú (extractos del siglo XVI).
México: El Colegio de México. 3 tomos.
1993 Por la senda hispana de la libertad. México: Fondo de Cultura Económica.
El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563