Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra
Señora de Atocha de escribanos limeños en el siglo XVII
Richard Chuhue Huamán
1
Resumen
Durante mucho tiempo (debido principalmente a la pluma de diversos
escritores satíricos) se ha configurado a los escribanos como personajes
cuyo pensamiento y acción estaba direccionado básicamente a un provecho
económico producto de su conocimiento legal. En el presente artículo
exploramos un ejemplo de caridad practicado por integrantes de este oficio
en el siglo XVII limeño, a la vez que damos luces sobre su organización
como hermandad y el desempeño de algunos de sus principales miembros,
un tema también ignorado por la historiografía peruana.
Palabras clave: Escribanos, Hermandad, Caridad barroca, Corporaciones,
Lima.
Abstract
For a long time (mainly due to the writings of various satirists) notaries
were configured as people whose thought and action were directed basically
to an economic advantage as a result of their legal knowledge. This paper
explore an example of charity practiced by members of this job in Lima
seventeenth century, showing their organization as brotherhood and the
performance of some of its leading members, an item ignored too by the
Peruvian historiography.
Keywords: Notaries, Brotherhood, Baroque piety, Corporations, Lima.
1. Antecedentes: el oficio de escribano
1
Historiador UNMSM. Agradezco los comentarios y aportes al presente texto efectuados por los
profesores Francisco Quiroz y Carlota Casalino en sus respectivos cursos en la Maestría en Historia
de la universidad de San Marcos, así como el apoyo de los colegas y amigos Sandro Covarrubias, Liz
Ponce y Kelly Montoya Estrada.
39
El papel de los escribanos (o su acepción actual de notarios) ha acompañado
al hombre desde tiempos muy remotos. El rol de estos personajes y el
ejercicio de su labor adquieren particular relevancia en la vida social, en la
regulación de la población a las normas y en el uso de la legislación e
instrumentos del derecho que permitían controlar a las sociedades.
Etimológicamente escribano o escriban son palabras que derivan del latín
scribanus que a su vez proviene del vocablo scriba, que se usaba para designar
al individuo que por oficio público estaba autorizado para anotar y dar fe de
los actos que pasaban ante él, asuntos sobre los que se quería dejar constancia
escrita, lo cual se lograba a pedido de parte.
2
Este conocimiento les permitió
sobresalir en sociedades en las que predominaba el analfabetismo y solo una
minoría podía leer y acceder a la escritura.
3
Debido a esta habilidad, pronto el
término se utilizó para designar también a aquellas personas que con su
presencia pasaban a certificar la verdad de los datos contenidos en los
documentos que redactaba y refrendaba, los cuales fueron denominados
instrumentos públicos, por poder hacerse uso de ellos en juicios. Eran por
tanto, depositarios de la fe pública, por lo que se les exigía “buena vida y fama,
[ser] fieles y legales, y que guardasen secreto”.
4
Los escribanos fueron llamados también “tabeliones” o “cursores” (por la
celeridad con la que debían escribir), “cartularios” (derivado de la palabra
carta con la que se denominaba a todo instrumento o escritura), “actuarios” o
“secretarios” (porque los escritos dados ante ellos debían utilizarse en actos
judiciales y por el deber de guardar el secreto de los procesos que se
ejecutaban ante ellos) y “notarios (por las notas abreviadas o minutas que
tomaban de lo indicado por las partes que trataban sus asuntos en su
presencia, a fin de poder ordenar luego y extender con la solemnidad,
cláusulas de estilo y formulismos legales que debían enmarcar los
instrumentos). Tales eran los desdoblamientos de la función en este oficio.
5
Eran entonces una clase de funcionarios con cierto nivel de cultura general y
específica en temas legales, hecho que les permitía distinguirse del común y
conllevaba prerrogativas y consideraciones privilegiadas.
Siendo históricamente la aparición de registros escritos (en papel) los que dan
origen a esta actividad y labor, surge a la par la necesidad de contar con una
2
MARTIN GIJON, José, Estudios sobre el oficio de escribano en Castilla durante la edad moderna,
en Centenario de la Ley de Notariado, sección 1, Estudios Históricos, Vol. I. Madrid, 1964, p. 280.
3
HERZOG, Tamar, Mediación, archivos y ejercicio. Los escribanos de Quito (siglo XVIII)., Vittorio
Klostermann, Frankfurt am Main ,1996, p. 15.
4
DE PALOMARES, Thomás, Estilo nuevo de escrituras públicas, Imprenta Real, Madrid, 1656, p. 1.
5
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, librería de la señora
viuda e hijos de D. Antonio Calleja editores. Tercera edición, Madrid, 1847, p. 724.
40
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
El papel de los escribanos (o su acepción actual de notarios) ha acompañado
al hombre desde tiempos muy remotos. El rol de estos personajes y el
ejercicio de su labor adquieren particular relevancia en la vida social, en la
regulación de la población a las normas y en el uso de la legislación e
instrumentos del derecho que permitían controlar a las sociedades.
Etimológicamente escribano o escriban son palabras que derivan del latín
scribanus que a su vez proviene del vocablo scriba, que se usaba para designar
al individuo que por oficio público estaba autorizado para anotar y dar fe de
los actos que pasaban ante él, asuntos sobre los que se quería dejar constancia
escrita, lo cual se lograba a pedido de parte.
2
Este conocimiento les permitió
sobresalir en sociedades en las que predominaba el analfabetismo y solo una
minoría podía leer y acceder a la escritura.
3
Debido a esta habilidad, pronto el
término se utilizó para designar también a aquellas personas que con su
presencia pasaban a certificar la verdad de los datos contenidos en los
documentos que redactaba y refrendaba, los cuales fueron denominados
instrumentos públicos, por poder hacerse uso de ellos en juicios. Eran por
tanto, depositarios de la fe pública, por lo que se les exigía “buena vida y fama,
[ser] fieles y legales, y que guardasen secreto”.
4
Los escribanos fueron llamados también “tabeliones” o “cursores” (por la
celeridad con la que debían escribir), “cartularios” (derivado de la palabra
carta con la que se denominaba a todo instrumento o escritura), “actuarios” o
“secretarios” (porque los escritos dados ante ellos debían utilizarse en actos
judiciales y por el deber de guardar el secreto de los procesos que se
ejecutaban ante ellos) y “notarios (por las notas abreviadas o minutas que
tomaban de lo indicado por las partes que trataban sus asuntos en su
presencia, a fin de poder ordenar luego y extender con la solemnidad,
cláusulas de estilo y formulismos legales que debían enmarcar los
instrumentos). Tales eran los desdoblamientos de la función en este oficio.
5
Eran entonces una clase de funcionarios con cierto nivel de cultura general y
específica en temas legales, hecho que les permitía distinguirse del común y
conllevaba prerrogativas y consideraciones privilegiadas.
Siendo históricamente la aparición de registros escritos (en papel) los que dan
origen a esta actividad y labor, surge a la par la necesidad de contar con una
2
MARTIN GIJON, José, Estudios sobre el oficio de escribano en Castilla durante la edad moderna,
en Centenario de la Ley de Notariado, sección 1, Estudios Históricos, Vol. I. Madrid, 1964, p. 280.
3
HERZOG, Tamar, Mediación, archivos y ejercicio. Los escribanos de Quito (siglo XVIII)., Vittorio
Klostermann, Frankfurt am Main ,1996, p. 15.
4
DE PALOMARES, Thomás, Estilo nuevo de escrituras públicas, Imprenta Real, Madrid, 1656, p. 1.
5
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, librería de la señora
viuda e hijos de D. Antonio Calleja editores. Tercera edición, Madrid, 1847, p. 724.
persona que sea encargada no solo de escribir en ellos, sino también de
cerciorar los acuerdos entre las partes, el cumplimiento de las disposiciones
legales o administrativas y en especial y no menos importante: el asegurarse de
que dicha producción o sustento legal se albergara y resguardara, archivándose
correctamente.
6
Los Tabelliones romanos son considerados por muchos como los verdaderos
antecesores o precursores de los notarios. Su labor fue dar fe los contratos y
acuerdos privados, pudiendo autentificar dichos compromisos pues debían
colocar en ellos su sello y firma. A su vez tenían también la tarea de citar a
testigos que sostuvieran la verdad de sus escritos. Además no solo
transcribían los documentos sino que fomentaban la conservación
conveniente de ellos custodiándolos en un registro. Por su conocimiento de
los formatos y vericuetos legales para la correcta elaboración de diversos
escritos, era solicitado por la población en busca de asesoría en el tema. Con
el auge y expansión del Imperio Romano, se dio un necesario proceso de
adaptación de las poblaciones conquistadas a las leyes y costumbres
imperiales, fomentándose la participación de personas dedicadas a registrar
los contratos. La labor de los Tabeliones y su producción documental se ve
respaldada por la Constitución loanni Praefecto, que norma la estricta
intervención de estos personajes para cualquier transacción, así como su
intervención y vigilancia en la conservación de la Scheda (antecedente de
las actuales minutas). Estos precedentes tuvieron refuerzo con la primera
regulación positiva del oficio del notario, la que acaece en el siglo VI de la
era cristiana gracias a Justiniano, quien en los capítulos XLV, XLIII y
LXXVI del "Corpus Juris Civilis", regula la actividad del notario y el
protocolo, además de otorgar al documento notarial el carácter de
probatorio.
7
Los Tabelliones sobreviven a la caída del Imperio Romano en
Occidente, conservando en este período las tradiciones de su oficio,
haciendo que las instituciones jurídicas se adapten y evolucionen hacia una
nueva época.
8
6
Esta característica se trasplanta a América con la llegada de los españoles. Véase a manera de
ejemplo: Archivo Histórico Municipal de Lima (en adelante AHML). Libros de Cedulas y
Provisiones Reales. Libro 2, folio 22. Año 1580. Cédula de Su Majestad en que manda a las justicias
hagan a los escribanos reales que el fin de cada año entreguen sus registros de escrituras al escribano
de Cabildo y de no cumplirlo así no puedan usar de sus oficios.
7
BECERRA PALOMINO, Carlos Enrique, Configuración histórica del Notariado Latino, en:
Revista Notarius, número 1, Lima, 1991, p. 89.
8
BONO, José, Historia del Derecho Notarial Español, Junta de Colegios Notariales de España,
Madrid, España. Tomo I. 1976, p. 45.
41
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
1.1 Legislación y práctica en España
En forma similar al establecimiento de otras instituciones, la presencia de los
escribanos tiene su origen en España producto de la invasión romana. Durante
los siglos del reinado de los godos, el ejercicio de los escribanos fue escaso.
Como por regla consuetudinaria la mayoría de contratos que contaban con
testigos se celebraban ante religiosos, las congregaciones eclesiásticas
conventuales o monásticas hicieron casi propio el ejercicio de este oficio. Los
testigos por lo general eran elegidos entre gente de confianza y en especial
entre nobles, producto de su buena reputación. Estos solían estampar al lado de
sus firmas sus sellos de armas o blasones. El Papa Inocencio III, mediante
decreto del año de 1213, estableció la prohibición para el ejercicio notarial de
toda persona que estuviera ordenada In Sacris, pues consideraba que el lucro
de este oficio era contrario a los votos que se desarrollaban en el sacerdocio.
9
En España la institución notarial es tratada por primera vez de una forma
sistemática y organizada en el Fuero Real. Hasta entonces habían sido
observadas algunas prerrogativas en el Fuero Juzgo (el código legislativo de
los godos españoles) o en algunas reglamentaciones dispersas. A pesar de la
invasión musulmana que sufre España y la dominación musulmana, los
habitantes de Hispania siguieron utilizando las antiguas leyes visigóticas. El
Fuero Juzgo aporta entre otros aspectos, en su Ley 9°, título 5, libro 7,
referencias con respecto a la caracterización del escribano del rey y el
escribano del pueblo, conocido también como comunal, de la ciudad o de la
villa y que por ser limitados numéricamente y circunscritos a una
jurisdicción, se conocieron luego como escribanos de número.
10
En la
recopilación denominada Fuero Real de España, cuya versión culminada
data de 1255, ya están constituidas las funciones de los notarios en el Libro
I, título VIII, cuyo título es precisamente “De los escribanos públicos”.
A pesar de todos estos antecedentes la real institucionalización de la función
notarial se da producto de la labor del rey Alfonso El Sabio al ordenar las Siete
Partidas en 1242. En este código legal se disponían los requisitos que deberían
tener las personas para acceder al título de escribano. En la Partida 3, Titulo
XIX, Ley 1, se especifica que los escribanos debían ser duchos en el arte de
escribir y entendidos en los manejos de las funciones de las escribanías,
estableciendo además dos clases de escribanos: los notarios gubernativos o
palatinos, que estaban destinados a redactar los documentos relativos al
9
PÉREZ DELGADO, Gabriel Estuardo, Breve historia del notariado en América Latina y
Guatemala. Cuaderno de Investigación N° 7, Unidad de Investigaciones y publicaciones, Universidad
Rafael Landívar, Quetzaltenango, 2008, p. 14.
10
PONDÉ, Eduardo Bautista, Origen e Historia del notariado, Editorial Depalma, Buenos Aires,
1960, p. 216.
42
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
1.1 Legislación y práctica en España
En forma similar al establecimiento de otras instituciones, la presencia de los
escribanos tiene su origen en España producto de la invasión romana. Durante
los siglos del reinado de los godos, el ejercicio de los escribanos fue escaso.
Como por regla consuetudinaria la mayoría de contratos que contaban con
testigos se celebraban ante religiosos, las congregaciones eclesiásticas
conventuales o monásticas hicieron casi propio el ejercicio de este oficio. Los
testigos por lo general eran elegidos entre gente de confianza y en especial
entre nobles, producto de su buena reputación. Estos solían estampar al lado de
sus firmas sus sellos de armas o blasones. El Papa Inocencio III, mediante
decreto del año de 1213, estableció la prohibición para el ejercicio notarial de
toda persona que estuviera ordenada In Sacris, pues consideraba que el lucro
de este oficio era contrario a los votos que se desarrollaban en el sacerdocio.
9
En España la institución notarial es tratada por primera vez de una forma
sistemática y organizada en el Fuero Real. Hasta entonces habían sido
observadas algunas prerrogativas en el Fuero Juzgo (el código legislativo de
los godos españoles) o en algunas reglamentaciones dispersas. A pesar de la
invasión musulmana que sufre España y la dominación musulmana, los
habitantes de Hispania siguieron utilizando las antiguas leyes visigóticas. El
Fuero Juzgo aporta entre otros aspectos, en su Ley 9°, título 5, libro 7,
referencias con respecto a la caracterización del escribano del rey y el
escribano del pueblo, conocido también como comunal, de la ciudad o de la
villa y que por ser limitados numéricamente y circunscritos a una
jurisdicción, se conocieron luego como escribanos de número.
10
En la
recopilación denominada Fuero Real de España, cuya versión culminada
data de 1255, ya están constituidas las funciones de los notarios en el Libro
I, título VIII, cuyo título es precisamente “De los escribanos públicos”.
A pesar de todos estos antecedentes la real institucionalización de la función
notarial se da producto de la labor del rey Alfonso El Sabio al ordenar las Siete
Partidas en 1242. En este código legal se disponían los requisitos que deberían
tener las personas para acceder al título de escribano. En la Partida 3, Titulo
XIX, Ley 1, se especifica que los escribanos debían ser duchos en el arte de
escribir y entendidos en los manejos de las funciones de las escribanías,
estableciendo además dos clases de escribanos: los notarios gubernativos o
palatinos, que estaban destinados a redactar los documentos relativos al
9
PÉREZ DELGADO, Gabriel Estuardo, Breve historia del notariado en América Latina y
Guatemala. Cuaderno de Investigación N° 7, Unidad de Investigaciones y publicaciones, Universidad
Rafael Landívar, Quetzaltenango, 2008, p. 14.
10
PONDÉ, Eduardo Bautista, Origen e Historia del notariado, Editorial Depalma, Buenos Aires,
1960, p. 216.
Rey, y los escribanos públicos que harían lo propio con los contratos de
particulares y en los pleitos de villas y ciudades. Los términos Notario y
Escribano tenían una connotación similar pero con el primero se hacía
referencia preferentemente al encargado de la autenticación de los
documentos del Rey, mientras que el Escribano era la persona que cuya
labor era redactar los documentos necesarios para la administración pública,
y también los que fueran necesarios en los tratos entre particulares o
privados. Pese a las prohibiciones al respecto, la figura del escribano
público aún hasta la Edad Moderna se puede apreciar como bastante cercana
a los ámbitos religiosos y en especial a los sacristanes que todavía se
seguían remitiendo a este oficio.
11
En 1498 los Reyes Católicos dispusieron que todos los escribanos debían de
anotar el precio de sus escrituras, detrás de ellas, más los escribanos
estuvieron en total desacuerdo evitando el cumplimiento de esta orden con
diversos artilugios. Para evitar que lucren más de lo debido con sus oficios,
también se les otorga plazo de dos días para la redacción de dos pliegos y de
ocho días si los pliegos por escribir fueran más.
12
En el capítulo 53 de las
Cortes de Madrid de 1579-82 se pide al Rey que las escribanías sean
ocupadas por cristianos viejos, puesto que estos eran considerados gente
honrada y principal entre los pueblos, que desempeñaron el oficio con
fidelidad y veracidad mientras que “ahora ha venido a ser esto muy a lo
contrario; porque la mayor parte de los escribanos no son gente limpia y
muchos han sido tratantes y tenido oficios mecánicos. En este petitorio se
denota la poca estima que venía recibiendo el escribano, habiendo derivado
su oficio de muy estimado a uno en el cual la picaresca se solía solazar
caricaturizándolo de diversas formas.
13
Sirvan a manera de ejemplo los
siguientes refranes: “¿Escribano en el cielo? Fruta nueva, fruta nueva”
(Guzmán de Alfareche) “Escribano y difunto todo es uno (por no tener
alma)”, “Escribano, puta y barbero, pacen en un prado y van por un
sendero”, “Escribanos, alguaciles y procuradores, todos son ladrones”, etc.
Es de importancia también señalar las precisiones dadas para Barcelona por
James Amelang en el sentido de que los escribanos (así como los
procuradores) ocupaban desde el siglo XIII un papel menos prestigioso que
el de los abogados o juristas propiamente dichos, pues estos últimos eran
doctores en leyes que si tenían formación universitaria, situación que en
11
MARCHANT RIVERA, Alicia, Aspectos sociales, prácticas y funciones de los escribanos públicos
castellanos del siglo de oro, Villalba (editores) El nervio de la Republica, España, Calambur. 2010, p.
213.
12
DEL BUSTO DUTHURBURU, José, Los escribanos en la conquista del Perú, en Revista
Notarius, Revista del colegio de Notarios de Lima, Año II, N° 2, Lima, 1991, p. 162.
13
Ibidem, nota 11.
43
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
muchos de los escribanos no era necesaria.
14
1.2 Los primeros escribanos en América y en la conquista del Perú
La función de los escribanos y su oficio llegan a las Indias y al Perú
acompañando a los primeros conquistadores españoles para dar fe de lo
actuado por ellos. Esto es perceptible desde el inicio de sus acciones en
América pues la presencia del escribano es latente. Rodrigo de Torres
acompañó a Cristóbal Colón desde su primer viaje como “escriuano de toda
la armada”. Simbólicamente en la presencia de esta persona se configura el
trasplante de la institución notarial de España a América. De acuerdo a las
leyes contenidas en las Partidas, Novísima Recopilación y Leyes de indias,
los escribanos además de haber pagado por poder ejercer su labor (el oficio
de escribano era un oficio vendible y renunciable) y ser designados por el
Rey y confirmados por el Consejo de Indias, debían de cumplir una serie de
requisitos: ser hijos legítimos mayores de 25 años, poseer buena fama, ser
cristiano viejo, vecino del lugar donde ejerciera su oficio, de buen
conocimiento y escritura, tener experiencia en asuntos legales y públicos al
haber asistido como amanuense u oficial menor en los juzgados y
escribanías por lo menos tres años; acreditar su limpieza de sangre, estando
excluidos los hijos o nietos de los condenados por herejía, asimismo no se
admitía a mestizos ni mulatos.
En el Libro V, Título VIII de la mencionada Recopilación de Leyes de
Indias se trata específicamente de: "los escribanos de gobernación, de
cabildo, de número, públicos, reales y de los notarios eclesiásticos",
diferentes denominaciones que enmarcan diferentes clases de especialidades
en el oficio. Según esto los escribanos reales eran los que podían actuar en
todo el reino; los de número los que podían actuar en una ciudad; los de
cabildo aquellos que podían ejercer en un ayuntamiento; los de cámara,
aquellos que se desempeñaban en las salas de justicia y los de provincia, que
eran designados en número de dos para cada alcalde de corte.
15
En la Capitulación de Toledo de 1529, la reina Isabel nombró como
escribano para Tumbes al hijo del piloto Bartolomé Ruiz, mientras que en el
Protocolo ambulante de los conquistadores” o “Libro becerro de
escrituras” (llamado así por Domingo Angulo), las escrituras son
autorizadas por Alonso de Luque, Antonio de Oliva, Bernandino de
14
AMELANG, James S, Barristers and Judges in early modern Barcelona: The rise of a legal elite in
American Historical Review, Vol. 89, N° 5, 1984, p. 1266.
15
Ibídem, nota 12.
44
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
muchos de los escribanos no era necesaria.
14
1.2 Los primeros escribanos en América y en la conquista del Perú
La función de los escribanos y su oficio llegan a las Indias y al Perú
acompañando a los primeros conquistadores españoles para dar fe de lo
actuado por ellos. Esto es perceptible desde el inicio de sus acciones en
América pues la presencia del escribano es latente. Rodrigo de Torres
acompañó a Cristóbal Colón desde su primer viaje como “escriuano de toda
la armada”. Simbólicamente en la presencia de esta persona se configura el
trasplante de la institución notarial de España a América. De acuerdo a las
leyes contenidas en las Partidas, Novísima Recopilación y Leyes de indias,
los escribanos además de haber pagado por poder ejercer su labor (el oficio
de escribano era un oficio vendible y renunciable) y ser designados por el
Rey y confirmados por el Consejo de Indias, debían de cumplir una serie de
requisitos: ser hijos legítimos mayores de 25 años, poseer buena fama, ser
cristiano viejo, vecino del lugar donde ejerciera su oficio, de buen
conocimiento y escritura, tener experiencia en asuntos legales y públicos al
haber asistido como amanuense u oficial menor en los juzgados y
escribanías por lo menos tres años; acreditar su limpieza de sangre, estando
excluidos los hijos o nietos de los condenados por herejía, asimismo no se
admitía a mestizos ni mulatos.
En el Libro V, Título VIII de la mencionada Recopilación de Leyes de
Indias se trata específicamente de: "los escribanos de gobernación, de
cabildo, de número, públicos, reales y de los notarios eclesiásticos",
diferentes denominaciones que enmarcan diferentes clases de especialidades
en el oficio. Según esto los escribanos reales eran los que podían actuar en
todo el reino; los de número los que podían actuar en una ciudad; los de
cabildo aquellos que podían ejercer en un ayuntamiento; los de cámara,
aquellos que se desempeñaban en las salas de justicia y los de provincia, que
eran designados en número de dos para cada alcalde de corte.
15
En la Capitulación de Toledo de 1529, la reina Isabel nombró como
escribano para Tumbes al hijo del piloto Bartolomé Ruiz, mientras que en el
Protocolo ambulante de los conquistadores” o “Libro becerro de
escrituras” (llamado así por Domingo Angulo), las escrituras son
autorizadas por Alonso de Luque, Antonio de Oliva, Bernandino de
14
AMELANG, James S, Barristers and Judges in early modern Barcelona: The rise of a legal elite in
American Historical Review, Vol. 89, N° 5, 1984, p. 1266.
15
Ibídem, nota 12.
Valderrama, mayordomo de Pizarro y escribano público, Domingo de la
Presa, Jerónimo de Aliaga, Hernán Pinto y por el secretario de Almagro,
Juan de Espinoza, quienes fueron los primeros escribanos en el Perú.
Resulta curioso también encontrar referencias en las mismas Capitulaciones
de Toledo acerca de la prohibición hecha a Pizarro en 21 de mayo de 1534
sobre que a la gobernación designada a su cargo no pasasen “ni letrados, ni
procuradores para usar de sus oficios”. Similar disposición recibió Almagro.
Esto se debía a las malas experiencias que había en otras latitudes y la mala
fama que se habían ganado los letrados, entre ellos los escribanos, de
instigar pleitos y agravar las diferencias, vendiendo su pluma al mejor
postor. No obstante esto, muchos escribanos se dieron maña para estar
presentes en la conquista pues dentro de un ejército de analfabetos su
presencia era necesaria.
16
Los escribanos nombrados por Francisco Pizarro para actuar en asuntos de
gobierno fueron: Francisco López de Jerez, quien además fue cronista;
Pedro Sancho de la Hoz, muerto por Pedro de Valdivia cuando marchaba al
descubrimiento de la Antártida; Domingo de la Presa, quien redactó y
rubricó el acta de fundación de Lima; y Antonio Picado, muerto por los
almagristas en el año de 1541. Estos fueron “escribanos de la hueste”, los
cuales tenían como característica ser:
Hombre de a caballo, que llevaba siempre su ¨escribanía¨ en la grupa
de su animal, encontrándose dispuesto a ejercer su profesión en
cualquier sitio o lugar. La escribanía consistía en un cofre de cuero
con cerradura de llave única. En ella guardaba el papel (tamaño
folio), las plumas (de cóndor en la sierra y de alcatraz en la costa), la
tinta (hecha de añil), el tintero (de cuerno de vacuno) y la caja con
arenilla, la cual se usaba como secante. En el primer punto de
descanso, el escribano cosía los papeles numerados, por lo que debía
añadir en su escribanía aguja gruesa e hilo recio.
17
En el título VIII del libro V de la Recopilación de Leyes de Indias se
señalan una serie de regulaciones que todos los escribanos coloniales debían
de respetar y cumplir, entre ellas no ser nombrados por los virreyes o
audiencias, ninguno podía actuar como escribano del número si no tenía
título para ello, debían de ser examinados y aprobados por las Audiencias de
16
VEGA, Juan José, Algo sobre abogados, jueces y escribanos en la conquista del Perú, Lima,
Talleres Litográficos de Vilock S.A, 1972, p. 5.
17
Ibídem, nota 12, p. 163.
45
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
sus distritos y tener licencia para ejercer (además debían sacar “fiat y
notaria” despachada por el Consejo de Indias), todos tendrían libro de los
depósitos que se hicieren ante ellos, cuando alguno entrase a servir su oficio
se le entregaría por inventario los papeles tocantes al Real Servicio.
Asimismo, cuando cesasen deberían dejarlos a su sucesor no pudiendo
quedar dichos papeles en poder de su mujer o herederos, cuando examinaran
a los testigos los interrogarían mediante las preguntas generales, así como
no se admitirán informaciones de mestizos ni mulatos para optar a ser
escribanos ni notarios públicos.
Sobre esta última característica, es sabido que en el Perú sí existieron
notarios indígenas como los que retrata Guamán Poma. También es
conocido que durante la época del virrey Toledo, y en medio de la creación
de las reducciones de indios, surgieron cabildos integrados por naturales.
Estos cabildantes debían de ser asesorados por un escribano indígena el cual
sería designado y nombrado por el Corregidor. Las diversas diligencias
llevadas a cabo por estos escribanos incluían la redacción de testamentos,
contratos y transferencias. Su número abarcó a más de 140 personas que se
repartían en Lima, Canta, Cañete, Yauyos, Huarochirí, Santa, Saña y
Huaylas. Algunos de estos fueron: Francisco de Fuentes, Domingo Sedeño y
Lorenzo Yanchi Chumbi, quienes desarrollaron sus labores en el siglo
XVI.
18
En cuanto a los escribanos mulatos, a pesar de que existía una prohibición
expresa sobre su desempeño como notarios, en un Real Decreto de 1621, se
denuncia el hecho de que muchos de ellos se habían convertido en
escribanos públicos en Lima.
19
En Lima, la presencia espacial de los escribanos estuvo latente en su
ubicación en uno de los lados de la Plaza Mayor, tal y como lo describe
Cobo durante el siglo XVII:
En un lado de la plaza están las casas del Cabildo seglar, más fuertes
y suntuosas que lo restante de toda la acera, con unos vistosos
corredores delante de la sala del ayuntamiento, y que es una grande y
hermosa pieza, debajo de esos portales caen la cárcel de la ciudad,
con su capilla que es tan grande y bien adornada que se puede llamar
18
HARTH TERRE, Emilio, Negros e indios, un estamento social ignorado en el Perú colonial, Lima,
Editorial Juan Mejía Baca, 1973, p. 163.
19
KONETZKE, Richard, Colección de documentos para la historia de la formación social de
Hispanoamérica 1493-1810, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Vol. 2, 1958,
p. 260.
46
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
sus distritos y tener licencia para ejercer (además debían sacar “fiat y
notaria” despachada por el Consejo de Indias), todos tendrían libro de los
depósitos que se hicieren ante ellos, cuando alguno entrase a servir su oficio
se le entregaría por inventario los papeles tocantes al Real Servicio.
Asimismo, cuando cesasen deberían dejarlos a su sucesor no pudiendo
quedar dichos papeles en poder de su mujer o herederos, cuando examinaran
a los testigos los interrogarían mediante las preguntas generales, así como
no se admitirán informaciones de mestizos ni mulatos para optar a ser
escribanos ni notarios públicos.
Sobre esta última característica, es sabido que en el Perú sí existieron
notarios indígenas como los que retrata Guamán Poma. También es
conocido que durante la época del virrey Toledo, y en medio de la creación
de las reducciones de indios, surgieron cabildos integrados por naturales.
Estos cabildantes debían de ser asesorados por un escribano indígena el cual
sería designado y nombrado por el Corregidor. Las diversas diligencias
llevadas a cabo por estos escribanos incluían la redacción de testamentos,
contratos y transferencias. Su número abarcó a más de 140 personas que se
repartían en Lima, Canta, Cañete, Yauyos, Huarochirí, Santa, Saña y
Huaylas. Algunos de estos fueron: Francisco de Fuentes, Domingo Sedeño y
Lorenzo Yanchi Chumbi, quienes desarrollaron sus labores en el siglo
XVI.
18
En cuanto a los escribanos mulatos, a pesar de que existía una prohibición
expresa sobre su desempeño como notarios, en un Real Decreto de 1621, se
denuncia el hecho de que muchos de ellos se habían convertido en
escribanos públicos en Lima.
19
En Lima, la presencia espacial de los escribanos estuvo latente en su
ubicación en uno de los lados de la Plaza Mayor, tal y como lo describe
Cobo durante el siglo XVII:
En un lado de la plaza están las casas del Cabildo seglar, más fuertes
y suntuosas que lo restante de toda la acera, con unos vistosos
corredores delante de la sala del ayuntamiento, y que es una grande y
hermosa pieza, debajo de esos portales caen la cárcel de la ciudad,
con su capilla que es tan grande y bien adornada que se puede llamar
18
HARTH TERRE, Emilio, Negros e indios, un estamento social ignorado en el Perú colonial, Lima,
Editorial Juan Mejía Baca, 1973, p. 163.
19
KONETZKE, Richard, Colección de documentos para la historia de la formación social de
Hispanoamérica 1493-1810, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Vol. 2, 1958,
p. 260.
iglesia y los oficios de los escribanos, en especial de Cabildo, en
cuya puerta hacen audiencia los alcaldes ordinarios.
20
Para inicios del siglo XVIII venían funcionando en el llamado Portal de
escribanos de la Plaza Mayor o de Armas 18 escribanos, rápidamente la
cantidad aumenta hasta llegar a 27 a fines del mismo siglo. Estos se
agruparon en 1596 en la denominada Hermandad de los niños huérfanos y
desamparados de Nuestra Señora de Atocha, como veremos en el siguiente
capítulo.
2. Los escribanos limeños y su asociación corporativa
A través de los tiempos y en especial por medio de la literatura se ha
denostado y hecho un juicio burlesco, por lo general, sobre las personas
dedicadas al oficio de las leyes. Ellos son, hasta el día de hoy, motivo de
constantes alusiones satíricas debido a los vaivenes que enfrentan en el
desarrollo de su oficio. Desde hace siglos escritores como Francisco de
Quevedo o Diego de Torres se referían a los escribanos (los actuales
Notarios públicos) como seres que carecían de alma y para los que no
existía el cielo. En el Perú el Ciego de la Merced los menciona también
como personas a las que solo les interesaba el dinero
21
y el tradicionalista
Ricardo Palma en uno de sus más conocidos y difundidos relatos pintó un
perfil avaro y malhadado al referirse a Don Dimas de la Tijereta, ficticio
personaje para quien no había diablo que valga. Cabe señalar que en la
narración sobre este escribano también se le cita como el presidente de una
cofradía de juristas, la cual en la vida real sí existió y tuvo un noble fin: el
auxilio de los niños huérfanos de Lima. De eso tratan las siguientes líneas.
2.1 Descripción de los miembros componentes de las escribanías públicas
en Lima.
Durante la época virreinal fue notoria la presencia de los escribanos en todo
acto público o contrato privado que necesitara de una certificación. Hemos
visto líneas atrás que desde el momento mismo de la fundación de la ciudad
de Lima y aún antes, durante todo el proceso de establecimiento de las
20
COBO, Bernabé. Historia de la Fundación de Lima en Monografías Históricas sobre la ciudad de
Lima, Tomo I, Concejo Provincial de Lima. Librería e Imprenta Gil S.A. Lima. 1935 [1639]. Páginas
51-52.
21
“Conversación de dos escribanos receptores” la siguiente glosa: “Lo cierto es que así sucede/ y
pues remedio no ha habido, / nosotros reformadores / no somos de desatinos; / dejamos correr las
cosas / y ojo solo al dinerillo, / que este solo vale tanto / que hace su valor válidos.” En DEL
CASTILLO, Fray Francisco O.M. El Ciego de la Merced. Obra Completa. Edición de César
Debarbieri, Lima, 1996, p. 929.
47
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
instituciones hispanas en el nuevo mundo siempre estuvo latente la
presencia de estos personajes. Y no es que se les apreciara mucho, todo lo
contrario, eran percibidos como personas a las que se tenía que recurrir
necesariamente para todo acto de la vida personal de los individuos, desde la
venta de las cosas más simples (un caballo o herramientas por ejemplo)
hasta compra, alquiler, censo de tierras o arrendamiento de propiedades.
Muchos consideraban que su número y participación era excesivo y que los
precios que se tenían que sufragar en hacer uso de sus servicios (que además
estaban reglamentados por ley) eran usureros. También era usual el
acusarlos de alargar los procesos legales para beneficiarse con la confección
de escritos y demandas.
La historiografía peruana ha dejado de lado sin embargo el papel de
beneficencia que cumplieron estos personajes. Ya sea por desidia o por
desdén pocos historiadores han tratado este tema, por ello de su intención de
organizarse como gremio se sabe muy poco. Una primera referencia nos la
cita el historiador Rubén Vargas Ugarte quien apunta que el primer esfuerzo
de este grupo social para establecerse agrupados además con fines altruistas
data de 1552, cuando se constituyó la Hermandad de la Misericordia,
formada por las personas pertenecientes a dicho oficio: “los cuales tuvieron
a su cuidado la Capilla de la Cárcel de la ciudad y prestaban los últimos
auxilios a los ajusticiados”.
22
La ubicación territorial que solían tener los escribanos en Lima en la época
colonial era en uno de los costados de la Plaza Mayor, junto al edificio del
Cabildo limeño, hoy Municipalidad. Así esta anotado también en las actas
de Cabildo de 1557:
Que las casas de este Cabildo, lo que está debajo del corredor y sala
del Cabildo, es terraplén, y convenía mucho hacerse suelo y sacar la
tierra y hacer seis tiendas en lo que está debajo de la sala y hacerse
portal en lo que cae debajo del corredor para que los seis oficiales de
escribanos públicos del número de esta ciudad se pasen a ellas a usar
sus oficios, y los dichos escribanos tienen voluntad de hacerlo así
porque es pro de la república que los escribanos estén juntos.
23
Cuando la construcción de las tiendas señaladas se culminó, la calle y el
portal adyacente comenzó a conocerse con el nombre de “Escribanos” pues
22
VARGAS UGARTE, Rubén. Historia de la Iglesia en el Perú. Tomo I. Imprenta Santa María,
Lima, 1953, p. 308.
23
AHML. Actas de Cabildo. Libro 3. Año 1557, folio 243.
48
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
instituciones hispanas en el nuevo mundo siempre estuvo latente la
presencia de estos personajes. Y no es que se les apreciara mucho, todo lo
contrario, eran percibidos como personas a las que se tenía que recurrir
necesariamente para todo acto de la vida personal de los individuos, desde la
venta de las cosas más simples (un caballo o herramientas por ejemplo)
hasta compra, alquiler, censo de tierras o arrendamiento de propiedades.
Muchos consideraban que su número y participación era excesivo y que los
precios que se tenían que sufragar en hacer uso de sus servicios (que además
estaban reglamentados por ley) eran usureros. También era usual el
acusarlos de alargar los procesos legales para beneficiarse con la confección
de escritos y demandas.
La historiografía peruana ha dejado de lado sin embargo el papel de
beneficencia que cumplieron estos personajes. Ya sea por desidia o por
desdén pocos historiadores han tratado este tema, por ello de su intención de
organizarse como gremio se sabe muy poco. Una primera referencia nos la
cita el historiador Rubén Vargas Ugarte quien apunta que el primer esfuerzo
de este grupo social para establecerse agrupados además con fines altruistas
data de 1552, cuando se constituyó la Hermandad de la Misericordia,
formada por las personas pertenecientes a dicho oficio: “los cuales tuvieron
a su cuidado la Capilla de la Cárcel de la ciudad y prestaban los últimos
auxilios a los ajusticiados”.
22
La ubicación territorial que solían tener los escribanos en Lima en la época
colonial era en uno de los costados de la Plaza Mayor, junto al edificio del
Cabildo limeño, hoy Municipalidad. Así esta anotado también en las actas
de Cabildo de 1557:
Que las casas de este Cabildo, lo que está debajo del corredor y sala
del Cabildo, es terraplén, y convenía mucho hacerse suelo y sacar la
tierra y hacer seis tiendas en lo que está debajo de la sala y hacerse
portal en lo que cae debajo del corredor para que los seis oficiales de
escribanos públicos del número de esta ciudad se pasen a ellas a usar
sus oficios, y los dichos escribanos tienen voluntad de hacerlo así
porque es pro de la república que los escribanos estén juntos.
23
Cuando la construcción de las tiendas señaladas se culminó, la calle y el
portal adyacente comenzó a conocerse con el nombre de “Escribanos” pues
22
VARGAS UGARTE, Rubén. Historia de la Iglesia en el Perú. Tomo I. Imprenta Santa María,
Lima, 1953, p. 308.
23
AHML. Actas de Cabildo. Libro 3. Año 1557, folio 243.
fue su ubicación habitual. Esto concuerda con lo señalado por un cronista
hacia 1630:
Tiene esta Ciudad otros seis Oficios de Escribanos públicos; vale
cada oficio destos a seis mil pesos, y se an vendido a mas: sus
archiuos, y oficios corren por debaxo de los portales, comencando
desde el oficio, y assiento de Cabildo, hasta ocupar toda la quadra,
otros muchos escribanos Reales, adonde assisten en diferentes días
de la semana en sus estrados, debaxo deste portal, los Alcaldes de
Corte a las causas de Prouincia, ayudando a la ciudad.
24
Esta ubicación cercana al Cabildo, la Real Audiencia y las cárceles habría
propiciado que la primera obra de beneficencia de los escribanos fuera
precisamente la del auxilio de la capilla y la de los condenados a muerte. Sin
embargo, años más tarde, en 1559 con motivo de una peste que afligió a la
ciudad, Pedro Alonso de Paredes concibió la idea de erigir una hermandad
para asistir en sus casas a los que morían destituidos de todo auxilio.
25
Este
mismo personaje conjuntamente con Gonzalo López y Diego de Guzmán,
planearon llamar a dicha hermandad como de “La Caridad”. El Arzobispo
de Lima Fray Jerónimo de Loayza los indujo a formar una sola con la
fundada por los escribanos, de donde vino a llamarse de La Caridad y
Misericordia. Esta cofradía tuvo como fin socorrer a los pobres, darles
sepultura y otras obras pías.
Diez años después, Ana Rodríguez de Solórzano y Juan José de la Herrería
y Velasco donaron terrenos para la fundación del hospital que adoptó el
nombre de la cofradía, el cual se situó en el espacio lateral que actualmente
ocupa el Congreso de la República. Este hospital fue destinado a mujeres
enfermas, españolas o mestizas, un colegio para muchachas pobres y
también un albergue para divorciadas y viudas. Una de las acciones de la
cofradía era dar anualmente una dote de 400 pesos a 40 o 50 jóvenes
casaderas de dicho hospital.
26
Pero ya para fines del siglo XVI esta cofradía
no era exclusivamente de escribanos sino civil.
Según los registros que en la actualidad alberga el Archivo General de la
Nación del Perú, se puede tener constancia de la existencia de 76 escribanos
24
DE SALINAS Y CORDOVA, Fray Buenaventura, Memorial de las Historias del Nuevo Mundo
Piru, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1957, p. 158.
25
PRINCE, Carlos. Lima antigua. Edición, prólogo y notas de César Coloma Porcari, Instituto
Latinoamericano de Cultura y Desarrollo,Lima, 1992 [1890] , p.33.
26
VAN DEUSEN, Nancy. Entre lo sagrado y lo mundano. La práctica institucional y cultural del
recogimiento en la Lima virreynal. Pucp - Ifea, Lima, 2007, p. 261.
49
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
durante el siglo XVI. De ellos, los que estaban en actividad durante el
periodo de la conformación de la primera cofradía en 1552 fueron los
siguientes 7: Juan Cristóbal de Frías (15501562), García De Toraya (1551-
1552), Bartolomé Gascón (15521554), Diego Gutiérrez (1545-1556), Juan
Martínez (1549-1553), Ambrosio de Moscoso (15501587) y Sebastián
Vásquez (1551-1554). Los siguientes años de la fusión de las Hermandades
de la Caridad y de la Misericordia pueden haberse plegado otros miembros
del oficio.
2.2 La conformación de la Hermandad de Niños Perdidos de Nuestra
Señora de Atocha (S. XVII) y la Casa de Huérfanos de Lima
En 1596 llegó a Lima, junto con la comitiva del Virrey Luis de Velasco, un
individuo nombrado Luis de Ojeda quien se hacía llamar “El Pecador”.
27
Era un sujeto pío y con gran costumbre de penitencia, que vestía el hábito de
San Juan de Dios. Rápidamente se supo ganar el aprecio y consideración de
la sociedad limeña de entonces, a tal punto que muchos lo reputaron por
santo. Como sujeto misericordioso, buscó establecer un lugar para la
atención de los negros esclavos de la ciudad y para tal efecto reunió
limosnas entre el público. Sin embargo, pronto cambió de opinión al
observar la gran cantidad de niños que eran abandonados en las puertas de
las iglesias o en las casas de familias pudientes, siendo también considerable
el número de indefensos infantes dejados por sus madres en calles, parajes
desolados y hasta muladares, en donde por lo general morían victimas del
frío, el hambre o bajo la terrible situación de ser devorados por perros
callejeros.
28
La ilegitimidad en la que dichos niños habían sido concebidos
marcaba su desgraciado sino.
Es en ese contexto que Luis de Ojeda compró a Doña María de Esquivel en
fecha de 19 de Febrero de 1600, un espacioso solar, donde empezó a
edificar las instalaciones de la futura casa de Huérfanos y dispuso la
construcción de una capilla dedicada al culto de Nuestra Señora de Atocha.
Pero las limosnas que se recolectaban en la ciudad eran muy escasas para
mantener a la numerosa cantidad de niños que se recogían. Es por ello que
27
Relaciones de los virreyes y audiencias que han gobernado el Perú. Tomo II. Publicada por
Sebastián Lorente. Lima, 1871. Relación de Don Luis de Velasco, virrey del Perú dada a su sucesor el
conde de Monterrey, p. 14.
28
Archivo General de Indias de Sevilla (en adelante AGI-Sevilla), Lima, 216, Nº 11, 1604, foja 4 v.
Informaciones de oficio y parte: Hospital de Nuestra Señora de Atocha de Lima, para niños expósitos.
Información sobre la utilidad y pobreza de dicho centro de beneficencia. Constan Luis Pecador,
fundador, y Gaspar de Olmedo y Julián Bravo, mayordomos y peticionarios de la información. Con
parecer de la Audiencia de Lima.
50
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
durante el siglo XVI. De ellos, los que estaban en actividad durante el
periodo de la conformación de la primera cofradía en 1552 fueron los
siguientes 7: Juan Cristóbal de Frías (15501562), García De Toraya (1551-
1552), Bartolomé Gascón (15521554), Diego Gutiérrez (1545-1556), Juan
Martínez (1549-1553), Ambrosio de Moscoso (15501587) y Sebastián
Vásquez (1551-1554). Los siguientes años de la fusión de las Hermandades
de la Caridad y de la Misericordia pueden haberse plegado otros miembros
del oficio.
2.2 La conformación de la Hermandad de Niños Perdidos de Nuestra
Señora de Atocha (S. XVII) y la Casa de Huérfanos de Lima
En 1596 llegó a Lima, junto con la comitiva del Virrey Luis de Velasco, un
individuo nombrado Luis de Ojeda quien se hacía llamar “El Pecador”.
27
Era un sujeto pío y con gran costumbre de penitencia, que vestía el hábito de
San Juan de Dios. Rápidamente se supo ganar el aprecio y consideración de
la sociedad limeña de entonces, a tal punto que muchos lo reputaron por
santo. Como sujeto misericordioso, buscó establecer un lugar para la
atención de los negros esclavos de la ciudad y para tal efecto reunió
limosnas entre el público. Sin embargo, pronto cambió de opinión al
observar la gran cantidad de niños que eran abandonados en las puertas de
las iglesias o en las casas de familias pudientes, siendo también considerable
el número de indefensos infantes dejados por sus madres en calles, parajes
desolados y hasta muladares, en donde por lo general morían victimas del
frío, el hambre o bajo la terrible situación de ser devorados por perros
callejeros.
28
La ilegitimidad en la que dichos niños habían sido concebidos
marcaba su desgraciado sino.
Es en ese contexto que Luis de Ojeda compró a Doña María de Esquivel en
fecha de 19 de Febrero de 1600, un espacioso solar, donde empezó a
edificar las instalaciones de la futura casa de Huérfanos y dispuso la
construcción de una capilla dedicada al culto de Nuestra Señora de Atocha.
Pero las limosnas que se recolectaban en la ciudad eran muy escasas para
mantener a la numerosa cantidad de niños que se recogían. Es por ello que
27
Relaciones de los virreyes y audiencias que han gobernado el Perú. Tomo II. Publicada por
Sebastián Lorente. Lima, 1871. Relación de Don Luis de Velasco, virrey del Perú dada a su sucesor el
conde de Monterrey, p. 14.
28
Archivo General de Indias de Sevilla (en adelante AGI-Sevilla), Lima, 216, Nº 11, 1604, foja 4 v.
Informaciones de oficio y parte: Hospital de Nuestra Señora de Atocha de Lima, para niños expósitos.
Información sobre la utilidad y pobreza de dicho centro de beneficencia. Constan Luis Pecador,
fundador, y Gaspar de Olmedo y Julián Bravo, mayordomos y peticionarios de la información. Con
parecer de la Audiencia de Lima.
Luis El Pecador solía recorrer las calles de la ciudad cargando a dos infantes
y dando grandes voces advirtiendo a la gente que se acuerden del juicio de
Dios y se apartaren de ofenderle, atemorizándolos con las penas el infierno
y ofreciéndoles consuelo en los bienes espirituales del cielo y la gracia
divina que se alcanzaba con la caridad aquí en la Tierra.
29
Para proseguir esta obra de bien, Ojeda utilizó también sus influencias y
solicitó al Virrey su ayuda para lograr el normal funcionamiento de la casa.
A su vez recurrió también al Cabildo de Lima para que interpusiera sus
buenos oficios y verificara las necesidades del hospicio de huérfanos.
30
El
Virrey ante este estado de cosas, solicitó a los mercaderes formalmente
establecidos en la ciudad, que ayudaran a la obra, por ser la misma de
mucho provecho y consideración, tanto divina como de la gracia del rey.
Los comerciantes ofrecieron otorgar, por una sola vez, el equivalente a un
año de sostenimiento para dicha casa, y se excusaron de seguir haciéndolo
por no permitírselo el estado de sus negocios.
31
Fue en ese mismo tiempo que los escribanos reales y de provincia (llamados
también receptores) trataban de conformar un gremio,
32
siendo su objetivo
agregarlo a la llamada Cofradía del Nombre de Jesús, fundada ya en el
Convento de Santo Domingo. La confluencia de la necesidad de Luis El
Pecador por conseguir nuevos fondos para auxiliar a los niños huérfanos así
como el esfuerzo que empezaban a realizar los escribanos para continuar
obras de caridad (recordemos que la primera intención data de 1552) fue la
que derivó en la creación de la hermandad de Nuestra Señora de Atocha.
Sigamos en la siguiente glosa la narración del hecho anotada por el padre
Cobo:
Quedó muy desconsolado Luis Pecador porque no hallaba dinero
para pagar unas amas que criaban a los niños. El entonces,
cargándose con dos en la capacha que siempre traía al hombro y con
29
Archivo de la Beneficencia Pública de Lima (en adelante ABPL). Documentos empastados,
Hospicio de Niños huérfanos. Tomo I, Doc. 1. Información hecha por el licenciado Boan, Oidor de la
Audiencia de Lima, acerca de la petición del hermano Luis Pecador (Luis de Ojeda), solicitando
licencia para fundar la casa de niños expósitos. 1602. El tradicionalista Ricardo Palma también recoge
esta imagen en su crónica llamada “No hay mal que por bien no venga”.
30
Libros de Cabildo de Lima. Libro Décimo cuarto. Años 1602-1605. Descifrado y anotado por Juan
Bromley. Imprenta Torres Aguirre. Lima 1945. Sesión del lunes 5 de Agosto de 1602. Pág. 155.
31
DE MENDIBURU, Manuel en su biografía de Luis de Ojeda (Diccionario Histórico Biográfico.
Segunda Edición Librería e Imprenta Gil S.A. Lima. 1933 Tomo VIII: pág. 192-194).
32
A pesar de que existen investigaciones en torno a los primeros notarios peruanos (VEGA, 1972;
DEL BUSTO, 1991; BURNS, 2010) no existe un estudio para el caso limeño en torno a la situación
de los escribanos y su gremio.
51
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
ellos en los brazos a grandes voces dijo: ‘Ayudadme hermanos a
criar estos niños y otros que me han echado’. Oyéndole uno de los
escribanos que a la sazón se halló cerca debajo de los portales (de la
Plaza Mayor), acudió a otros seis que estaban allí y les persuadió
que tomasen a su cargo esta obra, que Dios Nuestro Señor les
ayudaría por ello. Juntáronse luego de media hora, sin llamarlos
nadie, cerca de ochenta escribanos reales y relatores, y convenidos
en esto se fueron al Virrey y se ofrecieron de encargarse de este
cuidado. Agradecióselos mucho el Virrey y exhortólos a la
perseverancia. Ellos juntaron su Cabildo y nombraron mayordomo,
con que desde entonces quedó instituida esta obra pía y hermandad
de los escribanos que cuida de ella.
33
Vemos en el relato anterior (y es una versión corroborada por los
testimonios insertos en los documentos encontrados en los archivos) que
fueron los escribanos de Lima (Mendiburu señala “en número de 80”)
quienes conmovidos por el poco apoyo que recibiera el Hospicio de
Huérfanos por parte de las demás instituciones y también motivados por el
ejemplo de penitencia de su fundador, los que acudieron al auxilio de dicho
establecimiento de piedad, formando la cofradía nombrada como
Hermandad de los niños perdidos, huérfanos y desamparados de nuestra
Señora de Atocha” y adscribiéndola a la Capilla que detentaba dicho centro
de apoyo a la infancia desdichada. Luis de Ojeda, en su calidad de fundador
del Hospicio fue nombrado como hermano mayor de dicha cofradía, a la vez
que se procedió a redactar las constituciones y se nombraba a los hermanos
24, los principales representantes de la congregación. El Rey, y en su
nombre el virrey Velasco, los protegió y aprobó sus estatutos en 24 de
diciembre de 1603. Días después fallecía Luis El Pecador, en la seguridad
de que su obra quedaba en buenas manos y que le garantizaba a los
desvalidos párvulos una segura protección. Hoy sus restos descansan en la
cripta sepulcral de la Iglesia.
34
Con respecto al nombre con el cual se fundó la cofradía, debemos señalar
que está relacionado a la imagen más antigua de la virgen María que se
venera en Madrid y que se conserva en la actualidad en la Real Basílica de
Nuestra Señora de Atocha. Está claro que al decidir nombrar de esa forma a
33
Ibídem, nota 20. Página 103.
34
Eguiguren al respecto dice: “…Allí está la tumba de Luis de Ojeda, que se hizo llamar Luis
Pecador. El 29 de Enero de 1604 fue enterrado el fundador de dicho hospital de los Niños Huérfanos.
Así se lee a fojas 137 del libro de defunciones del Sagrario”. Véase EGUIGUREN, Luis A. Las
Calles de Lima, Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1945, p. 214.
52
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
ellos en los brazos a grandes voces dijo: ‘Ayudadme hermanos a
criar estos niños y otros que me han echado’. Oyéndole uno de los
escribanos que a la sazón se halló cerca debajo de los portales (de la
Plaza Mayor), acudió a otros seis que estaban allí y les persuadió
que tomasen a su cargo esta obra, que Dios Nuestro Señor les
ayudaría por ello. Juntáronse luego de media hora, sin llamarlos
nadie, cerca de ochenta escribanos reales y relatores, y convenidos
en esto se fueron al Virrey y se ofrecieron de encargarse de este
cuidado. Agradecióselos mucho el Virrey y exhortólos a la
perseverancia. Ellos juntaron su Cabildo y nombraron mayordomo,
con que desde entonces quedó instituida esta obra pía y hermandad
de los escribanos que cuida de ella.
33
Vemos en el relato anterior (y es una versión corroborada por los
testimonios insertos en los documentos encontrados en los archivos) que
fueron los escribanos de Lima (Mendiburu señala “en número de 80”)
quienes conmovidos por el poco apoyo que recibiera el Hospicio de
Huérfanos por parte de las demás instituciones y también motivados por el
ejemplo de penitencia de su fundador, los que acudieron al auxilio de dicho
establecimiento de piedad, formando la cofradía nombrada como
Hermandad de los niños perdidos, huérfanos y desamparados de nuestra
Señora de Atocha” y adscribiéndola a la Capilla que detentaba dicho centro
de apoyo a la infancia desdichada. Luis de Ojeda, en su calidad de fundador
del Hospicio fue nombrado como hermano mayor de dicha cofradía, a la vez
que se procedió a redactar las constituciones y se nombraba a los hermanos
24, los principales representantes de la congregación. El Rey, y en su
nombre el virrey Velasco, los protegió y aprobó sus estatutos en 24 de
diciembre de 1603. Días después fallecía Luis El Pecador, en la seguridad
de que su obra quedaba en buenas manos y que le garantizaba a los
desvalidos párvulos una segura protección. Hoy sus restos descansan en la
cripta sepulcral de la Iglesia.
34
Con respecto al nombre con el cual se fundó la cofradía, debemos señalar
que está relacionado a la imagen más antigua de la virgen María que se
venera en Madrid y que se conserva en la actualidad en la Real Basílica de
Nuestra Señora de Atocha. Está claro que al decidir nombrar de esa forma a
33
Ibídem, nota 20. Página 103.
34
Eguiguren al respecto dice: “…Allí está la tumba de Luis de Ojeda, que se hizo llamar Luis
Pecador. El 29 de Enero de 1604 fue enterrado el fundador de dicho hospital de los Niños Huérfanos.
Así se lee a fojas 137 del libro de defunciones del Sagrario”. Véase EGUIGUREN, Luis A. Las
Calles de Lima, Imprenta Torres Aguirre, Lima, 1945, p. 214.
su institución los escribanos buscaban una legitimación ante la corona de su
acción social así como asegurarse prerrogativas y facilidades para el
sostenimiento de la Casa con apoyo de los reyes y el gobierno.
El origen de la talla en madera madrileña no está precisado históricamente y
se pierde en una serie de creencias y mitos populares. Para comenzar, la
misma etimología de la palabra «Atocha» es una cuestión que hasta el día de
hoy genera debate. Para algunos Atocha es una palabra mozárabe que
proviene de la voz prerromana taucia cuyo significado es mata, matorral.
35
Para otros el nombre de la virgen deriva de haber estado su pequeña ermita
original en la parte baja de la villa madrileña, en unos campos sembrados
con unas plantas gramíneas parecidas al esparto llamadas “atochas” (Stipa
tenacissima). Según otras fuentes, Atocha viene del griego Teotokos, que
significa «Madre de Dios». Parece ser que la imagen de la Virgen de Atocha
tenía grabada en el manto primitivo la palabra Teotokos y que todavía se
puede ver al pie de la silla o trono las letras griegas T y O. Teotoka pudo a
pasar a Toca, luego Tocha, para venir a quedar en Atocha. Otros piensan que
Atocha fue corrupción de Antioquía, un importante lugar en la historia del
cristianismo y señalado como origen de esta imagen (incluso algunos
atribuyen la realización de la talla a San Lucas, siendo traída a España por
los discípulos de Pedro). Lope de Vega en su libro El Isidro, señala también
la derivación de Antiochia a Atocha.
36
La reconquista de Madrid en 1083
por Alfonso VI fue atribuida a su intercesión e históricamente se ha
relacionado a esta imagen con la Casa Real española (especialmente en
tiempos de la dinastía de los Habsburgo y posteriormente de los Borbones)
quienes han visitado siempre su templo, algunos incluso contrayendo
matrimonio en él, encomendándose ante alguna enfermedad o dificultad de
la nación, y presentando también a sus hijos y herederos (como ocurrió
recientemente con las infantas Leonor y Sofía por los príncipes Felipe y
Leticia). En el siglo XVII se le nombra «Protectora de España, de todo el
Nuevo Mundo, de sus flotas y galeones, de las Armas de esta Monarquía y
Principal y más antigua Patrona de esta Imperial Villa de Madrid». Su
cuidado está a cargo de la Real Archicofradía de la Virgen de Atocha.
37
Según los registros actuales que custodia el Archivo General de la Nación,
los escribanos que estuvieron en actividad durante los años de la
35
DE ROJAS ZORRILLA, Francisco, Nuestra Señora de Atocha. Red Ediciones, Madrid, 2012, p. 7.
36
GONZÁLES CAÑAL, Rafael, La virgen de Atocha en el teatro español del siglo de Oro en
Mariela Insua y Vibha Maurya (editores) Actas del I Congreso Ibero-asiático de Hispanistas Siglo de
Oro e Hispanismo general. Publicaciones de la Universidad de Navarra, España, 2011, p. 279.
37
Mayor información en http://www.parroquiadeatocha.es/grupos/cofradia.aspx). [Recuperado en
Octubre 2015].
53
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
conformación de la Cofradía de Nuestra Señora de Atocha fueron los
siguientes 35: Cristóbal de Aguilar Mendieta (15891643), Gabriel
Martínez (15861607), Juan de Solórzano (15981603), Cristóbal de Arauz
(1601-1646), Pedro de Arroyo (16011639), Francisco Ramiro Bote (1601
1605), Rodrigo Alonso de Castillejo (16031609), Francisco Dávila (1602-
1609), Pedro Díaz de Zárate (1600-1629), Miguel García de Licera (1600
1619), Diego García (16021605), Rodrigo Gómez de Baeza (1600–1618),
Pedro Gonzales Contreras (16021614), Francisco Gonzales de Balcázar
(1602–1644), Gregorio López de Salazar (16001630), Esteban López
(1600–1607), Garci López (16021606), Juan de Mendieta (1600–1604),
Alonso de Montalvo (16011612), Clemente de Obregón (1602–1606),
Cristóbal de Quesada (16011607), Joan Ramírez (16001612), Cristóbal
de Vargas (16031618), Pedro de Velorado (16021629), Joan de Vera
(1603–1607), Julián Bravo (1600), Juan Luis de Garcés (1600), Diego
Gonzales de Peralta (1600), Joan de Herrera (1602), Joan Ochoa (1600),
Pedro de Peñaloza (1601-1604), Antonio Román de Herrera (1600-1603),
Juan de Sagastizabal (1600-1613), Diego de Segura (1599-1608), Francisco
Valera (1600).
38
2.3. Integrantes, relaciones sociales y beneficencia pública.
Luego de fallecer Luis el Pecador, se acordó nombrar nuevos mayordomos y
tal honor recayó en la figura de los escribanos Gaspar de Olmedo y Julián
Bravo, tal y como consta en una escritura de petición que en 1604 los
citados notarios dirigieron al Rey de España solicitándole apoyo pecuniario
para poder sostener la casa, que necesitaba al menos 8000 pesos de renta
anual, manteniéndose en su mayor parte de limosnas y aportes que los
escribanos realizaban. Esta ayuda era necesaria puesto que la Casa tenía
diversos gastos como:
Amas y sus salarios y vestidos de niños y del servicio de la casa y
salario del sacerdote capellán y de una mujer española que entiende
en la dicha crianza y enseñanza y en dar de comer y sustentar
algunos hermanos que sirven en ella con habito de sayas que es el
que el dicho Luis Pecador traía en su vida y en sustentar la capilla
que tiene la dicha casa y para comprar ornamentos y lo demás
necesario para el culto diurno y para otros muchos gastos que en la
38
Estos datos están extraídos de la relación de protocolos que conserva el Archivo General de la
Nación. En realidad son sólo los protocolos que se han conservado hasta la actualidad, puesto que
existen referencias a otros escribanos que no figuran en dicho listado y que sin embargo fueron
miembros y mayordomos de la cofradía de Atocha.
54
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
conformación de la Cofradía de Nuestra Señora de Atocha fueron los
siguientes 35: Cristóbal de Aguilar Mendieta (15891643), Gabriel
Martínez (15861607), Juan de Solórzano (15981603), Cristóbal de Arauz
(1601-1646), Pedro de Arroyo (16011639), Francisco Ramiro Bote (1601
1605), Rodrigo Alonso de Castillejo (16031609), Francisco Dávila (1602-
1609), Pedro Díaz de Zárate (1600-1629), Miguel García de Licera (1600
1619), Diego García (16021605), Rodrigo Gómez de Baeza (1600–1618),
Pedro Gonzales Contreras (16021614), Francisco Gonzales de Balcázar
(1602–1644), Gregorio López de Salazar (16001630), Esteban López
(1600–1607), Garci López (16021606), Juan de Mendieta (1600–1604),
Alonso de Montalvo (16011612), Clemente de Obregón (1602–1606),
Cristóbal de Quesada (16011607), Joan Ramírez (16001612), Cristóbal
de Vargas (16031618), Pedro de Velorado (16021629), Joan de Vera
(1603–1607), Julián Bravo (1600), Juan Luis de Garcés (1600), Diego
Gonzales de Peralta (1600), Joan de Herrera (1602), Joan Ochoa (1600),
Pedro de Peñaloza (1601-1604), Antonio Román de Herrera (1600-1603),
Juan de Sagastizabal (1600-1613), Diego de Segura (1599-1608), Francisco
Valera (1600).
38
2.3. Integrantes, relaciones sociales y beneficencia pública.
Luego de fallecer Luis el Pecador, se acordó nombrar nuevos mayordomos y
tal honor recayó en la figura de los escribanos Gaspar de Olmedo y Julián
Bravo, tal y como consta en una escritura de petición que en 1604 los
citados notarios dirigieron al Rey de España solicitándole apoyo pecuniario
para poder sostener la casa, que necesitaba al menos 8000 pesos de renta
anual, manteniéndose en su mayor parte de limosnas y aportes que los
escribanos realizaban. Esta ayuda era necesaria puesto que la Casa tenía
diversos gastos como:
Amas y sus salarios y vestidos de niños y del servicio de la casa y
salario del sacerdote capellán y de una mujer española que entiende
en la dicha crianza y enseñanza y en dar de comer y sustentar
algunos hermanos que sirven en ella con habito de sayas que es el
que el dicho Luis Pecador traía en su vida y en sustentar la capilla
que tiene la dicha casa y para comprar ornamentos y lo demás
necesario para el culto diurno y para otros muchos gastos que en la
38
Estos datos están extraídos de la relación de protocolos que conserva el Archivo General de la
Nación. En realidad son sólo los protocolos que se han conservado hasta la actualidad, puesto que
existen referencias a otros escribanos que no figuran en dicho listado y que sin embargo fueron
miembros y mayordomos de la cofradía de Atocha.
dicha casa cada día se ofrecen y sin la dicha renta no se podía.
39
También se especificaba que la casa se gastaba en las amas por cada una
entre “doce y trece y catorce pesos cada mes”; además del número de las
mismas que era “de ordinario siete y ocho amas sin las de fuera de la casa”.
Entre las labores que realizaban las citadas amas estaba la “la limpieza y
crianza” además de una “mujer enseña a labrar a las niñas y otras buenas
costumbres”. Por todo ello se consigue que en ese año se disponga la ayuda
de “un mil pesos ensayados en cada un año por tiempo de ocho años en
tributos de indios”.
40
Esta era una prerrogativa que el rey ya había ejecutado
en 1603 sobre la persona de Luis El Pecador y que se repite estando ya los
escribanos al mando de la Casa y Hospicio de Huérfanos.
En diciembre de 1604 la hermandad de niños huérfanos firma un poder por
el cual reconoce a uno de sus integrantes (el contador Joan Ortega de la
Torre) como representante de la hermandad en México. El tenor dice lo
siguiente:
Nosotros, la hermandad de los escribanos reales y receptores de la
Real Audiencia de la Ciudad de los Reyes del Perú, fundadores e
administradores del hospital del niño perdido y Nuestra Señora de
Atocha para la crianza de los niños expósitos por nosotros y en
nombre de los demás hermanos de la dicha hermandad que al
presente son e adelante fueren (…) decimos que por cuanto el
contador Joan Ortega de la Torre hermano de la dicha hermandad
esta de partida para la ciudad de México y provincias de la Nueva
España e porque así en el viaje de ida e vuelta como en la dicha
ciudad y otras y si se pueden otros negocios e venta de la dicha
hermandad, haya persona de confianza que por servicio de Dios
Nuestro Señor acuda a ellos con la puntualidad que el caso requiere
e para que el dicho contador Joan Ortega de la Torre concurren las
recomendaciones calidades que se requieren y es uno de los
fundadores e bienhechores de la dicha hermandad otorgo por esta
carta que damos e otorgamos nuestro poder cumplido que de
derecho se requiere y es necesario al dicho contador Juan Ortega de
la Torre para que por la dicha Hermandad y haya reciba y viere de
todas e cualesquier persona jueces e depositarios maestres e dueños
de naos, cajas reales e de bienes de quien en virtud pueda e deba y
39
Ibídem, nota 28. Folios 3 y 3 vuelta.
40
Ibídem, Folios 3 vuelta y 33.
55
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
done bienes todos e cualesquiere que nuestro poder.
41
Entre las firmas de los escribanos que conformaban la cofradía están los
siguientes: Joan Ramírez, Diego Sánchez Vadillo, Francisco de Dueñas,
Rodrigo Gómez de Baeza, Juan Altamirano, Cristóbal de Aguilar Mendieta,
Francisco Ramiro Bote y Luis Clemente de Obregón. Es importante señalar
que Sánchez, Dueñas y Altamirano no están comprendidos dentro de los
registros que conserva el Archivo de la Nación hoy en día. Tampoco lo está
el contador Ortega, ni los otros tres testigos que firmaron el poder: el
hermano Lázaro de Santa María y los presbíteros Diego Gatica y Julio
Ochoa de Cubieza. Este dato es interesante pues revela que si bien es cierto
la hermandad de Atocha nace como una entidad cerrada
42
en algunas
circunstancias se permitía el ingreso a ella de personas allegadas a los
escribanos. Luis de Ojeda el fundador, fue un claro ejemplo. Otra
característica que el documento nos permite apreciar es que los escribanos
limeños buscaban afianzar lazos y tener representatividad incluso externa.
Recordemos que en México desde 1573 se había creado también una
organización de escribanos: la cofradía de los cuatros santos Evangelistas
con sede en el convento grande de San Agustín de dicha ciudad. La
denominación era porque los evangelistas fueron los que dieron fe y
constancia de la existencia y ejemplo de vida de Jesús en el Nuevo
Testamento. Esta cofradía si bien es cierto tiene similares características a la
limeña en la composición de sus integrantes no la posee en cuanto a su obra
social. La de México tenía como funciones la ayuda moral y económica a
los cofrades debido a la repentina muerte de alguno de sus miembros, es
decir, el auxilio para los familiares o el entierro de los difuntos.
43
De estos mismos años son también las referencias acerca de donaciones que
solían hacer los clientes de los escribanos miembros de la Hermandad para
la casa de Huérfanos. Se puede apreciar como el poder de convencimiento
de estos actores sociales hacia que muchas personas hicieran donativos
bastante singulares, ya sea por deudas de onerosa recuperación, para evitar
recaer en algún vicio o simplemente para dejar patente su deseo de
41
Archivo General de la Nación (en adelante AGN-Perú). Protocolos Notariales Siglo XVII.
Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1604, legajo 231 Foja 1740 y 1740 v.
42
Entidad cerrada o “horizontal cerrada” en el caso de las cofradías alude a que ninguna de las
personas que no reúna los requisitos establecidos (en el caso de la de Atocha ser escribano público)
podía acceder a ser pate de la misma. Véase ROMERO MARTÍNEZ, Adelina. La cofradía de los
escribanos públicos del número de Baeza (1521-1527) en Revista Historia, Instituciones,
Documentos. Nº 22. Universidad de Sevilla, España, 1995, p. 537.
43
PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Bernardo. Historia de la escribanía en la Nueva España
y el Notariado en México. Colegio de Notarios, México D.F., 1988, p. 46.
56
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
done bienes todos e cualesquiere que nuestro poder.
41
Entre las firmas de los escribanos que conformaban la cofradía están los
siguientes: Joan Ramírez, Diego Sánchez Vadillo, Francisco de Dueñas,
Rodrigo Gómez de Baeza, Juan Altamirano, Cristóbal de Aguilar Mendieta,
Francisco Ramiro Bote y Luis Clemente de Obregón. Es importante señalar
que Sánchez, Dueñas y Altamirano no están comprendidos dentro de los
registros que conserva el Archivo de la Nación hoy en día. Tampoco lo está
el contador Ortega, ni los otros tres testigos que firmaron el poder: el
hermano Lázaro de Santa María y los presbíteros Diego Gatica y Julio
Ochoa de Cubieza. Este dato es interesante pues revela que si bien es cierto
la hermandad de Atocha nace como una entidad cerrada
42
en algunas
circunstancias se permitía el ingreso a ella de personas allegadas a los
escribanos. Luis de Ojeda el fundador, fue un claro ejemplo. Otra
característica que el documento nos permite apreciar es que los escribanos
limeños buscaban afianzar lazos y tener representatividad incluso externa.
Recordemos que en México desde 1573 se había creado también una
organización de escribanos: la cofradía de los cuatros santos Evangelistas
con sede en el convento grande de San Agustín de dicha ciudad. La
denominación era porque los evangelistas fueron los que dieron fe y
constancia de la existencia y ejemplo de vida de Jesús en el Nuevo
Testamento. Esta cofradía si bien es cierto tiene similares características a la
limeña en la composición de sus integrantes no la posee en cuanto a su obra
social. La de México tenía como funciones la ayuda moral y económica a
los cofrades debido a la repentina muerte de alguno de sus miembros, es
decir, el auxilio para los familiares o el entierro de los difuntos.
43
De estos mismos años son también las referencias acerca de donaciones que
solían hacer los clientes de los escribanos miembros de la Hermandad para
la casa de Huérfanos. Se puede apreciar como el poder de convencimiento
de estos actores sociales hacia que muchas personas hicieran donativos
bastante singulares, ya sea por deudas de onerosa recuperación, para evitar
recaer en algún vicio o simplemente para dejar patente su deseo de
41
Archivo General de la Nación (en adelante AGN-Perú). Protocolos Notariales Siglo XVII.
Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1604, legajo 231 Foja 1740 y 1740 v.
42
Entidad cerrada o “horizontal cerrada” en el caso de las cofradías alude a que ninguna de las
personas que no reúna los requisitos establecidos (en el caso de la de Atocha ser escribano público)
podía acceder a ser pate de la misma. Véase ROMERO MARTÍNEZ, Adelina. La cofradía de los
escribanos públicos del número de Baeza (1521-1527) en Revista Historia, Instituciones,
Documentos. Nº 22. Universidad de Sevilla, España, 1995, p. 537.
43
PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Bernardo. Historia de la escribanía en la Nueva España
y el Notariado en México. Colegio de Notarios, México D.F., 1988, p. 46.
colaboración. Así tenemos el ejemplo de doña Leonor de Rosas quien:
Hizo gracia y donación al dicho hospital de cuatrocientos pesos
corrientes de a ocho reales que Pedro de Cárdenas presbítero cura de
la ciudad de Huamanga a mi principal y como vecino de la dicha
ciudad a mí su fiador y principal pagador están obligados a de pagar
por escritura de obligación y otorgada en la dicha de Guamanga en
fecha de 26 de octubre del año pasado de 1600 ante Juan Sánchez
escribano de su majestad y la dicha donación se otorgó hoy día de la
fecha de esta carta por ante el presente escribano de ella.
44
Otros ejemplos van graficados más adelante en el mismo protocolo. En 14
de mayo de 1604 Román Ruiz declaraba:
Dejo y otorgo, quedaba y queda dio su parecer cumplido en causa
propia bastante a los mayordomos del hospital de Nuestra Señora de
Atocha de los Niños Huérfanos fundado en esta dicha ciudad y a su
procurador en su nombre para que el dicho hospital reciban y
cobren de Juan de Mendieta escribano público de esta dicha
ciudad y de sus bienes y de que quien y con derecho puedan y deban
treinta pesos de a nueve reales que el debe por una cedula firmada
de su nombre que esta presentada ante el señor licenciado Julio Paz y
Maguiña, Juez de residencias de esta dicha ciudad y cobrados que
los hayan los doy de limosna al dicho hospital para la crianza de
los dichos niños y de lo que recibieren y cobraran den sus cartas de
pago, costas y finiquito y valgan como si el las diese y otorgase y a
ellas presente fuese y si para la dicha cobranza fuese necesario
contienda de juicio puedan hacer y hagan todos los autos y
diligencias judiciales y extrajudiciales que sean necesarios y
convengan de se hacer que el haría y hacer podría presente siendo
que para todo ello y cede y renuncia y traspasa sus derechos para con
el ….y los cede y renuncia y traspasa en el dicho hospital y a los
dichos sus mayordomos y procuradores que al presente son y en
adelante serán en su nombre y los hace procuradores autores en su
fecha y causa propia y cobrados los dichos pesos lo hagan parecer
para el dicho hospital porque de ellos les haré limosna.
45
44
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1602, legajo
230, Foja 767 v.
45
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1604, Legajo
230, Foja 1240 v.
57
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
Este es un testimonio interesante puesto que el donante está argumentando
que es un escribano público el que le tiene una deuda de 30 pesos y concurre
a la Hermandad para evidenciar la falta de uno de sus miembros y hacer
presión para que se cobre el dicho monto y de esa forma otorgarlo como
donativo.
Pero las donaciones no eran solo sobre deudas que los propios escribanos
tenían sino que podían recaer sobre cualquier particular. En 14 de mayo de
1604 “Diego Ruiz de León residente en esta ciudad de los Reyes del Perú
plantea una demanda por una cantidad de pesos no especificada que le tenía
en deuda un presbítero. Usa los servicios de la hermandad para que puedan
asumir su defensa y como pago la Casa de Huérfanos recibiría 30 pesos.
Dice el tenor del expediente:
Sepan cuantos esta carta vieren como yo, otorgo e conozco por esta
carta que doy y otorgo todo mi poder cumplido cuan bastante de
derecho se requiere y sea necesario y más puede y deba hacer el
Hospital de Nuestra señora de Atocha de los niños huérfanos y a sus
mayordomos que al presente son y a los procuradores que de
adelante sean especialmente para que por mí y en mi nombre y como
yo mismo representan de su propia persona puedan hacer y
demandar recibir e cobrar sus deudas del padre Sebastián
Gallego presbítero y de sus bienes y de quien con derecho puedan
y deban todos los dichos pesos que pareciere deberme el dicho padre
Sebastián Gallegos por las costas de este auto que yo sigo contra él y
segundo contra el provisor de este arzobispado y su notario ha
presentado parecer para los dichos autos…y ansi cobrados estos
dichos pesos tomen los dichos mayordomos cualesquiere de ellos
treinta pesos de a nueve reales cada uno para el dicho hospital y
para la costa y ayuda a la crianza de los dichos niños porque de
ellos le hago gracia buena y limosna y a lo demás se me acuda
como a persona a quien pertenecen los demás pesos que ansi
pareciere deberme el dicho padre Sebastián Gallegos.
46
Este es uno de los casos específicos en los cuales la totalidad de lo cobrado
no iba íntegramente a la Casa de Huérfanos, sino solo un porcentaje (las
costas de un juicio) que era reconocido por la representación que ejercían
los notarios. Este ejemplo muestra de manera bastante certera las diversas
46
AGN-Perú. Protocolos notariales. Francisco Ramiro Bote. Legajo 230, folio 1241 v. Año 1604
58
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
Este es un testimonio interesante puesto que el donante está argumentando
que es un escribano público el que le tiene una deuda de 30 pesos y concurre
a la Hermandad para evidenciar la falta de uno de sus miembros y hacer
presión para que se cobre el dicho monto y de esa forma otorgarlo como
donativo.
Pero las donaciones no eran solo sobre deudas que los propios escribanos
tenían sino que podían recaer sobre cualquier particular. En 14 de mayo de
1604 “Diego Ruiz de León residente en esta ciudad de los Reyes del Perú
plantea una demanda por una cantidad de pesos no especificada que le tenía
en deuda un presbítero. Usa los servicios de la hermandad para que puedan
asumir su defensa y como pago la Casa de Huérfanos recibiría 30 pesos.
Dice el tenor del expediente:
Sepan cuantos esta carta vieren como yo, otorgo e conozco por esta
carta que doy y otorgo todo mi poder cumplido cuan bastante de
derecho se requiere y sea necesario y más puede y deba hacer el
Hospital de Nuestra señora de Atocha de los niños huérfanos y a sus
mayordomos que al presente son y a los procuradores que de
adelante sean especialmente para que por mí y en mi nombre y como
yo mismo representan de su propia persona puedan hacer y
demandar recibir e cobrar sus deudas del padre Sebastián
Gallego presbítero y de sus bienes y de quien con derecho puedan
y deban todos los dichos pesos que pareciere deberme el dicho padre
Sebastián Gallegos por las costas de este auto que yo sigo contra él y
segundo contra el provisor de este arzobispado y su notario ha
presentado parecer para los dichos autos…y ansi cobrados estos
dichos pesos tomen los dichos mayordomos cualesquiere de ellos
treinta pesos de a nueve reales cada uno para el dicho hospital y
para la costa y ayuda a la crianza de los dichos niños porque de
ellos le hago gracia buena y limosna y a lo demás se me acuda
como a persona a quien pertenecen los demás pesos que ansi
pareciere deberme el dicho padre Sebastián Gallegos.
46
Este es uno de los casos específicos en los cuales la totalidad de lo cobrado
no iba íntegramente a la Casa de Huérfanos, sino solo un porcentaje (las
costas de un juicio) que era reconocido por la representación que ejercían
los notarios. Este ejemplo muestra de manera bastante certera las diversas
46
AGN-Perú. Protocolos notariales. Francisco Ramiro Bote. Legajo 230, folio 1241 v. Año 1604
estrategias que emplearon los escribanos para poder agenciarse de donativos
y recursos para el sostenimiento de la Casa y Hospicio que patrocinaban.
Un año después, en 1605, otro connotado notario de la cofradía, don
Francisco Ramiro Bote, asume el papel de mayordomo de la Cofradía. En
virtud de este cargo y en su calidad de representante de dicha hermandad
benefactora del hospicio de huérfanos, dirigió una solicitud al Papa Paulo V,
quien en un breve apostólico les hizo la gracia de concederles la
exoneración de los derechos que se exigían por bautizar a algunos niños,
pudiéndolo hacer a partir de ese momento en la pila bautismal de su Capilla.
Asimismo, no se les debía de cobrar por la administración de la eucaristía
estando enfermo alguno de ellos y por último les concedió el privilegio de
poder enterrar a los infantes en su recinto.
47
Era natural que Bote fuera el sucesor de Olmedo y Bravo, puesto que fue
uno de los escribanos más activos en conseguir donaciones. Tal vez fue su
estrategia para ganarse un lugar de renombre en la sociedad limeña o ante la
corona española. En sus registros se puede evidenciar que desde un año
antes de su elección ya había gestionado varias donaciones: En 18 de
febrero de 1604 recibe una carta poder de Martín Alonso Gaytan de Ayala a
favor del:
Hospital de Nuestra Señora de Atocha de los niños huérfanos de esta
ciudad y puestos ya sus mayordomos que son al presente y adelante
fueren y a quien su poder den los dichos mayordomos hubiere en
especial para que reciban y cobren de Isabel de Cepeda viuda
residente en el puerto de Pisco y de sus bienes y de quien con
derecho deban sesenta pesos de a nueve reales de principal con
más las costas que me debe y por cual tengo ejecutada ante la justicia
del dicho puerto y están los recaudos en esta ciudad y para las dichas
cobranzas les hago procurador autos y le cedo renunciación y
traspaso mis obligaciones reales y personales y las demás que yo
tengo en la dicha razón para cualquier cedo dichos pesos suceda y
los cobre el dicho hospital y sus mayordomos en su nombre porque
se los doy de limosna para ayudar en la crianza de los dichos
niños y de lo que recibieren y cobraren den y otorgue sus cartas de
pago las cartas finiquitos y cancelaciones valgan como si yo las
47
Biblioteca Nacional del Perú. Sala de Investigaciones. Volantes Siglo XVII. V/B145 1605. Breve
Apostólico expedido por la santidad Paulo V en 21 de Marzo de 1605 a favor de la Casa y hospital de
los Niños Expósitos de Nuestra Señora de Atocha.
59
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
otorgase siendo presente.
48
Las referidas cartas poder para el cobro de deudas fueron habituales
49
y los
montos en los dos ejemplos previos pueden parecer exiguos, pero hay que
considerar que en el caso de la donación de Gaytan, el monto donado
equivalía a 4 meses de pago de una ama de leche, que eran muy necesarias
en el Hospicio.
Más generosa fue la donación de Cosme Sánchez, vecino limeño, quien le
da representación a los mayordomos de la Hermandad de Atocha para la
cobranza de un año de trabajo con su anterior empleador. Dice el tenor del
expediente:
Puedan pedir y demandar recibir y cobrar de Juan de la Monza
dueño de recuas y de sus bienes, y de quien y con derecho puedan
y deban trescientos pesos de ocho reales cada uno que me debe de
un año de servicio de mayordomo que le serví en dar con sus recuas
que se cumplió a primero de abril del año pasado de mil y seiscientos
y cinco como parece por escritura otorgada ante Garci López
Galindo receptor que originalmente signada del dicho servicio, la
entrego por Pedro de Acosta procurador de la dicha casa y hospital
para que haga dicha cobranza para lo cual le hago mi procurador
autor y le cedo al dicho hospital mis derechos y acciones reales y
personales mistos e hipotecarios y los demás que yo tengo en la
dicha razón contra dicho Juan de La Monza y sus bienes para en
todos ellos suda y los cobre para el dicho hospital, yo se los doy de
limosna para la crianza de los dichos niños y de lo que recibiere y
cobrare de sus cartas de pago, gasto e finiquito e cancelación y
valgan como si yo lo otorgase siendo presente y sobre la dicha
cobranza siendo necesario parezca en juicio ante las justicias de su
majestad que con derecho deban y haga todos los pedimentos
requerimientos y ejecuciones prisiones juramentos y todos los demás
autos y diligencias judiciales y extrajudiciales que convengan de su
hacer que yo haría siendo presente que por poder que para todo ello
48
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1602,
Protocolo 230, foja 802.
49
Véase a manera de ejemplo: AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Francisco de
Acuña. Protocolo 47. 27 de enero de 1605. Folio 132. Carta Poder de Antonio Sánchez Francia al
mayordomo dela casa de Nuestra Señora de Atocha de niños huérfanos.
es necesario y yo tengo aquel mismo doy y otorgo a la dicha casa y
hospital y a los dichos mayordomos y procuradores in solidum.
50
Vemos que era una representación bastante completa la que se le otorgaba a
los escribanos en la confianza de poder recuperar un monto de dinero que
sin una defensa adecuada era muy probable que Juan de la Monza nunca
hubiera cancelado. Pero lo más notorio es que se donen íntegros los 300
pesos a la Casa, renunciando el demandante a toda esa cantidad y
dedicándola también a la beneficencia. En ese sentido la labor de caridad no
solo alcanzaba a los escribanos sino también a los donantes que ejecutaban
una acción que esperaban fuera reconocida social y espiritualmente.
Una donación más singular es la que firmó en nueve de marzo de 1604 el
Capitán Antonio Zapata, “gentil hombre de la compañía de la compañía de
las lanzas de la guarda de este reino”, quien al parecer tenía arraigado el
vicio del juego, por lo que se obliga a cumplir el siguiente compromiso:
Proponía y se obligaba que desde hoy día hasta fin del mes de
diciembre fin de dicho presente año no jugara a los naipes en esta
ciudad, ni a los dados por si ni por interpósita persona so pena de que
si jugare cualquiera de los dichos juegos en esta dicha ciudad dará y
pagara trescientos pesos corrientes de a nueve reales para la Casa
de Nuestra Señora de Atocha de los niños huérfanos de esta dicha
ciudad para la crianza de los dichos niños en que desde luego se daba
e dio por condenado y que se cobren de ello y mal bien pasado de
ellos porque de ellos le hace gracia y donación irrevocable y quiere
que el puedan ejecutar por ellos sin que se hagan otras demás
diligencias y viendo habidos y por haber y doy poder a los
escribanos de su majestad a cuyo fuero y jurisdicción me someto y
renuncio el mío propio para que por toda razón de derecho ella me
ejecutaran me compelan y apremien al cumplimiento al pago de lo
cual el dicho como esta dicha carta y lo que en ella va contenido
fuese sentencia definitiva del juez.
51
Desconocemos si el citado Zapata quebró su compromiso y los escribanos
hicieron valer el pago de los 300 pesos, pero queda remarcada la labor que
la hermandad tenía no solo en el sostenimiento de una obra de bien social
50
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Francisco Ramiro Bote, Año 1606,
Protocolo 231, foja 2413.
51
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Francisco Ramiro Bote. Legajo 231, año
1605, Foja 1935.
61
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
como la Casa de Huérfanos sino también como medio de control social ante
vicios y excesos de la población.
En algunas donaciones se mezclaban tanto dinero como bienes. También la
representación de los escribanos no solamente era en causas dentro de la
ciudad limeña. Es el ejemplo específico de Juan López, vecino de Lima
quien en documento presentado ante el notario Bote ejecutó el siguiente
texto:
Poder cumplido doy en causa propia bastante a la Casa y Hospital de
Nuestra Señora de Atocha de los Niños Huérfanos expósitos de esta
dicha ciudad a sus mayordomos y procuradores que al presente son y
fueren y cualesquiere de ellos in solidum y a quien por el dicho
presente para que en mi nombre y para el dicho hospital en su
mayordomo fecho y causa propia puedan pedir demandar recibir,
saber y cobrar de Gerónimo Cabello de Miraval escribano del
cabildo y público de la ciudad de Guanuco de sus bienes y de con
quien derecho puedan y deban tres caballos y una escopeta en que
le tengo condenado por sentencia de los señores alcaldes del crimen
de esta Real audiencia que está pendiente ante el secretario Julio de
Tineo Almanza y más cobren doscientos pesos de a ocho reales
que todo lo uno y lo otro me lo debe el susodicho y para la dicha
cobranza los hago procuradores autores en nombre de dicho hospital
y le cedo y renuncio y traspaso mi derecho y acciones reales y
personales y lo demás que yo tengo.
52
Vemos que en la causa que el demandante seguía contra el escribano
huanuqueño ya tenía ganada una instancia en la cual recomendaba el pago
de los 3 caballos y la escopeta hacia la Casa de Huérfanos de Lima así como
proseguía el pleito exigiendo 200 pesos adicionales que también irían en
beneficio del Hospicio. También es circunstancial que la exigencia sea ante
un escribano de provincias, tal vez el donante pensó que sus colegas de
oficio bien podrían tener éxito en esta causa más aun cuando se debería
convencer al demandado que el dinero sería usado en una causa benéfica y
que este no se haría problemas al ser requerido por compañeros de
profesión. Por último queda por esclarecer cuáles fueron las motivaciones
de los donantes en hacer estas donaciones ante la Casa de Huérfanos. Es
sabido que la ilegitimidad era un problema social bastante extendido en la
52
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Francisco Ramiro Bote. Legajo 231, año
1605, Foja 2227 v.
62
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
como la Casa de Huérfanos sino también como medio de control social ante
vicios y excesos de la población.
En algunas donaciones se mezclaban tanto dinero como bienes. También la
representación de los escribanos no solamente era en causas dentro de la
ciudad limeña. Es el ejemplo específico de Juan López, vecino de Lima
quien en documento presentado ante el notario Bote ejecutó el siguiente
texto:
Poder cumplido doy en causa propia bastante a la Casa y Hospital de
Nuestra Señora de Atocha de los Niños Huérfanos expósitos de esta
dicha ciudad a sus mayordomos y procuradores que al presente son y
fueren y cualesquiere de ellos in solidum y a quien por el dicho
presente para que en mi nombre y para el dicho hospital en su
mayordomo fecho y causa propia puedan pedir demandar recibir,
saber y cobrar de Gerónimo Cabello de Miraval escribano del
cabildo y público de la ciudad de Guanuco de sus bienes y de con
quien derecho puedan y deban tres caballos y una escopeta en que
le tengo condenado por sentencia de los señores alcaldes del crimen
de esta Real audiencia que está pendiente ante el secretario Julio de
Tineo Almanza y más cobren doscientos pesos de a ocho reales
que todo lo uno y lo otro me lo debe el susodicho y para la dicha
cobranza los hago procuradores autores en nombre de dicho hospital
y le cedo y renuncio y traspaso mi derecho y acciones reales y
personales y lo demás que yo tengo.
52
Vemos que en la causa que el demandante seguía contra el escribano
huanuqueño ya tenía ganada una instancia en la cual recomendaba el pago
de los 3 caballos y la escopeta hacia la Casa de Huérfanos de Lima así como
proseguía el pleito exigiendo 200 pesos adicionales que también irían en
beneficio del Hospicio. También es circunstancial que la exigencia sea ante
un escribano de provincias, tal vez el donante pensó que sus colegas de
oficio bien podrían tener éxito en esta causa más aun cuando se debería
convencer al demandado que el dinero sería usado en una causa benéfica y
que este no se haría problemas al ser requerido por compañeros de
profesión. Por último queda por esclarecer cuáles fueron las motivaciones
de los donantes en hacer estas donaciones ante la Casa de Huérfanos. Es
sabido que la ilegitimidad era un problema social bastante extendido en la
52
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Francisco Ramiro Bote. Legajo 231, año
1605, Foja 2227 v.
época colonial,
53
puede ser una circunstancia a tener en cuenta al momento
de analizar las donaciones, el hecho de que algunas personas que figuran en
calidad de benefactores haya tenido también algún niño depositado en la
casa de Huérfanos y se encargaran de manera diversa de alcanzarles
recursos para su sustento.
En el año 1606, Cristóbal de Vargas, escribano público y real
54
reemplazó
en el cargo de mayordomo de la Hermandad a Francisco Ramiro Bote, ante
el fallecimiento de este último. En su gestión se logró adquirir un sitio en la
calle que iba de la Iglesia de la Compañía de Jesús (Actual Iglesia San
Pedro) a la Iglesia de Guadalupe (Actual Palacio de Justicia) para proceder a
edificar la Iglesia, tal y como la conocemos actualmente
55
. Dicho predio se
compró a los Sres. Martín y Miguel Huamán, Mayordomos de la Cofradía
del Rosario de los Naturales de la Iglesia de Santo Domingo
56
, quienes la
vendieron en censo perpetuo a 900 pesos de principal y 64 pesos y 7 reales
de canon anuales, pagado con las contribuciones de los hermanos de la
Cofradía de Nuestra Señora de Atocha en los años subsiguientes. Se decid
la compra de dicho solar por estar ubicado al lado de las antiguas
instalaciones del Hospicio y Capilla de Huérfanos. La escritura de venta fue
otorgada ante Francisco de Dueñas, otro insigne hermano de la cofradía y
escribano real.
Fue en la gestión de Vargas en la que se dieron también incidentes con
respecto a donaciones que no solo favorecían a la Casa de Huérfanos sino a
instituciones de beneficencia que similarmente tenía la ciudad, como es el
caso específico del Hospital de San Lázaro. En 1607, Cristóbal de Vargas da
cuenta de los sucesos que correspondieron a la venta de un predio dejado
por un benefactor de la Casa de Huérfanos nombrado Alonso de Contreras
en 1606. El tenor del expediente es el siguiente:
Decimos que por cuanto Alonso de Contreras difunto en la causa de
53
CASALINO, Carlota. De los expósitos protegidos a los expósitos desprotegidos. La transición de
la administración colonial al Estado republicano del Perú y sus efectos en grupos vulnerables en
O´PHELAN GODOY, Scarlett y ZEGARRA FLORES, Margarita (editoras), Mujeres, familia y
sociedad en la historia de América Latina, siglos XVIII-XXI,CENDOC-Mujer, PUCP-Instituto Riva-
Agüero, Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima, 2006, p. 79.
54
AHML. Libros de Ordenanzas y Reales Cédulas. Libro 3, Folio 165, Año de 1603. Título de
Escribano que su majestad Felipe III concede a Cristóbal de Vargas.
55
La Iglesia se ubica en el cruce de los actuales jirones Azángaro y Apurímac en el Cercado de Lima
y lleva por nombre Vice parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, pero es conocida por los limeños
como Iglesia de los Niños Huérfanos.
56
ABPL. Documentos empastados, Hospicio de Niños huérfanos. Tomo I, Doc. 3. Venta de un solar,
a censo perpetuo, otorgada por los Mayordomos de la Cofradía de Rosario de Naturales a favor de la
Hermandad de Nuestra Señora de Atocha. Se otorgó esta escritura en 23 de Agosto de 1606, ante
Francisco de Dueñas.
63
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
su testamento que otorgó ante Alonso Cortes, escribano y receptor
de esta real audiencia en 25 del mes de junio del año pasado de
seiscientos y seis de bases de cuya provisión falleció dejo una casa
de morada la mitad de ella a la dicha casa de Nuestra Señora de
Atocha y la otra mitad al hospital y estándola poseyendo con
grande incomodidad y ser impracticable y ambas casas tener muchas
más necesidad de dinero que de la dicha casa para sufragar alguna
de las muchas que el dicho hospital y hospital casa de Nuestra
Señora tiene aludimos al Real Acuerdo de Gobierno por vacarse de
virrey suplicamos por escritos se nos hiciese merced dar licencia
para vender las dichas casas y que cada uno hubiese perteneciese y
ambos pedimentos habiendo precedido ciertas informaciones y
diligencias se nos dar licencia para hacer la dicha venta en virtud de
ella se dieron ciertos pregones para poderse mejor hacer ante y se
hizo de la dicha casa en Álvaro Alonso Moreno que la compró por
Alonso Moreno su hermano para quien fueron en mil pesos
corrientes de a nueve reales en que se incluyeron ciento y cincuenta
pesos corrientes de a nueve reales de principal impuestos sobre la
dicha casa que le redito.
57
Lo recaudado se distribuyó en partes iguales entre la Casa de Huérfanos y el
Hospital de San Lázaro. Sobre el escribano que asentó el documento de
donación, Alonso Cortes, es muy probable que haya sido miembro fundador
de la cofradía de Atocha, aunque en el Archivo de la Nación solo se
conserven pocos registros de su labor notarial.
58
Otro caso similar de donación de solo una parte de lo recaudado están
anotados también por el escribano Aguilar de Mendieta. En 1607 Juan de
Bustamante “mercader residente en esta ciudad de los Reyes del Perú”,
otorgó una carta poder a los mayordomos de la Casa Hospicio de Nuestra
Señora de Atocha para que:
Representando mi persona cualquier de los dichos mayordomos que
como dicho es fueren y pidan demanden reciban y cobren de Don
57
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta, Protocolo
49, Año 1607, Foja 665.
58
Véase a manera de ejemplo AYULO, Nicanor. “Índice alfabético de los notarios públicos que han
actuado en esta capital desde 1535 hasta el día”. Lima, Imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1893.
En el prólogo refiere que ya había realizado un trabajo similar en 1876, pero que este era más amplio.
Asimismo comenta que el Archivo Nacional perdió muchos documentos producto de que las tropas
chilenas as vendieron al peso a las bodegas de Lima.
64
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
su testamento que otorgó ante Alonso Cortes, escribano y receptor
de esta real audiencia en 25 del mes de junio del año pasado de
seiscientos y seis de bases de cuya provisión falleció dejo una casa
de morada la mitad de ella a la dicha casa de Nuestra Señora de
Atocha y la otra mitad al hospital y estándola poseyendo con
grande incomodidad y ser impracticable y ambas casas tener muchas
más necesidad de dinero que de la dicha casa para sufragar alguna
de las muchas que el dicho hospital y hospital casa de Nuestra
Señora tiene aludimos al Real Acuerdo de Gobierno por vacarse de
virrey suplicamos por escritos se nos hiciese merced dar licencia
para vender las dichas casas y que cada uno hubiese perteneciese y
ambos pedimentos habiendo precedido ciertas informaciones y
diligencias se nos dar licencia para hacer la dicha venta en virtud de
ella se dieron ciertos pregones para poderse mejor hacer ante y se
hizo de la dicha casa en Álvaro Alonso Moreno que la compró por
Alonso Moreno su hermano para quien fueron en mil pesos
corrientes de a nueve reales en que se incluyeron ciento y cincuenta
pesos corrientes de a nueve reales de principal impuestos sobre la
dicha casa que le redito.
57
Lo recaudado se distribuyó en partes iguales entre la Casa de Huérfanos y el
Hospital de San Lázaro. Sobre el escribano que asentó el documento de
donación, Alonso Cortes, es muy probable que haya sido miembro fundador
de la cofradía de Atocha, aunque en el Archivo de la Nación solo se
conserven pocos registros de su labor notarial.
58
Otro caso similar de donación de solo una parte de lo recaudado están
anotados también por el escribano Aguilar de Mendieta. En 1607 Juan de
Bustamante “mercader residente en esta ciudad de los Reyes del Perú”,
otorgó una carta poder a los mayordomos de la Casa Hospicio de Nuestra
Señora de Atocha para que:
Representando mi persona cualquier de los dichos mayordomos que
como dicho es fueren y pidan demanden reciban y cobren de Don
57
AGN-Perú. Protocolos Notariales Siglo XVII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta, Protocolo
49, Año 1607, Foja 665.
58
Véase a manera de ejemplo AYULO, Nicanor. “Índice alfabético de los notarios públicos que han
actuado en esta capital desde 1535 hasta el día”. Lima, Imprenta de la Escuela de Ingenieros, 1893.
En el prólogo refiere que ya había realizado un trabajo similar en 1876, pero que este era más amplio.
Asimismo comenta que el Archivo Nacional perdió muchos documentos producto de que las tropas
chilenas as vendieron al peso a las bodegas de Lima.
Luis de Castilla Altamirano vecino de esta dicha ciudad y de quien
con derecho puedan y deban setecientos cincuenta pesos de plata
ensayada y doscientos y veinte y ocho pesos corrientes de a ocho
reales que me debe por escritura en mi favor firmada y presentada
ante Pedro Gonzáles de Contreras escribano público … y de los
dichos que cobraren tomen de ellos cincuenta pesos de a ocho
reales que les doy de limosna a la Casa para ayuda de la crianza de
los niños.
59
Si bien el monto no es despreciable a comparación de todo lo que
recuperaría el mercader Bustamante con las gestiones de la hermandad, sí
resulta corto. Tal vez su espíritu mercantilista se impuso a su caridad o solo
vio en la retribución un pago por los servicios prestados por los escribanos
(un éxito casi seguro en la recuperación de una deuda morosa). Cabe anotar
que el escribano Pedro Gonzales sí figura como fundador de la Hermandad,
y seguramente a instancias del mismo es que Bustamante recurre a la
Hermandad para recuperar su dinero.
Un ejemplo similar es el que aconteció con Gerónimo Virgilio, vecino
limeño, quien también en 1607 nombra como sus representantes a los
mayordomos de la Casa de Atocha para “que pidan demanden de los bienes
de Esteban de Valdivieso residente en la villa de Ica y de quien con
derecho puedan y deban trescientos pesos corrientes de a ocho reales que
al presente me debe por cedula firmada”.
60
Sin embargo, del total recaudado
se destinó la mitad al Hospicio y la otra mitad a una persona, familiar del
demandante, en el Callao. Caso distinto al de Juan Sánchez Galindo,
también vecino limeño, quien otorgó poder para:
Que en mi nombre y para la casa hospital como en suyo propio pida
y demande reciba y cobre de la persona y bienes de Melchor Ruiz
Platero y de quien y con derecho pueda y deba doscientos y
cincuenta pesos corrientes de a ocho reales que me debe y está
obligado a pagar por escritura que en mi favor otorgo que para la
cobranza tengo presentada en justicia ente el juez y escribano de esta
dicha ciudad que proceden de la venta de botijas de vino que le vendí
que con este serán mostradas y del recibo de ellas prendadas y
otorgo sus cartas o carta de pago …. y cobrados que los hayan los
tomen de limosna para la dicha casa y crianza de los dichos
59
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta. Legajo 48,
año 1605, fojas 921 y 922.
60
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta. Legajo 48,
año 1606, foja 967.
65
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
niños.
61
Como dijimos antes, estas donaciones aunque en algunos casos no
constituyeran el total de la deuda recobrada, son un claro ejemplos de cómo
se perfilan los esfuerzos de los escribanos para convencer a sus clientes
habituales de ejecutar donaciones para fines benéficos.
A pesar de estas acciones, el sostenimiento de la Casa siempre fue difícil,
así queda evidenciado en 1618 cuando el cargo de mayordomo de la
Hermandad era ocupado por Francisco de Dueñas Pretel. En un documento
que se envió al Rey de España solicitando nuevamente fondos para atender a
la niñez desvalida del Hospicio, se da cuenta de la situación continua de
necesidad. El hospital contaba para entonces con una cantidad de niños “de
trescientos de ellos y los ochenta de ellos de pecho y los demás pequeños”,
lo cual hacía su mantenimiento bastante elevado. El mayordomo argumenta
que la casa no sobrevive más que de la limosna de la población y la de los
propios escribanos, siendo notoria la ayuda que recibieron del virrey
Príncipe de Esquilache quien, condolido por la evidente falta de recursos del
hospicio, otorgó recursos “de su propio patrimonio dándoles gruesas
limosnas a tiempos y ayudándoles en sus necesidades con esplendida mano
no fuera hubieran perecido”. No obstante lo cual siempre las rentas
quedaban cortas. Además, no se había hecho cumplir una real cédula de 28
de marzo de 1605 en la que se le otorgaban a la Casa de Huérfanos, por
parte del Rey, 4000 ducados anuales para ayudar al mantenimiento del
Hospicio. Una copia de esta Real Cédula va anexada al expediente siendo
copiada por el escribano (y miembro de la hermandad) Alonso Muñoz de
Acosta. Se acompañan también certificaciones de otros miembros de la
hermandad: Juan Bernardo de Quiroz, Juan Gonzales Pareja y Diego
Sánchez Vadillo, todos ellos con cargo de escribanos públicos y “de su
majestad”.
62
A pesar de haber sido recibida la información en la Corte, el
pago de los 4000 ducados se siguió posponiendo, teniendo los escribanos
que proseguir con diversas estrategias para el normal desarrollo de sus
actividades benéficas.
En 1627, el cargo de “procurador de la hermandad y hospital de los Niños
61
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta. Legajo 48,
Año 1606. Fojas 940 y 940v.
62
AGI-Sevilla, Lima 221, Nº 12, 1618. Informaciones de oficio y parte sobre el Hospital de niños
expósitos “Nuestra Señora de Atocha”. Información y parecer de la Audiencia de Lima. Solicitud de
Dueñas Pretel, Escribano de cámara del crimen de esta Real Audiencia, mayordomo del hospital de
nuestra Señora de Atocha de los niños expósitos de Lima, sobre que se le asignen rentas a dicho
centro.
66
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
niños.
61
Como dijimos antes, estas donaciones aunque en algunos casos no
constituyeran el total de la deuda recobrada, son un claro ejemplos de cómo
se perfilan los esfuerzos de los escribanos para convencer a sus clientes
habituales de ejecutar donaciones para fines benéficos.
A pesar de estas acciones, el sostenimiento de la Casa siempre fue difícil,
así queda evidenciado en 1618 cuando el cargo de mayordomo de la
Hermandad era ocupado por Francisco de Dueñas Pretel. En un documento
que se envió al Rey de España solicitando nuevamente fondos para atender a
la niñez desvalida del Hospicio, se da cuenta de la situación continua de
necesidad. El hospital contaba para entonces con una cantidad de niños “de
trescientos de ellos y los ochenta de ellos de pecho y los demás pequeños”,
lo cual hacía su mantenimiento bastante elevado. El mayordomo argumenta
que la casa no sobrevive más que de la limosna de la población y la de los
propios escribanos, siendo notoria la ayuda que recibieron del virrey
Príncipe de Esquilache quien, condolido por la evidente falta de recursos del
hospicio, otorgó recursos “de su propio patrimonio dándoles gruesas
limosnas a tiempos y ayudándoles en sus necesidades con esplendida mano
no fuera hubieran perecido”. No obstante lo cual siempre las rentas
quedaban cortas. Además, no se había hecho cumplir una real cédula de 28
de marzo de 1605 en la que se le otorgaban a la Casa de Huérfanos, por
parte del Rey, 4000 ducados anuales para ayudar al mantenimiento del
Hospicio. Una copia de esta Real Cédula va anexada al expediente siendo
copiada por el escribano (y miembro de la hermandad) Alonso Muñoz de
Acosta. Se acompañan también certificaciones de otros miembros de la
hermandad: Juan Bernardo de Quiroz, Juan Gonzales Pareja y Diego
Sánchez Vadillo, todos ellos con cargo de escribanos públicos y “de su
majestad”.
62
A pesar de haber sido recibida la información en la Corte, el
pago de los 4000 ducados se siguió posponiendo, teniendo los escribanos
que proseguir con diversas estrategias para el normal desarrollo de sus
actividades benéficas.
En 1627, el cargo de “procurador de la hermandad y hospital de los Niños
61
AGN-Perú. Protocolos notariales Siglo XVIII. Escribano Cristóbal de Aguilar Mendieta. Legajo 48,
Año 1606. Fojas 940 y 940v.
62
AGI-Sevilla, Lima 221, Nº 12, 1618. Informaciones de oficio y parte sobre el Hospital de niños
expósitos “Nuestra Señora de Atocha”. Información y parecer de la Audiencia de Lima. Solicitud de
Dueñas Pretel, Escribano de cámara del crimen de esta Real Audiencia, mayordomo del hospital de
nuestra Señora de Atocha de los niños expósitos de Lima, sobre que se le asignen rentas a dicho
centro.
Huérfanos y sus censores” recaía en el escribano Pedro López de Mallea,
Así se puede corroborar en una causa que siguieron los curas beneficiarios
de la catedral con el Hospicio e Iglesia sobre la posesión que aducían tener
“los referidos curas beneficiarios sobre administrar los sacramentos en la
citada iglesia de los Huérfanos, denunciando que se les había impedido
inclusive sacar los viáticos para los enfermos”.
63
Como hemos visto antes,
desde las épocas de la mayordomía del escribano Bote en 1605 se había
obtenido una concesión papal que le daba cierta autonomía a la Casa de
Huérfanos que como parroquia estaba adscrita a la Catedral limeña. Sin
embargo, siempre hubo conflictos latentes como se puede evidenciar en el
caso resumido.
En los años posteriores, en la Iglesia de Huérfanos, y siguiendo el ejemplo
de los escribanos, muchas otras personas empezaron a formar cofradías,
aunque la única que auxiliaba directamente a los niños era la de Atocha. Las
otras corporaciones e instituciones laicas formadas en dichos años fueron la
del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora de la Regla, Nuestro Amo
Sacramentado, Bautismo de San Juan, Santa Catalina de Sena y Nuestra
Señora del Amparo.
64
A su vez, la cofradía de los escribanos con el devenir del tiempo fue muy
aclamada por los vecinos de Lima y ya no se limitó solamente a recibir entre
sus cofrades a escribanos y receptores, sino que se admitió a todo hombre
virtuoso y de comprobada honestidad, aunque los cargos de mayordomos
siempre estuvieron entre los pertenecientes a esta profesión.
65
Un ejemplo
claro de ello es cómo en 1657, Joseph Núñez del Prado, escribano y
procurador de la Real Audiencia, en su calidad de Mayordomo de Nuestra
Señora de Atocha emprendió la refacción de Iglesia, donando de su propio
peculio 1500 pesos, llegando a recolectar entre los demás hermanos 10,000
pesos más.
66
De estos últimos se distinguieron los 6500 que donó Diego
López de Barrionuevo, regidor de la muy ilustre Ciudad del Cuzco y
hermano veinte y cuatro de la Cofradía.
63
Archivo Arzobispal de Lima (en adelante AAL). Serie Hospitales. Legajo II, Expediente 11, Año
1627
64
AAL. Cofradías. Legajos: LV (5,7-17,20-16), LXXIII (34), XXXVII-A(16), LVI-A(7).
65
Los escribanos también formaban parte de otras cofradías, ya avanzado el siglo XVII. Como
muestra el siguiente expediente: AAL. Cofradías. Legajo XXVII, Documento 15. Años 1659/60.
Autos seguidos por Manuel de Taboada, en nombre de Marcos de Santisteban, escribano del Rey y
mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios y Santo Ángel de la Guarda
(Convento de Nuestra Señora de la Merced), para que se le paguen los 400 pesos que se le deben del
tiempo que fue mayordomo.
66
Mercurio Peruano. Tomo II. 1791. Pág. 303. Concluye la Noticia Histórica de la fundación,
progresos y actual estado de la Casa Hospital de Niños Expósitos de Nuestra Señora de Atocha.
67
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
En el año 1687, Lima fue sacudida por un gran sismo, uno de los más
devastadores de su historia, solo comparable con el de cctubre de 1746.
Ambos sismos destruyeron Lima así como también la Casa de Huérfanos y
su Iglesia. Si bien es cierto la misma se logró reponer de ambos desastres,
continuando con su obra de bien social a pesar de las dificultades, las
cofradías que algún día estuvieron a su servicio, desaparecieron o se
trasladaron a otras iglesias como la opulenta Catedral limeña. Después de
1687 la cofradía de escribanos desapareció, y aunque el nombre de la
cofradía de Atocha se reprodujo después de la reconstrucción del terremoto
de 1746,
67
nuevos benefactores surgieron, entre ellos virreyes y personajes
de la sociedad civil que lograron hacer de la Iglesia de Huérfanos, no solo
un lugar de recojo de infantes, sino una obra de impulso al trabajo y la
educación al instalarse ahí una imprenta, la más reconocida a fines de la
etapa colonial.
68
Cuando llegaron los aires independentistas y el Perú se
proclamó libre del yugo español, la magnífica obra que se había
desarrollado en la Iglesia de Huérfanos desapareció, sus propiedades y
rentas fueron confiscadas, así como su imprenta, que pasó a manos del
Estado peruano.
Conclusión
En esta primera aproximación al tema, hemos delineado aspectos del
funcionamiento y labor de beneficencia de los escribanos limeños,
revisando algunos ejemplos de su organización y formas de agenciarse de
recursos para su obra de piedad: el auxilio de los niños huérfanos de Lima.
Constituye un caso particular el ejemplo de caridad y virtud de este ilustre
gremio limeño. Debemos considerar que en los manuales de escribanos que
se utilizaban se hace alusión también al rol humano que debían de cumplir,
principalmente entre todas sus funciones. Palomares, por ejemplo cita en
sus recomendaciones a los escribanos que “lo primero, que amen, y teman a
Dios nuestro señor, y hagan obras de caridad porque la fe sin ellas es
muerta”.
69
Esto, aunado a las características de la sociedad limeña en la que
67
A manera de ejemplo de la existencia de la cofradía en el siglo XVIII, véase la siguiente cita: AAL.
Cofradías Legajo LV, Documento 27. Años 1750/51. Autos seguidos por Ventura de León contra la
Cofradía de Nuestra Señora de Atocha (Hospital de Niños Huérfanos de Nuestra Señora de Atocha),
para que le paguen la limosna correspondiente por los funerales del cofrade Francisco de León, su
hermano menor.
68
Véase CHUHUE, Richard. Orfandad, Asistencialismo y Caridad Cristiana en Lima Colonial.
Historia de la Iglesia de Niños Huérfanos de Lima, en Revista del Archivo General de la Nación, Nº
27. Lima, Perú, p. 143 -164.
69
Ibídem, nota 4.
68
Revista del Archivo General de la Nación Nº31
En el año 1687, Lima fue sacudida por un gran sismo, uno de los más
devastadores de su historia, solo comparable con el de cctubre de 1746.
Ambos sismos destruyeron Lima así como también la Casa de Huérfanos y
su Iglesia. Si bien es cierto la misma se logró reponer de ambos desastres,
continuando con su obra de bien social a pesar de las dificultades, las
cofradías que algún día estuvieron a su servicio, desaparecieron o se
trasladaron a otras iglesias como la opulenta Catedral limeña. Después de
1687 la cofradía de escribanos desapareció, y aunque el nombre de la
cofradía de Atocha se reprodujo después de la reconstrucción del terremoto
de 1746,
67
nuevos benefactores surgieron, entre ellos virreyes y personajes
de la sociedad civil que lograron hacer de la Iglesia de Huérfanos, no solo
un lugar de recojo de infantes, sino una obra de impulso al trabajo y la
educación al instalarse ahí una imprenta, la más reconocida a fines de la
etapa colonial.
68
Cuando llegaron los aires independentistas y el Perú se
proclamó libre del yugo español, la magnífica obra que se había
desarrollado en la Iglesia de Huérfanos desapareció, sus propiedades y
rentas fueron confiscadas, así como su imprenta, que pasó a manos del
Estado peruano.
Conclusión
En esta primera aproximación al tema, hemos delineado aspectos del
funcionamiento y labor de beneficencia de los escribanos limeños,
revisando algunos ejemplos de su organización y formas de agenciarse de
recursos para su obra de piedad: el auxilio de los niños huérfanos de Lima.
Constituye un caso particular el ejemplo de caridad y virtud de este ilustre
gremio limeño. Debemos considerar que en los manuales de escribanos que
se utilizaban se hace alusión también al rol humano que debían de cumplir,
principalmente entre todas sus funciones. Palomares, por ejemplo cita en
sus recomendaciones a los escribanos que “lo primero, que amen, y teman a
Dios nuestro señor, y hagan obras de caridad porque la fe sin ellas es
muerta”.
69
Esto, aunado a las características de la sociedad limeña en la que
67
A manera de ejemplo de la existencia de la cofradía en el siglo XVIII, véase la siguiente cita: AAL.
Cofradías Legajo LV, Documento 27. Años 1750/51. Autos seguidos por Ventura de León contra la
Cofradía de Nuestra Señora de Atocha (Hospital de Niños Huérfanos de Nuestra Señora de Atocha),
para que le paguen la limosna correspondiente por los funerales del cofrade Francisco de León, su
hermano menor.
68
Véase CHUHUE, Richard. Orfandad, Asistencialismo y Caridad Cristiana en Lima Colonial.
Historia de la Iglesia de Niños Huérfanos de Lima, en Revista del Archivo General de la Nación, Nº
27. Lima, Perú, p. 143 -164.
69
Ibídem, nota 4.
los tratados de teología moral imperaban en la normativa de la caridad
barroca y el pensamiento de los fieles cristianos, dan el marco para su
conducta, que dista mucho, según lo evidenciado, a las formas en las cuales
se ha caracterizado (y ridiculizado) a los integrantes de este oficio.
69
Una corporación poco conocida: la Hermandad de Nuestra Señora de Atocha de escribanos
limeños en el siglo XVII
Fuentes y Bibliografía
Fuentes impresas:
LAS SIETE PARTIDAS DEL REY ALFONSO X, EL SABIO. Cotejada con
varios códices antiguos por la Real Academia de la Historia. Tomo II. Partidas
Segunda y Tercera. Imprenta Real de Madrid, 1807 [1252].
NOVÍSIMA RECOPILACIÓN DE LAS LEYES DE ESPAÑA. Dividida en
XII libros. En que se reforma la Recopilación publicada por el señor Felipe II
en el año de 1567 reimpresa últimamente en el de 1775 y se incorporan las
pragmáticas, cedulas, decretos, órdenes y resoluciones Reales y otras
providencias no recopiladas y expedidas hasta el de 1804. Mandada formar por
el Excelentísimo Carlos IV, Impresa en Madrid. 1805
Fuentes bibliográficas:
ARTILES, Jenaro, “The office of escribano in sixteenth century Habana”, in
The Hispanic American Historical Review, 49 (3), Duke University Press,
1969, pp. 489-502.
ALAPERRINE-BOUYET, Monique, La educación de las elites en el Perú
colonial. IFEA, Lima, Perú. 2007.
BURNS, Kathryn, Into the Archive: Writing and Power in Colonial Peru.
Durham, Duke University Press, 2010.
HIDALGO NUCHERA, Patricio, El escribano público entre partes o notarial
en la Recopilación de Leyes de Indias de 1689. Espacio, tiempo y Forma. Serie
IV, I–Moderna, Tomo 7, 1994, pp. 307-330.
JOUVE, Martín, Esclavos de la ciudad letrada: esclavitud, escritura y
colonialismo en Lima (1650-1700), IEP, Lima, Perú, 2005.
LOHMANN VILLENA, Guillermo, Índice del libro becerro de escrituras en
Revista del Archivo Nacional del Perú, Tomo XVI, Lima, 1941, pp. 209-240.
LUJAN MUÑOZ, Jorge, Los escribanos en las indias occidentales y en
especial en el reino de Guatemala. Instituto Guatemalteco de Derecho Notarial,
1977.
MIJARES RAMÍREZ, Ivonne, Escribanos y escrituras públicas en el siglo
XVI. El caso de la ciudad de México, D.F. UNAM. México ,1997.
VILLALBA, Enrique y TORNÉ, Emilio, El nervio de la república. El oficio de
escribano en el Siglo de Oro, Calambur, Madrid, España, 2010.
70
Revista del Archivo General de la Nación Nº31