que estaba en las casas del alcalde, del que salían dos ramales:
a) El uno que iba al almacén que estaba a espaldas del convento de la
Merced donde tomaba agua, y la pila que estaba en una esquina de ese
convento. Y de allí iba la cañería hasta el almacén que estaba en la esquina
del mármol de Carbajal que conectaba con el que estaba en la plazuela de la
Santísima Trinidad, donde terminaba este ramal.
b) El otro ramal que salía del almacén de las casas del alcalde iba al
convento de la Encarnación donde terminaba. Precisamente, la zona sur de
Lima, por el Monasterio de la Encarnación y el noviciado de los jesuitas,
estaba siendo poblada rápidamente. Esta área ocupaba una calle real de la
traza original de la ciudad desde San Francisco a Nuestra Señora de
Guadalupe. El agua se había llevado primero para abastecer a los conventos
de la zona, por lo que había un almacén de agua en el monasterio de la
Encarnación que conectaba el almacén de la Encarnación con el almacén
principal de la Caridad y daba agua al noviciado de jesuitas.
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En 1610, este tercer caño repartía agua solo en diez lugares y no daba tanta
agua como los otros caños, pero pronto llegaría al barrio de San Marcelo. La
necesidad de agua era muy grande en los barrios bajos. Los vecinos y
moradores de aquel barrio clamaban por una fuente que ya estaba acordada
tiempo atrás pero que no se construía. Los vecinos alegaban que ya la
habían pagado. Por estas razones, el 17 de enero de 1605, el cabildo dio su
consentimiento para que una fuente-pila en el barrio de San Marcelo fuese
hecha en el menor tiempo posible. Los comisarios debían hacerla semejante
a la que estaba junto a las casas de Juseppe de Ribera o en la esquina del
convento de la Merced.
3. Caos por la falta de agua en Lima
En el siglo XVII Lima tenía muchas fuentes privadas que recibían agua
gratuita; los vecinos solo pagaban por la instalación de sus pajas de agua,
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6
AHML. Los libros de cedulas y provisiones del Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima,
Libro VIII. Provisión del virrey Velasco para que de las sisa de la carne se hagan los gastos de la obra
de las cañerías, 1598, f.59. La abadesa del monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación, Mencia
de Sosa indicó que presto 2.500 pesos para proseguir la obra de la fuente, pero se acabó por lo que el
sr Francisco de León les quería prestar al convento 3.500 pesos para continuar con la obra. Estas
cantidades serían devueltas con el dinero de la sisa de la carne.
7
Libros de cabildos de Lima, Libro XIII, p. 507 (3.VII.1600); Libro XIV, p. 248 (8.XI.1602); Libro
XVI. p. 538 (6. X.1603); Libro XVI, p 708 (8. IV. 1604); Libro XIX, p. 307-331 y 332 (8.IV y 3. VI.
1622); Libro XVI, p 28-29 (26.I.1610), p.179 (13.X. 1610). En 1600 Miguel de Sosona pagó 500
pesos, el canónigo Díaz de Abrego 350 pesos, el regidor Martín de Ampuero 100 pesos, otro regidor,
Francisco de Córdoba Figueroa, igual cantidad. Se daban concesiones a los que reparaban cajas de
agua deterioradas, como Lope de Mendoza, cuya casa estaba afectada por el derrame de agua del
quitando agua a las fuentes públicas. Las quejas de los residentes en los
barrios periféricos de San Marcelo y San Agustín son claros indicadores de
que llegaba muy escasa a estas zonas por la ingente cantidad de fuentes
privadas en el este de la ciudad, llena de monasterios, conventos y otras
instituciones.
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En el año 1600 empezaron las quejas de los barrios alejados,
de la parte oeste de la ciudad, porque no llegaba agua suficiente a ellas, en
especial a San Sebastián,
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lo que hizo que el cabildo investigase qué
pasaba.
Fue en 1602 cuando se detectó y denunció el robo de agua.
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En 1605 los
vecinos del barrio de San Marcelo pidieron una fuente pública.
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El cabildo
permitió que se construyeran dos, una en el Mármol de Carbajal y otra
colindante a la iglesia. Una vez levantadas descubrieron que no llegaba
suficiente agua y no se podía meter más porque reventarían las cañerías por
la presión.
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De igual modo, en 1608 los vecinos de Santa Ana pidieron una
fuente de agua.
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También los vecinos e instituciones empezaron a pedir
almacén de la Caridad. El tesorero de la Real Hacienda, Juan Manuel Anaya, se comprometió a hacer
un almacén a su costa del que tomaría gratis en 1603. Se entregaba gratis pajas de agua a edificios
religiosos como en 1601 se dio una a la catedral y otra más el año siguiente. Igual pasó con el
convento de San Agustín, con tal que lo hiciera la conducción de la cañería al interior del recinto
religioso a su costa y dejara la calle empedrada como estaba en 1622. El colegio Seminario de los
Jesuitas pidió más pajas de agua en 1610 y el procurador general del convento de San Francisco pidió
que el agua les llegase de la caja de agua de la Caridad pues del ramal que la obtenían llegaba muy
sucia.
8
CRUZ CABRERA, José Policarpo. Las fuentes de Baeza. Las fuentes y el abastecimiento urbano
(siglos XVI al XVIII); captación, usos y distribución del agua. Granada: Universidad de Granada,
1996, pp. 18 y 55. Las sequías y las roturas en las conducciones causaban cortes esporádicos, que
provocaban malestares, disturbios y desórdenes en la recogida de agua. La falta de agua venía
propiciada no solo por el mal estado endémico de las conducciones, sino por el excesivo número de
concesiones a conventos y particulares. Y aunque el municipio tenía el derecho de cortar el agua a las
fuentes particulares en caso de emergencias, tenía cierta resistencia a cumplir estas decisiones. Esta
misma situación se daba tanto en la metrópoli, en este caso en Baeza, como en Lima.
9
Libros de cabildo de Lima, Libro Decimotercero, Años 1598- 1601 (14 de abril de 1600), p. 438.
10
Libros de cabildo de Lima, Libro Decimocuarto, Años 1602- 1605 (21 de enero de 1605), p. 930.
Se denunció en 1605 robo de agua bitoque y toma de agua de almacenes: “Que los comisarios de las
fuentes vean y visiten las casas donde hay bitoque y tomas del agua de los almacenes y procedan
contra ellas. En este cabildo se trató como había fama y se decía como muchas personas habían hecho
bitoques en los almacenes y cajas de agua que están en esta ciudad de lo cual redundaba no ir a las
fuentes públicas bastante agua y que convenía remediarse y habiéndose tratado y conferido agua
sobre ello se acordó que los comisarios de las fuentes visiten y vean las casas donde se presume hay
los dichos bitoques y procedan contra los que lo tuvieran sin licencia de este cabildo.” Libros de
cabildo de Lima, Libro Decimoquinto, Años 1606- 1609 (16 de marzo de 1607). Se detectaron
agüeros en la cañería de donde se robaba agua.
11
Libros de cabildo de Lima, Libro Decimocuarto, Años 1602-1605 (21 de enero de 1605), p. 928.
12
Libros de cabildo de Lima, Libro Decimoséptimo, Años 1612-1615 (29 de octubre de 1612), pp.
216 y 217.
13
Libros de cabildo de Lima, Libro Decimoquinto, Años 1606-1609 (8 de febrero de 1608), p. 535.
“En este cabildo se leyó un memorial que se presentó ante el virrey marqués de Montesclaros. Los
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La distribución de agua potable en Lima colonial a comienzos del siglo XVII. Caos y soluciones