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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(2); 7-27 Jeremy G. Dioses Campaña
Entonces, las prácticas en el Museo Nacional del Perú están claramente inuenciadas
por esa estructura y por la rearmación constante de la epistemología occidental en su
quehacer cotidiano. En este sentido, los agentes del museo han desempeñado un rol clave
en la actualización y reproducción de elementos heredados del periodo colonial. Entre
estas prácticas se encuentran la posesión y gestión de materialidad autóctona —actividad
que, de manera indirecta, fomentaba las excavaciones—, la formación de colecciones y la
preservación y exhibición de la materialidad bajo el rótulo de «lo nacional». Este concepto de
nación, sin embargo, busca representar una totalidad poblacional homogénea, invisibilizando
las particularidades culturales y étnicas que conforman la diversidad del Perú.
Pero, ¿por qué estas prácticas pueden considerarse colonialistas? Principalmente,
porque dan continuidad a un sistema de pensamiento establecido durante el periodo
colonial, perpetuando estructuras de poder y control sobre el conocimiento y la
materialidad autóctona8. Además, incorporan paradigmas occidentales que el Estado
peruano busca alcanzar y validar como parte de su proyecto modernizador.
Estas armaciones encuentran sustento en cartas y documentos ociales relacionados
con el Museo Nacional del Perú. En el contexto de su creación, la intención de reunir
colecciones fue evidente, como lo demuestran registros documentales que detallan la
recopilación de libros, piezas museables y otros objetos de valor histórico y cultural.
Estos documentos reejan un esfuerzo sistemático por conformar un acervo que, si
bien buscaba preservar el patrimonio, también respondía a los paradigmas occidentales
de clasicación, exhibición y representación del pasado.
8 La narrativa museológica no la conocemos con exactitud porque carecemos de fuentes que nos
proporcionen esa información; sin embargo, existen listas de elementos que nos permiten observar la
intencionalidad de conservarlas. Esto nos lleva a una idea de jerarquizar qué elementos son aquellos
que se entienden como más valiosos que otros.
Como se ha señalado, de acuerdo con la documentación encontrada, el Museo estaba conformado
por colecciones que consideran tres tipos de «objetos»: minerales, para reconocer la riqueza del país;
fósiles, para reconocer su contexto y también por la inuencia de cientícos preocupados por este
tema, como Darwin, y nuestro foco, que es la materialidad autóctona.
Asimismo, tanto los textos como la jerarquización de los objetos dentro del Museo responden a los
esquemas occidentales sobre qué debe ser preservado como parte de la historia del Perú. Esta selección
no solo determinó qué elementos eran dignos de conservación, sino que también denió una narrativa
histórica en la que ciertos aspectos del pasado fueron llevados al siguiente nivel que es: la exaltación.
En este sentido, podemos considerar que, al exaltar la organización social multiétnica de los incas, se
suprimieron otras memorias, imponiendo una narrativa que ni siquiera preservaba genuinamente el
recuerdo inca, sino una versión occidentalizada de su historia.
Por otro lado, la existencia de estas listas representó la primera o una de las primeras veces que se aplicaba
el registro escrito en la historia republicana como un mecanismo institucionalizado para la preservación
de información sobre materialidad autóctona. Este proceso se llevó a cabo dentro de una institución
creada especícamente para resguardar las memorias del Estado nacional peruano, estableciendo así un
criterio ocial sobre qué debía recordarse y conservarse como parte del legado histórico del país.
Con la institucionalización de estas listas también se estableció el uso ocial de un lenguaje técnico
aplicado a las materialidades. Este aspecto es crucial, ya que conlleva otro fenómeno: la invisibilización de
las nomenclaturas originales en favor de términos que desdibujan por completo su matriz epistemológica
autóctona. Así, un objeto sagrado pierde su connotación original y es reducido a una categoría como
«objeto precioso gentílico». Es así que se realiza una transformación conceptual que modica su
naturaleza conceptual sacra a una naturaleza propia del mercantilismo o de un capitalismo inicial.