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REVISTA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Revisiones
Líneas de investigación para el estudio de las
relaciones entre los virreinatos del Perú y
de la Nueva España hasta la independencia
Hugo Pereyra Plasencia1
Sumilla
Este trabajo describe un estado de la cuestión de los avances que se han hecho en
el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España y
sobre los elementos del contexto internacional que los han favorecido. En esta línea,
son mencionados y comentados trabajos tanto de origen peruano como mexicano,
así como los producidos en otros países. Plantea una relación preliminar de temas
referidos a estas relaciones intra virreinales, tanto en los ámbitos político y económico
como en el cultural. El trabajo introduce también algunas reexiones que buscan
comparar los rasgos generales de la independencia del Perú con la de México. Como
apéndice, se incluye una descripción de documentos virreinales del Archivo General
de la Nación de México que incluyen la palabra Perú.
Palabras clave: México, Perú, historiografía hispanoamericana, virreinatos,
independencia, comercio inter virreinal, economía virreinal, administración virreinal,
cultura virreinal, estudios comparativos y de relaciones peruano-mexicanos,
documentos virreinales peruano-mexicanos.
Research Avenues for Exploring the Interactions Between the
Viceroyalties of Peru and New Spain until Independence
1 Doctor en Ciencias Sociales en la especialidad de Historia por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Lima. Profesor del Departamento de Humanidades de la Ponticia Universidad Católica del
Perú. Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, y ministro en el Servicio Diplomático
de la República. ORCID: 0000-0001-7585-8958. Correo electrónico: a19762253@pucp.edu.pe
Recibido: 24/04/2024. Aprobado: 26/06/2024. En línea: 09/04/2025.
Citar como: Pereyra, H. (2024). Líneas de investigación para el estudio de las relaciones entre los
virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia. Revista del Archivo General de la
Nación, 39: N° 1, enero - junio 2024, 71-117. DOI: 10.37840/ragn.v39i1.168
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
Abstract
This paper presents an overview of the progress made in researching the connections
between the Viceroyalties of Peru and New Spain, as well as the international
dynamics inuencing them. It examines works produced in Peru, Mexico, and other
countries, and proposes a preliminary research agenda relating to these intra-viceregal
relationships across political, economic, and cultural domains. Additionally, it oers
reections on comparing the overarching characteristics of Peru’s and Mexico’s
independence processes. Lastly, it includes an appendix detailing viceregal documents
from Mexico’s National Archive referencing Peru.
Keywords: Mexico, Peru, Spanish American Historiography, Viceroyalties,
Independence, Inter-Viceregal Trade, Viceregal Economy, Viceregal Administration,
Viceregal Culture, Comparative Peruvian-Mexican Studies, Peruvian-Mexican
Viceregal Documents.
Introducción
Los esfuerzos de vinculación historiográca peruano-mexicanos
En 2005, la Ponticia Universidad Católica del Perú (PUCP) y El Colegio de
Michoacán publicaron de manera conjunta, con mucho acierto, el libro Historias
paralelas: actas del Primer Encuentro de Historia Perú-México, editado por
Margarita Guerra Martinière y Denisse Rouillón Almeyda (2005), con la participación
de notables historiadores de ambos países como José de la Puente Brunke y Rafael
Diego Fernández Sotelo.
No tengo conocimiento de algún esfuerzo previo de esta magnitud. En el caso que
se comenta, dicha actividad contribuyó a subsanar un vacío. No obstante, el trabajo
fue esencialmente un estudio comparativo que, salvo algunos casos puntuales dentro
de cada trabajo, incluyó menciones a las relaciones, en los planos humano, político,
social y económico, que vincularon estos dos grandes y clásicos espacios virreinales
entre el siglo XVI y el tiempo de la independencia a inicios del siglo XIX2.
Antecedentes
Las dicultades iniciales de una cada vez más creciente vinculación
historiográca
Visto el tema en una perspectiva larga, llama la atención el escaso o nulo interés que
despertaba el estudio de las relaciones entre los virreinatos, por lo menos hasta el siglo XX.
2 Otro esfuerzo de vinculación importante fue la publicación, por el Instituto Riva-Agüero, del libro
Iglesia y sociedad en la Nueva España y el Perú (Mayer y De la Puente, 2015).
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Y, en otro sentido, era muy clara la limitada importancia que se daba a los temas peruanos
en México, y viceversa.
No obstante, con relación a los temas peruanos difundidos en México, hay que
mencionar como casos aislados, aunque muy signicativos: el artículo de José Durand
(1948) sobre la biblioteca del Inca Garcilaso; la edición de José María Arguedas (1975)
de Dioses y hombres de Huarochirí; el libro de Pierre Duviols (1977), La destrucción
de las religiones andinas; de Frederick Bowser (1977), El esclavo africano en el
Perú colonial, 1524-1650; el clásico estudio de James Lockhart (1982), El mundo
hispanoperuano, 1532-1560; los tres volúmenes de El servicio personal de los indios
en el Perú del gran historiador mexicano Silvio Zavala (1978-80), auténtica joya
que recopila documentos poco conocidos del tiempo virreinal; la primera edición en
español de La conquista de los incas, de John Hemming (1982); el artículo de Manuel
Miño Grijalva (1988) sobre la política textil en ambos virreinatos; y la edición de
un interesante trabajo de Carlos Sempat Assadourian (1992) sobre la despoblación
indígena en ambos territorios durante el siglo XVI y la formación de la economía
colonial. Textos, todos estos, publicadas por editoriales e instituciones tan prestigiosas
como Siglo XXI, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Fondo
de Cultura Económica (FCE) y El Colegio de México.
Por el lado peruano, la excepción a la regla fueron dos artículos de Guillermo Lohmann
Villena (1988 y 1989): “Nueva España y el Perú: estado y sociedad en el siglo XVIII”,
y “Notas sobre la presencia de la Nueva España en las cortes metropolitanas y de cortes
en la Nueva España en los siglos XVI y XVII”. También hay que mencionar, como
antecedente más remoto, el artículo de Pedro Rodríguez Crespo (1965-67), “Aspectos
del comercio Perú-Méjico en la administración del virrey marqués de Montesclaros
(1607-1615)”, publicado en Lima por el Instituto Riva-Agüero (IRA).
¿Por qué existió un relativo desinterés inicial por este tipo de estudios que ya está en
franca vía de superación? Como hemos visto, este no fue total, aunque sí, en el largo
y mediano plazo, muy signicativo.
Existe una relación entre el desarrollo relativo, y los recursos de un país, y la respectiva
proyección internacional de su historiografía. Por ejemplo, según José de la Riva-
Agüero, la construcción historiográca de un José de San Martín como personaje clave
de la historia americana, lleno de nobleza y de bondad, tuvo relación con la historia
interna de la Argentina. En sus propias palabras, señala que la obra de Bartolomé Mitre
de 1890 sobre este personaje, así como la “prosperidad de la Argentina” de esos años,
habían “puesto de moda a San Martín” (Riva-Agüero, 1965: 442). Esta evolución hizo
apoteosis en 1940 con el famoso libro de Ricardo Rojas El santo de la espada, pero,
como dijimos, se había iniciado antes. La explicación de la difusión explosiva de esta
nueva imagen de San Martín, casi hagiográca, es bastante simple: en el tránsito del
siglo XIX al XX, la Argentina se había convertido en una de las principales potencias
económicas del mundo. Similar, aunque no idéntica, proyección internacional como
personaje casi perfecto ocurrió con George Washington en los Estados Unidos, país
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que ya se había erigido como potencia mundial y estratégica a comienzos del siglo
XX. Por último, tenemos el caso de la importante difusión internacional de la obra
del gran historiador chileno José Toribio Medina, que tuvo mucho que ver con la
prosperidad salitrera de Chile entre nes del siglo XIX y comienzos del XX.
Nunca ha tenido el Perú un status de potencia media como si lo tienen ahora México y
el Brasil, y como lo tuvo la Argentina en el pasado. En general, el nivel de vinculación
del Perú con los países latinoamericanos grandes se vio muy afectado por el enorme
desnivel con sus pares de mayor peso global, si no en lo que se reere al desarrollo, al
menos en el plano productivo y de prestigio internacional. No diré solo en el ámbito
del comercio o de las inversiones, sino también —para el caso que nos ocupa—
en la incapacidad de establecer una relación medianamente equilibrada a nivel de
producciones historiográca y cultural en general (como ocurría en el caso de la
cinematografía). Entre las décadas de 1950 y 1980, la conexión del Perú con el mundo,
en el plano historiográco, fue en lo esencial realizada por instituciones e historiadores,
antropólogos y arqueólogos extranjeros “peruanistas”, que desarrollaron una notable
—y las más de las veces silenciosa— labor de enlace con el mundo desarrollado, que
no ha sido aquilatada como se debe. Para el caso mexicano, ayudó la presencia de
historiadores peruanos que habían obtenido sus doctorados en instituciones mexicanas
de prestigio como El Colegio de México. No hay que omitir, tampoco, que por lo
menos el cincuenta por ciento de los libros y artículos sobre metodología, teoría y
losofía de la historia con los que se formaba un historiador profesional en el Perú,
digamos, entre las décadas de 1970 y 1980, habían sido editados en México.
No obstante, el Perú posterior a 1998 (año en el cual pasó a formar parte del exclusivo
club de APEC) tuvo mucho mayor capacidad de proyectarse y de establecer vínculos
con diferentes países, y abandonó un virtual aislamiento que apenas se rompía,
hasta ese momento, a través de débiles nexos con las historiografías de los países
vecinos: ya sea en un plano de efemérides nacionalistas, como los intercambios entre
las respectivas sociedades sanmartinianas y bolivarianas, o de diálogo a nivel de
historiadores marxistas y dependentistas.
Ahora, en cambio, en el nuevo mileno, con una economía más sólida y con mejor
proyección internacional –que fructicaba, por ejemplo, en la llegada de inversiones
mexicanas–, además de la participación del Perú en la Alianza del Pacíco (junto a
México, Chile y Colombia), la historiografía peruana estaba ya en mejor posición para
relacionarse con países más poderosos en la arena exterior.
Ayudó también, en el nivel de los avances teóricos, la gradual superación del pernicioso
y asxiante corsé estructuralista y marxista hacia una historiografía más volcada a
temas políticos, culturales y con una visión menos parroquial, y con perspectiva más
internacional. En parte, ello se originó en el hundimiento, a nivel mundial, de los
socialismos reales y del tramado ideológico que los sustentaba, en particular de la
Unión Soviética, entidad estatal que terminó, incluso, desapareciendo.
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Otro factor crucial fue el portentoso avance en las comunicaciones, muy palpable
desde inicios del nuevo milenio, que convirtió al mundo en una “aldea global”, tanto
a nivel visual como en el plano de la Internet y de los correos electrónicos. Es evidente
que este desarrollo contribuyó —en el ámbito que estamos estudiando— a acercar y
hacer conocidas las producciones y lineamientos historiográcos más recientes entre
los países de América Latina, entre ellos, el Perú y México.
Clara señal de este nuevo posicionamiento del Perú fue la extraordinaria exposición
de arte virreinal «Pintura de los Reinos» (Museo Nacional del Prado y Palacio Real de
Madrid: 2010-12), la cual congregó a especialistas de gran nivel, como el peruano Luis
Eduardo Wuarden y el mexicano Rogelio Ruiz Gomar. En ella fueron mostradas,
con un criterio comparativo, obras del ámbito virreinal peruano, como las de Diego
Quispe Tito y Bernardo Bitti, junto con la de grandes pintores mexicanos de la misma
época, como el Cristóbal de Villalpando.
Por otro lado, no es ninguna coincidencia que, al iniciarse el nuevo milenio, hayan sido
publicados con el respaldo de la prestigiosa editorial mexicana Fondo de Cultura Económica
dos libros fundamentales que aluden a la relación peruano-novohispana: Desafíos
transatlánticos, de Margarita Suárez (2001a), y Rosa Limensis, de Ramón Mujica (2004).
Continuaba conspirando, no obstante, todavía en el nuevo milenio, el abismo que
existía entre la desbordante producción historiográca mexicana de altísima calidad,
casi a nivel mundial, tanto a nivel académico como editorial, y el pobre desarrollo
comparativo de la historiografía peruana. Como ya se mencionó, esta última se
había sostenido en gran medida (además de algunos grandes aportes peruanos) por
el meritorio concurso de arqueólogos, antropólogos e historiadores extranjeros, con
la consiguiente nanciación institucional y el establecimiento de valiosas conexiones
internacionales, entre los que cabe citar a John Murra, Craig Morris, James Lockhart,
Pierre Duviols, Tom Zuidema, John H. Rowe, Rolena Adorno, Susan Ramírez-Horton,
Izumi Shimada, entre otros muchos.
Todavía hoy, nada tenemos en el Perú comparable con los estudios de Elías Trabulse
sobre la ciencia y la tecnología en el México virreinal (1974, 1994a, 1994b), o con
el gran desarrollo de sus investigaciones arqueológicas, y en terrenos como el de la
historia de las artes plásticas y musicales3. Los avances en el estudio de la historia
cultural han sido también notables, como se ve en la obra de Antonio Rubial (2010).
Sí, en cambio, aportes como los de Margarita Suárez y José de la Puente Brunke, los
cuales han equilibrado los niveles de producción con México en los ámbitos políticos,
económicos e institucionales4.
En un desarrollo sorprendente, el nuevo milenio dio a la luz dos trabajos sobre literatura
y poder en el siglo XVIII de la mano de José Antonio Rodríguez Garrido (2000, 2008)
3 Véase, por ejemplo, la obra de Nelly Sigaut (2012).
4 Véase la bibliografía de Suárez, desde 2001 en adelante, y la de De la Puente desde 1987.
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e, incluso, una notable e inédita incursión de este estudioso peruano en la obra de la
mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (2004), lo que sin duda habla de los niveles de
sosticación alcanzados por la renovada historiografía peruana. También por el lado
peruano, hay que mencionar el trabajo de Carlos Gálvez (2015), titulado “Cronistas
peregrinos: apuntes sobre ideas y hombres de Iglesia. Conexiones culturales entre
México y el Perú durante el siglo XVII”, publicado por el IRA. Por el lado mexicano,
Solange Alberro (2010) desarrolló un importante estudio comparativo de las estas
virreinales de México y del Perú.
Con todo, el desnivel en favor de México persistía. Ello era resultado de un Estado
mexicano que continuaba invirtiendo por lo menos veinte veces más en estos terrenos,
que el monto en que lo hacía el escuálido Estado peruano en estos mismos ámbitos,
especialmente antes del presente siglo. Los niveles de interés por los desarrollos
historiográcos, sobre todo a nivel de difusión popular, siempre han sido mucho
mayores en México. No hay comparación entre los museos peruanos y los mexicanos.
Ante semejante desbalance de apoyo e interés estatal, que venía de décadas atrás, no
sorprende, pues, que un historiador peruanista de la conquista como Lockhart haya
optado por cambiar su foco de interés hacia México, para convertirse en una autoridad
mundial en lengua náhuatl.
Para concluir esta parte, tampoco debemos dejar de considerar los estudios
comparativos y de vinculación peruano-novohispanos originados fuera de nuestros
países. Es el caso, por ejemplo, del artículo “México, Perú and the Manila Galleon”,
de William Schurz (1918); del libro de Woodrow Borah (1975 [1974]), Early Colonial
Trade and Navigation Between México and Perú; del trabajo comparativo de David
A. Brading y de Harry E. Cross (1972), “Colonial Silver Mining: México and Perú”;
y de la compilación (también de perl comparativo) de Nils Jacobsen y Hans-Jürgen
Puhle (1986), The Economies of México and Perú during the Late Colonial Period,
1760-1810.
Para un tiempo posterior puede citarse el estudio comparativo de Ronald Escobedo
(2002) sobre las comunidades indígenas del Perú y de la Nueva España. Asimismo, para
un tiempo más reciente, debe mencionarse la compilación de Bernard Lavallé (2019),
Los virreinatos de Nueva España y del Perú (1680-1740): un balance historiográco,
la cual incluyó trabajos de índole comparativa tales como “Los indios y el imperio:
pactos, conictos y rupturas en las transiciones del siglo XVIII”, de Felipe Castro;
“El mundo indígena en México y el Perú: un estado de la cuestión”, de Margarita
Menegus; “Las élites peruanas y novohispanas (1700-1730): reexiones a partir de
la reciente historiografía modernista”, de Víctor Peralta; y “Mentalidades barrocas,
religión y poderes en los virreinatos: contextos y ejes de investigación (1680-1740)”,
de Nadine Béligand y Jaime Valenzuela. Igualmente, la compilación de Paulina
Hernández Vargas (2023), Relaciones intervirreinales en América 1521-1821 que,
con relación al tema que nos ocupa, contiene los artículos de tres peruanos: “Textiles
virreinales: una aproximación histórica a los textiles y tinturas en los virreinatos
peruano y novohispano”, de Daniela Terreros; “El mobiliario de concha de perla de
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Nueva España en las colecciones de Lima en el siglo XVIII”, de Anthony Holguín; y
“Los virreinatos de Nueva España y del Perú: ejes americanos de la losofía virreinal
durante los siglos XVI y XVII. Una propuesta historiográca”, de Jean Christian
Egoavil; además del de la propia compiladora, el cual veremos más adelante.
Pasemos ahora a revisar ciertos temas especícos —algunos de ellos de largo aliento—
correspondientes, en particular, al tiempo en que los espacios históricos de México y
el Perú fueron los dos grandes virreinatos de la América española.
Temas
¿Un encuentro entre Francisco Pizarro y Hernán Cortés?
Cuenta José Antonio del Busto (1978: 46 y s.) que, aproximadamente por el tiempo en
que Francisco Pizarro obtuvo la rma de la Capitulación de Toledo (26 de julio de 1529)
en la corte de España,
[…] fue presentado a Pizarro un pariente de porte gentil y atuendo cortesano,
que se preciaba de haber dado al Emperador más tierras que las que heredó de
sus abuelos. Era Hernán Cortés, el hijo de Martín Cortés y Monroy y de Catalina
Pizarro Altamirano. El conquistador de México había obtenido del Emperador
la gobernación de Nueva España y el título de marqués del valle de Oaxaca. El
nuevo deudo, pues, estaba en el apogeo de su fama y hablaba de sus hazañas
con léxico de presunto bachiller salmantino. Parlanchín uno, taciturno el otro,
la entrevista debió ser original. Sin embargo, nada en concreto se sacó, a no ser
el quedar Cortés impresionado: la recia personalidad de su deudo el porquerizo
lo llevó a la admiración y a la amistad. Y aquellos dos parientes célebres se
despidieron para regresar a sus gobernaciones y no volverse a ver jamás5.
Migraciones del tiempo de la conquista e inter virreinales
Reriéndose a los grupos humanos que llegaron al Perú con los conquistadores desde
comienzos de la década de 1530, dice James Lockhart (1982: 254 y s.):
El grupo más comparable al de los negros eran los naturales de Nicaragua,
Nueva España y otras áreas de ocupación española anterior […] estos
indígenas, la mayoría de ellos esclavos, en realidad excedieron en número a los
negros y desempeñaron un importante papel transitorio durante el período de
escasez relativa de esclavos negros […]. La más grande fuente individual de
población indígena que no fuese oriunda del Perú era Nicaragua. Guatemala
y México también contribuyeron con contingentes considerables, y en 1548 y
1549, bastante después de que la auencia de nuevos indígenas oriundos de
5 El historiador británico Hugh Thomas (1995: 654) señala, no obstante, que dicho encuentro no tiene
pruebas históricas y que es más bien una tradición.
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otros lugares había terminado, se importó un buen número de ellos de la costa
venezolana, canalizados a través de la pesca de perlas en Cubagua. En una
muestra de documentos fechados entre 1531 y 1543, más de las dos terceras
partes de los indígenas eran de Nicaragua, y el resto estaba dividido ente México
y Guatemala, en proporciones muy parecidas.
¿Trajeron estos indios mexicanos sus tradiciones culturales consigo? Lo más probable
es que haya sido así. En el plano culinario, y especícamente en el caso del maíz,
dice Alberto Tauro del Pino (2001, 16: 2513 y s.) reriéndose al peruanismo «tamal»:
“Vianda criolla de posible origen mexicano o centroamericano cuya difusión se
remonta al siglo XVI. Según Joan Corominas (1961), el nombre podría derivar de la
voz azteca tamálli. Sin embargo, en el Perú tiene características propias”.
Para un tiempo un poco posterior, cuando la esclavitud de los indios sirvientes y
artesanos mexicanos radicados en el Perú ya era cosa del pasado y este grupo hallaba
integrado dentro de la naciente sociedad hispanoperuana, Lockhart (1982: 261)
menciona el siguiente ejemplo:
Los indígenas de otros lugares que debieron estar más familiarizados con el
mundo hispanoperuano fueron, de lejos, tres trompeteros mexicanos llamados
Pedro de Tapia, Francisco Sánchez y Antonio Bravo. Parece que llegaron con
el virrey Mendoza en 1551, y probablemente nunca fueron esclavos. Su trabajo
consistía en intervenir con ocasión de toda clase de ceremoniales, tanto en la
catedral de Lima como en la plaza y en las calles. Algunas veces la ciudad les
pagaba, otras veces el tesoro real, a una tarifa anual de 50 pesos a cada uno;
montaban caballos que el tesoro les había comprado. En 1554 acompañaron al
ejército real en una campaña a través de la sierra que los llevó muy al sur del
Cuzco. Cuando el virrey Cañete llegó a Lima en 1556, todavía estaban en la
ciudad y tocaron en su recepción.
Cabe mencionar, por último, el conocido Padrón de indios de Lima, de Miguel de
Contreras (1613 [1613]: XIII) y difundido por David Noble Cook, quien sostiene:
“La movilidad era grande. Hay el ejemplo de un indio de Manila que pasó a México,
casó con una india de Tlascala, y en 1613 vivió en Lima con su mujer y tres hijos”.
También llegó de México una considerable población africana esclava:
El Perú recibió a muchos negros directamente vía Panamá, pero el mercado era
tan grande que podían venderse todos los esclavos que llegaban de la Audiencia de
México. Una negra y sus hijos o una pareja de esclavos (esta última costaba en la
ciudad de México tal vez entre 600 y 650 pesos), guran en algunas de las licencias
y listas de mercancías. El número de esclavos que se enviaba al Perú, era, en un
año dado, relativamente pequeño, pero entre 1570 y 1580 la importación de negros
de la Nueva España fue mencionada en las deliberaciones del Cabildo de Lima
como asunto de suciente importancia para colocarlo bajo el mismo rubro que los
envíos de esa especie que llegaban de Panamá (Borah, 1975: 171).
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Con relación al sector español, criollo, mestizo e, incluso, indígena, Borah (1975: 144
y s.) señala que, al menos en el siglo XVI, las migraciones se debieron más a razones
como comercio y negocios, y al deseo de radicación o para unirse a parientes, que a la
realización de asuntos ociales y eclesiásticos:
El trayecto de México al Perú contaba con un gran número de pasajeros.
Probablemente todos tenían una licencia que los autorizaba a hacer el viaje,
pero la mayoría de los registros se han perdido […]. Las licencias indican
que relativamente pocos pasajeros fueron al Perú para asuntos ociales o
eclesiásticos, y que casi ninguno de los que regresaban al Perú se había dirigido
a México para asuntos semejantes, hecho que no debe sorprendernos ya que
ambas regiones eran colonias sujetas al control centralizado de España, de
donde llegaban directamente a las colonias todos los ociales. La razón principal
para el movimiento de ociales de una colonia a otra era el traslado a nuevos
cargos, y esto ocurría principalmente de México al Perú, ya que en el siglo XVI se
consideraba más ventajoso servir en los reinos del sur, por ser más ricos.
Hacia nes de la década de 1990 pude participar, en calidad de miembro de la
Embajada del Perú en México, en un encuentro con el arzobispo en la Catedral. Lo
que más llamó mi atención fue la serie de viejas pinturas virreinales de los siglos
XVI y XVII ubicadas en el gran salón donde fuimos recibidos. Un buen número de
ellas, retratos de eclesiásticos que prestaron servicios en México, hablaban, en sus
leyendas, de su origen sudamericano y, especícamente del virreinato peruano. Ello
reejaba, a no dudarlo, una importante relación humana y profesional, por lo menos
a nivel eclesiástico, existente en ese tiempo. Este fue el caso, por ejemplo, de fray
Buenaventura de Salinas y Córdoba, nacido en el Perú hacia 1590 o 1592, famoso
predicador franciscano de los virreyes Esquilache, Guadalcázar y Chinchón, nombrado
comisario general de su orden franciscana en las provincias de Nueva España, a donde
llegó en 16476. En el sentido inverso, el obispo de Yucatán, el peninsular Juan Alonso
Ocón, fue trasladado al obispado del Cuzco, donde tomó posesión en 1644 (Tauro del
Pino 2001, 11: 1818 y s.). En lo que se reere a personas seculares, debe mencionarse
el caso del cosmógrafo mayor del reino y matemático Francisco Ruiz Lozano, nacido
en el Perú y que pasó una parte de su vida en México7.
Para concluir este acápite sobre migraciones, habría que decir que, todavía hoy,
cuando se abre una guía telefónica en el Perú, no es infrecuente encontrase apellidos
6 Salinas falleció en el convento de Cuernavaca en 1653. Seis años antes, en 1647, había alcanzado
a publicar en tierras novohispanas un Elogio fúnebre del Príncipe D. Baltasar Carlos de Austria
(Romero, 1966: 288).
7 “Primer cosmógrafo que hubo en las Indias, fue nombrado Cosmógrafo Mayor del Reino (1662).
Catedrático de Matemáticas (1665). Hizo observaciones sobre el cometa que apareció en 1664,
anteriores a las que se hicieron en Europa sobre el mismo cuerpo celeste” (Romero, 1966: 282). La
obra de Ruiz Lozano ha sido estudiada recientemente por Margarita Suárez (2019: 21-79). El Archivo
General de Indias conserva, al menos, un expediente de cuatro cuadernillos sobre este personaje (AGI,
Lima 170), el cual incluye información referida a la fundación de la cátedra de matemáticas y a su
posición como cosmógrafo.
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como «Moctezuma» o «Tisoc» que, con gran probabilidad, deben remontarse a la
población migrante mexicana que llegó al Perú en la época virreinal
Intercambio de productos agropecuarios
Hoy en día, el árbol andino de ramas perfumadas que conocemos como molle, crece
en México con el nombre pirul. Resulta evidente la raíz de este nombre, que proviene
del antiguo nombre de Pirú, anterior a Perú, que aparece en muchos textos y mapas
del tiempo de los Austrias. No hay información sobre el tiempo en que este árbol fue
trasplantado en México8. ¿Trajeron los primeros esclavos y, posteriormente, trabajadores
mexicanos, alguna variedad mexicana del maíz desde tiempos de la Conquista? Lo que
parece claro, en un sentido inverso, es que, a diferencia de lo sucedido en España,
Alemania, Italia e Inglaterra, entre los siglos XVI y XVII (Braudel, 1984, 1: 133-136),
la papa no pudo ser introducida en México en una época temprana:
La omisión más sorprendente en el intercambio entre México y el Perú fue que no
se exportó hacia el norte el cultivo de la papa. La explicación más factible es que
se le consideraba un alimento propio sólo de gente pobre indígena, por lo que no
provocó el interés de los españoles de México. Los indígenas de México, cuyas
necesidades satisfacía adecuadamente el maíz, no habrían estado dispuestos a
cambiar sus hábitos de cultivo ni siquiera si se hubiera tratado de introducir
la papa. Y así, la papa fue cultivada en Europa como alimento de los pobres,
sufrió considerables modicaciones y llegó de allí a México mucho después como
componente de la dieta europea. Hoy en día la comen personas de posición social
elevada y comparte algo del prestigio del pan blanco, mientras que las tortillas
de maíz siguen siendo el alimento de las clases bajas (Borah, 1975: 172 y s.).
Sí, en cambio, parecen haber llegado del Perú “estacas” e, incluso, auquénidos, que no
llegaron a adaptarse a la economía y la ecología mexicanas:
Puede ser que el Perú haya enviado algunas estacas de plantas y pies de cría
de animales, ya que poseía varias especies que podían haberse adaptado con
provecho a las condiciones de México. Es seguro que mandó una especie animal.
Ya hemos mencionado que [… el marquesado del Valle] trató de acLimatar varias
«ovejas del Perú», que eran quizá llamas o alguna especie semejante, en un rancho
en Peñol de Xico. Probablemente no fueron tan útiles como los asnos y las mulas
para el transporte, ni como el ganado vacuno como proveedoras de carne por las
altitudes más bajas que encontraron en la Nueva España (Borah, 1975: 172).
Con relación a la caña de azúcar, la producción peruana se inició “en varios lugares
de la costa, usando por lo menos en algunos casos, las estacas y el equipo importados
8 “El pirul, árbol del Perú, pirú o pimiento falso (Schinus molle), es un árbol de la familia Anacardiaceae
nativo de Sudamérica; tiene crecimiento rápido y es resistente a la sequía, por ello es común encontrarlo
en regiones áridas y semiáridas de México” (INECOL_Centro Regional del Bajío, 2018).
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
de México”. Ello trajo como consecuencia el cese de envíos de azúcar desde la Nueva
España (Borah, 1975: 166). Como se puede apreciar, la caña de azúcar pudo haber
llegado al Perú de otras regiones partes, además de México.
El comercio inter virreinal y las vinculaciones con Filipinas y la China
Como ya se mencionó, uno de los trabajos más remotos sobre este tema fue publicado
por Woodrow Borah en 1954, y se refería a la etapa anterior a la prohibición del comercio
inter virreinal en el primer tercio del siglo XVII. ¿Se exportaba aguardiente de Pisco a
México en el tiempo virreinal? ¿Cuándo llegó la quina peruana a la Nueva España? Estas
preguntas todavía no han sido respondidas. Comenta Alejandra Osorio (2008: 29 y s):
El comercio con México fue una extensión de las transacciones con Panamá
y Guatemala; los barcos mercantes desplegaban vela hacia el norte desde El
Callao llevando a bordo pasas, conservas, aceitunas, sal, estaño, azogue,
cacao, vino, vinagre y plata; para retornar después con mercaderías asiáticas
y europeas obtenidas en la Ciudad de México, y también con productos (en su
mayoría agrícolas) locales tales como alquitrán, maderas, cochinilla, sedas
mexicanas, bálsamos y maderas de Campeche. Hacia nales del siglo XVI, los
mercaderes peruanos intentaron establecer una ruta legal directa entre Lima y
Manila (evitando así el viaje a Acapulco). Aunque esta ruta fue constantemente
obstruida por el gremio de mercaderes de Sevilla, existe evidencia de que el
tráco continuó de manera ilícita9.
Borah (1975: 165, 167) nos da un panorama más amplio sobre la variación en las
importaciones llegadas desde México, por etapas:
Los textiles, la ropa y otras manufacturas probablemente eran la mayoría de
las exportaciones, desde los primeros viajes hasta nes del siglo XVI, pero entre
1530 y 1550 el Perú, que era un país en proceso de ser conquistado, necesitaba
los productos requeridos por una colonia en formación. Así pues, en los primeros
años de aquellas comunicaciones, la Nueva España también envió armaduras,
ballestas, espadas, arcabuces, municiones, pólvora y otros pertrechos. Los
caballos eran un producto de exportación muy vendible, al igual que los alimentos
de origen europeo, tales como la carne y el azúcar. Al progresar la conquista del
Perú hasta el punto en que los españoles comenzaron a desarrollar la agricultura
y la ganadería, la Nueva España comenzó a exportar estacas de árboles frutales
y de caña de azúcar, y quizás ganado, asnos y caballos para su cría. Gran parte
del comercio en los primeros tiempos era para desarrollar ciertas extensiones de
tierra que aun carecían de cultivos y de animales de origen europeo. Cuando el
Perú desarrolló su agricultura y su ganadería hasta el punto de ser autosuciente,
se perdió el mercado para los productos agrícolas y ganaderos de la Nueva
España. Entonces el comercio se concentró casi completamente en los productos
9 Sobre el mismo tema, véase Suárez, 2001a: 238-240.
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
elaborados y en aquellos artículos de lujo que no se producían en los reinos del
sur. Se llegó a esta fase durante el decenio de 1550 a 1560 […]. En 1556 y 1557
Pedro del Río, socio del marqués del Valle, pudo vender con ganancia en el Perú
las conservas de membrillo y de durazno y el azúcar con esencia de rosas, es
decir, en formas industrializadas.
En cuanto los productos manufacturados, y de otra naturaleza, que comenzaron a
llegar al Perú luego de 1560:
[…] el grupo más importante era el de los textiles, que incluían ruan, tela de costal,
franela, lana, damasco, tafeta y otras variedades de telas de lana y seda que se
fabricaban en España y en México También aparecen en las listas de productos de
exportación estambres de varias clases, cintas, que en aquellos tiempos eran tan
importantes en el vestido, listones, hilo, toallas, servilletas, mantas y edredones
teñidos con cochinilla. Se enviaban grandes cantidades de artículos de vestir:
zapatos, una clase especial de botas de cuero que se hacían en México, sobreros,
jubones y chaquetas, capas, guantes y calzones de lana para niños. Un artículo
de especial interés eran los sombreros para indígenas […]. La Nueva España
enviaba también colorantes para su uso en el Perú; el palo Brasil (negro), rojo
(posiblemente la cochinilla) y pigmentos surtidos. Otro grupo importante eran los
muebles y artículos domésticos […] [tales como] los escritorios hechos en Tlaxcala
y en Granada. Entre otros artículos domésticos se encontraban las pequeñas
cómodas de Michoacán probablemente de madera laqueada, jícaras de esa misma
región para beber el chocolate, pequeñas jarras doradas, despabiladeras y tijeras
para velas, y relojes de madera y de marl. Artículos de importancia que se dirigían
directamente al mercado de lujo eran los de tocador, tales como el agua de rosas
y de membrillo, jabones de fabricación mexicana y europea, peines y cepillos de
palo de rosa, raíz y marl, redes para la cabeza de oro y plata, y navajas de afeitar,
algunas de ellas especícamente llamadas «de la tierra», es decir, de fabricación
mexicana. Los peruanos ricos se interesaban en muchas clases de joyas: pendientes
de azabache o cristal montados en plata, granates y otras piedras semipreciosas,
collares, anillos de azabache, bisutería surtida y anteojos. La Nueva España
proveía muchas de las herramientas que necesitaban los nuevos gremios peruanos,
tales como cuchillos y punzones de zapatero, hoja de oro, cuchillos de diversas
características, entre ellos un predecesor del machete, y otros de carnicero, tijeras
de peluquero y lancetas para hacer sangrías, taladros y barrenas de carpintero,
Limas de orfebre, agujas, dedales, alleres y botones surtidos para los sastres, y
pesas para las balanzas de oro. Entre los artículos de piel, la mayoría de los cuales
deben haber sido producidos en la Nueva España, se hallaban sillas de montar,
riendas, alforjas, pergamino preparado y corderina curtida […] Las necesidades
religiosas de los peruanos ricos eran satisfechas con grandes cargamentos de
artículos de devoción y de uso en la iglesia, tales como retablos, aras, campanas,
grandes imágenes de santos para iglesias y capillas, y pequeñas para uso particular,
imágenes de santos hechas con la técnica plumaria azteca o pintadas, crucijos y
rosarios. Algunos de los rosarios, que según su descripción eran «de Michoacán»,
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
quizás eran de cuentas de madera laqueada. Se enviaban muchos libros, siendo la
mayoría de ellos voluminosos tomos de los padres de la Iglesia, obras de devoción,
catecismos y breviarios. Se incluían algunas obras clásicas tales como las de
Ovidio, Quintiliano y Virgilio pero, si juzgamos de acuerdo con la única lista que ha
llegado hasta nosotros, para la lectura más ligera el Perú dependía de los envíos
directos de España. Las actividades académicas en el Perú también eran ayudadas
con el envío de lápices, papel y silabarios para niños. Y en cuanto a las diversiones,
se usaban guitarras indígenas y españolas, penachos indígenas y muñecos para
niños. Posiblemente los penachos estaban dirigidos al mercado de los caciques
indígenas del Perú (Borah 1975: 169-171).
Ya hemos mencionado anteriormente la importación de esclavos desde México (Borah
1975: 171). Con relación a las exportaciones peruanas a México, vistas con mayor detalle,
debemos referirnos a la extraordinaria producción peruana de plata en el siglo XVI:
[…] a nes del siglo XVI, el Perú producía alrededor de diez millones de pesos
de plata, siete de los cuales venían de las minas de plata de Potosí, mientras que
México solo producía cuatro millones, conseguidos esencialmente en las minas
de Zacatecas. En ambos virreinatos, la producción de plata declinó después de
1635. Y mientras la producción mexicana aumentó otra vez después de 1689, el
Perú nunca recuperó su lugar como principal productor de este metal precioso.
Sin embargo, la producción de plata fue siempre tan enorme que creó una
economía diversa que se mantuvo por lo general saludable hasta el terremoto de
1687, después del cual una sequía continuada provocó una crisis nanciera en la
elite de Lima que se extendió hasta el siglo XVIII (Osorio 2008: 25)10.
Se explica entonces porqué, hasta bien entrado el siglo XVII, el Perú exportaba
cantidades enormes de plata a México, básicamente para la adquisición de mercancías.
Veamos la siguiente entrada del Diario de Lima de Juan Antonio Suardo (1935: 32)
para 1629:
[…] se pregonó el Navío para México y es el nombrado San Francisco, cuyo
dueño es Juan de la Cueva, banco público de esta corte y dicen que saldrá para
15 del que viene y, para prevenir que no lleve más plata que la cantidad del
permiso, se ha mandado que no dé licencia a navío ni barco grande ni chico para
salir del puerto hasta que haya hecho a la vela este, pero sin embargo la común
opinión es que llevará más de un millón.
En el decenio de 1560 a 1570 apareció otro producto peruano de gran importancia: el
mercurio, indispensable para un virreinato platero como era México (Borah 1975: 171-173).
Sobre los productos chinos llegados al Perú, documentos limeños de nes del siglo XVI,
hablan de famosos mercaderes como Alonso Guerra de la Daga, quien se dedicaba,
10 Sobre el mismo tema, véase Brading y Cross, 1972: 545-579.
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
en 1599, a importar y negociar en Lima “mercadurías que venían de la China”, vía
México (Pereyra, 2020: 85). Sin duda, como se aprecia, este comercio tuvo relación con
las relaciones peruano-novohispanas. No olvidemos el famoso Galeón de Manila, que
partía del puerto de Acapulco en el Pacíco. El tema ha sido abordado por Fernando
Iwasaki (2021), Margarita Suárez (2015b) y Estuardo Núñez (1980).
En pocas palabras, además de las mercancías mexicanas que llegaban al Perú, la
Nueva España era una especie de «puente» para el comercio peruano en lo referente a
las mercaderías de Manila (que, eran, en su mayor parte, chinas). Dice la relación del
Judío Portugués, Pedro de León Portocarrero (1958 [1605-15]: 115), gran conocedor
de los circuitos comerciales mexicano-peruanos:
De las mercadurías que vienen a México cada dos años de la China, se llevan al Perú
grandes partidas de tafetanes y gorboranes enrollados y otros de librete (plegados),
damascos ordinarios y damascos mandarines, que los mandarines son los señores de
vasallos de la China, y estos damascos le[s] pagan sus vasallos de tributo y otras sedas,
y todos los que se llaman mandarines son los mejores que vienen de la China, rasos de
muchas suertes, en particular vienen muchos de lustre blancos de Nanking, picotes y
azabachados, muy lindos terciopelos llanos y labrados, negros y [de] colores, mucha
diversidad de colchas y sobrecamas labradas de muy varios colores. Grandes partidas
de cates (piezas medidas o madejas) de seda blanca torcidas de ancho y chaguei […]
de Nanking y muchos cates (madejas u ovillos) de seda oja y de matices de colores,
tocas de seda para mujeres y tocones (adornos de madera). Llévase almizcla, algalia
(perfumes), ámbar negro, muchas y nas porcelanas y otras mil lindezas, y toda es
ropa en que todos ganan y se vende bien y se visten de ellas los pobres, porque son
sedas baratas y se traen muchas mantas de Nanking, que son telas de lienzo hecho
de algodón, blancos y azules. Lima es ciudad rica y regalada, la mejor ciudad de
América, abastecida de cuantas mercadurías se benecian y labran debajo del cielo.
Estuardo Núñez añade lo siguiente: “Pasaron a México —y también al Perú— plantas
como el mango y el tamarindo, así como, en el plano de la artesanía, el célebre «mantón
de Manila» que venía en realidad de China, los marles y los tallados en madera” (Núñez,
1980: 155 y s.). Las evidencias apuntan a que, en ese tiempo, y en razón del intenso tráco
comercial (más bien global) de entonces, el circulante de plata peruana acuñado en Potosí
adquirió gran importancia en Oriente (Núñez, 1980: 159; Suárez, 2015a).
Para cerrar este tema, y como se puede apreciar por su abundante bibliografía —
incluida en este trabajo—, la obra de Margarita Suárez ha llenado muchísimos
vacíos en el ámbito del comercio virreinal, aunque sería muy interesante disponer
de un artículo panorámico de síntesis, referido especícamente al comercio peruano-
novohispano en el tiempo de los Austrias11.
11 Para el período 1550-1620, véase el trabajo de Guillermina del Valle (2005). Véase, también, Clayton,
1975; Latasa y Fariñas de Alba, 1991; Bonilian, 2019; De la Serna, 2020.
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
El paso de virreyes desde México hacia el Perú
Lewis Hanke ha tratado brevemente este tema en su clásica recopilación comentada
de la correspondencia de los virreyes del Perú y México desde mediados del siglo XVI
hasta el nal de la dinastía de los Austrias a nes del siglo XVII. El estudio de esta
correspondencia al momento de la partida del virrey desde México, y de los primeros
tiempos de estancia de la nueva autoridad en el Perú (en los casos en que el virrey
no era nombrado desde España), puede arrojar luz sobre las relaciones entre ambos
virreinatos12. Un interesante artículo sobre el tema para el período de los Austrias, es
el de Paulina Hernández Vargas (2023), sobre el traslado de los virreyes de Nueva
España al Perú entre los años 1535 y 1689.
El culto a Santa Rosa de Lima y a San Martín de Porras en México
La Catedral de México tiene en su parte externa una imagen grande en piedra de Santa
Rosa. Dice Alejandra Osorio (2008: 210) que “Rosa también apareció en México a
nes del siglo XVII en el frontis de las catedrales de Puebla, Oaxaca y Morelia, así
como en muchas otras iglesias más pequeñas, en el tiempo en que su veneración se
expandía más allá de las Américas hacia las Filipinas y Europa”13.
San Martín de Porras también es venerado en México. La tradición popular habla de
sus apariciones milagrosas en el Zócalo, plaza central de la ciudad capital. Para gran
cantidad de mexicanos, Martín es un santo nacido allí.
Estudios de historia económica comparativa
Llaman la atención, en esta línea, los ya citados artículos de Brading y Cross (1972),
Miño Grijalva (1988) y Assadourian (1992), este último sobre el inicio de la época
virreinal. Habría que mencionar también la detallada (y relativamente poco difundida)
compilación de Jacobsen y Puhle (1986) sobre las economías de México y del Perú
en el tardío período colonial. Los cuatro estudios tienen gran calidad y se enmarcan
dentro de la amplia perspectiva de la monarquía española.
12 Con relación al virrey Martín Enríquez, véanse las siguientes cartas: “El virrey a Su Majestad, comunica
su llegada a Lima e informa de su viaje. Callao, 6.V.1581 […]. El virrey a Su Majestad, informa de
su salida de Acapulco y el motivo de su tardanza en llegar a Lima. Callao, 6.V.1581” (Hanke 1977,
III: 26). Asimismo, en el caso del virrey marqués de Guadalcázar: “El virrey a Su Majestad, deja el
gobierno de México a cargo de la Audiencia para venir al Perú. México, 16.III.1621 […]. Testimonio
de haber salido del virrey, a quien Su Majestad proveyó por virrey del Perú, de la Ciudad de México
el 14.III.1621 […]. El virrey a Su Majestad, avisa lo que se ofrece en razón de su embarcación para el
Perú. México, 30.V.1621 (Hanke 1977, III: 133). Véase, también, el video de la Secretaría de Cultura
de la Ciudad de México (2021) “De la Nueva España al Perú, los virreyes destacados del siglo XVI”,
presentado por Fernando Navarrete dentro de la serie «Noche de Museos».
13 Sobre el tema, véase también Mujica, 2004: 56; para estudios más recientes, Arias, 2017 y 2019. Fray
Antonio de Morales Pastrana (1671) publicó en la ciudad de México su obra dedicada a la beaticación
de Rosa de Santa María.
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
Los virreinatos del Perú y de la Nueva España en el siglo XVIII
Quizá la diferencia más importante entre los virreinatos en tiempo de los Borbones
fue la ausencia, en la Nueva España, de un ciclo de rebeliones indígenas tan profundo
y prolongado como el ocurrido en el Perú durante prácticamente todo el siglo XVIII,
como consecuencia de las asxiantes reformas llevadas a cabo por la administración
española de la época. Cabe señalar que, sin duda, las noticias sobre el gigantesco
levantamiento de Túpac Amaru llegaron a México, aunque no desencadenaron una
reacción rebelde, sino solo preocupación por parte de las autoridades.
Otra diferencia se reere al Perú y México como espacios mineros. Durante el siglo
XVIII, la Nueva España va a sobrepasar largamente en importancia al Perú en el
ámbito de la producción de plata. Ello ocurrió en gran parte debido a la pérdida de
las minas del Alto Perú como consecuencia de la creación del Virreinato de Buenos
Aires en 1776. El descubrimiento de las minas de Pasco y Hualgayoc, en el Bajo Perú,
no compensó dicha situación. Pese a esta relativa decadencia minera peruana, llama
la atención que, hasta el tiempo de la independencia, el Perú siguió teniendo en su
aristocracia un mayor número de títulos de Castilla que México.
El rol de las viejas capitales virreinales en la aglutinación del territorio y
sociedades diversas
Es posible que la comparación entre el Perú y la Nueva España arroje también
luz sobre la polémica relativa al valor de las audiencias virreinales como entes
cohesionadores de los futuros estados independientes. En ambos casos, dicho rol
no parece haber sido decisivo, sino, más bien, la presencia y la inuencia de sus
viejas capitales Lima y la ciudad de México. De hecho, hubo más de una sede de
audiencia, como ocurrió en el caso del Cuzco, que no tuvo un rol signicativo como
cohesionadora de nuevos países. Lima y la ciudad de México siguieron concentrando,
luego de la independencia, gran parte del poder económico, pero, sobre todo, político
y militar. Tanto el espacio peruano como el mexicano se habían acostumbrado durante
siglos a tener a sus capitales virreinales como centros últimos de autoridad. De hecho,
“México” y el “Perú” se formaron a partir de ciertos territorios cuya población tenía
una enorme heterogeneidad cultural y social. Desde este punto de vista, tanto el poder
de Lima como de la ciudad de México impidieron, sin duda, una disgregación tan
grande como la sucedida en Centroamérica.
Similar papel articulador de los territorios de las nuevas repúblicas cumplió un
conjunto de otras viejas ciudades virreinales, tales como Santiago en Chile, Bogotá
en Colombia y Quito en el Ecuador. Todos ellos, junto a Lima y la ciudad de México,
fueron casos de persistencia de prestigio y de poder localizados en la “larga duración”.
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
Los procesos de independencia del Perú y México en perspectiva comparada
Fray Melchor de Talamantes
Falta un estudio en profundidad del mercedario limeño fray Melchor de Talamantes,
precursor y protomártir de la independencia de México, nacido en 1765 y que pasó a
México en 1799. Al llegar a la Nueva España noticias sobre la invasión napoleónica,
se unió al bando de quienes querían formar juntas de gobierno en América y escribió
dos textos bajo seudónimo, en los cuales justicaba la separación de las colonias de
España. En 1808, fray Melchor fue acusado de sedición, siendo apresado junto con
otros patriotas mexicanos, y muriendo preso en Veracruz, donde contrajo la ebre
amarilla en una de las “tinajas” del castillo de San Juan de Ulúa, el 9 de mayo de 1809
(Romero de Valle 1966: 309)
Una perspectiva sobre el Perú en tiempos del virrey Abascal difundida desde
México
Ni en el Perú ni en la Nueva España llegaron a establecerse, en el contexto de la
vacancia de la monarquía en España, juntas de gobierno como la de Buenos Aires o la
Santiago, en el tiempo de la “Patria Vieja” chilena. En ambas capitales, el poder sobre
la totalidad de los respectivos territorios permaneció esencialmente en manos de las
autoridades realistas, por lo menos hasta 1821. En México, el «juntismo» fue efímero.
Y en el Perú, pensando sobre todo en Lima, fue inexistente.
Existe un valioso estudio comparativo de las independencias de ambos virreinatos
debido a la pluma de Brian Hamnett (1978), titulado Revolución y contrarrevolución
en México y el Perú. El autor volvió a tratar este tema en 2002, en un estudio centrado
esta vez en el virrey José Fernando de Abascal, también publicado en México. Entre
otras cosas, ambos trabajos presentan a dicho virrey como líder de una especie de
proto Perú que enfrentó con éxito desde 1810, y con el apoyo decidido de los peruanos
realistas, la amenaza de los nacientes movimientos autonomistas, especialmente los del
Río de la Plata y Chile, que se mostraron desde el comienzo agresivos frente a Lima.
Desde la pobre periferia sudamericana, la próspera ciudad de Lima, antiguo centro
del dominio español en Sudamérica, era presentada, con un claro sesgo ideológico
liberal (especialmente en Buenos Aires), como reducto de la oscuridad, la reacción y
el absolutismo coloniales. En verdad, fuera de los ropajes ideológicos, en el caso de la
lucha contra la Junta de Buenos Aires, el conicto se reducía entonces a una disputa
territorial por la rica y desarrollada zona del Alto Perú entre los grupos dirigentes de
ambas ciudades virreinales, las mismas que, con los años, serían el núcleo de dos
futuras repúblicas. Lo que buscaban las elites peruanas del tiempo de Abascal —
dice Hamnett— era revertir la política de desmembraciones llevada a cabo por los
Borbones durante el siglo XVIII, las cuales habían afectado gravemente al virreinato.
En efecto, la pérdida del Alto Perú de 1776 había sido vista como una catástrofe
por dichas elites. Lohmann (1984: 19 y s.) ha comentado que tales desmembraciones
fueron percibidas por los peruanos del XVIII, y por sus hijos y nietos del XIX, como
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
[…] el tránsito del esplendor a la penumbra; de la hegemonía sobre la América
meridional a ser una comarca de segundo orden; de ser el Or bíblico o el asiento
del Paraíso Terrenal […] a un territorio recortado geográcamente y desprovisto
de sus fuentes sustanciales de riqueza, en una palabra, abocado a un porvenir sin
ninguna esperanza de prosperidad.
Como se ha visto, este proceso terminó desencadenando, en tiempos de Abascal, un
sentimiento de revancha de las élites peruanas, en especial frente al nuevo virreinato
de Buenos Aires, con el objeto de buscar retornar al gran Perú del tiempo de los
Austrias, el cual abarcaba gran parte de Sudamérica14.
1821: un año clave para el nacimiento de dos naciones independientes
Las proclamaciones de independencia del Perú y de México ocurrieron, ambas,
en 1821, con diferencia de apenas meses15. San Martín la realizó en Lima en julio,
mientras que el Ejército Trigarante, ingresó triunfante a la ciudad de México en
septiembre. De acuerdo con el Plan de Iguala, las tropas que ingresaron en la capital
mexicana integraban, en un solo ejército nacional mexicano independiente de España,
a fuerzas que antes habían apoyado a la Monarquía y a las antiguas tropas patriotas
de líderes como Vicente Guerrero, que habían sido hasta hacía poco feroces enemigas
entre sí16.
La diferencia es que México quedó independiente en lo esencial (salvo unos pocos
focos de resistencia española), e incluso reclamó Centroamérica bajo el gobierno del
Emperador Agustín de Iturbide, y el Perú quedó en pavorosa confusión y partido en
dos: un norte proclive a la independencia y un centro y sur leales, incluso a nivel
popular e indígena, a la Monarquía. Ello fue producto directo de la injerencia chileno-
rioplatense en los asuntos del Perú. Cabe señalar que ninguna corporación o poder
organizado que hubiese funcionado en el virreinato peruano llamó alguna vez, de
manera abierta o secreta, a la intervención de las fuerzas del sur. Solo lo hicieron los
separatistas peruanos, de manera espontánea, que eran, en 1820, apenas un sector de
la opinión pública.
¿Por qué el Protectorado de San Martín tuvo este balance tan desastroso? Para el caso
del Perú, este desarrollo dañino, precisado por Riva-Agüero (1965 [1910]), ocurrió
por el desenlace fatal de las conferencias de Punchauca de junio de 1821, entre San
Martin, líder de las fuerzas de intervención chileno-rioplatenses en el Perú (sin el
más mínimo concurso de representantes de los patriotas peruanos), y el virrey La
Serna (en cuyo equipo se encontraba al menos un criollo, José de La Mar, natural
de Cuenca). Por contraste, en México, el capitán general y jefe político superior de
14 Véase Hamnett, 1978: 118-122; 2002: 189 y s.; Pereyra, 2013: 100 y s., 104 y s.; 2014: 49, 63 y s.
15 Para estudios comparados recientes sobre la independencia de ambos países, véase Chust, 2020; y el
número especial de la revista de la UNAM por el bicentenario de 1821 (Ibarra y Escrig, 2021).
16 Las tres garantías proclamadas por Agustín de Iturbide en el Plan de Iguala de febrero de 1821 fueron:
religión católica como única aceptada, unión de todos los habitantes e independencia de la Nueva España.
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
Nueva España, general Juan O’Donojú, había terminado cediendo y rmando con
Iturbide los Tratados de Córdoba, en agosto de 1821, en cuyos puntos principales
se reconocía la soberanía e independencia del Imperio Mexicano, el cual sería
monárquico constitucional moderado.
En el Perú, el virrey La Serna no tuvo la misma disposición para ceder y aceptar
la independencia peruana bajo un régimen monárquico, como había propuesto San
Martín. Al parecer, La Serna no era consciente que, en los círculos de gobierno
peninsulares de entonces, el Perú ya se había dado por perdido, al menos desde 1819,
tras producirse la independencia de Chile en 1818. Al virrey lo movió su obcecación
y, seguramente también, el respaldo masivo por la causa de la monarquía que existió
siempre en tantos peruanos.
Por otro lado, como ya se dijo, San Martín —jefe de una fuerza de intervención
extranjera— exhibió un extraño desinterés para incorporar en las conferencias de
Punchauca a los patriotas peruanos, que tanto lo habían ayudado desde su azarosa
llegada al Perú por mar en 1820, y que, en esos meses críticos de comienzos de 1821,
nutrían de manera creciente el ejército patriota, compensando las bajas por enfermedad
de las fuerzas chileno-rioplatenses (Pereyra, 2023: 58 y s.). Sin duda, la participación
peruana patriota habría sido muy importante para llegar a un acuerdo. En cambio,
en México la independencia fue impulsada por Agustín de Iturbide, antiguo realista,
pero, asimismo, criollo mexicano. Esto hizo sin duda la diferencia.
A raíz de la batalla de Ayacucho de diciembre de 1824 —en donde los peruanos
que combatieron voluntariamente apenas llegaron al treinta por ciento del total del
ejército patriota, que era esencialmente colombiano— La Serna, arrinconado en el
sur, y divididas sus fuerzas realistas peruanas entre liberales y absolutistas, terminó
derrotado. El contexto había sido la conclusión del «Trienio Liberal» y el retorno
vengativo de Fernando VII a la plenitud del poder, a nes de 1823, que dividió al
mundo hispánico. Difícil, dentro de estas circunstancias, que no hubiese ocurrido una
derrota nal del ejército realista.
De esta manera, el rechazo de La Serna a los acuerdos de Punchauca, o sea, a un
«Plan de Iguala peruano», terminó dejando inermes a los cientos de miles de peruanos
realistas del centro y del sur —que vivían aislados de España, y con recursos
materiales y humanos limitados— frente al imperialismo bolivariano y a los líderes
colombianos, quienes solo veían por el interés territorial y geopolítico de su joven
Estado17. Este desarrollo fatal fue analizado también por Enrique Chirinos Soto, con
extraña lucidez para ese tiempo —a nes del siglo XX— de dominio absoluto de
17 Sobre la tragedia que representó el fracaso de las conferencias de Punchauca: “La reconciliación de
patriotas y realistas, necesaria consecuencia de ella, habría evitado los cuatro años de desoladora guerra
que siguieron; habría impedido la persecución y emigración de los comerciantes españoles, que tanto
quebrantó la riqueza del país; habría hecho innecesaria la venida de Bolívar, ahorrándonos así su detestable
dictadura, su dominación, mil veces más humillante y pesada que la del más autoritario monarca, la
hegemonía colombiana, que subyugó y desmembró el Perú” (Riva-Agüero, 1965 [1910]: 444).
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las visiones nacionalistas. Probablemente por estar inmerso en la vida política de su
tiempo, comprendió mejor esta dimensión de las relaciones de poder18.
En efecto, el desenlace de las conferencias de Punchauca culminó, a la larga, desde
1822, con una cadena de desarrollos nefastos: la expulsión de diez mil comerciantes
españoles de Lima bajo el Protectorado de San Martín y el gobierno tiránico de su
segundo, Bernardo Monteagudo; la agresiva injerencia económica comercial inglesa,
que solo conducía al intercambio de la codiciada plata peruana por bienes industriales
traídos de Europa; la ya mencionada feroz dominación de las fuerzas de Colombia,
dirigidas por Simón Bolívar, hasta 1827 (cuando se llegó a la independencia real del
Perú); la virtual desaparición de la marina mercante peruana y la ruina del Callao,
principal puerto de Sudamérica antes de las devastadoras incursiones del marino
británico Cochrane, al servicio de la joven nación chilena desde 1819; una enorme
deuda con Chile, Colombia y Gran Bretaña; y el peligro de una desmembración
territorial del Perú (por no hablar de una desaparición del joven país, frustrada
solo por la implosión de la Gran Colombia en 1830). Ello condujo, en el Perú, a la
pesadilla de veinte años de miseria y prepotencia caudillista, hasta la aparición del
líder estabilizador Ramón Castilla y de la riqueza del guano a comienzos de la década
de 1840.
Sobre esta etapa de la historia peruana, y su comparación con el caso mexicano, ha
escrito así el historiador español Guillermo Céspedes del Castillo (1983: 444 y s.):
Quedaba el Perú como único y último territorio de la Monarquía en el continente
americano. Si se mantuvo como tal y si no elaboró una especie de «Plan de Iguala
peruano» se debió a la presencia del ejército de San Martín en la costa peruana:
era una invasión exterior, y rechazarla, el objetivo más inmediato. San Martín y
Bolívar podían discutir en Guayaquil sobre la liberación de Suramérica; podían
creer sinceramente que sus respectivas operaciones militares y actividades
políticas en el Perú eran generosa ayuda a un país hermano para liberarlo de sus
opresores. Sin embargo, la inmensa mayoría de los peruanos de todos los niveles
sociales demostraron, con su conducta, su decisión de impedir la conquista
de su país por invasores «extranjeros», que hasta 1822 fueron principalmente
argentinos y chilenos asistidos por algún mercenario inglés, y desde ese
año, colombianos y venezolanos. Contra ellos se alzaron espontáneamente
pequeñas ciudades y zonas rurales extensas. El primer y fugaz presidente del
18 “[La propuesta de Punchauca] signica la paz y la concordia, y el sosiego para un país al que, según dijo
el propio San Martín, tenía que resultarle intolerable el muy oneroso sostenimiento de dos ejércitos.
Pero, en ella, La Serna y los más obcecados de sus tenientes, como Canterac y Valdés, no creyeron
ver sino ardid de guerra. Curiosamente, fervorosos panegiristas de San Martin, como Ricardo Rojas,
también consideran que el honrado y acendrado monarquismo de San Martin —equivocado o no,
cuestión que puede debatirse— era nada más que una nta para ganar tiempo. El caso es que La Serna
rechaza la propuesta. Grave error. Al cabo, no recibe de la península, ni en hombres ni en dinero, los
auxilios en que conaba. En 1824, tiene que rmar la capitulación de Ayacucho. En esa hora amarga,
quizá recuerde el generoso y sensato ofrecimiento del Libertador del Plata” (Chirinos Soto 1982: 38)
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
Perú independiente, a los nueve meses de haber sido nombrado para el cargo,
proponía que el Perú se convirtiese en monarquía regida por un príncipe español
designado por el Rey de España, y mientras tanto fuese gobernado el país por el
virrey; el segundo y no menos fugaz presidente, se pasó a los realistas con tropas
y elementos civiles. A comienzos de 1824, en un Perú aislado y desasistido por
España, la causa realista se mantenía vigorosa y en buena situación, nutrida por
los peruanos. Lamentablemente, las luchas entre apostólicos y constitucionales
que siguieron en la Península a la reacción absolutista de 1823, comenzaron
a repercutir en el ejército realista del Perú, dividiéndolo hasta el punto de su
desintegración. Sin embargo, durante los últimos meses de guerra, el total de
peruanos reclutados por el ejército de la independencia no bastan ni para cubrir
las bajas que está sufriendo; Bolívar tiene que seguir «importando» soldados
al Perú hasta el mismo día en que termina de conquistarlo. En diciembre de
1824, tras la famosa batalla de Ayacucho, el Perú quedaba perdido, a todos los
efectos, para la monarquía española. La principal causa fueron las disensiones
internas entre jefes del ejército, y el resultado o consecuencia, la derrota ante
los reforzados ejércitos de Bolívar; no obstante, las guarniciones de Chiloé y El
Callao resistieron hasta enero de 1826. La independencia del Perú comienza en
realidad con el nal del gobierno de Bolívar en 1827; la del Alto Perú, ya con el
nombre de Bolivia, tiene lugar en 1828, cuando abandonan el país los soldados
colombianos y renuncia a la presidencia el «extranjero» José Antonio Sucre,
admirable y siempre el lugarteniente de Bolívar.
Como se puede apreciar, la comparación con el caso mexicano permite hacer un
enfoque alternativo a la construcción mítica de la independencia nacional a la que
estamos acostumbrados, sobre todo con relación a la naturaleza auténtica de las
intervenciones en el Perú de los estados chileno, rioplatense y colombiano, localizados
en la vieja periferia del antiguo y prestigioso virreinato peruano.
Por lo menos desde 1819, Tomás Cochrane y la armada organizada por el gobernante
de Chile, Bernardo O´Higgins, convirtieron esta parte del Pacíco en un “lago
chileno”. Rotas por este medio las vinculaciones navales y militares efectivas, entre
el virreinato y una metrópoli devastada por las guerras napoleónicas, el ejército,
la elite y el pueblo relistas del centro y sur del Perú, capitaneados por una sombra
de virrey, también con una sombra de corte en el Cuzco desde 1822, y por apenas
mil o dos mil ociales y soldados peninsulares —dentro de una población peruana
leal al Monarquía de cientos de miles de peruanos de todas las clases sociales— no
tuvieron como alternativa sino resistir el cerco tenaz de los jóvenes países vecinos,
en especial de Colombia, cuyos líderes deseaban convertirla en el nuevo polo de
poder en Sudamérica. A la larga, pensando en el bando realista peruano, fue una lucha
condenada al fracaso. Además del aislamiento de los realistas peruanos, hay que tener
en cuenta que las fuerzas invasoras sudamericanas combatían a la desesperada por su
propia seguridad, apurando a como diera lugar la independencia del último virreinato,
aun al precio de la devastación y ruina económica e institucional del Perú, además de
su fragmentación territorial.
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México no sufrió esta asxia internacional, lo que le permitió, al menos temporalmente,
hasta la intervención estadounidense, nacer con un territorio inmenso. A la luz de
las consideraciones anteriores, queda claro que la batalla de Ayacucho no fue un
enfrentamiento entre los patriotas americanos contra “el último resto de España en
Sudamérica” —como se presenta, por lo demás en forma arbitraria, en la historiografía
nacionalista peruana y americana—, sino un choque entre una Colombia imperialista
y el Perú realista que continuará después, con otro ropaje, en la guerra entre el Perú y
la Colombia bolivariana de 1828-1829.
El tema también ha sido tocado por mí (Pereyra, 2014: 114-121; 2023: 87 y s.) y por
Elizabeth Hernández, en su biografía sobre el primer presidente del Perú, José de
la Riva-Agüero y Sánchez Boquete. Esta historiadora piurana destaca los esfuerzos
realizados por este personaje en 1823 para librar al Perú de la amenaza colombiana,
fomentando una unión de los ejércitos patriota y realista, en forma análoga a lo que
había ocurrido en México dos años antes (Hernández, 2019: 153, 155, 157). Riva-
Agüero sufrió la traición de una facción de sus propios compatriotas, increíblemente
proclives a Bolívar y a la continuación de la intervención colombiana, que canceló
toda posibilidad de obtención de una independencia autónoma (Pereyra, 2023: 86
y s.; 91).
Finalmente, para lo que se reere a un conjunto de reexiones interesantes sobre
la independencia, que no necesariamente coinciden con las ideas arriba expuestas,
citemos el libro de Hugo Neira (2019) El águila y el cóndor, dedicado a la historia de
ambas naciones.
Documentación diplomática peruano-mexicana durante la Independencia
Habría que mencionar dos poco conocidos documentos sobre los primeros contactos
entre ambos estados. En primer lugar, al original de la nota dirigida el 6 de octubre
de 1821 por el ministro de Gobierno (encargado de las Relaciones Exteriores), Juan
García del Río, a la “excelentísima suprema junta de gobierno del Imperio Mexicano”,
informando sobre la situación en el país a pocos meses de proclamada la independencia
y del establecimiento del Protectorado19. Cabe señalar que, para entonces, México ya
había proclamado la suya. Este documento parece haber reejado el primer contacto
formal, a nivel diplomático, establecido entre ambos estados:
Como órgano del excelentísimo señor Protector del Perú, me lleno de satisfacción
al contemplar que puedo dirigir la palabra a la suprema autoridad del Imperio
Mexicano, que vuestra excelencia ha reasumido en sí. Los esfuerzos de los
dignos descendientes de Guatimotzin20 han disipado las tinieblas que esparcía
el despotismo colonial sobre esa vasta región del Nuevo Mundo. La libertad de
19 Secretaría de Relaciones Exteriores de México, 1-5-906, fs. 12-13v.
20 «Guatimotzin» era el otro nombre de Cuauhtémoc, el último y heroico defensor de Tenochtitlán y
Tlatelolco, en tiempos de la invasión de Hernán Cortés, en 1521.
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
seis millones de americanos, y el inujo de un suceso de tanta magnitud ejerce en
la parte meridional de nuestro continente, lisonjean a su excelencia el Protector
de ver en breve realizadas sus más caras esperanzas. Chile, las Provincias
Argentinas y la República de Colombia han consolidado su nuevo sistema; y
el Perú impaciente de sus rivales en gloria, sigue rápidamente la carrera de
la prosperidad que le permite su independencia. Una campaña de diez meses
decidió la suerte de la capital del Perú, y al cabo de doce vieron los Hijos del Sol
tremolando el pendón de sus libertadores de lo alto de las formidables fortalezas
del Callao.
Este primer párrafo resume dos de los tópicos manejados por la propaganda patriota:
la independencia signicaba la liberación de los siglos de despotismo colonial y
abría camino, nuevamente, a los “descendientes de Guatimotzin” y a los “Hijos del
Sol”, es decir, a la luz y a la felicidad del tiempo pre colonial; el segundo señalaba
que la independencia iba a traer de manera rápida “la prosperidad”. Ambos tópicos
son claramente propagandísticos y falsos porque, precisamente al revés de lo que se
dice, el orden post colonial se erigió sobre los tres siglos de virreinato y solo muy
parcialmente sobre la herencia de los pueblos aborígenes. Asimismo, porque las
trayectorias seguidas por México y el Perú, al menos durante las primeras dos décadas
luego de proclamada la independencia, distaron mucho de ser un cuadro de progreso
y de armonía sino, todo lo contrario, de caos, caudillaje militar, atraso económico
e, incluso, de dominación extranjera. No obstante, aunque ideológico, el párrafo
trasunta, con un lenguaje interesante, lleno de color y, quizá, con algo de ingenuidad,
el espíritu y las aspiraciones de la época.
El siguiente párrafo se reere, con tono entusiasta, a la toma de Lima por el ejército
patriota, y al entusiasmo inicial que los “nietos de Manco Cápac” sintieron por la
independencia. García del Río destaca muy bien la importancia que San Martín
adjudicaba a la opinión pública, así como a la necesidad de contar con una expresión
de “voluntad” popular por la independencia, datos que sin duda se corresponden con
la verdad histórica. Sí se exagera, claramente, cuando se dice que el levantamiento
por la Patria fue masivo pues, de hecho, se limitó al norte el Perú, a Lima y —muy
fugazmente, hasta la catástrofe militar patriota de Ica en abril de 1822— a partes de la
sierra central. Asimismo, se señala que el virrey se había negado a “a toda transacción
pacíca”, lo que sin duda alude a la entrevista de Punchauca. Dice el segundo párrafo:
Sin comprometer una sola acción decisiva, quiso su excelencia cerciorarse de la
extensión de la opinión. Viéndose sostenidos por los bravos que tantas veces han
humillado a los tiranos, pronunciaron los nietos de Manco Cápac fuertemente
su voluntad. El Perú se levantó en masa: tamaño poder se hizo irresistible a
los enemigos que, sitiados por mar y tierra, fueron al n por abandonar la
opulenta Lima. Refugiados sobre los helados [ilegible] después de negarse a
toda transacción pacíca, hallaron el merecido [¿castigo?] de su criminal
obstinación, en la inalterable adhesión de aquellos habitantes a la justa causa de
su Patria. Sin recursos para proveer a la subsistencia de su ejército, asediados
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por donde quiera que pasaban, no teniendo por último seguridad de dominar
sino el terreno que ocupaba su fuerza armada, y desesperados de su impotencia,
se resolvieron a dar el paso que ha producido el más importante acontecimiento
ocurrido últimamente en este país.
Este “acontecimiento” fue, sin duda, la proclamación de la independencia en julio.
El resto de la nota se reere al «paseo militar» realizado por las fuerzas realistas del
general José Canterac en dirección a las fortalezas del Callao en septiembre de 1821.
Por último, tenemos el ocio dirigido por Manuel de Llano, desde León de Nicaragua,
al ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores peruano Bernardo Monteagudo, el
10 de abril de 182221. Por el tenor del documento, De Llano parece haber sido un
enviado a Centro y Norteamérica, el cual transmitía la favorable percepción que
sobre el Protectorado circulaba en dichas regiones (“aquí se habla con entusiasmo del
Protector del Perú”) y declaraba que su “comisión” consistía en dirigirse al supremo
gobierno de México y al capitán general de Guatemala, “manifestando a aquel la alta
consideración que merece al del Perú y [los] vivos deseos que le animan de estrechar
las relaciones de amistad y más recíproca unión entre ambos estados”. Aclaraba que el
antiguo reino de Guatemala se había incorporado al Imperio Mexicano y comentaba,
haciendo uso de una expresión con sabor a pensamiento ilustrado y liberal, que “todos
concurren al sistema de la razón”. En otro pasaje, De Llano describe el escudo de
armas del Imperio Mexicano, que tenía como gura central un “águila con corona
imperial”.
Un apéndice de documentación virreinal
Se incluye al nal de este trabajo una relación de documentos del Archivo General de
la Nación de México referidos tanto al tiempo austríaco como al borbónico, los cuales
incluyen, en sus descripciones técnicas, la palabra “Perú”. Dicha relación fue obtenida
por mí en el mismo AGN, en 1999.
Se trata de una miscelánea de documentos que va desde 1542 hasta el primer tercio
del siglo XIX. Incluye muchos textos largos e, incluso, simples menciones de interés,
referidos a asuntos tan diversos como el comercio inter virreinal; correspondencia
comercial; Compañía de Jesús; libros prohibidos; esclavitud; transcripciones de autos
de fe y documentación referida a “judaizantes”; permisos para desplazarse al Perú
desde el virreinato de México (tanto españoles como indios); reales cédulas originales
y duplicadas sobre un variado número de asuntos; temas monetarios (en particular
el establecimiento de la Casa de Moneda en Lima); documentación sobre el marino
Juan Francisco de la Bodega y Quadra22; una denuncia hecha contra José Antonio
21 AGN, Colección Santa María, caja 7, doc. 489. Dicho documento perteneció al desaparecido Archivo
Histórico del Ministerio de Hacienda. Agradezco al historiador Miguel Ángel del Castillo M. por haber
llamado mi atención sobre su existencia.
22 Sobre el limeño Bodega y Quadra, y su decisiva participación en los viajes de exploración de la costa
del Pacíco norte desde la Nueva España, véase Ortiz Sotelo, 2019, y, para un peruano trabajando
desde la propia academia mexicana, Melgar Bao, 2009.
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Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
de Areche; bandos referidos al levantamiento de Túpac Amaru; expedientes contra
Juan José López y Vidaurre, por “adicto a la Revolución Francesa” y “complicado en
los últimos alborotos del Perú y rebelión de Túpac Amaru”, con la participación del
hermano de Miguel Hidalgo como su defensor; información sobre María Joaquina
Uchu Inca Tupa Yupanqui, vecina de México y “descendiente que dice ser de los
emperadores del Perú”; una alusión a la “quina del Perú”; informes anónimos sobre
la situación en el Perú en 1822; y referencias documentales sobre el “reconocimiento
de la independencia del Perú”.
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
Apéndice:
Relación de documentos del tiempo virreinal conservados en el Archivo
General de la Nación de México, en cuya descripción archivística
aparece la palabra “Perú”
5. Alcaldes Mayores
1) 09/11/1782. — Vol. 4, fs. 212-213v.
Se ordena al alcalde mayor de Tecalitlán,
Miguel José Pérez de León, recoja los
cartelones que se pusieron sobre el
levantamiento del Perú y que, en adelante,
se impida poner los de esa naturaleza.
Tecalitlán.
8. Archivo Histórico de Hacienda
2) 1608-1793. — Vol. 25.
Consulados. Correspondencia de Blas
Romero con diversos mercaderes franceses,
1738-1753. Incluye documentos en francés,
un impreso y recibos de efectos llegados a
Veracruz. (véase, también, el leg. 2343 de
esta misma serie a continuación).
Correspondencia de varios comerciantes
desde Cuautla y San Luis de la Paz,
1778-1791. Embarque de cierta ropa
para el Perú en la fragata de San Pedro
y San Pablo, 1634. Carta poder otorgada
en Sevilla, 1613. Recibos de Acapulco
(1608) y Manila (1702).
Numerosas cuentas sobre embarques en
navíos, del siglo XVII. Noticias de la
llegada de una ota a Sevilla, 1613. Etc.
3) 1771-1783. — Vol. 126.
Consulados. Autos del concurso sobre la
quiebra y fuga de José Antonio de Armasa,
México, 1771-1783. Se citan jalapa, encinas,
piedras, alhajas de oro y plata, mercerías,
arrendamiento de casas y tiendas, ropas,
viajes al Perú, Oaxaca, el perote, remesas de
efectos, formularios impresos, etc. Incluye
correspondencia y libros de cuentas forrados
en piel del afectado. Todo el legajo está dado
a este asunto.
4) 1607-1740. — Vol. 332.
Jesuitas. Recibos, cartas de pago, cuentas
y demás documentos relacionados al
despacho de dineros y efectos a las
misiones jesuitas del lejano oriente. Se
citan registros de carga en numerosas
naos de China, las ferias de Acapulco,
remesas de reliquias y otros bienes a las
islas Marianas, el tráco marítimo con el
Perú, etc. Legajo sumamente largo, con
daños por humedad.
5) 1592-1818. — Vol. 442.
Consulados. Material bastante extenso
y variado sobre los asuntos internos del
Real Consulado de México. Se citan
una competencia con el subdelegado
de Zimapán, buen retiro, formularios
impresos, la dirección de pólvora, México,
Veracruz, Tacubaya, cartas del virrey, la
Compañía de Jesús, alcabalas, bienes de
difuntos, el regimiento del comercio,
chinguirito, milicias, Guadalajara, efectos,
guías, erros, telas, extranjeras, cobre,
carnes, conductores, chihuahua, minutas
de cartas, pareceres sobre el comercio
ultramarino, préstamos patrióticos, reales
Cédulas, Californias, otas, comercio
ilícito, el comercio de Guatemala,
elecciones de priores y cónsules, León,
Acapulco, Sonora, Perú, Sevilla, Manila,
Tampico, alumbrado público, cacao, Jalapa,
bandos, Guayaquil, réditos, avería, cuentas
del apoderado en Cádiz y Madrid, compras
de maíz, Texas, etc. Son 32 expedientes.
6) 1794-1813. — Vol. 465.
Consulados. Material bastante revuelto,
aunque principalmente de 1795. Se citan
empleados de la Corona, bandos, reales
105
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
decretos y órdenes, milicias, exención
de mercaderes del servicio de armas,
el derecho de media anata, el comercio
del azúcar, impuestos, el puerto de
Cumaná, Querétaro, ferias comerciales,
capellanes, el regimiento urbano de
México, alcabalas, bienes temporales de
la extinguida Compañía de Jesús, censos
redimibles, préstamos patrióticos,
renta del tabaco, hipotecas, cofradías,
Guadalajara, dineros, registros de
plata y frutos en el navío real Santiago
la España, salida del navío real
Conquistador de Veracruz, comercio
con el Perú, Yucatán, averías, noticias,
buques mercantes, Real Audiencia, etc.
Son 27 expedientes.
7) 1594-1805. — Vol. 1016.
Consulados. Expediente sobre propinas
repartidas a los jueces del Real Tribunal
del Consulado en Veracruz, 1753.
Préstamo patriótico, 1795. Derechos de
gallos de pelea, 1795. Daciones públicas
para limosnas, 1750. Efectos conducidos
desde Manila en la nao San Andrés, 1798
(solamente carátula). Ayuda de costa a un
ministro de Consulado, 1787. Real Cédula
sobre excesos cometidos en el comercio
de China y el Perú, 1637. Real Cédula
sobre la causa de Jerónimo Sánchez de
Santa Marina, de Filipinas, 1738. Autos
por contrabandos del bergantín Sanbevero,
Veracruz, 1792. Una disputa sobre el desle
de San Hipólito, México, 1791. Gastos por
la celebración hecha en honor a la victoria
conseguida sobre los ingleses en Cartagena
de Indias, 1741. Correspondencia de
Jalapa, 1796. Gastos por la estatua ecuestre
del “Caballito”, 1796. Propinas y gastos
ocasionales, 1711-80. Real Cédula sobre
el Consulado de México, 1625. Balanza
de comercio de Veracruz (impreso), 1805.
Licencia para navegar hacia Guayaquil para
la fragata Nuestra Señora de Guadalupe,
1751. Real Cédula sobre la ota de plata,
1594. Autos sobre destierro del prior del
Consulado, 1703.
11. Bandos
8) 8/08/1735. — Vol. 3., exp. 4, fs. 10-14.
Flota. Bando acerca de las circunstancias
que han de preceder para el surtimiento
de efectos en el Perú, Tierra Firme y
Nueva España.
9) 31/05/1774. — Vol. 8, exp. 64, fs.
228-230v.
Comercio en los cuatro reinos. Bando
publicado sobre la Real Cédula en que se
alza la prohibición del comercio entre los
cuatro reinos del Perú, Nueva España,
nuevo reino de Granada y Guatemala.
10) 15/04/1795. — Vol. 18, exp. 10, f. 44.
Comercio. Bando incluyendo real orden
que permite la extracción e introducción de
frutos, mercaderías y efectos de Europa entre
este reino y el del Perú por los puertos del sur.
14. Bienes Nacionales
11) 1827. — Vol. 13, exp. 59.
Juan Francisco Flores, natural del Callao,
Perú, pretende contraer matrimonio con María
Antonia Vargas, de Campeche. Yucatán.
12) 1631. — Vol. 140, exp. 22.
Juan de Villabona Zubiaurre, oidor de
la Audiencia de Lima, Perú, dice que
Agustín de Villavicencio, oidor de la
Audiencia de México, en la residencia que
está tomando en uno de los cargos que le
ha hecho, le oponen haber entrado por su
orden a una mujer casada en el convento
de Santa María de Gracia. México.
13) 1800. — Vol. 635, exp. 8.
Fray Antonio de San José Muro,
religioso de la orden betlemítica, sobre su
traslación a los reinos del Perú. México.
106
Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
14) 1724. — Vol. 893, exp. 10.
Autos fechos sobre la relación jurada
presentada por la tercera orden de Santo
Domingo, para la regulación del 6%
concedido a S.M. por su Santidad, sobre
todas las rentas eclesiásticas de este reino
y el Perú. México.
15) 1569. — Vol. 1356, exp. 14.
Capellanía que mandó fundar Antonio
de Matienzo, vecino de la ciudad de Los
Reyes del Perú, para el hospital de bubas
de México. En un libro. México.
17. Californias
16) 1782. — Vol. 33, exp. 1, fs. 1-49.
Instancia del teniente de navío Juan
Francisco de la Bodega y Quadra, sobre
que se liberten de los derechos de entrada
a los efectos que condujo por vía de
general del Perú a San Blas.
20. Cárceles y Presidios
17) 1782 — Vol. 17, exp. 10, fs. 134-142.
Sobre lo que debe hacerse en el reo Josef
María Ubiarco, remitido del Perú para
Acapulco. Acapulco.
21. Casa de Moneda
18) 3//10/1746, 23/04/1749. — Vol. 27,
exp. 5, fs. 237-439.
Sobre el establecimiento de la Casa de
Moneda en Lima, Perú, por orden del
rey. Bajo el gobierno del virrey Francisco
de Güemes y Horcasitas, conde de
Revillagigedo. Los materiales y técnicos se
envían desde la ciudad de México hasta el
puerto de Acapulco y, de ahí, a los puertos de
Paita y el Callao en la fragata Nuestra Señora
de Balbanera. Se incluyen el decreto del
virrey para el establecimiento de dicha casa,
relaciones de jornales, costos materiales,
etes, maquinaria enviada, personas
encargadas del transporte y los que se harán
cargo de la fundación del establecimiento y
su organización, superintendentes operarios
y salarios que percibirán. Los respectivos
nombramientos y transporte de sus familias.
Relaciones semanales de gastos efectuados
en la fabricación de los instrumentos
y maquinaria. Lista de instrumentos
enviados, su peso y descripción, pago por
la copia de testimonios, reales órdenes,
bandos, ordenanzas, decretos y todos los
documentos que se aplicarán en el manejo y
organización de la casa mencionada, sacados
de los originales en Madrid. Aprobación del
total de gastos presentados por el pagador.
Sebastián de Ulierte y Vergara, por parte
del superintendente de la casa de moneda
de la ciudad de México Gabriel Fernández
Molinillo. Ciudad de México. (Lima, Perú).
19) 1622. — Vol. 206, exp. 6, fs. 393-422.
Probanza hecha por parte de Diego Núñez
Campoverde, en virtud de receptoría
emanada de la Real Audiencia de la ciudad
de Los Reyes del Perú, en el pleito con
Clara, su esclava, sobre la libertad que
pretende. Ciudad de México.
20) 1652. — Vol. 392, exp. 3, fs. 121-194.
Autos en razón de manifestación de
monedas del Perú que han hecho los
mercaderes de plata, capitán Limón
de Haro y Esteban de Molina, para
refundirlos en virtud de mandamiento del
excelentísimo virrey de este reino, y de
real de dicha moneda que se remitieron
de la Veracruz por orden de ocios reales
de aquella ciudad al sargento mayor Juan
de Vera, caballero de orden de Santiago
y tesorero. Observaciones: fs. 140-142,
mutilados. México.
21) 1736. — Vol. 497, exp. 893.
Virrey. Cartera 28. Testimonio del que
se puso del acto del recibimiento que
se hizo en la Real Casa cuando vino a
verla Juan Joseph de Almendaris, virrey
107
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
del Perú, por el superintendente y demás
ministros de la Casa de Moneda.
24. Clero Regular y Secular
22) 1788. — Vol. 180, exp. 10, fs. 236-239.
Instancia del padre fray Antonio de
San José Muro, betlemita, solicitando
licencia para pasar al Perú.
33. Consulado
23) 1807. — Vol. 153, exp. 53, f. 385.
Registro de salida de mercancía a
Cádiz de la barca Carmen, su maestre
Juan Andria, salió: grana prieta, añil de
Guatemala, purga de Xalapa, grana na,
quina del Perú, cacao de Guayaquil,
achiote, azúcar. Cádiz, Veracruz.
35. Correspondencia de Diversas
Autoridades
24) 8/07/1781. — Vol. 21, exp. 27, fs.
187-191.
José Gabriel Túpac-Amaro. Remite el
gobernador de La Habana la copia que
participa la captura en el Perú del rebelde.
25) 24/04/1772. — Vol. 23, exp. 14, f.
47, 54, 162.
El gobernador de La Habana acusa recibo
a una carta del virrey del Perú que remitió
Félix Fernández de Soto, y que corresponde
a asuntos de ese gobierno. Perú.
26) 4-23/01/1823. — Vol. 62, exp. 13, fs.
152-177.
Minutas de los ocios dirigidos al jefe
superior político de la capital, por el ocial
de la Contaduría Mayor de Hacienda, señor
Alegría. Asuntos relativos a: bandos sobre
presentación de los europeos que sirvieron
en el ejército; aumento de alcabalas;
presupuesto del erario federal; libertad de
propiedad y derechos civiles a extranjeros
católicos; contribuciones provinciales;
reconocimiento de la independencia del
Perú; juramento y proclama de Agustín I;
embargo de bienes a españoles. México.
36. Correspondencia de virreyes:
marqués de Croix y marqués de
Branciforte
27) 31/01/1796. — Vol. 184, fs. 35-36v.
Reconocimiento como descendientes de
reyes. El marqués de Branciforte, en
cumplimiento de la real orden del 5 de
febrero de 1794, informa con testimonios
al conde del Campo de Alange el estado
en que se encuentra la familia de María
Joaquina Inca, descendiente de los reyes
del Perú, para que le sean concedidas
las distinciones correspondientes a los
descendientes de reyes. Entre ellas,
solicita pensión, colocación para su
esposo, Joaquín de Estrada, una capitanía
para su hermano Manuel, una beca real
para el menor de sus hijos, etc. 1ª. Serie.
48. Filipinas
28) 1776. — Vol. 11, exp. 15, fs. 365-372.
Nómina de los individuos de que se
compone la visita general de los reinos
del Perú, Chile y provincias del Río de la
Plata; y de los criados que llevan y deben
embarcarse a San Blas, rumbo al Callao.
Copia de carta del visitador general del
Perú, José Antonio de Areche relativa al
viaje que se proyectaba.
51. General de Parte
29) 17/10/1575. — Vol. 1, exp. 208, f. 42v.
El virrey Martín Enríquez. Licencia a
Hernán Múñez para ir a los reinos del
Perú. Ciudad de México.
30) 24/11/1575. — Vol. 1, exp. 338, fs.
77v-78.
El virrey Martín Enríquez. Licencia a
Juan Báez para ir al Perú con su familia,
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
llevando seis mil pesos de mercaderías.
Ciudad de México.
31) 12/04/1576. — Vol. 1, exp. 851, fs.
166-166v.
El virrey Martín Enríquez. Licencia a
Francisco de Arce para ir a los reinos del
Perú. Ciudad de México.
32) 18/06/1576. — Vol. 1, exp. 1041, f.
204v.
El virrey Martín Enríquez. Licencia a
Juanes de Airio; enfermo, tullido de
brazos y piernas, para ir a los baños de
Guayaquil en el Perú. Ciudad de México.
33) 3/09/1576. — Vol. 1, exp. 1248, f. 242.
El virrey Martín Enríquez. Licencia
a Juan de Vargas para volver al Perú.
Presentó licencias y dos informaciones.
Ciudad de México.
34) 16/09/1579. — Vol. 2, exp. 178, f. 36.
Licencia a Juan Macías para ir al Perú.
México.
35) 2/10/1579. — Vol. 2, exp. 217, f. 44v.
Licencia a Martín Ruiz de Ayaldeburu y
memoria del cargamento de mercancías
para conducirlas al Perú. México.
36) 22/10/1579. — Vol. 2, exp. 267, f. 54v.
Se concede licencia para ir a los reinos del
Perú a Juan Francisco, mercader, llevando
en su compañía y para su servicio una
esclava negra y su hija. México.
37) 30/10/1579. — Vol. 2, exp. 275, f. 56v.
Se concede licencia para ir al Perú a Juan
de Valdirivalle llevando mercancías por
valor de tres mil treinta y tres pesos de
oro común. México.
38) 10/11/1579. — Vol. 2, exp. 302, f. 64.
Licencia para ir al Perú a Juan Francisco
de Ojeda, su mujer, hijos y dos criados.
México.
39) 3/12/1579. — Vol. 2, exp. 349, f. 73.
Al alcalde mayor de Acapulco a n de que
no permita pasar a los reinos del Perú a
Ana Guerra, devolviéndola a la ciudad de
México con persona segura. Acapulco.
40) 10/12/1579. — Vol. 2, exp. 366, f. 76.
Licencia para ir al Perú a Diego de
Licana y a su mujer, con mercancías por
valor de tres mil y cincuenta pesos de oro
común. México.
41) 17/01/1581. — Vol. 2, exp. 1109, f. 246 v.
Memoria de las mercaderías que lleva
a los reinos del Perú, Miguel Pérez de
Acarreta.
42) 18/01/1581. — Vol. 2, exp. 1110, f. 247.
Licencia a Miguel Pérez de Acarreta
para ir a los reinos del Perú llevando las
mercaderías contenidas en la memoria
adjunta y llevando certicación y
licencia del Santo Ocio de que no hay
en su contra causa alguna pendiente.
México.
43) 4/03/1591. — Vol. 4, exp. 294, f. 82v.
Para que pueda el navío Santiago de
Baltasar Rodríguez, cargar y llevar
mercaderías de China y Filipinas a
las provincias del Perú, pagando los
derechos conforme a las Cédulas reales
aquí insertas. Ciudad de México.
44) 10/03/1599. — Vol. 5, exp. 27, f. 5v.
Declaración sobre no comprenderse
en la prohibición hecha para que no se
lleve loza de China al Perú, sino llevarse
a las costas de esta Nueva España.
Jurisdicción de México.
45) 18/01/1603. — Vol. 6, exp. 369, f. 139v.
Para que los ociales reales de Acapulco
vuelvan a Tomé Ruiz, dueño del navío San
Luis que vino del Perú, y el piloto Agustín
Calvo, las botijas de vino y vinagre aquí
contenido. Acapulco, Perú, México.
109
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
46) 19/05/1603. — Vol. 6, exp. 696, f. 256.
Título de virrey de esta Nueva España
en el marqués de Montesclaros. Perú,
Sevilla, Nueva España.
47) 17/06/1670. — Vol. 12, exp. 529, f. 360 v.
Vuestra excelencia, en conformidad de lo
que se resolvió en la junta general, manda
que el capitán Juan de Vengoa ete navío
y embarcación en que lleve los cajones y
despachos del excelentísimo señor conde
de Lemos, virrey del Perú, a la provincia
de Nuestra Señora por ser de su real
servicio y lo demás que aquí se reere.
México.
48) 1741. — Vol. 70, exp. 50, fs. 47-48.
Orden al corregidor de Oaxaca para que
entregue las alhajas al coronel Jerónimo
de Baza y Solís, vecino de la ciudad de
Los Reyes, reino del Perú. Oaxaca, Perú.
58. Indios
49) 1582. — Vol. 2, exp. 23, f. 6.
Licencia a Francisco López de Segura
para ir en compañía de un criado y
dos esclavos negros al Perú, llevando
certicación en forma. México.
50) 1582. — Vol. 2, exp. 57, f. 14.
Licencia que solicita Diego Hurtado
de Mendoza para ir al Perú llevando
certicación en forma. México.
51) 1582. — Vol. 2, exp. 116, f. 29v.
Licencia que se concedió a Diego
García de Porras para ir al Perú llevando
certicación. México.
52) 1582. — Vol. 2, exp. 123, f. 31.
Licencia que piden diego y Benito
González, piloto y maestre de la nao
Santa María de los remedios, para ir al
Perú llevando en ella rodelas y arcabuces,
para seguridad de sus vidas. México.
53) 1583. — Vol. 2, exp. 839, f. 191v.
Se da permiso a Andrés de Palma para ir
al Perú llevando certicación en forma.
México.
54) 8/01/1649. — Vol. 15, exp. 1, f. 98.
Su excelencia concede licencia a Francisco
Quintero de Guevara, natural del Perú, para
montar a caballo, portar hábito de español,
espada y daga. Ciudad de México.
61. Inquisición
55) 1572. — Vol. 45, exp. 14, f. 3.
Declaraciones contra Sancho Sánchez
por bígamo. Los Reyes, Perú.
56) 1572. — Vol. 45, exp. 15, f. 1.
Denuncia contra el licenciado Pereyra,
por haber dicho “asnos dei” en vez de
“agnus dei”. Los Reyes, Perú.
57) 1577. — Vol. 106, exp. 1, f. 10.
Proceso contra Alonso Sequeyra, alias
«Melo», por casado dos veces. Perú.
58) 1581. — Vol. 125, exp. 31, f. 1.
Carta de la Inquisición del Perú reriéndose
a Nuño de Silva, fray Juan de los Reyes y
Álvaro de Abreo. Remite el proceso del Dr.
Plaza, visitador de la Compañía de Jesús.
Aviso de la llegada del virrey al Perú.
Noticia del auto de fe. Información contra
Diego Barrio de Vallejo y del padre Luis
López Teatino. Lima, Perú.
59) 1584. . — Vol. 139, exp. 2, f. 1.
Acta de matrimonio de Melchor de los
Reyes con Ana de Balderas. Trujillo.
Perú.
60) 1585. — Vol. 139, exp. 24, f. 2.
Fray Bartolomé Alonso, franciscano,
avisa a los inquisidores lo que de malo
ha encontrado en los libros prohibidos.
Lima, Perú.
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Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
61) 1584. — Vol. 141, exp. 26, f. 2.
Carta de Antonio Gutiérrez de Ulloa,
inquisidor en el Perú, al comisario de
la Inquisición de Nicaragua, Alonso del
Pozo, para que ponga preso y remita al
Perú a Melchor de los Reyes, portugués.
Los Reyes, Perú.
62) 1593. — Vol. 184, exp. 14, f. 8.
Proceso contra Juan Muñoz de Zúñiga,
por casado dos veces. Los Reyes, Perú.
63) 1593. — Vol. 184, exp. 15, f. 11.
Proceso contra Diego Pérez de León, por
bigamia. Los Reyes, Perú.
64) 1584. — Vol. 190, exp. 5, f. 3.
Información de la limpieza de sangre
y genealogía del Dr. Paredes, oidor de
las audiencias del Perú y México. Solo
consta de una carta de la Inquisición
del Perú, en la cual certican que fue
su consultor, por lo que se aprobó el
nombramiento para México. México.
65) 1618. — Vol. 317, exp. 66.
Carta de Simón [sic] pidiendo licencia
para enviar unos libros al Perú. Acapulco
(censura de un libro, nº 72, 6 fs., nº 66).
66) 1622. — Vol. 335, exp. 41, f. 1.
Denuncia contra Francisco Victoria
Barahona de ser dos veces casado y haber
sido castigado en el Perú por judaizante.
México.
67) 1623. — Vol. 350, exp. 4, fs. 28-371.
Testicación y causa criminal contra
Antonio de Medina por judaizante. Los
Reyes, Perú.
68) 1626. — Vol. 362, exp. 16, f. 106.
Causa criminal contra Luis Álvarez de
Acosta, portugués, por judaizante (parte
de la conrmación). Xalapa. Los Reyes.
Perú.
69) 1626. — Vol. 362, exp. 24, fs. 205-206.
Orden de prisión contra Hernando Alemán,
que se va fugado al Perú. México.
70) 1607. — Vol. 467, exp. 48, f. 227.
Carta del comisario de La Habana
visando que Luis de Velasco fue
nombrado virrey de México que el
marqués de Montesclaros pasó al Perú, y
que tanto la capital cubana como las islas
están rodeadas de corsarios. La Habana.
71) 1690. — Vol. 511, exp. 2, fs. 114-280.
Proceso contra Pedro Antonio Serrano,
por observante de la ley de Moisés.
Relapso. México, Perú.
72) 1700. — Vol. 713, exp. 1, fs. 1-32.
Autos hechos en razón de haber preso el
alcalde mayor de Querétaro, Juan Vélez
de Guevara, con notable escandalo al
alguacil mayor del Santo Ocio de aquel
partido, Francisco de Montenegro y
Mendoza. A dicho alguacil lo ahorcaron
en Lima por cinco muertes que hizo en el
Perú, las cuales confesó, y la de Querétaro.
73) 1777. — Vol. 1100, exp. 21, fs. 359-361.
Denuncia que hace el presbítero Ignacio
José Pico contra el scal de Real
Audiencia, José Antonio de Areche,
provisto visitador general del reino del
Perú, por tener entre sus libros uno titulado
Pensamientos de Voltaire. México.
74) s/a. — Vol. 1159, fs. 115-116.
Ignacio de Ribera y Santa Cruz, dice
que llegado del Perú, de paso a España,
solicita se le entreguen los impresos que
trae en su equipaje.
75) 1798. — Vol. 1314, exp. 26, fs. 1-82.
Relación de la causa seguida en este Santo
Ocio contra Juan José López y Vidaurre
(alias) «Juan Miguel Berrogaray»,
criollo, natural de Lambayeque en el Perú
con calidad de español, de estado casado
111
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
en la ciudad de Arequipa, que vino a este
reino en solicitud de destino, y estuvo
acomodado en la administración de minas
de Francisco Xavier Aguirre, en el Real de
Guarisamey, preso en cárceles secretas del
Santo Ocio por proposiciones heréticas
y sediciosas, contrarias a la religión y al
Estado. México.
76) 1795. — Vol. 1358, exp. 2, fs. 1-161.
Proceso contra Juan Miguel Berrogaray,
español, tenido comúnmente por europeo,
aunque probablemente es del Perú, ha
estado en Europa, determinadamente
en Francia, de vida muy incontinenti y
relajada. Era administrador de las minas
y haciendas de Francisco Xavier Aguirre
en el Real de Guarisamey, municipalidad
y partido de San Dimas, Durango. Por
proposiciones, y ser adicto a la revolución
francesa, en f. 155 se halla la cala y cata
de un hombre preso en cárceles secretas
llamado Juan José López Vidaurre, que se
pone en la celda numero 12; en f. 160 está
la declaración de José Fructo Romero,
en el Real de Guarisamey, contra Juan
Miguel Berrogaray, de lo que resulta que
este era sacerdote agustino, y acaso ha
tenido participación en el levantamiento
del Perú, por el año 81, etc.
77) 1794. — Vol. 1364, fs. 120-134.
Manuel Hidalgo y Costilla hace la
defensa del reo Juan José López Vidaurre
(alias) «Juan Miguel Berrogaray», preso
en cárceles secretas de este Santo Ocio,
natural de Lambayeque, obispado de
Trujillo, en el reino del Perú, casado en
Arequipa con María Concepción Abril.
78) 1796. — Vol. 1364, fs. 181-189.
Testimonio de las diligencias practicadas
sobre la averiguación y paradero de
Juan José López Vidaurre (alias) «Juan
Miguel Berrogaray». Se ha ejercitado
en el comercio de negros de Lima o
Panamá, estuvo complicado en los
últimos alborotos del Perú y rebelión
de Túpac Amaru, y aún de haber sido
religioso agustino, etc.
79) 23/01/1799. — Vol. 1364, exp. 1, fs.
1-190.
Por sentencia denitiva pronunciada
contra Juan José López Vidaurre (alias)
«Juan Miguel Berrogaray», se ordena
su conducción en partida de registro al
Perú, su patria, donde es casado; y que
el castellano del puerto de Acapulco
lo retenga en el castillo hasta que haya
embarcación que navegue al reino del
Perú.
80) 1797. — Vol. 1386, fs. 182-344.
Sentencia con méritos en contra de Juan
José López Vidaurre (alias) «Juan Miguel
Berrogaray», español de calidad, natural
de Lambayeque, obispado de Trujillo en
el reino del Perú, de estado casado, de
edad 41 años; por dichos y hechos contra
la religión y el estado. México.
81) 1799. — Vol. 1386, fs. 345-363.
Expediente formado sobre la averiguación
de ciertas porciones de oro y reales que
ha distribuido Juan José López Vidaurre
(alias) «Juan Miguel Berrogaray», estando
en el puerto de Acapulco, próximo a
embarcarse para el Perú. Acapulco.
82) 1595. — Vol. 1510, exp. 3, f. 13-17.
Relación del auto de fe celebrado en la
ciudad de Los Reyes, de las provincias
del Perú, a los 17 días de diciembre
de 1595 y las personas que fueron
penitenciadas. Los Reyes, Perú.
83) 1605. — Vol. 1510, exp. 9, fs. 60-65.
Relación del auto público de la fe
celebrado en la ciudad de Los Reyes del
Perú, a los 13 días de marzo de 1605,
tercer domingo de cuaresma, de las
112
Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
personas que salieron y de sus causas,
siendo inquisidores Pedro Ordóñez
y Flores, de la orden de Alcántara, y
Francisco Verdugo. Perú.
84) 1608. — Vol. 1510, exp. 10, fs. 66-69.
Relación de las personas que salieron
al auto público y que se hizo en la
ciudad de Los Reyes del Perú, el 15 de
junio de 1608, hallándose presentes el
virrey marqués de Montesclaros, los
inquisidores y los dos cabildos. Perú.
85) 1642. — Vol. 1531, exp. 1, fs. 1-135.
Proceso y causa criminal contra Violante
Texoso, doncella, natural de la ciudad de
Lima en el Perú, vecina de la Veracruz,
de edad de 19 años, por observante de la
ley de Moisés. Contiene índice. Veracruz.
68. Marina
86) 18/051602. — Vol. 1, exp. 10, fs. 72-73.
Licencia al mercader Roque de la Plaza
para pasar a los reinos del Perú con
ciertas mercaderías de Castilla. México.
87) 7/05/1781-29/05/1781. — Vol. 49,
exp. 56, fs. 92-94.
Carta con la cual el teniente de navío Ignacio
Arteaga y Basam, comandante de marina
del departamento de San Blas, remitió al
virrey, Martín de Mayorga, una constancia
que le había entregado el capitán de fragata
Juan Francisco de la Bodega y Quadra,
comandante de la fragata real Nuestra
Señora de los Remedios, alias Favorita,
en que se daba por complacido por los
esfuerzos y auxilios que le había prestado
el dicho Arteaga en la habilitación y pronta
salida de la fragata de su mando para el
Perú. Aparece aquí la dicha constancia,
más la minuta de la respuesta del virrey. Al
igual que en caso del exp. 43, Arteaga sin
duda trataba de desviar la ira del virrey por
las continuas demoras y retrasos ocurridos
en el despacho de dicha fragata para el
Callao. San Blas, México. Sobre esta
materia, véanse también los expedientes
29, 46, 48, 53, 58, 60, 67, 116 y 175 del
presente volumen, además de los 36, 90,
117 y 198 del volumen 50.
72. Mercedes
88) 1542. — Vol. 1, exp. 432, f. 202v.
Clase, licencia: llevar indias. Persona
que recibe: Blas de Simancas. Puerto de
Guatulco. Perú, Nicaragua.
89) 1542. — Vol. 1, exp. 442, f. 207.
Clase, licencia: ir al Perú. Persona que
recibe: Alonso Cano. San Ildefonso,
provincia de los Zapotecas.
73. Minería
90) 1784. — Vol. 106.
Instancia de Joseph Coquette, comisionado
para perfeccionar el ramo de minería en el
Perú y capitán del batallón provincial de
Nicaragua, sobre que se le señale sueldo
por dicha comisión.
78. Ocio de Hurtado
91) 7/05/1696-10/11/1698. — Vol. 2,
exp. 1, fs. 1-3v.
Jesuitas. Ejecución de la Real Cédula de 10
de junio de 1671, en la que se presentan los
inconvenientes acerca de que los miembros
de la Compañía de Jesús, así como
de otras corporaciones, que hubiesen
abandonado antes de tiempo su profesión,
no pudiesen obtener benecios o curatos;
ordenándose a los arzobispos y obispos
cumplan y ejecuten, precisa y puntualmente,
dicha disposición, ya que, según se dice,
siendo el conde de Lemos virrey del Perú,
en muchas provincias de este reino han
sido aceptados dichos sujetos. Se manda,
además, a los virreyes, presidentes de
audiencias y gobernadores de las provincias
113
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
de la Nueva España, no presenten a ningún
expulso aunque hayan alegado nulidad de
profesión y los prelados lo nominen.
82. Ordenanzas
92) 26/03/1616. — Vol. 3, exp. 26, f. 28v.
Comercio exterior. Se concede licencia a
Juan Miranda y Nicolás de Cardona, dueños
de la fragata San Antonio de Padua, para
que hagan el viaje al Perú con mercancías
de la tierra. Marqués de Guadalcázar.
92. Provincias Internas
93) 06-09/1777. — Vol. 10, exp. 42, fs.
311-385.
Correspondencia entre el comisario de San
Blas y el virrey Bucareli sobre diversos
asuntos relativos a comercio con el Perú,
misiones en California, navegación de
cabotaje, suministros, licencias, etc. Hay
referencias importantes a los trabajos de
fray Junípero Serra en la Alta California.
San Blas.
94) 1822. — Vol. 23, exp. 13, fs. 122-127.
Informes anónimos muy importantes
sobre la situación de Californias y el Perú,
probablemente de 1822. Californias.
95) 20/06/1783. — Vol. 134, exp. 32, fs.
449-469.
Informes del comandante Juan Francisco
de la Bodega y Quadra sobre la comisión
que desempeñó en el Perú, y el viaje que
hizo desde el puerto del Callao al de San
Blas. San Blas.
97. Real Fisco de la Inquisición
96) 1797-1803. — Vol. 136, exp. 2, fs.
35-257.
Inventario de los bienes que se embargaron
en Guanajuato a Pascual de Cárdenas,
natural del Cuzco, en el Perú, y abogado
de la Real Audiencia. Nómina de sus
libros y su testamento. Se cita la hacienda
de apeo en la jurisdicción de Maravatio.
100. Reales Cédulas
(Originales y Duplicadas)
97) 9/09/1634. — Vol. 1, exp. 117, f. 220.
(Originales) Azogue. Al virrey de la
Nueva España, marqués de Cerralvo,
para que se ajuste la cuenta del azogue
que se mandó de los reinos de Castilla
y se remita su importe como lo hace el
virrey conde de Chinchón, del Perú.
98) 23/11/1634. — Vol. 1, exp. 120, fs.
225-226.
(Originales) Marina. Comercio. Al marqués
de Cerralvo, suspendiendo por cinco
años los viajes del navío que transportaba
mercaderías de la nao de China por los
daños que causa al Perú ese comercio.
99) 25/01/1648. — Vol. 3, exp. 7, fs. 30-31.
(Originales) Obispo de Yucatán. Ordenando
al virrey que pase al Perú el conde de
Salvatierra como nuevo virrey, y que lo
sustituya en la Nueva España Marcos de
Torres y Rueda, obispo de Yucatán. Madrid.
100) 3/06/1648. — Vol. 3, exp. 36, f. 73.
(Originales) Correspondencia. Respuesta a
varias cartas del virrey sobre la fundación
de unas minas y azogue, su embarcación
al Perú, despacho de ota y otros puntos.
Madrid.
101) 15/11/1655. — Vol. 5, exp. 99, f. 11.
(Originales) Monedas. Que circule en
México la moneda labrada en el Perú.
102) 23/07/1663. — Vol. 7, exp. 90, f. 2.
(Originales) Avisa que el pirata chino
ocupó dicho lugar [sic] y ordena se ayude
al reparo de dicho incidente avisando al
virrey del Perú.
114
Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
103) 12/02/1670. — Vol. 11, exp. 9, f. 3.
(Originales) Que se cumpla la orden
dada sobre el comercio de este lugar con
Nueva España. Perú.
104) 23/04/1670. — Vol. 11, exp. 26, f. 1.
(Originales) Cartas. Recibió cuatro sobre
iglesias, beaticación de una santa y de
los envíos del azogue al Perú.
105) 7/09/1673. — Vol. 13, exp. 176, f. 2.
(Originales) Virrey del Perú. Que se
nombró al conde Castelar y que la
ota salga de Veracruz pronto para que
escolten a los galeones que van a España.
106) 29/02/1676. — Vol. 15, exp. 25, f. 1.
(Originales) Que a las naves procedentes
de estos reinos, con botijas de vino, no se
les permita descargarlas. Impreso. Puerto
del Callao, Perú.
107) 31/12/1676. — Vol. 15, exp. 104, f. 1.
(Originales) Comercio del Perú. Que
revise la cédula que prohíbe trate con el
de México.
108) 26/01/1678. — Vol. 16, exp. 11, f. 2.
(Originales) Comercios. Prohíbe tratos
entre este reino y la Nueva España bajo
las penas señaladas al no cumplir. Perú.
109) 22/02/1680. — Vol. 18, exp. 8, f. 2.
(Originales) Autoriza a los virreyes de
estos reinos para proveer los ocios
de corregidores y alcaldes mayores.
Impreso. Nueva España y Perú.
110) 22/11/1681. — Vol. 18, exp. 149, f. 2.
(Originales) Sobre la encomienda de
indios vacos concedida a la duquesa de
San Germán. Popayán, Perú.
111) 28/03/1687. — Vol. 21, exp. 56, f. 1.
(Originales) De la orden al presidente
para que envíe azogue a la Nueva
España. Perú.
112) 3/11/1689. — Vol. 22, exp. 150, f. 2.
(Originales) Licencia. Se le negó autorización
a Andrés Sicli para volver al Perú.
113) 2/06/1690. — Vol. 23, exp. 32, f. 1.
(Originales) Del viaje del conde de
Monclova por el puerto de Acapulco al
lugar citado. Perú.
114) 18/07/1702. — Vol. 31, exp. 30, f. 3.
(Originales) Contrabandos. Ordena lo
que se debe ejecutar para evitar este
comercio en el reino del Perú, y la
introducción de géneros de China.
115) 1807/1702. — Vol. 31, exp. 33, f. 2.
(Originales) Comercio. Previene se
ejecute rigurosamente la prohibición de
él entre este reino y el del Perú, bajo de
las penas que se expresan.
116) 15/03/1704. — Vol. 32, exp. 13, f. 2.
(Originales) Naos del Perú. Ordena que
los escribanos de gobierno entreguen
los instrumentos y certicaciones que
le pidió el scal de Audiencia tocante
a los navíos y barcos que comercian de
contrabando en esos reinos.
117) 15/07/1704. — Vol. 32, exp. 36, f. 2.
(Originales) Comercio entre el Perú
y Nueva España. Ordena que se evite
introduzcan mercancías de China y de
Castilla sin pagar derechos.
118) 16/02/1706. — Vol. 33, exp. 8, f. 6.
(Originales) Comercio del Perú. Que se
prohíba con la Nueva España.
119) 12/07/1707. — Vol. 33, exp. 54, f. 1.
(Originales) De la muerte del virrey del
Perú, conde de Monclova. Lima.
120) 31/07/1710. — Vol. 34, exp. 161, f. 2.
(Originales) Comercio. Que se observen
las órdenes dadas para la prohibición de
todo género de este. Perú.
115
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
121) 17/08/1710. — Vol. 34, exp. 164, f. 2.
(Originales) Comercio. Que se observen
órdenes repetidas entre este reino y el del
Perú.
122) 3/07/1712. — Vol. 35, exp. 81, f. 2.
(Originales) Comercio. No aprueba el
establecido con el Perú.
123) 5/05/1715. — Vol. 37, exp. 29, f. 3.
(Originales) Comercio de cacao. Lo
prohíbe con el Perú.
124) 26/09/1747. — Vol. 67, exp. 82, f. 2.
(Originales) Terremoto en el Perú.
Sentimiento del rey por lo acaecido y que
faltan papeles según el índice que se envió.
125) 19/07/1757. — Vol. 77, exp. 81, f. 2.
(Originales) Que los que se aprehendan
por Tejas o Nuevo México se remitan
por Acapulco al Perú y no a España.
Franceses.
126) 17/01/1774. — Vol. 104, exp. 10, f. 5.
(Originales) Comercio. Ordenando la
libertad de comercio entre el Perú, Nueva
España, el nuevo reino de Granada y
Guatemala. Impreso.
127) 20/06/1785. — Vol. 131, exp. 136, f. 1.
(Originales) Cacao. Que si llega a
Acapulco un navío del Perú no se le
permita vender más de diez mil fanegas.
128) 7/11/1785. — Vol. 132, exp. 135, f. 1.
(Originales) Comercio. Que se informe
sobre la petición de los ociales reales
de Acapulco para que se permita a las
embarcaciones del Perú que arriben a
este puerto y vendan sus efectos.
129) 25/01/1790. — Vol. 145, exp. 69, f. 3.
(Originales) Milicias. Conere a Joaquín
Perú el grado de teniente de la compañía
volante de Nueva Vizcaya.
130) 20/07/1796. — Vol. 165-B, exp. 23, f. 1.
(Originales) Que se pase al Ministerio de
Gracia y Justicia la instancia de María
Joaquina Inca, descendiente de los reyes
del Perú, para que se resuelva sobre el
asunto.
131) 16/07/1798. — Vol. 170, exp. 140, f. 6.
(Originales) Ordenando remita los
documentos que se expresan para la
institución del expediente relativo a
la pretensión de María Joaquina Inca,
vecina de México y descendiente que
dice ser de los emperadores del Perú.
132) 25/07/1798. — Vol. 170, exp. 188, f. 1.
(Originales) Acompañando el triplicado
del real despacho de 28 de marzo del año
antecedente sobre las pretensiones de
María Joaquina Inca, vecina de México,
y descendiente que dice ser de los
emperadores del Perú.
133) 5/12/1804. — Vol. 194, exp. 221, f. 2.
(Originales) Virreyes. Concediendo
el virreinato del Perú a José Fernando
Abascal, en lugar del de las provincias del
Río de la Plata, aprobando lleve consigo
al capitán Antonio Villamil, y dirige un
pliego para que se le entregue al primero.
134) 19/09/1807. — Vol. 231, exp. 67, f. 131.
(Originales) Perú, virreyes. Fallecido el
marqués de Negreiros, hereda el titulo
su única hija, Mercedes Negreiros,
relevándosele el pago de media anata.
135) 30/03/1637. — Vol. 1-BI, exp. 179,
f. 265.
(Duplicadas) Religiosos. Sobre el cobro
de los derechos de mesada a Francisco
Verdugo, obispo de Guamanga en el Perú,
que ha sido promovido al arzobispado de
México.
116
Revista del Archivo General de la Nación 2024; 39(1); 71-117 Hugo Pereyra Plasencia
136) 18/11/1659. — Vol. 1-BI, exp. 251,
f. 410.
(Duplicadas) virreyes. Para que a los
virreyes del Perú y de la Nueva España
se les dé únicamente el equivalente a seis
meses de sueldo, para su viaje de regreso
a España.
137) 25/08/1620. — Vol. 4, exp. 164, f. 194.
(Duplicadas) Audiencia de México.
Ordenando que la Real Audiencia
gobierne la provincia de la Nueva España,
mientras se nombra nuevo virrey en lugar
del marqués de Guadalcázar, quien fue
promovido al virreinato del Perú.
138) 20/09/1620. — Vol. 4, exp. 173, f. 209.
(Duplicadas) Residencias. Para que
el marqués de Guadalcázar, quien fue
virrey de la Nueva España promovido
a la provincia del Perú, cumpla con
la residencia, así como sus ministros,
criados y allegados.
139) 30/01/1607. — Vol. 6, exp. 30, f. 44.
(Duplicadas) Audiencia de México.
Ordenando que la Real Audiencia
gobierne la Nueva España, por haber
promovido su virrey, el marqués de
Montesclaros, al virreinato del Perú, por
fallecimiento del conde de Monterrey,
Gaspar de Zúñiga.
140) 10/11/1643. — Vol. 16, exp. 132, f. 59v.
(Duplicadas) Real Hacienda. Petición
de Juan Alonso de Ocón, obispo de
Campeche y electo del Cuzco, sobre que
se le dé licencia para ir al Perú.
141) 22/03/1692. — Vol. 39, exp. 125,
f. 182.
(Duplicadas) Azogue. Para que Juan
Altamirano conduzca desde el puerto de
Acapulco los azogues del Perú y entregue,
en la Real de Taxco, setenta y cinco
quintales para benecio de esas minas.
142) 28/11/1692. — Vol. 39, exp. 141, f. 191.
(Duplicadas) Minería. Ordenando al
alcalde mayor de Chilapa pague a Nicolás
de Araujo Pimentel y José Ortega, mineros
del Perú, el trabajo que realizaren en el
benecio de los metales y excavación de
minas en la Nueva España.
143) 29/01/1693. — Vol. 39, exp. 155, f. 203.
(Duplicadas) Minería. Para que el alcalde
mayor de Chilapa pague a dos mineros del
Perú, indio y guarda mina, y a la demás gente
que trabaja en la descubierta el tiempo que
durare abondarla hasta siete estados.
144) 13/01/1701-30/03/1702. — Vol. 40,
exp. 248, f. 326.
(Duplicadas) Invasión extranjera, defensa
contra. Al virrey de Nueva España se
le avisa que, junto con el del Perú y los
gobernadores de los puertos, estén alertas
para impedir cualquiera invasión de las
armadas de Inglaterra y Holanda.
145) 30/12/1690-15/12/1692. — Vol. 40,
exp. 322, fs. 487-501v.
(Duplicadas) Protocolo. Reales cédulas
en las cuales se manda la forma en
que han de entrar los virreyes y su
recibimiento en Nueva España y el Perú.
Madrid. México.
146) 13/11/1643. — Vol. 48, exp. 123, f. 53v.
(Duplicadas) Licencia para viajar. Su
excelencia concedió licencia al obispo
del Cuzco para que pueda hacer el viaje
al Perú, embarcándose en Acapulco.
Entiéndase que este permiso es para su
persona, familia y ropa. Se da aviso para
el derecho de media anata. México.
147) 10/11/1643. — Vol. 49, exp. 440, fs.
345v-347.
(Duplicadas) Licencia para viajar. El
conde de Salvatierra concede a Juan
Alonso de Ocón, del Consejo de Su
117
Líneas de invesgación para el estudio de las relaciones entre los virreinatos del Perú y de la Nueva España hasta la independencia
Majestad, obispo de Yucatán y que está
promovido y electo por obispo del Cuzco,
licencia para que se embarque en el puerto
de Acapulco en cualquier bajel etado por
su cuenta para que lo lleve junto con su
familia a los reinos del Perú. México.
110. Tierras
148) 28/09/1610. — Vol. 2942, exp. 73,
fs. 176-177.
Carta y provisión acordada de apelación
y recusaciones para Pedro Xuárez de
Molina, oidor de la Audiencia de México,
comisionado por la averiguación y
diligencias del naufragio y pérdida del
navío del capitán Diego de Simancas,
que venía del Perú a Nueva España, y en
donde se culpa al capitán Camacho de
Sotomayor, motivo por el cual está preso.
113. Tributos
149) 28/09/1793. — Vol. 30, exp. 2, fs.
97-204.
Real orden para que se informe sobre
las circunstancias y privilegios que
reclama María Joaquina Uchu Inca Tupa
Yupanqui, descendiente de los reyes del
Perú. Reales cédulas de 1797, 1798.