Revista del Archivo General de la Nación 2023; voluen 38
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e incluso como proyecto reunicador, adquiere cada vez más adeptos. En ese sentido,
la obra de García Vega no es conservadora, sino orgullosamente reaccionaria y, como
tal, rebelde y revolucionaria en tiempos de corrección política, wokismo y cultura de
la cancelación. Prueba de lo anterior, es la cruz de San Andrés o aspa de Borgoña, sím-
bolo unicador de la Hispanidad, en la portada de este libro. No solo eso, delante del
aspa de Borgoña tenemos la diosa romana de la justicia, lo que constituye un mensaje
elocuente: cristianismo, derecho romano y losofía griega, es decir, origen y defensa
de la civilización occidental.
Si bien la portada no precisa que el libro trata de la administración pública en el
Perú, la corrupción y la carencia de idoneidad en los cargos públicos constituyen
problemáticas que afectan a casi todos los países hispanoamericanos. Estos estados
constituyen, en buena medida una sola nación y comparten un pasado histórico que es
analizado por el autor, por ejemplo, cuando trata las reformas borbónicas, o cuando
se reere a las Juntas de Gobierno establecidas tras la invasión francesa. Por ello,
esta obra claramente es de valiosa utilidad para estudiosos de todos los territorios que
conformaron la vasta Monarquía Católica.
La potencia del mensaje de García Vega se encuentra en el hecho de que su obra no
es mera militancia ni activismo coyuntural. Este libro es el producto del largo trabajo
académico, profesional y minucioso de un intelectual sumergido, desde hace veinte
años, en archivos, bibliotecas y centros de investigación públicos y privados. No es
militancia, sino la vocación de docencia de un autor tan apasionado como ilustrado
en los temas sobre los que escribe. En base a aquel compromiso, esta obra abunda en
información bibliográca y de archivos, a tal punto que casi no hay opinión o comen-
tario del autor que carezca de respaldo o sustento en algún documento ocial, obra
especializada o libro de memorias.
Armado de experiencia, vasta información y, sobre todo, dominio de la historia, el
autor parte de las raíces de los sistemas monárquicos hispánicos, ilustrándonos con los
casos de Don Pelayo (718-737) e Iñigo Arista (812-842), dos ejemplos de monarcas
que accedieron al poder no por la vía hereditaria, sino por la elección en base a sus
méritos. Acerca de este punto, el autor señala que: “[...] la gura del monarca no era
superior por derecho divino, sino producto de la convención entre hombres libres que
elegían un gran árbitro, un tercero imparcial que deliberaría sobre asuntos públicos y
privados, restituyendo la paz social” (p. 27). Esta forma de organización política, de-
nominada teoría española del origen popular del poder, precede a las teorías contrac-
tualistas de clásicos como Hobbes, Rousseau y Locke. No solo eso, evidencia que en
su origen no cualquiera podía acceder a la más alta dignidad en los reinos hispánicos.
Esto conlleva a reexionar acerca de los requisitos para asumir todo tipo de cargos
públicos, tanto en los sistemas monárquicos hispánicos de la Alta Edad Media, como
en las repúblicas hispanohablantes americanas.
García Vega propone la meritocracia como forma correcta de gobierno, ya se trate de
sistemas políticos monárquicos o republicanos. Al respecto, demuestra que gobernar
a través de la administración pública, sin tener la menor capacidad o idoneidad para
el cargo, constituye una de las peores taras del Perú republicano. De acuerdo con el
autor, esta tara, que en tiempos del virreinato era la excepción, hoy es la regla. Para
fundamentar sus tesis, como buen genealogista, realiza literalmente una genealogía de