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REVISTA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Historia
El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya
de la Torre, 1924-1945
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Ricardo Portocarrero Grados
2
Resumen
La década de 1920 fue un período clave en la historia del Perú. En el contexto de
un proceso de modernización capitalista que buscaba integrar al país e insertarlo
en el mercado mundial, los debates sobre la realidad nacional se reavivaron. Esto
motivó una discusión sobre cómo conceptualizar esa realidad nacional, que no solo
tomara en cuenta a las élites criollas sino también a las mayorías indígenas. Fren-
te a conceptos como «Panamericanismo», «América latina» o «Iberoamérica», los
movimientos sociales y políticos de renovación parecían agruparse alrededor del
concepto de «Indoamérica». Esto era expresión de un movimiento continental que
se había iniciado en México, en el contexto de la revolución mexicana y de la Secre-
taria de Educación Pública encabezada por José Vasconcelos. En el caso del Perú, su
más importante representante fue Víctor Raúl Haya de la Torre, cuya propuesta se
expresó entre la fundación de la APRA en México (1924) y sus obras Construyendo
el aprismo (1933) y La defensa continental (1942).
Palabras clave: Política, Indoamérica, Víctor Raúl Haya de la Torre, Perú, Siglo XX.
1
El presente texto es una versión escrita y corregida de una conferencia dictada en el contexto del Semi-
nario Internacional «Indoamérica. Identidad y debate», que se desarrolló en la ciudad de Ambato, Ecua-
dor, entre el 7 y el 8 de noviembre de 2019. Agradezco a las instituciones organizadoras por la invitación
y la cálida recepción. Al Ingeniero Saúl Lara Paredes (Canciller y Fundador) y al doctor Franklin Tapida
(Rector) de la Universidad Indoamérica; al doctor César Montaño (Rector) y al doctor Enrique Ayala
(Presidente del Colegio de América, Sede Latinoamericana) de la Universidad Andina Simón Bolívar;
así como al Comité Organizador y a la Coordinación del evento.
2
Licenciado en Historia. Archivo José Carlos Mariátegui. Lima. Correo electrónico: rportocarrero@
mariategui.org orcid.org/0000-0002-9295-8050.
Recibido: 16/02/2022. Aprobado: 18/04/2022. En línea: 22/08/2022.
Citar como: Portocarrero Grados, R. (2022). El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la
Torre, 1924-1945. Revista del Archivo General de la Nación, 37: 119-136. doi: https://doi.org/10.37840/
ragn.v37i1.140
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Ricardo Portocarrero GradosRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 119-136
The Concept of Indoamerica in Víctor Raul Haya de la Torre,
1924-1945
Abstract
The 1920s was a key period in the history of Peru. In the context of a capitalist
modernization process that seeks to integrate the country and insert it into the world
market, the debates on the national reality are revived. This is a discussion on how to
conceptualize that national reality, which takes into account not only the Creole elites
but also the indigenous majorities. Faced with concepts such as “Pan-Americanism”,
“Latin America” or “Ibero-America”, the social and political movements for renewal
seemed to group around the concept of “Indoamerica”. This was an expression of
a continental movement that had begun in Mexico, in the context of the Mexican
revolution and of the Secretariat of Public Education headed by José Vasconcelos. In
the case of Peru, its most important representative was Víctor Raúl Haya de la Torre,
whose proposal was expressed between the founding of APRA in Mexico (1924) and
his works Construyendo el aprismo (1933) and La defensa continental (1942).
Keywords: Politics, Indoamérica, Víctor Raúl Haya de la Torre, Peru, 20th century.
Introducción
La búsqueda de la identidad cultural continental es un tema recurrente en nuestros
países desde las guerras de independencia, que ha corrido paralela y en tensión con
la búsqueda de las identidades nacionales. Un tema que, pese a los esfuerzos de polí-
ticos, intelectuales y artistas, hasta el día de hoy no llega a buen puerto. Los debates
suscitados han producido múltiples interpretaciones y formas de buscar resumir con-
ceptualmente esa unidad.
Para los intelectuales progresistas y los políticos revolucionarios americanos de la dé-
cada de 1920, la búsqueda de la identidad cultural continental no podía centrarse en el
período colonial, que correspondía a un período de dependencia y falta de autonomía.
Entendían, más bien, que el principal problema era la persistencia del colonialismo
supérstite (en la economía, la sociedad y las élites), que este era el factor principal
que lo limitaba y lo impedía. A ese factor hoy se le denomina la «herencia colonial».
En el caso del Perú, esta tarea venía siendo llevada a cabo por los jóvenes y preclaros
representantes de la denominada Generación del Centenario, quienes compartían no
solo su interés por el «problema nacional», sino también por la «emoción social» que,
a partir de la revolución rusa de 1917, estaba transformando al mundo.
El objetivo del presente texto es presentar el proceso de elaboración del concepto de
«Indoamérica», como forma de denir la realidad, la historia y la cultura del continen-
te americano, realizado por Víctor Raúl Haya de la Torre entre los años 1924 y 1945.
Proceso que tuvo como principal inuencia la experiencia de la revolución mexicana,
a través de sus intelectuales (Vasconcelos) y artistas (Muralismo Mexicano), pero que,
al pasar de los años y con los cambios políticos suscitados en el continente, adquiriría
un nuevo sentido en la década de los cuarenta del siglo pasado.
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El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
El contexto histórico
Una de las características más saltantes de la generación intelectual latinoamericana
de la década de los veinte es intentar denir la identidad nacional dentro de una unidad
mayor de carácter continental. No es de extrañar entonces que este debate haya tenido
un aspecto semántico: con qué palabras denir esa identidad continental («Latinoa-
mérica», «Hispanoamérica», «Lusoamérica», «Indoamérica», «América indoespaño-
la»). Cada uno de estos términos no era elegido al azar; en ellos se buscaba establecer
los componentes étnicos y culturales sobre los que se sustentaba dicha identidad.
Para el caso del Perú, los intelectuales centenaristas optaron por una visión «aluvió-
nica» de la identidad nacional (Basadre, 1931): formada por diferentes componentes
humanos que se integraron al territorio y a la historia nacional en varios momentos,
de los cuales se podían rescatar aportes de diversa índole que conforman en conjunto
nuestra identidad nacional. Por supuesto, se coincidía en que los aportes más impor-
tantes provenían de las vertientes indígena e hispánica. Sin embargo, a diferencia de
la generación arielista, que consideraba que la nacionalidad estaba formada pero no
reconocida, los centenaristas pensaban que estaba en formación, ya que hasta el mo-
mento no se habían reconocido los aportes de la población indígena, representada por
la mayoría campesina que vivía en los Andes del Perú. Y hasta que ello no ocurriera,
sería una nacionalidad incompleta.
Esto es, por ejemplo, lo que señala Mariátegui: «El Perú es todavía una nacionalidad
en formación. Lo están construyendo sobre los inertes estratos indígenas, los aluvio-
nes de la civilización occidental». (Mariátegui, 1986: 36). En esa dirección, Mariáte-
gui opta por denir la unidad continental de América como «indoespañola», es decir, a
partir de lo que considera las dos vertientes principales de la formación de la identidad
americana. Este carácter es el que, sobre todo en términos históricos, le conere a
América su unidad, la que convierte a sus naciones en «hermanos en la historia», ya
que proceden de una «matriz única» que es la conquista española:
La conquista española, destruyendo las culturas y las agrupaciones autócto-
nas, uniformó la sonomía étnica, política y moral de la América Hispana.
Los métodos de colonización de los españoles solidarizaron la suerte de sus
colonias. Los conquistadores impusieron a las poblaciones indígenas su re-
ligión y su feudalidad. La sangre española se mezcló con la sangre india. Se
crearon, así, núcleos de población criolla, gérmenes de futuras nacionalida-
des. Luego, idénticas ideas y emociones agitaron a las colonias contra Espa-
ña. El proceso de formación de los pueblos indo-españoles tuvo, en suma, una
trayectoria uniforme. (1980: 13)
El origen de esta preocupación por el «problema nacional» por parte de los intelec-
tuales peruanos, lo podemos encontrar en el famoso «Conversatorio Universitario» de
1919. En junio de ese año, cuando se acercaba el primer centenario de la declaración
de la independencia (1921) y de la batalla de Ayacucho (1924), un grupo de jóvenes
estudiantes universitarios de la Universidad Mayor de San Marcos realizaron un ciclo
de conferencias dedicado al tema. La fecha elegida no era arbitraria: todos los años, al
comenzar el año universitario, este daba inicio con el discurso de orden de uno de los
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catedráticos de la universidad frente al presidente de la República. De manera alter-
nativa, los entonces jóvenes estudiantes Raúl Porras, Jorge Guillermo Leguía, Manuel
G. Abastos, Ricardo Vegas García, José León y Bueno, Eloy Espinoza Saldaña, Jorge
Cantuarias y Jorge Basadre organizaron dicho evento (García Higueras, 2019).
El ciclo de conferencias era quincenal, donde se presentaban las investigaciones bi-
bliográcas que estos jóvenes estudiantes venían realizando en la sección de «Papeles
Varios» de la Biblioteca Nacional, como parte de la tarea de clasicación de estos do-
cumentos históricos. De las conferencias programadas, sólo se llevaron a cabo cuatro:
«Lima en el siglo XVIII» (Jorge Guillermo Leguía); «Don José Joaquín de Larriva»
(Raúl Porras); «Los poetas de la revolución» (Luis Alberto Sánchez), y «Causas de la
revolución de la independencia peruana» (Manuel G. Abastos).
A partir de entonces y a lo largo de la década, se sucedieron una serie de estudios y
debates donde la independencia y el nacimiento de la República fueron sometidos a
un análisis como proceso, teniendo como centro la nación peruana. Por esta razón, la
historiografía peruana todavía denomina a los miembros del Conversatorio Universi-
tario como «La generación del Centenario».
Sin embargo, este afán revisionista se extendió más allá del ámbito académico en
campos como la literatura, el arte o el periodismo. Y, justamente, en el punto de con-
uencia de estas esferas de la vida intelectual y cultural peruana, se ubicaba lo que
José Carlos Mariátegui denía como «el problema primario del Perú»: el problema
indígena. Esto daría origen a diversas corrientes intelectuales y a numerosas publi-
caciones acerca de este tema. El ejemplo más importante sería la publicación de la
revista Amauta (1926-1930), dirigida por el propio Mariátegui.
Estos intelectuales eran generalmente de origen criollo o mestizo, provenientes de
las clases medias urbanas ilustradas que, identicados con la situación de exclusión
y explotación de la mayoría de la población del país, buscaban reivindicar su cultura
y representar sus principales demandas ante el Estado. No se trataba de movimientos
indianistas, es decir, impulsados por los mismos indígenas. Para los indigenistas, el
principal problema era cómo incorporar a las masas indígenas a la nación. En el cam-
po literario, esto se expresó en el debate sobre la relación entre tradición oral y tradi-
ción escrita, la producción literaria en lengua quechua (y aymara), y en la capacidad
de traducir al castellano la estética y la sensibilidad indígena (Durston, 2019). Esto
es lo que se denominó «La polémica del indigenismo» donde participaron Enrique
López Albújar, Luis E. Valcárcel, Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariátegui, José
Ángel Escalante, Ventura García Calderón, entre otros (Aquézolo, 1976).
En el campo estético, destacan las obras de José Sabogal (1888-1956) y Julia Codesi-
do (1883-1979). Sabogal destacó por promover la cultura y la estética indígena. Hizo
sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires. Sus primeras
exposiciones, con las cuales lograría el reconocimiento, las realizó en Cusco (1919)
y Buenos Aires (1927). También viajó a México, donde conoció a Diego Rivera, José
Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, es decir, a los más importantes represen-
tantes del muralismo mexicano. Como director artístico de la revista Amauta, tuvo
gran inuencia en la revista. No solo las primeras carátulas fueron diseñadas por él
(Cabeza de Amauta, El Labrador) sino que, además, fue el que propuso a Mariátegui
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el nombre de la revista. Durante la década del veinte fue profesor en la Escuela de
Bellas Artes de Lima y luego su director entre 1932 y 1943. A inicios de los años
treinta se convirtió en militante del Partido Aprista Peruano (PAP) y colaboró en la
elaboración de grabados en diversas publicaciones apristas.
En cuanto a Julia Codesido, discípula de Sabogal, conoció Europa muy joven acom-
pañando a su padre (que había sido nombrado cónsul en Inglaterra y Francia), donde
inició sus estudios de arte. Luego de residir en Europa por 18 años, retorna al Perú
y comienza a formarse en los talleres de renombrados pintores como Teólo Casti-
llo, Daniel Hernández y, nalmente, José Sabogal. Parte de estos estudios los realizó
como alumna de la Escuela de Bellas Artes entre 1919 y 1924. Durante el viaje de Sa-
bogal a Buenos Aires, lo reemplazó en la revista Amauta, y diseñó la célebre carátula
de los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui.
Fue profesora de la Escuela de Bellas Artes entre 1931 y 1943, cargo al que renunció
en solidaridad con el despido de su maestro José Sabogal. En 1935 viajó invitada a
México por el Museo de Educación para exponer en la Galería de Exposiciones del
Palacio de Bellas Artes. Allí conoció personalmente a David Alfaro Siqueiros y a
José Clemente Orozco, cuyas obras tuvieron una gran inuencia sobre ella a partir de
entonces.
Como podemos ver, durante la década de 1920 y parte del de 1930 el Perú estuvo bajo
la inuencia de las diversas corrientes indigenistas, en cuya difusión tuvo un papel
relevante la revista Amauta. Y fue a través de la revista de José Carlos Mariátegui
que la literatura y, sobre todo, el arte mexicano nacido de la revolución de 1910 se
difundió ampliamente en el Perú, aunque su mayor inuencia se manifestó después de
la muerte de Mariátegui en 1930. La presencia e inuencia de la revolución mexicana
en la revista Amauta está ampliamente documentada
3
. Sin embargo, estos estudios se
han centrado en el análisis de los artículos publicados sobre el proceso revolucionario
mexicano, el papel de intelectuales y escritores como José Vasconcelos y Mariano
Azuela, y la obra artística de Diego Rivera, pero no se ha sopesado la importancia de
las reproducciones de obras artísticas mexicanas como parte esencial de la iconografía
de la revista.
4
Esta inuencia se reejó también en la actividad política del entonces joven dirigente
universitario Víctor Raúl Haya de la Torre, quién llegaría a México en 1924 tras ser
exiliado del Perú por el dictador Augusto B. Leguía, que lo llevaría a buscar una in-
terpretación de la realidad de nuestro continente y de su denición histórica y cultural
que sirviera de contraposición al expansionismo imperialista de los Estados Unidos,
tema que desarrollaremos enseguida.
Haya de la Torre, el aprismo e Indoamérica
En 1956, cuando el Partido Aprista Peruano volvió a la legalidad después de más de
treinta años de la mano de la oligarquía peruana (hecho conocido como «La Con-
vivencia»), se publicó un pequeño folleto escrito por José Véliz Lizárraga, titulado
3
Sobre este tema se puede consultar: Padilla Moreno (2008); Ferreyra (2011) y Garrido (2015).
4
Para la revisión de este tema, es de consulta indispensable el libro de Alberto Tauro (1982).
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«Principios fundamentales de aprismo. Filosofía, doctrina, programa» (Véliz Lizárra-
ga, 1956). El objetivo de este folleto, como otros tantos publicados desde la década
del treinta, era servir de manual de adoctrinamiento dentro del partido y de difusión
fuera de él. Esto era aún más necesario que en los tiempos de persecución aprista, ya
que se buscaba consolidar a los militantes del Partido Aprista alrededor de los deno-
minados «Acuerdos de Monterrico».
En él, el primer tema era establecer el carácter continental de la doctrina aprista basa-
da en una denición de su identidad en base al concepto de «Indoamérica». La cita es
extensa, pero necesaria:
Por qué Indoamérica
Comencemos con un breve resumen de las opiniones extranjeras sobre el
aprismo, entendiendo por extranjero todo lo que no es latino o indoamericano,
puesto que el aprismo es, fundamentalmente, una concepción histórico-políti-
ca de alcance continental y que, por lo tanto, abarca a todos los pueblos mes-
tizos, desde el río Bravo en México hasta la Tierra de Fuego, incluyendo las
Antillas libres y coloniales. A este perímetro geo-político, cuya base étnica es
el indio, el europeo, el africano y el mestizo, y cuyas lenguas son: castellano,
portugués, francés, inglés, holandés, quechua, guaraní, aimara, maya-quiché,
náhualt, zapoteca, atomíe (y demás idiomas y dialectos mesoamericanos) más
los dialectos caribes y amazónicos, denomina el aprismo INDOAMÉRICA.
Por cierto, este nombre no signica lo que el «Diccionario de la Lengua» (úl-
tima edición manual) propone como neologismo para denominar a los indios
puros americanos: «Amerindio». No. INDOAMÉRICA es el nombre moderno
de lo que se llamó Indias Occidentales, cuyos habitantes, según la Academia,
son «indianos» (españoles y europeos, habitantes de Hispanoamérica) e indios
cuando son originarios sin cruce. El aprismo incorpora a este nuevo término
a los indios, indianos y a los habitantes de los «West-Indies», bajo un solo
calicativo: «indoamericanos»; y a la zona continental e insular en que estos
160 millones de gentes de la «raza cósmica» viven, la llama INDOAMÉRICA
(véase los libros de Haya de la Torre: «Construyendo el aprismo», Claridad,
Buenos Aires, 1933, cap. I; «¿A dónde va Indoamérica?», y edic., Ercilla,
Santiago de Chile, 1935, Cap. I; y la «Defensa Continental», 1ª, 2ª y 3ª edic.,
Americalee, Buenos Aires, 1942, cap. III). (Véliz Lizárraga, 1956: 11-12).
Del extenso párrafo, se deducen tres cosas. La primera es que el concepto de Indoamé-
rica, que se atribuye a través de las referencias bibliográcas a Víctor Raúl Haya de
la Torre, se dene como propio, al margen de cualquier denición formal de carácter
histórico, geográco o lingüístico. La segunda es que, a través de las referencias bi-
bliográcas, se establece que la denición aprista de Indoamérica se habría mantenido
a lo largo del tiempo, por lo menos entre 1933 y 1945. La tercera, y última, es que
Indoamérica abarca toda la realidad continental americana (territorios, poblaciones,
lenguas, todo en plural) al sur del Río Grande, es decir, de los Estados Unidos. Sin
embargo, cuando se habla de todo este conjunto de poblaciones diversas, se la de-
ne como «raza cósmica», un concepto de claro origen y carácter vasconceliano, que
dene Indoamérica de otra manera, como veremos más adelante. Esto no solo es una
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expresión más del eclecticismo de la ideología aprista, sino también de su revisionis-
mo histórico.
Para explicar esto, debemos remitirnos a la actividad política de Víctor Raúl Haya de
la Torre y a los orígenes del aprismo, en la década de los años veinte. Como es cono-
cido, Víctor Raúl Haya de la Torre se inició en la vida política como dirigente estu-
diantil, teniendo un papel relevante durante la huelga por las 8 horas y el movimiento
de Reforma Universitaria, ambos en 1919. Tras fundar las Universidades Populares
González Prada, fue deportado por la dictadura de Augusto B. Leguía en octubre de
1923, tras liderar la protesta contra la Consagración del Perú al Corazón de Jesús en
mayo de ese mismo año.
De esta manera, Haya de la Torre iniciará un largo exilio (hasta 1931) que lo llevará a
recorrer primero diversos países de América Central (Panamá, Cuba), luego México
y Europa después. Durante todos esos años de exilio, Haya de la Torre logró articular
una extensa red de corresponsales y de colaboradores a través de la correspondencia
y la publicación de libros y revistas en todo el continente (Bergel, 2019), que poste-
riormente servirían de base para la constitución de su proyecto político de carácter
continental. Y fue justamente en México, país que tuvo importantes repercusiones en
el debate político peruano a través de la revista Amauta, donde esta red tuvo su centro.
Haya de la Torre llegó a México en noviembre de 1923, a instancias de una invitación
que el entonces Ministro de Educación Pública de ese país, José Vasconcelos, le hicie-
ra llegar para que colabore con él como su secretario personal. Se quedaría en el país
hasta setiembre de 1924, para viajar a Rusia a instancias del Partido Comunista Mexi-
cano. En ese período, el 7 de mayo de 1924, durante una actuación organizada por la
Federación de Estudiantes Mexicanos, Haya de la Torre hará entrega de la bandera de
la unidad continental al presidente de la Federación de Estudiantes Mexicanos, Lelo
Larrea. Esta bandera habría sido diseñada por el pintor y muralista Diego Rivera.
De fondo rojo y con el perl del continente americano desde el río Bravo a la Tierra
de Fuego, se convertiría en el discurso aprista en la bandera del aprismo, y este acto
protocolar de los estudiantes mexicanos, en el acto fundacional de la APRA (Alianza
Popular Revolucionaria Americana). Es más, en el discurso ocial del aprismo, esta
bandera se dene como «bandera Indoamericana» (Mochero Vásquez, 2009). Sin em-
bargo, si revisamos las palabras del propio Haya de la Torre en este evento, de la cual
hay diversas versiones con pequeñas modicaciones, veremos que no hace alusión a
ninguno de estos aspectos.
Esta bandera que os entrego, camaradas estudiantes mexicanos, no presume
originalidades recónditas. Es vuestro blasón vasconceliano de la universidad
de México, hecho pendón oriama, ala de esperanza. La juventud indoame-
ricana que tiene ya un alma fuerte, que entona un himno unánime, adivina
en el escudo de vuestra casa universitaria el intento simbólico de la enseña
del futuro, que saludaremos un día todos los rincones de América. La tenéis
aquí: el rojo, dirá de las aspiraciones palpitantes de justicia que en esta hora
admirable del mundo inama la conciencia de los pueblos, que nuestra ge-
neración proclama con la nueva humanidad; nos habla también, del amor
convivido de la justicia. Sobre el ancho campo, la gura en oro de la nación
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indoamericana, señala las tierras vastas, que unidad y fuertes brindarán ho-
gar sin desigualdades a todos los hijos de la raza humana». (Haya de la Torre,
1933b: 5-6).
Como vemos, todo esto se enmarca en el período en que existió una estrecha relación
entre José Vasconcelos y Víctor Raúl Haya de la Torre. Pero estos hechos no se vincu-
laron de manera inmediata con el aprismo como veremos enseguida.
Luego de abandonar México, Haya de la Torre residió ocho meses en Rusia, y a con-
tinuación recorrió Suiza, Italia, Francia, para nalmente establecerse en Inglaterra,
donde residirá hasta 1927. Durante este período, Haya de la Torre establece estrechas
relaciones con los líderes soviéticos que están interesados en que este colabore en
extender su inuencia en los países americanos. Este es el momento en que Haya de
la Torre formula su proyecto político de un frente continental «indoamericano» contra
el imperialismo norteamericano, para lo cual redacta y publica un artículo titulado
«What is the A.P.R.A.» en la revista inglesa Labour Monthly, en diciembre de 1926.
En este artículo no solo se presenta la fundación de la APRA en México y el estable-
cimiento de la «bandera aprista», sino que comienza a denirse el territorio, la pobla-
ción y la lengua de América como «Indoamérica». Esto fue posible porque en esos
años José Vasconcelos publicaría sus célebres libros La raza cósmica (Vasconcelos,
1925) e Indología (Vasconcelos, 1927), de gran repercusión continental.
En el primero de ellos, Vasconcelos se maniesta a favor de la unicación política
y cultural del continente, y expresa su convicción de que el mestizaje de las razas
mixtas latinoamericanas daría lugar a la raza del futuro, su tendencia a ver el pasado
y el futuro con un idealismo romántico, y su énfasis en la importancia formativa de
la cultura española en América. Estas ideas se desarrollan más extensamente en el
segundo de ellos, donde Vasconcelos reitera su idea de la necesidad de una unidad
continental, como resultado de una síntesis basada en tres factores compartidos que
le dan homogeneidad: las culturas española e indígena; una extensa y rica geografía;
y pueblos compuestos de razas mixtas. Esta unidad resolvería tanto los conictos
internos como los conictos con los Estados Unidos, al ser capaces a través de esa
unidad de enfrentarse al imperialismo norteamericano. Ello no era impedimento para
mantener buenas relaciones entre ambos, ya que Vasconcelos reconoce en los Estados
Unidos la defensa de ciertos valores como la libertad, la igualdad y la justicia.
Ambos libros fueron reseñados en la revista Amauta, aparecida en setiembre de
1926. El primero por Luciano Castillo (Nº 2) y el segundo por Carlos Arbulú Miranda
(Nº 9) (Tauro del Pino, 1982: 142). El propio Mariátegui reseñó Indología, con
amplias referencias a La raza cósmica, en la revista Variedades de Lima (Mariátegui,
1927), tras recibir un ejemplar de parte del mismo Vasconcelos, que se encontraba
en París
5
. En sus primeras líneas dirá:
5
Tarjeta postal de José Vasconcelos a José Carlos Mariátegui. París, 3 de febrero de 1927. «Mi querido y
admirado Mariátegui: Muy bien por Amauta.-- Magníco y muy gracioso “El Juicio Sumario”. Pronto
le mando mi libro: Indología -- le mandaré también de cuando en cuando algún artículo que pueda ser
digno de Ud. Con un abrazo quedo su afmo. J. Vasconcelos». http://archivo.mariategui.org/index.php/
tarjeta-postal-de-jose-vasconcelos-3-2-1927.
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El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
Nadie se ha imaginado el destino de América con tan grande ambición ni
tan vehemente esperanza, como José Vasconcelos en el prefacio de La raza
cósmica, cuya tesis esencial encuentra explicación y desarrollo admirables en
Indología, el último libro del pensador mexicano. El objeto del Nuevo Mundo,
según esta tesis que aspira más bien a ser una profecía, es la creación de una
cultura universal. En el suelo de América se confundirán todas las razas, para
producir la raza cósmica. Concluye con la cultura occidental, que se caracte-
riza ya por su fuerza expansiva y su ideal ecuménico, la edad de las culturas
particulares. La misión de América es el alumbramiento de la primera civili-
zación cosmopolita. Universalidad, dice Vasconcelos, debe ser nuestro lema.
(Mariátegui, 1927).
Otra reseña que cabe mencionar para nuestra argumentación posterior es la realizada
por la escritora chilena Gabriela Mistral en el diario El Mercurio de Santiago de Chile.
En ella dirá:
Yo no tengo capacidad para decir si este es o no uno de los mejores libros de
Vasconcelos; pero puedo asegurar que me parece el más útil. Andaba por ahí
el hispanoamericano lleno de confusión, sugiriendo grandes cosas sin denir-
las; andaba también más en sentimental que en polémico, y lo que necesita
precisamente es cuajar en fórmulas, ojalá químicas, que se tatúen, y contestar
con unas razones agudas como lanzas, los reparos que se le hacen como credo
hábil para 19 países.
Aquí está la Indología con todo un capítulo en polémica: el estudio sobre el
mestizaje. (Mistral, 1927).
En esos meses, tras el artículo de Haya de la Torre, comienzan a organizarse diversos
grupos de adherentes en América (Argentina, México, Bolivia) y Europa (Francia).
En el Perú, alrededor de Mariátegui y la revista Amauta, se aglutina el denominado
«Grupo de Lima». Pero pronto surgirán las discrepancias que llevarán a Haya de la
Torre a distanciarse del comunismo internacional. Estas discrepancias se inician en el
contexto de la realización del Primer Congreso de la Liga Contra el Imperialismo y la
opresión colonial (también llamado Primer Congreso Antiimperialista de Bruselas),
en febrero de 1927. La razón fue el rechazo de Haya de la Torre a someter a los di-
versos grupos apristas a las directivas de la Liga Antiimperialista, donde la inuencia
de la Comintern (o Tercera Internacional) era patente. Aunque la ruptura no fue inme-
diata, esto motivaría la intención de Haya de la Torre de plantear la diferenciación de
la realidad indoamericana y la europea, como forma de defender su autonomía como
movimiento político. Este hecho sería presentado posteriormente por el aprismo como
parte de su lucha contra la inuencia comunista en nuestro continente.
Es con ese objetivo que los desterrados peruanos en Buenos Aires publican una com-
pilación de cartas, artículos y conferencias de Haya de la Torre, con el título de Por la
emancipación de América Latina (Haya de la Torre, 1927). Cabe resaltar que tanto en
Por la emancipación de América Latina como en su siguiente libro, Teoría y táctica
del aprismo (Haya de la Torre, 1931), Haya de la Torre no utiliza el concepto vascon-
celiano de Indoamérica, sino de manera indistinta los conceptos de Nuestra América
o América Latina.
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Entre diciembre de 1927 e inicios de julio de 1928, Haya de la Torre realiza su segun-
do viaje a México, con el objetivo de revitalizar a la célula aprista que existía allí
6
. Es
en este contexto que Haya de la Torre debe polemizar con aquellos que se adhieren al
marxismo y a la Comintern, ya que en ese momento los intelectuales y los exiliados
latinoamericanos estaban atravesando un período de denición ideológica.
La razón fundamental de estas polémicas es el lanzamiento del denominado «Plan de
México», el 22 de enero de 1928. Este documento era parte de la estrategia de Haya de
la Torre para aglutinar y consolidar a los apristas peruanos exiliados en México, pro-
moviendo la creación de un Partido Nacionalista Libertador que, supuestamente desde
la ciudad andina de Abancay, lanzaba una campaña con el n de derrocar el régimen
del dictador Leguía y proclamar a Haya de la Torre líder indiscutible del aprismo. Las
respuestas a este proyecto provendrían fundamentalmente de dos importantes líderes
políticos: Julio V. Mella y José Carlos Mariátegui, las cuales reseñaremos brevemente.
Julio V. Mella era un dirigente estudiantil cubano exiliado en México por la dictadura
de Gerardo Machado. Durante sus viajes al interior del país, Haya de la Torre sufrió
los ataques de la revista El Machete, órgano del naciente Partido Comunista Mexicano
(1925), donde destacan los artículos de Mella. En abril de 1928, este publica un breve
folleto titulado ¿Qué es el ARPA?, donde busca responder fundamentalmente las tesis
de Haya de la Torre presentadas en su artículo para la Monthly Review.
[…] el movimiento, nacido de un grupito de estudiantes, ha pasado de ser
una simple especulación juvenil y se ha dedicado a atacar en privado —no
hay valor moral y sería mala estrategia hacerlo en público— a la Revolución
Rusa, a los comunistas y a todos los obreros verdaderamente revolucionarios.
Por otro lado, los «arpistas» (…) quieren aparecer como sucesores de Marx
y de Lenin en la América Latina, únicos intérpretes de la doctrina socialista y
salvadores providenciales de los pueblos oprimidos por el imperialismo yan-
qui. Estos sueños no tienen nada de peligrosos. Pero es necesario, una vez
por todas, ocuparse de estos propagandistas literarios y contestar sus errores
ideológicos (Mella, 1928: 9).
El 16 de ese mismo mes, José Carlos Mariátegui redacta una carta dirigida a la Célula
Aprista en México, sentando posición frente al Plan de México, al que considera ba-
sado en el bluff y la mentira.
Por mi parte, siento el deber urgente de declarar que no adheriré de ningún
modo a este partido nacionalista peruano que, a mi juicio, nace tan descali-
cado para asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos
coincidido. Creo que nuestro movimiento no debe cifrar su éxito en engaños y
señuelos. La verdad es su fuerza, su única fuerza, su mejor fuerza (Mariátegui,
1984, II: 372)
Esto provocará la virulenta reacción de Haya de la Torre, quién le envía una carta
fechada el 20 de mayo, buscando descalicarlo como intelectual y como político.
6
Para este tema me baso fundamentalmente en los trabajos del historiador peruano residente en México
Ricardo Melgar Bao (2013, 2018), fallecido en 2020.
129129
El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
Después de ello, nunca más tendrían comunicación alguna
7
. Esto iniciaría un intenso
debate entre las diversas células apristas de México, París, Buenos Aires y La Paz, y
que traería como consecuencia la práctica disolución de la APRA y la formación de
dos corrientes políticas a nivel continental: el aprismo y el comunismo
8
.
Mientras Haya de la Torre parte de México a principios del mes de julio de 1928,
para recorrer Centroamérica con el objetivo de mantener aglutinados a los apristas
de la región, los exiliados peruanos deciden publicar una revista que los organizara.
Esta revista tuvo cinco números, se publicó entre nes de julio y noviembre de 1928,
y llevó por nombre Indoamérica (Melgar Bao: 2018). Es relevante resaltar que esta
revista se publica tras la partida de Haya de la Torre de México y que este no habría
tenido vínculo directo con la elección del nombre. El nombre buscaba reforzar el
vínculo entre el aprismo, la revolución mexicana y la obra de José de Vasconcelos, lo
cual les permitió contar inicialmente con el nanciamiento del gobierno del entonces
presidente de México, Plutarco Elías Calles. Asimismo, se buscaba contrarrestar la
campaña antiaprista impulsada por la revista Machete.
Respecto al nombre, dirán sus editores:
El nombre de nuestra revista no representa, como pudiera creerse, un criterio
racial. Indoamérica, es una adhesión al pueblo indígena, que por el fenómeno
de la conquista es esclavo y no ha podido romper sus cadenas, en toda la ex-
tensión de América. El indio constituye el setenta por ciento de la población
de América y coincide en ser la mayoría explotada e irredenta. Es, además,
según todas las consideraciones históricas, el mejor nombre para los países
situados al Sur del Río Bravo.
9
En el interín, la ruptura entre Haya de la Torre y Mariátegui se hace pública cuando
este último publica un editorial en el número 19 de la revista Amauta de setiembre de
1928, zanjando ideológicamente con el aprismo (Mariátegui, 1928: 1).
El trabajo de denición ideológica nos parece cumplido. En todo caso, he-
mos oído ya las opiniones categóricas y solícitas en expresarse. Todo debate
se abre para los que opinan, no para los que callan. La primera jornada de
Amauta ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista
de la “nueva generación”, de la “vanguardia”, de las “izquierdas”. Para ser
el a la revolución, le basta ser una revista socialista.
«Nueva generación», «nuevo espíritu», «nueva sensibilidad», todos estos tér-
minos han envejecido. Lo mismo hay que decir de estos otros rótulos: «van-
guardia», «izquierda», «renovación». Fueron nuevos y buenos en su hora.
Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones provisionales, por
razones contingentes de topografía y orientación. Hoy resultan ya demasia-
do genéricos y anbológicos. Bajo estos rótulos, empiezan a pasar gruesos
7
Ambas cartas pueden consultarse en: Mariátegui (1984, II: 371-373 y 378-379).
8
Para consultar ampliamente el debate entre apristas y comunistas, puede consultarse el excelente trabajo
recopilatorio realizado por Ricardo Martínez de la Torre (1974, II: 272-375).
9
Indoamérica (México), Nº 1, julio de 1928, p. 2. Citado en: Melgar Bao (2018).
130130
Ricardo Portocarrero GradosRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 119-136
contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva sino en la
medida en que sepa ser, en n, adulta, creadora. (Mariátegui, 1928: 1).
El 7 de octubre de 1928, Mariátegui y un grupo de colaboradores fundan en Lima el
Partido Socialista y este es nombrado su Secretario General. Mientras tanto, Haya de
la Torre viaja a Europa obligado porque el gobierno norteamericano no le permite
cruzar el Canal de Panamá, debido a su postura de nacionalizarla. Separado de sus
más cercanos colaboradores, las células apristas languidecen, mientras el movimiento
comunista comienza a fortalecer su presencia en América Latina a través de cuatro
importantes eventos, que buscan organizar la acción conjunta de los partidos comu-
nistas. Estos son: el IV Congreso Sindical Rojo (Pronterm) (Moscú, marzo de 1928),
la Conferencia Sindical Latinoamericana (Montevideo, febrero de 1929), la Primera
Conferencia Comunista de América Latina (Buenos Aires, junio 1929) y el Segundo
Congreso Anti -Imperialista Mundial (Francfort, agosto de 1929).
Sin embargo, el año 1930 será de un importante giro para Haya de la Torre. La muerte
de Mariátegui (16 abril) y la fundación del Partido Comunista Peruano, adherido a la
Comintern; así como la caída de la dictadura de Augusto B. Leguía (agosto), abren las
posibilidades para su retorno al Perú y el de todos los exiliados peruanos. Mientras
preparan el retorno de Haya de la Torre, estos fundan el Partido Aprista Peruano, el
21 de setiembre de 1930. Haya de la Torre retorna exitosamente al Perú, al desembar-
car en el norteño puerto de Paita (Piura) y recorrer la serranía del Perú hasta entrar
triunfalmente el Lima, en agosto de 1931. En el célebre mitin realizado en la Plaza de
Toros de Acho del 23 de agosto, lanza su candidatura presidencial presentando lo que
posteriormente se denominará el «Discurso Programa de 1931», que signicará un
giro importante en sus postulados iniciales de la década anterior.
10
Asimismo, en el contexto de la lucha política y electoral de ese año, se recopila un
nuevo grupo de artículos, discursos y conferencias con el n de difundir el pensa-
miento y las propuestas del líder aprista: Teoría y táctica del aprismo que, como ya
mencionamos anteriormente, al estar compuesto por material de los años previos,
todavía predominará el uso de los conceptos de Nuestra América y América Latina.
Esto puede vericarse en el material con que fue elaborado, veamos el índice: «El
problema histórico de nuestra América (Conferencia en el Anteatro de la Escuela
Nacional Preparatoria de México 1927. Versión de Carlos Manuel Cox). ¿Qué es el
APRA? (1926). El aprismo es una doctrina competa y un método de acción realista. El
problema del indio (1927). El aprismo como credo civil de nuestra América (Berlín,
15 enero de 1930. Carta a Víctor Guardia Quirós). La reforma universitaria. Sobre el
papel de las clases medias en la lucha por la independencia económica de América
latina. Ideario aprista» (Haya de la Torre, 1931. Cursivas nuestras).
Pero el giro fundamental hacia el uso del concepto de Indoamérica por parte de Haya
de la Torre vendrá como resultado de su derrota electoral y del enfrentamiento político
e insurreccional de los apristas con el gobierno del general Luis M. Sánchez Cerro,
que traerá como consecuencia la detención de Haya de la Torre, la ilegalización del
10
Para un estudio pormenorizado de la fundación del Partido Aprista Peruano (PAP) es imprescindible
consultar: Villanueva del Campo y Landazuri (2015).
131131
El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
Partido Aprista Peruano y la persecución de sus militantes. Esto se expresará en todo
un cambio en el discurso y la simbología aprista a lo largo de la década de los años
30
11
. Particularmente, destacarán en la retórica aprista el uso de referentes de origen
andino como el Cóndor de Chavín (escudo), el nombre de Incahuasi (casa del Inca)
para denir los lugares donde Haya de la Torre se escondía, y el concepto de In-
doamérica para denir la realidad de nuestro continente. Esto caracterizará al discurso
aprista en el período entre los años 1933 y 1942.
Evolución y apropiación del concepto de Indoamérica
Los años de ilegalización y persecución aprista son conocidos como «las catacumbas
apristas», donde el exilio, la correspondencia y las publicaciones de libros y revistas
fueron los medios por los cuales los militantes lograron organizar y cohesionar al
partido dentro y fuera del Perú
12
. Por ello, entre 1933 y 1942, Haya de la Torre y los
apristas promovieron la publicación de un conjunto de cuatro libros que fueron pu-
blicados en Argentina y Chile, principales núcleos del exilio aprista, para luego ser
introducidos en el Perú. Libros que analizaremos enseguida.
En todos ellos, la predominancia del concepto de Indoamérica es patente, pero ale-
jándose cada vez más del planteamiento de José Vasconcelos para ser reformulado y
apropiado por Haya de la Torre. En todos estos libros, el esclarecimiento del concepto
de Indoamérica tiene un primer lugar, no solo para denirnos histórica y culturalmen-
te, sino también establecer los parámetros de las relaciones de los países de América
Latina con los Estados Unidos. Respecto a esto último, se transita de la denuncia y la
confrontación directa contra el imperialismo yanqui a la colaboración con la política
norteamericana en el continente frente a la injerencia de potencias extracontinentales
(Alemania, URSS). Y en ello el esclarecimiento del concepto de Indoamérica tiene un
lugar central.
En el caso de Construyendo el aprismo, el capítulo I está compuesto por dos artículos
publicados en Berlín en el año 1929. Estos son: «¿Hispanos, Latinos, Panamericanos
o Indoamericanos?» (Berlín, octubre de 1929), y «Más sobre la cuestión del nombre
de nuestra América» (Berlín, enero de 1929) (Haya de la Torre, 1933: 7-15 y 16-18).
En ¿A dónde va Indoamérica?, también dedica el capítulo I al mismo objetivo, con
material similar: dos artículos publicados en Berlín en 1929 y 1930. Estos son: «La
cuestión del nombre. El signicado político del nombre (Berlín, 1930)» y «Cuestión
de nombres (Berlín, febrero de 1930)». (Haya de la Torre, 1935: Capítulo I)
13
.
11
Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado por la antropóloga peruana Imelda Vega Centeno (1991).
12
Recientemente, el historiador argentino Martín Bergel ha recopilado y publicado en Lima sus artículos
dedicados a estos temas (Bergel, 2019).
13
Cabe señalar una importante aclaración que aparece en la «Advertencia» de este libro: «De los libros
publicados con el nombre del jefe del aprismo, solo uno ha sido ordenado bajo su estricto control:
Política aprista (Lima, 1933). Los otros fueron siempre dispuestos por compañeros de lucha, desde el
primero, Por la emancipación de América latina (Buenos Aires, 1927), hasta Construyendo el aprismo
(Buenos Aires, 1933). ¿A dónde va Indoamérica? ha sido, en cambio, ordenado por él mismo y conado
a nuestra custodia. Con el objeto de mantener en su integridad el pensamiento del autor, ha sido necesa-
rio reproducir algunos artículos ya incluidos en otro libro suyo; pero es una pequeña parte. La inmensa
132132
Ricardo Portocarrero GradosRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 119-136
En La defensa continental, Haya de la Torre le dedica el capítulo III a este tema, que
lleva por título «Interamericanismo y panamericanismo» con los siguientes acápi-
tes: «El ‘Buen Vecino’: ¿Garantía denitiva? El lenguaje político de Indoamérica.
¡No nos avergoncemos de llamarnos indoamericanos! ¿Panamericanismo e intera-
mericanismo? ¿Hay un imperialismo democrático?» (Haya de la Torre, 1942). Como
dejó constancia en la tercera edición de 1945, todos los artículos que lo componen,
incluido el capítulo III, fueron escritos antes de julio de 1941, es decir, antes de los
acontecimientos que llevaron al ingreso de la Unión Soviética y los Estados Unidos
en la Segunda Guerra Mundial.
14
Es justamente en este último libro que podemos encontrar la denición más sintética
del concepto de Indoamérica hecha por Haya de la Torre. Dice:
Después de una detenida vericación, mantengo mis conclusiones de hace once
años: el término «Hispano o Ibero América», y sus derivados «hispano o ibe-
roamericano» o «hispano o iberoamericanismo», corresponden a la época co-
lonial. Son vocablos de un signicado preterista y ya anacrónico. Se reeren
a una América exclusivamente española —o portuguesa cuando del vocablo
Ibérico se trata—, e implican el desconocimiento de las inuencias posteriores
a la Colonia, que han determinado nuevas modalidades en nuestro Continente.
El término «América Latina» y sus derivados «Latinoamérica» y «latinoame-
ricanismo» son más amplios, más modernos. Corresponden, cronológicamen-
te, al siglo XIX. Abarcan todo lo español y portugués de nuestra historia, sin
excluir el aporte africano, porque incorporan a Haití, que habla francés, a
nuestra gran familia continental.
Pero el término «Indoamérica» es más amplio, va más lejos, entra más honda-
mente en la trayectoria total de nuestros pueblos. Comprende la prehistoria,
lo indio, lo ibérico, lo latino y lo negro, lo mestizo y lo «cósmico» —digamos,
recordando a Vasconcelos—, manteniendo su vigencia frente al porvenir. Es
término «muy antiguo y muy moderno», que corresponde justamente a la pre-
sente etapa revolucionaria de Nuestra América, apenas iniciada en México,
en que aparece la gran síntesis de la oposición de los contrarios que impulsa
el devenir de nuestra historia (Haya de la Torre, 1942: 52-53).
Como podemos ver, esta denición se elabora en contraposición a otros conceptos
(Hispanoamérica, Latinoamérica, Lusoamérica), pero al momento de sustentar por
mayoría son notas que jamás han sido coleccionadas, escritas desde 1928 hasta 1931, y corregidas en
1934» (Haya de la Torre, 1935).
14
«La segunda y copiosa edición de este volumen reprodujo íntegramente la primera sin ninguna nota
aclaratoria. Al anunciarse esta tercera edición, deseo subrayar un hecho que considero importante: tanto
el material de este volumen como la nota que lo precede fueron enviadas a la Editorial Americalee en
julio de 1941. Todo su contenido, por ende, es de fecha anterior a [los] sucesos de la Guerra Mundial tan
trascendentales como la invasión de Rusia por las hordas del Nacional-Socialismo Alemán —que violó
el pacto de no agresión germano-soviético de agosto de 1939— y a la participación de los EE.UU. en la
lucha como consecuencia del traidor ataque de Pearl Harbor en diciembre de 1941. He preferido dejar
sin alteraciones todos los artículos y notas que forman el volumen original. Creo que sus ideas centrales
mantienen su vigencia». («Nota prologal a la tercera edición». Lima, diciembre de 1945. p. 7).
133133
El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
qué el concepto de Indoamérica, en tanto lo considera como el más amplio e integrador,
vuelve a la idea de que el eje vertebrador sería la población indígena que, con su inuen-
cia histórica y cultural, unica a todo el continente. Sin embargo, este argumento está
lleno de ambigüedades y contradicciones. Basta mencionar que la población indígena
no es homogénea (ninguna población lo es), ni explica por qué los indígenas norteame-
ricanos no son considerados en este concepto, ya que Haya de la Torre mantiene la con-
traposición fronteriza que divide en dos al continente americano a partir del río Grande.
Para culminar, quisiera referirme a la «apropiación» del concepto de Indoamérica
por parte de Haya de la Torre y del aprismo, desvinculándolo de sus orígenes vascon-
celianos. Este fenómeno de «apropiación conceptual» no era novedoso en el discur-
so político de Haya de la Torre. La «reconstrucción» de hechos históricos donde su
participación era resaltada como determinante (como es el caso de la huelga por las 8
horas de 1919) o la «invención» de hechos que no encuentran corroboración alguna
fuera del propio testimonio de Haya de la Torre (su relación con José Carlos Mariáte-
gui durante la polémica de 1928), son algunos de ellos. En el caso que nos ocupa, la
«apropiación» del concepto de Indoamérica por parte de Haya de la Torre, asume la
segunda modalidad.
Como nos explica el escritor aprista Marco Antonio Román Encinas, Haya de la Torre
escribió en 1966 un artículo en el diario El Tiempo de Bogotá, titulado «La vigencia
del vocablo Indoamérica», donde escribió lo siguiente:
En 1948 […], vi a Gabriela Mistral en su casa consular de California. Y entre
tantos recuerdos que allí evocamos de nuestra vieja amistad nacida en Santia-
go de Chile en 1922 […], me dijo de súbito: «¿Sabe Ud. que una de las buenas
cosas que Ud. ha inventado es este vocablo: Indoamérica?»
[…] Volví yo entonces, a la reiteración de mi defensa del nombre Indoamérica.
Gabriela me dijo, una vez más, cómo ella pensaba que debía ser razón de or-
gullo llamar mestizo —«a boca llena», como lo reclama para sí el inca Garci-
laso de la Vega—, al conjunto de nuestros pueblos […] Repitió ella que sabía
que algo de sangre incaica o quechua navegaba por sus venas. Y cuando yo
alegué que Indoamérica no solamente alude a los indios —a quienes se llamó
así sin que ellos lo supieran debido a la consabida equivocación colombina—,
sino que proviene también, y en mucho del hecho histórico de que España y
Portugal, primero, Inglaterra y toda Europa después, denominaron a nuestro
continente «Indias», que no América, estuvo de acuerdo conmigo en que ver-
daderamente es así. (Román Encinas, 2014).
Como hemos visto, es imposible que Gabriela Mistral no conociera el origen del con-
cepto vasconceliano de Indoamérica y atribuírsela a Haya de la Torre, ya que había
escrito una reseña del libro de Vasconcelos en 1927. Y aunque no lo hubiera hecho,
su amplio conocimiento de la cultura de nuestro continente lo haría improbable. Sin
embargo, Román Encinas no queda allí, recurre también a la autoridad del Premio
Nobel peruano, Mario Vargas Llosa, para validar esta «apropiación».
Pero hay otra situación rescatable en nuestro Nobel de Literatura, que apare-
ce en otro de sus libros: La utopía arcaica. José María Arguedas y las cciones
134134
Ricardo Portocarrero GradosRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 119-136
del indigenismo, y se trataría de una reivindicación inconsciente del accionar
del APRA en los años veinte y treinta del siglo pasado en las siguientes líneas,
aunque planteada en términos poco amigables:
«Sus virulentas denuncias de los extremos a que llegaba la explotación del
indio en las alturas serranas y la utilización que el partido aprista hizo de
cierta simbología indigenista —rebautizar Indoamérica a América Latina, in-
corporar la estela de Chavín de Huántar a su bandera, llamar Incahuasi al
escondrijo de Haya en tiempos de persecución— fueron un valioso irritante en
los años veinte y treinta para la toma de conciencia por un amplio sector de la
opinión pública del problema indígena y para que este gurase desde entonces
en la agenda política peruana (1996: 71).»
Si en algo estamos de acuerdo con Vargas Llosa es en la expresión «rebauti-
zar Indoamérica a América Latina», con lo que estaría reconociendo explíci-
tamente el origen del término como procedente del APRA (entiéndase como
ocurrencia de Haya de la Torre). (Román Encinas, 2014).
Y, en cierta forma, esta «apropiación» continúa vigente hasta hoy en el sentido co-
mún de los pueblos del continente. Un ejemplo de ello es la publicación de la revista
Indoamérica en la ciudad de Buenos Aires en 1935. Aunque solo tuvo un número, es
expresión de cómo este concepto de Indoamérica, reformulado por Haya de la Torre,
también hacía sentido común en el mundo intelectual, pese a su carácter ambiguo y
contradictorio. Veamos lo que decían en su editorial:
Indo-América, se incorpora al periodismo nacional con la aspiración de
propender a la confraternidad espiritual de los pueblos hermanos, herma-
nos en la gran tradición que nace en el Altiplano de Bolivia, con la civili-
zación milenaria de Tiahuanacu, que continúa con la gran cultura incaica
que oreció a orillas del Lago Sagrado, el Titicaca, boliviano-peruano, con
la fusión hispano-indígena que atestigua su rebeldía en los templos y las
casonas de Potosí, Cochabamba, Sucre, La Paz y Cuzco y que hoy, ante la
aspiración por crear en nuestra América una cultura propia, injerto de la
modernidad sobre las viejas raíces aborígenes y criollas, se rearma con la-
zos más fuertes, mediante las fecundadoras corrientes espirituales que bajan
del Altiplanicio a la Argentina y demás países limítrofes, probando así que
ayer, como hoy y como mañana la América Hispánica es una e indivisible.
(Indoamérica, 1935: 1).
A modo de conclusión
Como hemos podido ver, los intentos por conceptualizar la realidad, la historia, la
población, la cultura y la lengua de nuestro continente, forman parte de un proceso
complejo con avances y retrocesos, pero sobre todo lleno de conictos y ambigüeda-
des. Y, a pesar de buscar un desarrollo propio, el concepto de Indoamérica desarro-
llado por Haya de la Torre no es la excepción. Este estuvo sometido a los avatares
de su actividad política y su evolución ideológica, que lo terminarían llevando a la
«apropiación» del concepto —formulado por José Vasconcelos a nes de la década de
135135
El concepto de Indoamérica en Víctor Raúl Haya de la Torre, 1924-1945
los años veinte— en las décadas siguientes. En cierta forma, recurrió al «parricidio».
Pero también hay que reconocer que la búsqueda de establecer un concepto que dena
a nuestro continente no puede hacerse sin zanjar con otras conceptualizaciones y, por
tanto, con otras posturas políticas. Este debate no se reduce pues al campo meramente
académico de los técnicos y los intelectuales, sino al campo de la sociedad, de los
sujetos sociales que buscan ser representados a través de estos conceptos. Pero que,
también hay que reconocerlo, volverá a ser reformulado y debatido según avance
nuestra historia común. Hoy este debate es relevante porque nos encontramos en un
momento de crisis no solo de un modelo económico expoliador impuesto por poderes
provenientes de dentro y fuera de del continente, sino también de una crisis civiliza-
toria que pone en peligro nuestra propia existencia sobre el planeta. Se trata, pues, de
un momento de deniciones al que nadie debería estar ajeno.
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