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Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
«Inútiles y despreciables para cualquier servicio»
La esclava que no era cien por ciento apta
signicaba para el propietario la no renta-
bilidad de su inversión y, a menudo, la pérdida de un jornal. Por eso, si una esclava
se enfermaba, el dueño intentaba ante todo curarla. Esta reacción no se basaba en
sentimientos altruistas, sino en la necesidad de mantener la rentabilidad de la esclava.
Isabel Petronila, el ama de la esclava María del Rosario, lo dijo sin tapujos en su de-
claración: «cuando no fuese por compasión y caridad siquiera por asegurar mi dinero
la había de medicinar».
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En todos los casos, el cuerpo de la esclava era tratado como un objeto productivo que
podía ser explotado al máximo (Pelaez Marin, 2012: 158). Por eso doña Vicenta Alba
consideraba que su esclava Rosa, cuyo cuerpo estaba cubierto de sarna, «es inutil y
despreciable para todo servicio».
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Pablo Miranda consideraba que la esclava Grego-
ria, debido a sus dolores en el brazo y en el pecho, era inútil como lavandera y para
cualquier otra tarea relacionada con el agua.
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Don José Domingo, en nombre de su
madre doña Agustina de Estrada, lamentaba que la enfermedad de la esclava Juana
Pro siguiera agravándose a pesar de las medicinas suministradas, por lo que en lugar
de que la esclava les prestase un servicio, doña Agustina se veía obligada a curarla y
alimentarla en vano.
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Por su parte, doña María Pro denunciaba el estado de ebriedad
de la esclava Teresa a tal punto que no le servía para nada.
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Para los propietarios era cuestión de no perder el capital invertido en la compra de la
esclava. Es más, «para estas personas preocupadas por la rentabilidad, no había ningún
recurso imposible, excepto ceder a la mala fe redhibitoria» (Tardieu, 1989: 34). O bien
negaban la existencia de la enfermedad o bien la minimizaban. A veces incluso acusa-
ban a la esclava de ngir su enfermedad. En realidad, nadie se preocupaba realmente
por la salud y la suerte de la esclava. Si el tratamiento médico era necesario y requería
un gasto signicativo, el amo buscaba deshacerse de la esclava por cualquier medio.
Peritaje médico: «enfermedades especícamente femeninas»
Los médicos y cirujanos estuvieron presentes en todos los juicios y sus declaracio-
nes constituyeron una parte importante del expediente judicial. Fueron llamados
a declarar a petición de una de las partes. Además, los tribunales les pedían que
comprobaran el estado de salud de la esclava, que describieran la dolencia que pa-
decía y que se pronunciaran sobre el tiempo que llevaba sufriendo la enfermedad.
Su diagnóstico servía de garantía cientíca en los litigios sobre enfermedad o «vicio
moral» de la esclava.
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AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 191, doc. 1609, 1774, f. 36.
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AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 67, doc. 676, 1806, ff. 4-5.
22
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 380, doc. 3488A, 1799, f. 109.
23
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 298, doc. 2678, 1791, f. 3.
24
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 67, doc. 683, 1806, f. 11.
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En la sociedad limeña del siglo XVIII, solo los médicos criollos gozaban de gran prestigio social y
tenían derecho a formarse en la Universidad Mayor de San Marcos. En cambio, los cirujanos eran
considerados una categoría inferior y eran los asistentes de los médicos.