8383
REVISTA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Historia
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición
relacionados con los «defectos físicos y morales»
de las esclavas negras de Lima del siglo XVIII
a principios del siglo XIX
Lilia Valle-Peguiron
1
Resumen
Los expedientes Autos de Redhibitoria conservados en el Archivo General de la Nación
del Perú (AGN) y en el Archivo Arzobispal de Lima (AAL) registran las acciones lega-
les emprendidas por los propietarios de esclavos contra los anteriores dueños por haber-
les ocultado una enfermedad física o un «defecto moral» del esclavo por el cual habían
pagado una considerable suma de dinero. En el marco de estos juicios, una gran parte de
los documentos se reeren especícamente a las mujeres esclavas. Este artículo se cen-
tra en ellas. Durante el juicio, la enfermedad de la esclava se convierte en el tema central
del discurso de los propietarios de las esclavas, los médicos y los cirujanos. La declara-
ción de las esclavas enfermas también está presente en la mayoría de los expedientes.
Este artículo identica las enfermedades consideradas como redhibitorias y analiza
los discursos de los actores implicados en el proceso de anulación de la venta. El
artículo se inscribe en el enfoque de la historia social pues intenta esbozar un perl,
aunque sea fragmentario, de estas mujeres en estado de servidumbre. De este modo,
estas mujeres consideradas «inútiles» porque ya no respondían a la lógica de rentabi-
lidad de sus amos, pasan de la invisibilidad al hecho de existir. Se hacen perceptibles
a través de la atención que se presta a sus testimonios.
2
Palabras clave: Redhibitoria, esclavas enfermas, «defectos morales», discursos.
1
Magister por la Universidad de Lausanne. Correo electrónico: lilia.valle@bluewin.ch
Recibido: 23/09/2021. Aprobado: 21/03/2022. En línea: 22/08/2022.
Citar como: Valle-Peguiron, L. (2022). Mercancías defectuosas. Los motivos de redhibición relacionados
con los «defectos físicos y morales» de las esclavas negras de Lima del siglo XVIII a principios del
siglo XIX. Revista del Archivo General de la Nación, 37: 83-103. doi: https://doi.org/10.37840/ragn.
v37i1.138
2
Este artículo es un resumen de la tesis de maestría en Historia, Des marchandises défectueuses. Les
causes de rédhibition portant sur les « défauts physiques et moraux » des esclaves noires à Lima, du
XVIII
e
siècle au début du XIX
e
siècle, Université de Lausanne, dirigida por el Profesor Roberto Zaugg y
la co-dirección del profesor Sandro Guzzi-Heeb, 2020.
8484
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
Defective Merchandise: The Redhibitory Actions Related to the
“Physical and Moral Defects” of enslaved black women in Lima
from the 18th to the early 19th century
Abstract
The les labelled Autos de Redhibitoria kept in the Archivo General de la Nación
del Perú (AGN) and the Archivo Arzobispal de Lima (AAL) record the legal
actions taken by slave owners against previous owners for deliberately concealing
a physical illness or “moral defect” of a slave for which the buyer had paid a
considerable sum of money. A signicant number of the documented trials directly
concern enslaved women, who are the focus of this article. Throughout the trial,
the enslaved women’s illness emerges as the subject of the slave owners’, doctors’
or surgeons’ discourse. A large majority of the les also contain the source of
the conict, the declaration of slaves. The redhibitory actions prove to be a rich
source of information both on the diseases that aficted enslaved women and on
the way various actors viewed the wrongs of slavery. This article lists the diseases
considered to be prohibitive and analyses the speeches of the actors involved in
the annulments of sale. Adopting a social history approach, it attempts to draw
a fragmentary portrait of the enslaved women concerned, thus centring on these
women who were deemed “useless” and therefore invisible because they no
longer conformed to their masters’ logic of protability. As attention is paid to
their testimonies, they become tangible.
Keywords: Redhibitory actions, slaves women, illness, “moral defects”, speechs.
Introducción
En el sistema esclavista, los siervos eran considerados como bienes; así los esclavos
estaban sujetos a transacciones comerciales y a la reventa de la parte de sus amos. Un
comprador podía renunciar a la compra de un esclavo argumentando que este estaba
enfermo o que presentaba un vicio moral o mental que el vendedor le había oculta-
do deliberadamente. El comprador demandaba entonces al antiguo propietario ante
el tribunal. Esta acción en justicia es llamada «causa redhibitoria». Los expedientes
producidos durante los procesos judiciales constituyen una fuente rica de información
sobre las enfermedades y/o los vicios que se les achacaban a las mujeres esclavas y
que eran motivo de su devolución.
El análisis de los discursos de los actores implicados permite aprehender las repre-
sentaciones que se tenían de la mujer negra esclavizada. Las opiniones vertidas y
anotadas en los expedientes judiciales sobre el cuerpo gastado y enfermo de las escla-
vas denotan los prejuicios de la época. El cuerpo de la esclava era visto, en todos los
casos, como un «objeto» del cual se podía hablar de manera descarnada y examinar
sin contemplaciones. Un cuerpo achacoso era rápidamente injuriado, despreciado y
motivo de comentarios humillantes por la parte de hombres y mujeres libres. El cuer-
po enfermo y ultrajado física y verbalmente es otra forma de conocer la esclavitud de
las mujeres negras durante la época colonial.
8585
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
La presencia de la mujer esclava en los estudios de la historia esclavista en el Perú
se vuelve relevante a partir de los años ochenta gracias al trabajo de Christine
Hünefeldt
3
, y también gracias al resurgimiento de la historia social que pone énfa-
sis, cada vez más, en los estudios en términos de género, de razas o de sub-culturas
4
con la nalidad de «incluir a la gente sin historia en la historia nacional» (Arrelucea
Barrantes 2009: 131). En este sentido, este artículo se inscribe en el enfoque de la
historia social ya que se interesa por un grupo de mujeres esclavas enfermas y que,
por ende, ocupaban un lugar subalterno en la sociedad limeña. Este artículo con-
tribuye modestamente a esclarecer un aspecto poco estudiado de la historia de la
esclavitud femenina del Perú.
Los procesos de redhibitoria en la historiografía sobre el Perú
En 1701, don Pedro del Pozo presentó una denuncia ante el Tribunal Eclesiástico
contra doña Josefa de la Riva, monja del Monasterio de La Concepción. La acusó
de haberle ocultado que la esclava Bernarda, por la que había pagado 500 pesos, era
«falsa» y «demente», lo que la incapacitaba para el trabajo doméstico.
5
Por su parte, doña Juana Ortiz de Landaeta acusó a Ana Fernández de haberle vendido
la esclava María Antonia contaminada con el «mal de las Galias», es decir, con sílis,
lo que explicaría su lentitud en el cumplimiento de sus obligaciones. La denuncia se
presentó el 16 de marzo de 1744 ante el Tribunal de la Real Audiencia.
6
Los argumentos esgrimidos por doña Juana Ortiz de Landaeta y don Pedro del Pozo
para anular la venta de su esclava muestran hasta qué punto, para los amos, la uti-
lidad de una esclava estaba ligada a su rendimiento físico. Cuando esta se veía
mermada por la enfermedad, los propietarios trataban primero de curarla y luego
intentaban deshacerse de la esclava recurriendo a los tribunales. En el siglo XVIII
y durante las primeras décadas del siglo XIX, poseer una esclava en Lima no era
solo privilegio de las familias ricas y aristocráticas: los sacerdotes, las monjas, los
pequeños y medianos comerciantes e incluso algunos indios compraban esclavos.
Este apego por los cautivos se explica por el prestigio social que aportaban, y por
el hecho de que las esclavas eran consideradas máquinas que servían para hacer de
todo. Por un lado, el cuerpo de la esclava era visto como un objeto de ostentación y,
por otro, como un objeto productivo, una «máquina de trabajo»
(Pelaez, 2012: 163)
que podía ser explotada al máximo.
3
Hünefeldt se interesa por las cuestiones relacionadas con el trabajo de las mujeres esclavas. Y para
ello examina de cerca la vida cotidiana de la mujer esclavizada en el ámbito urbano durante los años
1800-1854 (Hünefeldt, 1988).
4
Noulin y Wagniart (2014).
5
Declaración de Pedro Fernández Pozo (1701) en «Autos de redhibitoria contra doña Josefa de Rivera,
monja de velo negro del Monasterio de La Concepción…», Archivo Arzobispal de Lima (en adelante,
AAL), Causas de Negros, XXV: 8, 1701/1702, Lima.
6
Declaración de doña Juana Ortiz de Landaeta (6 de marzo de 1744) en «Autos seguidos contra Ana
Fernández Negra libre, sobre la redhibitoria de una esclava», Archivo General de la Nación (en adelan-
te, AGN), Real Audiencia, Causas civiles, leg. 100, doc. 834, 1744.
8686
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
Era una práctica común en el comercio de esclavos peruano renunciar a la compra
de un esclavo y pedir su reembolso. El historiador Frederick Bowser, en su estudio
correspondiente a los siglos XV y XVI, establece una lista de enfermedades que afec-
taban a los esclavos a su llegada al Perú y por las que los compradores podían solicitar
la anulación de la venta o exigir una reducción del precio. En una muestra de 6890
contratos de venta de esclavos, Bowser (1977: 119) encontró que solo el 12% de los
esclavos había sido declarado «defectuoso». La falta de dientes era el defecto más
común, ya que afectaba a 61 esclavos, la ausencia de un brazo o una pierna sumaban
34 casos, mientras que 48 casos presentaban enfermedades desconocidas. Solo un
esclavo fue catalogado de demente.
Además, el francés Jean-Pierre Tardieu examina los expedientes judiciales archivados
en el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Lima con el n de reseñar las pa-
tologías de los esclavos. A partir de sesenta y cuatro casos ocurridos entre los siglos
XVI y XVII, Tardieu destaca las enfermedades que podían admitirse para justicar
una acción judicial. Señala que las enfermedades de los órganos genitourinarios son
las más numerosas. Estas enfermedades representan el 31,25% del total de las enfer-
medades enumeradas. Tardieu (1989: 32-33) señala que 35 esclavas y 29 esclavos
fueron declarados enfermos.
Más recientemente, la historiadora estadounidense Michelle McKinley ha abordado
la cuestión de la redhibición. Al igual que Tardieu, estudió las acciones de redhibición
del Tribunal Eclesiástico. Lo que preocupa a McKinley no son tanto las enfermeda-
des siológicas sino los «vicios morales» por los que los compradores querían anu-
lar la venta: principalmente la embriaguez y el cimarronaje. Estos comportamientos,
se «presentarían» en realidad como «caminos para la libertad», es decir, estrategias
practicadas por los esclavos (McKinley, 2016: 205).
Al fugarse o mostrarse ebrios o
perezosos, los esclavos podían disfrutar de un poco de libertad, escapando del control
de sus amos por un corto tiempo.
Gracias al trabajo de Tardieu, conocemos las enfermedades que eran comunes entre los
esclavos en el siglo XVII y que los compradores consideraban como defectos y causas
de degradación de la «mercancía». Su estudio distingue los esclavos y la incidencia de
sus enfermedades según su origen y sexo. Estos datos factuales permiten representar
el estado de salud de estos hombres y mujeres en la condición de esclavitud.
Michelle McKinley analiza e interpreta las interacciones entre compradores y
vendedores y nos propone, a partir de unas cuantas historias de esclavos, conocer
algunos fragmentos de sus vidas. El esclavo aparece también como sujeto y no
solo como objeto. En sus respectivos estudios, McKinley y Tardieu muestran la
especicidad del género femenino en cuanto a los tipos de enfermedades y la forma
en que las esclavas, como sirvientas y jornaleras, encuentran la manera de acceder a
momentos de libertad.
7
7
Para una mayor información sobre las estrategias desarrolladas por hombres y mujeres esclavizados,
véanse las obras de Arrelucea Barrantes (2009, 2010, 2016, 2018), Aguirre (2005), Hünefeldt (1987,
1992, 1994), Flores Galindo (1982) y McKinley (2016).
8787
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
Los expedientes jurídicos como fuentes
Este estudio utiliza las fuentes judiciales de los siglos XVIII y XIX, y toma en cuenta
no solo los expedientes judiciales presentados en el Tribunal Eclesiástico, sino tam-
bién los depositados en el Tribunal de la Real Audiencia. Por lo tanto, sigue la línea
establecida por los estudios anteriores de McKinley y Tardieu. Por último, este trabajo
aborda únicamente las acciones redhibitorias relacionadas con las mujeres esclavas,
con el n de resaltar las particularidades de las enfermedades asociadas a las esclavas
y el modo en que los actores implicados las consideraban y hablaban de ellas. ¿Qué
imágenes del cuerpo enfermo del esclavo transmiten las declaraciones de los propie-
tarios de esclavos? ¿Cómo los médicos y los cirujanos explican las enfermedades que
afectan a las mujeres esclavas de esta época? ¿Hay enfermedades más prohibitivas
que otras? Si es así, ¿cuáles son estas enfermedades y qué revelan sobre el cuerpo
y la condición social de las mujeres esclavas? ¿Y hasta qué punto las pericias de los
facultativos inuyen en la decisión nal de los jueces?
En la mayoría de los casos, también se pide a la esclava que dé su testimonio. Esta
declaración, que a veces solo consta de unas pocas líneas, resulta muy valiosa. En
efecto, mientras los amos y los médicos hablan del cuerpo enfermo como un objeto,
esta «cosa», al pronunciarse, se convierte en un sujeto capaz de opinar sobre su pro-
pio estado de salud, de decir, su verdad y de explicar su sufrimiento con sus propias
palabras. Se trata, entonces, de evidenciar la forma en que la esclava explica su estado
de salud.
En estos juicios participaban hombres y mujeres, seculares y religiosos, propietarios
de esclavos pertenecientes a diferentes estratos de la sociedad limeña, médicos, ciru-
janos y las esclavas motivo de los litigios. Estos expedientes contienen los discursos
pronunciados por estos actores sobre los presuntos «defectos» de las esclavas y dan
testimonio de las negociaciones judiciales que tuvieron lugar en torno a este tema.
Este trabajo se basa en la lectura y el análisis de cincuenta y tres expedientes de
litigios entre 1700 y 1816. Treinta y ocho expedientes
8
pertenecen al Tribunal de la
Real Audiencia
9
y quince al Tribunal Eclesiástico.
10
Aunque estos registros no siempre
están completos, ni en buen estado (algunas páginas están rotas, otras son ilegibles
debido a la tinta disuelta), ni son rigurosos en la forma en que informan de los datos
personales de los actores implicados (la edad, el estado civil, el número de hijos y la
casta rara vez se indican para todos los protagonistas), contienen testimonios a veces
muy detallados de las esclavas. Se trata de pequeñas ventanas a través de las cuales
estas mujeres pueden existir, dando, caso raro, una visión de su propia enfermedad,
de sus problemas de salud, de la forma en que tienen que afrontarlos y en donde se
atreven, aunque sea con una voz muy tenue, a expresar sus reivindicaciones.
8
Dos de estos expedientes se reeren a la misma esclava en dos procesos diferentes. Otro expediente
tomado en cuenta no incluye indicaciones ni sobre la enfermedad ni sobre el precio pagado por la
esclava.
9
AGN, Causas Civiles promovidas ante el Cabildo de Lima y la Real Audiencia, 1726-1819.
10
AAL, Causas de Negros. Legajos XXV-XXXVI, 1701-1807.
8888
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
Los tribunales: procedimiento y formalidades
Los expedientes relativos a una acción redhibitoria en el Tribunal de la Real Audien-
cia muestran que los litigantes son principalmente limeños vecinos de esta ciudad.
Entre ellos hay médicos, artesanos, incluido un indio, soldados y muchas mujeres.
La característica principal de los litigios que tuvieron lugar en el Tribunal Eclesiástico
es que las partes implicadas pertenecían a la institución de la Iglesia Católica. De
hecho, sacerdotes, abadesas, monjas y laicos que vivían en monasterios o conven-
tos participaron como demandantes o como demandados en los procedimientos de
redhibición.
Las denuncias ante los tribunales se hacían unas semanas o incluso meses después de
la compra del esclavo, cuando el comprador advertía uno o varios «defectos físicos o
morales» en el esclavo. El último plazo legal para presentar una denuncia era de seis
meses.
La duración de los procedimientos era variable, dependiendo de si las partes querían
resolver el litigio rápidamente o demorarlo, principalmente para ganar tiempo. Según
McKinley, era común que los denunciados desplegaran técnicas dilatorias antes de
contestar a la denuncia.
11
El expediente judicial comienza con la presentación de la denuncia. Esto se hace ante
un notario que redacta la queja. El demandante dice cuándo, dónde y en qué circuns-
tancias tuvo trato directo con el vendedor.
12
En la presentación de la solicitud también se menciona a la esclava. Sabemos su nom-
bre, a veces su origen, su edad y su precio. El demandante describe en qué circunstan-
cias y cuándo se manifestó la enfermedad. Finalmente, la persona apela a la justicia
con la fórmula que se repite: «pido y suplico se sirva declarar haver lugar la redhibi-
toria y mandar como llevo pedido en justicia».
Tras escuchar la solicitud, el magistrado decide si admite o no la denuncia. Si esta
se considera fundada, se informa y convoca al acusado por escrito. A partir de ahí, el
juicio concede un lugar importante a las pruebas, que son de dos tipos: pruebas de do-
cumentación (factura de venta) y pruebas testimoniales. En los casos que hemos ana-
lizado priman las pruebas testimoniales. Los testigos declaran bajo juramento. Como
prueba del juramento prestado se dibujó la cruz. La fórmula: «Juramento que lo hizo
por Dios nuestro Señor y una señal de la cruz prometió decir verdad en lo que fuese
preguntado» acompaña los testimonios de los diferentes testigos, desde médicos, ci-
rujanos, maridos de las esclavas, amigos, enfermeros y esclavas.
El procedimiento era el mismo cuando declaraba la esclava, con la excepción de que
una tercera persona presente como testigo rmaba en su lugar, porque la esclava no
sabía escribir ni leer.
11
Véase un recuento de las técnicas dilatorias en McKinley, 2016: 40-41.
12
En algunos casos es la esclava la que busca un nuevo amo y se pone en contacto ella misma con posibles
compradores. En otros casos, muy minoritarios, es un intermediario quien propone la venta de una
esclava a petición de un propietario.
8989
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
En primer lugar, las partes implicadas en los actos de redhibición debían contratar a un
abogado o letrado (con estudios universitarios) registrado en el tribunal.
13
Las declaraciones de los testigos, la pericia médica y la declaración de la esclava
constituían el corpus sobre el que se pronunciaba el juez. Una vez concluida esta fase,
las partes resumían su versión de los hechos de la siguiente manera: de alegato de
bien probado.
En principio, los demandantes esperan que se les reembolse el dinero invertido, o
en su defecto, que se reduzca el importe pagado por el esclavo. Asimismo, pedían
que las costas o gastos del procedimiento, así como los gastos generados por la
esclava (medicamentos, consulta, hospitalización, funeral) fueran asumidos por la
otra parte. Y por su lado, el acusado insistía en su buena fe y se declaraba inocente
de dolo, pidiendo naturalmente a la otra parte que asumiera las costas del juicio y
los gastos de atención del esclavo. A partir de este momento el caso quedaba listo
para la sentencia.
En la mayoría de los juicios, las pruebas médicas son las que tienen peso en la deci-
sión nal del juez. En otros casos minoritarios, los jueces tienen en cuenta el testimo-
nio de la esclava. Sea como fuere, lo que tiene más peso a la hora de dictar sentencia
son las declaraciones bajo juramento y el registro escrito de las mismas.
«Enfermedades antiguas y difíciles de curar»
Las enfermedades del aparato genitourinario junto con los «defectos» morales son
las dos categorías principales por las que los compradores emprenden acciones
legales contra los antiguos propietarios. Las enfermedades de la piel ocupan el
segundo lugar, siendo las apostemas y las úlceras las más frecuentes. Por último,
las enfermedades del aparato digestivo completan el cuadro patológico de los
sufrimientos de las esclavas.
14
Las descripciones de estas dolencias dejan entrever la gravedad de las mismas, lo
que en algunos casos provoca la muerte de la esclava durante el juicio. Se encontró
que once mujeres tenían enfermedades venéreas. Cinco estaban infectadas con la en-
fermedad gálica o sílis, a veces en un estado muy avanzado. Los cirujanos que las
examinaron, por lo general, determinaron que era imposible que la esclava trabajara
en ese estado y recomendaron un tratamiento que, advirtieron, sería largo. Esta con-
clusión no era del agrado de las partes involucradas, ya que ello suponía un mayor
desembolso de dinero para un tratamiento prolongado y la imposibilidad de recuperar
su inversión.
Según los informes médicos, las enfermedades venéreas no incapacitaban a la esclava
de por vida. El cirujano Mariano Fausto, del hospital de San Bartolomé, asegura que
la negra María del Carmen está perfectamente sana de una «pasa valenciana» (úlcera
13
Las Ordenanzas de la Audiencia de Lima del siglo XVI fueron explícitas en este sentido. Tanto la
ordenanza de 1552 como la de 1565 normaron este aspecto (Pacheco et al., 1867 VIII: 77, 80;
Ballesteros, 1752: 13V-16, 21-22, respectivamente) citado en Honores Gonzales, 1993: 32.
14
Ver anexo 1.
9090
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
venérea) que degeneró en una llaga en toda la entrada del recto y afectó los órganos
del aparato genitourinario. Arma que no es necesario que la paciente guarde cama.
15
Esta declaración será corroborada por el enfermero responsable del hospital. Sin em-
bargo, el juez fallará a favor de la demandante.
El juez dio su veredicto sobre seis casos reconocidos como enfermedades de transmi-
sión sexual. Estas enfermedades se describieron como antiguas y difíciles de tratar o
que requerían un tratamiento prolongado. En todos estos casos el juez falló a favor de
los demandantes.
Según Tardieu, las enfermedades de transmisión sexual se consideraban una prueba
de la vida libertina de las esclavas. Este comportamiento iba en contra de las buenas
costumbres en una sociedad connada en la moral católica. Se armaba que la enfer-
medad venérea de una esclava se debía a que ella era de moral licenciosa y escapaba
de la supervisión de su ama para salir a vagar por las tiendas, exponiéndose así a las
malas costumbres. (Tardieu, 1989: 27). En el siglo XVIII, los médicos de las colonias
francesas argumentaban que las esclavas eran, por naturaleza, mujeres lujuriosas y li-
bertinas, lo que explicaba por qué eran particularmente propensas a las enfermedades
venéreas (Dorlin, 2009: 94). Pero, ¿hasta qué punto las mujeres esclavizadas tenían
control sobre su cuerpo y, por lo tanto, sobre su sexualidad? ¿Acaso su condición de
esclavas no las obligaba a soportar situaciones de promiscuidad que las exponían a
este tipo de enfermedades?
El «vicio» entre la conducta transgresora y los trastornos psicológicos
Además de las enfermedades siológicas, los propietarios también alegaron «defectos
morales» como motivo válido para solicitar la anulación de la venta. En general, la
esclava podía ser acusada de ladrona, mentirosa, borracha, loca y cimarrona. Diez
mujeres esclavizadas fueron descritas como transgresoras de las normas imperantes
en la sociedad limeña, como se muestra en el cuadro siguiente:
Cuadro 1: Clasicación de los «defectos morales» en la patología
redhibitoria de las mujeres esclavas 1701-1819
XVIII XIX Total
borrachera 2 1 3
fuga - 2 2
locura 1 1 2
robo 2 1 3
Total 5 5 10
Fuente: cuadro elaborado a partir de las fuentes analizadas
15
Testimonio de Mariano Fausto, cirujano del hospital de San Bartolomé (setiembre de 1791), AGN, Real
Audiencia, Causas civiles, leg. 288, doc. 2557, ff. 52-53.
9191
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
Los compradores descontentos rara vez mencionaban la existencia de un solo defecto.
Para apoyar su reclamación, asociaban la enfermedad «principal» con otros rasgos
indeseables como «ladrona», «borracha», «libertina», «cimarrona». Se suponía que
estos defectos morales inuenciarían en la decisión del juez.
En verdad, solo la ebriedad y la fuga fueron consideradas por el juez como motivo
de anulación de la venta. El juez parece haber aceptado el hecho de que la adicción
al alcohol incapacitaba a las esclavas para llevar a cabo sus quehaceres cotidianos.
Es interesante observar que Bernarda, acusada de «loca», fue descrita como «desver-
gonzada», porque su marido la visitaba a menudo, lo cual no era del gusto de su amo,
y ese fue el motivo para venderla. El nuevo dueño la describió como «insolente» y
de comportamiento cambiante. Como Bernarda no bebía alcohol, su ama llegó a la
conclusión «de que la infeliz padecía un principio de locura».
16
En realidad, Bernarda
fue tachada de «loca» por haberse atrevido a pedir cambiar de dueño. Fue internada
en una panadería,
17
donde permaneció encerrada durante seis meses realizando arduos
trabajos en condiciones inhumanas. De hecho, algunos testimonios de amos revelan
que cuando sus esclavas hacían una petición a la que tenían derecho (visita del ma-
rido, cambio de dueño, posesión de pequeños objetos), se les acusaba de altanería,
desvergüenza, comportamiento lunático y de robo. Estas conductas se consideraban
faltas graves e intolerables en las mujeres en estado de sumisión. Toda desviación, por
pequeña que fuese, signicaba apartarse de la imagen fomentada por los amos acerca
de lo que era un buen esclavo: alguien dócil y obediente, que se somete a todos los
deseos y órdenes de sus amos. Por lo tanto, cualquier otro comportamiento se consi-
deraba un «vicio».
De los cincuenta y tres casos analizados, los jueces solo dictaron veintinueve sen-
tencias. La anulación de la venta y la devolución del esclavo a su antiguo propietario
fue el veredicto nal del juez en veintiún de los casos. En los ocho casos restantes,
la anulación de la venta no se llevó a cabo. Las enfermedades de transmisión sexual
y los «defectos morales» fueron los motivos por los que los jueces se pronunciaron
mayoritariamente a favor de la anulación de la venta.
Las mujeres como propietarias de esclavas
Las mujeres constituyen el 66% de las ciento seis personas involucradas en los litigios
celebrados ante la Real Audiencia y el Tribunal Eclesiástico.
18
Son más las mujeres
que interponen una denuncia por una venta fraudulenta. Y también son más numero-
sas las mujeres cuestionadas por haber vendido una esclava «defectuosa».
Lo que resulta aún más sorprendente es el número de expedientes que tratan los liti-
gios entre dos mujeres: una solicitando la anulación de la venta por fraude y la otra
que niega haber vendido una esclava defectuosa. Estos expedientes suman veintiséis
16
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 147, doc. 1504, 1817, ff. 39.
17
Las panaderías fueron prisiones para todo tipo de delito, pero los esclavos hombres y mujeres rebeldes
fueron los que poblaron mayoritariamente esas prisiones durante la colonia. Las condiciones de trabajo
y la violencia eran extremas.
18
Ver anexo 2.
9292
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
y representan a cincuenta y dos mujeres en conicto por una esclava. Las mujeres
aparecen en estos expedientes tanto como «sujetos activos-demandantes o como ele-
mentos pasivos-acusados» (Herzog, 2001: 256).
La notable presencia de mujeres en la compra y venta de esclavas es probablemente
una muestra de que, como amas de casa, se encargaban de encontrar sirvientas para
realizar las tareas domésticas. Por lo tanto, les correspondía ocuparse de los proble-
mas relacionados con la servidumbre. Las mujeres propietarias entablaban las accio-
nes judiciales con el permiso explícito de sus maridos y estaban representadas por
abogados. Sin el permiso de sus maridos, las propietarias eran rápidamente llamadas
al orden por la parte opuesta. Sin embargo, aunque estas mujeres tenían en común ser
dueñas de al menos una esclava, esto no las convertía en un grupo socialmente ho-
mogéneo. El título de doña, por ejemplo, no estaba reservado a todas las mujeres que
conforman este estudio. Ana Fernández, por ejemplo, era una Negra libre que poseía
una esclava y la había vendido a doña Juana Ortiz. La marca de respeto que constituía
el título de doña estaba reservada para la mujer no Negra. Por lo tanto, nos hallamos
ante mujeres propietarias, por supuesto, pero de diferentes condiciones socioeconó-
micas, culturales y étnicas.
Para algunas mujeres, las esclavas eran un recurso necesario. De hecho, era habitual
en las sociedades urbanas que las propietarias de esclavas, especialmente las mujeres
más modestas, obligaran a sus sirvientas a trabajar como jornaleras para percibir un
salario diario, semanal o mensual.
19
En la mayoría de los casos, la jornalera era una
vendedora ambulante que recorría las calles y plazas vendiendo productos que ella
misma cocinaba. Así pues, algunas de las mujeres esclavas de este estudio se dedica-
ban a vender comida en las calles de Lima. María del Carmen, por ejemplo, vendía
pescado frito y maíz sancochado, Ana María vendía pasteles y Juana vendía frituras.
De este modo, las amas se aseguraban un ingreso jo de dinero para vivir y recuperar
rápidamente la inversión realizada por la compra de la esclava.
Según Cosamalón, las mujeres blancas o mestizas de la colonia peruana no podían
trabajar en un ocio sin comprometer su honor. Una mujer de la élite criolla que tenía
que asumir sola la realidad cotidiana, ya sea por su condición de huérfana, viuda o
madre sin respaldo de un familiar, y que en consecuencia no podía prescindir de un
trabajo en la esfera pública o en los espacios domésticos, era deshonrada, aunque la
actividad no tuviese nada de ilegal ni de inmoral. Ella acababa convirtiéndose en una
plebeya. Su honor y el de su familia se veían mermados y, por esa razón, los hombres
no permitían que sus esposas o sus hijas trabajaran en la calle (Cosamalón, 2019: 521-
522). Ellas compensaban su falta de recursos económicos haciendo trabajar a otras
mujeres más desfavorecidas social y económicamente. Así se establecía una relación
de interdependencia entre el ama y la esclava. Esto podría explicar la frecuencia de
las quejas cuando la propietaria ya no podía contar con el rendimiento económico de
su esclava.
19
Varios estudios abordan este aspecto del trabajo de las esclavas en Lima, entre ellos Arrelucea Barrantes
(2009), Aguirre (1993), Hünefeldt (1987, 1992, 1994).
9393
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
«Inútiles y despreciables para cualquier servicio»
La esclava que no era cien por ciento apta
signicaba para el propietario la no renta-
bilidad de su inversión y, a menudo, la pérdida de un jornal. Por eso, si una esclava
se enfermaba, el dueño intentaba ante todo curarla. Esta reacción no se basaba en
sentimientos altruistas, sino en la necesidad de mantener la rentabilidad de la esclava.
Isabel Petronila, el ama de la esclava María del Rosario, lo dijo sin tapujos en su de-
claración: «cuando no fuese por compasión y caridad siquiera por asegurar mi dinero
la había de medicinar».
20
En todos los casos, el cuerpo de la esclava era tratado como un objeto productivo que
podía ser explotado al máximo (Pelaez Marin, 2012: 158). Por eso doña Vicenta Alba
consideraba que su esclava Rosa, cuyo cuerpo estaba cubierto de sarna, «es inutil y
despreciable para todo servicio».
21
Pablo Miranda consideraba que la esclava Grego-
ria, debido a sus dolores en el brazo y en el pecho, era inútil como lavandera y para
cualquier otra tarea relacionada con el agua.
22
Don José Domingo, en nombre de su
madre doña Agustina de Estrada, lamentaba que la enfermedad de la esclava Juana
Pro siguiera agravándose a pesar de las medicinas suministradas, por lo que en lugar
de que la esclava les prestase un servicio, doña Agustina se veía obligada a curarla y
alimentarla en vano.
23
Por su parte, doña María Pro denunciaba el estado de ebriedad
de la esclava Teresa a tal punto que no le servía para nada.
24
Para los propietarios era cuestión de no perder el capital invertido en la compra de la
esclava. Es más, «para estas personas preocupadas por la rentabilidad, no había ningún
recurso imposible, excepto ceder a la mala fe redhibitoria» (Tardieu, 1989: 34). O bien
negaban la existencia de la enfermedad o bien la minimizaban. A veces incluso acusa-
ban a la esclava de ngir su enfermedad. En realidad, nadie se preocupaba realmente
por la salud y la suerte de la esclava. Si el tratamiento médico era necesario y requería
un gasto signicativo, el amo buscaba deshacerse de la esclava por cualquier medio.
Peritaje médico: «enfermedades especícamente femeninas»
Los médicos y cirujanos estuvieron presentes en todos los juicios y sus declaracio-
nes constituyeron una parte importante del expediente judicial. Fueron llamados
a declarar a petición de una de las partes. Además, los tribunales les pedían que
comprobaran el estado de salud de la esclava, que describieran la dolencia que pa-
decía y que se pronunciaran sobre el tiempo que llevaba sufriendo la enfermedad.
Su diagnóstico servía de garantía cientíca en los litigios sobre enfermedad o «vicio
moral» de la esclava.
25
20
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 191, doc. 1609, 1774, f. 36.
21
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 67, doc. 676, 1806, ff. 4-5.
22
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 380, doc. 3488A, 1799, f. 109.
23
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 298, doc. 2678, 1791, f. 3.
24
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 67, doc. 683, 1806, f. 11.
25
En la sociedad limeña del siglo XVIII, solo los médicos criollos gozaban de gran prestigio social y
tenían derecho a formarse en la Universidad Mayor de San Marcos. En cambio, los cirujanos eran
considerados una categoría inferior y eran los asistentes de los médicos.
9494
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
La gran mayoría de los exámenes médicos relacionados con enfermedades de las es-
clavas fueron realizados por cirujanos que eran a la vez de origen africano (Lastres,
1951: 182). Precisamente por su origen étnico les fue prohibido estudiar para ser
médicos. El virrey Baltasar de la Cueva (1674-1678) promulgó un edicto que prohibía
la entrada de mestizos, zambos, mulatos, cuarterones, por «tener nota de infamia»
(Lastres, 1951: 190).
Los diagnósticos de los sanitarios nos dan una primera imagen de la enfermedad. A
menudo se la describía como especícamente femenina, porque estaba relacionada
con el ujo sanguíneo, el útero y las secreciones que emanaban de este órgano. Este
discurso forma parte de las creencias y discursos sobre las características siológicas
de la mujer que estaban vigentes durante el siglo XVI y hasta el siglo XIX. La ciencia
médica explicaba que la matriz era la causa de la mayoría de las enfermedades de las
mujeres (Berriot-Salvadore, 1991: 370). Por ello, la enfermedad en las mujeres en
general se consideraba como algo especíco, ya que era el resultado de un tempera-
mento de naturaleza patógena (Dorlin, 2009: 16). No se citaban las causas exógenas
para explicar la enfermedad de las esclavas como el contagio por contacto sexual, las
condiciones higiénicas, las condiciones de trabajo o la desnutrición, entre otras. Es
interesante observar que el discurso en boga a nales del siglo XVIII para las mujeres
criollas era, entre otras recomendaciones, ser eles a sus maridos. Esta exigencia se
basaba en imperativos morales y religiosos, pero también en consideraciones higié-
nicas y médicas para evitar el peligro de las enfermedades venéreas (Rosas Lauro,
2019: 213-214).
Los cirujanos encargados de examinar y curar a las esclavas de nuestro estudio no tu-
vieron en cuenta estas recomendaciones sanitarias y de higiene dirigidas a las mujeres
de la élite criolla. Ningún médico o cirujano recomendó medidas de higiene para pre-
venir o tratar las enfermedades venéreas, que eran un problema de salud considerado
motivo de anulación de la venta por los propietarios y los jueces.
El médico Juan de Aranda, encargado de examinar a la esclava Manuela, describió su
enfermedad de la siguiente manera: «la reconocí inmediatamente y descubrí que esta-
ba con un ujo de sangre y que decía ser el mes [menstruación], la vulva hinchada y
su cuerpo todo escarioso con unas herpes antiguas y duras […] Mi dictamen es que la
susodicha Manuela padece una enfermedad antigua, peligrosa y de difícil curación».
26
Por otra parte, la descripción de la enfermedad que hace el médico es opuesta
a la del paciente. Son dos formas de «decir» la enfermedad. El facultativo
enuncia la enfermedad a partir de nociones aprendidas, mientras que la escla-
va la explica a partir de su propia experiencia corporal y de sus sensaciones.
Por un lado, hay un hombre que representa la voz autorizada y cuya palabra
se espera y se escucha con respeto; y por otro lado, hay una esclava enferma
cuya palabra no cuenta, salvo para conrmar los conocimientos del médico.
El médico «descubrel ujo de sangre de la esclava, mientras que la Negra
«pretende» que es su menstruación. El médico no dice si el ujo sanguíneo es
26
Declaración del médico Juan Aranda (18 de enero de 1804), «Autos seguidos por el Dr. José Manuel
Dávalos contra doña Dominga Mendoza sobre la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia,
Causas civiles, leg. 46, doc. 475, 1804, f. 4.
9595
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
la causa o la consecuencia de la enfermedad, pero la presencia de la sangre es
claramente una indicación de la enfermedad de la esclava. Para los médicos,
los cirujanos y los enfermeros, el ujo menstrual aparece como un indicador
muy signicativo de la disfunción del cuerpo de la mujer.
El cirujano Ignacio R. al examinar por primera vez a la esclava Ana María,
aseguró que la encontró «con un indigestión». Tres días después, la encontró
con «el vientre muy enconado e inamado acompañado de ebre […]». En
el tercer examen, le dijo al ama de la esclava «que en todo el mes que la ha
estado viendo [a la esclava] no le ha dicho nada de reglas». Él se entera «que
en todo el mes le había venido dos veces».
27
Este interés de los médicos por el ujo menstrual no es casual. La formación de los
médicos durante el siglo XVIII se caracterizó por un enfoque galénico del cuerpo
masculino y femenino. El ujo menstrual es parte de la forma de concebir el cuerpo
femenino en términos de equilibrio y desequilibrio humoral.
Tras conocer que la esclava tenía un ujo menstrual anormal, el cirujano Ignacio R.
concluyó su examen asegurando que la esclava padecía una antigua infección en el
útero que se estaba extendiendo al fondo de la matriz y formando un callo, y que re-
quería un tratamiento largo porque la úlcera [por su antigüedad] se había vuelto muy
seca.
28
Los cirujanos José Puente y José de Ávila, designados por la Real Audiencia,
corroboraron este diagnóstico. Certicaron que la vagina de la esclava estaba ulcera-
da, así como la parte anterior del útero, cuya extensión no podía apreciarse. Añadieron
que la infección era antigua lo que se notaba por la pérdida de materia acre y por la
ebre con la que se complicaba la enfermedad.
29
En estos informes, los facultativos se limitan a hacer observaciones sin elucidar las
causas de la dolencia. Se entretienen en largas descripciones y observaciones: la pér-
dida de líquido vaginal, el callo de la úlcera y la profundidad de la úlcera en el útero.
En consecuencia, el útero aparece en el discurso del médico y del cirujano como una
especie de abismo misterioso y repugnante y como origen de los males. El cirujano
José de Ávila, tras examinar a Manuela, arma: «la referida Manuela esta padeciendo
de una lue veneria antigua y muy avanzada. Los accidentes o síntomas que dimanan
de esta inmunda fuente son principalmente unas asquerosas herpes durísimas […] de
que está sembrado todo su cuerpo».
30
El ujo sanguíneo desmesurado o ausente en las esclavas no era solo un síntoma de
la disfunción uterina. Las hemorragias menstruales podían ser el motivo de cualquier
27
Declaración del cirujano Ignacio R. (13 de mayo, 1802), «Autos seguidos por doña María Manuela
Iparragurirre contra don José Ramón Idiáquez por la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia,
Causas civiles, leg. 17, doc. 173, 1802, ff. 3-4.
28
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 17, doc. 173, 1802, ff. 3-4.
29
Declaración de los cirujanos José Puente et José de Ávila (28 de enero de1804), «Autos seguidos por
doña María Manuela Iparragurirre contra don José Ramón Idiáquez por la redhibitoria de una esclava»
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 17, doc. 173, 1802, f. 80.
30
Declaración del cirujano José de Ávila (1804), «Autos seguidos por el Dr. José Manuel Dávalos contra
doña Dominga Mendoza sobre la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia, Causas civiles,
leg. 46, doc. 475, 1804, f. 3.
9696
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
alteración en el cuerpo de la mujer. El médico Josef Dávalos trató a la esclava Josefa
Moreno de una diarrea que, según Josefa, era la consecuencia de una indigestión. Pero
el médico no quedó satisfecho con esta explicación, ya que armó que «la calidad de
dichas evacuaciones, dolor o fatiga continua en el vientre […] caimiento universal de
sus organos, inapetencia y escasez de orina hicieron sospechar que su padecimiento
tenía otro origen, o que provenía de causas más secretas». El médico declara que
descubrió en la esclava una obstrucción en las vísceras del bajo vientre que pervertía
el sistema de vasos linfáticos hasta el punto de provocar una hidropesía. Dice que su
diagnóstico se basa en la observación de la hinchazón de las piernas y los pies de la es-
clava. Pero es solo cuando la esclava arma que no tiene sus reglas desde que empezó
a trabajar para su anterior dueño que el médico parece haber encontrado la explicación
a todas las dolencias de Josefa. Arma que: «los conocimientos médicos conrman
esta relación [los males del cuerpo y la ausencia de menstruación]; pues no de otro
modo puede hallarse dicha esclava en el miserable presente estado sino trayendo un
origen tan antiguo [la enfermedad]».
31
A principios del siglo XIX, los diagnósticos de las enfermedades de las esclavas de
Lima estaban impregnados de los principios fundamentales de la siología galénica,
muy en boga en Europa hasta el siglo XVII. En el enfoque galénico, las mujeres son
frías y húmedas. La frialdad y la humedad se convierten en estados patógenos para el
cuerpo y el alma de las mujeres, en contraste con la sequedad y el calor que son pro-
pios a la naturaleza de los hombres (Berriot-Salvadore, 1991: 363). El ujo sanguíneo
abundante o escaso es la causa de la enfermedad de la mujer. Los médicos considera-
ban que la pérdida de uidos vaginales era la causa de un sinnúmero de dolencias, que
iban desde la pérdida de energía hasta la palidez, la falta de aliento, la hinchazón de
piernas y pies y la pérdida de apetito.
Una «voz» bajo presión
El testimonio de la esclava se encuentra en la mayoría de los expedientes. En gene-
ral, no ocupa ni media página y se pierde entre la avalancha de información. En muy
pocos expedientes la declaración de la esclava supera las dos páginas. Pero en estos
textos es posible entrever fragmentariamente la voz de la esclava. Sus declaraciones
nos dan información sobre sus sufrimientos, su estado civil y su trabajo aparte del
servicio doméstico. Estos testimonios se caracterizan por tener un lenguaje austero
y concreto que pretende acercarse lo más posible a la realidad, pero sigue siendo
impreciso.
Sin embargo, es necesario preguntarse en qué medida las declaraciones de la esclava
son realmente su «voz», teniendo en cuenta el contexto particular en el que se pro-
dujo su declaración. Por un lado, la esclava era llamada a hablar a petición de una
o ambas partes. La demandante o el acusado preparaban un cuestionario para ella
en donde era evidente que los amos instigaban a las esclavas a responder a su favor,
31
Declaración del médico Josef Dávalos (26 de febrero de 1807), «Autos de redhibitoria seguidos por
doña Gregoria Goyburu, viuda de don Gregorio Gangayo, contra don José Félix de Vidarte…», AAL,
Causas de Negros, XXXV: 45, 1807/1810, f. 2.
9797
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
particularmente con respecto a la fecha en que se produjo la enfermedad. El secre-
tario tomaba nota de las preguntas y las formulaba a la esclava en orden estricto. De
este modo, la mujer esclavizada tenía poco margen para decir algo distinto a lo que
esperaban sus amos. En esta situación, sus declaraciones favorables o desfavorables
a una de las partes podrían ser contraproducentes durante o después del juicio, ya
que, sea cual fuese el resultado, la esclava se quedaría con una de las partes que no
la quería como sirvienta. Esto podría explicar por qué, en algunos casos, la esclava
llamada a declarar se contentaba con responder a las preguntas formuladas y prefe-
ría no decir demasiado. Pero en otros casos poco frecuentes, como el de la esclava
María del Carmen, las esclavas se tomaron la libertad de denunciar los malos tratos
de los que eran objeto.
32
La esclava no solo responde a las preguntas que se le hacen,
sino que su testimonio adquiere el carácter de una verdadera «voz».
33
Por otro lado, el proceso judicial también impuso varias condiciones. Era impera-
tivo declarar bajo juramento. Todo lo que decía la esclava era transcrito por una
persona que representaba a la autoridad y en la que la esclava debía conar. Por
orden del juez, la esclava era sometida a exámenes de cirujanos o de médicos. Su
declaración sería confrontada o corroborada por las declaraciones de la otra parte
y por otros testigos. Bajo estas condiciones, el discurso podría estar guiado por el
miedo o la venganza. Es por esto que Le Goaziou sostiene que la palabra no puede
ser totalmente libre durante un proceso judicial (Le Goaziou, 2019: 115). De este
modo, la formalidad del proceso y las expectativas de las partes ejercen una fuerte
presión sobre la esclava.
El trabajo extenuante y la tristeza de las esclavas
María del Rosario relaciona las úlceras venéreas que padece con el hecho de haber
transportado un colchón hasta la casa de su antiguo amo: «desde entonces [asegura]
empeso con sus padecimentos, lo que habra el tiempo de dos años poco mas o me-
nos»
34
Por su parte, Petronila declara que era la cocinera de sus dueños hasta que su
ama cayó enferma. Tuvo que cuidar de ella por orden de su amo durante tres meses
hasta su muerte, sin tener tiempo para descansar o comer. Arma que le faltaban
fuerzas para contenerla. Fue entonces cuando empezó a sentir fuertes dolores en el
pecho y, al no poder soportarlos más, llamó a una compañera para que la curara.
35
También se mencionan las caídas del caballo como explicación de varias enferme-
dades. Este es el caso de Juana Vera que padece tuberculosis. Se cayó del caballo
32
Testimonio de la esclava María del Carmen, negra bozal (20 de enero de 1820), «Autos seguidos por
doña María del Carmen Lastra contra don Rafael Francisco Menéndez sobre la redhibitoria de una
esclava», AGN, Causas civiles, siglos XVIII y XIX, leg. 156, doc.1609, 1819-1820.
33
El testimonio de la esclava María del Carmen citado líneas arriba es un ejemplo de una «voz» propia.
Nos permite percibir aspectos de la vida cotidiana de una mujer esclava y es el tema de un subcapítulo
en la tesis.
34
Declaración de la esclava María del Rosario, «Autos seguidos por Don Bernardino Diez (en nombre de
su esposa), contra Don José Torres Zamudio (albacea de su madre), sobre redhibitoria de una esclava»,
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 286, doc. 2540, 1790, f. 28.
35
Declaración de la esclava Petronila (18 de abril de 1798), «Autos seguidos por doña María Gallegos
contra don Miguel de Otermin, sobre la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia, Causas
civiles, leg. 384, doc. 3529, 1799, ff. 20-21.
9898
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
cuando viajaba de Santiago al puerto de Valparaíso en Chile.
36
María Dominga del
Carmen sufre de fuertes dolores en la pierna desde que se cayó de un caballo. Ella
asegura que el dolor empeora después de cada parto.
37
Los golpes recibidos por parte de los amos y de otras personas son también un factor
que provocaba el malestar de la esclava. Manuela Chaves explica su tos frecuente
por las patadas y puñetazos que recibió de dos soldados por orden de su ama. Prime-
ro, intentaron sacarla de una habitación donde estaba encerrada. Como no abrió la
puerta, los soldados intentaron derribarla a patadas. Ella se situó detrás de la puerta
para sostenerla con su espalda. Manuela recibió [sintió] las patadas en la espalda,
las mismas «que le penetraban hasta el pecho». Como estaba embarazada pensó que
iba a perder al bebé, porque también recibió los golpes en la cintura. Finalmente,
los soldados entraron por la ventana retirando las barreras y la golpearon. Manuela
Chaves dice que la tos y la palidez de su rostro se originaron durante este evento.
38
La esclava atribuye la causa de su enfermedad a un acontecimiento externo que la
afectó: un esfuerzo, un trabajo difícil y arduo, una situación dolorosa o un cambio
drástico en su vida cotidiana. La enfermedad era un calvario psicológico que la es-
clava tenía que soportar a veces en soledad y con mucho temor. Ana María declara
que, durante su largo viaje de Buenos Aires a Mendoza y luego a Santiago de Chile,
se cayó del caballo en dos ocasiones, lo que le provocó dolores en el estómago y en
el ombligo, además de una hemorragia abundante. Pero al llegar a Lima, donde fue
vendida, gozaba de buena salud. Su nueva dueña la puso a trabajar en la elaboración
de alfajores y le ordenó que los vendiera en las calles de Lima. Ana María asegura
que su cintura se calentó y sangró por la vagina como resultado de esta actividad.
También testica que sus dolores de estómago comenzaron cinco días después de
empezar a trabajar en la calle.
39
Ana María, llamada la negrita, tiene entre 15 y 16 años. Acaba de llegar a Lima y
se la describe como bozal, es decir, nacida en África. Está sola sin los esclavos con
los que hizo el viaje desde Argentina. Trabajar en la ciudad de Lima, recorriendo
las calles en busca de clientes y llevando el jornal a su patrona, son elementos de
angustia para esta joven. Esta es la razón que encuentra para explicar sus úlceras y
hemorragias.
El desarraigo forzado también podría explicar el origen del malestar de la esclava.
Ciertamente, sin los referentes que tenían sentido para ella, abandonada a su suerte
en una ciudad en la que hay que empezar de cero, la negrita sufría. Elsa Dorlin
relata que, en el siglo XVIII, los médicos que se interesaron por las enfermedades
de los esclavos en las colonias francesas «notan que los esclavos recién desembar-
36
AAL, Causas de Negros, XXX: 22, 1774, ff. 4-5.
37
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 155, doc. 1309, 1765, ff. 12.
38
Declaración de la esclava Manuela Chaves (1 de marzo de 1782) «Autos seguidos por doña Josefa
Fernández contra doña Josefa de la Concha sobre la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia,
Causas civiles, leg. 235, doc. 2019, 1783, ff. 25-26.
39
Declaración de la esclava Ana María (4 de agosto de1802), «Autos seguidos por doña María Manuela.
Iparragurirre contra don José Román Idiáquez sobre la redhibitoria de una esclava», AGN, Real
Audiencia, Causas civiles, leg. 17, doc. 173, 1802, ff. 27-28.
9999
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
cados, incapaces de superar su desarraigo, padecen esa profunda melancolía que
causa graves problemas físicos y los incapacita para el trabajo» (Dorlin, 2009: 72).
Para la esclava Petronila, la separación de sus hijos y el inicio de una nueva vida
en otro lugar, lejos del hogar donde nació y creció, es una fuente de tristeza y
enfermedad. Llama a su pena «pasión» y dice que la primera vez que tuvo este
«accidente» (ataque de epilepsia) fue cuando vivía en casa de su primera ama,
donde permaneció más de un año, y que después de eso ya no estuvo enferma. Solo
en casa de su actual patrona ha tenido este «accidente o pasión» tres veces. Cree
que la razón de su enfermedad se debe a que tiene un corazón pequeño, porque
ciertas cosas la asustan.
40
A veces las esclavas parecen no ser conscientes de la gravedad de su enfermedad o la
relativizan. De hecho, la enfermedad las hace vulnerables, ya que un cuerpo enfermo
es rápidamente menospreciado por sus amos. Entonces, ¿podría haber sido la nega-
ción de la enfermedad una estrategia de estas mujeres para seguir trabajando y contar
con un techo y comida? ¿Para garantizar una cierta seguridad? Sea como fuere, estos
testimonios revelan la violencia de los amos hacia sus esclavas. Sus discursos contra-
dicen los de los propietarios de esclavos.
La ignorancia de la gravedad de la enfermedad, el desconocimiento de las medidas de
higiene básicas, el sufrimiento en la más absoluta soledad y la falta de recursos impul-
san a las esclavas a automedicarse o a buscar la ayuda de algún allegado que sepa algo
sobre las enfermedades y sus tratamientos. Úrsula de Saldaña intenta curar su sílis
bebiendo líquidos frescos y otros remedios.
41
Petronila busca la ayuda de otra esclava,
la cual le frota el pecho y los pulmones con aguardiente mientras que Petronila está
enferma de una apostema torácica.
42
Conclusión
En la sociedad limeña colonial, las esclavas ocupaban el escalón más bajo de la jerar-
quía social. Por su condición de esclavas, se les consideraba un «objeto» que tenía un
precio y, como tales, podían intercambiarse, alquilarse, prestarse o empeñarse, como
cualquier otro objeto comercial. Mientras la esclava rindiera bien y cumpliera las
expectativas del amo, tenía «valor» para su dueño. La esclava no era un problema si
gozaba de buena salud, entonces su vida se desarrollaba a la sombra de un sistema que
existía gracias al trabajo gratuito y forzado de miles de seres humanos.
En cambio, la esclava enferma ponía en peligro este sistema. No solo no podía trabajar
y ya no era productiva, sino que el amo estaba obligado, según la ley, a asumir los
gastos necesarios para su curación ya que le pertenecía. De lo contrario, la esclava
enferma era considerada por su propietario como una «mercancía» defectuosa que
debía ser cambiada o devuelta a su antiguo dueño lo antes posible para no perder su
40
Declaración de la esclava Petronila Meléndez (14 de abril de 1761), «Autos seguidos por doña Juana de
Jáuregui contra don Nicolás de Salazar en representación de su mujer doña Josefa Sancho Dávila, sobre
la redhibitoria de una esclava», AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 152, doc. 1277, 1764, f. 8.
41
AAL, Causas de Negros, XXVII: 35, 1719, f. 59.
42
AGN, Real Audiencia, Causas civiles, leg. 384, doc. 3529, 1799, f. 21.
100100
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
inversión. Los comentarios de los amos y de otros actores implicados en el proceso de
redhibición ilustran el estatus de la esclava que ya no cumple con su rol.
El papel de la mujer esclavizada era servir a su dueño, y si no podía hacerlo perdía
su razón de ser. Por lo tanto, cuando se referían a ella hablaban de un «objeto» que
era «inútil» para cualquier servicio. Los propietarios veían a sus esclavas como un
«cuerpo-utilidad», como un «cuerpo-máquina» hecho para trabajar. Cuando para
los amos se trataba de razonar económica y comercialmente, la esclava nunca era
considerada como un ser humano. Como «máquina de trabajo», tenía que ser rentable
y eciente. Una esclava enferma era considerada poca cosa en la sociedad colonial
limeña, porque el único capital que tenía esta mujer era su salud. Gozar de buena salud
era la condición necesaria que le permitía trabajar y, por tanto, vivir y existir. No tenía
ningún valor ante los ojos de los propietarios si su salud estaba dañada. Estar enferma
la convertía en una «indeseable».
Sin embargo, lo que más inuyó en la decisión del juez fue el peritaje médico. Los
facultativos de la ciudad de Lima describieron las enfermedades de transmisión se-
xual como muy difíciles de curar y que requerían de un tratamiento prolongado. Esto
suponía que la esclava no podría desempeñar sus funciones por un tiempo y que la en-
fermedad supondría gastos importantes para el denunciante. Los criterios económicos
primaron en el veredicto del juez. Las infecciones de los órganos sexuales fueron las
enfermedades por las que el juez falló sistemáticamente a favor del demandante, con-
cediendo la anulación de la venta. En tres ocasiones fueron «vicios» morales, como
la embriaguez y la fuga los que el juez parece haber reconocido como defectos que
impedían a las esclavas cumplir con sus obligaciones.
Nos enfrentamos entonces a tres formas de describir la enfermedad. Los informes
médicos son discursos llenos de prejuicios sobre las pacientes. Los propietarios es-
taban más preocupados por recuperar su inversión. Para ellos, la enfermedad era la
prueba del fraude, y cuando esta prueba resultaba insuciente para anular la venta,
añadían o inventaban otros «vicios» morales para impresionar al juez. Por último, las
esclavas relacionaban su enfermedad con un acontecimiento externo que había sido
signicativo para ellas: el esfuerzo físico, la caída de un caballo, el trabajo en la cárcel
en condiciones difíciles, los abusos físicos de un antiguo amo, etc. Sus testimonios
expresan el sufrimiento de su condición de mujer esclavizada.
101101
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
Anexo 1: Clasicación semiológica de la patología redhibitoria
de las mujeres esclavas
Enfermedad XVIII XIX Total %
Enfermedades del aparato digestivo: 7 17
Gastroenteritis 1
Ulceras 3
Tumores abdominales 1
Hemorroides 1
Hernias 1
Enfermedades pulmonares: 2 5
Tuberculosis 1
Neumonía 1
Enfermedades de los órganos uro-genitales: 11 27
Sílis 4 1
Úlceras venéreas 3 3
Enfermedades vasculares: 2 2
Edemas 1 1
Enfermedades traumáticas y articulares: 4 10
Reumatismo (la gota)
2
1 1
Enfermedades de la piel: 6 15
Lepra 1 1
Tumores 2
Úlceras externas 1 1
Enfermedades mentales: 2 5
Epilepsia 1 1
Enfermedades ginecológicas: 4 9
Amenorrea 2
Hemorragias 1
Tumor uterino 1
Afecciones del oído, nariz y garganta: 3 7
Tumores en la mandíbula 1
Tumor en la garganta 2
102102
Lilia Valle-PeguironRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 83-103
Anexo 2: Tribunal Real Audiencia 1726-1819
Demandantes Demandados
Mujeres 30 26
Hombres 8 12
Tribunal Eclesiástico 1701-1807
Mujeres 9 5
Hombres 6 10
Referencias
Fuentes primarias
Archivo General de la Nación (AGN)
Causas Civiles promovidas ante el Cabildo de Lima y la Real Audiencia, 1726-1819.
Archivo Arzobispal de Lima (AAL)
Causas de Negros. Legajos XXV-XXXVI, 1701-1807.
Fuentes secundarias
Aguirre, C. (2003). Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la
desintegración de la esclavitud. 1821-1854, Lima: Ponticia Universidad
Católica del Perú.
------ (2005). Breve historia de la esclavitud en el Perú. Una herida que no deja de
sangrar, Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Arrelucea Barrantes, M. (2009). Replanteando la esclavitud. Estudios de etnicidad y
género en Lima borbónica, Lima: Centro de desarrollo étnico-CEDET.
------ (2010). Género, estamentalidad y etnicidad en las estrategias cotidianas de las
esclavas de Lima, 1760-1800. Tesis magister en Historia, Lima: Universidad
Nacional Mayor de San Marcos.
------ (2016). Esclavitud y derechos en el Perú colonial. Pólemos, revista derecho y
sociedad, Lima: Facultad de Derecho de la PUCP. https://polemos.pe/esclavitud-
y-derechos-en-el-peru-colonial/
------ (2018). Sobreviviendo a la esclavitud. Negociación y honor en las prácticas
cotidianas de los africanos y afrodescendientes. Lima, 1750-1820. Lima:
Instituto de Estudios Peruanos.
Berriot-Salvadore, E. (1991). Le discours de la médecine et de la science. En
G. Duby y M. Perrot, Histoire des femmes en occident 3 XVI
e
– XVIII
e
siècles,
(pp. 359-395). Paris: Plon.
103103
Mercancías defectuosas: los motivos de redhibición relacionados con los «defectos físicos y morales» de las esclavas
Bowser, F. (1977). El esclavo africano en el Perú colonial 1524-1650, primera
edición en español. México: Siglo Veintiuno.
Cosamalón Aguilar, J. (2019). Las otras mujeres. Trabajo, género y etnicidad en
la ciudad de Lima en el siglo XIX. En C. Rosas Lauro, Género y mujeres
en la historia del Perú. Del hogar al espacio público. (pp. 521-541). Lima:
Ponticia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
Dorlin, E. (2009). Les maladies des nègres. En La matrice de la race. Généalogie
sexuelle et coloniale de la Nation française, (pp. 231-276). Paris: La
Découverte, «Poche /Sciences humaines et sociales». URL: https://www.
cairn.info/la-matrice-de-la-race—9782707159052-page-321.htm
Flores Galindo, A. (1982). Aristocratie et plebe. Lima, 1760-1830 (Classes sociales
et société coloniale au Pérou), (Thèse de Doctorat, Paris: École des Hautes
Etudes en Sciences Sociales).
Herzog, T. (2001). Rendre la justice à Quito (1650-1750). Paris: L’Harmattan.
Honores Gonzales, R. (1993). Litigando en la Audiencia: El devenir de un ‘pleyto’.
Historia y Cultura: revista del Museo Nacional de Arqueología, Antropología
e Historia del Perú, 22: 27-45. Lima: Instituto Nacional de Cultura.
Hünefeldt, C. (1987). Jornales y esclavitud: Lima en la primera mitad del siglo XIX.
Economía, X(19): 35-57.
------ (1988). Mujeres: esclavitud, emociones y libertad. Documento de trabajo Nº
24. Lima: IEP.
------ (1992). Las Manuelos, vida cotidiana de una familia negra en la Lima del S.
XIX. Una reexión histórica sobre la esclavitud urbana. Lima: Instituto de
Estudios Peruanos.
------ (1994). Paying the Price of Freedom: Family and Labor among Lima’s Slaves,
1800-1854. Berkeley: University of California Press.
Lastres, J. (1951). Historia de la medicina peruana. La medicina en el Virreinato.
Tomo V, volumen II, Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Le Goaziou, V. (2019). Les victimes et l’épreuve judiciaire. En V. Le Goaziou (Dir.),
Viol. Que fait la justice (pp. 115-132). Paris: Presses de Sciences Po.
McKinley, M. (2016). Fractional Freedoms: Slavery, Intimacy and Legal
Mobilization in Colonial Lima, 1600-1700. Cambridge: Cambridge University
Press.
Noulin, F. y Wagniart J.-F. (2014). La place de l’histoire sociale: de la recherche à
l’enseignement. Cahiers d’Histoire. Revue d’Histoire critique [en línea], 122,
URL: https://doi.org/10.4000/chrhc.3386
Pelaez Marin, P. (2012). El cuerpo, la salud y la enfermedad en los esclavos
del Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII. Historia Crítica (Bogotá), 46:
154-177.
Rosas Lauro, C. (2019). Damas de sociedad y varones ilustrados. Mujeres, hombres
y género en el discurso modernizador de la ilustración a nes del siglo XVIII.
En C. Rosas Lauro, Género y mujeres en la historia del Perú. Del hogar al
espacio público. (pp. 203-228). Lima: Ponticia Universidad Católica del
Perú, Fondo Editorial.
Tardieu, J.-P. (1989). La pathologie rédhibitoire de l’esclavage en milieu urbain: Lima
XVII
ème
siècle. Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, 26(1): 19-35.