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REVISTA DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Historia
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino
del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en
tierras de Trujillo
F. Javier Campos y Fernández de Sevilla
1
Resumen
El capitán Francisco Pérez de Lezcano hizo voto a la Virgen de Guadalupe de Extre-
madura (España) que si le libraba de un trance de muerte traería una copia al valle
de Pacasmayo donde tenía sus tierras y así lo hizo. Cuando regresó con la imagen la
entregó a los agustinos para que cuidasen de ella y su culto.
En este trabajo se estudia toda la historia que dio origen a la promesa, la construcción
del santuario y los milagros, así como la gran devoción que en tierras del norte del
Perú le tienen a la Virgen de Guadalupe. También se aclaran algunos aspectos con la
aportación de nueva documentación.
Palabras clave: Virgen de Guadalupe, capitán Francisco Pérez de Lezcano, Luisa de
Mendoza, padres agustinos, valle de Pacasmayo, Trujillo del Perú, santuario, milagros
y religiosidad popular.
The Virgin of Guadalupe and the Augustinian sanctuary in Peru
Origin and roots of a great devotion in the lands of Trujillo
Abstract
Captain Francisco Pérez de Lezcano made a vow to the Virgin of Guadalupe of
Extremadura (Spain) that if she freed him from a trance of death, he would bring a
copy of the statue of the virgin to the Pacasmayo Valley where he had his lands, and
1
Profesor de los Estudios Superiores del Escorial y director del Instituto Escurialense de Investigaciones
Históricas y Artísticas de la misma institución. Madrid, España. Doctor en Filosofía y Letras, sección
Geografía e Historia por la Universidad de Málaga. Correo electrónico: jcampos@rcumariacristina.com
Recibido: 22/03/2021. Aprobado: 17/05/2022. En línea: 22/08/2022.
Citar como: Campos y Fernández de Sevilla, F. J. (2022). La Virgen de Guadalupe y el santuario
agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo. Revista del Archivo
General de la Nación, 37: 11-38. doi: https://doi.org/10.37840/ragn.v37i1.135
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Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
so he did. When he returned with the statue, he gave it to the Augustinians to take care
of it and its cult.
This work studies the entire history that gave rise to the promise, the construction of
the sanctuary and the miracles, as well as the great devotion that the inhabitants of the
north of Peru have in the Virgin of Guadalupe. It is also claried some aspects with
the presentation of new documents.
Keywords: Virgin of Guadalupe, Captain Francisco Pérez de Lezcano, Luisa de
Mendoza, Augustinian fathers, Pacasmayo Valley, Trujillo (Peru), sanctuary, miracles
and popular religiosity.
Introducción
El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1563, se fecha como día en que
los agustinos aceptaron la imagen de la Virgen de Guadalupe, la cual el capitán don
Francisco Pérez de Lezcano había traído de España, entregándola a estos religiosos
que comenzaban a extender sus fundaciones desde el gran convento de Trujillo,
centro de evangelización del norte del Perú.
El capitán había erigido una capilla en Pacasmayo, mejorando la primera edica-
ción muy sencilla que había levantado en Chérrepe para acoger inicialmente la ima-
gen, pero ambas levantadas en terrenos de su propiedad. Los agustinos mejoraron la
construcción que poco después fue pasto de las llamas.
La presencia agustiniana en aquella zona no fue bien recibida por el clero de los
pueblos y doctrinas próximas debido al reclamo material que estaba experimentan-
do el culto, que pronto comenzó a recibir la imagen por parte de devotos que a ella
acudían y que debían ser del sur de España —Extremadura y Andalucía— donde
tanto arraigo tenía el culto a la Virgen de Guadalupe española.
A partir de ahí comienzan una serie de litigios por la posesión de la imagen que se
prolongan durante muchos años, insistiendo los agustinos en la defensa de los dere-
chos provenientes de la voluntad del capitán Pérez Lezcano que, como propietario,
quiso donarla a los agustinos y ponerlos como guardianes de la imagen sagrada
y como capellanes de su culto. Elegía una orden regular porque esta institución
religiosa daba garantía de continuidad en la obra que se comenzaba, seguridad de
permanencia y esplendor en los ocios religiosos; solo una comunidad de regulares
podía garantizar esos nes, atraer y consolidar la devoción de la población.
Con motivo de la emancipación y los decretos desamortizadores de los convulsos
gobiernos republicanos, la comunidad religiosa desaparece de Guadalupe el 17 de
septiembre de 1827, por lo que durante dos siglos y medio (264 años) los agustinos
mantuvieron el culto y la devoción a la Virgen en aquel valle del río Jequetepeque,
luego provincia de Pacasmayo. En 1952, la Orden de San Agustín volvió a Guada-
lupe y regenta una parroquia en la ciudad. Por limitación de espacio nos quedamos
en los primeros decenios de la historia de este asentamiento espiritual del norte del
Perú.
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La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
El convento agustino
Los agustinos se asientan en el valle de Pacasmayo, en primer lugar, porque era un te-
rritorio donde estaban creando doctrinas; y, en segundo lugar, por decisión del dueño
de la imagen que los eligió para que fuesen capellanes de la Virgen que trajo de Sevilla
en cumplimiento del voto hecho.
Previamente a la llegada al Perú de los fundadores, lo hizo abriendo camino y pre-
parando la venida el padre Agustín de la Santísima Trinidad, que falleció poco antes
que llegasen sus hermanos agustinos. En Lima, el padre se había establecido en unas
casas cedidas por un matrimonio bienhechor junto a la parroquia de San Marcelo,
y allí levantó una pequeña capilla que puso bajo el nombre de la Virgen de Gracia,
gran advocación de la Orden. Los doce religiosos componentes de la primera barcada
arribaron el día 1 de junio de 1551, festividad litúrgica de Nuestra Señora de Gracia,
nuevo motivo por el que luego elegirán ese título mariano cuando se funde la Provin-
cia del Perú, como abogada y protectora, que es el que sigue manteniendo.
Para ese viaje el rey había tratado a los agustinos con suma deferencia, como se lee
en la Real Cédula, a los ociales de la Casa de la Contratación de Sevilla para que
concedan a los doce agustinos que van al Perú una cámara en el navío que les lleve a la
ciudad de Nombre de Dios, provincia de Tierra Firme, con objeto de que vayan cómo-
dos
2
. Poco tiempo después de su llegada e instalación en unas casas que añadieron a la
que había habitado el fallecido padre Agustín, celebraron el primer capítulo —19/24
de septiembre de ese año—, para instituirse canónicamente; eligieron al superior pro-
vincial, padre Juan Estacio, que venía de serlo de Nueva España, confesor y consejero
del virrey don Antonio de Mendoza
3
.
En esa reunión capitular establecieron las normas religiosas y disciplinares fundamen-
tales para su vida y misión que ya habían jado en Sevilla en 1550, antes de partir, si-
guiendo las directrices generales que había marcado el superior provincial de Castilla,
cumpliendo las órdenes recibidas de Carlos V en enero de ese mismo año, que impul-
saba la presencia de religiosos mendicantes en la evangelización del Nuevo Mundo
4
.
Hasta que surjan vocaciones peruanas, más las españolas que se fueron trasladando al
virreinato, y se consolide la orden agustina en el Perú, en todo dependían de la provin-
cia religiosa de Castilla. La provincia agustina de Nuestra Señora de Gracia adquiere
autonomía total en el capítulo general de agosto de 1592; sin embargo, fue derogado
al año siguiente por decreto de Clemente VIII. No fue efectivo hasta 1605
5
, siendo vi-
cario provincial el padre Juan de San Pedro, porque el provincial padre Juan de Alma-
raz tuvo que abandonar el cargo tras haber sido nombrado obispo de Río de la Plata.
2
Valladolid, 23-III-1550, Archivo General de Indias (en adelante, AGI): Lima, 566, L. 6, f. 237r-237v.
3
Calancha, 1974, t. I: 303-329; t. II: 333-533. De las barcadas ociales —que así se las conoce en las
crónicas— tenemos con nombres de los religiosos, Calancha, 1974, t. III: 902-903 (2ª, 1556), y 947-947
(3ª, 1563); Torres, 1974, t. III: 853-876. De esas fuentes fundamentales, tenemos: Monasterio, 1908:
135-138 y 145-149; Villarejo, 1965: 14-17, 37-38, 68-71 y 111; Uyarra, 1992: 153-189.
4
Carta del padre Francisco Serrano desde Medina del Campo (Valladolid), 14-IV-1550. «Relación de la
Religión y Ritos del Perú», en CODOINAMO, 1865, t. III: 7-9.
5
Estrada, 2005: 413 y 427; Analecta Augustiniana, 1923-1924: 156, 277, 285-296, 300; Fernández,
1978: 50-52.
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Esas directrices generales, que marcaron los objetivos misionales, están recogidas en
las actas de los capítulos provinciales (que es la fuente de donde se sirven los padres
Calancha y Torres para sus historias). Los criterios iniciales fueron aprobados en
el primer capítulo; tras declarar obediencia al papa, al superior general de la orden
y al provincial de Castilla, ajustaron unas normas sencillas de vida religiosa y
comunitaria
6
.
Un asunto importante queda todavía encubierto por falta de documentación;
al menos no la hemos encontrado, y tenemos que movernos en el terreno de las
probabilidades. A los tres meses de haber llegado a Lima, nos encontramos con
que el padre Juan Ramírez no asiste al capítulo provincial, que era importante no
solamente por ser el primero, sino porque en él tendrían lugar la elección de cargos
y el diseño de la actividad religiosa y misiones. Explícitamente el padre Torres
arma en su crónica que no asistió el padre Juan Ramírez «por estar ausente, y
justamente ocupado en la conversión de la Provincia de Guamachuco»
7
.
Cuando Bernardo de Torres hace una pequeña biografía, vuelve a insistir en este
asunto:
[…] de sus claras virtudes hasta oy resuenan los ecos en los cóncavos y sie-
rras de las Provincias de Guamachuco, Guambos, Laymebamba, Moyobamba
y Chachapoyas, cuyo primer Apóstol fue, y cuyos ásperas penitencias, ardien-
te caridad, y fervorosa oración los admiraron, y el apostólico zelo con que a
pie, y descalço, sin más abrigo que un hábito de jerga, y sin más sustento que
unos granos de maíz, corrió sus ásperas laderas, sus destemplados páramos.
Agríssimas cuestas, y contrarios temples. Dio principio a la conversión de to-
das, primero en la de Guamachuco, después acompañado de otros Religiosos
de grande espíritu, entre los quales el Padre Fr. Juan conservó la gloria de
primero, no solo en la prelación del tiempo, sino en la de la virtud y santidad
(Torres, 1974, t. III: 867; Calancha, 1976, t. III: 860-897).
Inevitablemente nos surgen preguntas, por ahora sin respuestas: ¿Por qué nada más
llegar ya estaba en tierras de misión? ¿Por qué en aquella zona de Huamachuco que,
religiosamente, era delicada por ser foco de idolatrías? ¿Qué hacía él solo? ¿Quién le
había enviado allí?
Es cierto que la duración de los viajes al Nuevo Mundo era muy larga. Durante la
travesía se ocupaba en muchas cosas; además de los rezos, como hablar con los demás
pasajeros y la tripulación, siempre con muy variados tipos de cultura y conocimientos,
donde se pasaba información de todo tipo, más o menos veraz y fundada. ¿De alguna
de esas personas recibió noticia sobre la enorme cantidad de ritos idolátricos que ha-
bía en esa zona y por eso quiso adelantarse a ser el primer evangelizador de aquellas
gentes? (Uyarra, 1992: 153).
La edición de la Relación citada, con la historia de la presencia y evangelización en
la tierra de Huamacucho, está impecablemente transcrita y estudiada desde el punto
6
Calancha, 1975, t. II: 372-374; Villarejo, 1965: 50-51; Uyarra, 1992: 185-187.
7
Torres, 1974, t. III: 859; Calancha, 1974, t. I: 373 y 375; Calancha, 1976, t. III: 801.
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La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
de vista de la antropología andina, pero con desajustes históricos relativos a la Orden
de San Agustín en los estudios preliminares. Considerada obra anónima, en la citada
edición se atribuye a fray Juan de San Pedro y se fecha en 1560. Consultando las actas
de los capítulos provinciales (tercero y cuarto) y cotejando con Calancha, además de
otras lagunas en el texto, coincidimos con la armación del transcriptor cuando dice
que «el autor [de la Relación] dejó más de una página en blanco, indicando que el
manuscrito no es un fragmento de un original completo, sino tal vez un borrador para
tal» (San Pedro, 1992: 218-229; Calancha, 1976, t. III: 860-906 y 1053-1059; t. V:
2053-2073).
Por lo que cuenta y el orden que sigue, sin duda es un escrito donde el autor fue to-
mando nota y copiando información de una fuente importante para una posterior re-
dacción. Aunque haya que retrasar la fecha de composición, quizás se deba relacionar
el texto con la carta que Felipe II escribió al padre provincial fray Andrés de Santa
María —Madrid, 23 de enero de 1569— para que hiciese las diligencias relacionadas
con la visita del licenciado Juan de Ovando. El visitador solicitaba abundante infor-
mación, como se puede ver, ya que Calancha no solo transcribe los textos sino que
dice:
Respondió a todas [las preguntas] el gran religioso fray Juan de San Pedro
con verdad Cristiana, con resolución limpia, sin pasión, amor, ni umano inte-
rés, porque conpreendía lo que platicava, i no era pretensor de favores Reales
(Calancha, 1976, t. III: 1201).
Tanta mies debía de haber que el padre Juan Ramírez se daba cuenta de que hacían
falta más brazos. Solicitó ayuda al padre provincial Andrés de Salazar, quien le envió
dos compañeros de la primera barcada, los padres Juan de San Pedro y Antonio Loza-
no, que se repartieron el campo y el trabajo. El sistema empleado en la evangelización
de Huamachuco fue intenso pero atractivo, consiguiendo buen fruto:
Fueron estirpando la gran suma de idolatrías, ritos i supersticiones que deja-
mos dichas. Y procurando alumbrar catervas de echizeros, aviendo de una i
otra maldad cargas de obstinación, que por muchos años si se iva arrancando
algo se reproduzía mucho, i quedando las raízes medrava poco. Fueron edi-
cando Iglesias, adornando altares, fundando escuelas i enseñando música;
con esto azían [a] los Indios más conversables, i los niños más acionados,
agasajándolos con cariños, i atrayéndolos con regalos, que para azerlos ijos
de su predicación era necesario tratarlos como si fueran ijos de su naturale-
za. Ivan conociendo los Indios que estos Religiosos no eran como los demás
Españoles, a quienes aborrecían de todo coraçón, porque les quitaban las mu-
geres, la azienda, sus comidas i ropa, i siempre les vían erir, açotar, prender, i
quitar la vida, sin más ocasión que mala voluntad, ni más motivo que codicia
8
.
También se puede comprender que la prisa del padre Juan Ramírez por llegar y ocupar
un lugar, concretamente el de Huamachuco, podría ser para adquirir derechos sobre
otros religiosos, a pesar de que la legislación fue variando. Y así tenemos para este
tiempo que tratamos, que:
8
Calancha, 1976, t. III: 865; CODOINAMO, 1865, t. III: 11-12; Uyarra, 1992: 165.
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Por una Real Cédula el príncipe don Felipe (II) mandó que los religiosos podían
hacer casas en pueblos de indios con el parecer del obispo. Valladolid, 3-IX-1543
(Encinas, 1596, t. I: 142).
Posteriormente Felipe II ordenó al Virrey que no se hiciesen monasterios sin su
licencia. Valladolid, 5-VII-1559 (Encinas, 1596, t. I: 147).
Esta cédula estuvo motivada porque
Agustín Arias Canonigo de la yglesia Catedral de essa ciudad de los Reyes,
en nombre del muy reuerendo in Christo padre don fray Geronymo de Loaysa
Arçobispo della, me ha hecho relacion que en muchas partes del dicho Arço-
bispado algunos Religiosos de su propria autoridad, auian fundado y fundauan
en los pueblos de los Indios muchos monesterios demasiadamente grandes,
para en los lugares donde se hazian, e con edicios costosos para solos dos
frayles que auian de residir en cada vno dellos, los quales los hazian los Indios
a costa de su trabajo y hazienda, y que muchas vez es acaecía antes de ser aca-
bados, y otros después de serlo, por causas bien liuianas mudarse los dichos
Religiosos de los dichos monesterios, y hazer otros en otras partes.
Y también Felipe II ordenó a las justicias del Perú que no consintiesen a los re-
ligiosos de la Santísima Trinidad y otros religiosos edicar monasterios, salvo a
los de las órdenes de Santo Domingo, San Francisco y San Agustín. Toledo, 11-
XII-1560 (Encinas, 1596, t. I: 151-152).
Incluso, previo a la partida de la primera barcada, los agustinos llevaban al Perú
un buen apoyo legal que respaldaría su primera expansión:
Real Cédula al Presidente y oidores de la Audiencia de Lima para que se infor-
men en qué lugares de Perú hay necesidad de construir monasterios de frailes
agustinos. Valladolid, 23-III-1550
9
.
También se les concedió merced de doscientos pesos a los monasterios de agusti-
nos de Perú. Valladolid, 15-XI-1557
10
.
Posteriormente Felipe II ordenó a los ociales para que, en atención a la labor que
realizaban los agustinos en el Perú, se alargase el tiempo de la merced que tenían
concedida por ocho años, según la petición que había hecho el padre Pedro de
Cepeda de la Orden de San Agustín, en nombre de los monasterios de su orden
en Perú. La petición consistía en dar vino para celebrar las misas y aceite para
que ardiese una lámpara a cada monasterio, ahora por seis años más. Valladolid,
22-XI-1557
11
.
El convento agustino que surge en el valle de Pacasmayo está estrechamente unido a
la imagen de la Virgen. De alguna forma, sigue en paralelo la trayectoria del cenobio
extremeño y, al parecer, quisieron los agustinos que así fuese: llegada de la imagen
9
AGI, Lima, 566, L. 6, f. 236r.
10
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 293v-294r.
11
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 295v-296r.
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La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
como si fuera la invención; construcción de varias ermitas que van creciendo como la
devoción a esa nueva Santa María de Guadalupe; edicación de un gran santuario; el
adorno del claustro con los milagros de la Virgen; el ser una talla, pero que deciden
transformarla en imagen de vestir; aparición de un conjunto de casas que evolucionan
a núcleo urbano. Incluso llega el padre Calancha a hacer un cálculo sorprendente:
[…] i de aquella primera i milagrosa casa de la Virgen santísima de Guadalu-
pe, que abitan los Frayles Gerónimos [hay], la longitud de nueve meridianos,
i de aquella casa de Guadalupe que está en treynta i nueve grados al Trópico
de Cáncer, a ésta del Perú ay por agua i tierra medidas por el ayre, mil y
seyscientas y quarenta y cinco leguas; amanece i sale el Sol en aquella casa
primero que es este santuario cinco oras y 40 minutos según doctrina del
Maestro Çamorano en el libro tercero, capítulo sesenta i dos […] El Padre
Josef de Acosta i Cortés dice que amanece seys oras i quarto, dos minutos más
o menos antes en España, i esto es lo más cierto, como dejo dicho en el tratado
de Lima (Calancha, 1977, t. IV: 1231-1232).
En resumen, bien se puede decir que la Virgen de Guadalupe llena, explica y justica,
desde sus comienzos hasta hoy, un nombre, un culto y una historia. Ella es el faro que
ha iluminado y lo sigue haciendo la vida de aquel valle y de sus gentes.
Es justamente el signo de la particularidad del pueblo de Guadalupe, de su
región, de su gente y sobre todo de su historia. Su ubicación ha sido siempre
estratégica: hoy ha quedado en el borde de dos departamentos: La Libertad y
Lambayeque, perteneciendo jurisdiccionalmente a la primera pero con todos
sus vínculos humanos-económicos establecidos hacia la segunda. Ayer Gua-
dalupe fue levantado aprovechando una zona agrícolamente muy rica; limita-
da al norte por el fértil valle del río Zaña, y al sur, por el aún más fértil valle
del Jequetepeque. Un espacio cuya vida se organizaba desde una Iglesia y un
Convento, el de Nuestra Señora de Guadalupe, viniendo a ser quizás el único
caso en el Perú, en que una orden religiosa, establecida en el siglo XVI y fuera
de los términos de una ciudad, controlara no una hacienda sino un conjunto
de propiedades expandidas a lo largo de la región y explotadas en benecio
del Convento
12
. Guadalupe fue pueblo porque se construyó una Iglesia; al
mejor estilo de los conventos europeos, la gente se asentó a su alrededor y
vivió (vive) al compás de sus avatares. Quizás también por eso, la vitalidad,
problemática muchas veces, de su historia (Aldana, et al., 2003: 3).
La presencia de la Virgen de Guadalupe
La imagen de la Virgen de Guadalupe llega al valle de Pacasmayo como fruto de
una promesa hecha en un momento crítico. La fuente es el padre Antonio de la Ca-
lancha. Muy brevemente resumiremos el hecho, que luego explicamos por primera
vez, según la documentación (Calancha, 1977, t. IV: 1250-1258; Mendiburu, 1933,
t. VI: 434-436).
12
Burga, 1976.
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Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
El capitán don Francisco Pérez de Lezcano era un sevillano de origen vasco ancado
en Trujillo del Perú, donde obtuvo tierras, solares para una venta y benecios, en re-
compensa por los servicios prestados, junto con su padre, a don Francisco Pizarro en
las guerras civiles. Se casó con doña Luisa de Mendoza y tuvieron una hija, doña Gra-
ciana de Mendoza y Lezcano, casada con un caballero de Trujillo de Extremadura. La
familia disfrutaba de un buen nivel económico por la posesión de una encomienda en
Chérrepe, y otros recursos otorgados por el virrey Marqués de Cañete, por su lealtad al
monarca en las pasadas guerras. Surgió profunda aversión con su antiguo compañero
en las campañas militares, don Pedro Pacheco Benel —según Ricardo Palma—, ahora
corregidor de Trujillo. Se desconoce el origen de ese enfrentamiento. Lo apuntado por
Palma, como veremos líneas abajo, no es verídico.
Un día aparecieron clavados en las puertas de casas principales de la ciudad unos
pasquines ofensivos sobre ciertas personas —Ricardo Palma recoge algunos—. El co-
rregidor y los alcaldes hicieron pesquisas porque volvieron a aparecer los pasquines,
y por la débil descripción de dos testigos que armaron ver una sombra tapada que
se asemejaba a la gura del capitán, se le acusó. Se prendió al capitán. Se instruyó un
proceso sin pruebas, con miedo del juez y sin respeto a la ley, declarando al acusado
culpable y condenándolo a muerte pública. Aunque el capitán apeló la sentencia, no
fue atendida por las presiones de los personajes cuyos nombres habían aparecido en
los pasquines.
La víspera de la ejecución, don Francisco Pérez de Lezcano invocó, desde el fondo
de su alma, a la Virgen
13
para que le asistiera en el ya inminente n, haciendo voto
de viajar a España y traer su imagen al Perú, ofreciéndola a los agustinos para que
ordenaran su veneración y su culto. Horas antes del amanecer, un platero sorprendió a
un clérigo secular que clavaba un pasquín en la puerta de su taller donde estaba traba-
jando. El malhechor fue detenido, y por estar relacionada externamente su acción con
la que había ocasionado la sentencia que se ejecutaría pocas horas después, esta fue
suspendida. El clérigo confesó ser el autor de los pasquines (Palma, 1964: 151-156).
En pocos días don Francisco Pérez se dispuso a viajar a España a cumplir su prome-
sa. En Guadalupe, volvió a dar gracias a la Virgen y solicitó permiso a la comunidad
de monjes jerónimos para hacer una copia, la cual salió tan perfecta que no querían
permitir que se la llevase, teniendo que intervenir el Nuncio en la corte de Madrid.
Muy bien preparada en un arca, la imagen viajó sin problemas al Perú. Luego, el arca
fue acarreada por mulas, teniendo una travesía feliz cruzando ríos y montañas, con
extrañeza por parte de los arrieros del contenido, hasta que llegó a su destino. Dice el
cronista Calancha que esto sucedía en 1562.
Ignoramos la relación del capitán y su familia con los agustinos. Siendo vecino de
Trujillo y teniendo los religiosos en el centro de la ciudad el importante convento de
San Agustín que se había fundado recientemente el 25 de octubre de 1558, la familia
Pérez Lozano de Mendoza debió de tener contactos con los nuevos frailes y decidir
que fuese a los agustinos a quienes se ofreciera la custodia de la Virgen. En vistas del
13
No sabemos por qué, pero en Sevilla siempre hubo gran devoción a la Virgen de Guadalupe, aunque
Ricardo Palma lo hace extremeño.
1919
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
desarrollo que había adquirido la orden por todo el Perú en solo nueve años de presen-
cia agustina, durante la celebración del cuarto capítulo provincial (1560) se decidió
dividir el territorio en tres asistencias o colonias para mejor coordinar la actividad
misional, colocando las sedes en los tres grandes conventos con sus correspondien-
tes visitadores de esos distritos, que también eran casas de formación —noviciado
y estudios— de los futuros religiosos: Trujillo (norte), Lima (centro) y Cuzco (sur).
(Calancha, 1976, t. III: 1056)
«La visita de Trugillo, començava desde Santa, i corría toda la tierra a Levante i Lay-
mebanba, Chachapoyas, Guamachuco i Conchucos». (Calancha, 1976, t. III: 1056) El
Padre Villarejo, señala a: Huamachuco, Conchucos, Laymebanba, Huambos y Gua-
dalupe. (Villarejo, 1965: 50) Los primeros visitadores nombrados fueron: «de Lima
al Padre Fr. Juan de Bibero, de Truxillo al Padre Fr. Antonio Loçano, del Cuzco a
Nuestro Padre Fr. Andrés de Ortega, los quales juntamente eran Priores de los dichos
Conventos». (Torres, 1974, t. III: 882)
Sobre la relación que hace el padre Calancha y Ricardo Palma, hay que poner los
datos que ofrece el Archivo General de Indias y tratar de reajustar los hechos. Cree-
mos que es más adecuado poner el enunciado de los documentos y, a continuación,
la explicación que creemos más verosímil. En primer lugar, hay que jar el año 1557
como fecha clave porque explica todo, con la aportación de la nueva documentación:
Real Cédula del rey concediendo a Francisco Pérez de Lezcano licencia para
pasar a Indias un arnés con sus piezas cumplidas, un par de arcabuces y media
docena de lanzas, seis espadas, seis partesanas, dos adargas, una cota y unas co-
racinas. Valladolid, 12-III-1557
14
.
A pesar de no ejercer ya la vida militar activa, sin embargo, vemos que quería dis-
poner de un pequeño armamento, incluso que pudiera servir de modelo a los arte-
sanos de Trujillo. Es raro que no se hable del arca/cajón preparado especialmente
donde llevaba la imagen de la Virgen. Si la talla de la imagen reprodujo el original
—59 cms. y casi 4 kgs.—, al ser de dimensiones reducidas la pudo transportar sin
dicultad y sin declarar su contenido, pudiendo llevarla como efecto personal, en
este caso, como imagen de devoción particular.
Nota de despacho de exención de almojarifazgo de 1000 pesos de oro a Francisco
Pérez de Lezcano, que va a Perú. Valladolid, 12-III-1557
15
.
Esto signica que obtuvo una reducción signicativa del impuesto aduanero que,
para el caso del Nuevo Mundo, era una alcabala de tipo marítimo por los bienes
que se sacaban para las Indias.
Real Cédula del rey a Francisco Pérez de Lezcano, vecino de Trujillo, para que se
le guarde y cumpla la merced que tiene concedida para la construcción y tenen-
cia de una venta y tierras en el valle de Pacasmayo, para el servicio de la misma
aunque no presentase la carta de conrmación de merced dentro del plazo de tres
años. Valladolid, 2-IV-1557. (Burón, 1978: 271-272)
14
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 238r-238v.
15
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 238v.
2020
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
En principio se le concedió propiedad en Chérrepe como feudatario y luego un re-
partimiento como señor de Pacasmayo, debiendo apelar al rey porque no se había
cumplido todo lo que se le debía como recompensa de las campañas militares.
Real Cédula a los ociales de la Casa de la Contratación, para que den licencia a
Francisco Pérez de Lezcano y a Íñigo López de Frías para pasar a Perú. Vallado-
lid, 18-VI-1557
16
.
Desconocemos quién fue don Íñigo López de Frías para que gure unido a don
Francisco Pérez de Lezcano. Pudo no tener nada que ver salvo que, administrati-
vamente, los ociales les pusieron juntos. Más llamativo es que en la licencia no
gure su mujer, y que las de esta y su hermano sean de fecha posterior, teniendo
en cuenta que en el caso de matrimonios siempre guraba la pareja.
Real Cédula del rey a la Audiencia de Lima para que se devuelvan sus indios y
granjerías, si es que se los hubiesen quitado, a Francisco Pérez de Lezcano, veci-
no de Trujillo (Perú), a quien el corregidor por perjudicarle lo mandó al Consejo
de Indias procesado y acusado por un alcalde de la ciudad; y que ahora vuelve a
Perú con su mujer. Valladolid, 6-VII-1557
17
.
El capitán vino a España —como acabamos de ver más arriba—, para que el
Consejo revisase la condena dictada por un alcalde al que el corregidor hizo caso
sin vericar las pruebas de la denuncia. Creemos que la condena a muerte que
arma Calancha es un asunto oscuro porque en otra documentación se habla de
ejecución, y de ser cierto se hubiese incurrido en un caso de obrepción al haber
sentenciado al supuesto culpable basándose en una información falsa. No obstan-
te, y quizás basados en Calancha, el padre San José habla que el gobernador «lo
condenó a muerte al capitán». (San José, 1743: 172) En el siglo XVIII surgió otro
litigio entre el obispado de Trujillo y los agustinos por la propiedad de la iglesia,
la imagen y el convento de Guadalupe, motivado por la aplicación de la antigua
Cédula Real de Felipe II (Madrid, 1 de diciembre de 1573), en la que ordenaba
«que se ponga en las presentaciones, que quitándose las Doctri nas a los Religio-
sos, queden los Monasterios para Parroquias»
18
.
Haciéndose la historia de don Francisco Pérez de Lezcano, como donante, se
insiste en que el corregidor y las justicias «se le puso preso, se le siguió la causa,
y sentenciado a penal capital» (Burón, 1978: 273). No muchos años después de
los sucesos, Reginaldo de Lizárraga dice que «Francisco de Lezcano (a quien el
marqués de Cañete, de buena memoria, por ciertos indicios desterró a España)»
(Lizárraga, l. I, cap. V). Todo eso hace que Vargas Ugarte también ponga en duda
lo de la condena a muerte cuando dice: «e nos hace difícil creer pudiese, sin ge-
neral protesta, llevar a tal extremo las cosas» (Vargas, 1956, t. II: 100).
Al estar encausado, era fácil que se le hubiesen incautado sus propiedades, al
menos cautelarmente, hasta el fallo del tribunal del Consejo de Indias. Después de
16
AGI, Indiferente, 1965, L. 13, f. 368.
17
AGI, Lima, 567, L.8, f.270r-270v.
18
Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, I, XV, 26.
2121
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
solucionar sus problemas con la justicia, sería cuando se trasladase a Guadalupe
para dar a gracias a la Virgen, cumplir su voto y obtener licencia para sacar una
copia de la imagen.
Real Cédula a los ociales de la Casa de la Contratación para que den licencia a
Juan de Vargas para pasar temporalmente a Perú, para acompañar a su hermana
Juana de Vargas durante la ausencia de su marido, Francisco Pérez de Lezcano.
Valladolid, 6-VII-1557
19
.
Probablemente el acompañamiento a su hermana —no olvidemos que en todos
los lugares de esta documentación consta que se llama Luisa—, era porque no
viajaría con ellos al Perú don Francisco, ya que se debía quedar en España para
terminar el tema judicial y, tal vez, recoger la imagen, solucionando el problema
surgido con los monjes de Guadalupe. Luego se casó, como se dice más abajo.
Real Cédula del rey concediendo licencia a Francisco Pérez de Lezcano para que pue-
da pasar al Perú hasta 500 ducados de oro en joyas de oro labrado para el servicio de
su persona y de su mujer pagando los derechos establecidos. Valladolid, 6-VII-1557
20
.
El desahogo económico del capitán es evidente, como se comprueba con el si-
guiente documento:
Real Cédula concediendo licencia a Francisco Pérez de Lezcano para pasar a
Indias una esclava negra. Valladolid, 6-VII-1557
21
.
En el texto pone esclava negra, pero en nota marginal dice el documento un esclavo.
Real Cédula del rey concediendo licencia de prórroga por un año más para volver
al Perú y presentarse en la Audiencia de Lima a Francisco Pérez de Lezcano que
fue a España a seguir pleito por libelo infamatorio y que se ha casado en Madrid.
Valladolid, 12-XI-1557
22
.
Importante documento porque prueba el problema penal surgido en Trujillo con
el corregidor, y espera conseguir la absolución del mismo, poder presentarse ante
la sociedad trujillana con el honor recuperado, y seguir con su familia y en pose-
sión de sus bienes. Otro tema importante es el del matrimonio, es decir, que doña
Luisa [Juana] no vivía en el Perú y, por lo tanto, echa por tierra la tesis de Ricardo
Palma de que el odio del corregidor se había producido en Trujillo por el interés
de ambos caballeros hacia la misma joven. Esta cédula conrma que no volvió a
Perú con su mujer y, por eso, la acompañó su hermano, lo que signica que hasta
nales de 1558 o 1559 no regresó el capitán al Perú.
Información de los méritos y servicios de Miguel Pérez de Villafranca y Francis-
co Pérez de Lezcano, su hijo, conquistadores y pobladores que fueron de Perú con
don Francisco Pizarro. Varios documentos, 1569, 1583 y 1584
23
.
19
AGI, Indiferente, 1965, L.13, f.375r-375v.
20
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 269v-270r.
21
AGI, Indiferente, 425, L. 23, f. 295r (1).
22
AGI, Lima, 567, L. 8, f. 291r-291v.
23
AGI, Patronato, 97a, R. 4.
2222
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
Documentos unidos al siguiente donde se cuentan los méritos contraídos por el
padre y el hijo en las campañas militares del Perú, junto a Pizarro, y la lealtad
mostrada a favor del rey.
Real provisión a Diego de Ayala, archivero de Simancas, para que envíe al Con-
sejo de Indias ciertos documentos de Francisco Pérez de Lezcano que solicita su
viuda. Madrid, 5-XII-1583
24
.
Doña Luisa de Mendoza, ya viuda de don Francisco Pérez de Lezcano, reclamó dona-
ciones por doña Graciana de Lezcano, su hija legítima, casada con don Diego García
de Chaves, caballero de Trujillo de Extremadura, que habían sido prometidas a su
difunto marido, por no estar graticado con los indios que le dieron conforme a la
calidad de su persona y a los servicios prestados. Este asunto fue raticado el 27 de
septiembre de 1584 armando que se cumpliese con doña Graciana, su hija legítima,
etc. Debemos dejar apuntado que en diversas páginas de genealogía aparecen datos
distintos; por ejemplo, se cita a otros dos hijos: Juan, muerto niño, y María
25
. No po-
demos decir más porque en la documentación citada del Archivo de Indias no hemos
encontrado nada.
Una vez que don Francisco Pérez de Lezcano llegó con la imagen hasta las tierras
de su dominio —según el cronista Bernardo de Torres, en 1562—, lo primero que
hizo en terrenos de su propiedad fue construir una capilla pequeña y sencilla para
instalar la imagen, mientras que se solucionaba el tema de la custodia de la Virgen
con los agustinos. Ignoramos cómo fue la elección de estos religiosos para el culto
de la Virgen, pero probablemente debió ser por contactos hechos con la comunidad
recientemente instalada en Trujillo y el importante convento que se construía como ya
hemos indicado. Según el mismo cronista, debía conocerlos desde su llegada porque
asegura que cuando en la cárcel hizo el voto de traer la imagen, «le edicaría casa, y
templo en el valle de Pacasmayo, y encargaría su culto a la Religión de San Agustín,
para que fuese dignamente servida y venerada en el Perú». No cabe duda de que esta
armación es para cortar en el futuro discusiones sobre los derechos de custodios de
la Virgen (Torres, 1974, t. III: 889).
El prior y el provincial agustinos aceptaron la propuesta de la obra pía que les hizo
don Francisco Pérez de Lezcano consistente en mantener la custodia de la imagen,
extender la devoción y mantener su culto. Como contrapartida les ofrecía terreno para
hacer un templo denitivo y heredades para sustento de los religiosos y pensión para
los gastos del culto.
24
AGI, Indiferente, 426, L. 27, f. 67v-68r.
25
Genealogía de Miguel Pérez de Villafranca: Disponible https://gw.geneanet.org/aanitadelbosque?
lang=en&pz=felipe+saul&nz=galavis+gueroa&p=miguel&n=perez+de+villafranca+lezcano+ con-
quistador+de+peru (Consulta: 3-2021); Genealogía de Francisco Pérez de Lezcano y Mendoza:
Disponible https://gw.geneanet.org/aanitadelbosque?lang=en&pz=felipe+saul&nz=galavis+gueroa
&p=francisco&n=perez+de+lezcano+y+mendoza+conquistador+capitan+primer+encomendero
+de+namor+fundador+de+guadalupe+peru+hasta+1611 (Consulta: 3-2021). Genealogía de Francis-
co Pérez de Lezcano y Mendoza: Disponible https://es.rodovid.org/wk/Persona:298567 (Consulta:
3-2021); https://es.rodovid.org/wk/Familia:71777 (Consulta: 3-2021).
2323
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
Se escogió el cerro próximo de Namul para levantar el templo denitivo que, estando
en el valle, gozaba de buenas vistas: era Anlape o pueblo viejo. Cuando en febrero
de 1619 un fuerte terremoto sacudió a toda la región de Trujillo, también arruinó este
templo sin afectar a la imagen de la Virgen. Por ser aquel sitio excesivamente caluro-
so, el prior padre Hernando de la Barrera se animó a buscar un tercer lugar para cons-
truir el nuevo templo. Lo eligió a un cuarto de legua, edicándose con tal rapidez que
el día de San Matías —entonces, 24 de febrero—, ya se celebró misa en el altar de la
capilla de la Virgen. Luego, se completó con la construcción de la iglesia, el convento
y un albergue de peregrinos, resultando todo aquel santuario un conjunto de catego-
ría, especialmente el templo y la sacristía. Para hacer frente a los gastos contaron los
agustinos con las limosnas de muchos devotos. La obra estuvo bajo la dirección del
arquitecto mulato Blas de Orellana:
Començavase a edicar el Templo i Convento desta soberana Señora i ofre-
ciose un gran devoto suyo llamado Juan Sánchez, a pedir por las sierras i
contornos de Chachapoyas limosnas para los edicios; diéronle copiosas
ofrendas, unos en monedas, otros en ganados i preseas, i todos en deseos de
acabar el santuario […]
i el estar aquel Convento solo, en los campos, sin tráfago de la Ciudad, confu-
siones de Corte, ni ruidos de multitud, dava a la casa circunstancias de yermo
i condiciones de cielo
26
.
En las llamadas casas grandes de las capitales y algunas ciudades principales de la
colonia las diferentes órdenes adornaron las paredes del claustro principal o procesio-
nal con grandes lienzos que, generalmente, reproducían la vida del fundador, como se
puede seguir admirando en la actualidad. En el caso del convento de Pacasmayo, los
priores agustinos de la construcción —padres Francisco de Castro y Hernando Mal-
donado—, decidieron poner en cuadros grandes los milagros más celebrados que la
Virgen había obrado, que era lo que los monjes jerónimos habían hecho en el monas-
terio español de Guadalupe, y como «claustro de los milagros» se conoce (Calancha,
1977, t. IV: 1270-1273; Ruiz, 1990: 148-159).
El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1563, los agustinos recibieron la
donación de la imagen y tomaron posesión de la segunda iglesia donde estaba. En
nombre del superior provincial, padre Pedro de Cepeda, estuvieron presentes el prior
de Trujillo, fray Juan de San Pedro, acompañado de los religiosos que formaron la pri-
mera comunidad, que fueron los padres Luis López de Solís (luego obispo), Baltasar
Mejía, Alonso de Antequera, Jerónimo de Escobar (luego obispo), Diego de la Serna
y Jerónimo Gabarrete (Calancha, 1977, t. IV: 1264; Torres, 1974, t. III: 889).
Poco tiempo después de hacer la imagen El Primer Milagro comenzaron los proble-
mas con el clero secular de alrededor porque, rápidamente, pensaron con criterios
económicos el posible caudal de limosnas que podría llegar a sus respectivos templos,
además de la honra de tener esa imagen. Un día llegaron tres curas armados de los
pueblos de Mocupe, San Pedro de Lloc y Chérrepe, que tampoco estaban de acuerdo
entre sí, pero acordaron defender que la imagen fuese a la catedral de Trujillo, siendo
26
Calancha, 1977, t. IV: 1298 y 1281-1282; cfr. 1317; Lostaunau, 1984a y b; Aldana, ms., ff. 67-68 y 71.
2424
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
calmados por fray Luis López. Para agudizar más el problema, estaba abierto un eno-
joso pleito contra el arzobispo y la vicaría de Trujillo en la Real Audiencia de Lima
por el mismo asunto de la posesión de la imagen, que duraba ya dos años (1563-1565).
Cuando el padre provincial pensaba renunciar a la posesión de la imagen a favor del
arzobispo, sucedió la intervención milagrosa de la Virgen, escuchando las oraciones
de los religiosos y cambiando la postura del prelado a favor de los agustinos. A esto se
unió como n la gran tempestad que sufrió don Francisco de Toledo cuando regresaba
de España, y que por un agustino que viajaba suplicó que se encomendase a nuestra
Madre de Dios de Guadalupe de Pacasmayo, y así lo hizo. El viaje terminó felizmente
y el virrey fue a cumplir su promesa agradeciendo el favor recibido por toda la ota.
Fue generoso en limosnas, personalmente y en nombre del rey, haciendo donación de
cinco pueblos —San Pedro de Lloc, Jequetepeque, Chérrepe o Pueblo Nuevo, Mocu-
pe y Chepén—, entregando las doctrinas a los agustinos, dotando a cantores de esos
lugares para el culto del santuario y ordenando a los clérigos pendencieros que salie-
sen de esos pueblos (Calancha, 1977, t. IV: 1268-1269, 1276-1278 y 1366; Burón,
1978: 211-280; Aldana, 2006).
Es importante tener en cuenta la información que facilita el padre Calancha diciendo
que Pacasmayo y todos los demás lugares de la tierra de Trujillo, que habitaban los
Chimos y ese nombre le daban los naturales, era un pueblo donde vivían multitud de
demonios con los que trataban libremente y tenían una gran huaca —Sian, Templo de
la Luna—, coincidiendo con el lugar donde está situado el pueblo de Guadalupe. Con
la presencia de la imagen, los demonios huyeron. Este es un tema importante al que
luego volveremos al analizar el relato de los milagros (Calancha, 1977, t. IV: 1226 y
1258-1269).
Se confunde el gran cronista Calancha cuando habla de la entrega con que sirvieron a
la Virgen el matrimonio de don Francisco y doña Luisa siendo jornaleros de la divina
Señora; y luego el capitán, estando viudo, pasó a ser tributario, sacristán y mayordo-
mo. Por los documentos adjuntados del Archivo de Indias se habla bien claro que doña
Luisa de Mendoza era viuda del capitán don Francisco Pérez de Lezcano
27
.
Para nalizar este apartado hay que hablar de la imagen. La original que trajo don
Francisco Pérez de Lezcano desapareció unos decenios después, destruida por la car-
coma como cuenta el propio Calancha y se hizo una diferente:
Los que oy vieren la milagrosa Imagen i santo bulto de la Madre de Dios
de nuestro Guadalupe, i uvieren visto la que está en España, dirán que no
es retrato parecido porque se diferencian en el vestuario i en la disposición
del niño; i arguirán, que si éste oy se venera es el que trajo de Estremadura
el Capitán Lezcano, ni fue trasunto del otro, ni se copió del nativo original.
Sépase pues la causa, i sabrase la ocasión, pasados treinta años después que
el bulto se trajo de España se comió de carcoma; que como la madera fue mal
beneciada llegó a desazerse. Encerró el Prior el bulto en un arco del altar
mayor, i puso en su lugar el que oy está (Calancha, 1977, t. IV: 1319).
27
Calancha, 1977, t. IV: 1269-1270; AGI, Indiferente, 426, L. 27, f. 67v-68r.
2525
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
Puesto que el padre Calancha era contemporáneo de los hechos que cuenta y tenía
información de primera mano, sería una magníca ocasión intentar vericar lo que
arma. Para ello, las actuales autoridades eclesiásticas y la municipalidad deberían
buscar a expertos que hiciesen algunas prospecciones para tratar de localizar los restos
de aquella primera y auténtica imagen de la Virgen de Guadalupe que trajo de España
el capitán Pérez de Lezcano. El área de la búsqueda es bastante delimitado.
Sin poder precisar fechas y motivos nos encontramos en el Santuario de Guadalupe
con dos imágenes talladas en madera de cedro y policromadas —que habitualmente
están vestidas—, sin conocer su autoría (Estabridis, 2019: 66-70 y 70-73). El único
dato que hemos visto es el del inventario del Proyecto de Identicación e Inventario
que hemos citado y recogido en la bibliografía. La parte de la catalogación de los
bienes muebles está realizada por la perito en obras de arte Amelia Castillo Saavedra
y dice:
«Nº: GU 069; Código: 2.1-011; Objeto; Título: Virgen de Guadalupe; Tipo de
objeto: Escultura; Época: Tercio f. S. XVI; Material Madera».
«Nº: GU 075; Código: 2.1-017; Objeto; Título: Virgen de Guadalupe; Tipo de
objeto: Escultura; Época: 1560-1570; Material Madera» (Aldana, et al., 2003:
128).
Por la datación vemos que son imágenes muy próximas en su origen, y surge la pre-
gunta (conociendo lo que acabamos de leer que cuenta el padre Calancha): ¿Una de
esas imágenes es la que dice el cronista agustino que sustituyó a la copia que trajo
el capitán Francisco Pérez de Lezcano, y que él conoció? ¿Quién y por qué se hizo
la otra imagen? ¿La comunidad agustina fue fruto de una promesa y la entregó al
santuario para veneración de los devotos? En 1826 o 1828 un incendio, al parecer
intencionado, destruyó el retablo mayor sin afectar a la imagen.
De las dos imágenes, una es más pequeña y algo más antigua, es la que se conoce con
el nombre de «La Chapetona». Con este nombre, durante la Colonia y luego en las
guerras de independencia del continente suramericano, se designaba a la persona de
procedencia europea que había llegado recientemente a América, especialmente des-
de España. Desconocemos si esa imagen es de origen español para haberle asignado
ese sobrenombre. En la actualidad se encuentra en una capilla discreta situada entre
la sacristía y el presbiterio. La otra imagen que llaman «La Perfecta», situada en el
retablo principal de la capilla mayor, es la que recibe el culto y la que procesiona por
las calles de la ciudad. Al parecer, fue encargo de los agustinos a un artista de la zona
y realizada después del gran terremoto de 1619 (Rosas, 2019: 230; García, 1993: 374).
El sobrenombre de «Perfecta» puede hacer relación a todos los símbolos que integra
en su colocación que ahora analizamos. Esta imagen de «La Perfecta» fue la coronada
canónicamente el 24 de octubre de 1954 (Aguilar, 1954; Ceguco, 2015).
Una pieza que creemos muy importante desde el punto de vista simbólico, por los
componentes que la integran, es el pedestal de plata sobre el que se coloca a «La
Perfecta». A falta de documentación probatoria creemos que merece la pena apuntar
una posible interpretación de ese conjunto de elementos. Desde la parte superior, la
imagen se pone sobre una peana delgada en cuya parte frontal lleva una media luna
2626
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
pequeña que en su centro tiene labrado un ángel —¿querubín?— conriendo evidente
sentido cristiano al conjunto, que creemos fue la pieza original, y es el modelo que
conecta directamente con el pasaje de la mujer del Apocalipsis (12,1).
Siguiendo hacia la parte inferior, se le añadió un segundo cuerpo grande compuesto
por una bola del mundo, en cuya parte frontal lleva una media luna mucho mayor
que la superior y, en la parte central tiene labrada en horizontal, con buen relieve,
una cabeza/rostro de indio mirando hacia la imagen. Verosímilmente, representaría el
culto andino de los antiguos nativos del valle de Pacasmayo a la «Mama Quilla o Ma-
maquilla» —Madre Luna—, ha quedado integrado y asimilado en el cristiano. Todo
lo dicho termina descansando sobre una peana con una hendidura central acusada
dándole a la pieza, bastante ornamentada, una vista elegante. En la cara central tiene
un corazón grande, con dos ángeles de cuerpo entero a los lados con sendos turíbulos
en las manos que lo inciensan, y otros dos ángeles solo las cabezas y las alas abiertas
como el de la media luna pequeña —posibles querubines simbolizando el amor—, y
que si esta pieza hubiese sido un elemento separado al conjunto de la obra podría tener
otra nota añadida en la explicación.
Cabría pensar que, al no formar estos elementos parte de la escultura sino que fueron
añadidos posteriormente, se haría con la intención de reforzar el factor sincrético ya
aludido y creando un modelo religioso propio en aquel valle. Buscando esa relación se
podría decir que la evangelización presentaba a la Virgen como una mujer que supera,
pero asume, a la luna que tiene a sus pies:
Se erige sobre un mundo de plata pero a diferencia con las españolas, esta
imagen cuenta con dos medias lunas; una más grande y otra más pequeña.
Quizás por eso, le dieron el nombre aunque no hay ninguna tradición que
explique por qué están esas dos lunas (Aldana, ms., f. 69).
El culto y los milagros
La difusión de la devoción a la Virgen de Guadalupe, primero en el naciente pueblo
homónimo y después por todo el norte del Perú, estuvo directamente unida a la inme-
diata acción pastoral de la comunidad agustina, para quien el objetivo primario de su
acción evangelizadora y catequética estaba centrada en el culto a ella. Como madre de
todos, en su capilla del santuario esperaba las peticiones de sus hijos para socorrerlos
en sus necesidades.
Los agustinos acogieron con enorme entusiasmo la imagen de la Virgen de Guadalupe
y se entregaron con amor a su culto y apostolado por lo que signicaba tener en tierras
peruanas un santuario mariano, el primero de los que luego tuvo:
Es muy de advertir, y no carece de gran misterio, que por los mismos tiempos
que aquella maldita Isabela, Reina de Inglaterra, destruía las imágenes, por
el mismo año se vieron grandísimos milagros de imágenes en Europa y en el
Perú. Acá, en las de nuestra Señora de Guadalupe, en el valle de Pacasmayo,
que comenzó a hacer los grandes milagros (que en el primer tomo referimos)
el año de 1567. En el de nuestra Señora de Copacavana, por el año ochenta y
2727
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
tres; en la de Pucarani, el año de noventa y dos: todas tres dadas del cielo a
la Orden de San Agustín (Calancha, 1972, t, I: 223).
El mismo Calancha comprendió la importancia de la Virgen —milagros, devoción y
culto—, ya que decidió modicar un poco la redacción de la Crónica que escribía para
tratar la historia con mayor entidad:
[…] i porque su fundación [el santuario] tiene miraculosos principios, i la
Virgen a echo trasordinarios milagros, aviendo de tratar de los Dioses, ritos
i antiguos señores de aquellos valles de que tampoco an escrito los Autores,
i tanto me an costado las noticias, pide escrevir de espacio [sic, despacio], i
descansar acabado este libro, para començar con la Virgen Santísima (Calan-
cha, 1976, t. III: 1201).
En la medida que comenzaron a conocerse los favores hechos a tal y tal persona,
publicados por los religiosos y por los propios protagonistas que habían recibido los
benecios, el culto se fue arraigando. La difusión oral de los milagros obrados era
el primer sistema de información, en parte comprensible por la inmensa alegría que
recibía el protagonista. Tenemos constancia de aquella lógica reacción espontánea en
los Evangelios donde, a pesar del silencio que imponía Jesús a los curados, inmedia-
tamente contaban el milagro obrado
28
.
La otra faceta de la difusión de los milagros obrados es que se ponía por escrito el
suceso, deposición que se hacía ante un religioso y el escribano, siendo raticado el
hecho por testigos que lo conrmaban. Este método fue utilizado en todos los san-
tuarios de la cristiandad dedicados a imágenes milagrosas de la Virgen desde la Edad
Media, lo que ha generado una inmensa literatura religiosa
29
.
En el caso que tratamos es el padre Calancha el que pone en su crónica una serie de
milagros. Sabemos que estuvo algún tiempo en el convento de Guadalupe y allí de-
bió tomar nota de ellos; fue prior de Trujillo entre 1618-1620 y secretario de aquella
provincia entre los años 1620-1622. Sin duda, es el agustino peruano más experto en
la recogida de información sobre milagros de los santuarios marianos de la orden. En
su extensa crónica incluye narración de milagros obrados por las Vírgenes de Copaca-
bana, Prado y Guadalupe. Estuvo relacionado personalmente con los tres conventos y
conoció los legajos o libros donde se fueron anotando las deposiciones de los testigos,
quienes contaron los favores recibidos del cielo por intercesión de la Virgen María a
través de esas tres imágenes.
Por la limitación del espacio del que disponemos en este trabajo, no podemos hacer
un análisis completo de los milagros de la Virgen de Guadalupe de Pacasmayo, pero
sí trataremos de ofrecer un planteamiento general del tema en espera de poder profun-
dizar en otra ocasión, para que se vaya uniendo a los muy estudiados de la Virgen de
Guadalupe de Extremadura (Campos, 2020: 15-55).
28
Evangelios: Mt 9,31; Mc 1,45; 5,20; Lc 5,25; 8, 39; Jn 9,25 y 30.
29
Montoya, 1981; Bayo, 2004: 849-871; Martín, 2003: 177-213; Díaz, 2005: 25-43; Cremoux, 2007, vol.
2: 99-112; Cremoux, 2007, vol. 2: 99-112; Rodríguez, 2008.
2828
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Leyendo la crónica vemos que una vez que se comenzaron a difundir los milagros
que hacía la Virgen en Pacasmayo, la auencia de peregrinos empezó a ser constante,
aumentaron los milagros, y ya solo era necesario saber aprovechar la situación de
tantos eles como se acercaban a recibir los sacramentos para desarrollar una buena
actividad de catequesis y tratar que profundizasen en su fe. Sin duda, en Guadalupe se
tuvieron en cuenta esas circunstancias. Durante algún tiempo fue casa de formación,
con noviciado y estudios, alcanzando la comunidad hasta cincuenta religiosos, aun-
que normalmente fueron veinte, aproximadamente, lo que signica que fue convento
importante, donde se llevaba una intensa vida pastoral atendiendo algunas doctrinas
(Uyarra, 1992: 174-175). Al estar situado en una zona un poco apartada, también era
convento para el retiro y la oración de algunos religiosos, y por algún dato de la cró-
nica de B. de Torres había una zona de ermitas para vivir más apartado. De hecho, al
hermano fray Diego Pecador se le conoció como el «ermitaño de Guadalupe», porque
vivía apartado de la comunidad, entregado a la oración y a la penitencia, pero hacien-
do obras de caridad por el pueblo con los productos de cultivaba en su huerto (Torres,
1974, t. III: 782-787).
Una vez establecida la comunidad religiosa y el culto a la Virgen comenzó la fama
de los portentos que hacía entre los devotos que acudían en busca de favores. Calan-
cha dice que auían eles en gran cantidad, llegando los devotos desde trescientas y
quinientas leguas: españoles, indios, mujeres, religiosos de otras órdenes, clérigos de
otros obispados… «unos ya sanos, que vienen a pagar su voto con limosnas i gratitud,
publicando su deuda, i otros [a] por salud llenos de conança, aclamando su piedad»
(Calancha, 1977, t. IV: 1271, cfr. p. 1364).
De los primeros milagros que sucedieron es el que describe Calancha con visión pro-
videncialista y mensaje moral en el que el mismo Dios salvó la imagen de un gran
incendio provocado por el demonio que devoró la segunda capilla de la Virgen y la
imagen salió milagrosamente de entre las llamas:
En el Demonio rebosava [llamas] de las que contra la Virgen fundía, i en
ornos de enbidia vertió a la tierra (en señal que se abrasava) fuego en la
Capilla, i començose a quemar; corrieron los Religiosos a sacar la joya
soberana, el fuego caminava a la puerta, los Religiosos no allavan salida,
i dispuso la turbación, o la Virgen, que por una ventana baja, o porteçuela
chica la pretendiesen sacar, salió con sus andas, que era a las Vísperas de
su esta principal a 7 de Decienbre, a vozes le pedían su defensa, i al punto
que salió se apagó aquel fuego, que como la ceguera del ciego de nacimiento
no la traçó Dios para castigo, sino para ostentar su poder. Tratan de que
entre la Virgen por donde salió, i ni la mitad de las andas podían caver, por-
que se achicó para salir, que es muy propio desta Emperatriz (i tal le fue de
bien) crecer más quando se tiene en menos, i engrandecerse quando quiere
achicarse, aclamaron la maravilla, i estendiose la voz (Calancha, 1977, t.
IV: 1270).
Ahora nos queda dar esa visión general apuntando las ideas principales. Como en las
narraciones de las otras vírgenes, el padre Calancha tomó información de los mila-
gros que en el Santuario de Guadalupe se habían ido poniendo por escrito. Conesa
2929
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
que, como la Virgen había obrado muchos, decidió hacer una selección de los que
creía más importantes, cuidando de recoger de varios tipos y personas para ser más
completo:
[…] como ya he dicho, no pongo aquí el gran número de milagros i maravillas
que a echo, sino las de mayor aplauso i más opinión, dejando los que a otras
imágenes izieran celebradas, i a nuestra Virgen de Guadalupe por ordinarios
no añaden grandeza, si bien le celebran mayor devoción (Calancha, 1977, t.
IV: 1288).
Haciendo una síntesis, y recordando que no se incluyeron en la crónica todos los que
tenían información, señalamos una muestra de milagros por temas, recordando que de
cada una de estas modalidades el padre Calancha recoge más de un caso. A continua-
ción de citar el tipo de milagro, señalamos entre paréntesis la página del tomo IV de la
Crónica donde se cuenta: resurrección de un muerto con testigos (p. 1274); se detiene
una fuerte borrasca marítima sin dañar a los pasajeros del barco (p. 1277); se rinden
sin violencia unos peligrosos indios salvajes (p. 1281); un enfermo recupera la carne,
los nervios y la masa muscular de la pierna que había perdido (p. 1285); conversión de
unos adúlteros (p. 1289); sale ileso de un accidente mortal despeñado desde la cumbre
de una montaña (p. 1291); queda libre de un ataque de enemigos más poderosos (p.
1295); conversión de un famoso hechicero (p. 1298); sale indemne de la mordedura de
una víbora venenosa (p. 1321); se espanta una mula con las bolsas de plata que lleva
un negociante de Saña para pagar en Trujillo, arrastrando al propietario y luego la
encuentra tranquila atada al borde del camino sin que falte nada del dinero (p. 1322);
cura a un escribano y a un portugués tullidos de piernas y manos; no mejora de con-
ducta el primero y lo castiga la Virgen recayendo en su mal anterior, mientras sana al
portugués (p. 1326); castigo a personas violentas contra inocentes que no temen a la
Virgen (p. 1345); una mujer poseída del demonio se ve liberada (p. 1347); un soldado
condenado a morir en la horca supera siete intentos de ejecución hasta que se rinde el
capitán que lo quería ejecutar (p. 1360).
El padre Calancha no fue copiando sin más los relatos que le interesaron, sino que lo
fue haciendo pensando, sobre todo, los detalles y lo que implicaban; en algún caso
uniendo ese milagro con hechos históricos conocidos:
Las vezes que he leído las certicaciones deste milagro, i e ponderado el true-
que desde mago echizero en siervo inocente de la Virgen, con aquel mago
encantador Judío, que vivía en Pafo llamado Barjesú, que siendo enemigo
de la ley Cristo, ocupava su ciencia, i gastava su poder en divertir [apartar]
de la Fe al Procónsul Sergio Paulo, a quien ivan reduciendo san Pablo y san
Bermabé, como se dice en los actos de los Apóstoles (Calancha, 1977, t. IV:
1315; cfr. Hch 13, 6-12).
La prueba de certeza que el padre Calancha quiere dar a los relatos de los milagros es
que, de alguna forma, están avalados en bastantes casos por citar nombre de los bene-
ciados y las fechas, lo que signica que así estaban recogidos en los legajos donde
se fueron escribiendo las deposiciones
30
. Y un aspecto muy importante es que la inter-
30
Calancha, 1977, t. IV: 1274, 1287, 1297, 1314… (testigos); 1279, 1300, 1358… (fechas).
3030
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vención de la Virgen que vieron los testigos era evidente porque en algunos casos oca-
sionó la conversión de algunos de los presentes (Calancha, 1977, t. IV: 1275, 1315).
Los peregrinos agradecidos entregaban limosnas y hacían encargos de ocios sagra-
dos por sus intenciones, especialmente novenarios, sin olvidar que el convento tuvo
inicialmente los terrenos que generosamente les dio el benefactor don Francisco Pérez
de Lezcano, y otras propiedades que han ido donando otros grandes devotos, entre
ellos, don Francisco Chepén, cacique del pueblo de Chepén. El incremento de ingre-
sos estuvo bien gestionado, no solamente en la construcción y adorno del santuario y
el resto de edicios, que resultó un conjunto importante, sino en ayudas de caridad a
los necesitados:
Reparte muchas limosnas entre año, teniendo por ley el consejo de san Pablo,
que den graciosamente, lo que recibieron de gracia, i así siendo mucho lo que
reciben de ricos, es al igual lo que distribuyen en pobres (Calancha, 1977, t.
IV: 1365-1366).
Tenemos un caso sorprendente a propósito de un texto sobre la caridad. Se trata de la
forma de entenderla y practicarla con los indios el padre fray Domingo de Guaycolea,
que había vivido en Guadalupe y fue muy devoto de la Virgen. Le pidió que a la hora
de la muerte le concediese tres días para organizar todas las cosas que tenía encomen-
dadas y recibir los sacramentos. Y lo obtuvo. Sufrió un grave accidente al despeñarse
en la montaña y sobrevivió esos tres días, estando en el convento de San Felipe de
Chusgón, pero los agustinos lo consideraron premio de la Virgen.
Cuenta Calancha que:
[…] no se limitaba su caridad a lo poco con que se socorre a un Indio, que a
todos los que pasavan les tenía ospedage, i a los pobres Chapetones i Religio-
sos de todas las Órdenes viandantes, sin pedirle los socorría, diciendo, que
no se a de aguardar a que pida el pobre, sino a que se columbre la necesidad,
que muchas veces su cortedad el enbaraça el ánimo a no pedir, i perderá el
limosnero la ocasión, si aguarda siempre a oír la necesidad (Calancha, 1977,
t. IV: 1341).
Puede sorprender, pero tenemos que a mediados del siglo XVI, Santo Tomás de Villa-
nueva, agustino y arzobispo de Valencia, dijese en un sermón sobre la caridad:
No esperéis a que el pobre se adelante a contaros sus necesidades y se
avergüence de no merecer, por avergonzarse, esta limosna que va a recibir.
Comprended al pobre y necesitado, y, como os hemos dicho, acogedlo con
amabilidad antes de que se apodere de él la vergüenza de pedir. No esperéis
a que os pida, a que insista, a que se ruborice, sino adelantaos vosotros
a comprender su indigencia y, saliéndole al paso, socorredlo. Bendito sea
Dios, que a vosotros os dio con qué poder ayudar a otros y a la vez salvar
vuestras almas
31
.
31
Conción 335, t. VIII/2-3, nº 17: 217.
3131
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
Junto al culto que los devotos daban continuamente a la Virgen, adquirían especial
relieve los actos celebrados durante el novenario de su esta principal el 8 de diciem-
bre. Y unir esa celebración mariana con la esta litúrgica de la Inmaculada Concep-
ción signica que hay un claro testimonio de manifestación inmaculista en el valle
de Pacasmayo en unas fechas muy tempranas, aspecto que conviene tener presente
para futuros estudios. Además, es sumamente interesante el relato que hace el padre
Calancha porque tenemos la prueba más antigua documentada de la romería que en
Guadalupe se hacía a su Virgen y patrona que, con cuatrocientos años de antigüedad,
se convierte en la primera del Perú. En noviembre de 2014 fue declarada Patrimonio
Cultural de la Nación
32
.
Así la describe el cronista agustino:
El día de su esta principal, que es a ocho de Diciembre, día en que canoniza
la Iglesia su concepción sin pecado original, i en plenitud de gracia, parece
que los devotos i reconocidos desta gran Señora van a reconocer el Templo
de su adoración… No todos los que quisieran pueden ir… i enbían en afectos
cordiales deseos amorosos i limosnas considerables. Júntanse en el pueblo de
Guadalupe (que tiene quatro o seys calles y docientas personas de todas suer-
tes) cinco i seys mil ánimas el día de su esta entre Indios, españoles i mesti-
zos, viniendo al Santuario de ciento i más leguas de distancia […] Ranchéanse
por el canpo, i forman las tiendas y pavellones una estendida población…
pererginos y devotos de la Madre de Dios la tierra de promisión, si terrena
milagrosa, donde unos vienen a reconocer los bienes que an recebido, i otros
a grangear la protección de la Virgen para lo que esperan recebir. Aze agra-
do a la vista la variedad de aduares en multitud de tiendas. La diversidad de
naciones labra ermosura en colores de trages; todos se agasajan i todos se co-
munican […] Los nueve días que dura la esta es glorioso el concurso, devoto
el festejo, i celebradísismo el novenario (Calancha, 1977, t. IV: 1362-1364).
A comienzos del siglo XVII, fray Diego de Ocaña, monje jerónimo del Monasterio de
Guadalupe de Extremadura recorrió el virreinato del Perú intentando hacer devotos
de aquella Virgen de España. Cuando visitó Pacasmayo se sorprendió del número los
peregrinos, la devoción y el culto que tenía la Virgen, y de las limosnas que obtenía.
Eso le animó a pintar imágenes de la Virgen de Guadalupe de España e entronizarla en
iglesias de religiosos fundando cofradías que mantuvieran la devoción y recolectasen
limosnas para su culto. Todo eso lo hacía en una gran esta para que los naturales de
la ciudad lo recordasen (Ocaña, 2010: 305-307; Campos, 2014: 87-93).
Conclusión
Basados en nueva documentación, hemos vuelto a la historia de la llegada de la Virgen
de Guadalupe al valle de Pacasmayo, cumpliendo la promesa que le hizo el capitán
don Francisco Pérez de Lezcano entregándola a los agustinos para que fuesen los
capellanes de la imagen y apóstoles de su culto. Pusieron amor y entrega porque fue
32
Resolución viceministerial Nº 127-2014-VMPCIC-MC, por la que se declara Patrimonio Cultural de la
Nación a la romería en honor a Nuestra Señora de Guadalupe. Lima 21-XI-2014.
3232
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
el primer santuario mariano que tuvo la orden en el Perú. Desde el santuario que
levantaron en su honor la Virgen derramó gracias y protección a las gentes de toda
la tierra de Trujillo donde se fue difundiendo su devoción por los favores que hacía
a todos los que acudían con fe a venerarla como madre. Y el padre Calancha recogió
en su crónica una buena colección de milagros que lo probaban. Muy interesante es
también el hecho de que el cronista agustino describa el novenario de celebraciones
que pronto se comenzaron a tener en torno al día de su esta principal, 8 de diciem-
bre. De esta forma, tenemos constancia documentada de cómo surgió la romería de
la Virgen.
Recordando la historia mariana de la Orden de San Agustín y la de las letras his-
pánicas, se puede decir que a la Virgen de Guadalupe le faltó tener, como tuvo
Nuestra Señora de Copacabana, su gran historia: un Alonso Ramos Gavilán que la
escribiese, un Fernando Valverde que la cantase, y un Calderón de la Barca que la
dramatizase. Los pueblos de Guadalupe y del valle de Pacasmayo la llevan en su
alma y celebran su esta con una romería muy signicativa, que es elemento del
Patrimonio Cultural del Perú.
Figura 1. Guadalupe (Pacasmayo), Santuario de Nuestra Señora
3333
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
Figura 2. Virgen de Guadalupe, “La Chapetona”
Figura 3. Virgen de Guadalupe “La Perfecta”
3434
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
Figura 4. Pedestal de la Virgen de Guadalupe, “La Perfecta”
Referencias
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Patronato, 97a, R. 4. Indiferente, 426, L. 27, f. 67v-68r
3535
La Virgen de Guadalupe y el santuario agustino del Perú. Origen y arraigo de una gran devoción en tierras de Trujillo
Resolución viceministerial 127-2014-VMPCIC-MC, por la que se declara
Patrimonio Cultural de la Nación a la Romería en honor a Nuestra Señora de
Guadalupe. Lima, 21-XI-2014.
Resolución Suprema 2900-72-ED sobre la Iglesia y antiguo convento Nuestra
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3636
Francisco Javier Campos y Fernández de SevillaRev Arch Gen Nac. 2022; 37: 11-38
p. 277; 1602 no se cita a la Provincia del Perú, pp. 285-296. 1608 aparece
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Texto inédito que ha tenido la amabilidad de facilitarme y por lo que dejamos constancia de sincero
agradecimiento.
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