Paula Ermila Rivasplata Varillas
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Algunos apuntes sobre la plaza Mayor, los puentes y la muralla como
elementos claves del paisaje urbano limeño colonial
Revista del Archivo General de la Nación
2017, N° 32, 107-124
Algunos apuntes sobre la plaza Mayor, los puentes y la
muralla como elementos claves del paisaje urbano limeño
colonial
Paula Ermila riVasplata Varillas
Universidad de Sevilla
rivasplatavarillas@gmail.com
Resumen
Elementos claves en el paisaje urbano limeño colonial fueron la plaza Mayor, el puente y la
muralla de Lima. La plaza Mayor era punto de reunión de la colectividad con sus autoridades
y donde se compraba, vendía o compartían festejos y eventos taurinos. El puente de Piedra fue
esencial, pues anexaba la ciudad de Lima a su arrabal, la pequeña Triana, como en el siglo xVi
era llamada el barrio de San Lázaro. Finalmente, la muralla de adobe se construyó tardíamente
y tan rápidamente que difícilmente hubiese protegido a la ciudad de una probable invasión.
Palabras clave: Plaza, puente, muralla, Lima, urbanismo, paisaje.
Some notes about the Plaza Mayor, the bridges and the wall as
key elements of the colonial Lima urban landscape
Abstract
Key elements in the Lima Colonial urban landscape of colonial Lima were the main square, the
bridge and the city wall. The plaza Mayor was communal meeting point where events, trade and
bulghting games took place and where interaction with authorities could occur. The puente
de Piedra was essential because it connected Lima to its suburb of small Triana which in the
sixteenth century was called San Lazaro. Finally, the muralla de adobe was built so quickly and
late, that it could have hardly protected Lima from a probable invasion.
Keywords: Plaza, bridge, wall, Lima, urbanism, landscape.
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Introducción
Este trabajo trata sobre el desarrollo del urbanismo en Lima en el periodo colonial,
en cuanto a tres elementos paisajísticos que la conforman, me reero a la plaza Mayor, el
puente de Piedra y la muralla. Para ello se ha utilizado información de los libros de cabildo
del Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima (ahml), los cuales han sido publicados, de
la documentación del Archivo General de la Nación del Perú (aGn) y del Archivo General de
Indias (aGi). Además se ha recurrido a fuentes bibliográcas de diversas bibliotecas, destacando
la biblioteca de Estudios Americanos del Consejo de Investigaciones Cientícas (sede Sevilla),
las bibliotecas de la Universidad de Sevilla, la Biblioteca Nacional del Perú, entre otras.
Los conquistadores españoles tuvieron que valerse de la experiencia adquirida y
llegaron con las ideas bastante claras en cuanto a cómo estructurar una nueva ciudad, que
más tarde las ordenanzas de nueva población de 1551 pondrían por escrito. La experiencia
acumulada se imponía a fuerza de fundar tantas ciudades. Una vez fundada Los Reyes (Lima)
y hecho el reparto de solares, se procedió a la construcción de los edicios religiosos y civiles
principales alrededor de la plaza Mayor, donde se erigía la picota y el lugar donde se pregonarían
las noticias y órdenes del nuevo poder instituido.
La expansión de la ciudad se orientó hacia el este o los Barrios Altos, abriéndose nuevas
calles en esta zona y hacia el sur de la ciudad, mientras que por el oeste permaneció mucho más
estancada. El trazado inicial por la zona oeste se conservó. La parte sur y, sobre todo, la oriental
de la ciudad tenían las manzanas y las plazas irregulares, como las de Santa Ana y la Inquisición
con muchos conventos y numerosos callejones o corrales de vecinos donde vivían gente pobre de
forma tugurizada, muy probablemente que prestaba servicios en los conventos. Esto mismo sucedía
junto al monasterio de la Encarnación y en el oeste de la ciudad detrás del convento de Santo
Domingo y frente al convento de la Merced
1
. En este marco urbanista en crecimiento, destaca como
elementos esenciales la plaza Mayor, los puentes sobre el río Rímac y la muralla. A continuación
desarrollaremos cada uno de estos elementos paisajísticos y urbanísticos de la ciudad de Lima.
la plaza mayor y sus portales
La plaza Mayor no se ubicó en el centro geométrico del damero, sino cerca del palacio
del cacique Taulichusco y a 100 metros del río Rímac. A partir de esta plaza, el territorio ocupado
fue dividido en 117 cuadras, distribuidas en 13 cuadras de largo y 9 de ancho. Se trataba de una
traza perfectamente regular de elementos idénticos, dejando uno de ellos libre para la plaza
Mayor.
Esta plaza era el punto medular de la ciudad desde donde a cordel y regla se determinó
la cuadricula donde ubicar las calles, solares y plazas. La ciudad de los Reyes gravitaba en
torno a ella y las instituciones de poder político y religioso (casa de gobierno, cabildo,
catedral) la rodeaban, desde donde se ejercía el control y la justicia
2
. La plaza Mayor también
1 riVasplata, 2011, pp. 1-345; CoBo, 1964, t. ii, pp. 306-307; VÁzquez, 1948, pp. 400, 404 y 409.
2 Bromley, 2005, p. 26.
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fue el escenario donde se celebraron los acontecimientos más importantes con toros, fuegos
articiales, juegos de cañas, luminarias, representaciones teatrales, procesiones religiosas, las
proclamaciones de los nuevos soberanos, los nacimientos de los infantes. Incluso fue el lugar
donde se llevaban a cabo los autos de fe y las ejecuciones. En n, todos los actos civiles,
religiosos y militares de importancia. Se alquilaban tablados y los portales para que se viesen
mejor todas estas actividades. Incluso, en esta plaza, en 1578, se instaló la primera fuente pública
de la ciudad, convirtiéndose en el lugar obligatorio donde concurría la mayoría de la población
para obtenerla
3
. También fue mercado de abastos por antonomasia y los portales construidos en
los lados oeste y sur de ella se utilizaron para eso
4
. La basura generada se debía de eliminar por
el cabildo y los usuarios de la plaza.
La plaza Mayor era de suma importancia, pues en relación con ella se determinaba la
jerarquización urbana. En los primeros años después de la fundación, casi todas las actividades
económicas y todos los servicios básicos estaban en o cerca de esta plaza, el mercado, la
alhóndiga, el matadero, la carnicería, la tenería y los molinos, mientras que los hospitales en
zonas más alejadas por temor a la propagación de enfermedades. Asimismo, los solares, los
conventos y las calles reales mientras más cerca de la plaza Mayor estuviesen, mayor reputación
y valor tendrían. Los solares se asignaron de acuerdo con la importancia y grado de poder de
cada vecino. La plaza Mayor tuvo tal inuencia centralizadora que se desarrolló más rápido el
barrio de San Lázaro por su cercanía a ella a pesar del obstáculo que constituía el río de la zona
sur del damero
5
.
En la plaza Mayor estuvo el principal mercado de la ciudad, en donde se podía encontrar
todo tipo de suministros, rodeado de los portales donde estaban ubicadas las tiendas de ropa,
calzados y enseres para la casa. Incluso el cabildo ordenó que solo en ella se podían vender
algunos alimentos como el pan, fruta y legumbres. Las autoridades desconaban de cualquier
venta que no fuera realizada en esta plaza pública, temiendo que se vendiese algo escondido,
engañoso y fraudulento. Las transacciones realizadas en esta plaza podían ser vigiladas por
los regidores, y en consecuencia se suponían más trasparentes y más difíciles de engañar a las
autoridades y a los compradores.
Los portales eran galerías cubiertas, alineadas a lo largo de las fachadas de los
edicios de las plazas públicas. Su objetivo era mejorar el ornato y proporcionar un paseo
peatonal, resguardado del sol y de la lluvia. Sin embargo, este espacio solía ser utilizado por
los vendedores para exponer su mercadería y protegerla de la intemperie. Conocedor de esta
realidad, el virrey Francisco de Toledo mandó que se hicieran portales en la plaza Mayor para
embellecerla, donde “no hubiere ningún género de ocio ni bancos, ni mesas, ni sillas ni poyos
ni género de mercaderías y quedaran libres y desembarazados sin ninguna cosa”
6
. El 4 de agosto
de 1570, el oidor de la Real Audiencia Álvaro Ponce de León como máxima autoridad ante la
ausencia del virrey Toledo permitió hacer los corredores con la condición que no se vendiese
3 riVasplata, 2013, p.113.
4 penCo, 2007, p. 215.
5 morGado, 2007, p. 188.
6 lizÁrraGa, 2002, p. 121; libros dE Cabildo dE lima, libro séPtimo, años 1570 - , libro séPtimo, años 15701574, p.
20 (10 de julio de 1570). Sin embargo, continuó con la costumbre de utilizarlo para venta.
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afuera de las puertas de las casas ningún género de mercaderías y los portales estuviesen libres
y desembarazados sin ninguna cosa de las susodichas ni otra cosa que los ocupase so pena de
perder la mercadería. Se dio licencia para hacer los portales libres y exentos y en lo alto de
los tales corredores cada uno pudiesen edicar el suyo con tal que lo hiciesen enmaderado y
entablado bueno e jo y hecho conforme a la traza de esta ciudad
7
.
El cabildo obligó a construir estos portales a los propietarios de los inmuebles de dos de las
calles de la plaza Mayor, recibiendo en compensación la propiedad de sus aires o de la parte alta
de los portales, ya que estos se alzarían sobre terrenos correspondientes a la plaza pública, en los
cuales no podían vender cosa alguna. El suelo de los portales quedó en propiedad del Cabildo.
Los primeros portales fueron hechos de madera, pero pronto se pudrieron por su mala
calidad y la humedad de la ciudad, por lo que fueron reemplazados por corredores y arcos de cal
y ladrillo
8
. Los soportales de piedra tampoco duraron mucho, pues al poco tiempo (cinco meses)
el mayordomo de la ciudad cerró dos o tres arcos que parecían caerse al suelo para repararlos
9
.
Al cabo de siete años, el 28 de marzo de 1585, el cabildo exigió que los dueños de las casas
ubicadas en los portales de la plaza Mayor las arreglaran, en caso contrario se tomaran ociales
y a costa de los alquileres de las dichas casas o a costa de los susodichos se aderezara.
10
Los portales fueron ocupados por vendedores, contradiciendo la normativa que prohibía
la venta en los pórticos
11
. Sin embargo, el 2 de marzo de 1598, el regidor Simón Luis de Lucio
presentó una provisión del virrey Luis de Velasco para que no estuviesen ocupados los portales
de la plaza pública de la ciudad, sino que los dejasen libres para que las personas pudiesen pasear
y andar por ellos por haber sido este el objetivo por el cual se hicieron. Pedido infructuoso, pues
el 29 de noviembre de 1599, el suelo de los portales de la plaza Mayor pertenecía al cabildo
y se arrendaba a través de sus comisarios, de donde se obtenía dinero para obras públicas. Era
tanta la demanda por tener un puesto de venta en la plaza Mayor que el 2 de enero de 1600 se
hizo ocial la venta y compra en los portales. El cabildo formó una comisión conformada por
el alguacil y los eles ejecutores para arrendar los arcos y pilares de los portales de la plaza
conforme a la merced que el Virrey había hecho a la ciudad.
7 libros dE Cabildo dE lima, libro séPtimo, años 1570 – 1574, p. 20 (4 de agosto de 1570).
8 libros dE Cabildo dE lima, libro séPtimo, años 1570 –1574. Se ordenó hacerlos el 26 de enero de 1571 y lo que
costase se pagaría de gastos de justicia y obras públicas. Se nombró como alarife para la reconstrucción de los
portales de la plaza Mayor a uno de los albañiles que hacían la obra de la fuente en aquel entonces, Esteban
Gallego.
9 libros dE Cabildo dE lima, libro séPtimo, años 1570 –1574 (20 de julio de 1573).
10
libros dE Cabildo dE lima, libro déCimo, años 1583-1588 (28 de marzo de 1585).
11
Bromley, 2005, p. 275; alBardonedo, 2002, pp.162-163. Según Albardonedo en su libro El urbanismo de Sevilla,
los soportales o portales se construían sobre suelo público, avanzaban a la calle desde la fachada sobre pilares de
ladrillo u otro material y se requería licencia municipal para hacerlos. Los soportales constituyeron un importante
estorbo para la circulación de las calles, por eso el 16 de mayo de 1538 el emperador Carlos V rmó en Valladolid
una provisión por la que se impedía construir soportales que avanzaran sobre suelo público. El n era eliminar todo
cuanto perjudicara la comunicación, especialmente de los jinetes y vehículos de ruedas. Mientras esto ocurría en la
metrópoli en la segunda mitad del siglo xVi, en Lima el cabildo lo permitía e incluso lo exigía. Los soportales eran
estructuras adecuadas para los espacios públicos dedicados a una función comercial permanente o temporal. Las
tiendas y los vendedores ambulantes las utilizaban para exponer la mercancía resguardada del sol y de la lluvia. La
plaza con pórticos se convirtió en una tradición que provino del Pirineo francés y que llegó a la corona de Aragón
en el siglo xiii y que la mayoría de las plazas castellanas ya las tenían en los siglos xVi y xVii e igualmente en Indias.
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Los portales demandaban constante mantenimiento; este no se hacía porque se les
atribuía esta función a los vecinos, siendo el cabildo quien debería hacerlo. En 1609, el regidor
Martín Pizarro demandó que se cerrasen durante las estas para que no se derrumbasen por el peso
de la gente sobre ellos. En 1600, el virrey Luis de Velasco hizo merced al cabildo de los portales.
En 1687, se cayeron a consecuencia del gran seísmo.
Durante gran parte del siglo xVi, la plaza Mayor conservó la sonomía con la que fue
creada, pero pronto a nes de ese siglo y, sobre todo, en el xVii, adquirió mayor movimiento
y frenesí comercial, se convirtió en el mercado más grande de la ciudad limeña, con todas las
consecuencias que ello conllevaba (ruido, malos olores, generación de mucha basura, escándalos,
pleitos, etc.). El espacio era muy rentable y las autoridades propiciaron y sacaron de ella todo lo
que obstaculizaba la compra y venta de productos, al punto que hasta la picota se trasladó a un lado
del palacio virreinal junto al puente. Sin embargo, el conde de Lemos la hizo trasladar a la plaza de
Santa Ana en 1668, pero al escaparse un hombre africano sentenciado a la horca, refugiándose en
la iglesia mencionada, en 1669 fue trasladada a la plaza Mayor donde se ajustició al prófugo, como
un ejemplo que sirviese de escarmiento a los muchísimos esclavos que se encontraban vendiendo
en las calles de Lima
12
.
A comienzos del siglo xVii, cerca de los portales de la plaza Mayor, en la parte donde se vendían
ropa los pregoneros, en muchas mesas de mercachies se ofertaban chucherías y baratijas de poca
monta, como botones, agujas, cintas, peines que causaban tanto estorbo que terminaban obstaculizando
el paso de las mulas o caballos que habían de entrar por aquella parte. Asimismo, muchas negras con
fruta se ponían en las calles y esquinas con canastas, que impedían el libre ujo del tránsito peatonal
13
.
Ante este caos se ordenó el 11 de febrero de 1600 a los eles ejecutores que expulsaran los mercachies
y negras de aquellas partes de la plaza; sin embargo, al poco tiempo volvieron.
Las casas de los portales de la plaza Mayor eran usadas para vender, pero también se
hacía esta actividad en su interior, costumbre hasta ahora practicada en Lima. Por ejemplo, el 21
de julio de 1600, un hombre arrendó una casa debajo de los portales de la plaza. Las personas que
los alquilaban ponían mesas, bancos y velas para sus tiendas, de manera que impedían el libre paso
de los vecinos que vivían en las casas de los portales. Estos vecinos pidieron al cabildo que les
solucione este problema y se formó una comisión para otorgar las escrituras. El 27 de octubre de
1600, el cabildo tuvo pleitos con los vendedores de los portales de la plaza por tener vencidos sus
arrendamientos. Los pilares tenían que ser arreglados constantemente por riesgo que cediesen por
el peso y por los terremotos
14
.
La suciedad colindante a la plaza Mayor continuaba siendo su sello distintivo a comienzos
del siglo xix, como informa el capitán de la marina imperial rusa Vasilii Mikhailovicht Golovnin en
1818: “Una plaza muy sucia y llena de comestibles. Todo se vende allí: carne, verduras y frutas. Es
un mercado, ¡pero quien pudiera imaginar que este sitio tan desaseado fuera la plaza principal de la
ciudad...! y los portales donde se vende de todo”
15
.
12 Bromley, 2005, p. 26.
13 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimotErCEro, años 1598- 1601 (7 de febrero de 1600).
14 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoCuarto, años 1602- 1605 (9 de agosto de 1604) (5 de noviembre de 1604).
15 miKhailoViCht, 1971, p. 154.
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el puente de piedra del virrey montesclaros
Evidentemente, los ríos, arroyos y zonas pantanosas habían constituido obstáculos para el
desarrollo de las comunicaciones que impedían facilitar la integración del medio rural con el
urbano, y abastecer a la ciudad, pero el hombre había buscado soluciones que le permitieran
salvar estos impedimentos como los puentes, los portones y las barcas.
La primera intención de hacer un puente que conectara ambas orillas del río Rímac se
manifestó en la junta capitular del 11 de marzo de 1549 e, ipso facto, el 26 de marzo se ordenó
la realización del primer diseño
16
. El cabildo no tenía dinero para asumir su construcción, así
que pidió al presidente la licencia para repartir el costo entre los vecinos, moradores y pueblos
comarcanos
17
. De esta manera, el 24 de mayo de 1549, el presidente de la Audiencia Andrés
de Cianca dio una merced a la ciudad de 4 000 pesos para iniciar la construcción. El cabildo
en pleno agradeció este gesto y mandó efectuar el remate de la obra en Jerónimo Delgado,
que dio una anza de 12 000 pesos para que se hiciera según la traza y condiciones que tenía
dadas
18
. Días más tarde, el presidente pidió al cabildo que el puente fuese construido de
cantería para que soportase el aumento del caudal de las aguas y evitara que la infraestructura
cediera provocando desgracias
19
. El cabildo replicó que no se podía hacer el puente de piedra
porque la Real Audiencia no daba licencia para repartir entre los pobladores tanta cantidad
de dinero. El cabildo no tenía suciente para hacerlo sin ayuda. Ante la falta de recursos, los
procuradores de corte de la ciudad, Jerónimo de Aliaga y fray Tomas de San Martín fueron
a la metrópoli en 1550 para pedírselo al rey. La necesidad de la construcción de un puente
era de suma urgencia para la seguridad de las personas que necesitaban atravesar el río de un
lado y otro, y de los pobladores limeños que tenían necesidad de abastecerse de leña durante
el invierno en la otra ribera del río, en San Lázaro. Por tales razones, ante la urgencia de la
situación, los cabildantes acordaron hacer un puente colgante al estilo de los naturales, mientas
construían el nuevo puente
20
.
Finalmente, el puente que unió ambas orillas del Rímac fue hecho de madera, estructura
que no resistió los embates de los repentinos cambios de caudal del río, teniendo que repararlo
periódicamente. En 1555, el puente se rompió ante un golpe abrupto de agua. El paso del río
era peligroso y por eso muchas personas y sobre todo indios murieron ahogados. Esta situación
hizo que Diego Pizarro, mayordomo mayor de la ciudad, se encargara de este trabajo y mandó
concertar con un cacique para que con sus indios hiciera la reparación del puente, pagándole de
los fondos de la ciudad
21
.
La documentación indica que el río Rímac tenía un puente hecho de horcones hincados
en el suelo que eran inestables ante la erosión y el golpe permanente de las piedras, pues este
16 libros dE Cabildo dE lima, libro Cuarto, años 1548 – 1553 (11 de marzo de 1549) (26 de marzo de 1549), pp. 87 y
94; CoBo, 1964, p. 313. El primer puente fue de madera frente a lo que más tarde sería la iglesia de Nuestra Señora
de la Monserrate que sirvió hasta el virreinato del primer marqués de Cañete.
17
libros dE Cabildo dE lima, libro Cuarto, años 1548 – 1553 (14 de mayo de 1549), p. 109.
18 libros dE Cabildo dE lima, libro Cuarto, años 1548 – 1553 (24 de mayo de 1549), p. 111.
19 libros dE Cabildo dE lima, libro Cuarto, años 1548 – 1553 (4 de junio de 1549), p. 115.
20 libros Cabildo dE lima, libro Cuarto, años 1548 – 1553 (junio de 1549), p. 120.
21 libros Cabildo dE lima, libro quinto, años 1553 – 1557 (14 de enero 1555), p. 344.
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río corre sobre un lecho de cantos rodados. Por ese motivo Rímac en lengua nativa signica “el
hablador”: “El río es muy grande y extendido, no tiene madre, como la tienen los demás de estos
llanos, corre por cima de mucha piedra rolliza, antes que tuviese puente, muchas personas se
ahogaban en él queriéndola vadear porque aunque tenía un puente de madera hecho de horcones
hincados en el suelo, estaba tan mal parada, que no se atrevían a pasar por ella, y no podían pasar
sino uno solo y con sus pies”
22
.
Al llegar el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, el cabildo mandó una comisión para
exponerle el daño que causaba a los naturales, a los españoles y a los negros que no hubiese puente.
Al Virrey le pareció conveniente que se hiciera uno de piedra, cal y ladrillo y como el cabildo tenía
pocos fondos, le hizo merced de cierta cantidad de pesos de oro. La construcción del puente empezó
el año 1557, designando al alcalde Jerónimo de Silva y al regidor Francisco Velázquez Talavera
para que compraran los negros, carretas, herramientas y otros materiales necesarios. La cantidad
de dinero que el Virrey mandó dar para la obra del puente fueron 12 000 pesos, que se entregaron
al regidor Velázquez de Talavera, que tenía que llevar la cuenta de los gastos
23
. El 19 de febrero
de 1560 se dieron otros 2 000 pesos provenientes de la renta de correduría de lonja
24
. El primer
puente de piedra fue construido frente a las casas reales donde trabajaron una veintena de caballeros
comprometidos en la rebelión de Francisco Hernández Girón, a los que no se pudo ajusticiar porque
sus culpas no llegaron a merecer tal castigo y a quienes se les condenó a trabajar con grilletes en
la edicación del nuevo puente. Pero la población castellana en la ciudad no soportó ver a estos
gentilhombres trabajar como esclavos. Los comerciantes y mercaderes realizaron una colecta para
comprar esclavos que sustituyeran a los españoles caídos en desgracia. El Virrey aceptó el trueque
con la condición que los implicados abandonasen el Virreinato.
En aquellos años hubo varios puentes sobre el Rímac, varios de ellos colgantes de soga,
así como de madera y de piedra. Un puente de madera estaba ubicado en la calle del convento de
Santo Domingo y el de piedra frente a las Casas Reales, como se ha dicho, mandado hacer por el
virrey Hurtado de Mendoza, que duró desde 1560 a 1607 cuando lo destruyó una avenida de agua.
Lima vivió una época de frenesí constructivo en obras públicas durante el gobierno de
Francisco de Toledo. Los indios trabajaban en la constante reparación del puente de Piedra y en
los puentes colgantes de soga. El 14 de diciembre de 1573, los indios camaroneros que residían
en San Lázaro recibían 1 tomín y 3 granos diarios de jornal, que en 164 jornales hacían 29 pesos
2 tomines 9 granos. Tiempo más tarde, un regidor denunció que los indios camaroneros aún no
habían recibido el dinero por el trabajo realizado.
Las carretas pasaban por el puente de Piedra todo el año y erosionaban el ladrillo
del suelo. El 4 de enero de 1574, los alcaldes ordenaron al regidor Francisco de Ampuero que
tomara medidas para reparar este puente, y seis meses más tarde, el 28 de junio, se empezó a
hacer el enlosado con ladrillo unido con escoria de cal. Se utilizaron los materiales de la obra de
la instalación del agua entubada, que en aquel momento se estaba fabricando.
22 lizÁrraGa, 2002, p. 84.
23 libros dE Cabildo dE lima, libro quinto, años 1553 – 1557 (15 de febrero de 1557) p. 579 y (8 de marzo de 1557),
p. 594.
24 libros dE Cabildo dE lima, libro sExto, años 1558-1561, 1º Parte (19 de febrero de 1560), p. 263.
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En el siglo xVi se produjo una alteración climática y meteorológica sin precedentes, un
fenómeno del Niño de grado muy fuerte
25
, entre los años de 1577 y 1578, que causó múltiples
estragos en el curso de los ríos de la costa occidental del Perú. Lo mismo sucedió con el Rímac,
que destrozó puentes de piedra, madera y soga, imposibilitando el paso a la otra ribera y aislando
la ciudad del camino hacia el norte. La fuerza de la corriente impedía pasarlo a nado o a través
de los puentes colgantes provisionales que cedieron ante el embate del río. Muchos indios,
obligados a pasar el río nadando, murieron ahogados, siendo imposible pasar bastimentos a la
ciudad.
El 1 de febrero de 1577, el virrey Francisco de Toledo reaccionó rápidamente y mandó
construir otro puente de madera camino a Trujillo. Este puente no duró mucho, pues no estaba en
buenas condiciones, tal como denunció el 11 de diciembre de 1581 el procurador por no haberse
reparado bien, acusación que reiteró el 5 de octubre de 1582. La Real Audiencia determinó
conscar los bienes del maestro Alonso Beltrán y convocar otra vez su restauración. El dinero
obtenido no fue suciente para la nueva reparación del puente, y se tuvo que imponer una sisa
al vino. Incluso, el cabildo empezó a pagar de los propios de la ciudad para la reparación del
puente a Trujillo el 15 de enero de 1586. Algunas veces, el refuerzo del puente se hacía muy
tarde, en los mismos meses de mayor caudal, y eran imposibles las obras sin que muriesen
algunos trabajadores, como sucedía con los indios camaroneros. Por ejemplo, el 7 de febrero
de 1586, el puente fue arreglado cuando el río llevaba mucha agua: El río viene de avenida e
que lo ha empezado a cavar y que costaría mucho se la llevase. También, en 1588, a causa del
gran caudal del río que golpeó el ojo del puente, convirtió esta zona en un riesgo, por lo que
se decidió repararlo de los propios de la ciudad. El incumplimiento de la prohibición de pasar
carretas por el puente que se había construido bajo el virrey Hurtado de Mendoza obligó a que se
pusieran palos que actuaran como obstáculos en 1585 para que cesara el daño que ocasionaban
en el empedrado del puente.
26
.
El puente se siguió utilizando a inicios del xVii, aunque estaba en mal estado y
necesitaba continuas reparaciones: se empedraba frecuentemente y se arreglaban sus pretiles y
ojos porque sobre él pasaban carretas algunos meses del año y carrozas durante todo el tiempo.
Los albañiles trataban de canalizar el agua del río para que pasase el agua por los pilastrones
del puente por la margen izquierda, pues daba con fuerza sobre el tajamar o dique que había a
la altura de Santo Domingo.
El 31 de mayo de 1602, los estribos del puente del río se hallaban erosionados y
socavados. El virrey Luis de Velasco intervino y mandó se reparase y para ello se hiciese una
junta de alarifes y personas que fueran necesarias, aprobando gastar de la sisa de la carne y
del vino si no alcanzaba dinero de propios. También, el cabildo formó una comisión con los
alcaldes ordinarios. Se empezó por arreglar el pretil, pues estaba gastado por muchas partes
con riesgo de que la gente cayese al pasar. El 3 de octubre de 1603 se dieron 500 pesos de los
propios al alcalde don Fernando Niño de Guzmán para la reparación del puente, con obligación
de devolverlos cuando hubiese dinero de la sisa.
25 maCharé y ortlieB, p. 40. Se trató de un mega Niño el de 1578, después se dieron en ese siglo dos de grado fuerte
en 1593 y 1596 y uno moderado en 1574.
26 libros dE Cabildo dE lima, libro déCimo, años 1583-1588 (15 de mayo de 1585).
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La reparación y el reforzamiento del puente y los tajamares se hizo con el n de que el
agua se dirigiese hacia los ojos centrales del puente. El Virrey sugirió que no se tomasen a los
indios serranos de la mita sino se mandase a trabajar a los indios yungas circunvecinos a Lima.
27
El pago provendría de los propios y rentas de esta ciudad, que ya estaba empeñada en 50 000
pesos. Así y todo, se decidió que lo diesen de propios y se repusiese de sisas cuando hubiese.
El 15 de setiembre de 1606 se detectó que el estribo de un ojo del puente estaba muy
socavado, provocando pérdida de piedra, tierra y arena, debido a lo cual iba más agua por esa
zona, por lo que se dio una comisión para su reconstrucción por parte del alcalde Diego de
Portugal. Se determinó llenar el hoyo con piedras a la mayor brevedad posible, como se había
realizado otras veces, antes de que viniesen las avenidas de agua.
La parte del puente que daba al barrio de San Lázaro se había convertido en un gran
muladar, pero también era zona de acceso al río para lavar la ropa, dar de beber a los animales
y para reparar el puente. Así que si en un primer momento se pensó vender los bajos del puente,
teniendo incluso un potencial comprador, se decidió nalmente no hacerlo para no perjudicar
a la población. El 11 de diciembre de 1606, Diego Pérez solicitó al cabildo comprar este
sitio que estaba detrás del puente cerca del matadero que se usaba como muladar e incluso
se comprometió a hacer el tajamar río abajo desde el puente hasta el matadero. El cabildo no
aceptó el trato, pues no era un buen negocio vender este sitio al ser lavadero común de la ropa y
paso obligado para dar de beber a las cabalgaduras, así como acceso de los indios para reparar
el puente. Finalmente, el cabildo no vendió esta zona por sus muchos usos vecinales, además de
ser paso común y cumplir la función de adorno y mirador del río, pese a los muladares.
Todos estos esfuerzos acabaron cuando el puente fue partido en dos por un gran golpe
de agua del río en la madrugada del 5 de marzo de 1607. Ese año se produjo un fenómeno
del Niño de gran magnitud, que hizo que las aguas se llevaran dos ojos del puente. El cabildo
deliberó repararlo rápidamente como medida de emergencia. Los albañiles y alarifes, Alonso de
Morales, Francisco Tuño, Andrés Espinosa, Gaspar Machado, Cristóbal Gómez, Juan Cerro
y los maestros Bernardino de Tejeda y Alonso Velázquez, resolvieron que se hiciese “cierto
reparo con cuatro cables y puestos en unas vigas y atesados se haga encima una planchada de
madera y que se estribe y encadene y apuntale toda la dicha puente”
28
. El cabildo aceptó esta
solución como medida de emergencia, con la condición que se hiciese lo más rápido posible.
Los gastos provendrían de las sisas de carne y vino, y si no había suciente dinero, se recurriría
a los propios o se haría un préstamo con la promesa de devolución de lo recaudado en las sisas.
Los comisarios para esta obra fueron el alcalde Jusepe de Ribera y los regidores
Francisco Severino de Torres y Gonzalo Prieto de Abreu. Esta comisión fue al puerto del Callao
a llevar los cables y la madera. A los diez días ya estaban puestos las vigas y los cables, una
conexión entre las dos riberas del río de manera provisional. El 16 de marzo de 1607 se buscó
la persona que cuidara “de velar el remiendo de la puente, que se ha hecho de cables y madera
27 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoCuarto, años 1602-1605 (3 de octubre de 1603),
28 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoquinto, años 1606- 1609 (5 de marzo de 1607). Los alarifes determinaron como
medida de emergencia colocar en el puente dos planchadas de madera para pasar y apuntalarlo con cables y vigas, que
en el lapso de tres años este sistema había costado más de tres mil pesos al cabildo.
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de día y de noche, para que no se pegue fuego en ello por los negros que por ella pasan tomando
tabaco y para que atece los cables y sogas sobre que está fundada”
29
.
Un comisario del puente fue elegido, por cuyo trabajo se le ofreció un peso de a nueve
reales por cada día y noche, pagado de la sisa de carne y vino. Alonso de Ortega fue contratado
para que cuidara y reparara el puente y se encargara de atesar los cables del puente y velar
porque no se quemara la madera por los negros que pasaban fumando tabaco. Esta solución fue
interina, mientras se trataba en cabildo si se remendaba el puente o se hacía de nuevo. El alcalde
Jusepe de Ribera se había reunido con los alarifes y albañiles de la ciudad y otros hombres
prácticos y de experiencia para que diesen sus pareceres acerca de lo que convendría hacer para
que el puente durase muchos años. Las soluciones se pusieron por escrito para que el cabildo
tomase una resolución.
Al día siguiente, el 17 de marzo de 1607 se decidió hacer un puente nuevo porque los
daños ocasionados eran gravísimos. Los alcaldes Luis de Castilla y Jusepe de Ribera dijeron
que su voto era que el cabildo nombrase comisarios que llevasen los pareceres de los alarifes
al presidente y oidores de la Real Audiencia a cuyo cargo estaba el gobierno y diese orden
de donde sacar dinero para hacerlo. Se recomendó que se hiciese un puente nuevo
30
. Pero la
calamidad no acabó ahí, ya que, el 23 de marzo de 1607, el río embravecido se llevó el otro ojo
y estribo del puente y desmontó el arreglo provisional. Fue una verdadera catástrofe. El 26 de
marzo de 1607, el cabildo se reunió para tratar de la construcción del nuevo puente. Los alcaldes
Luis de Castilla y Jusepe de Ribera dijeron que su voto era hacer un puente nuevo. Del mismo
parecer fueron el alguacil mayor, el capitán Diego de Agüero y los regidores Martín y Francisco
de Ampuero, Simón Luis de Lucio y Núñez de Figueroa. Diego de la Presa dijo que su voto era
que se hiciese un puente nuevo por la calle de Santo Domingo que iba a dar al matadero y que
el puente viejo se reparase para que sirviese mientras se hacia el nuevo porque uno provisional
costaría tanto o más que las constantes reparaciones que se hicieran en el puente viejo porque la
madera, clavazón y ociales que lo habían de hacer costaban mucho.
Los regidores Francisco de León, Martín de Ampuero y Simón Luis de Lucio aceptaron el
ofrecimiento de reparar el puente viejo por 50 000 pesos, ya que uno nuevo costaría 150 000 y tomaría
mucho tiempo hacerlo por las muchas derramas a todo el reino, además de construir otro provisional
hasta que estuviese terminado. Este ofrecimiento tenía que ser aprobado por la Real Audiencia.
Dos días más tarde, el 28 de marzo de 1607, clérigos y otras personalidades laicas
participaron en la deliberación sobre hacer un puente nuevo o arreglar el viejo. Los hermanos
coadjutores de la Compañía de Jesús, Martín de Espiñate y Bernardino de Tejeda, opinaron
29 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoquinto, años 1606- 1609 (16 de marzo de 1607).
30 latasa, 1997, pp. 141-143. Montesclaros apoyó rápidamente al cabildo en este proyecto, cuyo principal promotor había
sido José de Ribera. Dos eran los motivos para hacer el puente: facilitar la ruta comercial con la zona norte hacia Trujillo
y eliminar el peligro que suponía para la seguridad pública, especialmente para los indios. Montesclaros intentó que el
cabildo corriera con los gastos, pero carecía de recursos sucientes. La Audiencia ya había tomado prestados 50 000
pesos de las cajas de las comunidades y Montesclaros también tomó prestados dinero de los indios y de los bienes
de difuntos. En 1609 ya había sacado de esta caja 24 000 pesos, pero desde la Metrópoli se le ordenó la devolución
inmediata. Para esta devolución, el virrey se vio obligado a imponer sisa en todo el virreinato y repartir los costos de
bienes públicos entre todos sus beneciarios. La población no recibió bien este impuesto y menos los eclesiásticos.
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que de ninguna manera se admitiese el ofrecimiento de Ampuero y Lucio porque, aunque el
puente se reparase con todo lo que humanamente se pudiese hacer, la base del puente estaba
tan deteriorada y tan maltratados los pilares que no había reparación que los pudiese dejar con
rmeza y seguridad. Mantuvieron la conveniencia de un puente nuevo con buena base y capaz
de soportar el peso de los transportes y de mucha gente que pasaba por él. Recomendaron que
no se hiciese a destajo por medio de pregón y remate, sino que se costease con las necesarias
garantías, porque era muy común que los ociales que tomaban esas obras las dejaban a medio
hacer por falta de materiales y jornales. Tampoco debía consentirse dejar el ojo del molino de
Aliaga sino derribarse como los demás. Don Luis Rodríguez de la Serna coincidió en el mismo
parecer porque los tres ojos del puente estaban completamente socavados por el río. Finalmente,
los mismos que ofrecieron rehacer el puente se retractaron. El cabildo acordó, estando todos de
acuerdo excepto el alguacil mayor Francisco de Severino de Torres, hacer un puente nuevo y
llevar traslado autorizado al presidente y oidores de la Real Audiencia para que lo aprobaran.
El 30 de octubre de 1607, el cabildo pidió licencia al virrey marqués de Montesclaros
para nombrar dos comisarios en las obras del puente para estar presentes en el reparto y derrama
de los costos jados en conciertos y escrituras. “Atento al nuevo daño que el río había vuelto
a hacer en el puente se sirviese de proveer en otra presentada ante su alteza por don Martín
Pizarro, procurador general de la ciudad en que pedía que atento a lo acordado por este cabildo
su alteza se sirviese a mandar que en el río se hiciese un puente nuevo echando en todo el reino
las derramas que para el dicho efecto fuese menester […]”
31
. El Virrey accedió y dio un auto
el 12 de mayo de 1608, no sin antes ordenar una memoria de hacienda y deudas de la ciudad.
Siguiendo el proyecto que había exhibido el alarife constructor Juan del Corral, a cuyo cargo
estaría la obra, el presupuesto de tanteo se elevaba a 185 744 pesos. Después de las necesarias
deliberaciones se decidió el 31 de mayo de 1608 tomar a censo 42 000 pesos corrientes sobre
las sisas de carne y vino y sobre los propios de la ciudad
32
. El 12 de octubre de 1609, el virrey
Montesclaros concedió licencia para tomar a censo 1 000 pesos ensayados para la paga de
jornales que se debían de la construcción del puente.
El nuevo puente tendría seis ojos con pilares de cantería. El constructor recibió 12
000 reales, todos los materiales y la mano de obra necesaria, así como una casa donde vivir. Se
volvió a imponer la sisa a la carne, a las velas, al jabón, y al vino, en Lima y El Callao, lo mismo
que un impuesto por ingreso y salida de mercaderías en todo el virreinato. Ante la falta de dinero,
se tomó prestado de los censos de indios y bienes de difuntos. Mientras duró la obra se hizo un
puente provisional de madera cerca al convento de Santo Domingo, hecho con tablas y cuerdas,
que vigiló un cuidador hasta el 6 de marzo de 1608, en que se le despidió
33
. El 24 de setiembre
31 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoquinto, años 1606- 1609 (30 de octubre de 1607).
32
libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoquinto, años 1606- 1609 (31 de mayo de 1608). El cabildo mando a
comisarios para que pidiesen al virrey que todo el gasto no recayera solo en la cabeza de Lima sino considerando
que la obra benecia a todas las ciudades, villas y lugares de este reino y asimismo entre todos los indios naturales
de él por ser esta ciudad su cabeza y corte.
33
durÁn, 1994, pp. 102-106; libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoquinto, años 1606- 1609 (30 de julio de 1607).
Este cabildo trató como a Alonso de Ortega se le había señalado cierto salario porque rondase y mirase el reparo y
remiendo que se había hecho e hizo en la puente del río de esta ciudad con madera y cables porque no la quemasen
los negros que por ella pasan con el tabaco que toman que era un peso cada día y que iba corriendo el dicho salario
el cual se podía ahorrar. Se revocó el salario y no acuda más a guardar y velar el puente.- El 19 de septiembre de
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de 1610, el alcalde Jusepe de Ribera presentó la cuenta de gastos de la reparación del puente
viejo, que ascendió a 3 003 pesos de a 9 reales según las partidas y libranzas que despacharon
los regidores Francisco Ceverión de Torres y Gonzalo Prieto. El puente de piedra se terminó de
construir en 1610, no así la cancelación de las deudas, pues todavía el 1 de octubre de 1629 las
ciudades de Cuzco, Arequipa, Camaná, Chancay y Quito debían a los propios y rentas del cabildo
limeño:
En este cabildo el contador Tomas de Paredes dijo que el señor doctor Alberto de Acuña, oidor de
esta real audiencia en la cuenta que tomó de los propios y rentas de esta ciudad sacó por adición
cantidades de pesos que debían la ciudad del Cuzco, Arequipa, Camaná, Chancay y Quito y otras
de lo que les fue repartido para la fábrica del puente de esta ciudad y aunque este cabildo como
negocio tan importante ha tratado siempre de enviar a cobrar lo susodicho ha hallado dicultad
en el nombramiento de personas que lo hayan de hacer en las dichas ciudades y que no quieren
aceptar los poderes que se les enviaren por ser los deudores los cabildos y los que lo han de
solicitar vecinos de las dichas partes [...] y habiéndose visto se mandó que el procurador general
traiga estas deudas y provisiones que para su cobranza están despachadas por el gobierno [...]
34
.
Sin embargo, se dio un inesperado giro en cuanto al dinero recaudado para la construcción
del puente. El Virrey tuvo que aceptar que se suspendiera la imposición de impuestos a los
eclesiásticos y se devolviera su dinero; de hecho, antes de recibir la orden del monarca ya
había dado marcha atrás y declarado exentas de contribución a las órdenes religiosas. El virrey
Montesclaros había dado un auto el 19 de mayo de 1610 en el que declaraba exentos de sisas
que hubieran podido pagar de la carne y otros géneros para la construcción del puente a los
franciscanos, que se extendió a las otras órdenes religiosas Santo Domingo, San Agustín, la
Merced y la Compañía de Jesús en un auto dado el 26 de abril de 1613. Los alcaldes ordinarios
acataron esta orden y dispusieron comunicarlo a los procuradores generales de estas órdenes
religiosas. Se devolvieron 50 000 pesos en 1614
35
.
Desde 1613, se empezó a devolver a las órdenes religiosas sus contribuciones en
forma de sisa para la construcción del puente. Así pues, el 15 de junio de 1613, en el cabildo el
procurador general de la orden de predicadores del convento de Nuestra Señora del Rosario de
Lima, conocido popularmente como Santo Domingo, presentó una real ejecutoria despachada
por la Real Audiencia con fecha del 29 de mayo de 1613 en que por ella se mandaba que se
devolviese al mencionado convento 2 474 pesos de a ocho reales que estos religiosos indicaron
haber pagado de sisa desde el 27 de setiembre de 1609 hasta n de abril de 1613. Se ordenó
cumplimiento de esta real ejecutoria de la cual se hizo traslado para archivarlo entre los papeles
del cabildo y se mandó cumplir y despachar un pagaré para que devolviese al convento el
dinero. El 27 de agosto de 1613, en el cabildo se presentaron los procuradores de los conventos
1608, libramiento a Alonso de Ortega del tiempo que tuvo a su cargo la guarda y custodia por siete meses. Se ordenó
se le pagase.
34
libros dE Cabildo dE lima, libro viGésimo PrimEro, años 1628-1630 (1 de octubre de 1629).
35 latasa, 1997, pp. 144 y 145. Desde un comienzo los religiosos se opusieron a pagar sisa al ser considerado un
atentado contra su inmunidad scal, a pesar de que los beneciarios directos del puente eran los eclesiásticos,
quienes salían y entraban de la ciudad frecuentemente. Si no contribuían, entonces se prolongaría por mucho
tiempo la imposición de la sisa. El arzobispo de Lima alegaba que iba contra el derecho canónico no respetar la
inmunidad eclesiástica.
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de Nuestra Señora de la Merced, San Agustín y la Compañía de Jesús de Lima. El procurador
general del orden de Nuestra Señora de la Merced de Lima Fray Jerónimo de Ortega presentó
una Real Provisión ejecutoria de la Real Audiencia por la cual se mandaba devolver y restituir al
convento los 2 300 pesos de a ocho reales que les habían cobrado de sisa de vaca y carnero. El
procurador del convento de San Agustín Fray Jacinto de Palencia presentó la ejecutoria ganada
en la Real Audiencia. El procurador de la compañía de Jesús el hermano Cristóbal Garcés
exigió la devolución del dinero entregado para la construcción del puente por las personas que
estuviesen a cargo de esta cobranza.
El 4 de julio de 1614, el procurador Martín de Pizarro advirtió que el arco de entrada
del puente se iba a derribar por estar mal cimentado. De caerse, como era tan grueso y grande,
podía hacer pedazos el puente, alguna casa colindante y matar personas si sucedía de día
36
.
El puente nuevo fue construido con cinco arcos circulares en su lado oeste y
contrafuertes, proyectándose a modo de tajamares triangulares en el lado este que daba de lleno
al río para que rompiera la corriente del agua. Según el inglés William Bennet Stevenson, en
las partes superiores del puente se puso asientos de piedra, a los cuales acudía gran cantidad de
gente para conversar en las noches de verano, ver cómo rompían violentamente las aguas en los
tajamares del puente, cayendo de una elevada altura formando una especie de cascada. En el
lado sur del puente, el virrey Montesclaros mandó construir un arco con torres que sostenían un
reloj y un calendario en el centro.
El arrabal de San Lázaro está unido a la ciudad por un puente de ladrillo y de piedra, el que tiene
cinco arcos y de tajamares que avanzan de cada lado. Los que hacen frente a las montañas son
triangulares, a n de romper el torrente que viene a chocar contra ellos en época del deshielo.
Las olas al romperse bajo los arcos forman remolinos de espuma que los curiosos contemplan
sentados en los bancos construidos sobre el puente. Hay un café establecido en la calzada de la
orilla izquierda que es muy acreditado y desde él se escucha con placer el ruido de las aguas que
caen en cascadas de una altura de seis pies, más o menos. Casi al frente de este establecimiento,
se levanta una portada adornada de pequeñas torrecillas y en el centro de la cual hay un reloj y
un cuadrante solar
37
.
Los cuidados de mantenimiento del puente eran periódicos, pues el 9 de febrero de 1626 el
cabildo ordenó limpiar el arco y los pretiles del puente y se descubrió que se había desgastado
la cal de las junturas de las piedras. La visión de los viajeros sobre este puente de piedra fue
36 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoséPtimo, años 1612-1615 (4 de julio de 1614). El procurador advirtió que se
derribase el arco y pidió que se anotase en el libro cabildo para que constara eso y se librara de toda responsabilidad
y se le diese un traslado autorizado de lo contenido en ellas y juntamente con otro con lo que el cabildo proveyera
de mi pedimento. El cabildo ordenó información de los alarifes y personas peritas del daño que tenía el arco y se
hiciese informe de ello. A los dos meses, el 5 de setiembre de 1614 recién se formó una comisión a Nicolás de
Rivera para ver y hacer tal información del daño que tenía el arco del puente con alarifes y personas peritas. Al
cabo de un mes, el 10 de octubre de 1614, Nicolás de Ribera pidió que se derribase el arco del puente por estar
en peligro de caerse, lo sustentó con la declaración de ocho testigos que el arco estaba mal fabricado e imperfecto
en su arquitectura y con falsos cimientos de manera, que tenía muy gran riesgo de caerse con el primer temblor
que hubiese, lo cual se evitaría si se derribase y como no se podía hacer a costa de la sisa del puente por no estar
comprendida en ella, se obligase a rehacerse al que la construyó.
37
lafond de lurCy, 1971, p. 114; steVenson, 1973, p. 120
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contradictoria, pues para algunos era bello y para otros, lo contrario. Algunos de estos últimos
indicaban a comienzos del xix que “la gente de acá que nunca ha estado en Europa lo enseña
como una maravilla de arquitectura, pero en realidad no merece que se le mencione”. Incluso el
inglés Shilliber indicó tajantemente que el puente no era bello
38
.
la muralla de la ciudad de lima
En el primer tercio del siglo xVii, las comunidades religiosas en Lima solicitaron al Virrey la
construcción de una muralla para dar prestigio a una ciudad de las más ricas y populosas de
Indias. Otro motivo fue la protección de los piratas, incluso un representante de la Compañía
de Jesús pidió hacer un foso para cercarla en 1618 y se volvió a plantear el tema en 1624 y en
1673, pero no estaban de acuerdo con ello todos los regidores, pues lo consideraron innecesario
y muy caro
39
. Indudablemente, las murallas de Lima no se hicieron para protegerse de las riadas
del río Rímac, pues para eso estaban los tajamares o muros de contención y porque no había
espacio suciente entre el río y los primeros edicios frente al río; de ahí que las murallas no se
cerraron en esta parte de la ciudad.
Finalmente, el primer debate en el cabildo sobre la forticación del Callao y el
cercamiento de la ciudad sucedió el 22 de octubre de 1624. La conclusión fue que era muy
caro construirlo y que las sisas no eran sucientes por ser una época de penuria económica
generalizada y tal gasto afectaría al bienestar de la población en general. Este parecer del
cabildo fue noticado ese día al virrey marqués de Guadalcázar, indicando además que no había
material suciente para construirla, ni militares para resguardarla una vez hecha
40
.
El cabildo entendía que la ciudad de Lima tenía necesidad de defensa por estar cerca del
mar y tener varios puertos abiertos alrededor de ella, los caminos llanos sin monte ni espesura
para resistir al enemigo sino en campaña rasa. Lima estaba ubicada en un sitio inconveniente
defensivamente, abierta, descubierta y expuesta a cualquier ataque por mar o tierra. El cabildo
estaba de acuerdo en que se forticase el Callao, pero era más difícil hacerlo en Lima. La
ciudad era muy grande, extendida y su río muy dilatado y fundado sobre cascajo por lo que
sería necesario para levantar la cerca cimientos profundos de cal y canto, materiales y peones
costosísimos, y en uno y otro se gastaría más de tres millones (lo cual se vericaría con la obra
del puente de la ciudad, que teniendo apenas media cuadra de largo había costado mucho dinero,
además de los tajamares que anualmente se construían). Así, un muro de contención de 140
varas de largo había costado 8 000 pesos. Por eso, la sisa que impuso el virrey Montesclaros
para la construcción del puente fue de dos reales por arroba de vaca, por jabones de sebo y por
cada carnero y otros cuatro en cada botija de vino. Se obtenían cada año más de 60 000 pesos, y
aunque se impuso en todo el reino fue poco lo recaudado, pues la mayor parte se cargó en Lima
y el Callao. De esta manera, fue muy difícil obtener los tres millones para levantar la muralla. El
cabildo también era consciente de que al poner una cerca se limitaba el crecimiento horizontal
de la ciudad.
38 miKhailoViCht, 1971, p. 163; CaldCleuGh, 1971, p. 181; shilliBeer, 1973, p. 363.
39 libros dE Cabildo dE lima, libro dECimoCtavo, años 1616-1620, pp. 581-587.- libros Cabildo dE lima, libro
dECimonovEno, años 1621-1624, p. 892.
40 aGi (12 de febrero, 1626). Lima 40, nº 5, folios 141-2.
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El 18 de noviembre de 1624, aún las autoridades ediles no estaban de acuerdo con
cercar la ciudad como se estaba haciendo en el puerto del Callao. Al cabo de cuarenta y nueve
años, ante la amenaza pirática latente se volvió a debatir en el cabildo sobre la necesidad de
construir una muralla. Los inconvenientes continuaban siendo los mismos: mucho perímetro,
falta de gente para resguardarlo, el carácter abierto de la ciudad y la falta de gran cantidad
de materiales de construcción. Sin embargo, el detonante para su rápida construcción fue el
ataque pirata sucedido en Veracruz (Nueva España) por aquellos años. De esta manera, se
impuso la idea de amurallar. Esta construcción empezó por Monserrate, al noroeste de la
ciudad en 1684, bajo el virrey duque de la Palata, cuando todavía no se contaba con permiso
real. Se trabajó rápidamente y todo indica que al cabo de un año se terminó. En la construcción
colaboraron los vecinos e instituciones limeñas y también se impuso una sisa al papel blanco
para esta obra. El Virrey donó 6 000 pesos de los 367 131 pesos que costaría la obra. También
colaboraron las órdenes religiosas, la universidad, ociales, etc. Se construyó de forma
triangular con adobes bastantes anchos, con treinta y cuatro baluartes, con siete puertas y tres
postigos. Una verdadera cerca sin terraplenes ni cañoneras que resultaba bastante inecaz
para un ataque pirático
41
.
A nales del siglo xViii, las impresiones de los viajeros de estas murallas eran
unánimes en cuanto a la poca defensa que ofrecían ante ataques externos. Los muros por ser
bajos resultaban inútiles para repeler las repentinas invasiones
42
. En 1814, según el teniente de
la marina británica John Shillibeer la muralla estaba muy descuidada y ante la inestabilidad
política que tenía alarmada a la ciudad, el virrey Abascal ordenó su restauración, a n de ponerla
en estado de defensa, pero no la concluyó
43
.
El inglés William Bennet Stevenson realizó una descripción detallada de las murallas
de Lima, indicando que estaba hecha de adobes grandes, que contenía gran cantidad de paja
cortada para resistir los movimientos sísmicos y, por su elasticidad, un probable cañoneo. Las
murallas tenían una altura promedio de 4,65 metros con el parapeto incluido y 3 metros desde la
base, que adelgazaba en el ápice a modo de un tronco trapezoidal. Esta muralla rodeaba la ciudad
en sus dos tercios, dejando libre la cara que daba al río y estaba anqueada con 34 bastiones
sin troneras, con siete entradas y tres puertas posteriores que se cerraban todos los días a las
once de la noche y se abrían a las 4 de la mañana. Estas murallas fueron reparadas por el virrey
Ambrosio O’Higgins, marqués de la Concordia, en 1808. Las entradas tenían sus nombres: la
de Maravillas, que llevaba al panteón; la Martinete, que daba al barrio de Santa Clara; el camino
de El Callao, que terminaba en una entrada de similar nombre; la de Santa Catalina, que estaba
en el extremo sureste donde quedaba una ciudadela militar, depósito de municiones y defendida
por dos bastiones y artillería. El virrey Pezuela prestó gran atención a esta ciudadela y gastó
considerables sumas de dinero, modicándola y reparándola durante su virreinato
44
.
41 durÁn, 1994, p. 88.
42 haiGh, 1971, p. 59.
43
shilliBeer, 1973, p. 356.
44
steVenson, 1973, p. 119.
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Algunos apuntes sobre la plaza Mayor, los puentes y la muralla como
elementos claves del paisaje urbano limeño colonial
Revista del Archivo General de la Nación
2017, N° 32, 107-124
Conclusiones
Estos tres elementos paisajísticos estudiados: plaza Mayor, puente y muralla, constituyeron
rasgos característicos de esta ciudad colonial. La primera como centro de reunión de todo tipo
de actividad comercial, festiva, punitiva y religiosa. El puente se convirtió un nexo de unión con
el arrabal de San Lázaro al otro lado del río, que la anexaba con el norte del virreinato y desde
donde ingresaban los viajeros y el Virrey en su camino de Piura a Lima. La muralla de adobe fue
otra unidad paisajística representativa de esta ciudad, construida de forma tardía sin casi ninguna
utilidad a no ser de servir como basural. De esta manera, entendemos que el paisaje constituye
un producto natural-cultural, dinámico, con formas y signicados, en el cual la imagen tiene
una importancia muy destacada y que es abordable a partir de unidades de paisaje o espacios
concretos que adquieren singularidad por la peculiar organización que presentan de los hechos
físicos y de estos con los humanos, como es el caso de estos tres elementos presentados.
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Paula Ermila Rivasplata Varillas
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